En Caras y Caretas del pasado viernes 4 se publica un reportaje a Mauricio Rosencof, para que éste anuncie que va a publicar una nueva novela.
Este personaje es uno de los creadores intelectuales de la historia oficial del MLN por la cual los responsables de la debacle del año 72 salvaban sus responsabilidades echándoles las culpas a otros. De paso, evitaban que se investigaran sus comportamientos en los cuarteles y hasta el presente todavía no se sepa cómo y por qué Sendic fue detenido y a punto estuvo de perder la vida, luego de negarse a aceptar la “rendición honrosa” que entre los presos y los militares, entre los que se encontraba el coronel Ramón Trabal, le ofrecieron la noche del 25 de agosto de 1972, en el cuartel Florida.
Quien firma el publirreportaje, de nombre Daniel Alejandro, se asombra “que un hombre que ha sufrido tanto siga teniendo en su mirada ese brillo especial de un joven ilusionado… esperanza y amor son los sentimientos que traducen sus ojos, esos que han sido testigos de las más crudas realidades”.
Este joven de espíritu revolucionario, según el cronista, aprendió pronto las artes del engaño y ganó sus primeros abundantes dólares dando charlas a los incautos que creyeron sus historias, a tal punto que se ganó las críticas del viejo Julio Marenales, que lo recriminó, aunque sin nombrarlo, en el libro que le escribió Márquez Zacchino.
Desde entonces adoptó un perfil bajo, lo que lo puso a resguardo de las críticas tan comunes a sus compinches de fechorías.
En el publirreportaje, nombra a dos de sus más connotados compinches, que no pueden ser otros que el Ñato y el Pepe. Los nombra en medio de una anécdota que ya fue contada por Zabalza, aunque con algunos cambios. Los personajes eran Marenales y Sendic y los bulones del Ñato se transformaron en clavos. Según Zabalza quien distraía a la guardia era Sendic y en esta historia es Mujica. Todo lo demás, coincide casi palabra por palabra, lo que me causa cierta sorpresa.
Ni Zabalza ni Rosencof hablan de la coincidencia de ambos tercetos en pensar en poner en práctica el mismo plan de fuga, circunstancia que de haber sido real los dos intentos, alguno lo habría mencionado.
En este caso creo que una vez más, como ha sido costumbre, quien miente es Rosencof, otro plagiario que ya ha sido desmentido por sus propias compañeras del MLN, a causa de un cuento que se inventó sucedido en Punta de Rieles y que contó como un hecho real.
-"Es muy difícil no extrañar la lucidez, la inteligencia, el humor. Era un tipo de una lucidez impresionante. Hay hechos que hoy se cuestionan porque no son bien comprendidos. Él tenía más visión de lo que la gente se imagina. Me acuerdo una vez que estábamos en una catacumba en Paso de los Toros, casi sin ventilación porque el aire entraba solo por la escalera. Con el Pepe y el Ñato estuvimos allí durante dos años. Un buen día el Ñato me dice: "Ruso, puedo llegar al techo, hay unos bulones, voy a tantearlos". Entonces tuvimos que organizarnos para que si un guardia llegara a aparecer, el Pepe que tenía su celda pegada a la escalera, pudiera distraerlo. Así es que llega hasta la superficie y se da cuenta que las tuercas estaban aflojadas, pero las chapas no las movía ni Cristo. Tiempo después nos enteramos que arriba estaban colocados los tramos de esos puentes de hierro que usan los ingenieros para cruzar el agua. Y bien digo Cristo, porque resulta que cuando vino Juan Pablo II a Montevideo, la base del escenario era ese puente-"
Héctor Amodio Pérez