01.JUL.20 | PostaPorteña 2124

DINERO QUE INCUBA DINERO (5)

Por Barbaria

 

Un Mundo Sin Dinero

 

Pero todavía hay que enterrarlos, porque el capitalismo no caerá como fruta madura. El agotamiento del valor sólo produce una catástrofe ampliada, una catástrofe que se manifiesta exponencialmente y en todos los aspectos de la vida en el planeta. Si no la paramos, por sí misma esta dinámica nos llevará a la extinción.

Lo paradójico es que el motor de esta catástrofe, que amenaza la vida de nuestra especie y que está causando ya una auténtica matanza en el resto de la biosfera, consiste precisamente en la capacidad de socialización que ha tenido el capitalismo.

La crisis del valor está llena de paradojas. Nunca como antes la humanidad ha necesitado menos trabajar para satisfacer sus necesidades, pero en el capitalismo no tener trabajo sólo trae miseria. Nunca como antes nuestra interdependencia, nuestra comunicación, nuestro propio imaginario colectivo ha sido tan internacional, nunca como antes nuestra especie ha sido tan comunidad mundial como ahora, pero en el capitalismo esto sólo motiva más tensiones imperialistas y la amenaza permanente de la guerra. Nunca como antes se ha tenido tal comprensión del papel que desempeña nuestra especie en la ecosfera, pero el capitalismo es un sistema entrópico que ve cómo vamos directos contra el muro y no dispone de sistema de frenos.

El desarrollo del capital tiende a abolir las categorías sobre las que se funda[30] y la impresionante expansión del dinero crediticio es sólo una muestra de ello. Por la expulsión de trabajo que implica la automatización de la economía, vivimos cada vez más en una sociedad de trabajadores sin trabajo. Pero el propio desarrollo del crédito hizo emerger tiempo antes la figura del capitalista sin capital. Ya no hay por qué heredar la empresa familiar o acumular pacientemente ahorros para ser capitalista. Basta con considerarse como tal, solicitar un crédito y con esa propiedad social en forma de dinero crediticio atreverse a emprender[31]. En su agotamiento histórico, el capitalismo se está convirtiendo en una sociedad de capitalistas sin capital, trabajadores sin trabajo y dinero sin valor. Propiedad, trabajo y valor están siendo abolidos por su propio desarrollo en el sistema capitalista

La burguesía insiste en que la economía es un ámbito natural y necesario para organizarnos socialmente. Así, la mercancía es el instrumento básico para gestionar unas necesidades ilimitadas en un contexto de recursos escasos. Sin ella, nos dicen, el apetito humano lo agotaría todo y nos quedaríamos muy rápidamente sin unos recursos que consumir. La burguesía lo dice y los ecologistas asienten con cara de circunstancias. Pero esta afirmación no encuentra su verdad en la antropología humana, sino en unas relaciones sociales que muy lejos de orientarse a la satisfacción de necesidades, se orientan a la acumulación ilimitada de valor caiga quien caiga. Es precisamente el hecho de que la producción y reproducción de la vida se lleven a cabo con la mediación del mercado lo que hace que, cuanto menos sentido histórico tiene la mercancía, cuanto más decaen las ganancias, más voraz y derrochadora de recursos y energía ha de ser la producción.

Primero se disloca el metabolismo natural de la tierra para producir enormes masas de comida y luego, para que la oferta se armonice a la demanda, toda esa comida acaba en los contendores del supermercado con lejía por encima, para que nadie la consuma gratuitamente. Hay algo que funciona muy mal en una sociedad así. Defienden nuestros burgueses el mercado como instancia natural y óptima para organizar la vida humana. Pero por su propia lógica, la producción de mercancías requiere de una enorme cantidad de recursos materiales y energéticos para obtener productos que una capacidad adquisitiva decreciente, es decir, una miseria social cada vez mayor, será incapaz de comprar. Cuanto más avanza la crisis del valor, más necesidad tiene el capital de explotar la Tierra, mineralizar la vida y acelerar la marcha para llenar de productos una sociedad que no deja de empobrecerse. La mercancía no es la manera de gestionar los recursos del planeta, nada más lejos. La ruptura metabólica entre el ser humano y la naturaleza no hace más que profundizarse con su lógica. El resultado son unas relaciones sociales que mueren por entropía.

