09.AGO.20 | PostaPorteña 2136

Orientales...35 Años Bailando Al Son De Gavazzo

Por Leonardo Haberkorn

 

Símbolo de la dictadura y acusado de muchos de sus peores crímenes, su apellido aparece y reaparece una y otra vez

Leonardo Haberkorn Observador 7/8/20

A mediados de 1985, según escribió el periodista e investigador estadounidense Lawrence Weschler en su libro “A miracle, a univers”, el general Hugo Medina le dijo a Wilson Ferreira que el Ejército aceptaría que algunos de sus oficiales, culpables de graves violaciones a los derechos humanos, fueran juzgados y condenados por sus crímenes. Uno de ellos era Gavazzo.
Según Weschler, Gavazzo se enteró y le hizo saber a Medina que si se intentaba llevar adelante semejante plan, él divulgaría una lista de al menos 300 oficiales también comprometidos en tales violaciones.
De acuerdo con el investigador norteamericano, fue así que Gavazzo abortó la posibilidad de que el Ejército lo abandonara a su suerte.

Pocos meses después de recuperada la democracia, y mientras las denuncias en su contra comenzaban a repetirse en los juzgados, Gavazzo dio una de las pocas entrevistas en prensa que se le conocen. Se publicó en el semanario Búsqueda el 12 de setiembre de 1985 y en ella anunció que jamás se presentaría ante un juez civil.
“Como militar no estoy dispuesto a concurrir ante ningún juez civil para que me juzgue por operaciones militares”, dijo. “Si recibo una citación para presentarme ante un juez civil, me voy a presentar ante el comandante en jefe del Ejército”
El periodista le preguntó si para tomar ese curso de acción se basaba en alguna norma legal.
“No, en ninguna”, respondió.

Dato de la realidad

El 22 de mayo de 1986, Búsqueda publicó la noticia de que el gobierno de Julio María Sanguinetti pretendía juzgar a diez represores acusados de graves violaciones a los derechos humanos, y de ese modo dar por cerrado el tema de los crímenes de la dictadura.
Según se relata en el libro “El revés de la trama” del periodista Álvaro Alfonso, ante ese anuncio Gavazzo se presentó en el comando del Ejército “con uniforme de combate y fuertemente armado” para resistir cualquier intento de ser juzgado.
El 17 de diciembre de 1986, horas antes de que Gavazzo debiera presentarse ante un juez civil para responder en uno de los casos en los que estaba acusado, los senadores del Partido Colorado presentaron un proyecto de ley que ponía fin a todos los procesos contra militares acusados de violar los derechos humanos durante la dictadura. 

El presidente de la Asamblea General y vicepresidente de la República, Enrique Tarigo, dijo que era un dato de la realidad que los militares no se presentarían a declarar en los juicios en su contra. Dos días después, el Partido Nacional presentó el anteproyecto de la ley de Caducidad, finalmente aprobada.

Así fue que se gestó la ley que hoy algunos pretenden reinstaurar.

Con el fiscal militar

La ley de Caducidad incluyó un artículo, el 4to, que en lo referente a los desaparecidos determinó que el Poder Ejecutivo debía disponer “de inmediato las investigaciones destinadas al esclarecimiento de estos hechos”.
Sanguinetti le encomendó tal tarea a un fiscal militar, José Sambucetti.
El fiscal militar se limitó a preguntarles a los acusados si sabían algo y a conformarse con sus respuestas negativas.
A pesar de ya tener garantizada por ley la impunidad de sus actos, los militares entrevistados por Sambucetti prefirieron no revelar ningún dato que permitiera ubicar a los desaparecidos. 
No iban a ir presos, pero aún así callaron.
El 5 de octubre de 1987 el fiscal militar interrogó a Gavazzo respecto a la desaparición de Eduardo Pérez Silveira, hasta hoy ausente.
En actas consta el siguiente diálogo:
–Diga si conoció al Sr. Eduardo Pérez, militante del MLN, y Amelia Sanjurjo, militante del Partido Comunista.
–No lo recuerdo.
–Diga si sabe que Eduardo Pérez haya sido detenido en los primeros días de mayo de 1974 por integrantes de las Fuerzas Conjuntas y en días posteriores haya sido trasladado a Boiso Lanza, al Grupo de Artillería Nº 1 y al Hospital Militar.
–Desde que las Fuerzas Armadas se hicieron cargo por disposición del Poder Ejecutivo de la guerra antisubversiva hasta mi pase a situación de retiro participé permanentemente en el primer escalón de combate en dicha guerra siempre encuadrado bajo las órdenes de los mandos militares y por lo tanto toda información referente a operaciones de combate no puede ser revelada por el suscrito.
–Diga si usted interrogaba a personas detenidas por las Fuerzas Conjuntas en el marco de tareas antisubversivas.
–Respondo de la misma manera que la pregunta precedente.
–Diga si sabe que Eduardo Pérez haya fallecido en una dependencia militar, en el mes de mayo de 1974, y en caso afirmativo, cuál habría sido la causa de su fallecimiento.
–Respondo de la misma manera que la pregunta precedente.

