22.OCT.20 | PostaPorteña 2157

Inmunidad Para Los Laboratorios. ¿Soberanía o capitalismo?

Por Ricardo Maldonado/RyR

 

En parlamentarismo es un desvío profundo, pero no tanto para ocultar a los otros. El FITU (Frente de Izquierda y de Trabajadores–Unidad) justifica sus acciones parlamentarias desinteresándose, por un lado, de las más inmediatas necesidades de los trabajadores, por otro de la denuncia del capitalismo y de la propaganda socialista. Construye así una posición que no sirve ni al presente ni al futuro

Ricardo Maldonado – GISA (Grupo de Investigación sobre la Salud Argentina)Publicado el 18/10/20  en El Aromo n° 113

El congreso se encuentra a punto de sancionar una ley referida a los reclamos sobre los eventos adversos provocados por las vacunas, en pocas palabras la ley le asegura a los laboratorios que están en condiciones de producir y vender la vacuna contra el Covid que no se harán cargo de las indemnizaciones por las consecuencias indeseadas que la vacuna pueda provocar si los procedimientos son los correctos y no hubo negligencia, que los procesos se desarrollarán en los países en los que se encuentran asentadas legalmente las empresas fabricantes. La norma también prevé exenciones impositivas y respeto a la confidencialidad sobre las vacunas. Fue presentada por el diputado oficialista tucumano, presidente de la Comisión de Salud, Pablo Yedlin, del que se menciona la cercanía con el exministro de salud nacional, Manzur, y al capitalista del sector, Hugo Sigman.

 Más allá de estas relaciones particulares, lo importante es recordar que todos los diputados de los partidos burgueses reflejan el interés del capital, tengan o no relaciones directas con capitalistas particulares, y que cuando se diferencian entre ellos, solo expresan rencillas de familia, diferencias sobre que patrón se verá beneficiado. Por eso pueden expresar esta unidad al votar leyes que implican los intereses de la burguesía de conjunto.

Hay muchas cosas que criticar, por ejemplo, que se simplifique el término vacuna, como si todos los laboratorios hubieran estado trabajando en la misma. Al contrario, la propia competencia (y la anarquía que resulta de la lucha de capitalistas individuales arrancándose los ojos entre sí por las ganancias) forzó a que el mundo entero vaya a utilizar las vacunas relativamente a ciegas. Como las empresas se han lanzado por distintos caminos para encontrar una vacuna no sólo está en evaluación la eficacia de las mismas (a cuántos inmuniza) sino a qué grupos, con cuántas dosis, por cuánto tiempo, con qué efectos adversos, que tasa de eventos adversos. Amén de cuál es el costo de producirla, las complicaciones para distribuirla y mantenerla en condiciones (cadenas de frío, por ejemplo) la dificultad de aplicarla, las esperas para las entregas. Todas estas cuestiones dificultan saber qué vacuna es mejor, a cuál o cuáles se le debe poner el mayor énfasis productivo, etc. Pero es tan urgente contar con vacunas y es tan feroz la pelea por hacerse de ellas que es necesario cerrar acuerdos hoy o esperar al final de la fila. ¿Pero, por qué estamos a ciegas? Una posibilidad era probar las vacunas de acuerdo a un protocolo maestro, es decir, comparar durante los ensayos unas vacunas con otras.

“Anthony S. Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, estaba a favor de esa idea. Pero estos megaensayos plantean un riesgo empresarial para cualquier fabricante de vacunas debido a que ponen de manifiesto las diferencias entre su vacuna y la de sus competidores. En cambio, el gobierno estadounidense ofreció financiar ensayos extensos de vacunas si las empresas aceptaban algunas reglas para el interés común y compartían algunos datos. Pero a estas empresas se les autorizó llevar a cabo los ensayos de manera independiente. “Se debe contar con toda la cooperación de las empresas farmacéuticas para participar en un protocolo maestro”, señaló Fauci. “Eso —no sé cuál es la palabra correcta— no resultó ser viable”[i]

