03.NOV.20 | PostaPorteña 2160

El asesinato de Luis Martirena e Ivette Giménez, el 14/4/72 en Amazonas 1440

Por AMODIO

 

El 14 de abril de 1972 es el día en que quedan al descubierto los fallos estratégicos y organizativos del MLN

 

Transcripción del  audio del programa  de Amodio Pérez “La otra campana” del martes 3/11/20 de 11 a 12 por Radio Nacional (CX30, 1130 AM)

Buenos días. Gracias por estar ahí. He recibido muchas comunicaciones, sobre todo por las dos últimas intervenciones, que contaron con la presencia del diputado Eduardo Lust y del comunicador Nery Pinatto. No voy a ser tan necio de creer que las felicitaciones son por mi trabajo, sino más bien por los entrevistados.

Lamentablemente en el día de hoy y por el tema a tratar, estoy solo. Intenté que algunos ex integrantes del MLN que no participaron directamente el 14 de abril de 1972 pero que estuvieron cerca de los acontecimientos dieran su versión, así como a Esteban Perroni, autor del libro Amazonas 1440, que creo es la versión más cercana a la verdad de los hechos.

Pero todos, con más o menos razones, con más o menos excusas, se han negado a intervenir. Así que le pido paciencia, porque estaré solo ante ustedes.

Entre los muchos mensajes recibidos el martes pasado tras la charla con Nery Pinatto, se recibieron tres del sobrino y ahijado de Luis Martirena, asesinado en su casa de la calle Amazonas 1440. Este hombre, que lleva el nombre de su tío y padrino, me pidió que hablara de la muerte de Luis Martirena, Raúl para los tupamaros y de Ivette Gómez, conocida en la interna como Flora. También se refiere a la situación de su prima Laura, hija del matrimonio asesinado.

Para ello voy a tomar como referencia el libro Amazonas 1440, escrito por Esteban Perroni, que creo refleja con certeza y por primera vez los hechos ocurridos ese día en “la casa del tiroteo”, como se conoció ese local del MLN en el barrio de Malvín, cuando Perroni era un niño.

El 14 de abril de 1972 es el día en que quedan al descubierto los fallos estratégicos y organizativos del MLN. Ese día se pusieron en evidencia todos los fallos que en materia de seguridad se venían produciendo por lo menos desde agosto de 1970 y que habían sido ignorados en la creencia que el MLN era indestructible.

 Quedó demostrada como falsa la creencia que los planes, cualquiera que fuera podía ponerse en marcha sólo a base de voluntarismo, como consecuencia de la toma de la dirección por parte de quienes menos aptitudes y menor valor habían dado en su trayectoria a los temas organizativos.

 Y quedó en evidencia la falta de previsión con que tanto el gobierno como la policía y las FF.AA. reaccionarían ante lo que pareció una ofensiva final.

El 14 de abril se puso en marcha el plan Hipólito, el que basado en las declaraciones de Nelson Bardesio, secuestrado por el MLN el 24 de febrero del mismo año, se proponía eliminar a quienes el mismo Bardesio había señalado como integrantes de los llamados “escuadrones de la muerte”.

Fue tan descabellada su puesta en marcha, la desaprensión en la forma de actuar en una ciudad como Montevideo que desde las siete de la mañana estaba convulsionada por los atentados llevados a cabo y tan desastrosas sus consecuencias que nadie de la dirección tupamara que sobrevivió a los acontecimientos ha querido hacerse responsable.

En un artículo titulado 14 de abril de 1972, una fecha de plomo, Carlos Caillabet, sin aportar ninguna prueba más que las falsas acusaciones que provenían del MLN, entre ellas una del mismo Zabalza en La piel el otro, me acusa de haber delatado los locales de Amazonas y de Pérez Gomar. En Amazonas 1440 queda bien a las claras que el local estaba siendo vigilado desde tiempo atrás, confirmando lo divulgado por Gavazzo en En Voz Alta, las grabaciones telefónicas del 14 de abril realizadas por la policía y que el inspector Castiglioni supervisó en su momento.

Veamos lo que dijo  Carlos Caillabet, en una nota publicada en Brecha en el 2005, tomando como base lo que el Ñato Huidobro escribiera en el libro En la nuca: La decisión de tal "ofensiva" fue objetada y hasta fuertemente rechazada por algunos de los dirigentes del MLN, pero predominaron las posiciones de la columna 15, la más desarrollada militarmente.

