12.JUL.21 | PostaPorteña 2217

PROTESTAS EN CUBA

Por varios

 

La Habana volvió a protagonizar las protestas en Cuba

 

La noticia de un estallido de protestas en Cuba saltó ayer a través de las agencias a medios de todo el mundo. Comenzando en San Antonio de los Baños se extendieron en cuestión de horas de Occidente a Oriente del país y acabaron rodeando el Capitolio de la Habana. La respuesta del régimen no se hizo esperar: discurso exculpatorio, llamamiento a la confrontación civil y represión puerta a puerta toda la noche.

Communia 12 julio 2021

 

Mapa apresurado de las protestas en Cuba

 

Las primeras imágenes llegaron desde San Antonio de los Baños y con ellas las primeras noticias de extensión desde Palma Soriano -cerca de Santiago de Cuba.

Unas horas después la protesta llegaba a dos pequeñas localidades cerca de la Habana, Alquizar y Güira de Melena, mientras los llamados a salir a la calle corrían de celular en celular por las principales capitales y en especial en la Habana.

En la capital se formó una pequeña multitud que avanzó desde los barrios hacia el centro.

En un primer momento los medios españoles y norteamericanos difundieron los llamados de la oposición a concentrarse en el Malecón y relataron -sin base- que los manifestantes cantaban Patria y Vida. Es cierto que aparecieron algunos carteles con la consigna, reflejando los intentos de la oposición de dar dirección al movimiento en el interior y capitalizarlo políticamente en el exterior.

Sin embargo, los vídeos muestran que hubo pocas consignas, algunos gritos de ¡Libertad! y mucho descontento ante lo que un manifestante denunciaba como un gobierno que nos está matando de hambre. De hecho ni siquiera fue el malecón, sino el Capitolio el punto de confluencia espontáneo de las protestas

El momento álgido de las protestas en Cuba fue la concentración frente al Capitolio en la Habana.

 

La respuesta del régimen

 

A las cuatro de la tarde el Presidente Díaz Canel apareció en televisión para culpar a EEUU del colapso económico del régimen y de la organización de las protestas en Cuba y llamar a los partidarios del régimen a salir a las calles y confrontar a los manifestantes.

El mensaje tenía como función por un lado dar letra y movilizar en masa a las clases que sostienen al régimen, por otro dar el pistoletazo de salida a la represión. La movilización de los propios dio para poco incluso a los medios oficiales, dejando en evidencia el agotamiento social del régimen. La represión, como siempre, brutal y efectiva, campó de nuevo por todo el país.

 

La realidad bajo las protestas en Cuba

 

En el mensaje con el que Díaz Canel intentó dar respuesta a las protestas en Cuba había sin embargo algo más que la mera expresión de la voluntad de la clase dirigente de atrincherarse en el poder.

Están cortados dos importante elementos: la capacidad de exportación y la capacidad de invertir recursos, confesó. Para un régimen que se pretende socialista (NUNCA LO FUE), es significativo reconocer que sus principales vías de agua son los dos elementos definitorios de la acumulación de capital en un capitalismo semicolonial.

 

Es la sinceridad de una decrepitud acelerada

 

 En 2018 la burguesía de estado cubana inició su enésimo enroque en previsión de lo que vino después: las consecuencias que para su acumulación anunciaba el colapso venezolano.

A los racionamientos y la escasez siguieron en 2020 el plan de choque y la convertibilidad, que abrieron un periodo de empobrecimiento salvaje y miseria de los trabajadores. El retiro de Raúl Castro en un Congreso en el que el partido de la clase dominante se dedicó a quejarse de sus explotados vino a remarcar la insostenibilidad del sistema establecido después de 1959.

La clase dirigente cubana con Raúl Castro a la cabeza está más a la defensiva de lo que había estado desde el periodo especial que siguió al colapso de la ayuda recibida desde el COMECON a principios de los 90.

Así que, en medio de una situación de derrumbe económico y desolación productiva, ensaya un nuevo enroque pasando a primera fila a la generación de burócratas que más tiene que perder. Objetivo: lanzarse con redoblada furia a buscar alianzas imperialistas vendiendo… mano de obra con salarios bangladeshíes.

