20.JUL.20 | PostaPorteña 2129

CUBA y A. LATINA: UTOPÍA, REALIDAD Y FUTURO

Por SIRIO López Velasco

 

Ante la crítica que se lee en el artículo intitulado “Cuba: final de la utopía” (publicado el 18/07/20 en Posta Porteña, (aquí) podríamos esquivar los temas allí planteados arguyendo que, por más ex jefe guerrillero salvadoreño que haya sido su autor, Joaquín Villalobos, actualmente (y así firma el artículo) ese Sr. es asesor del Gobierno de Colombia para el Proceso de Paz, y que eso bastaría para descalificar el punto de vista tal personaje.

Sirio López Velasco (lopesirio@hotmail.com) 20 julio 2020

Pero desde la Grecia clásica se sabe que tal reacción es lógicamente equivocada, por lo que, en vez de usar ese fácil y erróneo pseudo argumento ad hominem, aquí me propongo empezar a responder (me) tres de las cuestiones centrales planteadas en ese texto.

1. Villalobos critica varios aspectos de la conducta de Fidel. Me referiré aquí a uno  solo. No dudo de que Fidel no tuvo la espartana vida austera que el Che pregonó con el ejemplo, y que esa disonancia entre la holgada vida del Comandante en Jefe y la apretadísima (en verdad pobre y a veces muy pobre vida de la casi totalidad del pueblo cubando en materia de alimentos, transporte público y vivienda), es una mancha en la Cuba revolucionaria  y un mal mensaje a las actuales y futuras generaciones. Porque esa disonancia puede ser una causante de decepción y usura en las convicciones revolucionarias de los cubanos (en especial de muchos jóvenes), lo que expone a la Isla a sufrir el regreso al capitalismo puro y duro, ocurrido en la URSS y demás países del llamado “socialismo real” en Europa (cosa que de hecho augura y desea Villalobos). Entre ambos modelos, los jefes de cualquier Revolución socialista-ecomunitarista presente y futura han de vivir su día a día como el Che y no como Fidel, si quieren ser fieles a sí mismos, y ejemplos para el país.

1.1 Villalobos cuestiona al Che por haberse dejado capturar vivo, contrariando su lema de que “en una Revolución, si es verdadera, se triunfa o se muere”. Si en el momento de su captura el Che tuvo un momento de flaqueza (yo también había oído esa versión de que habría dicho a sus captores “Soy el Che y valgo más vivo que muerto”, en frase relatada por uno de ellos, y eso ya tendría que poner la cita bajo la lupa) a mis ojos eso lo pondría en su estatura de humano que fue; ejemplar en muchos aspectos, pero humano al fin. También es verdad que no se hizo matar en el momento mismo de ser capturado, pero dicen que estaba tan débil cuando fue capturado (oí en un documental que pesaría unos 50 kilos) que hasta eso pudo haberle resultado imposible, pues quizá ni tenía la fuerza suficiente como para atacar al soldado más próximo y obligarlo a que le disparara. Y si tenía esa fuerza y no se suicidó de esa manera, también pondría esa flaqueza en la cuenta de las limitaciones humanas que todos tenemos, lo que no le quitaría ningún valor a la prédica teórica y a la praxis realizada por el Che desde su ingreso a la expedición del Granma, hasta su último día de libertad.

2. Que la militancia revolucionaria socialista puede tener malos ribetes religiosos (ácidamente criticados por Villalobos), no tengo la menor duda, pues  yo mismo lo viví en carne propia. Entre esos aspectos malos destaco el endiosamiento del Jefe, el centralismo democrático que se transforma de hecho en centralismo en el que se acata acríticamente todo lo que viene de arriba, y el sectarismo fanático, que son tres rasgos de esa asimilación a lo religioso (ocurrida en nombre del socialismo en toda A. Latina, y, sin duda, en el mundo; basta recordar el holocausto dirigido por Pol Pot en Camboya para certificarse de ese hecho). La solución para ese trágico desaguisado consiste, por un lado, en que lo propios dirigentes eduquen a tod@s y se eduquen en permanencia en una actitud reflexiva, crítica, autocrítica y propositiva, empezando por la vigilancia crítica hacia los Jefes y sus prácticas y propuestas. Y en relación al sectarismo habrá de reaccionarse sabiendo caminar en unidad fraterna incluso con quienes están al menos parcialmente contra el capitalismo, y se disponen a acompañar al luchador o luchadora por el socialismo ecomunitarista por lo menos durante un trecho.