Alberto Candán Grajales, que resultara muerto el 14 de abril, llegó a sostener en aquella reunión que las ejecuciones planificadas no implicarían un aumento cualitativo de la represión. En la otra punta, Mauricio Rosencof, que había interrogado a Bardessio, sostenía que con la difusión de las actas del interrogatorio bastaba, al tiempo que José Mujica insistía en que entrar en guerra con el Escuadrón era un error político. Raúl Sendic, a su vez, anunció a uno de sus compañeros en los montes del Queguay, que el MLN no contaba con cuadros combatientes suficientes para resistir el muy probable embate del Ejército. Eleuterio Fernández Huidobro, que integraba la dirección tupamara, fue uno de los más críticos: "EI garrafal error contenido en el plan que produjo los hechos del 14 de abril desató un proceso totalmente distinto, previsible aunque fuéramos ciegos ante tanta evidencia. Tan ciegos que desde unos días antes estaba previsto que esa misma noche, la del 14 de abril, nos entrevistaríamos con Wilson Ferreira para discutir con él aspectos referidos al futuro a la luz de  las enormes novedades políticas".

Nadie, y menos un ex integrante del MLN, puede creer que una decisión de tamaña importancia, importancia que todos reconocen, pudo haber sido decidida por un solo miembro de la Dirección, en este caso, Candán Grajales.

El cinismo de Huidobro se pone una vez más de manifiesto, adjudicándole a otros la responsabilidad del plan, cuando ya a esas alturas se sabía que él fue el autor intelectual del Hipólito, como reconoce Zabalza en la respuesta que le dirigió a Carlos Caillabet y que más adelante voy a transcribir.

Y el cinismo aparece una vez más cuando dice que Sendic opinaba que el MLN no contaba con cuadros combatientes suficientes para resistir el muy probable embate del Ejército, cuando el mismo Sendic, por la vía de los hechos, había trasladado la guerrilla al interior del país, a través de otro dislate llamado pomposamente “segundo frente”.

Y otra vez más cuando dice que Mujica insistía en que entrar en guerra con el Escuadrón era un error político, olvidando que cuando se decidió poner en marcha el plan Hipólito, autoría de Huidobro, Mujica estaba preso en Punta Carretas.

Pero igual cinismo demostró Zabalza, diciendo que el Hipólito fue responsabilidad de Amodio Pérez, sabiendo que yo estaba preso desde el día anterior al secuestro de Bardessio y el mismo cinismo de Carlos Caillabet, que dijo en la nota publicada en Brecha que el 14 de abril de 1972 la policía, por su parte, había detectado y mantenía vigilados por lo menos dos locales de la organización guerrillera a partir de la delación de uno de los tupamaros más connotados de entonces Héctor Amodio Pérez, capturado el 9 de febrero de ese año. Miente hasta en la fecha de mi detención.

Más adelante veremos cómo en el libro Amazona 1440 el mismo Carlos Caillabet se desmiente a sí mismo.

Antes veamos la respuesta de Zabalza a la nota de Caillabet:

Sobre el 14 de abril. Para Carlos Caillabet.

Quisiera hacer unas brevísimas y apuradas precisiones sobre tu artículo acerca del 14 de abril. La enorme mayoría de los tupamaros compartimos la valoración histórica de que el Hipólito nos metió en una guerra de aparato contra aparato, que no conducía, a mi actual entender, a ninguna victoria popular ni apuntaba al desarrollo de un poder revolucionario del pueblo.

En particular, en 1995 escribí El Tejazo, uno de cuyos capítulos reflexiona en ese sentido. Pero, ahora es muy fácil tenerlo claro. Veinte años después teníamos herramientas de análisis y elaboración de las que carecimos en 1972, cuando la enorme mayoría estábamos totalmente de acuerdo con la ofensiva contra quienes habían asesinado a Ayala, Castagneto, Ramos Filippini e Ibero Gutiérrez. Nótese el reconocimiento de Zabalza al plan Hipólito, pero como siempre lo hace para que pase desapercibido, escudándose en la mayoría. No dice yo estuve de acuerdo, sino estuvimos de acuerdo…

Continúa la respuesta: En rescate de la verdad histórica -y también para no mentirnos a nosotros mismos- te mando algunos datos que vos podrías confirmar por ahí. Raúl Sendic, el "Bebe". No participó de la reunión del 16 de marzo por estar en los montes del río Queguay. Sin embargo, pocas semanas antes, en una operación de su grupo en Paysandú, se hizo pública una declaración de guerra a la oligarquía y su brazo armado. Declaración escrita de su puño y letra que nos permite inferir todo lo contrario de la opinión que a ti de dieron ("que el MLN no contaba con cuadros suficientes para resistir el muy probable embate del Ejército).

Más aun, Carlitos, te cuento que apenas salidos el 12 de abril en la segunda fuga de Punta Carretas, reunido el Estado Mayor del Interior, al que me reincorporé en ese momento, dispusimos junto con él Bebe la salida de un grupo hacia el departamento de Colonia, conducido por Raúl Bidegain, para continuar la ofensiva del 14 de abril. Y más aún, allá por el 10 o 12 de mayo llegó a Paysandú Armando Blanco (padre) con la orden directa de Raúl de que les tiráramos unos granadazos a los milicos del puesto de La Lata, que tú bien conocías.

