02.MAY.20 | Posta Porteña 2108

Un argumento “empírico” sobre la vigencia de los monopolios y el fin de la libre competencia

Por Pablo Hernández Parra

 

Una primera aclaratoria al amigo Astarita

  La crítica de PHP es representativa de la forma en que hacen “ciencia” algunos marxistas: mezcla de verdades dogmáticamente aceptadas y desprecio por la evidencia empírica, en tanto esta vaya contra lo que se ha establecido de antemano. El escrito de PHP me da entonces una oportunidad de tratar con alguna extensión el asunto”

Así comenzó el amigo Astarita su artículo “Marxismo, ¿ciencia o relato libre? (aquí)           

Como buen “marxista” y en la mejor tradición del debate entre ellos, quien no esté de acuerdo con la “verdad” que reposa en las Sagrada Escrituras del Tomo I de El Capital, ni es ciencia y por lo tanto no merece tomarse muy en cuenta. Ese método lo he conocido muchas veces en mis 57 años de participación en el movimiento comunista y de los trabajadores en Venezuela

Una breve explicación sobre el “marxismo” de Pablo Hernández Parra

De antemano debo resumir mi trayectoria dentro del “marxismo”. Desde 1963 a  los 19 años en Venezuela, fui parte de ese movimiento llamado revolucionario en la época de la lucha armada, en la cual estuve involucrado hasta 1983 cuando por un decreto presidencial me concedieron un indulto suspendiendo el ultimo juicio seguido en los tribunales militares del país, quedando pendiente los civiles, por los cuales fui detenido brevemente en 1984.

Este prontuario -único currículo que poseo-- no lo hago como carta de presentación sino para aclararle al amigo Astarita, que a esa edad, estudiando ingeniería y sin la más puta idea de lo que significaba la revolución, ni el comunismo, fui detenido y a partir de allí es que comienza en realidad mi trayectoria como “revolucionario y marxista-leninista”. En el momento de mi detención tenía solo 4 meses de “militancia” cuando un amigo en la selección de básquetbol de la Universidad Central de Venezuela, perteneciente al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) me capto para la lucha armada. Y mire Ud. el primer libro que me dio para “educarme en la teoría revolucionaria” fue “Sobre la religión” una recopilación de artículos de Marx y Engels, sobre el tema. Demás está decirle que no leí más de dos páginas. Aunque quien me lo entrego menos lo había hojeado.

Le relato todo esto, por que como militante del MIR, mi formación fue si se quiere de libre pensador a partir de la socialdemocracia de izquierda como eran algunos de esos dirigentes que formaron el MIR. Por lo tanto no transite el camino del  estalinismo ortodoxo  como fue el de los militantes del Partido Comunista de Venezuela, seguidores de las directrices de la Iglesia de Moscú, con Stalin como Vicario de Lenin, pese a que ya se conocían los crímenes de Stalin y Jrushchov pregonaba la coexistencia pacífica.

De tal manera que mi evolución desde el marxismo-leninismo de 1963 hasta el materialismo practico en el cual trato de militar hoy, me permitió ser prochino durante la polémica chino-soviética,  defensor y participar en el camino de la lucha armada desde ese momento hasta mi última detención en marzo de 1983. Mis detenciones y mi posición en defensa de la lucha armada me condujo a enfrentar a las tendencias de “derecha” que liquidaron la lucha armada desde 1964 (hasta 1982 defendí esa posición y hoy sigo considerando que sin violencia no es posible ninguna revolución de los trabajadores y asalariado y aun para reformas seria bajo el actual capitalismo del crimen organizado). Defendí la posición del Che Guevara, no la teoría del foco, sino la de crear varios Vietnam, la violencia como parte de las luchas de los asalariados contra el patrón y su Estado y la solidaridad mundial de todas las formas de lucha contra el capital y su sistema. Fui partidario de las tesis de la Tricontinental, simpatice con las posiciones y prácticas de los Tupamaros de Uruguay, el ERP de Argentina en aquella época. Conocí las posiciones de Trotsky. Mantuve distancias con la Revolución Cubana y la guerrilla de Colombia, por sus alineamientos con Moscú, y sobre todo después de leer el libro La Guerrilla Por dentro, de Jaime  Arenas, donde se relatabas las desviaciones que se daban en los movimientos guerrilleros de la época. Fui fundador de Bandera Roja en 1970 de la cual me separe en 1976 por las posiciones de derecha y fascista de sus dirigentes principales, que en cierta medida fue una característica general del movimiento” revolucionario” de la época. Para loa años 80 comencé a conocer las posiciones de la Izquierda Comunista, y durante mi detención en el cuartel San Carlos, leyendo a Reich y la izquierda comunista, comencé mi periodo de reflexión sobre nuestras derrotas.

