Luis E. Sabini Fernández
https://revistafuturos.noblogs.org/ 08 ene 2021
“dios nos salve de los salvadores que aquí los salvados son los únicos crucificados y los salvadores, los únicos que se salvan”
Tengo varios artículos ya redactados o casi; uno acerca del estado de situación de la oficializada pandemia que viene con tanto sesgo mediático que −sin interés alguno en sumarme a cualquier coro conspiranoico−estoy cada vez más convencido de calificarla como plandemia; otro con el escándalo del “Acuerdo del Siglo”por el cual redes dirigenciales estadounidenses (instrumentalizadas desde Israel) han procurado liquidar la cuestión palestina (y de paso la saharaui; se ve que hay campaña de liquidación al barrer; agregando hutíes y norcoreanos “la haríamos completa”); otra nota, ya prácticamente terminada, gira alrededor del 5G y los desarrollos tecnológicos y mediáticos sobre nuestras singularidades cada vez más heterónomas.
Y, para colmo, me encuentro en la no muy dulce espera de poder concretar un par de ediciones; dos minilibros de unas cien páginas cada uno; el más “anciano”, un “ensayo” por mí presentado al último concurso de tales del semanario Marcha, pocos meses antes de su clausura, en 1973 (la del periódico, que significó el arrasamiento de la editorial con sus originales requisados), y un estudio que hice recientemente, mediante consulta a libros más diarios y sesiones legislativas de la época, sobre el papel del Uruguay en la fundación del Estado de Israel y cuestiones aledañas.
Y esto es apenas lo más a punto de edición. Pero el cierre de tan peculiar año y lo que veo como presente, me lleva a hacer lo que hace tanta gente, escribidora o no, en este momento: un balance, un estado de situación, un resumen, una perspectiva.
Dos datos preliminares y básicos: el abordaje será necesariamente incompleto y, en mi caso, incluirá elementos que he ido desgranando a lo largo de los años (o las décadas) y que veo cada vez más pesantes, abordando así cuestiones con las que lidio desde hace tiempo aunque existan también, claramente, situaciones novedosas.
EL MAR OCÉANO PLANETARIO CONTAMINADO. Plásticos por doquier. Y en consecuencia: toda la pesca contaminada.
¿Y otras aguas? ¿Las dulces por ejemplo? También contaminadas. También por plásticos, pero sobre todo por la modernísima agroindustria; la que iba a ser parte de la solución, que se ha convertido en parte (¡y qué parte!) del problema.
LA REVOLUCIÓN VERDE, que nos iba a liberar del yugo al surco ha creado una nueva dependencia, ahora a la góndola, y encima, aquella promesa de “salvar el planeta con plásticos y plaguicidas”[1] se ha convertido –era esperable−en una temible contaminación planetaria. No sólo el agua, entonces, sino la tierra, el aire.
Y la crisis sobrecogedora, irreversible, de fauna y flora, incluida, sobre todo, mini fauna y mini flora.
Y el 2020 ha agregado un par de remaches al campesinicidio: Uruguay y Argentina han aprobado, con un mes de diferencia, trigo transgénico, resistente a las sequías (sequías que ha estimulado la agroindustria, precisamente). Hay que recordar que desde hacía 20 años los emporios farmacológicos habían aceptado una suerte de tregua o “guerra de no agresión” y no implantar trigo transgénico en el planeta; el 2000 fue el epicentro de una tormenta de resistencia de varias organizaciones y redes campesinas del mundo entero (el MST brasileño, la Union Paysanne de Francia, la Vía Campesina, el movimiento Chipko de la India entre otros), que logró entonces dos compromisos de las empresas de ingeniería genética: 1) no avanzar con semillas suicidas (sic): Monsanto, Bayer, Novartis tenían proyectos de semillas que germinaran una única vez, para asegurarse la dependencia campesina y la recompra, y 2) y no avanzar con la transgénesis en trigo y arroz, considerados los dos cultivos más grandes del mundo.
Triste “avanzada” entonces la de los países platenses que se revelan estrictos seguidores de la idea de mundo que tienen y usufructúan quienes están llevando el planeta a una crisis que muchos entendemos crucial.
En Uruguay y Argentina, por lo visto, se toman en serio la consigna patentada por Monsanto que lo que ellos practican son “ciencias de la vida”. La torsión semántica es otra especialidad de los imperios farmacológicos.
