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Así fue la Mascarada Electoral del 6-D en Venezuela

Por El Libertario

 

Redacción El Libertario 08 Dic 2020

 
Lo primero y más importante a decir es que en tanto anarquistas repudiamos todo el tramposo esquema de representatividad atribuida a los torneos electorales por los Estados contemporáneos, quienes así quieren presentarse como expresión legitima de la masiva voluntad de la colectividad, cuando ciertamente esa voluntad ha sido víctima de un largo proceso de control ventajista, engaño sistemático y manipulación que a fin de cuentas hace que las votaciones terminen por ser mera confirmación de lo que en cada coyuntura interesa a la estructura de opresión y explotación.

Pero la cosa no ha quedado allí. Para escenificar del modo más convincente la comedia electoral, los sistemas políticos que hoy se asumen como modelo a seguir se dan el lujo de unas reglas de juego para los eventos comiciales que pretende la mayor pulcritud en su realización, pues si se ha sido eficiente en domesticar la mente del electorado no hay peligro en que se salga del libreto, pues ya va a las urnas condicionado para ello. Las supuestas opciones distintas entre las que se elige tiende a ser matices de lo mismo, así que el pretendido juego limpio que hoy es virtud imprescindible que se atribuye a los comicios pueda proclamarse a voz de cuello en esos que se autocalifican como Estados con los regímenes políticos más avanzados, pues al haber refinado sus procedimientos de control social no les resulta necesario recurrir a tramoyas más toscas de manipulación electoral, que si existen y son más evidentes en sociedades donde el poder aún requieren de ellas.

Tal es el caso de Venezuela, y con más fuerza actualmente, en tanto acá impera un régimen político autoritario al que le cabe con todas sus letras calificarlo en el modelo de dictadura del siglo XXI, siendo un Estado opresivo que aún aspira cumplir formalidades electorales de representatividad, no se preocupa de hacerlo respetando las mínimas reglas de limpieza en la realización de comicios que, mal que bien, suelen proclamarse en el ámbito latinoamericano y que tendían a seguirse en el país, por supuesto que con violaciones para nada excepcionales. Pero en las circunstancias actuales y como era de esperarse, hay un cúmulo de denuncias en torno a las elecciones legislativas del 6 de diciembre.

Estas elecciones fueron cuestionadas desde el principio por factores internos y externos que están enfrentados a los actuales gobernantes,  pero no ciertamente a la estructura opresiva del Estado venezolana...

La expropiación de los tradicionales partidos opositores por argucias leguleyas de magistrados chavoistas y su entrega a falsos competidores, la anulación política de rivales y la falta de observadores internacionales fueron algunos de los elementos por las que no se les reconoció como una votación legítima dentro de los cánones de representatividad y honestidad de los que se precian los estados modernos. Ahora se suman otras denuncias sobre irregularidades en el mismo proceso del sufragio. Porque, incluso con unas elecciones diseñadas a la total conveniencia de la dictadura, no pudieron cumplir con los protocolos electorales previamente estipulados.

Apertura irregular de centros electorales

Esta vez no hacía falta incurrir en irregularidades para ganar (como se denunció en elecciones previas) pero sí para aumentar el índice de participación.

La abstención final fue altísima, reconocida  a regañadientes por el servil organismo electoral en más de 69 %. Ello a pesar de la campaña para incentivar el voto que hizo personalmente Nicolás Maduro y todos sus funcionarios. Pero diversos observadores la estiman mucho más alta, cercana al 82 % según se acotaba apenas una hora antes del cierre formal de los centros electorales. Fue entonces cuando ocurrió la irregularidad mayor: dejar abiertos por más tiempo los centros electorales, que no tenían electores en espera como lo estipula la ley para permitirlo, esto con el fin de activar la maquinaria de movilización de electores, obligados por a la dictadura a salir de sus casas para votar bajo amenazas varias, como dejar de recibir los bonos en efectivo que otorga el Estado, suspender la entrega de la caja de alimentos subsidiada, perder la vivienda cedida por el Estado, o -como lo dejaron claro las bandas armadas paramilitares- la directa amenaza de violencia física

La ley electoral venezolana solo permite prolongar la apertura de centros electorales solo si hay filas de votantes afuera, lo cual no era el caso en esta oportunidad. La organización Súmate vigiló todo el proceso y reportó que 89,85% de 2.043 centros de votación en el país no tenían colas después de las 6 pm pero que  el 80,51% de ellos permanecieron abiertos después de la hora de cierre, lo que viola el artículo 121 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales. Añadieron que en el 49,97% de los 2.043 centros de votación, los jefes de la repartición de las cajas subsidiadas de alimentos CLAP acompañaban a los electores para confirmar que votaban, incluso después de las 6 pm, hora de cierre.