…llama al capital internacional a participar de la fiesta de unas condiciones agravadas de explotación del trabajo… La queja por la falta de incentivos al trabajo significa que hay que olvidarse de las pensiones -que quedaron en menos que nada con la convertibilidad- y de las pocas protecciones laborales aun en pie. El regaño por gastar más de lo que tenemos significa que viene una nueva restricción casi total de importaciones… en un país que importa buena parte de los bienes de primera necesidad y en el que consumos básicos solo llegan de higos a brevas y gracias al comercio exterior.

¿En qué queda el mensaje reformista que tanto gusta a la prensa europea que piropea a Raúl Castro? Orientar aún más recursos productivos a la exportación -de empresas estatales o de capital extranjero en zonas especiales- y darle a una pequeña burguesía renaciente la oportunidad de organizar pequeños negocios en más de 2000 nuevos ámbitos diferentes para aprovechar el excedente de mano de obra.

Todo vale para reanimar a un capitalismo semicolonial agónico… salvo soltar el control de la mayor parte del capital nacional que la burocracia asegura a través de la propiedad estatal. Ahí está su límite.

En lo que nos importa, sin embargo no lo hay. Para los trabajadores Raúl Castro y sus epígonos, en pie sobre las ruinas de una estructura productiva arrasada, vuelven a repetir su consigna favorita, el himno global de una burguesía a la contra de las necesidades humanas: trabajad más, consumid aún menos.

El agotamiento del capitalismo de estado semicolonial castrista

 

Nada denuncia mejor el carácter capitalista y semicolonial del régimen que las quejas de sus dirigentes ante las protestas en Cuba. Resumiendo el memorial de agravios con el que Díaz Canel intentó ayer presentar el colapso económico como resultado del bloqueo estadounidense, Granma publicaba esta mañana que:

Estas restricciones [las impuestas por Trump a la actividad de empresas estadounidenses en la isla] propiciaron que al país se le cortaran de inmediato varias fuentes de ingreso de divisas como el turismo, los viajes de cubanos-americanos a nuestro país y las remesas. Se hizo un plan para desacreditar las brigadas médicas cubanas y las colaboraciones  solidarias que presta Cuba, que por esa colaboración ingresaban una parte importante de divisas, añadió.

Denunció que todo esto provocó una situación de desabastecimiento en el país, sobre todo de alimentos, medicamentos, materias primas e insumos para poder desarrollar nuestros procesos económicos y productivos que a la vez tributan a las exportaciones. 

«Están cortados dos importante elementos: la capacidad de exportación y la capacidad de invertir recursos», dijo.

DÍAZ-CANEL EN VIVO PARA CUBA: NO VAMOS A ENTREGAR LA SOBERANÍA DE NUESTRA PATRIA, GRANMA

 

Más de 62 años de liberación nacional y soberanía y resulta que todo el problema es acceder al mercado de EEUU; que la acumulación del capital cubano depende de las remesas y visitas de la gusanera de Florida que la propaganda oficial denosta día sí y día también; y que la principal exportación que le quedaba a la burguesía de estado cubana eran… médicos y enfermeros. Es más, que sin esas exportaciones de mano de obra pagada a precios de miseria, no puede ofrecer otra cosa que desabastecimiento de alimentos, medicamentos, materias primas e insumos. Insumos que ve necesarios no para satisfacer necesidades, no, sino para poder exportar otras cosas.

Lo dicho, es difícil encontrar una confesión más completa de lo que significa un capitalismo semicolonial de libro.

