El 7 de marzo se realizaron las elecciones subnacionales de Bolivia, para la elección de gobernadores y alcaldes en los diferentes departamentos y capitales. El MAS llegaba a esta elección en un contexto de una crisis sanitaria debido a la segunda ola del COVID-19 y a la escasez de vacunas, pero también, golpeado por una economía que no termina de repuntar, aunque solo van 4 meses del gobierno de Arce, y sobre todo con cuestionamientos internos del propio MAS.
Nicolás Grimaldi – 04/04/2021 - El Aromo n° 116
Puntualmente, se cuestionaba la elección de candidatos “a dedo” por parte de Morales, muchos de los cuales terminarían siendo derrotados incluso por ex masistas. Como resultado de esta crisis, sin tener mucho que ofrecer, al MAS no le quedó otra alternativa que apelar a la Justicia, para demostrar poder y alguna forma de contener la situación.
La Copa rota
Como nos demostró la experiencia del 2019, el conteo de votos en Bolivia es extremadamente lento, por lo que, al momento de escribir esta nota, no hay resultados finales, aunque sí hay algunas proyecciones que ya aparecen como definitivas y que a su vez permiten hacer algún análisis al respecto.
Hasta ahora, el MAS gana 3 gobernaciones (Potosí, Cochabamba y Oruro), va a segunda vuelta con perspectivas favorables en una (La Paz), ya perdió en Santa Cruz y Beni, esta última por muy poco margen, y llega a segunda vuelta con dudosa perspectiva en Tarija, Pando, y Chuquisaca. Es decir, el MAS podría terminar estas elecciones con 4, o quizás 5 gobernaciones, sobre un total de 9. Vale recordar que, en las elecciones del 2015, el MAS triunfó en 6 gobernaciones, pero perdió la de La Paz, algo que esta vez no sucedería, en principio. La oposición por su parte, se garantizó su gran bastión, Santa Cruz, con Camacho como candidato, donde el MAS hizo una elección similar a su techo histórico. En Chuquisaca, la oposición tiene muchas posibilidades de ganar a través del frente Chuquisaca Somos Todos, que obtuvo un 45,62%, con el ex MAS, Damián Condori, como candidato. Para la segunda vuelta, este espacio firmó una alianza con Unidos, que obtuvo un 4,75%. De ahí que, salvo una situación que implique que buena parte de los votantes “se den vuelta” y voten por el MAS, perdería este Departamento. En Tarija, la segunda vuelta promete ser muy peleada, ya que Oscar Montes, de la alianza Unidos por el Cambio, obtuvo un porcentaje de voto muy similar al de Álvaro Ruiz, del MAS habiendo entre ambos un 0,12% de diferencia. En Beni, si bien se creía que iba a haber segunda vuelta entre el candidato del Movimiento Tercer Sistema (MTS), del ex masista paceño Feliz Patzi, y el MAS, el MTS terminó imponiéndose con la candidatura de Alejandro Unzueta que obtuvo un 41,75% frente al 22,23% del MAS. Para el ballotage de La Paz, en cambio, el MAS llega mucho más cómodo ya que su candidato, Franklin Flores, obtuvo un 39,70% frente al 25,18% de Santos Quispe, del partido Jallalla.
Sin embargo, el gran sacudón se dio en las capitales urbanas y en El Alto. Si nos centramos en las alcaldías capitalinas, vemos que el MAS solo triunfó en la alcaldía de Oruro y en Sucre, capital de Chuquisaca, por muy poco margen. Luego perdió la alcaldía de Trinidad (Beni) y Cobija (Pando) frente al MTS, en la alcaldía de Tarija perdió frente a Unidos por Tarija, en la de Potosí perdió frente al Movimiento Cívico Popular, y la de Cochabamba la perdió frente a Sumate. En Santa Cruz de la Sierra, la alcaldía estaba siendo disputada por Unidad Cívica Solidaridad y Comunidad Ciudadana. El dato sin embargo fue la derrota en la alcaldía de La Paz frente a Iván Arias (ex ministro de Obras Públicas de Jeanine Añez) que presentó su candidatura por el frente Somos Pueblo y obtuvo cerca del 50% de los votos.