3. La parte económica del texto que criticamos es sin duda de trascendencia fundamental (máxime viendo lo que ocurre hoy en China y en Vietnam, que Villalobos contrapone a lo que se observa en Cuba). Analizar las opciones económicas asumidas en Cuba es importante, no sólo por lo que dice Villalobos, sino también porque palabras muy similares a las suyas  se escuchan desde hace una década en la Isla en boca de personas que se dicen revolucionarias, y que a veces ocupan cargos directivos. Ya el 1 de enero de 2013 recibí por email el texto “Visiones sobre el socialismo que guían los cambios actuales en Cuba”, de Camila Piñeiro (hija del Comandante Piñeiro y que trabaja en Cuba, como investigadora y docente) en el que consta que en el debate sobre los Nuevos  Lineamientos Económicos adoptados en Cuba (ahora reafirmados en la Nueva Constitución aprobada en 2019) se podían divisar en la Isla tres corrientes de opinión: a) la de los estatistas (que en suma pretendían que todo quedara como estaba, siguiendo el modelo en gran medida copiado  del ejemplo soviético), b) la de los autogestionarios, partidarios del cooperativismo y del “socialismo del siglo XXI”, fuertemente marcada por la Venezuela de Chávez (y a la que adhería entonces Piñeiro, aclarando que era una corriente muy minoritaria), y, c) la de los economicistas. Así describía Piñeiro esta última (las citas completas están en mi texto “Los Lineamientos de Cuba a la luz de la crítica del Che a la Economía de la URSS”, publicado como anexo al libro editado junto a mi esposa en 2014, “Confieso que sigo soñando”): “Según los economicistas, la privatización y mercantilización son esenciales e imprescindibles para el desarrollo económico de cualquier sociedad, socialista o no; mientras que para los estatistas las empresas privadas y las relaciones de mercado son males riesgosos pero necesarios, que pueden ser domesticados por el Estado, y para los autogestionarios estos pueden ser superados gradualmente con la expansión de organizaciones alternativas que fusionen objetivos económicos y sociales. Los economicistas identifican las principales causas del bajo rendimiento de la economía cubana en la centralización, el monopolio estatal del comercio y la producción de bienes y servicios, las restricciones blandas de presupuesto y la ausencia de incentivos materiales resultantes de la iniciativa privada y las relaciones de mercado”.

No otra  cosa dice Villalobos en su texto. Y palabras muy similares a las suyas escuché ahora en julio de 2020 de un Ingeniero y docente universitario cubano, ya jubilado pero que sigue activo en Cuba, y que se autodefine como revolucionario convicto.   En síntesis (y reaccionando contra mi defensa del Sistema Presupuestario de Financiamiento defendido por el Che, en mi reciente brevísimo texto de julio de 2020,  “Bases del Sistema del Che contra la pandemia y la pobreza: breve aproximación ecomunitarista”, publicado en  https://www.aporrea.org/internacionales/a292349.html y también en https://rebelion.org/bases-del-sistema-del-che-contra-la-pandemia-y-la-pobreza/) mi interlocutor a través de emails (en los que reconocía que aún había algunos defensores en Cuba de aquellas ideas del Che) me decía que el socialismo se hundió en la URSS porque fue un freno para las fuerzas productivas, y que para desarrollarlas en Cuba y satisfacer las necesidades básicas de su pueblo (como en China, donde, decía él, las masas habían dejado atrás las hambrunas del maoísmo), había que promover una “combinación de capitalismo y socialismo, pues el primero sabe generar las riquezas, mientras que el segundo sabe distribuirlas”