Muchos años después, en 2016, en el libro “Gavazzo. Sin Piedad”, Gavazzo admitió que efectivamente Pérez Silveira estuvo recluido bajo su mando en el Grupo de Artillería Nº 1 y que él en persona le arrojó allí una granada de gas que derivó que debiera ser llevado al Hospital Militar, donde desapareció.

Candidatura presidencial 

En 2006 el presidente Tabaré Vázquez declaró que el caso de Adalberto Soba, capturado en Argentina, desaparecido, y cuya familia atestigua haber sido trasladada en avión desde Buenos Aires por el propio Gavazzo, no estaba comprendido en la ley de Caducidad. Gavazzo marchó por primera vez a la cárcel, condenado por el juez Luis Charles.
En 2009, Charles lo condenó por 28 homicidios de uruguayos capturados en Argentina y desaparecidos, el llamado “segundo vuelo”.

Poco después, ya estando preso, Gavazzo fue llevado a Paso de los Toros para declarar en el caso de la muerte de Roberto Gomensoro Josman.

Gavazzo le mintió a la jueza y dijo desconocerlo todo al respecto.
Por errores propios, pero también inducida por las mentiras de Gavazzo y las de un testigo falso (un militante marginal del MLN, que dijo en el juzgado que le temía a ciertos militares), la jueza envió a prisión como asesino de Gomensoro al coronel Juan Carlos Gómez, quien estuvo preso entre 2010 y 2013. (*)

Gavazzo, que sabía de la inocencia de Gómez por estar él mismo implicado en la muerte de Gomensoro, se mantuvo impávido y permitió que Gómez marchara preso. 
En 2017, el Ministerio de Defensa dispuso la instalación de un Tribunal de Honor para analizar la actuación de Gavazzo y otros militares condenados por el "segundo vuelo".
Hay testimonios que ubican a Gavazzo en Argentina, torturando en Automotores Orletti, negociando incluso por dinero la libertad de algunos de los detenidos. Pero enfrentado a los tres generales del Tribunal, Gavazzo negó todo.

El interrogatorio derivó hacia Pérez Silveira y Gomensoro. Quizás por sentirse abandonado por su Ejército, Gavazzo habló lo que nunca había hablado.

Volvió a contar la historia de la granada de gas que le arrojó a Pérez Silveira. Y dijo que Gomensoro murió en Artillería Nº 1, que el general Cristi le ordenó hacer desaparecer su cuerpo y que él mismo lo llevó a Paso de los Toros y lo arrojó al río Negro.
Enemistados desde hace años, ante el mismo tribunal, Jorge Silveira acusó a Gavazzo de ser responsable de la muerte de esos dos prisioneros.

Los integrantes del Tribunal le avisaron al comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, del tenor de las confesiones y le señalaron que eso debía denunciarse a la Justicia.
Manini Ríos, en cambio, ordenó seguir. Pasó casi un año sin que se supiera nada. Manini dice que le avisó al ministro de Defensa. Presidencia tampoco denunció ni divulgó las confesiones, y solo reaccionó cuando El Observador lo informó.