Pero el peor resultado sin lugar a dudas para el MAS, se dio en la intendencia de El Alto, frente a una vieja conocida como Eva Copa. Copa fue expulsada del MAS debido a sus intenciones de postularse como candidata. En su lugar, Evo Morales insistió en que fuera el dirigente sindical y campesino aymara Zacarías Maquera. Vale aclarar que Copa fue quien se quedó como presidenta del Senado durante el gobierno de Añez, y jugó un rol clave en la transición del gobierno de Evo al de Añez y del de esta al de Arce. Copa terminó imponiéndose con más del 60% de los votos por el agrupamiento Jallalla, mientras que el candidato de Evo no llegó ni al 20%. Jallalla es un agrupamiento muy reciente, e iba a llevar como candidato en la gobernación a Felipe Quispe “El Mallku”, un histórico líder de bases de la CSUTCB opositor a Evo. Quispe no pudo presentarse, debido a que falleció súbitamente en enero y su lugar como candidato a gobernador lo ocupó su hijo. Si “El Mallku” se hubiese presentado, las encuestas lo daban como ganador, por lo que el MAS habría perdido El Alto, la alcaldía y la gobernación de La Paz.
Existen varios elementos para tener en cuenta en la lectura de estas elecciones. En primer lugar, históricamente el MAS tuvo un resultado mucho más magro en las elecciones subnacionales respecto a las elecciones nacionales, como sucedió en el 2015. A su vez, el MAS logra tener unos resultados en las gobernaciones y otros resultados en las capitales, mostrando que presenta muchas dificultades para hacer pie en las zonas urbanas a diferencia de lo que sucede con las zonas rurales. De allí que gane departamentos, principalmente aquellos con mucha población rural como La Paz, Oruro, o Cochabamba, pero pierda las alcaldías. En parte esto se explica por el fuerte peso de las “autonomías” que es la forma mediante la cual las burguesías departamentales atraen a la clase obrera de esa región para defender sus ingresos de la apropiación por parte del Estado nacional. Así, por ejemplo, la burguesía potosina defiende la renta minera, o la burguesía cruceña o de Tarija defiende la renta gasífera. Esos liderazgos, luego, suelen tener dificultades para trasladarse a nivel nacional, y en los últimos años solo el MAS consiguió darse de una estructura de tipo nacional.
En segundo lugar, vemos el ocaso de figuras que parecían prometer más desde el campo de los moderados, como es el caso de Carlos Mesa, que pasó de pelearle mano a mano la presidencia a Evo Morales a pelear solo una alcaldía, y que tiene más ver con que su candidato allí es un reconocido periodista, llegando a tener pésimos rendimientos en varias localidades. Como contraposición, en tercer lugar, vemos la aparición con fuerza de figuras como Camacho en Santa Cruz o Manfred Reyes Villas, un ex militar que estuvo exiliado 10 años en EE.UU. y retornó con Añez, que se hizo con la alcaldía de Cochabamba. Si bien Camacho tuvo una mala experiencia en las elecciones generales, obtuvo un 14%, el hecho de que este tipo de candidatos comiencen a tener nichos electorales y a controlar territorios y partes del Estado, debe ser un dato a tener en cuenta, a sabiendas de que Bolsonaro medía 2% unos años antes de su triunfo. El crecimiento de este tipo de candidatos, es decir, outsiders, casi sin partido, da cuenta de la sensación de hartazgo social que alimenta a estas figuras. En cuarto lugar, aparecen figuras que rompieron con el MAS y que han hecho una buena elección como es el caso de Damián Condori y Eva Copa, o bien de agrupamientos como el MTS. En quinto lugar, la desaparición de Añez como figura pública que terminó tercera en su departamento de Beni.
El mapa político de Bolivia queda planteado entonces con el crecimiento de figuras “ex masistas”. De todas formas, claramente Copa no es igual que Condori, ya que este rompió con el MAS hace ya varios años, apoyó a Mesa en 2019 y a Añez en 2020. Es decir, Condori expresa un claro pasaje de bando a diferencia de lo que busca expresar Copa. En el medio de ambos huérfanos del MAS, debemos incluir a Feliz Patzi que, si bien vio apagar su estrella en La Paz, y específicamente en el Alto, con su MTS sí logró hacer buenas elecciones en pequeños departamentos como Beni y Pando, secundado por ex masistas como Christian Camara, Germán Ritcher, y Ana Lucía Reis. Por otro lado, tenemos otro polo de “derecha” con Manfred Reyes Villas, Camacho, y más atrás Horacio Poppe, un candidato de derecha que se presentó por el mismo partido de Condori a la alcaldía de Sucre en Chuquisaca. Estos candidatos por ahora, solo logran tener base social en sus departamentos, pero no logran darle proyección nacional a ese liderazgo. En tercer lugar, aparece un MAS que comienza a vislumbrar una crisis interna debido a la elección de los candidatos para estas elecciones, atribuyéndole la derrota principalmente a Evo Morales, quien eligió “a dedo” a esos candidatos. Además, si bien Evo habló, vía Twitter, de una elección que fue un éxito, la COB ya salió a cuestionar al gobierno, pidiendo que se admitan los errores por pasar de sacar más del 55% a tener un 15 o 20%, mientras que las “bartolinas” (el brazo femenino de la CSUTCB) ya se habían expresado antes de la elección pidiendo que Copa sea la candidata, al mismo tiempo que pedía que vuelva al MAS.[1]
Feos, sucios y malos
Estas elecciones se desarrollaron en un contexto económico, sanitario y político sumamente complejo. Respecto al primer punto, la pandemia fue el catalizador de la crisis económica en Bolivia que ya había comenzado a gestarse desde el 2014, cuando se redujeron las tasas de crecimiento, cayeron las reservas, las exportaciones, y aumentó el déficit fiscal. El año pasado, que fue principalmente gobernado por Añez en el Ejecutivo, pero con el MAS en el Poder Legislativo, se produjo una caída del 11% del PBI aproximadamente, una caída de los ingresos en el 70% de los trabajadores, esto en el pico máximo del confinamiento, y el cierre de cerca del 70% de las empresas formales.[2] Arce tiene por delante la ardua tarea de reconstruir esta economía, algo que hasta el momento no ha podido mostrar que pueda hacer, ya que las reservas en dólares, por ejemplo, continuaron cayendo durante estos meses de gestión.