Algo similar dice Villalobos al destacar que los Gobiernos “progresistas” caen cuando no hay nada más para distribuir, pues no saben generar riqueza (lo que sería habilidad exclusiva de los empresarios capitalistas).  Yo mismo he señalado en textos escritos en las tres últimas décadas que Cuba debería (al tiempo en que celebra sus impresionantes conquistas en los campos de la educación y la salud) encarar una seria autocrítica (en especial y sobre todo de los dirigentes)  acerca de evidentes errores propios que fueron y son fuente de  los aprietos alimenticios y de transporte y vivienda padecidos en la Isla por las grandes mayorías, en vez de achacarle todas esas deficiencias a los efectos del feroz bloqueo. Creo que, infelizmente, hasta ahora esa autocrítica de los dirigentes no ha ido a fondo, y menos se han solucionado aquellos problemas.  Recientemente reeditamos con pocas variantes una reseña del año pasado acerca de varias peripecias de la economía de la Cuba revolucionaria hasta 2019, que incluyen esos aprietos (ver “Las ideas del Che y breve resumen de la historia económica de la Cuba revolucionaria”, Red Latina sin Fronteras, Barcelona, España, https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/07/06/cuba-la-ideas-economicas-del-che/)

Al mismo tiempo respondí a mi interlocutor que, teniendo en cuenta la enorme productividad alcanzada por el capitalismo y su alto impacto contra la salud de los humanos y de la naturaleza no humana, hoy, al tiempo en que defendemos la satisfacción de las necesidades básicas de todos, no podemos seguir viendo al socialismo como la liberación de las fuerzas productivas reprimidas en el capitalismo, sino (usando una imagen atribuida a Walter Benjamin) como el freno que evite que el enloquecido tren capitalista descarrille y mate a buena parte de la Humanidad y del planeta.   

Ahora, si Villalobos cita la supuesta “revolución costarricense” de Figueres (que habría sido despreciada por la izquierda latinoamericana, como alternativa mejor que la cubana para la satisfacción de las necesidades populares), yo podría señalarle que 30 años antes de la misma, ya en las primeras dos décadas del siglo XX, Uruguay  hizo una exitosa experiencia de la socialdemocracia loada por Villalobos en los países nórdicos. Al impulso de un Presidente (José Batlle y Ordoñez) que trajo de su estadía europea lo mejor que había visto en el área social, el Uruguay, entre otras cosas,  estableció ya en aquel período la jornada de ocho horas, reconoció los derechos sindicales y jubilatorios, y dio un fuerte impulso a la escuela pública (que ya era obligatoria, laica y gratuita desde 1876), y le dio el derecho al divorcio por su sola voluntad a la mujer (que también conquistó poco después el derecho de voto). Y para completar (apartándose del sectarismo y fanatismo religioso criticado por Villalobos), Batlle fue tan ateo que en su influyente diario “El Día” escribía la palabra “dios”  con minúscula. Los ecos de esas políticas (que, repetimos, se adelantaron a las experiencias costarricense y escandinavas, citadas por Villalobos) permitieron, por ejemplo, que en la década de los 50, una tía materna mía, obrera textil jubilada tempranamente por enfermedad, y su esposo, chofer de un camión recolector de basura de la Intendencia de Montevideo, criaran con cierta holgura a dos hijos (que no fueron más allá de la Enseñanza Secundaria porque no quisieron), construyeran una muy buena casa, y comieran muy bien todos los días, y como reyes todos los fines de semana. Pero, y aquí está el gran “pero” al visionario Batlle (y a  Villalobos, los economicistas cubanos y a mi interlocutor Ingeniero-docente): todas esas reformas se hicieron al interior del capitalismo y de sus crisis cíclicas, dejando intacto al latifundio y el poder de la oligarquía financiera-industrial, y transcurrieron dentro de la dependencia hacia un Imperio (después de Batlle Uruguay cambió  el inglés por el yanqui). Así, cuando tras la Guerra de Corea surgieron en el mundo fuertes competidores para la carne y la lana y el cuero que sostenían a base de exportaciones a la economía uruguaya, la hasta ese entonces llamada “Suiza de América” hizo más agua que el Titanic. A fines de los 60 se recortaron muchas políticas sociales, aumentó la pobreza y la resistencia popular (que incluyó la expresión armada del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros) a la represión desatada, y, para culminar, la oligarquía uruguaya y el Imperio, para mantener su poder,  no tuvieron el mínimo empacho en practicar un durísimo Golpe de Estado que empezó  a operar a fines de los 60 y se institucionalizó desde junio de 1973 hasta 1985. Hoy, 35 años después del supuesto fin de aquel Golpe y tras tres Gobiernos sucesivos del “progresismo” del Frente Amplio (desalojado de la Presidencia a fines de 2019 por la derecha tradicional), no se ha recuperado el salario real anterior al Golpe, se calcula que casi la mitad de las tierras pasaron a manos extranjeras (en especial de multinacionales que arrasan la salud humana y no humana a base de monocultivos con uso de agrotóxicos y transgénicos, y que, junto al latifundio tradicional, corren a la población del campo, a tal punto de que hoy tan sólo unas 150 mil personas viven allí),  el 1 % más rico tiene entre un cuarto y un tercio de la riqueza mientras que el 50% más pobre tiene sólo un 5 % de la misma, el 1 % más rico tiene ingresos de al menos 15 mil dólares mensuales (provenientes en un 40%, en ese sector, del capital)  mientras que el promedio de ingreso de la población adulta del país no pasa de 450 dólares (cuando una Canasta Familiar cuesta cuatro veces más que eso), los asentamientos irregulares (similares a las “favelas” brasileñas) aumentaron hasta un total de unos setecientos en todo el país (en especial en Montevideo), en julio de 2020 hay unos 200 mil desempleados (en una población total de tan sólo tres millones y medio de habitantes), y en el último año ha habido casi dos suicidios masculinos por día (sin contar otras tragedias, como el frecuente asesinato o maltrato de mujeres).