CLIMA EN COMA. ¿El planeta nos está diciendo algo? Reparemos siquiera en el récor de tornados estivales, en los incendios forestales (claro que aquí juegan también los intencionales, como en Argentina o Brasil para expandir la agroindustria, que es otra historia…), en el deshielo del permafrost y el consiguiente desmoronamiento de suelos, en el achique notorio del hielo ártico… pensemos por un instante el estado desesperante de sociedades isleñas o ístmicas; Bangladesh, Filipinas, la zona del Golfo de México; Puerto Rico, Dominica, Honduras, Guatemala, Nicaragua y áreas de EE.UU.).
Junto con tornados también maremotos, tsunamis como el de 2011 que deshizo Fukushima en Japón, que expandió radioactividad fuera de control por todo el océano Pacífico…
Se estima que este tipo de “violencia natural” se ha multiplicado (¿x4, x 5, x 6?) en las últimas décadas.
SAQUEO DEL CENTRO PLANETARIO A LA PERIFERIA. Un viejo cuento. Y muy relacionado con los puntos que acabo de repasar; del agua, la tierra.
Que se remozó con el proceso de “descolonización”, que siguió al saqueo tradicional, en que las metrópolis extraían de colonias −esas tierras “ajenas”− insumos y volcaban en ellas su producción metropolitana, adueñándose de la política para hacer tales intercambios, todo bajo una sola bandera; con el neocolonialismo, siguió la misma relación, pero ahora entre banderas diferenciadas; el país metropolitano portaba la suya y el periférico presentaba la suya, jugando la ficción de independencia. Una ficción, empero, compleja, porque las “nuevas” naciones del Tercer Mundo tienen sí, algún atributo real de independencia en una maraña de ficciones…
Pero el desmantelamiento y el arrasamiento de los países excoloniales ha adquirido tal envergadura que cada vez más gente de allí, desesperada, vende sus pocas pertenencias y paga un extorsivo viaje por tierra o en una embarcación insegura, a manos de traficantes que buscan los billetes y nada les importa su “mercancía”, con lo cual el saldo de muertos en los naufragios de las pateras o en los camiones camuflados es monstruoso, y se repite año a año, en medio de la mayor impunidad de estos traficantes y sobre todo, de la mayor indiferencia de los titulares de la economía que se aprovechan del desmantelamiento y el saqueo en África, Asia, el sur americano. En las Américas, se estima en pleno siglo XXI en unas 600 muertes por año, con tendencia a aumentar ese terrible guarismo (en 2018, sobrepasaron los 800).
Si vemos otras zonas de devastación transnacional, como África, los muertos en travesías por tierra superan trágicamente los cien por año, y por agua, los mil. Y no estamos hablando de represión ni de catástrofes; apenas en las rutinas de los desplazamientos de migrantes o refugiados ambientales pobres.
Si atendemos al estado a que están sometidas las sociedades periféricas, la ONU registra que Siria “tuvo el número más alto de personas desplazadas (6,1 millones), seguida de Colombia (5,8 millones) y la República Democrática del Congo (3,1 millones).[2]
Estos tres casos ejemplifican, con sus diferencias, el alcance y la complejidad de las migraciones forzosas: Siria, sometida a un castigo brutal por ser una sociedad árabe pero laica; los freedom fighters procuraron enderezar esa “anomalía”; Colombia, asiento de un campesinado hostigado y desplazado por fuerzas interesadas en los cultivos que sirvan el narcotráfico y a la vez asiento de una guerrilla de décadas y ante esos dos “actores”, un gobierno absolutamente militarizado y celosamente “guiado” por las técnicas israelíes de supresión de disidencia, y finalmente la República Democrática del Congo, uno de los territorios mayores y más ricos del planeta, sometido a un despojo, una arrebatiña multi- y transnacional que expulsa o aniquila los “eslabones” más débiles.
DEMOCRACIA EN CALZONCILLOS. Las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020 han procesado un striptease que aunque sabido, hacía mucho no se ventilaba.
Tal vez pudimos asomarnos a percibir grietas insondables de la democracia con el 11 de setiembre neoyorquino o con la muerte de Kennedy, duplicada. Pero con esos antecedentes o sin ellos, la disputa desatada entre el globalifóbico Donald Trump y el globalifílico Joe Biden mostró falencias severas de lo que siempre fue vendido y exportado como la Gran Democracia. El “ingreso” al Capitolio (6 ene 2021) ilustra el nivel de manipulación en que se encuentra esta nueva república bananera…
De todos modos, más grave que las trapisondas democráticas como las que estamos registrando, es el tratamiento dado a la verdad, al periodismo, al derecho a la información, con la persecución a Julian Assange.
