12.MAY.21 | PostaPorteña 2203

Raúl Sendic, héroe del pueblo, dice Julio Louis

Por AMODIO

 

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A continuación, agrega que “A los grandes seres humanos a veces se les ignora, o, aún peor, se les denigra. Desaparecidos, se descubren sus valores, se les exalta o se les desvirtúa. Raúl Sendic (el ”Trotsko”, el “Bebe”, el Rufo”) es uno de esos casos, entre desconocido, lisonjeado y tergiversado”.

Leyendo la nota completa, compruebo que el tono lisonjero es lo que predomina. No pongo en duda los sentimientos del Flaco Louis allá por 1963 en relación al Trotsko, calificativo que la vieja guardia del Partido Socialista le adjudicó a Sendic. Y no lo pongo en duda porque fue un sentimiento generalizado, sobre todo entre quienes contábamos con pocos años de vida y menos de experiencia.

Por entonces, los grupos de autodefensa, de los que Sendic fue un impulsor, tenían entre los compañeros a proteger, al mismo Julio Louis que poco después nos calificará de aventureros, putchistas y contrarrevolucionarios, adjetivos todos que alcanzaron al ahora lisonjeado Sendic.

Es verdad que nos equivocamos y que la teoría del foco se mostró insuficiente. Pero lo intentamos. ¿Qué hicieron los que nos criticaron entonces? ¿Formaron el partido con la ideología correcta? ¿Movilizaron a las masas tras las consignas que Louis y su socio Molins no se cansaban de repetir? ¿O se conformaron con criticar los intentos de otros?

Dice Julio Louis que “hay que destacar su rol teórico y práctico en la formación y desarrollo del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros”. Es innegable su papel aglutinador de los primeros momentos, lo que nos permitió, luego de la Primera Convención en enero de 1966, mantener unido al escaso grupo de los que confiamos en él, tras el abandono del Coordinador del MIR, la FAU y las Juventudes Socialistas que el mismo Julio Louis integraba. No veo las razones por las cuales hoy se dice que aportó teóricamente cuando entonces ese mismo aporte se consideró pernicioso. Y si Julio Louis tiene elementos para justificar su cambio de opinión, me gustaría que los expusiera.

Sobre sus aportes en lo práctico, a menos que se nos demuestren algunos, seguiremos diciendo que fue nulo, y que los Tupamaros y luego el MLN se desarrollaron pese a Sendic, cuyos errores y desaciertos forman un largo cagarandum y que se toleraron y hasta justificaron con el sambenito de “son cosas del Bebe…”.

Sendic jugó un papel muy negativo en cuanto a las normas de seguridad: indisciplinado, incumplidor de las resoluciones que él mismo acompañaba con su voto al mismo tiempo que estaba dispuesto a dejarlas de lado pocos minutos después, incapaz de formar a sus militantes, acabó creyendo el mito que entre todos elaboramos sobre su persona y cayó en el más grande error de un revolucionario: cayó en el personalismo.

Personalismo que hizo fracasar el Plan Satán, que lo llevó a buscar excusas sobre sus fallos, que no vaciló en mentir para salvar sus responsabilidad y la de quienes lo acompañaron, que lo llevó a ignorar las condiciones objetivas de Uruguay y sus diferencias con los modelos de otros países que nada tenían que ver con el nuestro y que lo llevaron a pergeñar el Plan Tatú y el Segundo Frente y que para llevarlo adelante no vaciló en unirse al personaje más siniestro de la historia del MLN: el Ñato Fernández Huidobro.

Dice Julio Louis que “No compartimos la experiencia del MLN T, a mi juicio, su gran error teórico y político. Ella es matriz de desviaciones militaristas y confusamente nacionalistas, pregoneras de la “unidad nacional”, en contra de su concepción socialista. ¿Concepción socialista, de quién? ¿De Sendic? Precisamente fue todo lo contrario. Y no hay prueba mayor de militarismo que su Plan Tatú. Y no lo digo yo. O no lo digo yo solo. Le aconsejo leer las declaraciones de “Domingo”, Aníbal de Lucía, en Memorias de insurgencia.

Sendic y todos los que lo acompañamos formamos la generación de la derrota. Y Julio Louis también. Por lo tanto, si queremos aportar algo a las generaciones que quizás algún día resuelvan formar una nueva izquierda, debemos decirles la verdad y asumir que la historia la escribieron los derrotados, los que desoyeron las voces de quienes tenían experiencia en lo organizativo y no se dejaron llevar por experiencias que nada tenían que ver con nuestra realidad.

 Pero sobre todo, dejemos de “dar manija”. No intentemos reflotar a los viejos mitos. En 2016 Marcelo Marchese escribió su Generación de la derrota. Allí dice: La generación del 83 elaboró sus herramientas e inició la lucha contra la dictadura, más o menos liberada de la influencia de la generación del 68 que había sufrido una derrota en toda la regla. Los principales militantes de la generación del 68 habían muerto, o estaban presos, o en el exilio.

Una reivindicación clave en la salida de la dictadura era, precisamente, el retorno de los exiliados y la liberación de los presos mediante una amnistía general e irrestricta. El retorno de los exiliados se dio, al tiempo que los presos salían de las cárceles. Esto era una victoria, pero al mismo tiempo produjo un efecto en cierto aspecto contraproducente. Los viejos militantes que volvían aureolados por el martirio, de forma natural ocuparon, pues la generación del 83 se lo permitió, los lugares de decisión. No importaba que vinieran de la derrota. No importaba que su metodología hubiera llevado a un fracaso criminal. No importaba que desde el exilio o la cárcel estuvieran radicalmente alejadosde la nueva sensibilidad política. Volvieron por sus fueros, para tropezar dos veces con la misma piedra.

Por el camino que Julio Louis nos señala, vamos por la tercera. Nos queda el consuelo del refrán que dice que no hay dos sin tres… pero es un consuelo de tontos, me parece.

Héctor Amodio Pérez


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