A la luz de todo lo dicho afirmamos que la citada y supuesta “combinación de capitalismo y socialismo” la conoció Uruguay antes que nadie en A. Latina, y que, como dependiendo de la iniciativa de los empresarios capitalistas, tan loada por Villalobos,  no fue más allá del capitalismo y de la dependencia imperialista, estamos donde estamos.  Por eso, en óptica ecomunitarista defendemos, también para Uruguay, que hay que ir más allá de José Batlle y del “progresismo” del Frente Amplio, adoptando el proyecto de liberación nacional anti-imperialista de Raúl Sendic Antonaccio y del Che, y las ideas fundamentales del Sistema Presupuestario de Financiamiento (SPF) guevariano. Si alguien dice que estamos proponiendo lo que fracasó en Cuba y llevó a la mayoría de su pueblo a las penurias alimenticias, de transporte y vivienda que sufre hasta ahora, respondo que el SPF, en primer lugar, nunca fue el único vigente en la economía cubana, y, en segundo lugar, que muy pronto fue allí abandonado.  En efecto, cundo el Che lo propuso y empezó a aplicarlo, el SPF convivía con el Cálculo Económico copiado del modelo soviético, impulsado en Cuba por Carlos Rafael Rodríguez. Luego, ya en 1965, cuando el Che parte hacia el Congo, se desarticuló el sistema de fajas salariales del SPF. Y finalmente, ya en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba realizado en 1975, año en el que Cuba ingresa al CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica, dirigido por la URSS y que nucleaba a los países europeos que se auto intitulaban socialistas),  el SPF fue explícitamente abandonado en  provecho del Cálculo Económico aplicado en la URSS (y que el Che había criticado explícita y ampliamente en su “Crítica al Manual de  Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS”, redactada en Europa, poco antes de volver a Cuba para partir hacia Bolivia, pero que salió a luz sólo en 2006). Así se lee en la parte de “Fundamentos Generales” de la Política Económica adoptada por aquel Congreso, lo que sigue:“El Sistema de Dirección de la Economía debe fundamentarse en las leyes económicas objetivas que actúan en la etapa de construcción del socialismo, y, dentro de éstas, tener en cuenta la vigencia de la ley del valor y de las relaciones monetario-mercantiles que existen, con un nuevo contenido como una necesidad histórica en este período y en la fase socialista de la sociedad comunista. La generalización de las relaciones monetario-mercantiles -que abarcan también los vínculos entre las empresas estatales-  implica el funcionamiento adecuado de las finanzas y de categorías como el presupuesto, el crédito, el precio, el costo, la ganancia, etc. y exigen que también las actividades financiadas por el presupuesto estatal establezcan relaciones de compra-venta con sus abastecedores y realicen los controles contables y estadísticos correspondientes. El Sistema de Dirección de la Economía que corresponde implementar en nuestro país, acorde con los fundamentos enumerados y con la amplia experiencia acumulada por los demás países socialistas en el curso de varias décadas, descansa en el sistema de cálculo económico aplicado con espíritu creador a nuestras condiciones concretas. El plan de la economía nacional tendrá carácter de ley”