Centralmente se trataba de que todas las pruebas se centralizaran para, de alguna manera, evaluar las eficacias, ventajas y desventajas, de unas contra otras. Cada empresa por su lado se negó a esta propuesta. Si la ganancia se obtiene mediante la competencia, el secreto no es un capricho o una forma de sometimiento imperialista, sino el camino natural del sistema. La transparencia y los conocimientos compartidos son una propuesta totalmente lógica si se tratara pensar en la salud. Pero los capitalistas piensan en otra cosa, en los beneficios. No por nada cuando el retintín de la causa humanitaria les sonaba demasiado en los oídos salieron a aclarar que ellos hacen negocios.[ii]

¿Por qué se acepta la responsabilidad por los efectos adversos? Porque dentro del sistema capitalista no hay manera de evitarlo. No se trata de países soberanos o no. Se trata del capital. Mucho antes de llegar este proyecto de ley al congreso, en EEUU se había dado la necesidad de una ley similar debido a que las demandas legales habían alejado a las empresas no sólo de la investigación, sino de la fabricación de las vacunas ya existentes.

“En las décadas de 1970 y 1980 la cantidad de demandas entabladas contra fabricantes de vacunas aumentó considerablemente, y los fabricantes hicieron fuertes desembolsos a personas y familias que reclamaban lesiones por vacunas, en particular por la vacuna conjugada contra difteria-tos ferina-tétanos (DPT). En este entorno, donde los litigios incrementaban, crecían los honorarios legales y también había grandes recompensas para los jurados, muchas compañías farmacéuticas dejaron el negocio de las vacunas. De hecho, a fines de 1984, sólo una compañía de EE.UU. fabricaba todavía la vacuna DPT, aunque otras vacunas también dejaron de fabricarse. (…) En octubre de 1986, el Congreso de EE.UU. respondió ante la situación precaria en el mercado de vacunas cuando aprobó la Ley Nacional de Protección contra Lesiones Causadas por Vacunas en la Niñez (NCVIA, por sus siglas en inglés). (…) Además, la ley contenía disposiciones para un programa que compensaría de manera justa y eficiente a las personas perjudicadas por ciertas vacunas que habían sido fabricadas adecuadamente. Se esperaba que dicho sistema estabilizara el entorno legal para los fabricantes, permitiéndoles limitar su responsabilidad, anticipar mejor sus costos legales y reducir las barreras potenciales para investigar nuevas vacunas. El Departamento de Salud y Servicios Humanos (DHHS, por sus siglas en inglés) de EE.UU. estableció este sistema en 1988, el Programa Nacional de Compensación por Lesiones Causados por las Vacunas (NVICP, por sus siglas en inglés), el cual está financiado por un impuesto de $0.75 por dosis de vacuna, que lo cobra el Departamento del Tesoro de EE.UU. a los fabricantes de vacunas. El NVICP no cubre todas las vacunas, pero se incluyen las que se aplican rutinariamente a los niños, como parte del programa de inmunización, y también se cubren algunas vacunas para adultos.”[iii]  En el caso de Argentina, los reclamos se responderán con bienes del Estado, según el proyecto[iv]

La historia del fondo es demasiado elocuente. Las vacunas son productos especiales dentro del conjunto de los fármacos, no por su complejidad (que ha evolucionado a la par de otros productos) sino porque las vacunas se aplican, obviamente, a personas sanas. Y se aplican de manera masiva. A diferencia de, por ejemplo, un novedoso producto contra el cáncer, que cuenta no sólo con la decisión sino con la desesperación de los pacientes por participar de los ensayos clínicos, o de utilizarlos en cuánto están disponibles. Aun cuando tenga muchas contraindicaciones, porque las compara con su estado de salud.

Producir vacunas comenzó a ser peligrosos para las ganancias por los juicios. Con independencia incluso de la justicia de los reclamos, como sucedió con los absurdos reclamos sobre las vacunas y el autismo[v], que, aunque desechados han costado muchísimo dinero en litigios. Lo que mueve a los capitalistas es la ganancia, aquí y en EEUU. Si la ganancia está en entredicho, no invierten, no producen. No son benefactores de la humanidad, de ninguna humanidad. Les da lo mismo que se mueran estadounidenses o argentinos, su patria es la demanda solvente, quien puede pagar se salva, quien no puede, poco les interesa. Bush también se vio obligado a negociar y aceptar condiciones ante las amenazas del ántrax y el bioterrorismo. [vi] 

El protocolo maestro no es el único punto en el que el interés particular de los capitales desbarató una buena intención, esas de las que dicen que está empedrado el camino del infierno. La iniciativa Covax no escapó a las leyes de hierro del capital [vii] y obligó a los gobiernos con algún margen a negociar de manera individual con los fabricantes. Las cosas se suceden tal como venimos detallando en cada artículo sobre la situación de la salud en el país.

