10.JUL.20 | PostaPorteña 2126

Vázquez, el principal responsable de la derrota del Frente Amplio es usted

Por Leonardo Haberkorn

 

En una serie de discursos para la militancia por Zoom ha menospreciado la tarea periodística, pero no admite los propios errores

Leonardo Haberkorn  El Observador 10 julio 2020

Para el expresidente Tabaré Vázquez los medios de comunicación fueron responsables de ocultar los logros de su gobierno y por eso el Frente Amplio perdió las elecciones.

Vázquez lo viene diciendo una y otra vez, de modo más o menos explícito, en una serie de discursos transmitidos vía Zoom hacia sectores de la militancia de su partido, que luego son difundidos por esos mismos medios de comunicación a los que tanto desprecia.

El 11 de junio les dijo a los integrantes del Comité Cuaró que en la última campaña electoral “hubo un relato que acaparó la agenda a través de los grandes medios”. 

Dos semanas más tarde, ante militantes de Cerro Largo, criticó a los medios por no recordar una cita de Larrañaga reclamando la renuncia de Eduardo Bonomi que para ese entonces llevaba casi una década como ministro del Interior. Desde su punto de vista, la actual situación del recién asumido Larrañaga es comparable a la de Bonomi tras una década como ministro. Y los medios estarían encubriendo esa analogía. 

El paroxismo del discurso anti prensa de Vázquez ocurrió el 8 de julio, en otro discurso por Zoom, cuando afirmó que “durante cinco años y más, las uruguayas y los uruguayos escucharon una sola campana de ataque permanente al gobierno nacional. ¿O miento?”.

"Cinco años de ataques constantes, no nos quejamos, calavera no chilla, pero toma nota", agregó. Denunció la poca cobertura que habrían tenido la inauguración de 400 viviendas en Río Negro durante su gobierno: “Esto no ha sido mencionado por los medios de comunicación que buscaban un tema para atacar al gobierno del Frente Amplio”.

Y finalizó señalando que su gira por Zoom, que los medios vienen cubriendo ampliamente, "poco trasciende en los medios de comunicación”.

El tenor de las declaraciones no es nuevo en un gobernante que una y otra vez ha menospreciado la tarea periodística y que en su primera presidencia llegó a divulgar una “lista de medios opositores”.

Sin embargo, apena. Uno espera otra altura de quien acaba de dejar la máxima investidura de la República por segunda vez, un honor que muy pocos han tenido.

Si el expresidente quiere anotar, que anote: el Frente Amplio no perdió las elecciones por la prensa ni por los medios. Tampoco perdió por Sendic ni por los errores que Daniel Martínez pudo haber tenido durante la campaña. La máxima responsabilidad en la derrota del Frente Amplio la tuvo el propio Tabaré Vázquez. 

Es fácil sentarse frente a una computadora y atizar el odio popular contra un chivo expiatorio, en este caso los medios. Más difícil es admitir los propios errores.

Vázquez ganó su segundo mandato con un enorme prestigio personal –conseguido gracias a una muy buena primera presidencia y a su trayectoria previa–y con una mayoría absoluta parlamentaria que le auguraba todas las posibilidades.

Sin embargo, erró el rumbo desde el inicio. Como si no hubieran pasado diez años, recurrió a varios ministros de su primera administración, todos ellos con diez años más a cuestas. Quiso repetir los éxitos de su anterior gobierno, y solo logró una pálida sombra.

Incumplió sus principales promesas electorales.

Había prometido cambiarle “el ADN” a la educación, pero colocó de ministra en esa secretaría clave a María Julia Muñoz, sin credenciales reconocidas en ese rubro. A Fernando Filgueira y a Juan Pedro Mir, que eran los instrumentos del cambio prometido, los echó apenas comenzado su gobierno. No solo no cambió el ADN, no cambió nada. 

