04.NOV.20 | PostaPorteña 2161

CHILE ANTE EL PRECIPICIO

Por Miguel Fuentes

 

¿Asamblea Constituyente o Asamblea Popular de Emergencia?

 

Un país ante la doble perspectiva de la revolución y el colapso [1]

 

Miguel Fuentes   Primera Parte

1. Introducción

La crisis política y social abierta en Chile por la pasada rebelión popular de octubre no responde, en última instancia, ni a la mera crisis del modelo económico neoliberal imperante en este país desde hace más de tres décadas, así como tampoco, de manera exclusiva, al inicio de una nueva crisis histórica del sistema capitalista

Por el contrario, el estallido social chileno del año pasado, el cual se produjo en el marco de una importante agudización de la sequía que afecta al país y de otros graves problemas medioambientales que golpean ya a diversas regiones, es parte integral de una crisis eco-social terminal e irreversible que amenaza durante las próximas décadas con producir, como consecuencia de la combinación de los golpes de la actual crisis mundial capitalista y los efectos (terminales) de la dinámica de cambio climático súper catastrófico, derrumbe energético y del agotamiento de recursos que avanza a nivel internacional… el derrumbe completo del Estado nación Chileno. 

A partir de aquí, el pasado estallido popular en Chileno debe entenderse ni como el comienzo de un proceso obrero revolucionario clásico tal como los vistos durante el siglo XX, así como tampoco al modo de un ascenso de lucha popular por los derechos civiles tal como aquel desarrollado en Chile durante los años 80’s con las protestas antidictatoriales, sino que, en realidad, como uno de los primeros síntomas del comienzo de una verdadera Disputa Popular Planetaria por el control de los recursos, esto en el marco de un proceso de derrumbe completo (o colapso) del sistema capitalista mundial.

2. La necesidad de un nuevo programa y una nueva política… ante una nueva época histórica

Durante las décadas de 2020 y 2040, tal como muestran una serie de modelos climáticos, el avance del cambio climático producirá la desertificación de una gran parte del territorio chileno, así como también una caída catastrófica de los recursos básicos (agua, alimentos, insumos productivos, etc.) que pondrá en cuestión la existencia de las grandes ciudades y de la propia nación chilena. En un contexto de crisis estructural marcado tanto por el desarrollo de mega catástrofes medioambientales crónicas (por ejemplo, entre otras, el desarrollo de súper sequías, mega incendios, aludes y tormentas de magnitudes inéditas, fenómenos de muerte masiva crónica de especies marinas, extinciones fulminantes de cadenas tróficas), así como también por el avance del calentamiento global y de una crisis energética internacional a gran escala producida por el agotamiento de los combustibles fósiles, podría ser así el propio Estado nación chileno el que, luego de más de doscientos años de existencia, experimente un final radical, dramático y violento.

¡El destino de Chile podría estar sellado! ¡Los golpes del próximo Armagedón climático global que convertirá a una gran parte de nuestro planeta en inhabitable, esto por ejemplo luego de que alcancemos en fechas cercanas un aumento del calentamiento global superior a los 1.5 grados centígrados, ponen en cuestión la propia viabilidad de la nación chilena!

Una súper sequía volverá inhabitable gran parte del territorio chileno hacia el 2030

¡Malditos! ¡El pueblo chileno se aproxima a una masacre segura y a un proceso de destrucción eco-social de magnitudes geológico-históricas implacable! ¡Los capitalistas y sus gobiernos han condenado a Chile a una destrucción completa casi segura! ¡Ellos sacrificaron a nuestro país, a la mayor parte de su población y a las especies naturales que pueblan su territorio, por sus malditas ganancias! Los ríos, los bosques, los paisajes naturales de belleza milenaria que alguna vez pudimos contemplar en las lejanías del altiplano o los parajes australes, ¡han sido destruidos! Los sonidos de los riachuelos que alguna vez escuchamos en nuestras infancias en medio de los parajes de Chile central, el murmullo de los roedores e insectos de los bosques templados del sur de Chile, el sonido de las aves marinas acercándose a nuestras costas, ¡silenciados para siempre por el afán de lucro del maldito empresario! ¡Lo destruyeron todo! ¡Lo acabaron todo!

Y heredaron así a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, el silencio de una desolación desértica infinita, ¡por siempre! ¡Todo por sus ganancias! ¡Todo por sus riquezas! Y todo, también, por nuestra estupidez de no haber destruido al capitalismo a tiempo: seducidos, dormidos y domesticados como perros por esos lujos y placeres baratos con que el capitalismo nos compró para asegurar su vorágine destructiva. ¡Malditos! ¡El Capitalismo destruyó a Chile! ¡El Capitalismo destruyó al mundo!

