21.JUL.20 | PostaPorteña 2129

Compañeros de escuela en la guerra y la tortura

Por Leonardo Haberkorn

 

El caso del asesinato del tupamaro Nelson Simón Berreta oculta otras historias que retratan una época violenta y oscura

Leonardo Haberkorn El Observador 18 julio 2020

Al tupamaro Nelson Simón Berreta lo mató el Ejército hace casi medio siglo. Fue en 1972, pero un reciente fallo judicial volvió a colocar su caso en los primeros planos de la opinión pública.
Berreta, que usó el alias de Fructuoso en el MLN, tenía 30 años cuando lo mataron. Había sido empleado bancario en Juan Lacaze. El Ejército lo había apresado unas horas antes.

Tras ser interrogado, seguramente bajo tortura, Berreta fue sacado del cuartel de Artillería 1 para reconocer dos locales del MLN. Lo subieron en una camioneta. Berreta iba custodiado por media docena de soldados. Al mando iba el teniente Sergio Velazco, hoy fallecido.

En un momento, al bajar a reconocer un local, Berreta corrió, huyendo de sus captores con las manos esposadas en la espalda. Fue abatido por una bala de una subametralladora Thompson.
Por este homicidio, la jueza Silvia Urioste procesó con prisión a uno de los soldados que integraba aquella misión, Leonardo Vidal, hoy jubilado.

El fallo de la jueza, que provocó la preocupación del ministro de Defensa Javier García y –según dijo- también la del presidente Luis Lacalle Pou-, se basó en la actuación que tuvo en 1973 la justicia militar. 

Allí se dice que el comenzar a correr, el teniente Velazco dio la voz de alto. Como Berreta no se detuvo, el oficial tiró dos tiros al aire. Como Berreta siguió corriendo, Velazco ordenó que se disparara. El soldado Vidal, en las actas de la justicia militar, acepta haber hecho la ráfaga mortal.

“Ahora o nunca”

La ficha de Berreta de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente sostiene sobre las circunstancias que terminaron en su muerte:

“Posterior a su detención y durante el interrogatorio, Berreta intenta burlar a sus captores y ofrece colaborar, buscando una oportunidad para darse a la fuga”.

La explicación es romántica e idealiza la situación, como ocurre con tantas cosas relacionadas con el MLN: según esta publicación oficial, Berreta habría caído en un último y desesperado intento por burlar a los militares. No hay fuentes señaladas para esa afirmación.

¿Pensó Berreta que podía tener éxito en un intento de fuga con las manos esposadas a su espalda? Sus captores estaban a su lado, eran muchos, estaban armados y tenían un vehículo para perseguirlo. Los que conocieron a Berreta no creen que haya querido engañar a sus captores. Discrepan con la versión oficial.    

Hay muchos detalles que se han omitido en las crónicas publicadas a propósito del caso. Uno de ellos es que Berreta y Velazco eran viejos conocidos.

Armando Miraldi, profesor de historia que integró el MLN, fue compañero de Berreta y estaba preso en Artillería 1 cuando lo mataron, ha dejado constancia de que los dos antagonistas de esta historia habían sido compañeros de escuela y se reconocieron en el cuartel.

Miraldi escribió un relato sobre este episodio –dedicado a Berreta– que resultó ganador en un concurso de cuentos organizado por el café Sorocabana.

Un pasaje de la narración cuenta cómo habría sido el momento en que Berreta es conducido por el teniente Velazco y sus hombres a reconocer los locales del MLN:

“Escuela. Banco. Compañero. ¿Se habrían enamorado de la misma maestra? ¿Habrían corrido tras la misma pelota? Salieron en dos camionetas.

– ¿Para qué carajo te metiste en esto?

Solo los ojos negros, profundos, mansos, dan con su brillo una respuesta.

–Vos en la escuela nunca fuiste un tipo raro. Ahora estás aquí… tiene vueltas la vida.

Las pupilas parecen perdidas en esas vueltas. Solo parecen.

Cuando se alejaron del cuartel le sacó la capucha. Quería ver de frente a su antiguo compañero de escuela.

– ¿En qué pensás? ¿Estás arrepentido?

Piensa. Tiene que ser ahora o nunca”.

