16.JUL.21 | PostaPorteña 2218

El Régimen Castro-Stalinista y la Protesta Social. Elementos para el análisis

Por ASTARITA

 

En una nota anterior, publicada en 2014-15 (Cuba: crisis, globalización y giro al mercado ) he tratado el tema del régimen cubano. En esta entrada reproduzco algunos pasajes que pueden ayudar al análisis de lo que está sucediendo.

Rolando Astarita 14 julio 2021

 

Economía de escasez

“… igual que sucedía en la URSS y en otros regímenes de tipo soviético, la cubana es una economía de escasez. La razón fundamental es la baja productividad (reconocida por la propia dirección). Por eso, y a diferencia de lo que ocurre en el modo de producción capitalista, la crisis en una economía estatista burocrática como la cubana (pero también puede ocurrir en capitalismos de Estado), no se manifiesta en un exceso de oferta, sino de demanda. En otros términos, no se trata de crisis de sobre producción, sino de “infra-producción” (el tema de la inversión es más complejo: en la URSS existía sobreinversión, pero ineficiente, en Cuba la inversión es débil). (...) 

La economía de escasez, a su vez, da lugar a una serie de fenómenos específicos. Uno de ellos es la cola: millones de cubanos pasan horas haciendo colas para conseguir algunos productos básicos que escasean, o los productos que están subsidiados (a lo que se agregan las colas debidas a la maraña de burocracia; incluso Granma registra quejas por esto). Lógicamente, esto repercute negativamente en la conciencia social, la convivencia y, en última instancia, en la productividad general de la economía… Otro fenómeno característico es el agudo desabastecimiento cíclico de determinados productos.

Extrañamiento frente al trabajo y el Estado

El mismo gobierno (VI Congreso del PC) reconoce que hay desatención en el trabajo, falta de compromiso, excesivo “reunionismo” e indisciplina. En consonancia la dirección sindical también habla de trabajadores “con malos hábitos”. Pero tal vez la descripción más completa de la actitud de los trabajadores hacia las empresas y el trabajo la da Lázaro González Rodríguez, profesor titular de la Universidad de la Habana, en un documento que lleva por título “La Revolución exige cambios en la política laboral. Actualidad de la política laboral de Cuba” (Cuba Siglo XXI, Número XCII, diciembre 2008,  https://www.nodo50.org/cubasigloXXI/economia/lgonzalez_301108.pdf).

González Rodríguez señala que entre las características más generales y significativas de la vida laboral están:

a) la baja eficiencia, que comprende pobres niveles de productividad, despilfarro, deficiencia en la calidad de los productos;

b) la pérdida de valores ético-morales, que se manifiesta en indisciplinas, robo, corrupción, metalización y tendencias consumistas;

c) la insuficiente realización del trabajador, que comprende poca motivación, considerarse como una mercancía y no con sentido de propietario, ser poco reconocido y sentir que hay insuficiente participación real; esto es, se ve a la empresa como un ente ajeno.

Más adelante el documento dice que “… en el último decenio y en la actualidad el comportamiento de la política laboral ha mantenido una tendencia recesiva, tanto teórica como práctica”. Señala también que las políticas laborales no se diseñaron proyectando objetivos sobre bases técnicas y consensuadas; que todavía había que lograr que el trabajador se sienta satisfecho en y con la labor que realiza, y dueño de la propiedad social, y que la disciplina laboral es deficiente. También observa que “la centralización, el burocratismo y la no participación luchan ferozmente por establecer récords Guinness”. Luego de señalar que cada día eran más las regulaciones centrales y menos la participación de las bases, puntualiza: “Participar no es solo ser informado, no es solo opinar –opiniones que muchas veces caen en el vacío- participar es, sobre todo, tomar parte de las decisiones que se adopten”. Y más abajo: “La estimulación moral, el desarrollo de la conciencia y de valores ha estado ausente”. La emulación y las asambleas de méritos y deméritos estaban fallecidas y solo quedaban sanciones por problemas que los trabajadores no podían resolver.

Esta sensación de enajenación, de extrañamiento del productor con respecto a los medios de producción, a lo que produce y a su propio trabajo, también parece reflejarse en la apatía y el descreimiento de muchos sectores de la población en la política y el régimen (sobre lo que volvemos luego); o se traduce en indignación y hasta protesta –que comienza a expresarse por diversos canales, incluidas publicaciones oficiales- ante los privilegios y la corrupción de sectores de la dirigencia, así como la imposibilidad de manifestar libremente lo que se piensa.