Por otra parte, Arce se encontró con la segunda ola de contagios del COVID 19, aplicando su política de privilegiar la economía y no volver a repetir el confinamiento estricto. A comienzos de diciembre, la curva de contagios comenzó a crecer, pasando de 11,48 contagios diarios por millón de habitantes, a 193,34 contagios diarios por millón, llegando a superar a la Argentina en esa escala entre fines de enero y principios de febrero. Esa ola se extendió hasta comienzos de febrero, cuando comenzó un paulatino descenso, amesetándose en torno a los 60-65 casos diarios por millón de habitantes. Estos resultados de la pandemia son peores que los de Añez, cuyo pico se dio el 22 de julio con 145,84 contagios por millón de habitantes, y luego fue bajando hasta llegar a los 7,86 contagios por millón al 8 de noviembre, día en que asumió Arce la presidencia. Hoy los contagios se mantienen en un 50% más alto de aquel día, y no se descarta una tercera ola. Respecto a las muertes, el pico se dio claramente con Añez entre el 7 de septiembre y el 13 de septiembre con entre 23 y 25 muertos diarios por millón de habitantes, teniendo incluso saturación del sistema de salud. Sin llegar a esos niveles, Bolivia superó a Brasil y Argentina en muertos por millón entre el 27 y el 30 de enero, cuando promedió 4.9 muertos por millón, y luego volvió a superarlos entre el 6 y el 11 de enero superando las 5 muertes por millón de habitantes. En relación al gran tema a nivel mundial hoy en día, la vacunación, el gobierno de Bolivia sí presenta claros problemas. Arce había dicho que Bolivia se había garantizado 15,4 millones de dosis: 5,2 de la Sputnik, 10 millones de la de Oxford- AstraZeneca (5 millones corresponden al programa COVAX), medio millón de la Sinopharm, y 94.000 de Pfizer. Las vacunas fueron recibidas el 28 de enero, y a los pocos días comenzó la aplicación. A la fecha de hoy, 18 de marzo, aplicó 1,21 dosis por cada 100 habitantes casi 5 veces menos de lo que aplicaron otros países con pésima administración de la vacuna, como Argentina o Brasil. Solo para tener una dimensión, Chile aplicó 38,75 vacunas por cada 100 habitantes desde comienzo de enero. El gobierno tampoco ha informado si esos datos corresponden a vacunados con la primera dosis o con las dos, pero en el mejor de los casos, con esta estadística, solo habría vacunado al 1% de su población. Al mismo tiempo, Arce tiene un flanco de pelea abierto contra el personal de salud debido a un nuevo Decreto que busca cercenar el derecho a huelga del sector y habilitar la contratación de personal extranjero, algo que es rechazado por los trabajadores del sector que históricamente han sido opositores al MAS.[3]
Por último, la crisis política, se desató por dos elementos. En primer lugar, por el manejo de Evo Morales para elegir los candidatos. El caso más emblemático es el de Copa, a quien, como vimos, un sector importante dentro del MAS, como es Bartolina Sisa, la apoyaban, pero la cúpula del MAS desistió de su candidatura por considerarla una “traidora”. Así la trató públicamente Evo Morales en un acto en Potosí, cuando declaró “Traidores no van a faltar, durante la colonia igual han habido traidores (…) en nuestro proceso de Cambio también hay traidores”.[4] Días antes, Copa declaró que ella fue la única que sacó la cara por el MAS y que fue de las pocas que se quedó a pelear contra Añez.[5]
