28.ABR.20 | Posta Porteña 2106

La amenaza real

Por GustavoEsteva/OvejaNegra

 

La amenaza es real. Pero es otra.

 

Gustavo Esteva  La Jornada 20/4/20

Desde que el virus salió de China se sabía que no es mayor problema para la inmensa mayoría de las personas. No sentirán nada o, cuando más, padecerán una gripa más o menos severa. Tendrán probablemente dificultades respiratorias quienes ya sufrían de problemas pulmonares por la contaminación industrial, como en Wuhan y Palermo, o por otros factores. La mayoría se curará en unos días. Unas cuantas, las que tenían ya una condición de salud delicada, requerirán tratamiento especial y algunas personas de este grupo morirán. Nunca se sabrá la verdadera causa de su muerte… pero se contabilizará en la cuenta del coronavirus, para aumentar el pánico.

Ciertas personas son especialmente vulnerables, por su edad o por condiciones de salud delicadas. El número no es muy grande, pero es mayor que quienes cada año corren riesgos por la gripa de invierno. Una reacción apropiada hubiera sido organizarse localmente para cuidar a esas personas de la mejor manera posible. El papel del gobierno habría sido respaldar ese empeño, garantizando apoyo económico y atención médica a quienes les hiciera falta.

En vez de eso, los gobiernos imitaron a China…, pero sólo en el confinamiento. Allá dieron prioridad a la gente, no a la economía, y el gobierno garantizó condiciones materiales de supervivencia y atención médica gratuita a todas las personas. Implementó esas decisiones a través de una amplia estructura organizativa.

Era imposible imitar a China, donde se combinaba una tradición milenaria de disciplina del pueblo chino con un gobierno muy autoritario, que ejerce amplio control tecnológico sobre cada persona. Ningún otro gobierno podía garantizar a toda la gente la supervivencia y la atención médica gratuita. En forma atropellada se creó así un dispositivo ineficiente, injusto e inmoral. No logra hacer más lento el contagio, atiende a los infectados de manera racista y clasista, y de trasmano condena a una clase de personas a la muerte, las desecha.

El virus hizo evidente la manera in­sensata y casi criminal de tratar a personas de edad avanzada. En Italia murió la mitad de los ancianos de un asilo… que ya estaban en completo abandono. En casi todos los países empezaron a desecharlas disimuladamente. El gobierno mexicano fue el primero que lo convirtió en política pública abierta. Según su Guía bioética, preferirán a los jóvenes sobre los viejos.

La amenaza real es un ejercicio autoritario sin precedentes. “La actual emergencia sanitaria –sostiene Giorgio Agamben– puede considerarse como el laboratorio en el que se preparan los nuevos arreglos políticos y sociales que esperan a la humanidad” (Distanciamiento socialUna Voce, 6/4/20, artilleriainmanente.noblogs.com.)

Podríamos salir, según ‘Bifo’, bajo las condiciones de un estado tecnototalitario perfecto (Franco ‘Bifo’ Berardi, Crónica de la posdeflaciónMundo Nuestro, 19/3/20, http://mundonuestro.mx/index.php/ autores/item/2303-franco-berardi-bifo- cronica-de-la-psicodeflacion)

Para Raúl Zibechi, el militarismo, el fascismo y las tecnologías de control poblacional son enemigos poderosos que, aunados, pueden hacernos un daño inmenso, al punto que pueden revertir los desarrollos que han tejido los movimientos desde la anterior crisis (A las puertas de un nuevo orden mundialelsaltodiario.com).

Muchas personas están actuando con libertad, por estrictas razones de supervivencia –tienen que salir a buscarla– o porque no aceptan vivir sin interacción humana. En vez de asumir el aislamiento, la separación, la subordinación a la pantalla y la instrucción, intensifican sus relaciones con otras y otros. Resisten en pequeños grupos la ola autoritaria que nos acosa y empiezan a producir juntos su propia vida, en redes con otros y otras que hacen algo semejante.

Hay quienes, tal como Giap usó la máquina estadunidense de guerra para derrotarla, entran al territorio enemigo para destruirlo. El “ hackeo cultural”, por ejemplo, produce narrativas insurrectas de código abierto y defiende vida y territorio desarticulando los sistemas de opresión un meme a la vez

 ( https://hackeocultural.org/ wp-content/uploads/2020/04/Hackear LaPandemia-1.1 -HackeoCultural.pdf ).

Mientras se multiplican la imaginación creativa y la capacidad autónoma, así como la solidaridad con quienes nada tienen, millones presionan por volver a alguna forma de normalidad. Aprenden a vivir bajo una sociedad de control, obedeciendo sin chistar hasta las instrucciones más disparatadas. Cuelgan su alimentación de Uber Eats, Walmart y Monsanto, y exigen medidas policiacas contra quienes siguen su propio camino.

