26.DIC.20 | PostaPorteña 2173

A 54 años de la muerte de Carlos Flores y 49 años del asesinato de Pascasio Báez

Por AMODIO

 

Transcripción de parte  del  audio del programa  de Amodio Pérez “La otra campana” del martes 22/12/20 de 11 a 12 por Radio Nacional (CX30, 1130 AM)

 

Ayer, 21 de diciembre se cumplieron 49 años del asesinato de Pascasio Báez. Pascasio Báez no era un oligarca explotador, ni un político corrupto ni un cobarde torturador, ni un agente de CIA.

Era un peón rural. Un trabajador del campo a quien la organización que lo asesinó decía defender. Aunque 4 fueron quienes decidieron su muerte, dos quienes aportaron el pentotal mortal y uno solo el que se lo inyectó, todos quienes alguna vez integramos el MLN debemos sentirnos responsables de esa muerte.

Hoy se sabe que solo dos de los presentes en le Caraguatá mostraron reparos ante la decisión del Ejecutivo. El resto, la aceptó y participó, tanto en el engaño previo a su ejecución, como en la muerte misma y en el enterramiento.

Varios de los que decidieron su muerte integraron el grupo de los rehenes, y todos integran el selecto grupo de los héroes tupamaros. Para más indignación, al dueño de la propiedad, participante directo en el asesinato y enterramiento se le devolvió la propiedad.

Hoy 22 de diciembre se cumplen 54 años de un hecho que tuvo una importancia fundamental en lo que se ha dado en llamar la historia reciente.

En la otra punta del año, en el mes de enero, se había realizado una reunión, luego llamada Primera Convención, en un chalet en la zona de los balnearios.

Los grupos que desde el año 1963 se venían planteando utilizar la lucha armada como la única herramienta válida para realizar en Uruguay la revolución que nos permitiera cambiar la estructura social que considerábamos tremendamente injusta, nos veníamos reuniendo periódicamente.

Eramos gente que proveníamos de distintas orientaciones políticas, por lo tanto con distintas visiones del proceso que deberíamos seguir y que pese a los esfuerzos realizados durante un par de años no se había logrado unificar.

Proveníamos algunos del Partido Socialista, otros eran integrantes del MIR, escindido del P Comunista, otros provenían del MAC,( Movimiento de Apoyo al Campesino) una escisión del MRO, de origen nacionalista, otros de la FAU, de tendencia anarquista y finalmente algunos, que no respondían a ninguna de estas organizaciones.

Pese a que las palabras de Sendic, la acción nos une, las palabras nos separan habían sido aceptadas por todos, la verdad es que esos dos años se emplearon en discutir acerca de las diferencias que nos enfrentaban en lo político y en lo sindical y las pocas acciones conjuntas que se intentaron o acabaron en fracaso o sirvieron para aumentar las diferencias.

Como intento para romper con esa situación de discusión permanente y para dar ejemplo de combatividad, Sendic impulsó, con apoyo de algún integrante del grupo del P Socialista, especialmente Jorge Manera, el asalto al banco de la esquina de Rivera y Arrascaeta, asalto que intentaron llevarlo a cabo tres dirigentes de UTAA, Vique, Santana y Castillo, que culminó con el apresamiento de los tres.

Este hecho, pero más que nada el comportamiento de Sendic, que organizó el asalto sin que el resto de sus compañeros en el organismo que en teoría estaba organizando la revolución en el Uruguay, mal llamado Coordinador, a punto estuvo romper ese intento de acción conjunta.

Quizás como un intento para restaurar las heridas internas, durante meses todos los grupos planificamos y montamos un operativo de rescate de los tres dirigentes de UTAA a la espera de su traslado en tren a la cárcel de Artigas.

El rescate fracasó porque la compañera que debía darnos la noticia del traslado, a último momento se arrepintió y no lo hizo.

Pese al fracaso, ese intento de rescate sirvió para comprobar el grado de compromiso de todos y de cada uno, y eso también fue marcando diferencias.

Los provenientes del P Socialista ya habíamos robado la dinamita de la cantera de Pan de Azúcar, habíamos asaltado a un carnicero a la salida de su casa en Carrasco y habíamos fracasado en el asalto a un banco en Larrañaga y San Martín, el día que el Gral. De Gaulle visitaba Uruguay.