En la composición de lugar que Miraldi hace en su relato, su amigo decidió que era “ahora o nunca”, que jamás tendría una oportunidad igual: la de ser custodiado por un amigo de la infancia. Con la benevolencia de su viejo compañero de escuela, podría ensayar una huida.

La intentó, pero su compañero no tuvo piedad: disparó u ordenó disparar de todos modos, a pesar de que Berreta corría esposado y no podría llegar muy lejos.

Y qué querés”

Otro que ha declarado que el teniente Velazco y Simón Berreta se conocían es el contador Carlos Koncke, quien también estaba preso en Artillería 1. Tras un fugaz pasaje por el MLN se había alejado de la organización. Sin embargo, cuando en 1972 la guerrilla fue derrotada y los militantes comenzaron a caer por cientos, alguien lo “cantó” y fue capturado por el Ejército.

Aunque parezca mentira, el teniente me contó a mí qué había matado a Berreta. Eran esas conversaciones increíbles que se daban en el cuartel entre oficiales y presos. Es difícil de explicar, los que no estuvieron nunca metidos en algo así no lo pueden imaginar. Hablamos y yo le pregunté por qué lo había matado. ‘¿Y qué querés?- me dijo-. ¿Qué se escapara y yo terminara en cana?’. Había sido su compañero de escuela. No lo odiaba. Solo había hecho lo que tenía que hacer en un caso así.  Yo le pregunté: ¿y si yo me trato de escapar vas a tirar también? Por supuesto, me dijo”.

“Tenía miedo”

Miraldi, según escribió en su cuento, cree que Berreta pensó que su compañero de escuela, el teniente Velazco, lo dejaría escapar.

En cambio, Luis Nieto, integrante junto con Berreta del comando de la columna del Interior del MLN y también su amigo, está convencido de que lo que pasó fue otra cosa. Tenía un trato muy cercano con Fructuoso y conocía sus temores y angustias.

“Sabía mucho de la organización y tenía miedo de no aguantar en la tortura. Entonces se hizo matar por los milicos”, relató en el libro “Historias Tupamaras”.

Según Nieto, Berreta corrió para que su antiguo compañero de escuela lo matara.

Nieto fundamentó más profundamente esta versión de lo que ocurrió con Berreta en un artículo que publicó en el semanario Voces el 18 de junio con el título de “Réquiem por Fructuoso” (ver aquí )

“Él era consciente que sabía mucho. Por ejemplo, a quién le entregaba las libras esterlinas para cambiarlas por dólares o pesos. Conocía y trataba con varios de los policías y militares que colaboraban con el MLN. Era el encargado de coordinar los traslados de tupamaros clandestinos al interior por medio de un parlamentario que sólo ponía una condición: que no fuesen armados. Cuando cae preso todo eso estaba dentro de su cabeza, no había forma de borrarlo, salvo por medio de la muerte. Lo torturaron y se inventó un par de domicilios que, supuestamente, actuaban como locales clandestinos del MLN. (…) Fructuoso sabía que la única forma de no decir nada era muriendo. Fue su decisión, estando esposado no podía sacarle mucha ventaja a una patrulla de seis, integrada por dos tenientes, dos cabos y dos soldados, todos armados”

Es más romántico escribir que Berreta quiso burlar a sus captores. Decir que prefirió hacerse matar es más duro. Dice mucho sobre el horror de la tortura, pero también habla de una forma de militancia clandestina en la que, inevitablemente, se terminaba por comprometer a otra gente. Desde San José, donde vive, Nieto narró que tan importantes eran los secretos que a su amigo le atormentaban llegar a cantar en los crueles interrogatorios militares. “Quien cambiaba las libras esterlinas robadas por el MLN a los Mailhos era ni más ni menos que el Toba Gutiérrez Ruiz, el presidente de la Cámara de Representantes. Fue uno de sus hijos, hoy fallecido, quién lo contó. Fructuoso estaba al tanto de todo”. 

También el escritor Carlos Liscano, exintegrante del MLN y también prisionero en Artillería 1 cuando mataron a Berreta, sostuvo la misma idea. En una crítica a “Milicos y tupas” escribió: “Fructuoso quería que lo mataran. Velazco, su compañero de escuela, le hizo el favor”.