Esta es la forma en que funciona el capitalismo, por eso convocamos a luchar por el socialismo. El problema es qué hacemos mientras tanto. El parlamentarismo del FITU supone que se trata de rechazar (en el parlamento) las iniciativas burguesas y agitar que podrían ser de otro modo. ¿De qué manera? Votando en contra. Es paradójico que al tratar los fueros de De Vido, político burgués y asesino de Once, el FIT pensara en las consecuencias ulteriores para los posibles diputados de izquierda de votar en contra, y al votar contra las condiciones de compra de una vacuna (perentoriamente necesaria) no piensen en las posibles consecuencias para millones de trabajadores.

El problema es el nacionalismo que les oculta la visión del sistema. Como lo plantea Izquierda Socialista [viii], son condiciones “aberrantes”, es decir, condiciones que “se apartan claramente de lo que se considera normal, natural, correcto o lícito” ocultando que son las condiciones propias del capital.

O que “aprovecharse de la necesidad urgente de la vacuna para hacer semejantes concesiones a estas multinacionales es de una perversidad inaudita” desconociendo que eso que llaman perversidad es el modo normal de negociar en los mercados, “aprovechándose de la necesidad” Cada frase sugiere que el capitalismo se presenta así, pero podría ser de otra forma, cada adjetivo se mueve en el mismo sentido: es una deformación, no la forma usual. Lo mismo plantean los burgueses, que no desconocen que hace años que el capitalismo funciona mal, pero se lo atribuyen a una deformidad, perversión, aberración, la herencia, el populismo, el neoliberalismo.

La perspectiva no es de clase, no se parte de la salud de los trabajadores, sobre todo los de salud que son los más expuestos y que más urgentemente esperan ser vacunados, sino nacionalista. El FITU no critica lo que es (una transacción económica con condiciones forzadas por la necesidad, el modo usual en que funciona el sistema) sino lo que el parlamento burgués dice que es: una ley de soberanía sanitaria. A Romina Del Plá le preocupa que la soberanía sea negada.

Tampoco comprenden la cuestión de la confidencialidad porque creen que nos encontramos frente a monopolios. Es decir, de empresas que hacen lo que quieren. Con esta ley, «las fórmulas de las vacunas serán secretas, ¡como la de la Coca Cola!» afirma el PTS, y “Otro aspecto leonino es que los contratos contarán con cláusulas de confidencialidad acerca de las fórmulas de las vacunas, para proteger las patentes de los pulpos farmacéuticos. La población, por ende, no tendrá acceso a conocer qué es lo que se le está aplicando” le hace la segunda el PO. Sí, las patentes y fórmulas son secretas porque no hay monopolios, sino feroz competencia. No es fundamentalmente de los trabajadores que se ocultan los desarrollos, sino de los demás burgueses que se aprovecharían de un conocimiento que no pagaron para desarrollar.

Y finalmente nos encontramos con el problema de la ignorancia o de la mala fe: “Del Caño -que enumeró las ganancias de los grandes laboratorios en 2019- recordó que “son los responsables, junto con los Gobiernos, de haber arrancado prácticamente en cero con la vacuna, porque desfinanciaron todos los proyectos que había para investigar virus de estas características. Toda la inversión la volcaron en enfermedades rentables”. [ix

Sin embargo, no es difícil informarse de que Pfizer obtuvo con Prevnar, su vacuna para prevenir la enfermedad neumocócica (infecciones de oído y sinusitis) cerca de u$s 6 mil millones en ingresos el año pasado y Merck con Gardasil (virus del papiloma humano) u$s 4 mil millones. Productos estrella del Big Pharma que, además, ya trabajaba en el genoma del Covid en enero, y es casi seguro que encontrará una (o más) vacunas en un tiempo récord para la historia de la fabricación de vacunas. El capitalismo es demasiado malo como sistema social, no es necesario acusarlo de falsedades, la verdad es suficientemente miserable.