Aníbal de Lucía y Augusto Gregori (Comando de Paysandú) junto a Juan Carlos y conmigo, tomamos la decisión de contestar negativamente a la orden. No porque no compartiéramos la concepción, sino porque entendíamos que la Orga sanducera era un tembladeral que se desplomaría en dos minutos. No estábamos tan equivocados, ¿no?

Intentamos un reajuste para el cual no tuvimos tiempo. Nada permite inferir que Raúl se opusiera frontalmente al Hipólito.

Eleuterio Fernández Huidobro, el "Ñato". Acá puede asistirte más razón pero, sin embargo, mientras se excavaba El Abuso, el Ñato producía los faraónicos planes llamados Hipopótamo y 72, que sin dudas, proponían multiplicar y desarrollar el aparato del MLN para enfrentar sus fuerzas con el de las Fuerzas Armadas. En esos planes el desarrollo de la lucha popular estaba relegada a un plano secundario, y por eso nos quedamos sin estrategia, como dice la "Carta de los presos" (1972).

Como compartíamos la celda los dos, junto al inolvidable Carlitos Rodríguez Ducós, recuerdo sus largas exposiciones sobre la necesidad de hacer una "noche de San Bartolomé" con los miembros del Escuadrón parapolicial. O sea, que en el fondo compartía la concepción del Hipólito. Recuerdo perfectamente que pensaba que ése no era el momento más adecuado.

Aquí hago yo una acotación: estábamos en la etapa anterior al Abuso, año 1971.Continúa Zabalza: De cierta manera, su exuberancia dialéctica es autora ideológica del 14 de abril.

Jorge Alberto Candán Grajales, el Hugo. Desde setiembre de 1971 estaba en el Comando de la Columna 70, el sector político que subyacía y vertebraba la acción del Movimiento de Independientes 26 de Marzo y, a través suyo, la del espacio tupamaro en el Frente Amplio, la CNT y los gremios estudiantiles.

Ese lugar lo ocupó por sus cualidades políticas más que por las militares, que también las tenía y abundantes.

José Mujica Cordano, el "Pepe". No participó de la reunión del 16 de marzo. Primero porque nunca estuvo en el Comité Ejecutivo del MLN, y segundo, por la razón del artillero: se encontraba recluido en el penal de Punta Carretas. El Pepe era tan ferretero como el que escribe. Fijate que la segunda fuga, la del Hospital Penitenciario, pudo realizarse gracias a la operación Corcho, pensada y solicitada desde el penal por los miembros de su C-1 (José Mujica, Ángel Yoldi, Efraín Martínez Platero y Jorge Zabalza), pero ejecutada por un grupo de acción de la Columna 15, que siempre fueron al frente y eran sumamente respetados por todos nosotros, por su coraje y capacidad operativa.

Tengo que hacer otra acotación: Bardesio fue secuestrado el 24 de febrero de 1972, el mismo día de mi segunda detención. Este simple dato, al alcance de cualquiera, habría bastado para descartar mi participación en el Hipólito en cualquiera de sus fases. Tal como reconoce Zabalza en La piel del otro, de Fontana, él mantenía comunicación con Huidobro a través de su entonces esposa, por lo que es posible que tanto Zabalza como Mujica, en ese entonces aliados, estuvieran enterados de lo que se estaba planeando. Pero Zabalza dice algo más: da a entender que tanto él como Mujica aprobaban lo que se estaba planeando, es decir el Hipólito, lo que incluso reafirma en la respuesta a Carlos Caillabet.

Continúa Zabalza: Carlitos, hermano, fraternalmente termino con un par de reflexiones. En primer lugar, los dos compartimos el criterio de que la historia no es sólo memoria, sino también verdad y análisis de las condiciones que propician los hechos. Lo uno sin lo otro se presta a la construcción de historia oficial, que más que reconstruir el pasado le presta un servicio al presente y sus necesidades políticas.

Y, hermano, no soy quién para decirte a vos, que lo sabés mejor que yo, que para conocer la verdad sobre aspectos polémicos del pasado hay que investigar diversas fuentes y sobre esa base estudiar las condiciones que ampararon virtudes y errores. En segundo lugar, el militarismo fue una desviación de todo el MLN. No es leal, ni corresponde a la verdad histórica, desligarse y echarle la Culpa a la Columna 15. Fenómenos como el militarismo no son responsabilidad de uno o varios personajes. Fuimos militaristas porque no supimos concebir el desarrollo de una guerra de todo el pueblo, empleando métodos de lucha popular, como por ejemplo se había ensayado en La Teja el 6 de setiembre de 1971 y venía desarrollando la Columna 70. En lugar de eso, nuestro pensamiento pasaba por engrosar las filas del aparato militar. Ese fue nuestro fracaso y ahí estuvimos todos juntos, los que estamos excomulgados por el papado por seguir con intenciones de hacer una revolución social y los viejitos buenos que parece que nunca agarraron un fierrito.