Periodistas también constataron la irregularidad durante un recorrido por los centros electorales. Se observó cómo un centro del municipio Libertador que estaba sin electores a la hora del cierre mantuvo sus puertas abiertas durante horas y recibió a una votante pasadas las 10 de la noche. La irregularidad de mantener forzadamente los centros electorales abiertos fue refrendada incluso en televisión por Jorge Rodríguez, alto funcionario del gobierno de Maduro.

Presencia armada y movilización fraudulenta

La presencia armada, formal o irregular, fue otra constante en las polémicas elecciones del 6 de diciembre. Se registró presencia de grupos armados o violentos en sus alrededores intimidando y coaccionando a electores en 25,6 % de los 2.473 centros de votación. Además, se constató que en 26% de los centros se movilizó a electores usando a la Fuerza Armada después de las 6 pm, hora formal de cierre. Y en 35,79 % ocurrió lo mismo pero usando bienes del Estado.

Opaco proceso y turbio conteo

Se alertó, durante varios días previos, de la poca transparencia informativa que rodeaba al proceso del 6-D. Hay serias dudas de que las 29.622 máquinas de votación que el CNE dice que desplegó funcionaron todas y correctamente durante la jornada». Reportes preliminares sugieren que al menos 3 mil máquinas (mesas) no estaban activadas. Se desconoce si en estos casos se pasó a votación manual. Súmate, por su parte, aseguró en sus denuncias lo siguiente: en 87,32 % de 2.043 centros de votación impidieron el acceso a los ciudadanos al acto de verificación Ciudadana; en 87,57% impidieron el acceso a los ciudadanos al acto de escrutinio, lo que está garantizado en la ley; en 24,36% de 264 centros de votación en el país no imprimieron las actas para los testigos y miembros de mesa, violando los procedimientos establecidos en la ley y en 49,56% de esos centros se realizó el sorteo para la verificación ciudadana antes de la impresión de las actas, violando procedimientos legales.

El Covid salió a votar

Un elemento adicional se sumó a los protocolos electorales este 2020. Es la bioseguridad contra la covid-19 porque el coronavirus sigue circulando.

Las ansias de aumentar la participación hicieron que, incluso sin portar ninguna mascarilla, se permitió la participación de los electores, como constató El Estímulo en un centro electoral de La Pastora, al oeste de Caracas. Pero Súmate observó que, en muchos centros, ni siquiera los funcionarios utilizaban mascarillas o procuraban el distanciamiento social. «En 33,19 % de 264 centros de votación, los funcionarios electorales no usaron correctamente el tapabocas en prevención por covid-19 durante los actos de escrutinio y verificación ciudadana», escribieron junto a otras denuncias. El porcentaje fue peor en el caso del distanciamiento social. «En 47,58% de 264 centros de votación no se respetaron medidas de distanciamiento físico durante actos de escrutinio y verificación ciudadana».

Un pintoresco cambio de centro de votación

De todas las denuncias, quizás la más grotesca, dando apropiado cierre a esta nota, tuvo como protagonista al mismo Nicolás Maduro, quien siempre ha votado en el liceo Miguel Antonio Caro, de Catia, el mismo colegio donde sufragaba Hugo Chávez. Pero esta vez no quiso ir hasta el oeste de la capital y decidió votar en un centro electoral dentro de Fuerte Tiuna, el complejo militar donde vive. Con sumisa prontitud, el Consejo Nacional Electoral lo cambio de centro en ese mismo momento.

[Los datos en que se basa ente post fueron tomados de diversos reportes de prensa accesibles en Internet.]


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