10.FEB.21 | PostaPorteña 2184

CONTRA LA MEDICINA MEDICAMENTOSA

Por MataralMatasanos

 

PRESENTACIÓN del Libro de Lezaeta Acharan

“Medicina natural al alcance de todos”

 

por “Matar al Matasanos”

 Los partidarios del covid 19, los covidistas y plandémicos en general, llaman “ciencia” a los dictatoriales preceptos del discurso oficial. Pretenden que sus dogmas fundamentales (virus malos que atacarían el organismo), son fruto de la experimentación científica objetiva. 

Nosotros, quienes denunciamos el despotismo plandémico, la dictadura social y política impuesta en base a ATERRORIZAR al mundo con un VIRUS sostenemos que es una RELIGIÓN, que toda esa medicina medicamentosa que defienden, lejos de contribuir a la salud de las personas, es un invento ideológico burgués, cuya potencia se basa en el interés económico y fuerza militar del Estado mundial. Su supuesta “sabiduría”, no parte en absoluto de la experimentación científica independiente, sino de la superstición, y solo se consolida como “verdad socialmente admitida” por estar al servicio de la tasa de ganancia de la  plutocracia mundial, que como sabemos,   fabrica el consenso popular en base a dinero y publicidad.

¡Nunca pudo ser probado que un virus pueda enfermar a un humano sano! La propia teoría del contagio es una especulación ideológica, cuyos intentos de verificación (y utilización) por parte de todas las fuerzas de las potencias (“científicos”, universidades, ejércitos y servicios secretos) para servirse de ellas como armas de guerra, siempre fracasaron. 

¡Por eso, nunca pudieron crear virus contagiosos que diezmen las poblaciones y siguen utilizando sus tóxicos y armas químicas, junto al armamento convencional, cuando se trata de masacrar poblaciones! 

No, no es por humanismo, ni por filantropía. ¡Por eso la teoría de los virus creados, que contagian y matan a millones, sigue siendo un deseo de los déspotas más que un logro científico! 

Lo que se llama “ciencia” medica es un verdadero opio del pueblo, cuyo punto de partida, lejos de ser la realidad experimental encuentra sus bases en el dualismo religioso bien/mal, cielo/infierno, arriba/abajo, Dios / Diablo, dinero riqueza/ hambre miseria, propiedad privada/desposeídos, reino celestial y reino terrenal, reino de lo puro / blanco y campo de lo sucio/ negro, elegidos por Dios/siervos miserables, mundo inmune/mundo del contagio, pureza/mugre…

Como en toda religión y sistema dogmático y supersticioso, el mal, el que produce   terror, miedo, enfermedad y muerte, viene desde afuera, precisamente de los inmundos y pobres, cuya vileza amenaza a la élite. 

Lo bueno, viene de arriba, de Dios, del cielo, de lo celestial y claro, del “pueblo” elegido, o más bien, de los que Dios eligió para gobernar y dominar. Lo malo viene siempre de abajo, de lo mugriento, de lo oscuro y negruzco, de debajo de la tierra, de lo terroso y de lo terrestre, del infierno, de los bichos, de la inmundicia, de los subversivos, de los sacrílegos y profanadores, que, por supuesto operan en la oscuridad, al servicio del Diablo. Lo que temen los dioses de la tierra, la aristocracia e, infunden como pánico, entre los súbditos para esclavizarlos, es como hace miles de años, lo que no se puede agarrar ni comprobar su existencia. Es decir, los seres diabólicos y subversivos, los poseídos por el diablo y los “terroristas”, las brujas y los herejes, los oscuros seres de tierra adonde reina la mugre, el contagio y predomina lo invisible, los microorganismos… Los virus, que nunca nadie vio  y que nadie sabe bien que son, solo encuentran “explicación racional” como antítesis al mundo celestial y supersticioso: es “lo diabólico que amenaza el mundo de dios”

Ahora bien, en principio los virus, eran los venenos (de ahí viene la palabra) y en la antigüedad, no se le atribuía al mismo, más que ser eso, ser un veneno. Si nadie lo administraba o inyectaba en una persona, la misma, no podía ser poseída por el virus. Fue a fuerza de atribuirle al veneno una subjetividad que no tenía, por parte de la religión y de los militares, convencidos de que su orden era eterno, que los virus (y en general los seres pequeñísimos y que no se podía ver) serán, para el “culto” matasanos   un “bicho malo”. Recién, con posterioridad, en la época de Pasteur, los intereses de la industria farmacéutica naciente hablarán específicamente de microbios y microorganismos. Para la religión, los venenos entraban en la persona como productos del Diablo para “poseer” a la persona, quienes socialmente estaban arriba debían juntarse lo menos posible con el pueblo, por eso no se casaban, ni tenían relaciones estrechas con ellos, ni se aconsejaba compartir un pan con “los de abajo”. 