Jorge Pedro Zabalza Waksman

Es muy interesante la reflexión de Zabalza. Lástima que no sea más explícito. Por ejemplo, al plan Tatú ni lo nombra. Quizás sea para no tener que reconocer que no solo la orga sanducera era un tembladeral, sino toda la organización en el interior. Es tardío el reconocimiento a la Columna 15. Si en 1970-1971, tanto Sendic como Zabalza hubieran tenido esa opinión no nos habrían acosado como lo hicieron.

Me conmueven dos afirmaciones que se hacen: "En rescate de la verdad histórica -y también para no mentirnos a nosotros mismos- te mando algunos datos… "En primer lugar, los dos compartimos el criterio de que la historia no es solo memoria, sino también verdad y análisis de las condiciones que propician los hechos. Lo uno sin lo otro se presta a la construcción de la historia oficial, que más que reconstruir el pasado le presta un servicio al presente y a sus necesidades políticas. Y hermano, no soy yo quién para decirte a vos, que lo sabés mejor que yo, que para conocer la verdad sobre aspectos polémicos del pasado hay que investigar diversas fuentes y sobre esa base estudiar las condiciones que ampararon virtudes y errores.

Completamente de acuerdo. Lástima que Zabalza escribió esto en el 2005 y luego se dedicó a hacer todo lo contrario.

Pero vamos al pedido de Luis Martirena. Yo lo conocí a su tío en el partido Socialista y luego lo reencontré en Época. Ya era corresponsal de Prensa latina, la agencia cubana de noticias. Cuando todavía no éramos ni tupamaros y menos MLN, allá por 1963, con Manera, ya lo habíamos descartado para toda labor de tipo clandestino. Para emplear el lenguaje corriente, ya estaba quemado.

Nunca conocí a Ivette ni frecuenté ninguno de sus domicilios, porque ya desde esa época nos movíamos con ciertos criterios de clandestinidad. Era una figura conocida y suponíamos que todo servicio policial por burdo que fuera lo debía tener en su lista.

Sin embargo y pese a que Luis Martirena era considerado no apto para la militancia clandestina, su casa fue usada como enterradero de clandestinos, base de operaciones y sede del servicio de información. Si a ello le sumamos que allí también se guardaban los registros contables del dinero del MLN, tenemos un panorama desolador en cuanto a la seguridad interna.

Campora en la página 75 de Amazonas 1440 dice: Él era un tipo muy quemado por viajes a Cuba, por Prensa Latina, por su posición pública como periodista y por lo tanto vigilado, entonces no era conveniente frecuentarlo, ni mezclarse, ni conversar con él,  como con tantas otras personas.

En la página 77 agrega: Luis Martirena es prácticamente fundador o director de Prensa Latina en Cuba. Fue un hombre muy apreciado por el gobierno cubano. Yo me acuerdo de que Luis me contó algunos episodios con Fidel Castro cuando él lo conoció a Fidel. O sea, Luis fue un periodista de mucho valor, un periodista que hizo una gran obra, tanto acá como en Cuba. Cuando estuvo en Cuba él fue a trabajar, no fue a pasear, fue a trabajar como periodista.

¿Lo llaman de allá, de Cuba?, le pregunta Perroni.

Contesta Cámpora: Ah, sí, sí, de Cuba, Prensa Latina. Después que cerraron Prensa Latina acá, no recuerdo bien, el gobierno cubano lo llama a Luis y Luis termina trabajando en Prensa Latina central. Entonces cuando vuelve, te imaginás que es un tipo requemado, un tipo que vuelve de Cuba, notoriamente de Cuba, trabajando en Prensa Latina está totalmente enfocado, su domicilio está siempre vigilado.

Cuál era su tarea?, pregunta Perroni.

Era una tarea bastante compleja, dice Cámpora y se trataba de tener una serie de viajeros, o gente legal que podía viajar, que tenía cobertura para viajar en distintos países y coordinar una serie de actividades a nivel internacional a través de esos viajeros y yo como clandestino no podía viajar. El Luis era uno de ellos, colaboradores. Me acuerdo en particular, cuando Fidel estaba en Chile, yo lo había enviado a Chile, justamente para hacer contacto con la gente de Fidel para pedir cosas, y a su vez con la gente de Allende, cosas muy concretas, muy concreto, de suministros,  de cómo sacar a un compañero que estaba enfermo de la cabeza, si lo podía llevar a Cuba o dejarlo en Chile, cosas prácticas.

En una oportunidad hubo que llevar a Chile a un clandestino muy pesado que estaba enfermo y se le preguntó a Luis si él se animaba. Iba otro de chofer, iba uno que era el dueño del auto, era legal, dos clandestinos y él que era el de la CAI (Comisión Asuntos Internacionales). Y el Luis fue a hablar con la Ivette, dijo que sí, que se animaba y preguntó a ver si no lo dejaban ir con Ivette y creo que fueron con Ana, la hija menor, y lo tomaron como unas vacaciones. A mí me maravilló eso, ¿sabés? Aparte completaba la cobertura de una forma armoniosa, ir con una chiquita, perfecto!