Pero le aclaro en ningún momento, reniego de ese pasado, lo asumo como un camino inevitable en América latina por el cual el movimiento del trabajo tenía que pasar, en una época en que el movimiento obrero del continente era controlado totalmente por la ideología del capital y la propiedad privada como lo fue  y lo es hoy, controlado por la socialdemocracia, el socialcristianismo, los socialistas, populismo, peronismo y algunas sectas marxistas.

 En aquellas condiciones la lucha armada, más que una posición del movimiento obrero, controlado totalmente por la ideología del capital, fue una expresión de la democracia radical, del liberalismo de la pequeña burguesía urbana y parte de su intelectualidad. Desde los años 80 vengo reflexionando sobre los 170 años de derrota del movimiento de los trabajadores, a partir del Manifiesto Comunista y las revoluciones democráticas de 1848. Y a examinar ese periodo pienso dedicarle el resto de mis días, sino  es que el coronavirus se fija en mí.

Y para no ser más larga esta historia, amigo Astarita, hoy no soy “marxista”, ni comulgo con ninguna de las iglesias que se han derivado del llamado “marxismo” como supuesta ideología del proletariado y autoproclamadas vanguardias revolucionarias

Al entrar el mis 60 años empecé a comprender plenamente porque Marx repetía y advertía Solo sé que no soy marxistaY lo termine comprendiendo leyendo y releyendo “La Ideología Alemana” es especial sus primeras 100 páginas, donde Marx y Engels exponen con magistral claridad en qué consiste su método basado en el materialismo filosófico y  la dialéctica. En ese libro, que no me canso de leer y hacerles notas, entendí perfectamente que significa el COMUNISMO COMO MOVIMIENTO REAL QUE NIEGA LO EXISTENTE Y AL  COMUNISTA  COMO UN MATERIALISTA PRACTICO. Y SOBRE TODO  QUE EL COMUNISMO NO ES INEVITABLES, SINO LA ÚNICA OPCIÓN  QUE TIENEN LOS TRABAJADORES Y ASALARIADOS DEL MUNDO PARA SALIR DE ESTA MATRIZ LLAMADA CAPITALISMO. ESA POSIBILIDAD SOLO SE PUEDE HACER REALIDAD EN EL TERRENO DE LA LUCHA DE CLASE, DONDE  VENCE NO SO LO EL QUE TIENE LA RAZÓN O LA VERDAD, SINO TUMBEN LA FUERZA NECESARIA PARA IMPONERLA.

A partir de allí comencé a comprender el papel de la Izquierda Comunista y su lucha contra el leninismo, pero sobre todo como el “marxismo” se convirtió en  El último refugio de la burguesía, tal como Mattick escribió como epilogo de ese gran movimiento hoy olvidado. Engels en 1892 en el prólogo a la edición inglesa DEL SOCIALISMO UTÓPICO AL SOCIALISMO CIENTÍFICO escribía más o menos en esa misma dirección cuando alertaba Se me guardará, tal vez, esta consideración, sobre todo si demuestro que el materialismo histórico puede incluso ser útil para la respetabilidad británica.  Y hoy vemos  como los “economistas marxista”, son muy buenos cronistas de la economía del capitalismo.

Para finalizar, Astarita me califica de despreciar la “evidencia empírica”  de hacer “ciencia” con verdades dogmáticamente aceptadas. (Si son dogmas no son verdades y si son verdades no son dogmas, no le parece). Pues bien a continuación le dejo una evidencia empírica sobre la formación de los monopolios que aún existen y como fijan y manejan los precios a su antojo, no está basada en números, gráficas, ni fórmulas matemáticas, de la cual hace gala el amigo Astarita, pero está basado  en un HECHO HISTÓRICO CONCRETO VERIFICABLE QUE SE MANTIENE VIGENTE 150 AÑOS DESPUÉS DE SU INICIO.

