Como habrás observado, ni un test trucho que da positivo a cualquier cosa, ni la atroz evidencia de que se han tomado criminales medidas en función de que ha muerto el 0,012% de la humanidad de no se sabe qué muerte, rozan siquiera al pandemista paranoico, pues los pensamientos son esclavos de la pasión.
Marcelo Marchese 19.11.2020 UyPress
Cuando una persona vive un ataque de paranoia, no la tranquiliza ningún argumento por más razonable que sea, pues la paranoia elabora una lógica perfecta, y por lo tanto, si al que sufre un ataque de paranoia le decís que aunque nos asustaron con que habría miles de muertos y los hospitales colapsarían y sólo murieron cincuenta que tenían a su vez cáncer o algo peor, y los hospitales parecen un desierto, te van a decir, con su lógica paranoide, que todo eso fue gracias a la cuarentena.
Entonces si los argumentos poco cuentan, de lo que se trata es de saber por qué la gente cree esta farsa gigantesca, y la respuesta es sencilla, como debe ser toda respuesta a un gran problema: mucha gente cree esta farsa gigantesca porque necesita creerla.
Parece evidente que por un lado, el que quería estar encerrado, aquel que no tenía una vida social exitosa, está contento con que todos estén encerrados, pues la cuarentena iguala hacia abajo y, como dice el proverbio, mal de muchos, consuelo de bobos. Aquel que no lograba verse de manera grata en el espejo de su creación, de su trabajo negado, de aquello que daba a los demás, ya no recibe de vuelta esa penosa imagen, pues el intercambio con los demás ha sido disminuido.
Un poco más complicado de ver es otro elemento de este fenómeno, y para explicar un fenómeno, suele ser eficiente ir a su símbolo más perfecto, que en nuestro caso es el tapabocas.
Se puede pensar que el tapabocas se usa por una responsabilidad bondadosa, para no contagiar al otro, y es cierto. También es evidente que se usa por miedo, como una forma de decirle al otro: así como yo me pongo esta inmundicia, ponétela vos, y también es cierto, pero la clave es que por fas o por nefas, la persona cree que tiene algo malo dentro y que el otro, su prójimo, también tiene algo malo dentro. Tal cosa mala no existe, pero logra el carácter de existencia por obra del pensamiento. Esa cosa mala que se tiene dentro cuando nada malo hay dentro, es resultado de otra cosa igualmente invisible, llamada culpa. Miles y miles de millones de olas de discurso y de obrar antihumano han generado esta resaca de culpa, y las fuerzas creativas del hombre, siempre contenidas y ahora, además, reprimidas, acumulan resaca en la resaca.
Se teme lo que el otro tiene, y se teme lo que uno tiene, y eso que se teme sale por la boca, la boca que respira, la boca que sonríe, la boca que come, la boca que grita, la boca que habla y la boca que seduce ¿Nunca te llamó la atención que la prostituta haga todo lo que se le pida, salvo besar en la boca? Sólo besa al que ama, porque el beso, esa mixtura de carne y espíritu, es sagrado. Por la boca tuvimos nuestra primera unión con nuestra madre, una expresión de la todopoderosa Naturaleza, y por la boca daremos el último suspiro.
Pensarás que te digo que la cosa no funcionará por razonamientos y me contradigo razonando. El hombre es una totalidad, y si la pasión es madre de la razón, el vínculo queda establecido y la razón puede mover a la pasión, sobre todo si la razón viene acompañada de una conmoción emocional y ahí tenés la función del arte y su superioridad sobre la filosofía y la ciencia, pues el artista no mueve al hombre en su razón, sino que lo mueve en toda su humanidad.
Así que asistimos a una operación a la que no podemos enfrentar solamente mediante discursos o artículos, y entonces, uno se pregunta ¿qué hacer? Si han logrado erosionar las fuerzas anímicas del hombre, de lo que se trata es de impulsar las fuerzas anímicas del hombre y ahí se define esta lucha, la lucha de las luchas, pues nunca jamás ningún imperio había intentado imponer una dictadura mundial.
Los que enfrentamos la dictadura contamos en nuestro ejército con las fuerzas anímicas de la humanidad, que necesita crear, dar vida, producir bienes materiales y espirituales, pues eso es la humanidad, una vasta creadora de vida.
La dictadura pretende negar al hombre y cuanto más lo niega, más se fortalece. La dictadura es resultado de un largo proceso histórico que ha dejado al hombre de rodillas y sin atributos, y le ha hecho dudar sobre la existencia de la verdad, nada menos, una de las estrategias más siniestras del poder.
Ya no hay verdad, sino infinitas verdades, infinitos relatos igualmente válidos, y con la verdad se han ido al demonio los conceptos de bien y mal, cuando esta operación ha sido llevada a cabo por los peores malvados que podamos imaginar, la escoria que ha producido en su vasta obra la humanidad.
Así que pienso que debemos usar sin escrúpulos de las palabras "bien" y "mal", así como de la palabra "malvados" y "psicópatas", pues esto es lo que son esta escoria humana, una manga de psicópatas con el mayor poder jamás reunido.
Son el sarcoptes scabiei que produce la sarna, y el cuerpo en que pretende instalarse esta sarna somos nosotros.