Los resultados han sido más que visibles en la estrategia frente al Covid, otro de los detonantes de las actuales protestas en Cuba. Al principio a base de confinamientos, el régimen consiguió detener el avance de una enfermedad que amenazaba con colapsar en tiempo récord el sistema sanitario. Pero la tentación era demasiado fuerte. Tener bajas cifras Covid convertía Cuba en un destino apetecible para el turismo que quedaba aun cuando la vacunación fuera todavía un horizonte lejano

El estado cubano, por otro lado, no iba a dedicar las ansiadas divisas que la acumulación exigía a comprar vacunas. Con toda la furia propagandística, incluida alguna fake news triunfalista, se lanzó a desarrollar cuatro vacunas diferentes. Con dos de ellas se han vacunado ya 6,2 millones de personas. Pero no ha sido suficiente para evitar el colapso de un sistema sanitario extremadamente frágil y mal dotado

Y es que, como sabemos, intentar mantener la acumulación en el sector turístico a toda costa sin la población vacunada es simplemente incompatible con evitar que el virus produzca una matanza. Incluso los partes oficiales del Ministerio de Salud lo reconocen cuando enfatizan el origen foráneo de los focos mientras dos páginas más adelante se celebra la llegada masiva de turistas rusos. Que la oposición en el exilio propusiera organizar ayuda y un corredor humanitario puede ofender a la burocracia castrista, pero no es la causa de las protestas en Cuba.

¿Qué futuro para las protestas en Cuba?

 

Las protestas en Cuba reflejaron una cierta penetración de la campaña «Patria y Vida»

A los imperialismos rivales del maltrecho capitalismo cubano le resulta tan cómodo como a la clase dirigente cubana, colgarse la medalla y atribuir la inspiración de las protestas en Cuba a los plañideros vídeos patrióticos de los millonarios disfrazados de lumpen que llegan del exterior. Es el terreno básico de entendimiento entre unos y otros: gane quien gane, pase lo que pase, seguirá habiendo una patria, se prometen. Y es lógico, la patria no es otra cosa que el alineamiento de la sociedad entera con los intereses del capital nacional, es decir, el sometimiento y sacrificio de los trabajadores para… hacer más rentable su propia explotación.

Es normal que gobierno y oposición compitan en patriotismo.Mientras las protestas en Cuba acepten como propio ese terreno a todo lo que podrán aspirar es a un cambio en la dirección de su propio hambreo, posiblemente, de la mano de nuevas alianzas imperialistas. No hay patria y vida, patria siempre es hambreo y muerte.

Para sacar de ese callejón sin salida real a las protestas en Cuba, los  trabajadores han de ganar su propio terreno. No disolverse en el pueblo sino luchar como trabajadores contra el régimen.

Ese fue el camino que abrieron las huelgas en los puertos de la Habana y Santiago en diciembre y enero pasado, la de pescadores del estado en Isla Juventud y las Tunas, que se extendió a los carboneros luego, a principios de año. Una vía de lucha que estamos viendo viendo estos días masivamente en Irán.

Es la única forma que tienen los trabajadores para plantear sus necesidades en primera línea: abastecimiento y capacidad de consumo, fin de la represión, atención sanitaria, confinamientos remunerados, pensiones de acuerdo a las necesidades… Solo desde el terreno firme de la defensa de las necesidades humanas generales, universales, es posible levantar y poner en marcha hoy un programa que tire al régimen y ponga coto al hambreo que somete a toda la población.

Pero solo los trabajadores pueden hacer algo así. Ni los reformistas del régimen ni los opositores quieren nada que obstaculice el capital nacional. Por el contrario, ambos, cada uno al modo conveniente a sus intereses particulares, quieren reanimarlo y reforzarlo. Y eso pasa, sí o sí, por hambrear y empobrecer aún más a los trabajadores, como en el resto de países del mundo. La excepción cubana es un invento. Y si es pura propaganda en todo, lo es aún más respecto a la naturaleza del capital nacional

Las protestas en Cuba pueden quedar en nada, pasar otra vez, como en el 94, a ser una anécdota histórica, o pueden ser el detonante de una lucha que abra realmente un camino de salida. Depende solo de una clase trabajadora exhausta y de su capacidad de llevar la lucha a su propio terreno.

 

Protestas en Cuba: las más grandes en décadas

 

Lioman Lima - BBC News Mundo 12 julio 2021

 

Cuba vivió este domingo la mayor protesta masiva de su historia reciente

 

Por primera vez en más de 60 años, miles de personas se lanzaron a las calles en decens de poblados y ciudades a lo largo y ancho de la isla al grito de "libertad" y "abajo la dictadura".