Sin embargo, la leyenda de su subjetividad, como agente activo, no fue completada por los curas sino por los milicos. Incluso el carácter, no de producto del Diablo, sino de agente activo del Diablo, es decir de que el propio microorganismo sea el MALO  de la película, solo fue teorizado por las fuerzas represivas al servicio del Príncipe. Dicha ideología nacida de lo militar, se fue consolidando mucho más paulatinamente como cultura de la aristocracia dineraria en base a la elaboración cultural de sectas judías, jesuitas, masónicas… que detentaban y monopolizaban el “saber medical”. Exactamente las mismas sectas que dirigen hoy el plandemismo y controlan el poder mundial

En efecto, solo la defensa armada de la élite que, cobraba tributo a todo el pueblo, creará la cultura del microorganismo agresor. Solo una concepción militar de defensa del privilegio del Estado tributario puede haber impuesto socialmente una concepción de la enfermedad como agresión exterior por parte de la naturaleza. Solo una cultura clasista, cuya dominación depende de imponer la medicina “al infecto y sucio pueblo”, puede haber concebido algo tan ajeno al sentimiento comunitario y natural de la salud humana, que contradice la experiencia histórica y el conocimiento de la flora, la fauna y la tierra y su interacción con el ser humano.

Fue efectivamente de los consejeros militares del Príncipe (para guardar la expresión de Maquiavelo, aunque la teoría política precede en miles de años a dicho autor), que dicha concepción militar, de defensa frente al incógnito agresor que viene de abajo y en coherencia, con la cultura religiosa judeocristiana que, se fue forjando, el patrimonio cultural de la medicina oficial. 

La creencia, que irán afirmando las fuerzas militares (cuyo objetivo era defender a la casta y clase dominante y explotadora), nunca verificada de que los “bichos” microscópicos, son malos y que atacan, será la ideología dominante del capitalismo, en toda su imposición mundial y forzada de la medicina, como potencia de domesticación de los pueblos. Por supuesto que la historia del sectarismo supersticioso medico dominante, no vuela más alto que las películas de Hollywood de indios y cowboys. No podía ser de otra manera, Hollywood es controlado por el mismo sectarismo judeocristiano dominante que la industria farmacéutica y los bancos de la aristocracia financiera plandémica. Durante siglos se perseguirá (y se enviará a la hoguera) a gente, por oponerse a la creencia de que” los maléficos microorganismos son causas de las enfermedades”. Como parte del poder, el patrimonio cultural medical, se separará totalmente de lo experimental y tendrá lo militar y lo religioso, como aportes exclusivos.

Nada más normal entonces, que la medicina en la medida que fue adquiriendo status social y prestigio, al lado de curas, milicos, y otros “doctores”, como los abogados…, se haya separado totalmente de concepciones humanistas del ser humano como SER natural y comunitario. En ese mismo proceso, la medicina fue abandonando para siempre el estudio de la salud, del cuerpo humano en su funcionalidad, en su comunidad, para concentrarse en la cuestión de la “patología”. Rompiendo con toda concepción holística de la funcionalidad del cuerpo entero, la medicina se refugiará, como la élite dominante (sus milicos y curas) entonces en el terror al microorganismo como portador de todas las enfermedades, y por lo tanto, reduciendo la vida humana a una cuestión de ataque y defensa. De bichos malos y bichos buenos como enseña el cura y el maestro de escuela. Nada más natural entonces que, esa concepción haya llevado a la medicina, a abandonar completamente el estudio funcional de cuerpo sano en su totalidad y haya encaminado en sus “investigaciones”, al análisis de los pedazos de los cuerpos. Cómo decía Hegel, “solo trabajarán con cadáveres” e incluso de ahí deducirán sus especialidades en función de los pedazos, órganos y patologías, entendiendo cada vez menos de la salud humana, de ahí su fracaso secular.

Basándonos en esta siniestra historia de la medicina, hoy podemos afirmar, sin una sola duda, que todo el andamiaje plandémico y sus fundamentos pseudocientíficos tienen su origen en el interés económico capitalista, el elitismo, el militarismo, el imperialismo y el racismo. 

Las teorías medicamentosas que dominan la medicina oficial, obsesionada por las patologías, centran su pseudociencia en la enfermedad provocada por microorganismos, en función de los intereses de la industria farmacéutica. Es lógico entonces que, lo financiero y farmacéutico guiados por la ganancia del dinero invertido, y no por la salud humana, produzcan químicos y vacunas que enferman y matan, en vez de curar como hemos constatado desde el origen. 

Así como la policía transforma a todo humano en un delincuente en potencia y por lo tanto todo individuo es sospechoso; la medicina encuentra el fundamento de su poder en hacer de todo ser humano un enfermo en potencia, un sospechoso de contagio o ser contagiado. Ni la medicina, ni la policía parten en realidad del humano mismo, como ser gregario, sino de la separación con la comunidad y de la individualización capitalista y mercantil, porque en lo humano solo les interesa lo enfermo y lo  culpable que castra la vida, destruye la comunidad e impide la rebelión. Así como la policía busca someter a todos a su vigilancia constante y su autoridad intentando destruir en cada humano su propia humanidad y buscando hacer de él un buen y obediente ciudadano, la medicina medicamentosa, con sus diagnósticos, patologías y tóxicos, busca transformar a todos los seres vivos en “pacientes” (es decir a quienes se hace sufrir). Como parafraseando a Rodolfo González Pacheco diríamos que, el médico y el policía, destruyen lo humano, para hacer de todos los seres verdaderos “animales domésticos”

