Jonathan Jakubowicz - @JoJakubowicz
Maradona es la izquierda latinoamericana. Llenó su pueblo de ilusiones para después rumbeárselo todo en perico y putas. Se cagó en los poderosos mientras se hacía su esclavo y al final lo destruyó todo. Pero la ilusión inicial fue tan grande que la mayoría lo volvería a intentar.
En 2009, Rahm Emanuel, jefe de gabinete del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cito la frase de Winston Churchill en 1947: “Nunca se debe desperdiciar una grave crisis. Esta crisis ofrece una oportunidad para lograr lo que antes no podíamos”.
Esto hizo la élite financiera del planeta con la crisis del COVID-19, con el pretexto de proteger la vida de los ciudadanos. Es utilizar el estado de emergencia sanitaria para imponer un confinamiento general, el cese de la economía, el uso de una máscara (y pronto la vacuna obligatoria), medidas que en tiempos normales nunca hubieran podido aplicarse.
Los funcionarios de gobierno afirman que el encierro salvó vidas, pero esta supuesta “cura” ha causado más daño que la enfermedad (COVID-19): desempleo, quiebras de empresas, divorcios, suicidios, ancianos abandonados, desconfianza a todos por ser posibles portadores del virus, etc.
La clase media está siendo eliminada, y parece que éste es el objetivo: destruir la economía, reducirla a cero y empezar un nuevo sistema que impondrá nuevos controles y someterá a toda la gente a una completa tiranía. La élite financiera lo llama “The Great Reset” (el gran reinicio)
Tal escenario ya se había sido sugerido en un documento de la Fundación Rockefeller de 2010, el “lockstep”, la contención general de la población y de toda la actividad económica. Y el “Evento 201” el 18 de octubre de 2019, patrocinado por el Foro Económico Mundial (FEM) y por Bill Gates, que simuló la pandemia del coronavirus y las medidas a tomar.
El 9 de junio de 2020, el FEM anunció el tema de la reunión de 2021: el gran reinicio. Es un plan de gobernanza global vinculado a la Agenda 2030 de la ONU, que busca regular, controlar y redefinir todos los aspectos de la vida (supuestamente para el desarrollo sostenible). “La pandemia representa una oportunidad para repensar, reinventar y reiniciar nuestro mundo, para crear un mundo más saludable, más justo y más próspero”
En 2015, la ONU publicó el documento “Transformando nuestro Mundo: Agenda 2030 para el desarrollo sostenible”, dividido en 17 objetivos (14 de los cuales implican la vacunación para todos)
La otra prioridad del “gran reinicio”, según el FEM, son las “innovaciones de la cuarta revolución industrial”, el transhumanismo, para fusionar al hombre con la máquina y hacerlo más eficiente: un ser, mitad humano, mitad robot, conectado a una computadora central llamada “inteligencia artificial”: “La idea de ser humano cambiará”, “ya no podremos distinguir lo natural de lo artificial”
“No cambia lo que hacemos, sino que nos cambia”
Aquí entra en juego la vacuna que Bill Gates quiere inyectar en cada ser humano, una identidad digital para demostrar que ha sido vacunado contra el coronavirus, lo que le permitirá trabajar, moverse libremente y tener acceso a los servicios gubernamentales. Inyectaría un chip para identificarse digitalmente y hacer compras, y podrá ser localizado en cualquier momento por satélite. Quienes rechacen la vacuna se verán privados de medios de pago cuando se retire el dinero de papel.
Ver video en inglés/francés: https://youtube.com/watch?v=sgAeyLkj760
ALAIN PILOTE, Revista San Miguel N° 52, Canadá (Resumen) KGOSNI 308 nov 26 2020
(editorial Kgosni nov 2020)
Cada día corremos el riesgo de accidentarnos, de enfermar o de morir por los peligros del entorno, riesgos naturales de la vida, muy distintos a los riesgos de la degradación social.
Ahora los riesgos naturales se reprimen, mientras se normaliza el riesgo de ser secuestrado, asesinado, violado, asaltado... y encarcelado.
Hace algunas décadas, contraer varicela, sarampión, paperas o gripe era lo más natural del mundo, todos esperaban ese momento; los niños eran tratados y curados normalmente.
El propio cuerpo salía inmune y fortalecido después de cada enfermedad.