Ante la magnitud de las manifestaciones, el presidente Miguel Díaz-Canel se presentó ante la televisión nacional para convocar a sus seguidores a salir a las calles a "enfrentar" a los manifestantes.

"La orden de combate está dada: a la calle los revolucionarios", afirmó el mandatario, quien atribuyó la actual crisis que vive la isla al embargo de Estados Unidos y a las medidas adoptadas por el gobierno de Donald Trump.

Este lunes, en otra comparecencia televisiva, el mandatario dijo que en las protestas contra el gobierno habían participado "delincuentes" con un "comportamiento totalmente vulgar, indecente, delincuente"

Presidente Díaz-Canel asegura que las movilizaciones buscan "fracturar la unidad del pueblo"

 

 Díaz-Canel, aseguró a la 9am hora local de este lunes que las protestas masivas del domingo buscaban "fracturar la unidad" del pueblo cubano.

Junto a su ministro de Energía y Minas, Liván Arronte Cruz, y otros miembros del gobierno, el mandatario sostuvo una rueda de prensa difundida en cadena de radio y televisión nacional para "esclarecer todo un grupo de matrices que han tratado de impulsar acciones", según él, para desacreditar "la labor del gobierno y de la revolución".

El jefe de Estado también afirmó que en las protestas había "delincuentes".

"Hay un sector que delinque. Ayer vimos delincuentes. Ayer la propuesta no fue pacífica, hubo vandalismo (…) apedrearon a fuerzas de la policía, viraron carros. Un comportamiento totalmente vulgar, indecente, delincuente", insistió.

"Nosotros no llamamos al pueblo a enfrentar al pueblo. Nosotros hicimos un llamado al pueblo a defender la revolución, a defender sus derechos. Y el pueblo apoyó".

Qué fue el histórico "Maleconazo" de 1994 y cómo se compara con las masivas movilizaciones de este domingo

 

José Carlos Cueto BBC News Mundo 12 julio 2021

Verano de 1994. Pleno período especial. La economía cubana se desangra. Escasean la comida y las medicinas. Los apagones son constantes. Muchos se hartan.

El 5 de agosto cientos de personas salen a protestar por el Malecón de La Habana en el acto de protesta contra el gobierno más masivo desde el triunfo del castrismo en 1959. Algunos rompen escaparates, saquean negocios y se enfrentan a palos contra la policía.

Horas más tarde, Fidel Castro acude en persona a apaciguar la revuelta y exhorta a la gente a "derrotar a los apátridas" que protestan.

Poco después, el líder comunista abrió las puertas del país. Decenas de miles de cubanos aprovecharon la oportunidad, se jugaron la vida y se lanzaron en balsas precarias hacia Estados Unidos.

La situación se calmó con un progresivo aperturismo económico y nuevos acuerdos migratorios con EE.UU. A aquella crisis se la llamó el "Maleconazo"

Las protestas masivas que se registraron este domingo en Cuba tuvieron un lema claro: "Patria y vida".

Ese es el nombre de una canción que hace unos meses causó el enfado del gobierno de la isla y que nuevamente se escuchó en las manifestaciones del fin de semana, las más grandes en décadas en la isla.

"Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas. Ya no gritemos patria o muerte, sino patria y vida", dice un verso que se ha vuelto para muchos un himno, tanto dentro como fuera de Cuba.

El gobierno ha intentado desde el lanzamiento de la canción contrarrestar su éxito con un llamado a apoyar la revolución cubana de 1959, que llevó al poder a los hermanos Fidel y Raúl Castro.

Pero eso solo ha reforzado la popularidad del tema entre los opositores.

 

Cuba y el incendio de San Antonio

 

por José Manuel González Rubines  La Joven Cuba 12 julio 2021

Hasta el año 2021, el día 11 de julio era una fecha más en nuestro calendario, como lo fue el venidero 14 en Francia hasta que en 1789 los habitantes de París tomaron la Bastilla. Este domingo, las calles de muchos pueblos y ciudades de Cuba se llenaron de personas con reclamos e ideologías seguramente distintas, unidas por un malestar común y la exigencia –no ya petición– de cambios.