El ciudadano paciente, el castrado, el confinado, a quien se le ha destruido su   verdadera energía vital, es el que hace vivir al médico y al milico y es la verdadera base de sustentación clasista de esta sociedad piramidal. Ese animal doméstico es en última instancia el verdadero objetivo, no solo de la policía sino de todo el edificio científico medical (como también lo es de la Iglesia y las otras Instituciones oficiales según las épocas y países). Las organizaciones genocidarias, que hoy dirigen en mundo, en nombre de la ciencia médica, como la OMS, la FDA de Estados Unidos, y sus antenas regionales y nacionales, no son una excepción, sino la regla.

Las teorías medicamentosas, que reinan incuestionablemente en la medicina, no se basan en la salud humana, sino en la patología, en la religión judeocristiana y su concepción del pueblo elegido, en el racismo y la esclavitud organizada por el capital dinero (usurario y comercial) que impuso el sistema capitalista mundial chorreando sangre y lodo, por todos los poros. Ese monstruo de las tres cabezas, el capital, la religión, el Estado, convergen en organizar la dominación de clases, en base al terrorismo ideológico contra falsos enemigos, con el objetivo de siempre, de separar al ser humano, de la tierra, es decir de sus propios medios de vida.

El miedo pseudocientífico a los microorganismos de todo tipo, que componen todo lo natural (aire, agua, tierra) no tieneen realidad ningún asidero humano, sino que tienen su base en el interés del capital en general y la medicina medicamentosa en particular.

La cultura dominante (y la educación que recibimos desde niños) expulsa como “anticiencia”, “complotismo” y/o “charlatanismo” a quienes rechazamos la medicina oficial que hoy sirve de cobertura a la tiranía mundial, que oprime al planeta entero. Frente a ello, más allá de rechazar puntualmente cada mentira del poder, cada falsificación pseudocientífica para encerrar gente, cada artificio milico con cobertura medical, cada manipulación interesada para reprimir, cada invento químico farmacéutico (para hacernos dependientes a sus drogas, cada inmundicia que llaman vacuna, que solo sirven para destruir la salud humana)…, nos parece fundamental retomar las bases mismas de la contraposición histórica entre humanidad y capitalismo, entre la medicina natural u holística y la medicina medicamentosa. Es por eso que presentamos el aporte de Lezaeta en su libro de hace más de un siglo.

Podemos afirmar que en el último siglo, la ciencia médica oficial, con el cuento de los microorganismos asesinos, encubrió, (como hoy, con el coronavirus), a los verdaderos asesinos. Al atribuir causas virales a enfermedades provocadas por   tóxicos de la industria capitalista, le otorgó la legitimidad que necesitaba al  militarismo, a los bombardeos con productos químicos, a la agricultura tóxica y a la mismísima producción y utilización de venenos genocidas en todo el planeta. Recordemos que los laboratorios farmacéuticos como Bayer y Monsanto, dominantes hoy,  son todos “parientes” y herederos de los productores de los químicos desarrollados para MATAR y utilizados en todas las guerras mundiales y locales de los siglos anteriores, en base a los pedidos de los ejércitos y dictaduras de todo el planeta.

No debiéramos pensar solo, en el agente naranja, el glifosato y otros tóxicos, que todavía hoy la ciencia medicamentosa “no sabe” si matan o “son indispensables para la alimentación humana” (como dice la dirección propagandística de Monsanto). Todas las enfermedades modernas desde el cáncer al sida, desde el párkinson al alzhéimer incluyendo las adiciones al tabaco, al azúcar, a los edulcorantes, a los opiáceos y otras drogas oficiales, son producto de esa mentira deliberada de la ciencia médica intrínsecamente corrupta que niega que la verdadera causa de la perdida de salud, no se basa en ningún bicho, sino en la misma   producción capitalista que intoxica toda la vida humana y en el hecho de que los elementos vitales del humano (aire, agua, tierra)  siguen siendo envenenados por la tiranía de la ganancia del capital dinero mundial. Tanto la “ciencia médica” como sus grandes “científicos” o instituciones oficiales (como la Food Drug Administration en Estados Unidos, o el Instituyo Pasteur en Francia) no solo acumularon, error tras error, pronosticando que vendrían pandemias que mataría a centenas de millones que nunca vinieron o recomendado productos farmacéuticos que destruyeron la salud de millones (en realidad de cientos de millones), sino que constituyeron una cultura medical global basada en la comida envasada, súper azucarada, y llena de aditivos malsanos.

Durante los últimos 100 años, quienes hoy deciden las medidas plandémicas, son exactamente los mismos intereses que justificaron (cerrando los ojos, dictando normas permisivas y directamente autorizando) el empleo de tóxicos en la atmósfera y el agua de todo el planeta, que han deformado, “engordado” y transformado en seres débiles y enfermizos, dependientes de las drogas y directamente drogadictos, a la enorme mayoría de la población, al mismo tiempo que beneficiaban al capital banquero y farmacéutico.