La manera en que las categorías de esta sociedad han conseguido naturalizarse y ser interiorizadas por nosotros ha hecho que resulte difícil imaginar una sociedad sin dinero. Es habitual encontrar en conversaciones y debates la idea de que una sociedad tan compleja como la actual, tan internacional, sólo es posible en base a la mercancía. De hecho, cada vez que se intenta pensar en un mundo sin intercambio mercantil se piensa en pequeñas comunidades autárquicas, ajenas las unas a las otras y sin ninguna base de producción y reproducción de la vida en común: un allá se las arregle cada cual elevado a proyecto de sociedad anticapitalista. Algo que, más allá de toda otra discusión, hace de las proclamaciones de internacionalismo un triste juego de palabras.

Pero paradójicamente, la enorme masa de dinero crediticio que circula sin una base real de valor es la demostración de que no sólo es posible: ya está ocurriendo. Es la complejidad social la que no soporta ya la mercancía y el dinero. A medida que el trabajo inmediato pierde relevancia en la producción, tiene menos sentido medir la riqueza con la mediación del mercado y más fundamental se vuelve hacerlo como trabajo directamente social, no como valor de cambio sino como puro valor de uso. La incapacidad del capitalismo para reproducirse con sus propias categorías le arroja a una huida hacia adelante que no hace más que confesar esto: sólo una forma de relacionarse sin mercancía, sin dinero, como comunidad en un sentido mundial, puede enderezar al hombre colgado y volver a poner en primer plano la materia, la biología, la naturaleza humana y no humana como un solo cuerpo.

La riqueza ya no puede medirse en términos de valor. Cada vez es más evidente que la producción y reproducción de la vida sólo puede llevarse a cabo a través de una relación orgánica con la naturaleza y con sentido de especie: no trabajo abstracto, sino termodinámica; no dinero, sino tasa de retorno energético; no propiedad, sino usufructo común del hábitat natural que nos constituye. No sólo nosotros como especie, sino todos nosotros como biosfera; no sólo nosotros como comunidad presente, sino el ser humano por las generaciones pasadas para las generaciones futuras. El comunismo es un plan para la especie.

Esta es la única forma de resolver la poderosa contradicción entre la propiedad privada y el desarrollo histórico del ser humano. Una contradicción que plantea con absoluta claridad la disyuntiva entre el capital o la vida, entre la revolución o la extinción. Un mundo sin dinero no es un proyecto utópico: simplemente es la única alternativa realista.

Anexo I:

Contribución a la crítica de la economía política

Citas de Karl Marx: Contribución a la crítica de la economía política, ed. Siglo XXI, 2008

Antítesis mercancía-dinero

«Así como la separación, en el proceso del intercambio, de la compra y la venta, hace volar por los aires barreras localmente naturales y espontáneas, ancestralmente piadosas y amablemente disparatadas del proceso metabólico social, la misma es, a la vez, la forma general del desgarramiento de los factores que le pertenecen y la fijación de los mismos en oposición, en una palabra, es la posibilidad general de las crisis comerciales, pero ello solo porque la antítesis de mercancía y dinero es la forma abstracta y general de todas las contradicciones contenidas en el trabajo burgués. […] La separación entre la venta y la compra posibilita, con el comercio propiamente dicho, gran cantidad de transacciones aparentes antes del intercambio definitivo entre productores y consumidores de las mercancías. De este modo permite que gran cantidad de parásitos irrumpan en el proceso de la producción y exploten ese divorcio. Pero, a su vez, esto solo significa que, con el dinero en cuanto forma general del trabajo burgués, se haya dada la posibilidad del desarrollo de sus contradicciones» (pág. 83-85)