Me refiero al fin de la libre competencia, que el amigo Astarita haciendo gala de una autosuficiencia, no explicable en un “marxista” le responde a mis comentarios en estos términos propios de toda suprema autoridad: He tratado este asunto en varias notas, y no voy a repetir los argumentos. Simplemente dejo señalado que PHP se limita a repetir la vieja idea, sin responder a los argumentos empíricos y teóricos que he presentado (y han presentado otros marxistas)

A continuación mis argumentos empíricos

J.D. ROCKEFELLER: «LA COMPETENCIA ES UN PECADO, POR ESO PROCEDEMOS A ELIMINARLA»

29/12/2011  J.D. ROCKEFELLER

Fue el fundador y presidente de la Standard Oil, una gigantesca compañía que llegó a controlar, la extracción, refino, transporte y distribución de más de 90% del petróleo de Estados Unidos y sostuvo monopolios enteros en inversiones en múltiples países extranjeros. En un período de más de cuarenta años, Rockefeller consolidó a la Standard Oil como la compañía petrolera más grande del mundo, revolucionando la industria en todos sus niveles y demostrando una extraordinaria e implacable capacidad competitiva.

  Fuerza y sentido de la oportunidad

Desde los años de 1850, Cleveland, había estado experimentando un acelerado crecimiento, especialmente en los sectores industriales, dando como resultado que para 1861, Cleveland, se había tornado en una de las ciudades más modernas y productivas de Estados Unidos, además en una de las principales sedes industriales. En medio de este ambiente Rockefeller, apreció de cerca el crecimiento paulatino que la industria petrolera comenzaba a experimentar y fue lo bastante brillante para entender que ese combustible pronto se convertiría en la fuente de energía del mundo.

En 1862, Rockefeller, con sus ahorros y ganancias de su firma cafetalera, pasó a ser socio de la Clark & Andrews, que comenzó instalando sus refinerías y en cuestión de muy poco tiempo comenzó a adquirir otras refinerías en Cleveland, actividad que continuó hasta apropiarse de forma definitiva de gran parte de las refinerías petrolíferas de la ciudad.

El estallido de la Guerra Civil en 1861 fue la llave de su fortuna. Dos años antes, con la perforación del primer pozo de petróleo, comprendió que podía hacer más fortuna con su transporte y refino que con la explotación. Cuando en 1863 la compañía ferroviaria del Atlántico y el Oeste extendió su línea hasta Cleveland, poniendo esta ciudad en contacto directo con Nueva York a través de la región del petróleo, supo que había llegado el momento. Tenía 23 años e invirtió 4.000 dólares como socio comanditario en la nueva firma Clark, Andrews & Co, que acabaría finalmente, comprando la parte de su socio. El negocio, que en adelante se llamaría Rockefeller & Andrews, era la mayor refinería de Cleveland, con una capacidad de 500 barriles por día y ganancias de un millón de dólares por año, que se duplicarían al año siguiente.

Para el momento de John Davison Rockefeller se decía que sólo tenía que mostrarles a sus competidores su cartera de inversiones y propiedades, para que estos decidieran venderle o negociar con él, de lo contrario podían estar seguro que Rockefeller se encargaría de quebrarlos y llevarlos a la bancarrota, después de todo, él dejaba muy en claro su visión con la frase:  «La competencia es un pecado, por eso procedemos a eliminarla»

Ya desde entonces, Rockefeller mostraba su mentalidad de hombre de negocios depredador, buscando a toda costa la expansión de sus empresas, el aumento de sus inversiones y la eliminación progresiva de la competencia a toda costa. El astuto e inteligente empresario haría en el futuro muchas maniobras que reflejarían su visión y en más de una ocasión demostraría su efectividad a la hora de sobreponerse a los demás

La Conquista de Cleveland y Expansión Nacional

Su próximo paso fue negociar con el ferrocarril tarifas preferenciales, y ese descuento fue un arma esencial para fundar, en 1870, una nueva sociedad, con 1 millón de dólares de capital: la Standard Oil, que absorbió a la empresa Rockefeller & Andrews, que venía de una rápida expansión, en el año 1870 y debido a que la Standard Oil, había sido creada por Rockefeller, su hermano William y varias personas más, Rockefeller pasó a liderar la compañía.

