13.JUN.21 | PostaPorteña 2211

SAPOS, BAGRES, LAGARTOS Y CULEBRAS

Por R.J.B.

 

Soy un convencido de que las preguntas dicen más que las respuestas. Las primeras estimulan, inquietan, desencadenan las más variadas reacciones y nos animan a buscar razones e investigar o a ensayar explicaciones. Podríamos decir que el género humano, en todos los campos, llegó a evolucionar a partir de preguntar y preguntarse.

En la mayoría de los casos, las interrogantes se constituyen en el motor que propulsa la búsqueda de la superación colectiva, el afán de progreso o el sano intento por reparar injusticias. Por lo general, están relacionadas con la franqueza y la objetividad, obedeciendo a motivaciones sinceras.

Las respuestas, en cambio, no siempre contribuyen a esclarecer y pueden adentrarnos en el inestable terreno de lo dudoso o poco convincente, dependiendo -la calidad de su contenido- de la estatura intelectual, espiritual o moral de quienes las ensayan. Detrás de ellas se pueden ocultar intereses personales o corporativos, la ambición desmedida, un excesivo apasionamiento, el fanatismo irresponsable o una intencionalidad siniestra. Todos factores que, aunque disimulados, pueden impulsar el acto de responder.

Y si de preguntar se trata, desde hace mucho, me anima la inquietud por encontrar las adecuadas respuestas que expliquen los factores que propiciaron los meteóricos ascensos de ciertos personajes que llegaron a ocupar los cargos más encumbrados de este paisito carente de memoria y tan generoso en el oficio de acumular ingenuidades.

No termino de entender cómo la Izquierda uruguaya se pudo comer tamaña dosis de sapos -o bagres, culebras y lagartos, pueden llamarles como quieran con tal de que la comparación resulte elocuente-. Esa misma “Izquierda” -y aludo tanto a sus cuadros dirigentes como a los militantes- que siempre ha sido de “gatillo fácil” a la hora de descalificar, denostar o desprestigiar adversarios y rivales -vengan de donde vengan y vayan por donde vayan- sin importar demasiado el color ni la ubicación política o ideológica de los mismos. Cualquiera pudo o puede ser sospechado. Cualquiera puede caer en desgracia, incluso aquel que, hasta ayer, era compañero de ruta.

Todos somos candidatos potenciales para convertirnos en colaboradores oinfiltradosde los Servicios”; de trabajar para la Policía, el Ejército o la misma C.I.A.

A veces, alcanza con plantear discrepancias o disentir con sinceridad; otras, pasa por no mostrarse dispuesto a hacer lo que se disponga desde “las alturas” y en muchas -muchísimas- ocasiones, una campaña de desprestigio no hace otra cosa que disimular celos o meras rivalidades de carácter personal.

Dentro de ese contexto de paranoia constante en la que conviven los “zurdos” -sean éstos tibios reformistas o radicales intransigentes-, cuesta creer que tipos tan oscuros  como taimados y con trayectorias notoriamente dudosas, hayan podido pasar todos los filtros para convertirse en las figuras más prominentes y representativas del Frente Amplio.

En eso de abrazarse con cualquier alimaña, la lista incluye a altas figuras fenecidas y sobrevivientes, a otros que fueron ministros y a algún que otro pasado vicepresidente.  Al respecto, el ex mandatario Mujica tiene vasta experiencia y también en lo que refiere a deslealtades. Como muestra, alcanza con el jugoso contenido del libro “Una oveja negra al poder” -de Andrés Danza y Ernesto Tulbovits- en el que el inefable “Pepe” no deja títere con cabeza, abundando en infidelidades y deschaves.

No da para extrañarse, si se tiene en cuenta la sinuosa trayectoria del personaje, pero eso no está al alcance de los obsecuentes y queda sólo para quienes nos comportamos como orejanos.

En lo de saborear y digerir batracios, muy pocos se salvaron, dando por válidas las maquilladas biografías de sus adalides de turno.

La maquinaria propagandística los fue catapultando, dotándoles de un repertorio promiscuo en bondades de todo tipo y  proezas ficticias.

Postergada y sedienta de justicia, la multitud partidaria les confirió el rango de prohombres iluminados, eximiéndoles de responsabilidades y defendiendo sus errores a capa y espada. Los extra partidarios -digamos que la mayoría de los votantes- también se sumaron al banquete y recibieron tres buenos platos de sapo por liebre.

Colorín colorado, ni resultaron prohombres ni salvaron la patria. Apenas pasaron como más de lo mismo.

Sapos, bagres, lagartos y culebras. Las preguntas surgen y nos obligan a estar alertas; las respuestas, hasta ahora, nos dejan a oscuras.


Comunicate