«Por ello, aunque en el precio el valor de cambio de la mercancía solo adquiere idealmente una existencia diferente de ella, y pese a que la existencia dual del trabajo contenido en ella solo existe ya como un modo de expresión diferente, y por otra parte, en consecuencia, puesto que la materialización del tiempo general de trabajo ?el oro? solo enfrenta ya a la mercancía real como medida de valor imaginaria, en la existencia del valor de cambio en cuanto precio o del oro en cuanto medida del valor está latentemente implícita la necesidad de la enajenación de la mercancía a cambio de oro contante y sonante, la posibilidad de su no enajenación, en suma, toda la contradicción que surge del hecho de que el producto es mercancía, o de que el trabajo particular del individuo privado, a fin de tener una acción social, debe presentarse como su contrario directo, como trabajo general abstracto. Los utopistas, que desean la mercancía pero no el dinero, que desean la producción fundada en el intercambio privado pero sin las condiciones necesarias de esa producción, son consecuentes por eso cuando aniquilan el dinero no solo en su forma palpable, si no ya en su forma etérea y quimérica en cuanto medida de los valores. En la invisible medida de los valores acecha el cruel dinero» (pág. 55)

Medida de valor

—El oro sólo es equivalente general porque refleja el valor de cambio del conjunto de las mercancías. Son las mercancías las que le convierten en dinero:

«El oro se convierte en medida de los valores, y en primera instancia es solo en virtud de esta determinación como medida de los valores, como la cual su propio valor se mide directamente en el ámbito global de los equivalentes de las mercancías, que se convierte en equivalente general o dinero. […] La medida real entre la mercancía y el oro la constituye el propio trabajo» (pág. 51)

—El oro se expresa como dinero en virtud de dos factores, uno cualitativo y uno cuantitativo:

«El valor de cambio de todas las mercancías se expresa ahora en oro. En esta expresión deben distinguirse un factor cualitativo y uno cuantitativo. […] Por una parte se manifiesta el carácter general del tiempo de trabajo contenido en ellas, mientras que, por otra parte, la cantidad del mismo se manifiesta en su equivalente en oro» (pág. 51)

Medio de circulación

—Moneda

     «En su función de medio de circulación, el oro adquiere una forma que le es peculiar:se convierte en moneda» (pág. 94)

     «El dinero, en cuanto moneda, a quiere un carácter local y político, habla diversas lenguas nacionales y viste los uniformes de distintos países. La esfera dentro de la cual circula el dinero como moneda se diferencia, por ende, de la circulación general del mundo de las mercancías en su condición de circulación mercantil interna, circunscripta por los límites de una comunidad» (pág. 95)

     La moneda es «el mediador de la unidad en proceso M-D-M o la forma solamente evanescente del valor de cambio en el incesante cambio de posición de las mercancías» (pág. 140)

—Proceso de desmaterialización del dinero (signo de valor):

     «Cuanto mayor tiempo circule la moneda a velocidad de circulación constante, cuanto más animada se torne su circulación en el mismo lapso, tanto más se desprenderá su existencia en cuanto moneda de su existencia en oro o plata. Lo que queda es más magni nominis umbra [la sombra de un gran nombre]. El cuerpo de la moneda solo es ya una sombra. Mientras que originariamente se torna más pesada en virtud del proceso, a causa de él se tornará ahora más liviana, pero seguirá siendo considerada como la cantidad originaria de oro en cada compra o venta individuales. El soberano prosigue llevando a cabo la función de la pieza de oro legítima en calidad de soberano aparente, de oro aparente. Mientras que otros seres pierden su idealismo en virtud del roce con el mundo exterior, la moneda resulta idealizada por la práctica, transformada en mera existencia aparente de su cuerpo de oro o plata. Está segunda idealización del dinero metálico producida por el propio proceso de la circulación, el divorcio entre su contenido nominal y su contenido real, es objeto de explotación, en parte por los gobiernos, en parte por aventureros privados, a través de falsificaciones de la más variada índole. […] En cuanto moneda su sustancia natural entra en permanente conflicto con su función» (pág. 97-99)