Ahora John Davison Rockefeller, controlaba una vasta red de refinerías, además como el mismo había determinado que el negocio del petróleo podía generar ganancias desde más de un enfoque, llevó a la compañía a desarrollar sistemas de extracción y transporte del crudo, controlando así todos los aspectos de la producción petrolera.

En 1870, la Standard Oil, era una de las mayores refinerías de centro de los Estados Unidos y ya en 1872, junto con dos de los más importantes refinadores de Pittsburg y Filadelfia, pudieron manejar a su antojo las tarifas con los ferrocarriles. La Standard Oil refinaba un cuarto de toda la producción de petróleo del país, y eliminando paso a paso la competencia, la Standard Oil se convirtió en un poderoso monopolio, que refinaba el 95% de la capacidad total del país. Su equipo directivo estaba formado por un conjunto de los más capaces financistas del país. Todos eran millonarios. Para Rockefeller, la elección del personal siempre había sido un ingrediente importantísimo; elegía a los más capaces y entusiastas

A principios de 1872, Rockefeller estaba decidido a finalizar su proyecto de conquista de la industria petrolera, para lo cual avanzó, dando una maniobra sin precedentes, al ayudar a crear la South Improvement Company, una asociación que englobaba a los principales refinadores de petróleo de Cleveland, llegando a acuerdos con las empresas ferroviarias para obtener importantes descuentos para los miembros de la asociación. Este acuerdo ocasionó la reclamación del público que abogó por su anulación, algo se logró de modo legal, tres meses más tarde, ante las protestas de la gente, pero para entonces casi todos los competidores de Rockefeller se habían visto obligados a vender o a asociarse con él. En cuestión de tres meses, Rockefeller había comprado 22 de las 25 refinerías de  Cleveland, todo gracias a esta magnífica maniobra, pasando aquella hazaña pasó a ser denominada la «Conquista de Cleveland».

Luego de aquel extraordinario éxito, John Davison Rockefeller se encargó de expandir la presencia de la Standard Oil, hacia todo el país. Instalando o comprando, su objetivo era dominar la industria. En 1878 Rockefeller controlaba el 90% de las refinerías de petróleo de Estados Unidos y poco después ejercía un monopolio de los canales de distribución.

               La Standard Oil Trust, Dominio Total

Tras la movida que había realizado, Rockefeller había instaurado su poder sobre la industria petrolera, pero ahora deseaba afianzarlo de forma total. Para ello decidió proceder a la creación de la Standard Oil Trust. Ésta sería una especie de extraordinario holding empresarial que concentraría diversas inversiones en el mundo del petróleo y los combustibles, no sólo en Estados Unidos sino en variedad de otros países del mundo.

La creación de esta entidad, se basó en una idea que Rockefeller creó, para evitar ser acusado de monopolio por las autoridades, dado que para el momento el gobierno ya comenzaba a tener injerencia en la reglamentación de la libre competencia entre empresas. Debido a ello, Rockefeller no podía adquirir de forma corriente, a todas las empresas que deseaba controlar, porque de hacerlo, las autoridades intervendrían, la solución fue la creación del Trust, término que en inglés significa: «confianza», y que se refería a una concentración de empresas bajo una misma dirección, el control legal de las sociedades constituyentes se confería a la junta de administradores, cambiándose las acciones de las compañías por los certificados del trust. De esta manera, Rockefeller lograba unir a las distintas empresas, bajo una misma dirección central con la finalidad de ejercer un control de las ventas y la comercialización del petróleo.  La idea de Rockefeller se materializó en 1882, creándose así la Standard Oil Trust, que fue el primer monopolio del mundo, abarcando todo la industria petrolera estadounidense, controlando los procesos de extracción, refinación, transporte, distribución y venta de todos los productos derivados del 90% de todo el petróleo de Estados Unidos y sosteniendo operaciones, inversiones y actividades en decenas de otros países