Si bien hay cosas, que hoy, parecen totalmente burdas como afirmar que el tabaquismo no produce cáncer, se olvida que durante más de 50 años la medicina oficial afirmó que el cáncer en general no se debía ni al aire que respiramos, ni al agua que tomamos, ni a la comida basura a la que nos condenan, sino a una “infección viral”. Peor, se está olvidando que, durante todos esos años, con anatemas y acusaciones se persiguió y vilipendió a quienes denunciaban a los agrotóxicos en la agricultura como base del progreso y a la comida “basura” como cancerígena. Se está “olvidando” que los científicos medicales con sus investigaciones, los mismos que mandan confinamiento y tapado de bocas hoy, justificaron la masacre humana que implicó la fumigación masiva de los campos, la sistematización de los agrotóxicos como fuentes de progreso agrícola y alimenticio del planeta. Se está ocultando que, quienes hoy se pavonean con su ciencia médica para imponer el plandemismo, son exactamente los mismos (intereses) que ayer insultaban como “activistas impertinentes” a quienes reventaban las plantaciones de Monsanto en India, Francia o Brasil, y de “locos”, “dementes” y “terroristas del pensamiento” a quienes denunciábamos (y seguimos denunciando) al progreso químico farmacéutico, como responsable, del mayor genocidio humano.

Con todas y cada una de las “patologías” y /o pandemias declaradas por la ciencia oficial en los último 150 años, llegamos a la mismísima conclusión. Lo que se presenta como “conclusiones científicas”, nunca se logró probar y quienes investigan solo encuentran el anuncio publicitario (las supuestas pruebas se esconden o distorsionan para esconder el fraude): como con el coronavirus, nunca se aislaron los famosos virus, ni se pudo probar el contagio, pero igual el establishment persiste en mantener el dogma, tanto para vender sus productos farmacéuticos como para servir de cobertura contra quienes denuncian las causas reales de esa patología. Y por encima de todo amplificar la sumisión, la opresión, el control y el despotismo contra los humanos.

Todo el edificio del patrimonio científico oficial está constituido por “ladrillos” totalmente huecos. Incluso cuando inventan males y causas de enfermedades como por ejemplo con el colesterol, no solo envenenaron a decenas de millones de los seres humanos con las las  estatinas, sino que, financiados por la industria azucarera de Estados Unidos, benefician su impresionante expansión gracias a culpar a las grasas y exonerar y hacer inocente,  el azúcar y sus derivados como clave de la gigantesca expansión cultural de la comida basura a la que fueron reduciendo a los humanos. 

Por supuesto que es ahí (en la expansión del modelo cultural Mac Donald, Prosac, Ritalina y Coca cola) que hay que buscar la verdadera PANDEMIA, la verdadera enfermedad masiva y generalizada, la transformación de los humanos en seres  domesticados y sometidos, seres totalmente DEGRADADOS, CORPORALMENTE DEFORMADOS Y TOTALMENTE NO SALUDABLES … 

Si al menos entendiéramos por pandemia lo que realmente destruye la salud humana debiéramos decir que la pandemia principal que afecta a la humanidad toda es precisamente la de los tóxicos, la de la comida basura, la de los tóxicos químicos (opiáceos, tranquilizantes, neurolépticos…) y en general la adicción a la farmacéutica y medicina oficial (a lo que debiéramos agregar siempre la domesticación ciudadana y/o sumisión religiosa)

Si hoy queremos dar a conocer algunas partes esenciales del libro de Lezaeta Acharan “Medicina natural al alcance de todos” no es en absoluto para preconizar que utilicen tal o tal método empleado o aconsejado por el autor para conservar la salud, en los cuales la experimentación y los desacuerdos habidos en el último siglo se verificarían como la norma, sino porque expresa perfectamente la   contraposición  entre la salud humana como verdadera sabiduría experimental en contraposición a la concepción misma de la medicina oficial que solo se sustenta en supersticiones, mentiras y dogmas en función del interés económico. Ello explica que, incluso antes de que la ciencia médica oficial llegase a los niveles actuales de corrupción, criminalidad organizada e instauración del plandemismo genocida, la humanidad siempre buscó escapar a la dictadura de los de túnica blanca y a su falsa ciencia, a la medicina medicamentosa. 

Esa contraposición, incluso en la exposición de sus fundamentos originales, permite dejar bien establecido que atribuirle la enfermedad y la muerte, a un microorganismo externo que penetra en el cuerpo, no pertenece en absoluto al campo de la ciencia experimental y que, nunca fue aceptado por las culturas y concepciones seculares de la salud holística, de ayurvedas, tántricos, “medicina” china antigua, culturas indígenas ancestrales de todos los continentes, etc. Todas estas concepciones consideran la  medicina oficial como un conjunto de dogmas supersticiosos y dañinos para la salud humana, basados en prácticas interesadas económicamente para ganar dinero. Lezaeta deja claramente establecido que la medicina oficial es, de cabo a rabo, una institución que prospera gracias a transformar al ser humano en paciente, consumidor de químicos y vacunas y en ENFERMO CRÓNICO. Que su interés no es la salud humana, sino el dinero que produce más dinero, es decir el capital.