—Moneda subsidiaria (símbolo de oro, signo de valor):

      «Entonces, puesto que el oro se convierte en símbolo de sí mismo, pero no puede servir como símbolo de sí mismo, adquiere una existencia simbólica, de plata o cobre, separada de su existencia de oro, en aquellos sectores de la circulación en los cuales se desgasta con mayor celeridad, es decir en los sectores en los que las compras y las ventas en las proporciones más reducidas se renuevan permanentemente» (pág. 99)

     «Por eso, en todos los países de la circulación desarrollada, la necesidad de la circulación del dinero obliga inclusive a independizar el carácter monetario de las fichas de plata y cobre de cualquier grado de su merma metálica. De este modo se manifiesta ?cosa ínsita en la naturaleza de la cuestión? que son símbolos de la moneda de oro no porque sean símbolos confeccionados con plata o cobre, no porque tengan un valor, sino porque no tienen ninguno. Por consiguiente, objetos relativamente carentes de valor, como el papel, pueden funcionar como símbolos del dinero áureo. […] La diferencia originariamente insignificante entre el contenido nominal y el contenido metálico de la moneda de metal puede proseguir, pues, hasta llegar a una separación absoluta. La denominación monetaria del dinero se desprende de su sustancia, y existe fuera de ella en trozos de papel carentes de valor. Así como el valor de cambio de las mercancías se cristaliza en dinero áureo en virtud de su proceso de intercambio, así el dinero áureo se sublima en la circulación para convertirse en su propio símbolo, primeramente en la forma de la moneda de oro desgastada, luego en la forma de la moneda metálica subsidiaria, y por último en la forma de la ficha sin valor, del papel, del mero signo de valor. Sin embargo, la moneda de oro solo engendró sus reemplazantes, primeramente metálicos y luego de papel, porque a pesar de su merma en metal prosiguió funcionando como moneda. No dejaba de circular porque se desgastara, sino que se desgastó al nivel de símbolo porque seguía circulando. Solo en la medida en que el propio dinero de oro se convierte, dentro del proceso, en el signo de su propio valor, pueden sustituirlo meros signos de valor» (pág. 101-102)

     «En tanto el movimiento M-D-M es unidad en proceso de las dos fases que se transforman directamente una en la otra, M-D y D-M, o en la medida en que la mercancía recorre el proceso de su metamorfosis global, desarrolla su valor de cambio en el precio y en el dinero, para de inmediato volver a abolir esa forma, transformándose nuevamente en mercancía, mejor dicho, valor de uso. Por consiguiente, solo procede hacia una independización solamente aparente de su valor de cambio. Por otra parte, hemos visto que el oro, en tanto funciona solo como moneda o se halla constantemente en circulación, de hecho solo representa la concatenación de las metamorfosis de las mercancíasy su existencia dineraria solo evanescente» (pág. 103)

     «Por eso, el signo de valor solo actúa en la medida en que represente, dentro del proceso, el precio de una mercancía con respecto a otra, o en que represente oro con respecto a cualquier poseedor de mercancías. Un objeto determinado, relativamente carente de valor, un trozo de cuero, de papel, etc., se convertirá, en primera instancia y por hábito, en signo del material dinerario, pero solo se afirmará como tal si su existencia en cuanto símbolo queda garantizada por la voluntad general de los poseedores de mercancías, es decir si adquiere una existencia legalmente convencional y, por ende, curso obligatorio. El papel moneda del estado con curso obligatorio es la forma perfeccionada del signo de valor, y la única forma del papel moneda que surge directamente de la circulación metálica o de la propia circulación simple de mercancías. El dinero de crédito pertenece a una esfera superior del proceso social de la producción, y se regula en virtud de leyes enteramente diferentes» (pág. 106)