Hasta aquí parece que Ivette estaba de acuerdo en participar de las tareas del MLN. Pero veremos lo que dice en el mismo libro el mismo Cámpora y veremos que no es así y que la idea de llevar a Ivette a Chile junto con la hija fue un modo que usó Luis Martirena de embarcar a Ivette, hacerle creer que la colaboración con el MLN era una cuestión que ninguna complicación podía traerles.

Dice Cámpora en la página 44: Cuando yo llego a Amazonas 1440, luego de que se despatarrara un local del Flaco Guilla en la calle Guadalupe, desembarco con Noemí Alonso ("Nora") en lo de Martirena, a ella le consiguen otro lugar y se va, yo me quedo, y después llega el Ñato. Cuando llega el Ñato empezamos a construir un berretín y vivíamos arriba. Yo me acuerdo de sentir una conversación en el dormitorio de Ivette, la esposa de Luis Martirena, protestando por nuestra presencia y de Luis diciéndole que "tenemos que tener paciencia". Así yo me di cuenta de lo que molestábamos en la vida normal del matrimonio, con dos hijas chicas.

Sobre este punto vuelve en la página 80: Una noche en marzo del 72 cayó otra casa y salimos todos desparramados a distintos lugares, y en esa disparada es que el Ñato y yo fuimos a heder a Amazonas 1440, todo refrendado por el ejecutivo de aquel momento. Fui yo primero y después fue el Ñato, y cuando fui yo vi que aquello era un desastre en el sentido de que no había dónde esconderse, entonces rápidamente con otro compañero hicimos un berretín, para estar ahí enterrados permanentemente los clandestinos y guardar todo el material y demás. Ya era un paso más de compromiso de Luis e Ivette, porque una cosa es tener un par de clandestinos cuatro o cinco días y otra cosa es tener un berretín en tu casa: el día que cae el berretín saben que vos estás hasta las pelotas.

Eso se discutió mucho con Luis y con Ivette, ella estaba en contra de hacerlo, tenía miedo, no quería y prácticamente Luis fue el que la convenció para soportarlo. Como el berretín quedó muy bien, fue el Ñato, que era miembro del Ejecutivo, a enterrarse ahí porque había una situación bastante caótica de la organización, muy rápido estaban cayendo muchos locales y muchos compañeros, cuando la organización prácticamente había declarado la guerra, o estaba por declararla.

El Ñato había quedado medio en banda entonces lo enterraron ahí también. Eso fue creando una situación muy incómoda en la familia, muy jodida, que los clandestinos no nos dábamos cuenta de lo que pasaba a nivel humano, pero te dan un pedazo por compromiso y vos por la vía de los hechos ocupás más espacio.

De noche yo los oía porque el berretín estaba construido no encima, sino al costado del dormitorio, entonces cuando había problemas en la pareja se oía el tono de voz, como que les estropeamos la vida a la pareja. Eran una pareja legal, con dos hijas chicas que estaban jugando en su propio territorio.

En la página 92 dice Cámpora: Recuerdo una charla cuando estábamos pelando papas con una compañera chilena e Ivette, había un conflicto familiar porque la gurisa quería ir a una actividad del FER 68 y los padres no la dejaban porque si la represión, siguiendo estudiantes, llegaba a la casa, se armaba el despelote. Entonces yo le planteo a Ivette: "cerramos todo, nosotros nos vamos, ella hace su militancia juvenil y si no pasa nada volvemos.

Me mira Ivette y se pone a llorar, me dice: "sabés lo que pasa, yo no me quiero morir." Todo lo que llevaba adentro por estar nosotros ahí (yo responsable del Secretariado y el Ñato del Ejecutivo), que sabía que representábamos una masacre o ir para adentro hasta las pelotas, lo largó en ese momento. Y yo no supe solucionarlo. Yo le decía al Ñato: "Vámonos, esta gente está al borde... Y esto culmina con la muerte de los dos y la salvación nuestra. Yo eso lo llevo en la mochila para siempre.

¿Y el 13 de abril cómo lo recuerda?

No me acuerdo de los movimientos, no me acuerdo de lo que comí, o si comí. Lo que sí recuerdo, estando con el Ñato en el berretín, es que me descompartimenta que le habían dado la baja a Amodio Pérez. Ese es un momento dramático para el MLN, porque Amodio había pedido para irse a Chile y encargarse de la columna que teníamos ahí. Está contado en varios lugares y Amodio lo cuenta distinto. Pero te digo que la charla que tuvimos con el Ñato se refería al caso de Amodio,  a la situación del MLN, ya que en ese momento había cambiado la dirección, y el Ñato vino por eso.