Lezaeta Acharan “Medicina natural al alcance de todos”

(extractos)

 

MEDICINA NATURAL Y MEDICINA MEDICANTOSA SE OPONEN

 

Existen dos medicinas: Medicinas de la naturaleza y medicina profesional. La medicina de la naturaleza es parte de la Ley de la Vida y constantemente colabora al bienestar del hombre. Por eso nuestro organismo siempre tiende a la salud. La medicina profesional es invención del hombre para beneficio de los que la practican. Mientras que la medicina de la naturaleza defiende siempre la salud y la vida, dejando sin clientela a la otra medicina.

Para la medicina de la naturaleza todo síntoma representa una actividad defensiva y salvadora del organismo. Mientras que la medicina profesional considera que todas esas manifestaciones deben ser eliminadas.

Los estudios universitarios de medicina, divorciados de la más elemental filosofía, complican los problemas relacionados con la salud y la vida humana, deformando el criterio del médico cirujano para hacerlo oscuro e incomprensible.

La Medicina Natural lleva en sí el sello de la lucha en contra del convencionalismo escolar. Sus fundadores han sido enfermos rebeldes

La Medicina Natural y la Medicina Medicamentosa caminan por sendas opuestas y no tienen punto de contacto, como se puede ver en lo siguiente:

1. Idea fundamental. La salud espiritual y la salud corporal suponen la “normalidad” del alma y el cuerpo. Si las enfermedades del alma se combaten cultivando la virtud opuesta, lo mismo ocurre en el plano físico. La anormalidad funcional sólo puede desaparecer restableciendo la normalidad. Esta es la idea fundamental de mi doctrina.

2. Objetivos. La medicina Medicamentosa y Quirúrgica tiene como objeto de trabajo a la enfermedad. Según mi Doctrina Térmica, el objeto de la Medicina Natural es la salud. La primera observa con interés las anormalidades del enfermo, inventa cataloga, investiga, diagnostica y combate “enfermedades”. En cambio, la segunda procura restablecer la “salud” normalizando su digestión y activando sus eliminaciones por la piel mediante el restablecimiento del Equilibrio Térmico del cuerpo. En vez de medicamentos e intervenciones quirúrgicas, mi sistema prescribe un Régimen de Salud para que el organismo se regenere integralmente por sus propios medios.

3. Concepto de enfermedad. La medicina facultativa confunde la dolencia con los síntomas. Mi doctrina niega la existencia de enfermedades diversas entre sí, viendo sólo diferentes manifestaciones del desarreglo funcional del organismo.

4. Origen de enfermedades. La medicina medicamentosa atribuye los males del hombre a la acción de los microbios conocidos o desconocidos. Según mi doctrina esos males sólo son manifestaciones diversas del desarreglo funcional a causa del desequilibrio térmico del cuerpo.

5. Investigación de enfermedad. Mientras la medicina universitaria, al margen del enfermo y utilizando todo tipo de aparatos, se aboca a descubrir al microorganismo responsable del mal, mi Doctrina Térmica enseña a observar el cuerpo del enfermo por la expresión de su rostro, sus líneas anatómicas, el iris de sus ojos, el estado de su lengua, el aspecto de su garganta, la actividad de su pulso y las características físicas de sus evacuaciones.

6. Procedimientos curativo. La medicina facultativa combate los síntomas del desarreglo orgánico con medicinas, sueros, radio, vacunas y toda suerte de tóxicos destinados a exterminar a los microbios reputados como culpables del mal. También con intervenciones quirúrgicas mutila el cuerpo sin restablecer su normalidad. En cambio, mi doctrina, combatiendo la fiebre interna, procura restablecer la digestión que forma la sangre pura, “remedio” infalible para llevar salud y vida a todos los tejidos y órganos del cuerpo.

7. Higiene. La higiene natural consiste en mantener el Equilibrio Térmico mediante el cumplimiento de los preceptos de la Ley Natural. La higiene médica consiste en huir de los microbios y exterminarlos.

 8. Acción opuesta. Mientras que la medicina profesional actúa introduciendo en la sangre del paciente materias extrañas en todas sus formas, mi doctrina procura expulsar de ella lo inútil y perjudicial, favoreciendo erupciones de la piel, catarros, flujos uretrales y vaginales, etcétera.

9. Resultados. Atacando y sofocando síntomas, la medicina medicamentosa y quirúrgica deja en pie la causa del mal. Combatiendo los síntomas se dificulta o imposibilita la tendencia curativa de la naturaleza, dando lugar a complicaciones cada vez más frecuentes. Paralizando las defensas del organismo que actuaban en el síntoma, las dolencias agudas se transforman en males crónicos. En cambio, mi doctrina se dirige a establecer el Equilibrio Térmico para normalizar las funciones de nutrición y eliminación conduciendo al organismo de la mano hacia la normalidad funcional. Podemos decir que, mientras la medicina de la naturaleza es “eliminante” porque favorece la expulsión de materias morbosas del cuerpo, la medicina profesional es “sofocante” porque procura impedir esa eliminación. Retenidas en el cuerpo, las substancias morbosas unidas a los medicamentos, envenenan al organismo incapacitando a la medicina para purificar la sangre de los enfermos.