Sin embargo, como ya dijimos, la naturaleza no será la única afectada por la gran crisis geológico-histórica que se avecina. Durante las próximas décadas, las principales ciudades de Chile (entre otras Santiago, Antofagasta, Arica, Concepción), víctimas de una disminución catastrófica de las fuentes de agua, alimentos y de insumos básicos, experimentarán crisis de subsistencia generalizadas que podrían ocasionar, muy posiblemente, o bien una completa modificación de sus estilos de vida, o bien su derrumbe completo. La imposibilidad de mantener los niveles de producción agrícola y ganadera actuales, la disminución drástica de los bienes importados como efecto de la crisis de recursos mundial que generará el cambio climático y la crisis energética, así como también la carencia de medicinas, vestuario y bienes tecnológicos, ¡significarán un quiebre en la continuidad del desarrollo urbano moderno en nuestro país!

¡El fin de las ciudades! Levantadas por el esfuerzo y la creatividad de múltiples generaciones de chilenos y extranjeros, aquellas que cargaron sobre sí con la tarea de la construcción de los pilares de nuestra memoria histórica, ¡destruidas! Esos espacios urbanos en los cuales se gestó una parte importante de nuestra identidad cultural, desde las grandes capitales hasta los pequeños pueblos y caseríos de las áreas remotas, ¡condenados a la desaparición! Esas calles por donde transitaron los movimientos sociales en lucha por sus derechos, aquellas plazas, casas patrimoniales y locales partidarios en los cuales se escucha todavía el eco de todos aquellos que construyeron lo que hoy llamamos Chile, desde Bernardo O’Higgins y los próceres de nuestra independencia hasta los fundadores del movimiento obrero Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest, llegando hasta los grandes líderes políticos del siglo XX tales como Salvador Allende o Gladys Marín, ¡silenciados! Esos teatros, escuelas y centros sociales en los cuales se escucharon las voces de Gabriela Mistral, Pablo Neruda y la de los cantores populares de nuestra historia tales como Violeta Parra o Víctor Jara, ¡olvidados! Esos estadios y anfiteatros en los cuales decenas de miles vibraron con las canciones de Quilapayún o Los Prisioneros, ¡derrumbados! Esos espacios, cotidianos, en los cuales una gran parte de los chilenos creció, conoció sus primeros amores, frustraciones y alegrías, esos rincones en los cuales transcurrieron las historias personales de cada uno de los habitantes de nuestra patria, ¡borrados de la faz del planeta! ¡Todo por sus riquezas! ¡Todo por sus malditas riquezas! ¡Perros! ¡El Capitalismo destruyó a Chile! ¡El Capitalismo destruyó al mundo!

Las grandes ciudades chilenas se derrumbarán 

Para peor, en este contexto próximo de derrumbe urbano generalizado, el colapso de las cadenas productivas industriales y la desintegración de las estructuras sociales de la sociedad moderna (por ejemplo, la estructura de clases del sistema industrial contemporáneo) no podrá más que generar, con casi toda seguridad, un inevitable escenario de caos y descomposición social en todo el país que podría ser pronto intensificado, magnificado, tanto por el peligro de invasión de las potencias imperialistas y extranjeras en desintegración (que se lanzarán a la conquista de los últimos recursos planetarios), así como también por el avance hacia el sur de decenas de millones de desesperados provenientes de otras regiones de América Latina ya inviables para la vida humana (por ejemplo, Centro América o el norte de Sudamérica). Tarde o temprano, serán decenas de millones los que, dispuestos a todo y provenientes de países ya totalmente arrasados por la catástrofe climática y el colapso de sus respectivas sociedades, se lanzarán hacia los territorios del sur de América (último reducto de habitabilidad humana de nuestro subcontinente) en busca de recursos básicos para su sobrevivencia.

Un escenario como éste, probable durante este siglo si tenemos en cuenta los impactos que un calentamiento global entre 2 y 4 grados centígrados sobre la línea de base del siglo XIX tendría sobre los ecosistemas y sistemas sociales alrededor del mundo, haría inviable, por lo tanto, la continuidad de las dinámicas tradicionales de lucha de clases asociadas a la presente sociedad industrial, así como también la efectividad (y viabilidad histórica) de todos los proyectos de sociedad propios de la modernidad: por ejemplo, el liberalismo y los sistemas democrático-parlamentarios, las diversas formas de nacionalismo burgués tales como el populismo-autoritario o el fascismo, las distintas variantes de regímenes monárquico-capitalistas contemporáneos (por ejemplo, las llamadas petro-monarquías), o bien las diversas formas de dictaduras políticas unipersonales o unipartidistas basadas en la existencia del Estado-nación moderno, así como también las distintas modalidades de socialismo industrial (por ejemplo, el modelo soviético). Un ejemplo de lo anterior sería, entre otros, el inevitable proceso de debilitamiento orgánicocorrosión estructural y posterior derrumbe sistémico que la combinación de la crisis ecológica-ambiental y la descomposición de la economía y la sociedad capitalista estaría por producir en los principales resortes del sistema productivo, generando desde allí, en consecuencia, la literal desintegración de vastos sectores de la clase obrera y el proletariado moderno: en otras palabras, el sujeto social considerado como central por los proyectos marxistas revolucionarios hasta hoy.