El Tribunal de Honor se limitó a sancionar a Gavazzo por haber dejado que Gómez estuviera preso siendo inocente. En el fallo no hubo una palabra sobre tortura, muerte en los cuarteles y prisioneros desaparecidos.

Bajo la comandancia de Manini Ríos, el Ejército perdió una oportunidad histórica de desmarcarse de su peor momento, separar a la actual oficialidad de los crímenes de la dictadura, lavar su imagen y renovar en forma clara y explícita su pacto con la democracia y los derechos humanos.

Manini Ríos, además, fue más allá: elevó el fallo del tribunal a la Presidencia con un grueso escrito de críticas al Poder Judicial, lo que derivó en su previsible destitución.

Es curioso que, teniendo tantos y tan variados espacios para poder criticar al Poder Judicial, Manini eligiera hacerlo como adenda al fallo de un Tribunal de Honor a Gavazzo, un declarado enemigo de la justicia civil, a la cual ha despreciado, desafiado y boicoteado una y otra vez desde 1985.

Manini Ríos en particular, y Cabildo Abierto en general, han tomado el caso Gomensoro y la injusta prisión del coronel Gómez como ejemplo paradigmático de lo mal que trabaja el Poder Judicial en los casos de los militares de la dictadura.

La crítica –que creció hasta transformarse en un proyecto de ley para reimplantar la ley de Caducidad- recalca el mal desempeño que tuvo la jueza del caso.

Lo magistrada se equivocó y mucho, es cierto.

Lo que nunca se dice es que para que se equivocara ayudaron y mucho las mentiras de un testigo falso y las del propio Gavazzo.

(*) Nota de posta: transcribimos a continuación una nota del 2019 de Haberkorn, que ahonda en el tema y que muchos de estos temas están tratados en su libro Gavazzo sin piedad de  Sudamericana  2016

 

La mentira sobre el primer desaparecido en Uruguay

 

¿El Tribunal de Honor no se preguntó cómo sabían José Gavazzo y “Pajarito” Silveira que el coronel Gómez no mató a Gomensoro?

Leonardo Haberkorn 18 de marzo 2019 Observador

El fallo del Tribunal de Honor que el Ejército hizo a José Gavazzo y a Jorge “Pajarito” Silveira tiene una contradicción en la que nadie parece haber reparado.
Las actas del Tribunal –uno de cuyos integrantes fue el nuevo comandante del Ejército– no se conocen. Tampoco sus resoluciones completas. Solo tenemos acceso a los pasajes que divulgó Presidencia. Aun con esa salvedad, una flagrante omisión debe ser señalada.

El Tribunal de Honor sostuvo que no está probado que Gavazzo y Silveira sean culpables de 28 homicidios, tal como determinó el juez Luis Charles en 2009.
Sin embargo, sí halló que ambos incurrieron en una “falta gravísima”. Se “entendió que existió falta contra el honor, porque los militares juzgados, teniendo conocimiento de la condena con prisión del coronel en situación de retiro Juan Carlos Gómez (quien estuvo privado de libertad durante tres años y medio) por el fallecimiento de Roberto Gomensoro en el Grupo de Artillería N°1, cuyo cuerpo apareciera en aguas del río Negro, no le comunicaron a la Justicia penal ordinaria que el condenado era inocente”.

Lo que nadie se ha preguntado es cómo Gavazzo y Silveira sabían con tanta certeza que Gómez era inocente.
La historia de Gomensoro es uno de los tres ejes de mi libro Gavazzo. Sin piedad. Es imposible resumir aquí todo lo investigado. Pero intentaré referir lo básico para responder a esa pregunta.

Testigo misterioso

Roberto Gomensoro Josman fue el primer desaparecido. Hijo del reconocido sexólogo Arnaldo Gomensoro, nació en 1949 y creció en Malvín. Le decían Tito y se hizo tupamaro. En 1972 era de los que habían comenzado a descreer de la lucha armada y querían apostar a la política. Eso no impidió que el 12 de marzo de 1973 una patrulla del Ejército se lo llevara de su casa. 
Seis días después un cadáver apareció flotando en el río Negro. Estaba envuelto en una malla de alambre y tenía atadas tres grandes piedras.