               La Batalla Final, Estados Unidos vs Rockefeller

Ya a finales de la década de 1880, el gobierno de los Estados Unidos, estaba centrando su atención en el inmenso desarrollo del sector privado del país. En ese momento, Norteamérica estaba decidida a reglamentarlo, para permitir el desarrollo equilibrado y justo de las inversiones y las compañías, buscando establecer la libre competencia, en un país donde tal cosa no existía. Por supuesto, para llevar a cabo tal proyecto de reforma era necesario demostrar que no se permitirían monopolios, y la única forma de probarlo era suprimiendo al más grande y poderoso de todos, la Standard Oil, que gracias a la Standard Oil Trust, a sus múltiples inversiones y a su dominio de la industria, controlaba casi en su totalidad el petróleo estadounidense y gran parte del petróleo del mundo

De esta manera, el gobierno se preparó para enfrentarse al hombre más poderoso de Norteamérica, Rockefeller, y llevarlo ante los tribunales. A pesar de que fueron muchos los periodistas e investigadores, tanto públicos como privados, los que expusieron al monopolio de Rockefeller, al gobierno le resultó muy difícil hacer frente al poderoso magnate y a su imperio. Años enteros de litigios fueron requeridos sólo para llevarle ante tribunales, pues John D. Rockefeller dispuso de su ejército de abogados para mediar la situación.

Finalmente, se planteó el caso ante el Tribunal Superior de Justicia de Ohio, que decretó a la Standard Oil Trust como un monopolio ilegal y ordenó su disolución. La decisión fue apelada por Rockefeller, pero falló. Aun así, con todo y las exigencias de la corte, el monopolio no se disolvió como tal hasta 1899, dado que si bien accedió a desactivar la Standard Oil Trust, el imperio petrolífero de Rockefeller ya estaba más que afianzado, y ese año John Davison Rockefeller estableció la Standard Oil Company en Nueva Jersey, siendo su presidente hasta su jubilación en 1911. Este mismo año la empresa se dividió en 37 diferentes corporaciones por orden del Tribunal Superior de Justicia de Estados Unidos, que consideró a la compañía demasiado grande y poderosa en la industria como para continuar unida. Aun así, Rockefeller continuó manteniendo el 30% de las acciones de todas esas compañías y su familia continuó manteniendo la mayoría del resto de las acciones, por lo que su fortuna no se vio afectada.

 Cabe destacar que, de hecho, el listado de empresas que surgieron como descendientes de la Standard Oil hoy en día son las principales compañías petroleras, no sólo de Estados Unidos sino del mundo, contándose en la lista compañías como la Exxon Mobil, que es la multinacional petrolera más grande del mundo, Chevron, que es otra de las grandes multinacionales petrolíferas, Conoco Phillips, Amoco (que fue absorbida por British Petroleum en el año 2000) y Standard Oil of Ohio, previamente conocida como Sohio.

  Cabe mencionar que fue el único hombre en la historia que formó un monopolio puro, sobre una industria entera. La imagen de magnate, astuto, poderoso, inteligente y sagaz, es la que prevalece en las mentes de todo el mundo, su legado, su influencia sobre el mundo empresarial, su riqueza y la dinastía que logró forjar con ella, es lo que para siempre identifican al nombre de John Davison Rockefeller.

Fuente:https://www.tarracogest.com/j-d-rockefeller-la-competencia-es-un-pecado-por-eso-procedemos-a-eliminarla/.

Amigo Astarita, estos son mis argumentos, expuesto por un representante típico del capital y la burguesía, ni economista, ni abogado, de cómo el señor Rockefeller resolvía en la práctica ese problema matemático que  atormentaban a Marx sobre la ley, que luego la llamo tendencia decreciente de la tasa de ganancia y la reproducción ampliada del capital. Y lo hace en el mismo  momento que se publica Tomo I de El Capital (1867). Ahí están mis argumentos, espero su respuesta amigo Astarita. Mis saludos y respetos.

Pablo Hernández Parra .  Caracas, 30/04/2020


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