La tranquila ciudad de San Antonio de los Baños, al sudeste de la capital, aparentemente fue el origen desde donde se esparció la protesta, la llama que quemó la sábana. Esta vez no fueron «grupúsculos mercenarios», tampoco «una reunión de marginales», mucho menos «cuatro gatos pagados desde el extranjero». Miles de cubanos en el momento más difícil de la pandemia tomaron los espacios públicos.

A raíz de los acontecimientos protagonizados por el Movimiento San Isidro el 4 de abril pasado, también un domingo, alerté en un artículo titulado La hoguera de San Isidro –es intencional la piromanía– sobre el peligro que implicaba para Cuba un posible estallido social violento si no se gestionaba con eficiencia e inteligencia política la situación del país.

Pues aquí está y ha sucedido en el peor momento posible –si es que para estas cosas existe una buena ocasión–. Con tres días consecutivos reportando más de seis mil nuevos casos diarios de Covid-19 y los sistemas de salud de varios territorios colapsados o a punto de colapsar, estas protestas resultan más que alarmantes y es de esperarse que las jornadas por venir sean críticas.

No en todos los lugares las manifestaciones fueron pacíficas. Las imágenes de lo acontecido aún asombran por parecer tan ajenas: tiendas en MLC vandalizadas, patrullas ruedas arriba, policías apedreados, multitudes exaltadas.

Pero por tremendas que sean, lo más asombroso no son las protestas mismas, sino la respuesta dada a ellas por el presidente de la República en su alocución de las cuatro de la tarde, después de regresar visiblemente agitado de uno de los escenarios.

Le asistía la razón al jefe de Estado cuando enumeró las consecuencias del bloqueo y las más de doscientas medidas para recrudecerlo tomadas por la administración Trump y mantenidas por Biden en una coyuntura de absoluta complejidad mundial y nacional. El silencio de Estados Unidos y su inacción ante los embates de la pandemia afectan directamente al pueblo de Cuba.

No obstante, depositar toda la responsabilidad de la situación actual en el poderoso vecino o en las campañas en redes sociales es un autodestructivo acto de desconocimiento. Además del factor externo, la crisis sistémica nuestra tiene sus causas en erradas políticas económicas, reformas demoradas eternamente y un Estado de derecho que no acaba de salir de las páginas de la Constitución.

Lo llamativo es que esos elementos han sido reconocidos por el propio gobierno y las estrategias para superarlos, trazadas meticulosamente. Pero no solo de autocríticas y planes vive el hombre –parafraseando las Escrituras–, se precisan resultados que han tardado demasiado en llegar y, como se ha visto, no todas las generaciones tienen la misma paciencia, ni todos los contextos son iguales.

Sin embargo, de la alocución no es esto lo más notable. El presidente de la República dejó pasar la oportunidad histórica de ocupar su rol al frente de una nación que pretende ser democrática, plural e inclusiva; y en su lugar llamó a que cubanos se enfrenten a cubanos. Aseguró que la orden de combate estaba dada, solo que esta vez la carga a degüello es de hermanos contra hermanos. El hombre que posee formalmente las riendas del Estado, parece incitar un conflicto civil de proporciones difícilmente calculables en un país desgarrado por la pandemia, el desabastecimiento y el acoso exterior.

Entre sus consecuencias –además de las evidentemente epidemiológicas– está la posibilidad de que una espiral de violencia sea usada como excusa para una intervención militar extranjera, lo que implicaría una severa amenaza a la soberanía nacional. Los problemas de Cuba debemos resolverlos los cubanos sin intromisión de fuerza externa alguna, pero también sin violencia.

Que miles de personas se manifiesten en las calles no puede ser un acto de «confusión masiva», tampoco de «manipulación desde las redes sociales» o de «mercenarismo colectivo». Incluso en un primer momento de su intervención, el presidente reconoció que entre los manifestantes había diferentes motivaciones, pero retomó inmediatamente la tan nefasta postura del binarismo revolucionarios/mercenarios –igual que sucedió con los congregados frente al Mincult el 27 de noviembre–. Aquellos polvos trajeron estos lodos.   