     Pero eso no confiere poder al Estado: «La intervención del Estado que emite el papel moneda con curso obligatorio ?y solo tratamos de esta clase de papel moneda? parece abolir la ley económica. […] Puesto que los billetes de papel tienen curso obligatorio, nadie puede impedirle poner forzosamente en circulación un número tan crecido de los mismos cuando quiera imprimir sobre ellos en denominaciones monetarias deseadas, como 1 libra esterlina, 5 libras esterlinas, 20 libras esterlinas. […] Sin embargo, este poder del estado es mera apariencia. Podrá lanzar a la circulación la cantidad de billetes de papel que quiera con la denominación monetaria que desee, pero con este acto mecánico cesa su control. Una vez que la circulación se adueña de él, el signo de valor o papel moneda sucumbe a sus leyes inmanentes. […] En la misma medida en que se hubiese incrementado la suma global de los signos de valor, se hubiese reducido la cantidad de oro que representa cada uno de ellos. El alza de los precios solo sería la reacción del proceso de la circulación, el cual equipara por la fuerza los signos de valor a la cantidad de oro en cuyo lugar pretenden circular» (pág. 108-109)

—Contradicción entre medida de valor y medio de circulación, entre lo ideal y lo material:

     «Las mercancías se enfrentan ahora como existencias dobles: realmente, como valores de uso, e idealmente  como valores de cambio» (pág. 54)

     «La dificultad para la comprensión de esta relación surge del hecho de que el dinero, en sus dos funciones ?como medida de los valores y como medio de la circulación?, se halla sometido a leyes no solo inversa sino aparentemente contradictorias a la antítesis de ambas funciones. Para su función en cuanto medida de los valores, en la cual el dinero solo sirve como dinero de cuenta y el oro solo como oro ideal, todo depende del material natural. Desde luego que, evaluados en plata o como precios en plata, los valores de cambio se presentan de una manera totalmente diferente que valuados en oro o como precios en oro. Inversamente, en su función en cuanto medio de circulación, en la cual el dinero no es solo imaginario sino que debe existir como cosa real junto a las otras mercancías, su material se torna indiferente, mientras que todo depende de su cantidad. Para la unidad de medida resulta decisivo si se trata de una libra de oro, de plata o de cobre; mientras que su mero número convierte la moneda en la correspondiente realización de cada una de estas unidades de medida, cualquiera que sea su propio material» (pág. 110)

—Fetichismo del dinero:

«Cada mercancía comienza la segunda mitad de su circulación no como la misma mercancía, sino como otra, como oro. El movimiento de la mercancía metamorfoseada es, pues, el movimiento del oro. […] Puesto que la metamorfosis de las mercancías aparece como un mero cambio de posición del dinero, y que la continuidad del movimiento circulatorio depende por completo del dinero ?ya que la mercancía siempre da un solo paso en sentido contrario al del dinero, mientras que este da el segundo paso para la mercancía y es quien da término a las iniciativas de esta?, entonces todo el movimiento parece partir del dinero, pese a que, en la venta, la mercancía saca al dinero de su posición, es decir que el dinero también circula, de la misma manera en que hacer circular a la mercancía en la compra» (pág. 86-87)

     «Así como los poseedores de mercancías representaban los productos de sus trabajos privados como productos el trabajo social, al convertir a un objeto, el oro, en existencia inmediata del tiempo universal de trabajo, transformándolo por ello en dinero, así los enfrenta ahora su propio movimiento universal, en virtud del cual intermedian el intercambio de materiales de sus trabajos, en la forma de un movimiento peculiar de una cosa, la de la circulación del oro. Para los poseedores de mercancías el propio movimiento social es, por una parte, una necesidad exterior, y por la otra meramente un proceso formal de mediación que permite a todo individuo extraer de la circulación, a cambio del valor de uso que lanza a la misma, otros valores de uso de la misma magnitud de valor. El valor de uso de la mercancía comienza con su salida de la circulación, mientras que el valor de uso del dinero, en cuanto medio de circulación, lo constituye su propia circulación. El movimiento de la mercancía en la circulación es solo una fase evanescente, mientras que el movimiento incesante dentro del proceso circulatorio se convierte en la función de dinero. Esta función peculiar del dinero dentro de ese proceso confiere al dinero, en cuanto medio de circulación, una nueva determinación formal» (pág. 88)