Eligió mantener a Bonomi como ministro del Interior, a pesar de que la seguridad pública ya venía siendo un problema importante en el gobierno anterior de Mujica. Tan grave era el problema, que Vázquez –en la campaña para lograr su segundo mandato– tuvo que ponerse frente a una cámara de televisión y decir: 

“Nosotros no hacemos promesas electorales. Cuando nos comprometemos, cumplimos. Y con ese criterio hemos trabajado intensamente en el tema de la seguridad. Un nuevo gobierno progresista puede y debe asumir compromisos concretos en materia de seguridad y, además, cumplirlos (…) Hoy podemos comprometernos a frenar el crecimiento de las rapiñas y en cinco años reducir el número de los hurtos y las rapiñas en un mínimo de 30%. Y vamos a cumplir”. 

Incumplió todo. Las rapiñas no solo no bajaron un 30% como se había comprometido, sino que aumentaron un 40%. Se alcanzó un récord histórico de 414 homicidios en 2018 y pasamos a ser un país más violento que Argentina.

Obcecado y tozudo, Vázquez mantuvo a Bonomi hasta el final, cargándole una pesadísima ancla a la campaña electoral de Martínez.

Incumplió también –y por mucho– la promesa de bajar a 30% la reincidencia de los liberados de las cárceles. 

También prometió no subir los impuestos y los subió. La economía se estancó. El poder de compra del ingreso familiar, después de haber crecido sin pausa desde la llegada del Frente Amplio al poder, cayó en 2018 y 2019. Se perdieron unos 50.000 puestos de trabajo, sin duda una de las claves de la derrota electoral.

Se incumplió la promesa de destinar el 6% del PBI a la educación. 

Con ampulosidad y aspaviento Vázquez creó una comisión ecuménica para encontrar a los desaparecidos, que no tuvo el más mínimo efecto. Fue disuelta en silencio.

Vázquez optó, además, por transcurrir su administración hablando poco, dando muy escasas entrevistas. Fue su elección, no de los medios.

Su gobierno, además, se vio empañado por insólitos casos de falta de trasparencia de los cuales recordaré dos: la compra de un avión presidencial y el caso Gavazzo.

Vázquez se empecinó en adquirir un avión presidencial al que bautizó como “multipropósito”, una compra que fue objetada una y otra vez por el Tribunal de Cuentas porque la licitación estaba direccionada hacia un vendedor en particular. Y para concretar esa obsesión, el Frente Amplio tuvo que remover y cambiar a uno de sus representantes en el Tribunal de Cuentas, porque el hombre se negaba a darle el visto bueno a la bochornosa adquisición.

El otro caso inexplicable: cuando Vázquez homologó el tribunal de Honor a Gavazzo y Silveira, y echó al comandante del Ejército Guido Manini Ríos por sus comentarios por escrito respecto a la justicia, omitió toda mención a las confesiones de Gavazzo y Silveira sobre los crímenes de Roberto Gomensoro y Eduardo Pérez Silveira.

Y no solo eso, sino que nombró como nuevo comandante del Ejército a uno de los generales que había integrado ese tribunal.

Vázquez, además, se equivocó respecto a dos personas clave: Sendic y Luis Lacalle Pou.

Cuando Sendic admitió no ser licenciado, Vázquez pudo pedirle la renuncia o al menos exigirle una disculpa pública. No hizo ni una cosa ni la otra. En lugar de eso le dio un abrazo y dejó que Sendic cayera en una deriva de explicaciones y excusas que cada vez lo fueron hundiendo más a él, al gobierno y a todo el Frente Amplio. Cuando se sumó el uso irregular de la tarjeta corporativa de Ancap, Vázquez dijo que Sendic era víctima del “bullying más fantástico”.

En cuanto a Lacalle Pou, Vázquez fue el principal responsable de que el Frente Amplio nunca se lo tomara en serio, que jamás lo haya considerado un rival de fuste y que cometiera el grave error de menospreciarlo. Los hechos han demostrado la magnitud de la equivocación, la cual nació con Vázquez inventando el mote de Pompita y continuó con el ninguneo al que lo sometió en los cinco años de su presidencia.

Resumiendo. 

Vázquez hizo una primera presidencia muy buena y el Frente Amplio mantuvo el poder el siguiente período. Luego hizo otra presidencia y el Frente Amplio debió entregarle el poder a Pompita.

¿Por qué una vez ganó y otra vez perdió? Piénselo, Vázquez. El periodismo era y es básicamente el mismo.


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