13.JUN.21 | PostaPorteña 2211

La visita de la CIDH a Colombia : ¿Quién es el chileno Vivanco, temido director de Human Right Watch?

Por 2Orillas/G.Loingsigh

 

¿Quién es el chileno José Miguel Vivanco, el temido director de Human Right Watch?

 

Tenía 12 años cuando Pinochet se entronizó a sangre y fuego y desde la Universidad empezó su combate contra la violación de los derechos humanos

Las 2 orillas | junio 09, 2021

A sus sesenta años son muchas las batallas que tiene encima. Tenía doce años cuando el comandante de las Fuerzas Armadas Chilenas, el general Augusto Pinochet, ordenó bombardear el Palacio de la Moneda para borrar del mapa a su jefe, el presidente Salvador Allende. La Unidad Popular se había convertido en el primer partido en América Latina en llevar la izquierda al poder.  Como tantos otros niños, despertaron tomando chocolate y escuchando a los aviones caza sobrevolar Santiago ese 11 de septiembre de 1973. Su familia era católica, alineada con la línea progresista de la iglesia post Concilio Vaticano II, la  Teología de la Liberación y se oponían, con la cruz y la razón, al temible dictador.

Una de las primeras batallas que ganó este abogado de la Universidad de Chile, como líder estudiantil fue lograr la liberación del poeta Yndamiro Restano, poeta, periodista disidente y fundador del Movimiento Armonía detenido por el régimen de Fidel Castro en Cuba. Le había salido cara su oposición y sus voces de libertad en la isla.  Fue clave entonces la gestión de Gabriel García Márquez para influir con Castro y lograr la liberación del chileno.

Hace treinta años, en 1986 entró a formar parte de la organización internacional Human Right Watch, que había nacido casi que una década atrás como Helsinki Watch, con un propósito claro: ayudar a los grupos ciudadanos a verificar el cumplimiento de los Acuerdos de Helsinki  de 1975…. De  crecimiento de la organización resultaron nuevos Comités de observación (Watch Comitees) para cubrir otras regiones del mundo en la protección de los derechos humanos. Fue en 1988 cuando la organización adopto el nombre de Human Rights Watch con Robert L Bersnstein como primer director.

Vivanco descolló desde Chile por su liderazgo y en 1994 pasó a ser el Director a Presidente. Ya en su cargo empezaron las peleas más duras contras los autoritarismos y atropellos sobre todo en América Latina. Fue uno de los promotores de la extradición de Alberto Fujimori al Perú y no dudó en enfrentar a la concentración de poder cada vez mayor de Hugo Chávez en Venezuela. Se granjeó la animadversión del chavismo por sus constantes denuncias al régimen y sus violaciones a los derechos humanos, aunque su victoria más resonante ocurrió el 16 de octubre de 1998: la detención de Augusto Pinochet. Ese día pudo ver cómo, gracias a un plan concebido por él, el juez español Baltazar Garzón capturaba en Londres al dictador Augusto Pinochet, el hombre que había truncado la vida y asesinado a tantos amigos suyos en Chile.

Un aguacero cae todos los días sobre José Miguel Vivanco. Y llueven ataques de todos lados. En Colombia, uno de los principales contradictores ha sido Álvaro Uribe y el Centro Democrático que siempre busca descalificarlo.

Lo tildan de  un chavista camuflado, no hay un funcionario que despierte más resquemores en Maduro que Vivanco. Se burlaba de Chávez y sus anécdotas favoritas sobre el dictador son mostrar a Diosdado Cabello como el perrito faldero que surtía todo el tiempo de cajetillas de Marlboro que Chávez fumaba compulsivamente. Incluso a Diosdado no lo baja de mafioso. Después de entregar en septiembre del 2008 el informe Una década con Chávez que mostraba en blanco y negro el fracaso de la Revolución Bolivariana, lo echaron de Venezuela. Incluso los agentes del chavismo los retuvieron a él y a sus hombres en un ascensor.

Con Uribe ha tenido agarrones desde que este era el más joven y prometedor de los gobernadores que tuvo Antioquia. Vivanco viajó en 1997 a Andes, Antioquia, en donde tenía una reunión con él para hablar del espinoso tema de las CONVIVIR. Cuenta Vivanco que el gobernante se paró de la silla a los 10 minutos de estar reunidos, lo señaló con el índice y hasta lo amenazó de muerte. Siendo presidente se reunió en Washington con él, días después de concretarse el pacto de Ralito, otra vez Uribe se levantó de la mesa y esta vez le gritó que era “un embajador de las FARC”.