TODA DOLENCIA ES DE NATURALEZA FUNCIONAL Y NO MICROBIANA

“En lugar de estudiar alimentación y desintoxicación del cuerpo humano,hemos estado estudiando gérmenes... el mundo está en un camino errado. Libremos al cuerpo de sus toxinas y alimentémoslo correctamente y estará hecho el milagro de la salud” 

Dr. Arbuthnot Lan.

Como lo define el diccionario, Salud es el estado de normalidad funcional de nuestro organismo. Constituye un fenómeno positivo y de naturaleza única.

Enfermedad es la manifestación de desarreglo funcional del cuerpo, o sea, alteración de la salud, un fenómeno negativo también de naturaleza única. Así que no hay enfermedades sino enfermos y tampoco hay enfermedad local, sino como efecto del desarreglo general. 

La diversidad de síntomas es determinada por la herencia, la edad, el sexo, la ocupación, la costumbre, el clima, etc. Salvo accidente, el cuerpo no se enferma por parte: o está sano o integralmente enfermo.

Aunque el accidente y la enfermedad se caracterizan por la alteración mayor o menor del funcionamiento del organismo afectado. Pero si la enfermedad y el accidente tiene afectos análogos, su origen es diferente. El accidente supone una causa externa,  ajena al individuo, mientras que la enfermedad obedece a una causa interior, propia del sujeto que la sufre.

Las enfermedades, pues, no vienen de fueracomo las supuestas infecciones,  sino que se originan en el interior de nuestro cuerpo siempre por alteración digestiva.

La enfermedad es la sanción que nos impone la Naturaleza por la trasgresión de sus leyes que rigen la vida. Mediante el dolor nos vemos obligados a enmendar rumbos. También representa una crisis, reacción defensiva del organismo que procura, expulsar las impurezas que le perjudican y que siempre se adquieren por nutrición no natural.

Atribuir la enfermedad a la infección microbiana es darle un origen análogo al accidente, lo que contradice la razón y nuestra experiencia.

Como veremos más adelante, los microbios son agentes de vida y no de muerte.

Aun la herencia no es causa de alguna enfermedad específica. La Iridología demuestra que los padres transmiten a sus hijos la calidad de su sangre y la contextura de sus organismos, pero no una dolencia determinada. Si las enfermedades se heredasen, la especie humana ya hubiera desaparecido de la faz de la Tierra.

Una vida juiciosa con nutrición adecuada y eliminaciones activas, regenerará la composición de la sangre heredada por los hijos de padres, que intoxicaron su organismo con una vida de errores o vicios. La escuela primaria debería enseñar a los niños a ser guardianes de su salud.

El ejemplo de los animales que viven en libertad y son guiados por su instinto nos enseña cómo obrar de acuerdo con las leyes naturales es garantía de que la salud sea algo corriente y ordinario. En cambio, el hombre, al haber degenerado su instinto, es víctima de errores individuales y colectivos que lo llevan a vivir en conflicto diario con la Naturaleza. Por eso la falta de salud es el estado habitual en el ser humano.

El concepto de enfermedad que atribuye ésta a la infección microbiana, pretende hacer desaparecer los males del hombre mediante procedimientos extraños al enfermo, medicamentos, cirugía, vacunas, etc. En cambio, nuestro método busca el remedio de sus males, cualquiera que sea el nombre de su dolencia, en el régimen higiénico del individuo.

La vida se desarrolla y mantiene por la incorporación a nuestro organismo de las energías y substancias necesarias a su economía y, además, por la oportuna eliminación de lo gastado, inservible o perjudicial. Así pues, la vida orgánica descansa en la nutrición y la eliminación. Cuando estas funciones son normales, el organismo estará sano y viceversa.

A través de los pulmones y la piel introducimos en nuestro cuerpo las substancias y energías del ambiente que nos rodea: el aire, la luz, el sol, el magnetismo, la electricidad y las energías de todo tipo. Por el aparato digestivo incorporamos los elementos de la tierra, directamente tomados de las frutas y vegetales que comemos, e indirectamente en los productos animales. También con el aparato digestivo, más los riñones, se efectúa la eliminación de los desechos de la actividad orgánica. Nuestro organismo es análogo a un motor de combustión interna. Para que este motor funcione normalmente necesita estar bien “alimentado” con aire, gasolina y aceite. Además, precisa limpieza general y una activa eliminación de los desechos, de ser posible con un escape libre. Finalmente,es indispensable la adecuada refrigeración para evitar calentamiento y la dilatación de los cilindros pues de otro modo se destruirían.