Las diferencias fundamentales se daban con los compañeros del MIR y de la FAU que temían el aprovechamiento político que del trabajo conjunto pudiera hacer el P Socialista, al que Sendic pertenecía.

En realidad los temores eran bastante fundados, pero lo mismo podía decirse del MIR, ya que ambas organizaciones pretendían que antes de organizar el grupo armado debía formarse el partido político que lo condujera.

Y era evidente que ambas organizaciones pensaban en ser ellas las conductoras del proceso revolucionario.

Pero internamente había ido ganando fuerza la idea, impulsada también por Sendic, de que la nueva organización que surgiera debía ser político-militar y sus dirigentes desempeñar ambas funciones.

Fue así que en enero de 1966, todos los grupos que hasta ese momento formaban el Coordinador y con la presencia de José Díaz, entonces secretario del PSocialista y con Luján Molins como representante de las Juventudes del PSocialista, que aunque no integraban el Coordinador se les dio voz en la reunión pero no voto, nos reunimos nuevamente.

En esa reunión no participó Sendic, por no estar en Montevideo y en ella se decidió disolver el Coordinador, ya que las Organizaciones MIR y FAU no estaban de acuerdo con las formas organizativas que se adoptaban y se alejarían de la militancia conjunta, pero manteniendo una relación fraterna y de apoyo mutuo.

La presencia de José Díaz fue para tomar nota de que los tupamaros provenientes del Partido no seguirían la disciplina partidaria y que usarían al partido como cantera de reclutamiento.

A Molins se le prometió que se continuaría proporcionándoles asistencia técnica ya que pensaban organizar su propio aparato armado.

Mal informado Sendic creyó que lo que se había disuelto era el espíritu revolucionario y viajó urgente a Montevideo. Ya habíamos alquilado el local de José L. Terra y Larrañaga y en ese local se le explicó lo sucedido y lo acordado, que no era otra cosa que seguir trabajando para formar la organización político-militar que él propugnaba con los que estábamos de acuerdo con esa medida –los integrantes del MAC y del PSocialista, adoptar el nombre de Tupamaros, que hasta ese momento no era la denominación oficial, elaborar un reglamento interno y formar una dirección de tres miembros, uno del MAC y otro del grupo socialista y Sendic como tercer miembro.

Las responsabilidades recayeron en Huidobro y Tabaré Rivero.

Nos dimos una organización celular, cada una con un responsable político y otro militar que teníamos asignado día de reunión en el local ya mencionado y se comenzó a discutir el reglamento interno y se empezó a trabajar para concretar el objetivo fijado.

Para eso se entró en contacto con gente que provenía de Tacuara, una organización filofascista argentina, algunos de cuyos miembros se habían pasado al marxismo, habían realizado en Argentina el asalto a un policlínico el Bancario, que les reportó varios millones, pese a los muertos y los clandestinos que tuvieron y que estaban radicados en Montevideo.

Con ellos llegó Abraham Guillén, el que había estado en la guerra civil española y con ellos fuimos adquiriendo algunos conocimientos que nos faltaban.

Después el tiempo nos dirá que ninguno de ellos nos dio todo lo que esperábamos, pero eso es materia de otra charla.

Los argentinos, Joe Baxter, Andrés Cataldo, Rodríguez Primón y Nell Tacci, aunque no eran formalmente tupamaros, participaron en algunas de las acciones de pertrechamiento necesarias y en algún asalto a bancos.

El tema de las armas, cómo hacernos con ellas era una cuestión fundamental y las armerías no nos daban el tipo de armas que deberíamos tener, pero eran un gran elemento de propaganda.

Por lo tanto, el par de metralletas que los argentinos trajeron y algunas pistolas calibre 45 eran para nosotros un elemento de atracción hacia ellos.

Pero quedaba pendiente el tema dinero. Internamente había compañeros que cuestionaban que el dinero empleado para hacer la revolución fuera producto de los asaltos a bancos, por un tema de ética política.

Esas opiniones, aunque minoritarias, nos hizo ver que al ritmo de desarrollo que queríamos alcanzar, los asaltos a bancos no nos proporcionaban lo suficiente más que para unos meses.

Además, fuimos comprobando que los bancos declaraban que los montos de los robos eran muy superiores a la realidad e incluso que en algunos bancos los empleados escondían parte del dinero a la espera de ser asaltados para apropiarse de las sumas escondidas.