No solo sucedió con Copa. En Trinidad, capital de Beni, las bases del MAS eligieron a Christian Cámara como su candidato, pero no fue avalado por Evo Morales, que desechó su candidatura, y eligió a Jimmy Seoane. El resultado fue que mientras Cámara triunfó con el 28,45% de los votos por el MTS, el MAS salió tercero con un 19,4%.[6] En Cobija, capital de Pando, Evo Morales se inclinó por Mollinedo por sobre Ana Lucía Reis, quien compitió por el MTS y obtuvo el primer lugar con 41,96% seguido por Mollinedo que obtuvo un 39,90%. Un error más cometió con Germán Richter, favorito de las bases del MAS para competir en Pando. Evo se inclinó allí por Miguel Becerra, a quien anunció por Twitter y, si bien triunfó, va a una segunda vuelta con solo tres puntos de ventaja por sobre el propio Richter, por lo que podría suceder cualquier cosa.[7] En Santa Cruz, Mario Cronenbold compitió por el MAS y, si bien es una plaza difícil, se quejó de no haber recibido suficiente apoyo por parte del partido. Allí también Evo decidió competir con Adriana Salvatierra, la presidente del Senado que renunció junto a Evo, por la alcaldía de Santa Cruz a pesar de no contar el apoyo de las bases del MAS.
Siempre sostuvimos que la salida de Evo del poder se daba por la pérdida de apoyo de su base social, y que la lucha contra Añez no era puntualmente por el retorno de Evo. Dijimos también que el retorno de Arce se debía más a un rechazo al desastroso gobierno de Añez que un guiño al retorno del MAS. En estas elecciones, donde Morales claramente jugó un rol preponderante, perdió en muchos de los lugares donde intentó imponer un candidato propio, siendo el caso de El Alto el más preponderante.
Por todo esto, vemos cómo se desarrolla un segundo elemento de la crisis política. A menos de una semana de estas elecciones, se produjo la detención de Añez, y se emitió una orden de aprehensión para 5 de sus ex ministros, ex titular de la cartera de Energía, Rodrigo Guzmán, y el de Justicia, Álvaro Coimbra. Arturo Murillo (ministro de Gobierno), Yerko Nuñez (Obras Públicas, Servicios y Vivienda, y Presidencia), Luis Fernando López (Defensa), lo mismo que ex miembros del alto mando militar como el almirante Palmiro Jarjuri, Jorge Gonzalo Terceros y Gonzalo Mendieta. Kalimán, militar quien pidió la renuncia de Evo en su momento, también tendría un pedido de detención en su contra. Hasta ahora, existe confirmación de que fueron detenidos Guzmán, Coimbra, y Flavio Arce, que se desempeñaba como jefe del Estado Mayor del Ejército de Bolivia en noviembre de 2019. Estos arrestos responden a una denuncia efectuada por la diputada Lidia Patty, por los delitos de sedición, terrorismo y conspiración.
La vaguedad del delito que se le imputa y el alcance de las detenciones, dan cuenta de la maniobra que aparece detrás. En primer lugar, los delitos que son sumamente genéricos y difíciles de comprobar. Sin embargo, sí se podría avanzar en las causas por las masacres de Senkata y Sacaba, que son delitos muchos más específicos. Ahora bien, si se investigan esas masacres y va presa, como realmente corresponde, lo mismo cabría para Evo y las masacres de Vila Vila, la represión en el TIPNIS, o el gasolinazo. En segundo lugar, si la intención de la investigación fuese realmente arrestar a todos aquellos que participaron de la asunción del gobierno de Añez, la misma debería alcanzar a Copa, Arias, y Camacho, ya que todos participaron de una forma u otra. Sin embargo, todos ellos acaban de triunfar electoralmente y poseen una base social importante. Incluso, la investigación debería alcanzar a la burocracia de la COB, que le pidió la renuncia a Evo antes que lo hagan los militares. Distinto es el caso de Añez, que no pudo ni presentarse como candidata presidencial y salió tercera en su propio Departamento. Los otros 3, en cambio, acaban de recibir millones de votos. Más aún, el nombre de Añez y los ministros mencionados, no aparecen en la denuncia original presentada por Patty.[8] Es decir, de ser consecuente, Evo debería meter presa a media Bolivia, incluyendo organizaciones sociales y obreras, lo que da cuenta que no hubo ningún golpe, sino una insurrección que, producto de la debilidad política de la misma, decantó en Añez quien se “encuentra” con el poder.