Esto mismo ocurre con el cuerpo humano. Para que exista salud es preciso una buena nutrición con aire y alimentos adecuados, lo mismo que una correcta eliminación por la piel, los riñones y los intestinos. Finalmente, también es indispensable la refrigeración del interior del vientre para evitar las putrefacciones intestinales que desnutren e intoxican al individuo, debilitando su fuerza y adelantando su muerte. De acuerdo con esto, los sistemas que pretenden triunfar sobre las dolencias del hombre con simples regímenes alimenticios o dietéticos están condenados al fracaso, porque ignoran que la digestión requiere de la temperatura normal del aparato digestivo para ser fuentes de sangre pura y vida sana. Sabemos que un motor que se calienta en exceso, dilatando sus cilindros, produce la fricción que dificulta el trabajo y conduce a la destrucción de sus partes. Igualmente, la fiebre interna, que en grado variable es común a todo enfermo, congestiona, debilita y destruye los órganos internos, al mismo tiempo que altera y dificulta las importantes funciones de la piel y los pulmones.

La nutrición normal (frutas crudas y semillas de árboles) no exige esfuerzo al organismo, lo que significa que tampoco altera las temperaturas del cuerpo que respira aire puro por los pulmones y la piel. Esa nutrición proporciona lo que necesita el organismo sin dejar impurezas en él y supone eliminaciones normales. Por esto es que la salud en última instancia depende de la nutrición. La nutrición inadecuada que exige un excesivo y prolongado trabajo del aparato digestivo es causa de fiebre interna y, por esa vía, de la producción de sangre impura. Esto rebaja la energía vital del individuo y origina las diversas anormalidades que se clasifican como enfermedades. La enfermedad, pues, cualquiera que sea su nombre o manifestación, siempre está constituida por alteración, mayor o menor, de las funciones de nutrición y eliminación, causada por la fiebre interna del vientre. Se comprende, entonces, que el punto de partida y laboratorio que origina y mantiene toda dolencia siempre está en el vientre.

HISTORIA Y DOCTRINA

 

El Naturismo es tan antiguo como la Creación, pero sólo ha llegado a tomar beligerancia es nuestros días para defender a la humanidad de la ofensiva diabólica de la Teoría Microbiana que atribuye a los microbios la causa de las dolencias del hombre.

La Medicina Natural o ciencia de la Salud nació con el hombre y fue practicada por los sacerdotes egipcios y caldeos. También la cultivaron los filósofos de la antigüedad. Hipócrates formuló las reglas del verdadero arte de cura, cuya clave, expresada en su clásica frase natura medicatrix, o sea “la Naturaleza es la que cura”, ha sido olvidada por los profesionales con su actuación antinatural que conduce a la dependencia de los fármacos y la mutilación del cuerpo. 

La acción tóxica de los venenos farmacéuticos es el agente que deprime y anula la fuerza curativa natural que posee todo organismo, llegando a paralizar hasta impedirtoda reacción salvadora. La mutilación de las entrañas también hace imposible restablecer la normalidad funcional del organismo, vale decir la naturaleza.

Las fuerzas de la Naturaleza no mandan ya en el cuerpo que está bajo la acción demedicamentos y esta es la razón por la cual las drogas suprimen los síntomas, que siempreconstituyen una defensa del organismo.

Frente a las actividades médicas de los filósofos y sacerdotes que actuaban a plena luz, los hechiceros crearon un arte diabólico, misterioso y a la sombra. En lugar de los agentes naturales de que se servían los médicos filósofos, los hechiceros recetaban a sus enfermos substancias tóxicas, estimulantes o calmantes a bases de ponzoñas de serpientes y de sapos, excrementos y otras inmundicias que preparaban para disimular su repugnante naturaleza.

Así se explica el origen de las dos medicinas que, según el doctor Paul Carton, se disputan laatención de los enfermos: Medicina Blanca o filosófica y Medicina Negra o de hechiceros. Los preparados farmacéuticos actuales, las vacunas y los sueros de cultivos de microbios nadatienen que envidiarles a las inmundas medicinas de los hechiceros. Y en contra esa falsa medicina surgió una reacción para salvar a la Humanidad. Esa reacción surgió del campo de los enfermos, no del de los facultativos.

Enfermos fueron Priessnitz, Kneipp, Kuhne, Rikli, Just, Padreo Tadeo y también el autor de estas líneas. La comprobación personal del fracaso de la medicina que pretende restablecer la salud con tóxicos de farmacias, agentes de laboratorios y con sangrientas intervenciones quirúrgicas llevó a estos enfermos rebeldes a buscar el camino de la verdadera salud con las luces de su razón.

La medicina universitaria es una profesión de carácter económico, inadecuada para satisfacer las necesidades del enfermo que necesita controlar y defender su normalidad funcional por sí mismo. Consciente de los defectos de sus conocimientos y necesitando imponer una autoridad y prestigio la medicina facultativa se ha organizado en asociaciones férreamente disciplinadas para suplir el poder de su ciencia.

[SOBRE EL FANATISMO MEDICO IMPERANTE]

 

Hombre ignorante, te conformas con apartar de tu vista la dolencia, efecto de la obra que cadadía realizas con una vida de errores y dolencia, recurriendo al médico para que con las medicinas estimulantes o calmantes habilite nuevamente tu cuerpo para continuar una existencia en conflicto constante con la Ley Natural. Pero a la Naturaleza no se le engaña con recursos artificiales, ni se le vence sino sometiéndose a sus leyes inmutables.