En esos momentos se descartaron de forma expresa los secuestros y se comenzó a pensar en dar un gran golpe que nos diera liquidez por un tiempo largo.

Tabaré Rivero proporcionó la información necesaria sobre los pagos de salarios en FUNSA y luego de varios meses de estudio se resolvió intentarlo el día del pago de los jornales y el aguinaldo.

Antes hubo que vencer la resistencia de Sendic, que opinaba que no era de revolucionarios robar el dinero de los jornales. Se impuso el criterio de que lo era, ya que el robo no era a los trabajadores sino a la empresa.

Todo aparecía muy sencillo y se realizaría dando la impresión de ser una banda argentina y para eso dejaríamos varios rastros que así lo indicaran. Queríamos evitar a toda costa ser descubiertos antes de tener montado un aparato mínimo de mantenimiento, tanto en lo material como en el apoyo social que creíamos necesario.

Digo que todo parecía muy sencillo porque el dinero venía en unos carros que pasaban a pocos metros de un portón abierto, sin armas y sin custodia.

En el intento participábamos casi todos los tupamaros, tanto hombres como mujeres. No participaban ni Manera ni Marenales, que deberían estar en sus puestos de trabajo en Epoca, Sendic, al que cuidábamos como símbolo y el mismo Tabaré Rivero, sancionado por un problema interno.

De acuerdo a lo planificado, se robó una camioneta que se creyó la más adecuada, una Chevrolet americana, la que se escondió en el garaje del local de José L.Terra y Gustavo Gallinal, a la que se adosó una placa de hormigón en la tapa de la caja, como protección para los compañeros que irían en su interior.

El conductor era Huidobro, que llevaba como acompañante a Andrés Cataldo y en la caja iban Carlos Flores y Nell Tacci.

Otros compañeros estarían ubicados frente a FUNSA, para actuar como apoyo en caso necesario. A mí me había tocado una función que ya había dado resultados buenos en otras ocasiones, y que era actuar como un elemento aparentemente ajeno al operativo, haciendo de campana y de coordinador volante, aprovechando la práctica que en el uso de las motos y las Vespas de entonces había alcanzado.

Para tal tarea tenía que estar ubicado en la esquina de Gral. Flores y Larrañaga a las 7 en punto de la mañana, a esperar el paso de la Chevrolet que vendría por Gral. Flores desde Gustavo Gallinal. Desde ese momento yo me mantendría detrás, a cierta distancia, mientras la camioneta recogía en la esquina de Gral.Flores y Propios a Carlos Flores.

Cuando yo todavía no estaba estacionado en la esquina que me correspondía, vi pasar a la camioneta en dirección a Propios. Se había adelantado, por lo que Carlos Flores no estaba en el sitio que le correspondía.

La camioneta hizo el giro en Propios, hizo el giro en Larrañaga y volvió a la esquina de Propios. Flores ya estaba en el lugar y subió a la camioneta.

En esas vueltas fue identificada por un amigo del dueño, quien llama a la policía. Se dirige al lugar un coche patrullero, iniciándose un intenso tiroteo, que culmina en Burgues y Bella Vista con la muerte de Carlos Flores, que llevaba una pistola Mauser 7.63 con culatín y que se encasquilló al tercer disparo.

Cataldo llevaba otra Mauser y Nell Tacci la metralleta UZI. En la caja se llevaban varias granadas, fabricadas con la dinamita que habíamos robado en Pan de Azúcar.

Pese al superior armamento la inexperiencia jugó un papel fundamental. Además, la camioneta Chevrolet al huir debía sortear todos los inconvenientes del tránsito, cosa que al patrullero no le ocurría ya que aprovechaba, al mantenerse a unos 50 metros atrás, el camino abierto por la camioneta.

Yo me mantuve todo lo que me fue posible detrás del patrullero y seguí hasta ver cómo la camioneta se detenía contra un árbol en la esquina de Burgues y Bella Vista, hoy Antonio Machado.

Mi presencia pasó inadvertida y pude ver cómo Carlos Flores, el último en abandonar la camioneta, caía abatido al intentarlo. Yo alcancé a los dos argentinos que huían por Ramón Márquez en dirección a B. Artigas, aún llevando las armas a la vista.