El dinero «es una cristalización del valor de cambio de las mercancías, que las mismas forman en el propio proceso de intercambio. Por ello, mientras que las mercancías, dentro del proceso del intercambio se convierten envalores de uso recíprocos al despojarse de toda determinación formal y relacionarse entre sí y en su forma material inmediata, a fin de aparecer recíprocamente como valores de cambio deberán adoptar una nueva determinación formal, proseguir hacia la formación del dinero. El dinero no es un símbolo, así como no lo es la existencia de un valor de uso en cuanto mercancía. El hecho de que una relación social de producción se presente como un objeto existente fuera de los individuos, y el de que las relaciones determinadas que los individuos entablan en el proceso de producción de su vida social se presenten como atributos específicos de un objeto, esta reversión y esta mistificación, que no es imaginaria, sino prosaicamente real, caracteriza todas las formas sociales del trabajo que crea valor de cambio. Solo que en el dinero se manifiesta de una manera más chocante que en la mercancía» (pág. 33)

- Oposición entre dinero y moneda:

«A diferencia de la moneda, el dinero, resultado del proceso de circulación en la forma M-D-M, constituye el punto de partida del proceso circulatorio en la forma D-M-D, o sea el cambiar dinero por mercancía para volver a cambiar mercancía por dinero» (pág. 111)

Medio de atesoramiento

—Dinero como mercancía absoluta:

«El oro se separó en primera instancia, como dinero, del medio de circulación por el hecho de que la mercancía interrumpió el proceso de su metamorfosis, permaneciendo en su estado de crisálida de oro. Esto ocurre siempre, apenas la venta no se revierte en compra. La autonomización del oro como dinero es, pues, ante todo, una expresión perceptible de la división del proceso de la circulación o de la metamorfosis de la mercancía en dos actos separados, que coexisten en forma equivalente. La propia moneda se convierte en dinero en cuanto se interrumpe su curso. En manos del vendedor, quien la permuta por una mercancía, es dinero, y no moneda; en cuanto abandona sus manos, vuelve a convertirse en moneda» (pág. 114-115)

—Diferencia entre tesoro y moneda suspendida, siendo el primero una reserva de mercancía absoluta, que se ha apartado de la circulación:

«los propios oro y plata sólo se fijan como dinero en tanto no sean medios de circulación. Se convierten en dinero en cuanto no medios de circulación» (pág. 117) y la segunda una parte necesaria del proceso de circulación cuando una suma de moneda ha de ser gastada en partes consecutivas:

«Hemos visto que en la circulación M-D-M, el segundo miembro D-M se fragmenta en una serie de compras que se llevan a cabo no de una sola vez sino sucesivamente en el tiempo, de modo que una porción de D circula como moneda, mientras que la otra reposa como dinero. De hecho, el dinero sólo es aquí moneda suspendida, y las diversas partes componentes de la cantidad de moneda circulante siempre aparecen alternando, ora en una forma, ora en la otra. De ahí que esta primera transmutación del medio de circulación en dinero sólo constituya una fase técnica de la propia circulación dineraria» (pág. 115)

Medio de pago

—Se rompe la relación inmediata entre la compra y la venta, entre la adquisición de la mercancía (compra) y la obtención del dinero a cambio (venta):