Mientras gobiernos y corporaciones extienden sus tentáculos electrónicos de control, se forma desde abajo el caldo de cultivo social del ejercicio autoritario. c

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CORONAVIRUS Y TRABAJO

Las medidas tomadas en torno al coronavirus (1) por los Estados y las empresas han agudizado la precariedad y la miseria a las que diariamente nos somete el trabajo. Todos los pronósticos indican terribles tiempos para la clase proletaria: desempleo en aumento, reestructuración y flexibilización laboral. El tóxico y contradictorio mundo del trabajo nos expulsa pero a la vez nos necesita. Y por eso nos chantajea, empobreciendo constantemente nuestras condiciones de vida.

La Oveja Negra 26/4/20

Durante la cuarentena, diversas modalidades de trabajo a distancia se han impuesto sin remuneración adicional alguna, y con escasa o nula capacitación. La adaptación forzada al trabajo vía internet es una realidad para millones de trabajadores empleados por empresas privadas e instituciones del Estado. Sumado a la separación de los compañeros de trabajo, esta situación desdibuja aún más los límites entre la actividad laboral asalariada y el resto de la vida.

La burguesía mundial lo expresa mediante sus voceros y gerentes. Hablan de comercio electrónico, de logística. Pronostican y perfilan una vida más sedentaria, con educación a distancia y con las “bondades” del teletrabajo. Señalan el “ahorro” en transporte para quienes trabajan desde sus casas, pero no el de las patronales en particular y el del sistema capitalista en su conjunto.(2)

En el ámbito doméstico experimentamos una mayor presión, sea por una intensificación de las tareas domésticas —por ejemplo la educación y cuidado de los niños, o los problemas de salud frente a la reducción de la atención en los distintos sectores—, o bien a nivel laboral, trabajando desde casa, absorbiendo los efectos del desempleo, o las enormes dificultades para el trabajo informal en una situación de confinamiento.

El servicio de entregas a domicilio, con su precariedad distintiva, y las empresas de comercialización vía internet, se expanden notablemente a raíz del aislamiento social. La presente situación nos recuerda el profundo significado del fetichismo mercantil, a través del cual las relaciones sociales son en verdad relaciones entre cosas a través de las personas: sólo las mercancías siguen circulando, y a las personas únicamente se les permite circular en carácter de mercancía fuerza de trabajo. Algunas por imposición, como trabajadores que realizan “actividades esenciales”, otras porque no les queda opción, como aquellos trabajadores informales que salen por necesidad y quedan expuestos a ser sancionados. Del trabajo se escapa como de la peste, y más aún si existe un riesgo adicional. Pero para la gran mayoría de proletarios en todo el mundo no hay alternativa por más subsidios miserables o discursos acalorados sobre rentas universales e impuestos a la riqueza.

Los numerosos conflictos laborales frente a los despidos, suspensiones, recortes, licencias y condiciones de trabajo, se enfrentan a una economía de guerra, donde los sindicatos y “movimientos sociales” repiten al unísono el discurso sacrificial del Estado y de la patria. El miedo se ha hecho carne y es un terrible impedimento para la reflexión y la acción colectivas. Los pronósticos hablan de cientos de millones de desempleados a nivel mundial a causa de las medidas tomadas en relación al coronavirus, y del aumento brutal de la pobreza sobre la miseria ya existente. Se insiste, sin embargo, en que todo es en defensa de la salud y la vida.

El aislamiento masivo nos somete a una de las mayores situaciones de impotencia proletaria a nivel mundial de la historia. No se trata solo de discursos de guerra y llamados ciudadanistas por el bien común. La lucha misma se vuelve una actividad ilegal. Traslados, reuniones, movilizaciones, y hasta las expresiones vía internet son censuradas y reprimidas.

Este primero de mayo, jornada histórica de lucha proletaria a nivel mundial, debe recordarnos incluso en los tiempos más adversos, que solo la lucha puede cambiar nuestras condiciones de existencia. Que la lucha por emanciparnos del trabajo es tan urgente como lo es un plato de comida o el cuidarnos de una enfermedad.

Es necesario romper el aislamiento, preservar nuestra sociabilidad, los espacios de organización y retomar las calles. Para enfrentar al Capital y todas sus pestes. Toda lucha tiene riesgos y responsabilidades, que a diario asumimos colectivamente. Quedarnos a merced del Estado será siempre nuestra peor opción.


Notas:

1. Para profundizar en torno a diversos aspectos de la situación actual ver La Oveja Negra nro. 69: Coronavirus y cuestión social.
2. Estas fueron afirmaciones realizadas por el presidente Alberto Fernández, en una entrevista para Perfil y Net TV publicada el 12 de abril, a las que agregó que el peronismo será «el partido de los trabajadores y de los teletrabajadores».


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