Las ideas centrales de esa opción se reafirman y amplían en la nueva Constitución aprobada en 2019. Así, por ejemplo, en su artículo 22 se reconoce la propiedad empresarial privada que es “la que se ejerce sobre determinados medios de producción  por personas naturales o jurídicas cubanas o extranjeras; con un papel complementario en la economía”. El art. 26 dispone sobrela responsabilidad patrimonial y de gestión de las empresas estatales: “El Estado crea y organiza entidades empresariales estatales con el objetivo de desarrollar actividades económicas de producción y prestación de servicios. Estas entidades responden de las obligaciones contraídas con su patrimonio, en correspondencia con los límites que determine la ley. El Estado no responde de las obligaciones contraídas por las entidades empresariales estatales y estas tampoco responden de las de aquel. Y si el art. 27 dice: “La empresa estatal socialista es el sujeto principal de la economía nacional”, prosigue, contrariando al SPF guevariano y siguiendo al Cálculo Económico, estableciendo que la misma “dispone de autonomía en su administración y gestión...”

Por mi parte respeto plenamente el derecho que asiste al pueblo cubano de adoptar las decisiones que crea mejores (esperando que sus dirigentes promuevan y respeten esa decisión popular). Al generoso pueblo cubano que nos acogió solidariamente en los años 70, salvándonos la vida, le deseamos lo mejor, sea cual sea el camino que decida seguir.

Y al mismo tiempo espero que mi pequeño Uruguay natal pueda ensayar más temprano que tarde el SPF guevariano, abandonado tempranamente en Cuba. En el breve artículo, ya citado, “Bases del Sistema del Che contra la pandemia y la pobreza: breve aproximación ecomunitarista”, resumí como sigue las ideas centrales de aquel Sistema.