El colapso de la sociedad industrial

Ante este escenario, cataclísmico, que preanuncia nada menos que la apertura de una nueva época histórica y geológica, las estúpidas social-democracias e izquierdas moderno-industrialistas (por ejemplo, en el caso de las organizaciones marxistas tradicionales) se contentan simplemente con seguir repitiendo, en sus diversas tendencias y programas, las mismas ideas de hace dos siglos (obsoletas) en torno a “cómo construir una sociedad mejor”. En lo que respecta al análisis y las perspectivas del pasado estallido popular chileno, en los hechos una de las primeras manifestaciones de una incipiente disputa popular planetaria por los recursos alentada por la combinación de los efectos cada vez más catastróficos de la crisis ecológica-energética global, por un lado, y una situación internacional cada vez más inestable como resultado del estado de descomposición crónica de la economía mundial y el sistema social y político capitalista, por otro, dichos sectores políticos se dedican sencillamente a repetir (aunque con aires de “seriedad estratégica” y “sofisticación académica”) que todo lo que estaría aquí en juego sería, o bien la necesidad de una “nueva Constitución”, o bien la perspectiva de una “Asamblea Constituyente”

Una cuestión similar sucede en el caso del análisis de estos sectores respecto al desarrollo del actual ciclo pandémico, el cual sería tomado, con suerte, como un mero “adorno discursivo” en sus respectivos análisis y reflexiones estratégicas, esto sin llegar a comprendérselo como lo que realmente es; es decir, no sólo como una expresión directa del inicio de una fase súper catastrófica de la crisis ecológica planetaria (de la cual ha sido uno de los productos hasta ahora más claros), sino que, además, como una de las manifestaciones iniciales de un proceso de colapso civilizatorio capaz de actuar, tal como hemos visto durante los últimos meses alrededor mundo, al modo de un agente orgánico disruptivo del propio curso de la lucha de clases contemporánea.

Totalmente ignorantes y ciegos ante las perspectivas súper-catastróficas del cambio climático y la apertura de un nuevo contexto geológico-social determinado por el inicio de la VI Extinción Masiva y la nueva época del Antropoceno, estos payasos (y próximos traidores mortales de la lucha ante el colapso) no son capaces así, como veremos, más que dedicarse a repetir como monos de circo una serie de consignas y perspectivas de transformación social pensadas para una era histórica caduca. ¡Ciegos! ¡Sordos! ¡Mudos! ¡Autómatas que repiten, como malditos loros, una serie fórmulas y recetas políticas hoy ya inservibles para enfrentar los escenarios de hecatombe eco-social planetaria que se aproximan!

La nueva socialdemocracia y la izquierda parlamentaria chilena son totalmente ignorantes respecto a los peligros que se avecinan

En el caso de la consigna por una “nueva Constitución”, defendida hoy en Chile entre otros sectores por los referentes neo-concertacionistas del Frente Amplio y el Partido Comunista, lo único que aquellos son capaces de ofrecer en sus respectivas propuestas en torno al llamado “proceso constituyente” no son más que, simplemente, una serie de lugares comunes alrededor de una supuesta perspectiva (ilusoria y etérea) en torno a la construcción de un “Chile realmente democrático”. Esto último al modo de una reedición decadente, aunque en pleno siglo XXI, de los proyectos nacionales de desarrollo industrial con “perfil social” impulsados ya sea por los gobiernos de Frente Popular de mediados del siglo pasado, o bien por aquel que liderara Salvador Allende durante la Unidad Popular.

Una nueva “Unidad Popular”, ¡claro!, en medio de un pronto derrumbe ecosistémico generalizado y en el contexto de una escasez súper catastrófica global de recursos, todo esto, para colmo, al calor de un proyecto de transformación social caracterizado, no importa que la situación histórica apunte a un escenario de caos global incomparablemente más pronunciado a cualquiera de los desarrollados durante el siglo XX, por un profundo respeto de los actuales marcos institucionales y por un papel mucho, mucho más protagónico, tal como los dictados de la corrección política progresista demandan, de las banderas “multicolores” y las tendencias  millenials de los “nuevos” actores sociales del Chile contemporáneo. Una nueva “Unidad Popular”, esta vez adquiriendo la fisonomía de una prostituta barata, senil y miserable (con el rostro mimetizado de una Michelle Bachelet y sus cachorros frenteamplistas y comunistas) de los poderes neoliberales y el capital.