Conocedor del barrio, los hice subir a la Vespa y nos metimos los tres en el pasaje que pertenece al Lido y allí nos separamos, pero las armas en mi poder. Media hora después nos encontramos en el punto de encuentro, el local de JLTerra y Larrañaga.

Cuando la policía identifica al muerto, comienza a detener a sus vinculaciones familiares. Su esposa, entonces, más por resentimiento que por afán de colaborar con la policía denuncia a varios amigos, los que son detenidos.

Dos de ellos (Héctor Nieves y Araquel Saradanian) adoptan una actitud colaboracionista  y como en esos momentos la compartimentación era casi nula, dado que proveníamos de organizaciones políticas legales, donde todos nos conocíamos por nombre y apellido, casi automáticamente todos los militantes de Montevideo, con excepción de seis a los que los detenidos no conocían, saben que en poco tiempo serán identificados.

Comienza una etapa de definiciones. El grupo queda en una situación deficitaria, ya que pierde los locales, los domicilios particulares hay que abandonarlos o afrontar las investigaciones.

 La totalidad de los que seremos identificados resolvemos pasar a la clandestinidad.

Esta nueva etapa, con tan solo 127.000 pesos en caja, se va capeando pasando el día en la playa de Pocitos y durmiendo en casa de amigos que pasan a ser colaboradores.

Solo quedó un rancho en el km 23 de Av. Italia, en el Balneario Solymar y un sótano en Gonzalo Ramírez. Cataldo y yo actuamos como enlace entre la dirección y los grupos, más que nada para mantenerlos informados y se me asigna la responsabilidad de entrevistarme con José Díaz para pedirle ayuda del Partido, la que prometió trasladar a la dirección.

Unos días después, Mauricio Rosencof, que tenía una vinculación con Sendic ofrece una casa en Espartero y Feliciano Rodríguez, donde nos reunimos Sendic, Marenales, Manera, Fernández Huidobro y yo para considerar la situación.

Resolvimos continuar con nuestro proyecto revolucionario y constituirnos como Movimiento de Liberación Nacional; adoptamos medidas para sobrellevar la situación planteada, y se plantea como objetivo inmediato la simple subsistencia.

 Consideramos que dadas las características del país, que veintitrés clandestinos eludan la acción policial se considera un éxito militar y político.

Como yo ya estaba clandestino, se resolvió enviar como emisario a Germán Vidal, quien se entrevista con Díaz y Germán transmite la respuesta del Partido: no solo no hay ayuda, sino que exige las renuncias de Manera y Marenales y que se les proporcione los nombres de los demás afiliados del partido en el MLN para darles de baja.

Esa respuesta evidencia bien a las claras la mala fe y la deshonestidad del Comité Ejecutivo de esa época, ya que mientras hacía gárgaras con la palabra revolución, se negaba a colaborar mínimamente con un movimiento que había iniciado la lucha armada en el Uruguay.

En clara muestra de oportunismo no pide la renuncia de Sendic, a quien todavía no se vincula con el MLN, ni las de Rivero y Amodio, a quienes la prensa todavía no vincula al Partido Socialista.

Se resolvió que todos los clandestinos y quienes lo fueran a ser en los próximos días renunciaran públicamente, no proporcionar los nombres del resto de militantes afiliados al Partido porque eso sería denunciarlos públicamente.

Es así que renunciamos Sendic, Manera, Marenales, Alicia Rey, Bassini, Rivero y Amodio. Esto motivó una ruptura de relaciones con la dirección del partido, que se prolongó hasta 1968.

De los tres argentinos que quedaron, el único que se integró al MLN fue Cataldo, que terminó siendo un militante más, incluso luego de la detención de Nell Tacci en julio de 1967.

Nell durante los primeros meses de 1967 actuó de forma descontrolada por el C. Ejecutivo, pese a que fue el propio ejecutivo quien le adjudicara funciones de enlace.

La aparición de los tupamaros, ya convertidos en MLN fue el centro de la atención pública. Es cuando se inician las relaciones con el Partido Comunista. El Comité Central, a través de Mauricio Rosencof ofrece alojamiento para la Dirección del MLN.

Se analizó dicha propuesta y se valoró como muy positiva, habida cuenta de la asumida por el Partido Socialista y porque podía significar el abandono de las posiciones conservadoras del Comité Central del Partido Comunista, según los criterios de aquellos años.