El sentimiento de extrañamiento explica, por otra parte, por qué las apelaciones a la ética socialista tienen cada vez menos eco. Recordemos que durante los primeros años de la Revolución, y en especial bajo la influencia del Che, se intentó superar el atraso tecnológico con la movilización “revolucionaria y socialista” de las masas, apelando al esfuerzo y el sacrificio (en términos marxistas, a la intensidad humana del trabajo). Este discurso tuvo efecto en la medida en que se combinó con los llamados a defender a Cuba de la agresión imperialista, y se sustentó en los planes sociales, que dieron gratis salud y educación de primer nivel, eliminaron la malnutrición infantil y el analfabetismo, y disminuyeron el racismo, el sexismo, la criminalidad y otros males típicos de los países subdesarrollados.

Sin embargo, la  preocupación por la reproducción de la vida material, así como la distancia entre las bases y la dirigencia, han deteriorado el compromiso e identificación con las empresas y el Estado “de todos”. Dos investigadoras señalan: “… de acuerdo a la mayoría de los estudios sociales y las más recientes investigaciones políticas, el primer problema que enfrenta la Revolución Cubana son las necesidades básicas insatisfechas. En el contexto de la crisis económica que duró más de una década, las nuevas generaciones cubanas han adoptado nuevas formas de vida y de pensamiento social. Ellos están viviendo en un país y en una revolución en la cual la preocupación por la reproducción de la vida material en una forma inmediata-individual-utilitarista parece prevalecer por sobre la racionalidad ética que reinó durante las primeras décadas de la revolución” (Rosa Muñoz y Mariana Ortega Breña, “The Cuban Revolution: A Promised Land”, Latin American Perspectives, pp. 72-83, Nº 1, vol. 36, 2009).

En el mismo sentido, el escritor, profesor universitario y cineasta cubano Eduardo Del Llano Rodríguez, escribe: “Anestesiada, la mayoría de los cubanos no espera un día mejor, se conforma con un nuevo día. No somos una verdadera sociedad: cada uno sobrevive en su madriguera, y escasean los proyectos y las asociaciones espontáneas” (“El inmovilismo”, https://eduardodelllano.wordpress.com/page/5/, publicado el 15/07/14).

En otro post: “Cada vez son menos los que aceptan acrítica e incondicionalmente el discurso oficial, que sigue empleando los tiempos verbales incorrectos: mucho pasado, mucho futuro y turbias gotas de presente; mirados de cerca, estos creyentes resultan ser gente rara, masoquista, robótica… u octogenaria. Se puede y debe defender la izquierda, pero ya es prácticamente imposible romper una lanza por Esto.” (“Lo que la gente dice en la calle”, ídem, publicado el 11/03/14). “Esto” no se puede atribuir al bloqueo, ni se puede dejar de lado con el cómodo recurso de “es propaganda de la derecha contrarrevolucionaria”

Otras expresiones de extrañamiento

La distancia entre la dirigencia y el pueblo común en Cuba se refleja, aunque de forma muy parcial, incluso en los medios oficiales, que llegan a denunciar la “vagancia” de sectores sociales. Por ejemplo, en Granma: “… la mayoría de los cubanos (…) escuchamos a diario en nuestros barrios, centros de trabajo y demás, (…) que la vagancia injustificada en Cuba es un mal que hay que atacar con firmeza y acabar de resolver… ” Y agrega que se trata de “vagos conscientes y muchos hasta confesos” (Jorge Llorente López, “Ni desempleados, ni desocupados, simplemente vagos”, Granma 28/11/14, http://www.granma.cu/cartas/2014-11-28/ni-desempleados-ni-desocupados-simplemente-vagos; véase también el intercambio de opiniones asociado a la nota). Y Raúl Castro reconoció que “uno de los más difíciles retos del trabajo político es lograr que los trabajadores se sientan dueños colectivos de las riquezas de la sociedad y actúen en consecuencia…” (Agencia Cubana de Noticias http://www.ain.cu/2006/septiembre/27asdisciplina.htm)

Casi medio siglo después del triunfo de la Revolución desde la más alta dirección cubana se admitía que los trabajadores no se sentían dueños de los medios de producción ni de las riquezas de la sociedad.