“Pasó muy mal”

Aunque no figura en la lista de tupamaros famosos, Nelson Simón Berreta integró la dirección del MLN. 

“Había pertenecido a la Dirección del MLN (…) Estuvo vinculado a muchas de las acciones armadas que llevó adelante el MLN, como el secuestro de Mitrione, el asalto al cuartel de la Marina, el copamiento de la ciudad de Pando. Tenía un conocimiento muy directo de todo lo que se hizo antes y después de agosto de 1970”, escribió Nieto en el semanario Voces. 

Sin embargo, cuando cayó preso, Berreta ya no formaba parte de esa dirección.

En el libro “Memorias de insurgencia”, la historiadora e exintegrante del MLN Clara Aldrighi dice que Berreta “renunció” a la dirección. 

En realidad, fue echado. Degradado.

En la ficha de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente se citan documentos militares que sostienen fue excluido de la dirección “por no cumplir órdenes de acciones en el interior” No se dan más detalles respecto a cuáles eran esas órdenes.

Los que lo conocieron informan que el Fructuoso fue degradado por divergencias importantes respecto a asuntos del MLN de los que no suele hablarse mucho.
Nieto, en el semanario Voces, relata que Berreta se opuso al Plan Cacao y eso le valió ser excluido de la dirección nacional y enviado a un simple grupo de acción en la base de la organización.

El Cacao fue un plan para poner bombas en lugares de esparcimiento de “la burguesía”: restaurantes, clubes, boîtes. Incluyó el atentado con una bomba del bowling de Carrasco que provocó la muerte de los dos militantes que realizaron la acción, Carlos López y Roberto Rhon, y le causó heridas que la postraron de por vida a Hilaria Quirino, limpiadora del local.

“A Fructuoso lo presionaron mucho para que hiciera acciones de este tipo en el interior”, recuerda Nieto. “Fue una presión muy gruesa, pero él no ordenó ninguna. Pasó muy mal ese período. Y le costó que lo sacaran de la dirección”.

En “Milicos y tupas”, el profesor Miraldi cuenta que Berreta también se rebeló ante el asesinato por parte del MLN de Roque Arteche, un preso común que había sido captado por la guerrilla, pero luego fue ejecutado por robar en uno de sus locales.

Tras pasar unos días fugitivo, Arteche regresó y admitió el hurto que había realizado. Los integrantes de su grupo lo entregaron a la dirección de la organización, que les prometió expulsarlo del MLN y sacarlo del país. Sin embargo, pocos días después el cadáver de Arteche apareció en un basural.

Algunos que estaban enterados del caso, como Miraldi y Berreta, se rebelaron ante este crimen, que hasta hoy está impune.

“Que me hayan matado a Fructuoso se lo perdono más a los milicos que a mis propios compañeros, porque yo no puedo olvidarme que a Fructuoso el MLN lo tiró para afuera por el caso Arteche”, declara Miraldi en “Milicos y tupas”.

“Me mostró el telegrama”

Todos los documentos de la justicia militar sobre el caso de la muerte de Berreta dicen que el teniente Velazco ordenó disparar y que la ráfaga mortal la hizo el soldado Vidal.
En el juicio penal que se está sustanciando en estos días, Vidal declaró que el folio de la justicia militar donde él acepta que disparó es falso. Sin embargo, un perito calígrafo analizó su firma y determinó que es verdadera.

Como Velazco murió, el único procesado fue Vidal.

Nieto se pregunta en el semanario Voces si será cierto que el teniente Velazco se limitó a tirar al aire.

Lo cierto es que poco después de la muerte de Berreta, y tras ser declarado inocente por la justicia militar, el teniente Velazco mató a otra persona: el amante de su esposa. 
Todo el mundo en el cuartel sabía que Velazco tenía problemas con el alcohol y que su mujer lo engañaba: lo conocían los otros oficiales, la tropa y también los tupamaros presos.  

Agosto declara en “Milicos y tupas” en referencia a Velazco: “Era guapo ese gurí, pero era alcohólico. Él estaba de guardia ese día. Me había mostrado un perfume que le había comprado a la mujer. Estaba muy rica y todo el mundo sabía que le metía los cuernos. Y fue a la casa y la encontró con el amante, un estudiante universitario. Entonces lo llevó al muchacho a tomar una copa a un boliche, y el tipo ahí le contó todo: ‘Cuando ella te decía que iba al médico, se iba a encamar conmigo…’, le dijo todo. El loco le dijo, bueno, vamos de vuelta para casa, y cuando estaban cruzando la plaza de los Olímpicos, lo mató”.