Lo que está sucediendo realmente en Bolivia hace visible la intención de Evo y Arce de endurecer su régimen. El meter presa a Añez, personaje que ya no tiene ningún peso social, solo debe ser visto como una amenaza hacia el interior del propio MAS y también para personajes como Camacho. Como dijimos en el momento de su caída, Evo no se convirtió en Maduro porque no pudo, no porque no quiso. Ahora, está mostrando que está dispuesto a perseguir, con la Justicia de su lado, a quien sea. En todo este entramado, es clave que se mantenga como Fiscal General Fausto Juan Lanchipa Ponce, quien fue designado por Evo como presidente del Tribunal Constitucional, de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima, fue designado en 2018 como Fiscal General,[9] y resistió los intentos de expulsión por parte del gobierno de Añez.
En relación a este punto, el trotskismo sigue dando muestra de su seguidismo al progresismo latinoamericano. El PO oficial, salió a decir que estos encarcelamientos son “festejados” por los “pueblos” de Latinoamérica que pelean contra Bolsonaro y Piñera, pero que estos arrestos “no son para todos los golpistas”. A su vez, “la derecha” está aprovechando para “condicionar” al gobierno del MAS cuyas bases están “paralizadas”. Ni el propio Evo podría autofelicitarse tanto por su decisión. La Tendencia del Partido Obrero también salió a decir que “los golpistas van a la cárcel” aunque lamenta que la misma se produzca por una ex legisladora del MAS y no por una decisión del propio gobierno actual. Así como gruñó porque Evo huyó en vez de resistir, ahora lo hace porque no se pone él al frente de la lucha contra “el golpe”. Sí, a diferencia del PO Oficial, que ni siquiera se pronuncia por el tema, al menos la Tendencia reconoce que el masismo ha hecho un mal manejo de la pandemia, provocando miles de muertes. Finalmente, para el PTS, a través de su partido boliviano LOR-CI, planteó que “no habrá Justicia con este Estado Plurinacional” ya que el MAS solo promovió unas pocas detenciones por la presión de las masas, pero permitió la institucionalización de varios golpistas en las últimas elecciones. Por eso, convoca a transformar la lucha “antigolpista” en una lucha “anticapitalista” superando la conciliación de clases que propone el MAS. Siguiendo este criterio, no debiera faltar mucho para que el PTS plantee que la lucha contra la persecución judicial Cristina, Lázaro, y demás malandras, se convierta en una lucha anticapitalista…
La mugre ajena
Bolivia vive un nuevo despertar de la crisis política. Evo tiene serie de dificultades para mantener su hegemonía dentro del propio MAS, que también ve cómo va perdiendo peso en las ciudades y las poblaciones urbanas. El hecho de que haya perdido El Alto por segunda vez consecutiva y por una abultada diferencia, es un síntoma de eso. Sin poder resolver la crisis económica en el corto plazo y sin poder garantizar una inmunización generalizada de la población, el gobierno de Arce busca mostrar que no le va a temblar el pulso para encarcelar a quien sea. Ambos sectores apelan al “lawfare” como elemento de disciplinamiento. Lo hizo Añez cuando usó la Justicia para cercar al MAS, y lo hacen Evo y Arce ahora para marcarle la cancha a Camacho y Copa, principalmente. Cuando no tienen nada para ofrecer, cuando cualquier mínimo triunfo conseguido queda desgastado, solo muestran la mugre ajena.
Por el momento, la independencia de clase, por parte de la clase obrera, está faltando a la cita. Los obreros, no deben volver a ser carne de cañón de alguno de los dos bandos burgueses. Es necesario que se ponga en pie una herramienta que se presente como el espacio de intervención de toda la clase obrera, de manera independiente de la burguesía. No se puede seguir confiando en que la burocracia de la COB, se ponga al frente de la lucha. No lo va hacer, por la sencilla razón que saltó al otro lado del mostrador y está con sus aliados, los burgueses. Es necesario que la clase obrera ingrese con fuerza propia para intervenir en esta crisis. Una convocatoria a una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, con funcionamiento regional y de comisiones, donde se congreguen todos los sectores obreros que quieran resolver la crisis puedan participar con voz y voto, en la discusión de un programa y un plan de lucha, debe ser el camino a tomar.
[1] https://cutt.ly/8xrwB1a
[2] https://cutt.ly/Vxrw2Rg
[3]Todos los datos fueron extraídos del sitio www.ourworldindata.org
[4] https://cutt.ly/bxrw7xp
[5] https://cutt.ly/Kxrw6KG
[6] https://cutt.ly/Axrerou
[7] https://cutt.ly/ZxreiTF
[8] https://cutt.ly/5xrevCQ