Sus relaciones con Colombia siguen siendo problemáticos. Este miércoles 9 de junio presentó un informe de la HWW en donde, de manera lapidaria, soltó frases contra el gobierno de este calibre “El presidente ha estado muy lento y no ha estado a la altura de la necesidad de condenar en términos inequívocos las violaciones gravísimas a los derechos humanos que se han producido en estas semanas del paro". Además su informe dice que no existe evidencia que este gobierno practique lo que tanto pregona: la cero tolerancia ante la violencia policial.

Vivanco sigue ganándose la inquina de buena parte de los que están de acuerdo con este gobierno. Lo siguen señalando como un indeseado y le piden de todas las formas que se vaya del país. Vivanco se acostumbró a ser un incómodo, una opción que tomó desde los veinte años cuando oponerse a Pinochet era ponerse una lápida encima.

 

¿Qué se puede esperar de la visita de la CIDH a Colombia?

 

 

La visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a Colombia para investigar violaciones de derechos humanos ha despertado cierta esperanza entre algunos sobre el paro, el futuro de Duque y lo que viene en camino.

 Gearóid Ó Loingsigh El Turbión-11 junio, 2021

No es la primera visita de la CIDH a Colombia y el organismo ha enviado delegaciones a varios otros países de América Latina a lo largo de los años, siendo uno de los más recientes Chile. Teniendo en cuenta que no es un instrumento nuevo y podemos mirar qué pasó en otros casos, ¿qué se puede esperar de ellos y qué impacto tendrá su paso por el país?

Primero, debemos explicar brevemente lo que es la CIDH y su papel. Su propia página web explica más o menos bien su papel formal:

La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) encargado de la promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano. Está integrada por siete miembros independientes que se desempeñan en forma personal y tiene su sede en Washington DC. Fue creada por la OEA en 1959 y, en forma conjunta con la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), instalada en 1979, es una institución del Sistema Interamericano de protección de los derechos humanos (SIDH).

Y entre sus funciones está:

Promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en las Américas […] En cumplimiento de su mandato, la Comisión: 1. Recibe, analiza e investiga peticiones individuales en que se alega que Estados Miembros de la OEA que han ratificado la Convención Americana o aquellos Estados que aún no la han ratificado [y] han violado derechos humanos.

Así, estas visitas son una parte integral y normal de sus funciones para investigar lo anormal.

La situación actual en Colombia no tiene precedentes en la historia reciente del país, pero sí los tiene en el continente. Los mismos manifestantes hacen referencia a Chile y emulan varios elementos de las protestas en ese país, como la Primera Línea, las Brigadas Médicas, etc. Así las cosas, ¿qué pasó cuando fueron a visitar a Chile?

Primero, la CIDH reconoce a Chile como un país que:

Cuenta con un sistema democrático y un Estado de Derecho con una sólida institucionalidad democrática y de derechos humanos. No obstante, el país enfrenta un profundo desafío para sus instituciones democráticas, en el marco de una crisis social que ha producido un trauma extendido en su sociedad y que requiere de medidas decisivas para superarlo.

Lo más probable es que la CIDH diga algo parecido sobre Colombia ahora.

Como resultado de su visita, esta institución dio fe de todas las denuncias recibidas y el tipo de agresión por parte de los Carabineros de Chile, a la vez que condena las acciones ‘no pacíficas’ de los manifestantes. A su vez, criticó al Estado de Chile en los siguientes términos:

La CIDH observa que la respuesta del Estado frente a las movilizaciones se caracterizó por la represión mediante un uso desproporcionado de la fuerza y conductas repetitivas de violencia en contra de manifestantes que resultó en un número elevado de víctimas de graves violaciones a los derechos humanos. Entre otros, [se] destacan detenciones masivas, la apertura de procesos penales y el envío al Congreso de un paquete de medidas legislativas para endurecer las penas de algunas modalidades de protestas, en particular las que se ejercen con violencia.