«El comprador actúa como representante de dinero futuro al efectuar la compra, mientras que el vendedor efectúa la venta como poseedor de mercancía presente. Por parte del vendedor, la mercancía, en cuanto valor de uso, se enajena realmente, sin que se realice en cuanto precio en forma real; por parte del comprador, el dinero se realiza de manera real en el valor de uso de la mercancía, sin haberse enajenado realmente como valor de cambio. En este caso, el propio comprador representa simbólicamente el dinero, en lugar de hacerlo, como antes, el signo de valor. Pero así como antes el simbolismo general del signo de valor suscitaba la garantía y el curso obligatorio del estado, así ahora simbolismo personal del comprador suscita contratos privados legalmente obligatorios entre los poseedores de mercancías. […] Vendedores y compradores se convierten en acreedores y deudores» (pág. 129-130)

—El dinero como medio de pago reúne las determinaciones previas, como medida de valores y como medio de circulación («medio de compra»), pero también y sobre todo como mercancía absoluta pero dentro ?y no fuera como el tesoro? de la circulación:

«Por lo tanto, en la forma modificada de M-D, en la cual se halla presente mientras que el dinero solo está representado, este último solo funciona, en primera instancia, como medida de los valores. El valor de cambio de la mercancía se evalúa en dinero en cuanto su medida, pero como valor de cambio contractualmente medido el precio existe no solo en la mente del vendedor sino, al mismo tiempo, como medida de la obligación del comprador. En segundo lugar, que aquí el dinero funciona como medio de compra, a pesar de que solo proyecta la sombra de su futura existencia. Pues arrastra a la mercancía cambiándola de lugar, de manos del vendedor a las del comprador. Una vez que se cumple el plazo para el cumplimiento del contrato, el dinero entra en circulación, pues cambia de posición y pasa de manos del antiguo comprador a las del antiguo vendedor. Pero no entra en circulación como medio de circulación o como medio de compra. Funcionaba como tal antes de existir, y se hace presente después de haber cesado de funcionar como tal. Por el contrario, entra en circulación en cuanto único equivalente adecuado por mercancía, como existencia absoluta del valor de cambio, como última palabra del proceso de intercambio, en suma, como dinero, y más exactamente como dinero en la forma determinada de medio de pago general. En esta función de medio de pago, el dinero se presenta como la mercancía absoluta, pero dentro de la propia circulación, y no, como el tesoro, fuera de ella. La diferencia entre medio de compra y medio de pago se torna muy desagradablemente perceptible en periodos de crisis comerciales» (pág. 130-131)

—El medio de pago trastoca el orden cronológico del metabolismo mercantil, atando a sus miembros a perpetuar dicho intercambio, puesto que quien compró sin vender habrá de vender nuevas mercancías para pagar la deuda:

«La primera metamorfosis aparece aquí, pues, en orden cronológico posterior a la segunda. Y de ese modo el dinero, figura de la mercancía en su primera metamorfosis, adquiere una nueva determinación formal. El dinero o el desarrollo autónomo del valor de cambio no es ya forma intermediaria de la circulación de mercancías sino su resultado conclusivo» (pág. 132)

—El medio de pago es expresión plena de D-M-D', es decir, de unas relaciones sociales plenamente capitalistas:

«Por ejemplo, en Inglaterra, el dinero en cuanto moneda se halla desterrado casi exclusivamente a la esfera del comercio minorista entre productores y consumidores, mientras que como medio de pago domina la esfera de las grandes transacciones comerciales. En cuanto medio de pago general, el dinero se convierte en la mercancía general de los contratos, por lo pronto solo dentro de la esfera de la circulación de mercancías. Sin embargo, con su desarrollo en esta función, poco a poco todas las demás formas de pago se resuelven en el pago en dinero. El grado en que el dinero se halla desarrollado como medio de pago exclusivo, demuestra el grado en que el valor de cambio se ha apoderado de la producción en toda su extensión y profundidad. […] La velocidad con la que el dinero circula como medio de pago muestra, pues, que los individuos se ven arrastrados al proceso de la circulación mucho más profundamente de cuanto lo demuestra la velocidad con que circula el dinero en cuanto moneda o medio de compra» (pág. 133-134)