Asimismo, reproduciendo bajo otro formato la misma estupidez anterior, no obstante, con un tono más “combativo” y esta vez en el terreno de las organizaciones de izquierda anticapitalista parlamentarias que levantaron ante el pasado estallido popular la consigna de “Asamblea Constituyente”, lo que tendríamos como oferta sería aquí, más o menos, cien años después, una reedición… del proceso constituyente ruso de 1917 (soviets incluidos). Un ejemplo de esta “oferta revolucionaria” la podemos encontrar en la propuesta de Asamblea Constituyente (apellidada aquí como “libre” y “soberana”) defendida por algunas organizaciones estudiantiles en el ámbito de la renovación trotskista-institucional tales como el PTR, el Movimiento Anticapitalista y el MST agrupadas en el llamado “Comando por una Asamblea Constituyente”. ¡Evidente!

Una Asamblea Constituyente “verdaderamente libre”, “realmente democrática” y “plenamente soberana” que tendría como objetivo, supuestamente, sentar las condiciones para el avance en el escenario nacional de una política anticapitalista (propugnada en redes sociales por señoritos mediático-sonrientes y muy seguidores de las buenas costumbres ciudadanas tales como Dauno Tótoro), aunque ahora, como era de esperarse de las nuevas generaciones hípster del trotskismo chileno, con un tono marcadamente parlamentario y respetuoso de los demás “actores” del “juego político”; por ejemplo, las ya mencionadas alimañas frenteamplistas u otros de los “potenciales aliados” que estas organizaciones trotskistas (con baba en la boca) esperarían llegar a encontrar en sus tan anhelados puestos congresales. ¡Sin duda! Una Asamblea Constituyente Rusa (a lo 1917), aunque en este caso en el contexto de una crisis medioambiental y de recursos (a lo 2020) que podría generar, en el mediano plazo, la desaparición en Chile (por desintegración) de una gran parte del movimiento obrero, esto como efecto del derrumbe inevitable del sistema industrial que dicha crisis ecosistémica traerá consigo.

Una Asamblea Constituyente, a la vez libre y a la vez soberana… ¡aunque ahora, tan sólo por mencionar algunas de las “peculiaridades” (inéditas) de la situación histórica actual que nuestros nuevos bolchevique-universitarios (con vinosos apellidos del tipo Müller, Aylwin, Grau o Thielemann) parecen obviar… en medio de una crisis hídrica de carácter terminal que hará pronto inviable la vida en aproximadamente la mitad de Chile.

En otras palabras, una Asamblea Constituyente (a la vez libre, a la vez soberana) que, al menos al nivel de como aquella es presentada por los ya mencionados señoritos y señoritas del Trotskismo institucional (muchos de aquellos educados, por supuesto, en el seno de las mismas facultades y universidades de elite en las cuales se forman las clases dirigentes y empresariales chilenas), sería totalmente ajena, absolutamente  ignorante y definitivamente ciega ante las principales problemáticas (ecosociales) en las cuales se jugará, desde ahora y para siempre, la vida y la muerte de cada uno de los habitantes de nuestro país.

¡Pueblo de Chile!

¡Trabajadores! ¡Pobladores! ¡Estudiantes! ¡Campesinos! ¡Pueblos Indígenas!

¡Intelectuales! ¡Mujeres! ¡Juventud! ¡Representantes del Arte y el Deporte!

¡A todos los elementos productivos de la nación!

¡Chile está en Peligro!

¡La destrucción del Estado-Nación Chileno es inevitable!

¡La Revolución está en Peligro!

¡El colapso civilizatorio ya no puede ser frenado!

¡El Socialismo está en Peligro!

¡El movimiento obrero y los sectores populares chilenos se dirigen a un derrumbe definitivo!

¡Explotados todos!

Obrero, poblador, estudiante, campesino, intelectual…

¡Tú que te encuentras ante el precipicio y la muerte!

¡Escucha esta advertencia!

¡Pon atención a este llamado…será el último antes de tu caída!


[1] Este documento forma parte del material Chile ante el precipicio ¿Asamblea Constituyente o Asamblea Popular de Emergencia? Una propuesta programática marxista-colapsista para Chile escrito durante las semanas de la rebelión de octubre del 2019 en Chile y que se encuentra actualmente en actualización con el objetivo de ser publicado al modo de una primera propuesta programática colapsista para la lucha de clases chilena.


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