Por otra parte, desde las esferas oficiales se reconoce que existe un sector importante de la juventud que dice no interesarse por la política. En una nota publicada el año pasado en Juventud Rebelde, se habla del fenómeno y se lo explica como producto de la penetración de la ideología neoliberal “en la conciencia de los más débiles” (Yoerky Sánchez Cuellar, “Maikel el (a) político”, http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2014-03-01/maikel-el-apolitico/). En respuesta al argumento del periodista, un lector afirma que “la política es para los políticos, después de todo, se reúnen a puertas cerradas, deciden por nosotros, y después nos dicen que es para bien de nosotros mismos…” (énfasis agregado).  (…)

… algunos objetan que en Cuba existen numerosas organizaciones sociales y del PC con base territorial, así como organizaciones del gobierno e instituciones vinculadas a la política social con asiento en la comunidad, que conforman un tramado denso de participación, y de canales para hacer oír las voces del pueblo. Pero se trata más de forma que de contenido. En palabras de Mayra Paula Espinosa Prieto: “En la práctica ha primado una concepción de la participación que la considera como una movilización de apoyo a objetivos estratégicos definidos centralmente por decisores expertos (de la política y de diversos campos técnicos y disciplinares) y como forma de asegurar canales para la consulta de decisiones ya tomadas y minuciosamente concretadas en planes y programas de acción.

La participación no es entendida como la intervención necesaria desde la definición estratégica en sí misma y en la toma de decisiones como tal” (“Políticas de atención a la pobreza y la desigualdad”, 2008, CLACSO, http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/clacso-crop/20110908080337/05Prieto.pdf, p. 144; énfasis agregado). Espinosa Prieto es profesora de sociología en la Universidad de la Habana y miembro del consejo editorial de Temas.

A esa participación formal no es ajeno el temor a la represión de los organismos del Estado. Pablo Milanés dice: “Mucha gente tiene miedo de hablar porque hay un sistema detrás de censura, de represión callada y oculta que no te permite hablar libremente y que hay que echar abajo ya, cuestionarlo de modo radical” (“El socialismo cubano se ha estancado”, reportaje de Carlos Fuentes en Ecos Cotidianos, febrero de 2013, https://ecoscotidianos.wordpress.com/2013/02/25/pablo-milanes-el-socialismo-cubano-se-ha-estancado/). Pero en un “Estado del pueblo” (o “socialista”), el pueblo no debería albergar ningún temor a expresarse libremente.

En este contexto social y político, las explicaciones oficiales, excesivamente simplistas –neoliberalismo que gana a los débiles, “injustificada” vagancia- desnudan la imposibilidad, dentro del régimen burocrático, de remontar la apatía y el extrañamiento del ciudadano común con relación al Estado, las empresas y el trabajo.

“La burocracia usufructúa los bienes estatales como si les pertenecieran”

“En el reportaje realizado por Ignacio Ramonet a Fidel Castro, (Fidel Castro. Biografía a dos voces), que ya he citado, el líder cubano decía: “… hay, debemos decirlo, unas cuantas decenas de miles de parásitos que no producen nada y sin embargo se enriquecen. (…) Hay un desorden amplio en eso (se refiere al robo de gasolina), entre otras cosas, con pérdida de decenas de miles de millones de dólares…” (p. 612). Luego de admitir que el robo y el fraude, si bien se habían agudizado durante el período especial, existían desde antes, afirmaba que “en la Habana muchos aprendieron a robar como locos” y que “en los Poderes Populares el desastre, el caos, es universal” (p. 615). Para frenar la corrupción proponía reforzar los controles con miles de funcionarios, y seguir apelando a la ética. En noviembre de 2005, en un discurso en la Universidad de la Habana, Fidel Castro llegó a afirmar que la revolución podía destruirse por la corrupción. Por su parte, en 2010 el economista y militante del PC Esteban Morales Domínguez planteó, en un artículo que llevaba por título “La corrupción, ¿la verdadera contrarrevolución?” (publicado en la página de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba), que la corrupción se daba la mano con la contrarrevolución alentada por EEUU. A raíz de esto Morales Domínguez fue expulsado del PC, pero tras una avalancha de críticas, tuvo que ser readmitido.

A pesar de las denuncias, el fenómeno hoy parece abarcar todavía más sectores. A veces se trata de actividades directamente mafiosas, y hasta peligrosas para la salud de la población. Por ejemplo, en 2014 la policía desmanteló una fábrica clandestina de refrescos enlatados en Santiago, que reutilizaba latas recogidas de los basureros. Hace un tiempo también se desmanteló una fábrica que falsificaba cerveza.

Muchas veces están involucrados funcionarios y administradores de todas las escalas, que se apropian de dinero de empresas estatales, o desvían sus bienes. Por ejemplo, administradores del Centro Comercial III de la Habana habían constituido, hace algún tiempo, una red comercial para suministrar productos de ferreterías y repuestos de autos al por mayor al mercado negro  (ver Roberto Peralo, “La corrupción en Cuba: enfermedad crónica”, en http://eltoque.com/texto/la-corrupcion-en-cuba-enfermedad-cronica). Peralo registra testimonios de que lo mismo sucede en muchos shoppings, y agrega que “un síntoma muy preocupante es que de las decenas de trabajadores de una tienda, no exista una sola persona capaz de denunciar estos hechos”. Más abajo escribe: “No me cabe la menor duda  que el salario, al no ser un medio de pago justo, ni estimulante y no satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores, se convierte en una causa de peso para que el trabajador busque otras vías de ingresos. Pero ¿por qué cuando se alcanza un nivel de vida decoroso cambian las motivaciones para seguir corrompiéndose?”