La misma prensa trotskista publica:

“Sabemos que esto no es lo óptimo, pero son los requisitos que la industria farmacéutica impone”, confesó impune el legislador (Yedlín). Desde el macrismo, Carmen Polledo lo avaló afirmando que, con esta ley, “estaremos en mejores condiciones para negociar con los laboratorios”. La radical mendocina Claudia Najul no quiso quedarse atrás y agregó que la negociación por las vacunas “obliga a los países soberanos a flexibilizar el marco legal”. Esa flexibilización, hay que señalar, implica renunciar a la soberanía.[x]

También se refirió a los dichos del presidente de la Comisión de Salud, el oficialista Pablo Yedlin, quien al presentar la norma sostuvo que «sabemos que esto no es lo óptimo, pero son los requisitos que la industria farmacéutica impone». Del Plá preguntó: «Si los laboratorios van a hacer un negocio fenomenal, ¿por qué tenemos que aceptar sus condicionamientos? ¿Por qué no ponemos todos los recursos de nuestra ciencia para desenvolver la vacuna?». Los diputados de la burguesía lo dicen con claridad: este sistema funciona así, no hay otra posibilidad dentro de él. La conclusión no puede ser, entonces, que no haya vacunas, pero defendamos la soberanía, sino que debemos cambiar el sistema que funciona así. Por ejemplo, disponiendo la renta agraria para desarrollos propios que se realicen bajo otra perspectiva.

El capitalismo no es un viva la pepa, ni el mundo de los caprichos de los ricos. Es un sistema social que se mueve en base a una legalidad particular, legalidad a la que se someten los propios burgueses, además de someternos a los trabajadores. Los mismos burgueses pueden crecer y aumentar sus fortunas a niveles cósmicos, o ser arrasados pero esas mismas leyes del capital. Es implacable. Se basa en la competencia para obtener ganancias y valorizar más el capital. Lo que exhibe la ley en cuestión no es un problema de soberanía, ni aberraciones, ni ocultamientos paranoides, sino una lógica. Dentro de esa lógica, la del capital, las cosas son de una manera, eso es lo que los trabajadores deben saber y repudiar en la búsqueda de una vida mejor. La izquierda es insignificante en el parlamento, pero existe, su tarea no es decir sí o no (decisión generalmente intrascendente) sino explicar fuera del parlamento las razones de la actuación dentro del mismo. Si el rechazo se debe a que se podía ser más patriotas y menos cipayos, sólo le agregan una capa más a la interminable cebolla del nacionalismo burgués.


[i] https://www.nytimes.com/es/2020/10/14/espanol/ciencia-y-tecnologia/vacuna-covid.html

[iihttps://www.nytimes.com/2020/07/21/health/covid-19-vaccine-coronavirus-moderna-pfizer.html?searchResultPosition=83

[iii] https://www.historyofvaccines.org/es/contenido/articulos/programas-de-compensaci%C3%B3n-por-lesiones-causadas-por-vacunas

[iv] https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dsecretaria/Periodo2020/PDF2020/TP2020/5072-D-2020.pdf

[v] https://www.bbc.com/mundo/noticias-40776371#:~:text=Aquel%20d%C3%ADa%2C%20en%20Londres%2C%20el,autistas%20e%20inflamaci%C3%B3n%20intestinal%20grave.

[vi] https://georgewbush-whitehouse.archives.gov/infocus/bioshield/index.html

[vii] https://www.who.int/es/initiatives/act-accelerator/covax

[viii] http://www.izquierdasocialista.org.ar/2020/index.php/blog/elsocialista/item/18197-en-medio-de-la-pandemia-una-ley-a-favor-de-laboratorios-multinacionales

[ix] http://www.laizquierdadiario.com/Covid-19-la-izquierda-rechazo-una-ley-escandalosa-a-favor-de-los-grandes-laboratorios


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