Entre esas charlas surge también lo del 14 de abril, sin entrar en detalles, pero inclusive yo llegué a leer el volante que se repartió después por todos lados. De eso me acuerdo, la crisis organizativa del MLN, el caso del cambio de dirección…

Tengo que hacer una aclaración sobre estas palabras de Cámpora: Yo estaba preso desde el 23 de febrero y desde diciembre anterior, habiendo renunciado al comando general para no hacerme responsable de los ataques a las comisarías, había sido designado por el Ejecutivo, a pedido de los presos, como responsable de la segunda fuga de Punta Carretas. Como dice Zabalza en La piel del otro, libro de Hugo Fontana, Zabalza le había informado al Ñato de mi posición acerca del cambio de la Dirección y del caos organizativo que ese cambio produciría de manera inevitable. Las palabras de Cámpora reflejan ese caos y dejan al descubierto otra cosa: el Ñato era el que pedía mi baja, que por lo visto no prosperó, ya que en la reunión del Ejecutivo previa al 14 de abril, el 13, concretamente, en la casa de Juan B. Morelli, Candán me informó acerca de mi nuevo encuadre como responsable del servicio de información.

Por eso yo lo cuento distinto, porque fue distinto y pedí la baja o mi marcha a Chile apenas dos días antes de ser detenido por El Florida el 23 de mayo.

Veamos lo que dice Huidobro acerca de la caída del local de Amazonas 1440, en una entrevista que le hizo el mismo sobrino de Luis Martirena, en la página 118.

Este le pregunta cómo descubren esas casas? Y responde el Ñato: Hay que pensar en los vecinos. ¿Viste? Yo sé que a esa casa la vigilaban desde la casa de enfrente, por ejemplo Quiere decir que el vecino de enfrente, no sé si el que está viviendo hoy o el que vivía en aquella época, era cómplice de la policía y prestaba su casa para que sacaran fotos de los que entraban y los que salían, por ejemplo. Vos no te olvides que, en esa época, daban grandes premios al que contara y al que prestara su casa para vigilar la de enfrente. Fomentaban la acción y ese tipo de cosas, y mucha gente se prestó para eso. Como se ve, ninguna mención a Amodio.

Se puede advertir las contradicciones del mismo Cámpora en cuanto al momento de la llegada del Ñato y la construcción del berretín, pero eso no es lo más importante ahora.

 Lo importante es que Martirena no podía tener en su casa a clandestinos del MLN, con berretín o sin él ni el MLN podía considerar que su casa podía ser una base de operaciones y que se podía utilizar su teléfono como un servicio de comunicación, de la misma forma que narra las reticencias de Ivette acerca del uso que se estaba dando a su casa, más allá de la irresponsabilidad de ambos en cuanto al tema seguridad de sus hijas.

Todos sabemos que nunca pudieron manejar un arma para resistir el allanamiento policial como dicen los partes oficiales, por una razón muy simple. Estaban desarmados y fueron acribillados solo por venganza, para vengar las muertes de los supuestos integrantes del escuadrón o de los comandos caza tupamaros producidas horas antes a manos del MLN. Fueron integrantes de inteligencia y Enlace al mando de Campos Hermida. Ni Castiglioni, que en esos momentos se encontraba dando muerte a otros tupamaros en la calle Pérez Gomar ni los soldados del Florida al mando del capitán Calcagno tuvieron nada que ver.

Seguramente Cámpora y Huidobro salvaron sus vidas por la presencia del juez. Pero la reacción de venganza de Campos Hermida y de Castiglioni fue de libro, debió ser esperada más teniendo en cuenta que ambos estaban en la lista proporcionada por Bardessio, que el MLN había dado a conocer públicamente..

Si la mañana del 14 de abril no se hubiera usado el teléfono para hacer el seguimiento del plan Hipólito y su casa hubiera estado limpia, que era lo que correspondía por elementales razones de seguridad, su casa no habría sido allanada y ellos muertos.

No pretendo justificar su asesinato. Solo estoy analizando las causas.

En el mismo libro la hija de Luis e Ivette, Laura, dice lo siguiente, en la página 123, ante preguntas del mismo Perroni

¿Qué recuerda de aquellos días? ¿Qué sabía de la vida militante de sus padres?

Estaba al tanto de todo. Lo supe desde un principio, y lo vivía con orgullo. Nosotros apostábamos a la revolución socialista. Era la vida nuestra. Yo tenía militancia estudiantil activa desde los 14 años. Nací en el 55, viví en las aulas en agosto de 1968 … y hace una serie de reflexiones sobre aquellos momentos.

Pero yo no me integré a través de mis padres. Me integré a la columna 70. Ellos al principio no sabían, pero después sí, tuvieron que informar a la Dirección.

¿O sea que del berretín y sus habitantes estabas al tanto?

A principio del 71, viajamos todos a Cuba, y volvimos sobre fin de año. Todavía me da miedo decir que fuimos a Cuba. Durante la dictadura incorporé el relato de que habíamos ido a México. Cuando me interrogaron en el Departamento 5 de Inteligencia por el año 1977, aún decía que habíamos ido a México.