Se postula una economía sin patrones cuya columna vertebral sea el Plan de Producción y Distribución (que hoy debe ser también de Reducción de insumos y residuos y de Reutilización y Reciclaje de estos últimos, y el uso tendencialmente exclusivo de energías limpias y renovables, abandonando las sucias y no renovables). Como el Che postulamos como base de la formación del Ser Humano Nuevo el trabajo consciente guiado por el interés comunitario orientado hacia el ecomunitarismo, en el que se prioriza el estímulo moral y en el que el estímulo material se acepta sólo cuando el beneficio individual se encuadra en un beneficio para la comunidad nacional (la “gran comunidad”, como decía el Che, que abarca y a la que se subordina la pequeña comunidad de cada empresa) y resulta de una cualificación mayor a la poseída anteriormente por el trabajador. Articulada por el  Plan, vemos como el Che a toda la economía del país como una sola gran empresa administrada por el Estado (con control popular, aunque creemos que éste y la participación popular deberían ser mayores a los previstos por el Che) en la que los intercambios entre las partes no tienen carácter mercantil y pueden desviarse de la ley del valor, siempre que el déficit en una parte sea equilibrado con el superávit en otra; y en ese contexto las personas, siempre empleadas (o sea, abolido para siempre el desempleo) pueden circular al sabor de sus sucesivas cualificaciones y de las necesidades de la comunidad  nacional, para ganar ingresos distribuidos en pocas fajas salariales (mientras se camina hacia la desaparición del salario y del dinero) que en su totalidad deben caber dentro de lo posible para el país. La única fuente de financiamiento de cada empresa sería el Presupuesto nacional, y el Banco Nacional no daría créditos con intereses, limitando su función a un simple registro del debe y haber de cada empresa y de los  intercambios no mercantiles entre empresas y sectores de la economía. La deuda externa, la inversión extranjera y las importaciones deberán ser las menores posibles, pues le quitan independencia al país. Al mismo tiempo, la soberanía alimentaria (en base a la agricultura orgánica) habrá de ser conquistada lo más rápidamente que se pueda. (Esa es una prioridad que el Gobierno cubano acaba de asumir en el primer trimestre de 2020). En materia de exportaciones, indispensables para mantener el equilibrio en la balanza comercial (mientras haya importaciones), cada uno de los países latinoamericanos deberá superar la mera venta de materias primas, y elegir un par de rubros de punta (como lo son el de la biotecnología y el de la medicina en Cuba) donde puedan lograr una posición de relevancia mundial, pues es ilusorio soñar con que podrán competir con los países capitalistas centrales (y hoy con China) en los campos donde los mismos son dominadores absolutos (como, por ejemplo, en la industria pesada y en la fabricación de vehículos terrestres, acuáticos y aéreos). Y paralelamente deberán tratar de desarrollar tecnologías propias en las áreas clave de las energías limpias y renovables, el manejo ecológico-sustentable de todas las actividades, la informática, la robótica y las telecomunicaciones, sustituyendo lo antes posible las importaciones en esos rubros. En el área energética, si el Che tuvo ya en 1963 en el discurso que pronunció en el Foro de Energía Eléctrica realizado en Cuba, la clarividencia de percibir el papel que las computadoras desempeñaban en el sistema eléctrico de los países capitalistas centrales, creo modestamente que se equivocó al apostar a las plantas termoeléctricas, que ponían la base de la matriz energética cubana bajo dependencia foránea, en especial respecto de   la URSS. Esa opción se mantuvo después tras el felizmente fracasado intento de construir una central nuclear con apoyo soviético (y digo “felizmente” pues Cuba podría haber sufrido un Chernóbil y porque hasta ahora, aún sin explosión, no se logró resolver la cuestión del tratamiento de los residuos de tales centrales). Al inicio del siglo XXI el lugar de la URSS como proveedora del petróleo que sustentaba la base de la matriz energética cubana, lo ocupó la Venezuela de Chávez, pues Fidel se había opuesto a los biocombustibles; e infelizmente lo hizo cuando Cuba tiene caña de azúcar de sobra para producir el etanol que desde hace décadas mueve en Brasil a buena parte de los vehículos, sin olvidar que en la Isla siempre ha habido abundantes  vientos y sol, como para desarrollar una sólida red energética de base eólica y solar.    

Dicho todo eso, claro que sabemos, instruidos por la experiencia heroica de Cuba, que el Imperio reaccionará brutalmente contra cualquier país que adopte el SPF y las otras medidas que aquí hemos acabado de resumir. Y también que, si se los adopta en Uruguay u otro país de A. Latina,  se cometerán muchos errores propios que deberán ser corregidos lo más rápidamente posible y sobre la marcha, para lograr darles a las grandes mayorías una sobria pero digna vida, signada por la frugalidad ecológico-ecomunitarista voluntaria (exigida por la tercera norma fundamental de la Ética)

Y sabemos, finalmente,  que los aprietos en la satisfacción de las necesidades básicas de todos los humanos sólo cesarán definitivamente cuando la Humanidad entera (ojalá que impulsada por la conformación de una Patria Grande latinoamericana), adoptando el Ecomunitarismo, decida ser una gran familia de pueblos que se ayudan e intercambian solidariamente sin seguir la ley del valor, y haya sido abolido el salario y el dinero, haciendo realidad el principio que reza “de cada uno según sus capacidades y a cada uno según sus necesidades, respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad”


Comunicate