Ahora las enfermedades naturales son motivo de escándalo y de negocio con todo tipo de fármacos y vacunas que suplen a la naturaleza y a los médicos; riesgos naturales suplidos por otros riesgos: parálisis, intoxicación, autismo, cáncer... incluso la muerte.
Más aún, aspectos propios de la condición humana, como la ansiedad, la bipolaridad, el insomnio o la depresión ?ya no digamos la fiebre o la diarrea?, son diagnosticados como enfermedades y se venden fármacos para combatirlos... ¡de por vida!
Salir a la calle es un riesgo, pero el riesgo es parte de la vida y no debiera ser razón para confinarse. Mucho menos las medidas contra natura ante el riesgo de un supuesto virus que nadie ha visto, y que causan más muertes y enfermedades que ningún virus existente, y que afectan la naturaleza social del ser humano... todo, ¡en nombre de la salud y de la ciencia!
Con el chantaje de no contagiar a otros, se imponen encierros y cierran bocas, (hipócritas) que en realidad esconden el propio miedo a ser contagiados, a una multa y a la represión.
Se pide respetar el miedo de los otros, pero no se respeta la libertad de los que no tienen miedo: el miedo es obligatorio. Se respeta la sumisión y se reprime la voz crítica. La sana mayoría se somete a la minoría enferma.
Con la plandemia, nunca había sido tan claro lo mucho que los grandes capitalistas necesitan de los gobiernos, y cómo éstos han sido controlados en una dictadura global.
Andrés Núñez Leites
Me levanto todos los días a las 6.00. A veces antes, porque tengo un par de vecinos pájaros que ocasionalmente empiezan su escándalo con el amanecer, que a esta altura del año es a las 5.30; no sé si dicen "quiero aparearme" o "no te acerques a mi territorio que te reviento", o las dos cosas a la vez; supongo que es lo que quieren comunicar esos dinosaurios que, por cierto, me encantan y me alegran con su primitivo apego a la vida. Lo primero que hago es prender la radio y sintonizar alguna frecuencia AM. Excepto Radio Clarín y Radio Clásica, las demás son bastante malas, porque los locutores cometen el error de decir lo que piensan, en lugar de limitarse a la noble tarea de dar las noticias, y casi no hay quien piense compleja y originalmente.
Hoy terminó de "saturarme" una radio liberal cuyo nombre prefiero omitir porque es representativa de todas las otras. Bastó. Casi 10 minutos de pseudo-datos sobre el Covid 19 (cifras absolutas sin comparación con otras enfermedades mortales, tratamiento de reactivos positivos como "enfermos", etc.) más una serie de ultra-repetidas recomendaciones de los locutores para que todos "nos cuidemos". Deberíamos cuidarnos de ellos.
Deberíamos cuidarnos del sentido común, del versito verosímil repetido sin contrastación científica. Estamos ante una siembra masiva del miedo. La verdadera pandemia es el miedo.
En el día de ayer, los integrantes del Movus que iniciaron una acción de amparo por incumplimientos ambientales de la empresa UPM en su proyectada planta de celulosa en el departamento de Durazno, presentaron en tiempo y forma (1) la apelación de la sentencia de primera instancia que, a pesar de haberse comprobado la denuncia, no hizo lugar a las medidas propuestas para subsanar esa situación.
Los incumplimientos de la autorización ambiental demostrados en el juicio son:
Seguir adelante con el proyecto de planta de celulosa sin haber resuelto estas dos condiciones es temerario e irresponsable. Por lo tanto, apelaremos a todas las vías legales posibles para que se suspendan las actividades de construcción hasta tanto pueda verificarse a cabalidad el cumplimiento de esos requisitos.
Movimiento por un Uruguay Sustentable (Movus)
27 de noviembre de 2020
(1) La apelación debía ser presentada tres días después de la sentencia de primera instancia. Se estima que el Tribunal de Apelaciones se pronuncie en el término de diez días.
MOVUS - Movimiento por un Uruguay sustentable
Aunque no me satisfizo el nivel de vuestra crítica, me satisface que se debata el tema, pues lo peor para una democracia es el silencio y en particular, la conspiración del silencio, pues la unanimidad, sobre todo cuando está basada en la censura, es una característica de la dictadura.