Pero, pese a esas valoraciones positivas, también podían constituir una estrategia del PC para aislar a los miembros de Dirección entre sí y del resto de las bases, por lo que se resuelve no aceptarla, y como contrapropuesta, se plantea que esos enterraderos sean para alojar a los militantes de base, cosa que el PC acepta.

Es así como durante enero y febrero de 1967, la casi totalidad de los militantes clandestinos del MLN se entierran en casas de afiliados comunistas, a quienes se les oculta la situación real.

También la Federación Anarquista colaboró con algunos locales, pero fundamentalmente con documentación falsa para los clandestinos.

Durante enero y febrero de 1967 los únicos que no se entierran son: Sendic, Fernández Huidobro, Manera, Marenales y Cataldo (que oficia de enlace junto con un legal: Carlos Tikas Plechas).

 La función de los pocos legales se convierte en fundamental, sobre todo en tareas de enlace y en atención de los clandestinos que están en el sótano de Gonzalo Ramírez funcionan Leonel Martínez Platero y su hermano Efrain, María Elia Topolanski, Rubén Dibentancourt Brum y los hermanos Líber y Aníbal de Lucía.

Rubén Dibentancourt Brum pronto después dejará la militancia. Con documentos falsos que se tenían se compraron dos terrenos en los balnearios Solymar donde se construyeron dos ranchos.

Estos ranchos se  construyeron por los miembros de la dirección, porque comenzó a plantearse el tema de la compartimentación como un tema de seguridad fundamental.

Será la seguridad interna lo que llevará a la dirección a actuar de manera centralizada, lo que pronto se demostrará nociva para el crecimiento de la propia organización y que recién se resolverá en octubre de 1968.

Se comenzó también una política de austeridad motivada no solo por razones económicas sino fundamentalmente políticas. A tal punto se llevó adelante esa norma de conducta que la policía y la prensa reconocieron ese hecho públicamente.

Esto no quiere decir que si por razones de funcionamiento era necesario invertir dinero en alquileres y en gastos de cobertura, no se hiciera, aunque después se comiera modestamente.

Esta norma de conducta a la que se llamó proletarización precipitó los problemas de esa índole fundamentalmente con Nell Tachi, pero se mantuvo a rajatabla, sobre todo a partir de julio de 1967, cuando la detención de Nell Tacci provocó la pérdida de toda la infraestructura en la zona del este.

Los sucesos del 22 de diciembre y días posteriores no fueron analizados nunca. Más adelante, Eleuterio Fernández Huidobro, el Ñato, dirá en uno de sus libros que la camioneta que él conducía, y que estaba destinada a participar en el asalto a Funsa debió dar varias vueltas en la zona de Propios y Gral. Flores porque Carlos Flores había llegado unos minutos tarde.

Nunca sabremos a ciencia cierta si esos minutos de adelanto fueron o no la causa de que la camioneta fuera identificada, pero lo grave fueron dos cosas: la primera, quizás sea el inicio de la que luego será inveterada costumbre del Ñato, que será la de culpar a otros de sus propios errores. Y la segunda, inaugura la luego mayoritariamente aceptada costumbre de no analizar los sucesos con resultados negativos, sobre todo si en ellos tomaban parte miembros de la Dirección.

Este año no ha sido bueno, evidentemente. Entrará en la historia como el año de la pandemia, o el del covid 19, o el año en el que nuestras costumbres, nuestra forma de vida se vio sacudida desde las raíces.

Poco importa, o al menos a mí me lo parece, si ha sido una enfermedad creada por la naturaleza o por la mano del hombre. El hombre ha creado casi todos los males que pesan sobre la humanidad, así que no me extrañaría que este también fuera obra suya.

Pero sea como sea, tenemos, debemos resistir, porque es la única forma que tenemos de enfrentarnos, tanto a la naturaleza como ante quienes nos ataquen.

Así que les deseo que pasen estas fiestas lo mejor que puedan, que el 2021 será tan malo como éste que ya se acaba y tenemos que estar fuertes. Yo te cuido, cuidame vos no es un eslogan más. Es nuestro futuro y quiero seguir estando con todos ustedes, los oyentes de radio Nacional y con quienes la trabajan y sostienen.


Comunicate