Según ha manifestado Liscano, el teniente hizo arrodillar al muchacho antes de pegarle un tiro en la cabeza. Tras el asesinato, Velazco se entregó en el cuartel, borracho. 

Según el cuento que escribió Miraldi, el comandante Rubio le pegó una bofetada al llegar (“¡Idiota! ¿Qué hizo?”) y lo encerró en una celda, con televisor pero con la orden de que nadie le diera una gota de alcohol. Los detalles salieron en la prensa. La mujer y el estudiante registraban sus encuentros amorosos en un grabador. El joven, burlándose, le había ofrecido a Velazco si quería escuchar las cintas.

Koncke relata en “Milicos y tupas” que volvió a hablar con Velazco, ahora estando los dos presos.

“Él mismo me lo contó todo. Lo mató y se fue a La Paloma. Me mostró el telegrama que al otro día le mandó el general (Esteban) Cristi, felicitándolo. Decía: “Lo felicito. Sepa defender su honor de oficial como supo defender su honor de hombre”. ¡Increíble! ¡Pero yo lo vi!”

Nota de posta

* "Los mejores del Sorocabana"– 1986 – Selección de Cuentos, sobre 570 cuentos presentados, este libro, de varios autores, reúne los 16 cuentos premiados (3 premios y 13 menciones)entre ellos el del profesor Armando Miraldi,   por el jurado integrado por Eduardo Galeano, Enrique Estrazulas y Álvaro Barros Lemez Los mismos fueron seleccionados y se destacaron por su diversidad de estilos, temas y calidades. Uno de los dos tupamaros que se menciona en la nota de Leonardo es el profesor de historia Armando Miraldi; fue un cuadro medio del MLN, con responsabilidades en la organización. No se arrepiente de haber sido guerrillero, comol o dice en el libro Milicos y Tupas,  pero lamenta los muchos errores cometidos y las vidas que costaron. Vivió de cerca episodios dolorosos: la muerte de amigos queridos  entre ellos el de Berreta y el asesinato por parte del MLN de Roque Arteche

* Nelson Simón  Berreta Hernández

Transcripción textual de documentos oficiales con información de la víctima.

[El siguiente texto es transcripto a la ficha totalmente en manuscrito] ANTECEDENTES: Cuando Almería, integra el Ejecutivo en representación del Interior. Permanece en el ejecutivo junto a “Leonel” [Mauricio Rosencof] y “Nepo” [Adolfo Wassen] en 1971. Por no cumplir órdenes de acciones en el interior es separado del Ejecutivo, entrando en su lugar “Mauro” ( Donato Marrero) y “Octavio” [Henry Engler]. Luego es encuadrado en un grupo de acción, primero en la Col. 15 y luego pasa al “Collar” con el seudónimo de “YAMANDÚ”

Ministerio de Defensa Nacional. Documentación del Servicio de Información de Defensa. Rollo 584. Rollo 584_1233-1234. En Agrupación documental del Equipo de Investigación Histórica. Secretaria de Derechos Humanos para el Pasado Reciente. Ver ficha antecedentes Ver comunicado N° 327 de fecha 15.07.72 (MUERTO) Declaraciones de “Tino” ( Píriz Budes)

Responsabilidad institucional: Región Militar Nº 1, Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Grupo de Artillería N° 1 “Pantanoso”. • Jefe del Grupo de Artillería N° 1, Teniente Coronel Alfredo A. Rubio; 2do. Jefe de la Unidad, Mayor Enrique A. Rossi. Capitán de Servicio de la Unidad, Capitán Luis M. Agosto. • Participaron del operativo: Teniente 1º Sergio Washington Velazco Villanueva (encargado del operativo); Teniente 2º José Artigas Sosa Goitia; Cabo 2º Walter Álvez; Apt. Clodomiro Martínez, Soldados de 1º Ramón Silva, Leonardo Vidal Antúnez (quien portaba el arma que hirió de muerte a Berreta) y Ángel de los Santos


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