Sigue la CIDH con unas 20 recomendaciones al Estado chileno, entre ellas la reforma policial y otras banalidades como:

Asegurar que las fuerzas de seguridad que intervengan para proteger y controlar el desarrollo de las manifestaciones y protestas tengan como prioridad la defensa de la vida y la integridad de las personas, absteniéndose de detener arbitrariamente a manifestantes o de violar sus derechos en cualquier otra forma, de acuerdo con los protocolos vigentes.

Si llegan a decir lo mismo sobre Colombia no será nada que no sepamos ya o que no hayan denunciado varios políticos y organizaciones sociales y de derechos humanos. Aquí no vienen a poner en orden a Duque, aunque, según el lenguaje empleado puede contribuir al desgaste del régimen, si así lo deciden. No obstante, las experiencias pasadas en Colombia no son alentadoras en ese sentido.

La CIDH realizó una visita al país en 2012, cuando Juan Manuel Santos, quien como ministro de Defensa era el responsable de los falsos positivos durante el gobierno de Uribe, llevaba dos años en el poder. En ese momento, el organismo afirmó que:

A través de la presente visita, la CIDH ha podido valorar importantes avances en el desarrollo de la institucionalidad estatal dedicada a la protección de los derechos humanos. La Comisión valora y saluda el importante impulso que el Gobierno de Colombia ha dado a las políticas públicas en materia de derechos humanos y al fortalecimiento de la atención de las víctimas de violaciones y la protección de personas en riesgo, así como la significativa inversión en recursos tanto humanos como financieros que el Estado está realizando en estas áreas.

¿Alguien reconoce el país del que hablan? Narnia debe ser, pues el año siguiente Santos negó la existencia del paro agrario con su infame frase «el tal paro no existe» mientras mandaba al Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía a atacar a los manifestantes ‘inexistentes’. Claro, esta visita se hizo a petición del mismo Estado y el informe se lee como un ejercicio de relaciones públicas a favor del incipiente proceso de paz con las FARC.

Es de notar que durante todo el gobierno de Uribe la CIDH no vino al país ni por petición del Gobierno ni por el clamor de la gente. Quien sí vino al país en 2009 fue el relator especial sobre ejecuciones extrajudiciales de la ONU, Phillip Alston, para investigar los falsos positivos. Describió los hechos que encontró y no como simples errores, pues a su juicio no lo eran, pero al mismo tiempo afirmó en términos muy claros:

No he visto ninguna prueba que indique que la comisión de esos homicidios formara parte de una política oficial o hubiera sido ordenada por altos funcionarios del Gobierno [la negrilla no es del original]. Sin embargo, recibí informes detallados y creíbles de ejecuciones de ese tipo en todo el país, cometidas en numerosos departamentos y por un gran número de unidades militares diferentes. De mis investigaciones se desprende claramente que los miembros de las fuerzas de seguridad de Colombia han cometido un número considerable de ejecuciones ilegales y que el cuadro sistemático de falsos positivos se ha repetido en todo el país. Ha habido demasiados asesinatos de carácter similar para caracterizarlos como incidentes aislados perpetrados por apenas algunos soldados o unidades renegados, o ‘manzanas podridas’.

Así, ¿qué va a decir la CIDH? Pues, naturalmente, algo parecido: que son asesinatos a manos de distintas unidades y que se requiere una reforma de alguna u otra cosa, y el fortalecimiento del Estado de derecho.

Vale recordar qué pasó luego del informe de Alston: poca cosa. Los avances que hubo fueron producto de las largas luchas de las víctimas, no de la implementación de alguna de las recomendaciones del relator. ¿Y qué pasó con los responsables políticos de esos crímenes? Pues, Uribe sigue montando caballo en su finca y manejando la presidencia a través de Twitter o de sus emisarios, entre ellos sus propios hijos. ¿Y su ministro de Defensa, quien pagaba a los soldados por cada cadáver entregado? Pues, Juan Manuel Santos se convirtió en presidente, gracias al apoyo de varios de los que hoy lamentan los asesinatos cometidos durante el paro.

Alston era un funcionario bastante neutral y, aun así, no pasó mayor cosa.

La CIDH tiene que balancear perspectivas e intereses políticos. Su delegación no va a poner a Duque en jaque ni viene a arreglar el país. El futuro del país está en las manos de la gente en la calle, no en las elecciones del año que viene y mucho menos en el informe de la CIDH.


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