No es que asistamos a una dictadura cualquiera, asistimos a la peor de las formas que pueda revestir una dictadura, la de rostro invisible, pues no otra cosa es una dictadura que pasa desapercibida ante periodistas que se han dedicado a cuestionar nuestra pasada dictadura.
Les cuento algo sobre las dictaduras: las que son más jodidas, son las que tienen el respaldo de la gente, comenzando por los periodistas. Aquella otra adolecía de un punto flojo: nunca tuvo el total respaldo de la población y a partir de la crisis del 80, ni siquiera tenía un respaldo mayoritario. Claro, violaban gente, castraban, desaparecían, pero una dictadura no se mide por eso, sino por el poder que tiene en sus manos, pues la dictadura es un institución de la república romana cuando era necesario concentrar el poder en una mano.
En términos de daño a la humanidad, esta dictadura, en su estado germinal, es peor que toda otra dictadura en la historia. El daño ya generado en niños y jóvenes es irreversible y constituye un descenso de las fuerzas anímicas de la humanidad. Eso se logra violando constituciones, lo que implica violar derechos y asestarles un golpe a futuro. El resultado de todo esto es la pérdida de nuestra libertad de hacer y hablar, con el consiguiente, ruinoso y en grado sumo preocupante, deterioro de nuestros goces.
Demasiado dudoso es todo lo que se relaciona con esta pandemia, dicho por científicos y por personas que prefieren no ser científicos, para imponer tamañas medidas que llevan a una inevitable ruina económica y su papilla de sangre y huesos con millones de individuos, que vendrá acompañada del descenso por unos cuantos escalones en el infierno de nuestra especie.
En cuanto a la ciencia como una religión, no lo decimos nosotros, hace siglos que venimos diciendo que la ciencia se ha convertido en una nueva fe, y cualquiera que razone sobre su relación interna con los postulados de la ciencia, reconocerá que dejó un amplio espacio a la fe.
Sucede que a su vez, la pandemia viene acompañada de un discurso moral, como manera de mostrar su verdadero rostro por la prostitución de lo bello, y entonces los que no cumplimos las órdenes ridículas somos pecadores, y lo que dicen ciertos científicos que al mismo tiempo tienen contratos jugosos, es la verdad revelada por los sacerdotes.
Los muertos que contáis como muertos por coronavirus, no son muertos por coronavirus y si lo fueran, no justificarían estas medidas que han provocado más muertes que el coronavirus y por añadidura, han traído un desastre total.
La tarea del periodista es dudar, y no tragarse anzuelos. Sea como fuere, algo falló en el método. El tiempo sólo será un huracán de piedra y fuego sobre la fortaleza de vuestra fe. Luego, bienvenidos.
Marcelo Marchese
Daniel Figares respondió al breve texto que le dediqué en este muro con una columna radial en la que se niega a debatir conmigo o con los otros involucrados por la anterior columna suya y de Haberkorn.
La conducta de Figares es doblemente reprochable.
Por un lado, porque nos atribuye a Andacht, a Bayce, a Marchese y a mi cosas que no dijimos, para después atacarnos por esas cosas que él y Haberkorn inventaron. Es decir: miente.
Por otro lado, lo hace cobardemente, porque no es capaz de decirnos en la cara lo que dice en impune soledad ante el micrófono.
Supuse que no iba a aceptar debatir con ninguno de nosotros, porque nos atribuyó cosas que no dijimos y eso iba a quedar en evidencia.
En mi post anterior afirmé que, si Figares y Haberkorn no asumían un cara a cara público con nosotros, sumarían a su conducta la cobardía intelectual.
En eso me equivoqué. Una persona, en especial un periodista, que tergiversa y miente, y luego se niega a dar la cara para que sus mentiras no queden en evidencia, no solo es un cobarde intelectual. Es también un cobarde moral.
Es todo lo que voy a decir sobre Figares.
Mi propuesta de confrontar versiones sigue abierta. Pero sé que él no la va a aceptar, porque no puede sostener las falsedades que me atribuyó.
De modo que, si vuelve a cacarear en la radio, solo pregúntenle "¿por qué no te animaste a decirle a Hoenir en la cara lo que dijiste sobre él a solas en la radio?"
Con eso está todo dicho.
Hoenir Sarthou