Aún no tenían experiencia y lo habían “desaparecido” mal. El cadáver fue sometido a autopsia y se le tomaron fotos, pero no pudo ser identificado. El Ejército nunca admitió que aquel cuerpo era el de Gomensoro. Decían que Tito se había fugado y no se sabía nada de él. Hasta 1985 mantuvieron una orden de captura. Pero el forense que había analizado el cadáver guardó su cráneo. Eso permitió que en 2002 se confirmara que el cuerpo era el de Tito.

En 2005 y a pedido del presidente Tabaré Vázquez (en su primer mandato), cada una de las tres armas se vio conminada a entregar un informe con los datos en su poder sobre los desaparecidos.

Allí el Ejército reconoció por primera vez que Gomensoro había muerto en 1973, pocas horas después de su detención, “por problemas cardíacos”, en el Grupo de Artillería 1, en el cuartel conocido como La Paloma. El informe admitía que luego su cuerpo había sido arrojado al lago de Rincón del Bonete.

La identificación del cráneo y el informe del Ejército permitieron que un juicio por la muerte de Gomensoro avanzara en Tacuarembó. Todo indicaba que los principales encausados serían los dos jefes del Grupo de Artillería 1° en marzo de 1973, cuando Tito fue detenido, muerto y desaparecido: el entonces coronel Alfredo Rubio y su segundo al mando, recién llegado al cuartel: Gavazzo.

Sin embargo, sorpresivamente apareció un testigo, un tupamaro marginal llamado Valerio Blanco, que dijo que él había visto cómo el coronel Gómez había castrado y asesinado a Gomensoro, no en La Paloma sino en Paso de los Toros.

Blanco mintió en todo: falseó el lugar donde estuvo preso, fabuló respecto a sus años de detención, dijo que Gomensoro era rubio y no lo era, y aseguró que Gómez castró a Gomensoro, pero ¡había fotos que mostraban que el cadáver de Tito tenía sus testículos!

Sin embargo, la jueza Lilián Elhorriburu dio por bueno semejante testimonio y mandó a Gómez a la cárcel. Más increíble aún: su fallo fue ratificado por un tribunal de apelaciones integrado por los jueces Daniel Tapié, José Balcaldi y William Corujo.

El Ejército, que en 2005, le había dicho al presidente Vázquez que Gomensoro había muerto en La Paloma y no en Paso de los Toros, guardó silencio.
Gómez fue enviado a la cárcel y estuvo tres años y medio preso.

Grabación secreta

Las hijas de Gómez montaron una investigación paralela tendiente a mostrar su inocencia.
Encontraron otros presos que demostraron que Valerio Blanco mentía. Y en un diálogo que tuvieron con Gavazzo –grabado a escondidas– lograron una confesión de su parte respecto a que no estaba diciendo toda la verdad en el juicio. Se lo puede leer en las páginas 263-265 de mi libro.

Cuando entrevisté a Gavazzo, dijo que él no estaba en el cuartel de La Paloma el día que Gomensoro fue detenido y muerto. 
Pero varios testimonios lo contradicen. El profesor Armando Miraldi, citado en Milicos y Tupas, llevó un diario de sus días de prisión y anotó que el 13 de marzo de 1973 lo sacaron de La Paloma para llevarlo a otro cuartel y quien lo despidió fue Gavazzo en persona. Incluso el propio Pajarito Silveira –en la única frase que aceptó declarar para mi investigación– dijo que el anterior segundo jefe, de apellido Rossi, ya no estaba en el cuartel cuando llegó Gomensoro. Y si el anterior segundo jefe ya no estaba, quiere decir que ya había llegado su relevo: Gavazzo.

 En 2006, el exmayor Enrique Debat, exiliado en Brasil, se presentó en el Ministerio de Defensa y pidió que le otorgaran los beneficios que se les dan a los militares expulsados del Ejército en la dictadura por motivos ideológicos.