—Contradicción entre su presencia puramente ideal, en la medida en que los diferentes compromisos de pago se saldan mutuamente, y su aparición en la circulación no como medio evanescente en la metamorfosis de mercancías, sino como mercancía absoluta:

«En la medida en que los pagos se compensan como magnitudes positivas y negativas, no se produce intervención alguna de dinero real. Solo se desarrolla aquí en su forma de medida de los valores, por un lado en el precio de la mercancía, y por otro en la magnitud de las obligaciones recíprocas. Por lo tanto, en este caso el valor de cambio no adquiere una existencia independiente fuera de su existencia ideal, ni siquiera la existencia de signo de valor, o sea el dinero se convierte solo en dinero de cuenta ideal. Por consiguiente, la función del dinero como medio de pago implica la contradicción de que, por una parte, en la medida en que se compensan los pagos, solo obra idealmente como medida, mientras que por la otra, en tanto el pago debe efectuarse realmente, entra en la circulación no como medio de circulación evanescente sino como existencia en reposo del equivalente general, como la mercancía absoluta, en una palabra, como dinero. Por ello, cuando se han desarrollado la cadena de los pagos y un sistema artificial de compensación de los mismos, en caso de conmociones que interrumpen violentamente el flujo de los pagos y perturban el mecanismo de su compensación, el dinero se transforma súbitamente de su imagen nebulosa y quimérica como medida de los valores, en dinero contante y sonante o medio de pago. Por consiguiente, en condiciones de producción burguesa desarrollada, en las que el poseedor de mercancías se ha convertido, desde mucho tiempo atrás, en capitalista, conoce a su Adam Smith y sonríe con displicencia cuando oye decir que solo el oro y la plata serían dinero, o que el dinero en general, a diferencia de otras mercancías, sería la mercancía absoluta, el dinero reaparece súbitamente, no como mediador de la circulación, sino como única forma adecuada del valor de cambio, como la única riqueza, exactamente el mismo modo como la concibe el atesorador» (pág. 136)

Dinero mundial

—En el dinero mundial, las determinaciones de medio de compra y medio de pago funcionan a la inversa. El oro y la plata emergen como medio de compra cuando se interrumpe el flujo normal del intercambio mercantil, cuando «el intercambio de materiales es sólo unilateral, y por ende quedan separados la compra y la venta»:

«En la circulación internacional de mercancías, el oro y la plata no aparecen como medios de circulación sino como medios generales de cambio. Pero el medio general de cambio sólo funciona en sus dos formas desarrolladas de medio de compra y medio de pago, cuya relación, no obstante, se invierte en el mercado mundial. […] Cuanto más se desarrolla el intercambio de mercancías entre dos esferas nacionales de la circulación, tanto más se desarrolla la función del dinero mundial como medio de pago para la compensación de los balances internacionales» (pág. 140-141)

«Así como el dinero se desarrolla para convertirse en dinero mundial, así el poseedor de mercancías se desarrolla para convertirse en un cosmopolita. La relación cosmopolita de los hombres entre sí no es, originariamente, otra cosa que su relación en cuanto poseedores de mercancías. De por sí la mercancía está por encima de cualquier barrera religiosa, política, nacional y lingüística. Su lengua general es el precio, y su comunidad es el dinero. Pero con el desarrollo del dinero mundial en contraposición a la moneda nacional se desarrolla el cosmopolitismo del poseedor de mercancías como credo de la razón práctica, en contraposición a los prejuicios tradicionales de orden religioso, nacional, y otros, que inhiben el proceso metabólico de la humanidad» (pág. 143)


[30] «El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio deja de ser la medida del valor de uso», Karl Marx: Grundrisse, ed. Siglo XXI, vol. 2, pág. 228

[31] «El crédito ofrece al capitalista individual, o a quien se considera un capitalista, una disposición absoluta, dentro de ciertos límites, de capital y propiedad ajenas, y por ende de trabajo ajeno», El capital, op. cit., pág. 566. La propiedad ya no es la base del capital, como bien explicó Bordiga. Cf. nota 15


Comunicate