La parte del pueblo de Cuba que salió a pedir cambios y que los quiere desde el respeto a la soberanía de la nación, merece ser escuchada y el presidente es quien debe propiciarlo. Es su responsabilidad como jefe de Estado, así como también lo es cuánto ha sucedido y suceda después de su intervención.

En lugar de a tomar las calles para enfrentar a unos con otros, el llamado debería ser a la calma en medio de la tormenta sanitaria que vivimos, a la unidad en torno a quienes necesitan medicinas y alimentos para curar sus dolencias; a la flexibilidad en las políticas para producir más, participar más, mejorar todos.

Cuba no ha vivido en muchos años una época tan oscura –y no lo digo solo por los molestos apagones–. Pero del mismo modo que la solidaridad ha primado entre quienes desean ayudar y los ha unido sin importar el lugar del espectro político en que se encuentren; esperemos que esas reservas espirituales impidan que la situación tenga el saldo catastrófico que potencialmente aparenta. Aguardemos con la esperanza de Martí en que «todo como el diamante, antes que luz fue carbón».

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El Movimiento San Isidro difundió la lista de las personas detenidas y desaparecidas por el régimen tras las protestas en Cuba

 

Entre los detenidos o desaparecidos figuran el artista y ex preso político Luis Manuel Otero Alcántara, uno de los líderes del grupo de intelectuales y artistas disidentes, quien había convocado a sus seguidores a salir al malecón a sumarse a las manifestaciones que ocurrían en varias localidades de la isla

Infobae 12 julio 2021

El Movimiento San Isidro, un grupo a favor de la libertad de expresión en Cuba, difundió este lunes una lista de decenas de personas detenidas y desaparecidas tras las multitudinarias manifestaciones pacíficas que fueron reprimidas por el régimen castrista el domingo.

“Responsabilizamos a Miguel Diaz Canel y la policía política por la represión desplazada hacia la sociedad civil cubana”, escribió el grupo en Instagram.

El Movimiento, integrado por artistas e intelectuales disidentes, precisa que la información fue tomada del grupo en Facebook DESAPARECIDOS #SOSCuba, y que la información está en desarrollo.

Entre los detenidos o desaparecidos figuran el artista y ex preso político Luis Manuel Otero Alcántara, uno de los líderes del Movimiento y quien el domingo había convocado a sus seguidores a salir al malecón a sumarse a las protestas que ocurrían en varias localidades cubanas.

El Movimiento San Isidro (MSI) nació en 2018 y lo integran artistas e intelectuales que rechazan el Decreto 349, que regula y controla la actividad artística y pretende definir desde el Estado qué es arte. La protesta cultural se convirtió desde entonces en uno de los blancos principales del régimen comunista.

Las detenciones ocurrieron después de la protesta antigubernamental más grande que se registró en la isla desde el llamado “maleconazo”, cuando en agosto de 1994, en pleno “periodo especial”, cientos de personas salieron a las calles de La Habana y no se retiraron hasta que llegó el entonces líder cubano Fidel Castro.

La protesta también montó a la redes junto a la campaña #SOSCuba, lanzada por artistas como Daddy Yankee, Residente y Kany García para recolectar dinero, materiales médicos, alimentos y otros insumos a Cuba, mientras el régimen se niega a recibir ayuda internacional. Los cubanos han aprovechado la ocasión para criticar al régimen por la escasez de alimentos, las precarias condiciones en los hospitales y la crisis que se ha agravado con la pandemia.

Ahora, a través de ese misma etiqueta, los ciudadanos están denunciando las detenciones arbitrarias y las desapariciones llevadas a cabo por el régimen.