EE.UU. encontró en WikiLeaks los límites a la libertad informativa a la que nunca había apostado para modelar la realidad −porque confiaba en Hollywood y en sus cadenas de formación de opinión−aunque siempre la invocaba. La aparición, con internet, de un conocimiento de la realidad que va más alláque a la exigua minoría a la que, según Herbert Marcuse, el sistema establecido siempre le permitía conocer (y discutir), desnudó su verdadero rostro: control total.
Pero se trata de un final abierto…
PANDEMIA DECRETADA, MONITOREADA EN EL MUNDO ENTERO POR UNA ORGANIZACIÓN PRIVATIZADA (LA OMS)
El año termina con unos 8 millones de humanos muertos (tasa de mortalidad, grosso modo: 1 o/oo) de una población de alrededor 8 mil millones de seres humanos; al Covid 19 se le asigna un millón y medio de tales muertes. Algo así como 20% del total. Pero en el año 2019 también hubo en el mundo unos 8 millones de humanos muertos. Sin Covid 19 a la vista. Otros diagnósticos, entonces. Pero cantidad de muertos más o menos igual…
Una pandemia, para merecer el nombre de tal, requiere al menos, un aumento claro de la mortalidad humana… si no, ¿de qué estamos hablando? ¿Con qué es que nos están y nos estamos aturullando el día entero?
Esta íntima convicción desde fuera de los centros de investigación puede sonar, a oídos de conciencias biempensantes, de pensamiento políticamente correcto, racionalista, errada, falaz, terraplanista… Remitimos al abordaje de la investigadora estadística Genevieve Briand, de la Johns Hopkins University, que fue, como era de esperar, desautorizada por una institución tan ligada a la peripecia del Covid 19. Porque la realidad, sin embargo existe ¡y de qué modo! [3]
Un aspecto más que ominoso en esta cuestión de la pandemia, más allá del sesgo informativo a que hemos sido arrastrados como sociedades, está en la masificación mediante vacunas de “aportes” transgénicos a nuestros cuerpos, con su rasgo más ominoso: se tratará, se trata, de modificaciones irreversibles. Ser “otro”: ésa es la política de gobernantes que están cansados de trajinar con súbditos tan problemáticos…
GEOPOLÍTICA EN NUESTRO PRESENTE
Hay que enmarcar toda esta recorrida por los poderes desplegados en el planeta. Y en primer lugar, el de la Gran Democracia del Norte. Que, como todos sabemos, está movida por las mejores intenciones y cabalga desde su fundación, tras el expeditivo genocidio a fuego lento o su reducción a mínima expresión, de semínolas, siux, apaches, pies negros, mohicanos, dakotas y mil etnias más, en la mayor excelencia ética imaginable: puesto que sus intereses particulares coinciden de manera bíblica con los del mundo entero y sus afanes democráticos se despegaron de la vieja Europa aristocrática [4] gestando una nación igualitaria (por oposición a aristocrática), sus visiones e intereses coinciden exactamente con los de todos ¿o acaso no?, y en consonancia y consecuencia, no tendrían, los americans, más remedio que responsabilizarse del mundo entero.
¡Esto sí es dialéctica!: superando la Europa aristocrática, los americans, en plena democracia, son los mejores del mundo. Un aristós… de nuevo tipo.
Semejante contradicción los tiene sin cuidado.
La dirigencia estadounidense se ampara en su excepcionalidad.
Tendríamos que aprender a sospechar profundamente de toda excepcionalidad. Toda pretensión de ser únicos (y obviamente mejores).
Pienso tanto en la excepcionalidad del Uruguay democrático, como en la excepcionalidad argentina del peronismo, como en la del sueño socialista soviético que terminó en pesadilla, como en la del sionismo con su “única democracia en Oriente” y lo del “ejército más moral del mundo”.
Porque cada vez estamos más gobernados, controlados, regidos en la más neta heteronomía, sin darnos cuenta. Es decir, creyéndonos demócratas.
[1] Consigna y título de una biblia de la americanization del mundo: Dennis Avery, del Hudson Institute, Indianápolis, 1995.
[2] ONU, MIGRACIÓN, https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2020_es.pdf
[3] https://extramurosrevista.org/estudio-de-experta-de-la-universidad-johns-hopkins-demuestra-que-no-existe-exceso-de-muertes-en-ese-pais-y-que-se-atribuyeron-a-covid-19-las-muertes-por-otras-causas-el-estudio-fue-censurado-y-retir/
[4] Aristós. Los mejores. Aristocracia: ejercicio del poder por los mejores.