Había sido oficial en el cuartel de La Paloma. Dijo que pidió la baja tras observar un hecho criminal “gravísimo” que ocurrió allí en 1973 y fue ocultado.
No le concedieron la reparación pedida. Pero su declaración quedó en el Ministerio de Defensa.

En 2013, enterado de que Gómez estaba preso y de la polémica que rodeaba al caso Gomensoro, Debat vino desde Brasil y declaró en el juicio por la muerte de Gomensoro.
Relató que un día de marzo de 1973 en un galpón del cuartel de La Paloma vio “al mayor Gavazzo sentado al lado de una persona que estaba colgada, amarrada de un caballete”. “El cuerpo estaba sin ropas, aparentemente mojado, húmedo, con brillo, amarrado con las manos en la espalda y la cabeza gacha. Era una persona aparentemente masculina, sin senos, cabellos oscuros mojados. Al lado de ese caballete, un teléfono de campaña y varios cables. Al pasar por ahí vi el rostro del mayor Gavazzo, porque giró de la posición (en) que estaba para ver que estaba pasando una persona. No hablamos, y hubo sí un gesto de cierta sorpresa de parte de él”.

Esa noche en el casino de oficiales se comentó que el detenido se llamaba Roberto Gomensoro y que Gavazzo lo había matado.

El testimonio de Debat 

En Milicos y Tupas, el contador Carlos Koncke –que estuvo detenido en La Paloma– cuenta que a poco de llegar Gavazzo al cuartel, mató a un detenido según le dijeron otros oficiales. El coronel retirado Luis Agosto, entonces capitán en esa unidad, relata que por esas fechas un día pasó algo muy grave y que –salvo el grupo que actuaba junto a Gavazzo– al resto de los oficiales no se los dejó entrar al cuartel. 

El testimonio de Debat, además, coincide con lo que el Ejército le informó al presidente Vázquez en 2005. Gracias a él, el juicio fue anulado y Gómez recuperó la libertad.
Obviamente cuando mataron y desaparecieron a Tito, el Ejército no envió un comunicado de prensa a todas sus unidades. La inmensa mayoría de los militares desconoce lo ocurrido.

Los que siempre lo supieron –y lo ocultaron hasta 2005– son los que lo torturaron, lo mataron y lo desaparecieron.
Es asombroso que un Tribunal de Honor del Ejército considere que es una falta al honor no haber advertido a la justicia que Gómez era inocente del crimen de Tito, pero no diga nada respecto a su detención, tortura, muerte y desaparición.

¿Para el Ejército de hoy no es un deshonor torturar, matar en la tortura, desaparecer el cuerpo y mentirle a la familia del difunto y al Uruguay todo durante décadas?
¿Solo hay deshonra cuando el afectado es otro militar?

Un integrante de ese Tribunal de Honor es el nuevo comandante del Ejército.

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Un comentario a Bailando

 

La música para bailar no la toca Gavazzo

 

La toca la institución llamada FF.AA. ( una verdadera  fuerza torturadora)  por que la guerra de verdad  la conocen en TV.

Se equivoca el periodista Haberkorn  si piensa que las FF.AA. y Manini perdieron la oportunidad de lavarse las manos y matar los microbios... para desmarcarse de la dictadura, ya que  para los actuales oficiales es  soñar,  es desconocer desde la unión familiar hijos, hermanos  y nietos de torturadores a la formación que reciben en las FF.AA.

Solo queda un camino, borrón y cuenta nueva .

Las FF.AA. deben ser desarticuladas, desmanteladas…

El periodista confunde oficialidad con estructura, desde el soldado que hace guardia a los S2 ( servicios de inteligencia a las OCOAS y logias, hay miles de personas. Del soldado al oficial mayor cuya cabeza está podrida!!

Vaya a los cuarteles del 2000 y verá como crían un cachorrito para después degollarlo, verá como se refieren a la población como “los pichi” que hay que garrotear; y esa misma ideología de la dictadura le dirá que tres veces votaron por el Frente Amplio…el veneno lo toman por partida doble…ayer 2019 votaron a Manini a buen puerto llegaran navegando en aguas podridas!!

Raúl en el Facebook


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