A continuación, la lista completa de los detenidos y desaparecidos por la dictadura castrista (aquellos marcados por un asterisco ya fueron liberados):

Héctor Luis Valdés Cocho* Mel Herrera*, Daniel Triana, Solveig Font, Manuel Alejandro Rodríguez, Gretel Medina, Luis Manuel Otero Alcántara, Manuel Cuesta Morúa, Amaury Pacheco, Orelvis Cabrera, Henry Constantin, Iris Mariño, Neife Rigau, Maykel G. Vivero, Leonardo Romero, Frank García, Ariel González Falcón, Juan Carlos Sáenz, Mijail Rodríguez*, Yunior García Aguilera, El Kender de Cayo Hueso*, Castor José Álvarez, Armando Escobar Saldivar, Laritza Castillo Rodríguez, Leonardo Fernández Otaño, Yeremi Blanco, Yarian Sierra, Matteo Faccenda Lorenzo Casadio, Yolanda Carmenate Fernández, Richard Zamora,Mario Miguel Pérez Valdez, Santiago Aldama Torres, José Daniel Ferrer Tamara (Venereo) la actriz*, Javier Delgado Javier González, Noel Leandro Ramírez Mullor, Orestes Osvaldo Berrios Acosta,  Ruths de la Caridad Campos Días, Hairo Labori, Lázara Naidelys Gonzalez, Edel Carrero, Nai Rodríguez, Suney San Román, Francisco Rangel, Lázaro Díaz Colon, Eros Greck, Denis Reyes, Rafael Lutggar Hernández, Saúl Pérez Taño, Reinier Díaz, Raúl Prado,  Yusniel Perez Montejo, Marieta Martinez Aguilera, Néstor Vega Amalia Portiele, Carlos Vilá, Reinier Díaz Vega, Pedro Albert Sánchez, Antonio Pérez Fernández, Eduardo Machado Arocha, Enrique Ferrer Hechavarria, Pedro Rognis Puig Puig Murgado, Iván Arocha Quiala, Abdiel Cedeño Martínez, Jaime Mantilla, Dayris Ruth del Sol, Roberto Carlos (no sabemos el apellido),  Rafael Fajardo Cárdenas, Ariadna Pérez

 

Cuba, la represión que no cesa y la necesaria solidaridad con su pueblo

 

Cuba, como todo estado militarizado, siempre ha tenido una fuerza represiva sumamente aceitada, capaz de responder de manera inmediata ante cualquier asomo de disidencia.

Ruben Chababo Clarín 12 julio 2021

A lo largo de los últimos años los intentos por quebrar ese orden represivo fueron muchos, pero en general breves, dada la eficacia del régimen en aplastar con inmediatez cualquier insubordinación. Uno de esos últimos intentos tuvo lugar en el año 94 en el ya célebre Maleconazo, cuando decenas de ciudadanos se volcaron a las calles y fueron reprimidas ante la presencia misma de Fidel Castro.

En la memoria de ese país aún perdura el recuerdo de la dura violencia estatal desplegada en aquel intento de reclamo de derechos. Nada diferente a lo ocurrido en estas últimas semanas contra los integrantes del Movimiento San Isidro, un agrupamiento de artistas pertenecientes a las barriadas más pobres de La Habana quienes han sido duramente hostigados y encarcelados.

Un Movimiento que logró algo que no habían logrado los disidentes del pasado: hacerse ver por fuera de los contornos de la isla. En un país de fronteras cerradas, sin prensa independiente, sin acceso libre a Internet, con restricciones a la libertad de reunión y con todas, absolutas todas las instancias institucionales controladas por el Estado es muy difícil quebrar cualquier cerco represivo.

Por eso, lo ocurrido el domingo 11 de julio por la tarde en San Antonio de los Baños y luego replicado en diferentes ciudades del interior pone de manifiesto no que el régimen haya bajado su carga represiva, sino que la mayoría de la gente ha perdido el miedo histórico y ha demostrado estar dispuesta a sufrir las consecuencias de la protesta a cambio de recuperar su derecho a vivir libremente.

Hacia comienzos de los años 60, Cuba había logrado iniciar un proceso de transformación social y política que fue saludado por una parte importante del mundo. Desde Sartre a Vargas Llosa no faltaron elogios a ese nuevo amanecer político que se inauguraba sobre los restos dejados por el régimen criminal de Batista.