No se necesita insistir mucho para que el lector se dé cuenta que si un órgano o miembro denuestro cuerpo es extraído o mutilado es porque no se le ha sabido curar. Sin embargo, dado elmedio en que se desarrolla la acción del médico-cirujano, justificamos los procedimientosoperatorios pues, las personas que no quieren cultivar la salud contrariando gustos y placeres,deben librarse de achaques de cualquier manera.

 Nuestra crítica va contra el sistema y no contra los médicos; éstos hacen lo que el público les paga y este público tiene lo que merece. Es preciso convencerse de que la salud es el tesoro más valioso que podemos poseer y que sólo lo puede adquirir y conservar el interesado, llevando una vida consciente y sometida a la Ley Natural. Una vez que se produce la enfermedad, sólo hay un recurso para recuperar la salud: deshacer el camino extraviado y volver a la vida juiciosa y ordenada de la Ley Natural.

El fanatismo médico imperante y el culto a las medicinas de toda índole junto con la cirugía debe desaparecer, se necesita abrir los ojos del ser humano a la luz de la lógica y de la razón que no dicen que la salud no puede ser el resultado de agentes mortíferos externos.

Pongamos un ejemplo para diferenciar los criterios que se pueden usar para curar. Supongamosuna casa plagada de bichos como cucarachas, moscas, chinches, etc. Su dueño, empeñado enconcluir con esta verdadera infección busca un técnico de la escuela alópata, el cual, siguiendo la teoría microbiana, instala en dicha casa un laboratorio de venenos para con ellos hacer diarias y repetidas fumigaciones e irrigaciones de pisos, paredes y techos. Al principio parece probado el éxito del método, pues por todas partes aparecen cadáveres de los incómodos huéspedes, pero antes de lo esperado vuelven a presentarse los enemigos, que periódicamente reaparecen. El propietario, que ha constatado deterioros en pinturas, paredes y maderas del edificio, sin que se haya vencido completamente la infección, resuelve cambiar de sistema y entrega la responsabilidad a un técnico naturista. Este, que sabe que el microbio no vive sino de impurezas y suciedades, sin atacar directamente a los insectos enemigos, hace un aseo esmerado de pisos, techos, paredes y rincones de las habitaciones y dependencias, consiguiendo en breve tiempo dejar la casa permanentemente libre de los bichos y sin producir deterioros en el edificio.

La medicina alópata se empeña en perseguir al microbio que considera como causante de lasenfermedades y, por destruirlo, arruina y mata al organismo donde aloja. En cambio, mi doctrina, que sólo ve al microbio como efecto de la enfermedad que está constituida por acumulación de inmundicias en el cuerpo, procede a limpiar el organismo, quitándole al microbio el terreno favorable a su desarrollo, con lo que desaparecen tanto dolencia como su efecto.

La ignorancia del público permite que prospere la falsa medicina

"La Medicina es una vieja comedia que, de tiempo en tiempo, vuelve al escenario con vestiduras apropiadas a la época. " Dr. Seminóla

La medicina es hija de intereses creados alrededor de la falta de sanidad.   Prospera con las dolencias de la población y se arruina con su salud.

La defensa de la salud por obra de intereses comerciales que se benefician con su ausencia se dirige a transformar a individuos relativamente sanos en enfermos crónicos.

El individuo, la familia y los pueblos se encuentran encadenados a la falta de salud crónica y esclavizados al facultativo que no puede darla sofocando las reacciones salvadoras de la naturaleza que se manifiestan en el síntoma.

El incremento en el número de hospitales, clínicas y asilos muestra la deplorable incompetencia de los servicios de salubridad. 

Si la medicina difundiese la salud, esas instituciones que tan caro cuestan a la sociedad, deberían disminuir en vez de aumentar.

Recordemos que si se confunden los síntomas con la enfermedad, la salud perfecta, entonces, es la del cadáver, porque en él no hay dolores, erupciones, ni crisis alguna.

A pesar de que muchos médicos actúan de buena fe, hoy día las cosas ya no son tan claras. El célebre médico de Bismark, el Dr. Schewenninger, profesor de la Universidad de Berlín, decía: 

"La práctica médica es una farsa: el 90 por ciento de los médicos son charlatanes y solamente un 10 por ciento está apto para practicar la medicina. Los médicos ocultan su ignorancia con el nombre de “ciencia", sus curaciones son puro curanderismo... El prestigio de la todopoderosa receta ha decaído. Hoy somos pocos los que creemos en las variadas virtudes de nuestros multicolores medicamentos.  Ya no podemos engañarnos más. Seguimos, sin embargo, ensalzando ante los legos aquello que entre colegas ridiculizamos. Donde antes nos equivocábamos de buena fe, se persiste hoy en el solemne engaño."

Lezaeta Acharan

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Ponemos a disposición del lector que lo pida el texto completo de Lezaeta Acharán en PDF. Los extractos son textuales y seleccionados por nosotros, los títulos son del autor (salvo uno que ponemos con paréntesis rectos), los subrayados por el contrario son nuestros.


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