Sobre fines de febrero, o principios de marzo del 72, fui testigo de la construcción del berretín, si bien por norma de la Organización no se podía mirar a las caras de las personas, pero yo a David (Cámpora) lo conocía de mucho antes. En sí, se conocían nuestras familias del Colegio Latinoamericano. David era como un tío. Al que vi solo unas dos o tres veces fue a Fernández Huidobro. Al principio respetamos la norma, el Ñato se movía por la casa, a veces comíamos juntos, llegó un momento que era una relación normal, él se escondía cuando venía gente de afuera. David sí, desde un principio era una relación casi abierta, inclusive venía su esposa Olga a visitarlo, cenaban en casa, y ella se quedaba a dormir con él.

Este detalle de las visitas de la esposa de Cámpora a un local del MLN es otra demostración de los fallos en cuanto a la seguridad. Ya nos había pasado en 1967, cuando María Elia Topolansky y su esposo entonces, Leonel Martínez Platero le prestaron su casa a Nell Tacci para que se entrevistara con su novia y las consecuencias que esto tuvo para el MLN. Otro fallo que se repitió por falta de autocrítica.

Continúa Laura: Yo quería ir para Amazonas, pero la propia estructura organizativa logra retenerme hasta la noche, cuando llega otro compañero y me confirma que mis padres están heridos, pero no se sabe bien en qué estado. Anduvimos como en banda toda la noche, yendo de un lado para otro, los milicos estaban como locos patrullando toda la ciudad. Había sido un otoño recaluroso pero justo ese día bajó mucho la temperatura y recuerdo haber estado en la casa de "Toni" un joven del MLN recordado porque luego fue a pelear con los sandinistas y murió en Nicaragua.

¿Nunca imaginaste en los días previos aquel desenlace?

No. En tal caso pensaba que la que podía morir era yo. Estaba instalada la idea de que a los que mataban eran a gurises jóvenes para generar terror. Había total y completa noción del riesgo, pero sí, nunca pensamos un caso así.

En esos primeros días no tuve contacto con mi hermana, que la habían llevado con mis tíos y abuelos paternos, una familia que no era ni de izquierda, y que siempre vieron con muy malos ojos la militancia de mi padre…. Hasta que al final fuimos a la casa de un compañero donde estuve clandestina unos tres meses, no me dejaban hablar por teléfono con el resto de mi familia que no sabía nada de mí.

Ese compañero se llamaba Nelson Hernández y nuestro contacto y dependencia jerárquica era Lucía Topolansky. Hicimos una reunión en un monoambiente en la cual supe años después participó ella y José Mujica, aunque de acuerdo con las reglas ellos me veían, pero yo no a ellos, y esa mujer estuvo durante no sé cuánto tiempo sin resolver absolutamente nada ni para mí ni para mi hermana. Pasaban los días y esta Lucía (Topolansky); creo que le decían Ana, no resolvía nada.

Estaba la posibilidad de que yo pasara como una más a la clandestinidad, si bien ya estaba cayendo toda la Organización, mientras, se veía si nos podían sacar a Cuba. Ahí se empezó a mover gente de peso político. Zelmar Michellini que era primo de Nené Michellini, prima de mi padre, se movió por mi caso, Y el otro fue el escribano Cersósimo, "pachequista" del propio gobierno del Partido Colorado, que era el marido de Nené. Cersósimo cuando era jovencito iba a casa de mi padre, y mi viejo siempre repetía que había sido motivado por Cersósimo para estudiar Notariado.

Ambos lograron cierto acuerdo con el Escuadrón para que a Ana y a mí nos dejaran en paz.  Cersósimo, si bien se había separado por cuestiones políticas, lo quería mucho a mi padre y llegaron a pasar algunos días de verano juntos en familia.

Yo no pude vivir la muerte de mis padres, no pude ir al velorio, no pude ir al entierro, no pude llorarlos, no pude nada. Evidentemente Laura lo pasó mal, muy mal…

Durante la dictadura los compañeros más cercanos me protegieron bastante, de lo contrario hubiese terminado presa. Sé de compañeros que caían presos y daban nombres en la tortura, pero nunca dieron el mío. También después del primer momento, la policía decidió protegerme, creo que todos coincidían en que ya había sufrido bastante.

¿Y en qué quedó de ahí en más tu relación con el MLN?

Estuve mucho tiempo viviendo en la indigencia. En el MLN no importa la ética, ya no importa ni lo que hagas, lo único que les importa es que pertenezcas y obedezcas. Inclusive con el tiempo se empezó a decir que yo era una militante cuestionada, de terror. Mi persona les quemaba. Inconscientemente al principio, pero luego de forma explícita, yo les generaba un gran sentimiento de culpa por la cagada que habían hecho con mis padres y con nosotras, si bien ya de por sí resultó ser gente muy psicópata. No me refiero a la masa, sino a los dirigentes, estos autoproclamados que se colocaron allí para toda vida, me refiero a la cúpula del MLN que no han hecho nada. Nunca hicieron nada por los familiares a no ser que fueras su amante o amigo.