Pero luego vino lo que ya Orwell o Zamiatin habían anticipado en sus novelas: la Revolución fue apropiada por una burocracia férrea y la construcción de un Estado totalitario fue a lo que se abocaron.

A lo largo de las décadas no han faltado ni presos políticos, ni desaparición de personas, ni persecución sistemática a cualquier disidencia.

A pesar de ser estos datos evidentes y fáciles de constatar, gran parte del progresismo europeo y latinoamericano continuó cerrando filas con el régimen mostrando un altísimo grado de indolencia frente al dolor de los humillados al aplicar una sencilla y perversa ecuación: solo son víctimas que merecen mi atención cuando el poder que victimiza es opuesto al de mi ideología.

Históricamente, toda crítica al régimen cubano termina ubicando a quien la enuncia en el bando de la derecha, desacreditando de ese modo su enunciado.

La historia del siglo XX puede oficiar de magisterio en este caso porque nada diferente ocurrió en Europa en los años 50 y 60 cuando algunos intelectuales de izquierda se atrevieron a denunciar el Gulag soviético frente a la opinión de muchos colegas que no tardaron en acusarlos de ser agentes del imperio.

De ese modo, mientras la izquierda europea decidió mirar hacia otro lado para no hacerle el juego al enemigo, millones de personas del otro lado de la Cortina de hierro, padecieron la desgracia de sus vidas en el más atroz confinamiento.

Para esos indolentes intelectuales habitantes de la rive gauche, la voz de ninguna Ajmátova, de ningún Solyenitzin, de ningún Grossman fue creíble ni mereció su atención sensible.

Pero lo cierto es que aquellos que buscan la pureza informativa, pueden, si así lo desean, enterarse de lo que sucede en estas horas en Cuba a través de la mirada de Amnistía Internacional y de Human Rights Watch, exactamente las mismas instituciones humanitarias que cumplieron un rol fundamental en la denuncia de los crímenes cometidos por nuestras dictaduras en los años 70.

Si fueron creíbles en el pasado,si esas organizaciones son creíbles hoy cuando denuncian los atropellos que cometen los gobiernos colombiano o salvadoreño sobre sus sociedades civiles, ¿por qué no hacerlo en el caso cubano? Solo una perversa construcción y defensa de un doble estándar a la hora de vigilar el respeto a los derechos humanos puede ser la explicación que tengamos más al alcance para entender la negación o la relativización de los hechos que hoy tienen lugar en la isla.

Hoy, las calles de Cuba se han vuelto a llenar de gente que pide nada más ni nada menos que el debido respeto a sus derechos básicos. Lo hace con el mismo derecho que nos asiste a los ciudadanos chilenos, argentinos, peruanos, bolivianos o mexicanos cuando salimos a la calle a luchar por la dignidad de nuestras vidas en diferentes momentos de la historia.

No escuchar el reclamo de la sociedad cubana, desmerecer su llamado de auxilio, dudar en brindar nuestra comprometida solidaridad es, no cabe ninguna duda, hoy más que nunca, ser inmoralmente cómplices, por egoísmo e indiferencia, de la brutal injusticia que se descarga sobre sus vidas.

Rubén Chababo es consejero académico de CADAL Consejero Académico

Profesor en Letras por la Universidad Nacional de Rosario donde dicta anualmente el Seminario sobre Memoria y Derechos Humanos. Es docente y miembro del Consejo académico de la Maestría de Estudios Culturales dependiente de la Universidad Nacional de Rosario y fue integrante del Consejo Asesor Internacional del Centro Nacional de Memoria Histórica de Bogotá (Colombia). Ha dictado cursos y conferencias en diferentes universidades nacionales y extranjeras en torno a los dilemas de la memoria en la escena contemporánea. Entre 2002 y 2014 fue Director del Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario, una de las primeras instituciones museológicas dedicadas a abordar el tema del Terrorismo de Estado en la Argentina. Se desempeñó también como Director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Rosario. Es Director del Museo Internacional para la Democracia.


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