Yo tengo que decir que la situación de Laura Martirena no ha sido la única. Para el MLN siempre hubo presos de primera, presos de segunda y presos de tercer; muertos de primera y de segunda y de tercera. Del mismo modo que hubo familiares de primera, de segunda y de tercera. Se reivindica a unos muertos y a otros se los olvida. A unos familiares se los ayudó y a otros no, del mismo modo que se consiguió que la Justicia devolviera algunas propiedades puestas al servicio del MLN, como la estancia Caraguatá y otras se permitió que el tiempo las convirtiera en ruinas.

En Amazonas 1440 se hace una entrevista a Carlos Caillabet "Wilde"

En la página 145 se dice que El segundo nivel de control y vigilancia sobre la casa de Amazonas 1440 son los registros fotográficos que ocurrían desde tiempo atrás. Todo el barrio lo sabía, repiten los distintos testimonios malvinenses.

Carlos Caillabet, nacido y radicado actualmente en Paysandú, alias Wilde,  también vivía en Malvín, ni más ni menos, que en la mítica y popular esquina "bolichera” de Orinoco y Michigan, donde todo se sabía. Vivía en una buhardilla, al costado del entonces Bar Michigan (y cruzando con el Bar de Manolo) con otros dos compañeros y se integró tempranamente, como tantos jóvenes, al MLN-Tupamaros.

Nepo Wassen, integrante por entonces de la Dirección del MLN le había encomendado a Caillabet, a sus jóvenes 22 años, que realizara tareas en un nuevo comando de información y contrainteligencia policial en 1971.

Téngase en cuenta esta fecha, 1971, cuando Wassen y Caillabet toman contacto. Wassen fue detenido en julio de ese año, por lo que el encuentro debió ser anterior. Dónde estaba Amodio Pérez en esos momentos? Preso en Punta Carretas, trabajando para El Abuso. Solo desde la mala fe se pudo concebir que la caída de la calle Amazonas fuera por una delación, y menos que esa delación haya sido mía.

Continúa Perroni: El lirismo de Wassen, por convicción o inocencia, o por no vivir en el barrio, afloró en su máxima expresión y no tuvo mejor propuesta que radicarlo clandestino en la casa de los Martirena,  en la misma manzana donde vivía Caillabet.

La reacción de Wilde no se hizo esperar; al punto que la historia lo recoge casi como un adelantado de lo que los viejos dirigentes no alcanzaban a ver, y casi el único, que por encima de la bonhomía suicida de Luis Martirena, antepuso argumentos que lo llevaron a enfrentarse duramente con el inquilino de Amazonas 1440 "Raúl" en la interna de la organización, casado con Flora.

Durmió allí dos noches en enero del 72 en un clima de alta tensión política y organizativa "no podía pegar un ojo", pero la gota que desbordó el vaso fue cuando el dueño de casa lo tildó de “cagón”. Llamó a Wassen y  le dijo "me voy, esta casa está requemada, explicáselo vos", inculpando también a Wassen al aclararle que todo el Uruguay sabía que Martirena su familia recién habían vuelto a la casa tras residir un año en Cuba.

Veamos en palabras del propio Caillabet cómo le relata a Cámpora esos momentos:

La verdad de la milanesa en lo que a mí refiere es que en el verano 71—72 aprox. Nepo me manda a Amazonas para ver qué me parece llevar mi grupo allí. Tengo discrepancias con Martirena. Yo no sabía quién era, pero de acuerdo a lo que me cuenta su situación, a mi juicio no ofrecía una buena cobertura, sobre todo porque me dijo que era público que recién llegaba de Cuba. Una de las discusiones fue algo fuerte. Le dije que él confiaba en su profesión, vinculaciones etc. y que la represión no iba a contemplar esas cosas. Flora (Ivette), aparentemente me daba la razón. Luego de largas discusiones Nepo nos manda a un local en la calle Friburgo.

Allí tenemos una reunión con el Ñato unos días antes del 14 de abril. Ese local cae el 15 de abril. Nunca supe cómo. Presumo que también estaba vigilado. Bueno, un fuerte abrazo y pa lo que diga. Carlos (Wilde).

Como se ve, ni una mención a Amodio Pérez. Una última acotación. Cámpora siempre afirmó que el berretín de su casa lo había entregado yo, aunque nunca hubiera estado en su casa. Pues bien, en la página 219, su hija Silvia dice que alguien había cantado en la tortura que estaba eso –el berretín, agrego yo- y le dieron a papá la paliza y él también aflojó porque sabía que habían aflojado los otros y los trajo a casa. Y les mostró dónde estaba el berretín, agrego yo, finalmente.

 

Esta es otra acusación que termina siendo desmentida por los mismos que las elaboraron. Yo no los culpo que hayan entregado a compañeros, locales, tatuceras y todo lo demás. Es más, seguramente si a mí me hubieran torturado habría hecho lo mismo. De lo que me quejo es que me echen a mí las culpas de lo que hicieron ellos.


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