Otro importante mercado negro es el de medicamentos y productos para la salud, al que ya hacía referencia Fidel Castro en el reportaje citado. Involucra directivos, trabajadores de grandes almacenes, conductores de vehículos que transportan los medicamentos, vendedores de farmacias y hasta médicos. Un procedimiento bastante común consiste en desviar medicamentos hacia las farmacias en moneda convertible, que están en las zonas turísticas, donde se venden a un precio hasta 3 o 4 veces más elevado que en las farmacias con CUP, donde esos medicamentos escasean. También hay robo de los almacenes públicos de medicamentos e insumos de salud, que se vuelcan al mercado negro. (…)

Otros casos de corrupción pasan por el uso de puestos jerárquicos, desde los cuales se consiguen favores. Por ejemplo, el funcionario que vende puestos de trabajo en el sector turismo; o los que acomodan a sus familiares en lugares de privilegio, en empresas o en el Estado. Otro ejemplo: en las puertas de supermercados estatales se pueden encontrar individuos que ofrecen los más diversos bienes, como acondicionadores de aire, pintura, piezas de repuesto y otros que no están a la venta oficial, pero son “desviados” por gerentes y administradores.

Este caso lo denuncia Esteban Morales Domínguez (http://jovencuba.com/2013/12/16/corrupcion-hasta-cuando/. Morales Domínguez también señala que “… la burocracia resulta ser corrupta por su propia naturaleza; tiende a usufructuar los bienes estatales como si les pertenecieran y en medio de esa confusión de la  que no nos hemos librado aún, entre propiedad estatal y propiedad social, la burocracia inclina más las cosas hacia el ordeno y mando, disponiendo de los bienes estatales, administrándolos, e incluso, disfrutando de ellos, olvidando, no pocas veces, que los bienes son del pueblo, son propiedad social, y no de ningún gobierno en particular. Por lo que los trabajadores no deben permitir que ningún organismo burocrático luche solo contra la corrupción, sin su explícita participación y fiscalización”

A este análisis habría que agregar que, si bien los bienes formalmente son del pueblo, su administración no está en manos del pueblo, sino de funcionarios que se ubicaron por encima de la sociedad. Esto es, la burocracia usufructúa los bienes estatales “como si le pertenecieran”. (…)… la apropiación sistemática de excedente en beneficio privado ubica al burócrata en el terreno del que explota el trabajo ajeno; esto es, ya no estamos ante simples “privilegios”, sino frente a una relación de explotación orgánica.

Pobreza

La pobreza ha sido ocultada por el gobierno, y por los intelectuales y militantes que hacen “turismo revolucionario” a la isla. Sin embargo, en los últimos años la cuestión ha sido planteada por investigadores sociales cubanos. Por ejemplo, María del Carmen Zabala Argüelles, en Familia y pobreza en Cuba. Estudio de casos, publicado en 2010, sostiene que aunque no haya pobreza extrema –caracterizada por ausencia de atención médica, desnutrición, analfabetismo- existe una pobreza caracterizada por necesidades básicas insatisfechas y problemas serios de sobrevivencia en muchas familias.

Con el mismo sentido, Mayra Espina Prieto precisa que la pobreza extrema no existe porque se trata de una pobreza “amparada por el acceso a los beneficios universales (salud, educación, etc.)”, pero “es una pobreza difícil de vivir porque esas personas apenas tienen posibilidades de tomar decisiones, su vida transcurre por los circuitos del amparo. Aunque no tiene la dimensión de otros países, sigue siendo un problema económico, social y ético grave” (“La tarea social no debe quedar para después”, http://oncubamagazine.com/a-fondo/mayra-espina-la-tarea-social-no-debe-quedar-para-despues/).

En otra intervención, Espina Prieto ubica la pobreza entre el 20 y 24% de la población. Dada la carencia de cifras oficiales, la calcula a partir de necesidades básicas insatisfechas. Para eso, se confecciona un set de qué necesita un individuo o una familia “para una reproducción más o menos normal”, se calculan los costos a precios de los productos que hay en ese momento en el mercado, y la línea de ingresos mínimos. Por lo tanto, cuando se dice que el 20% de la población cubana está en la pobreza, se quiere significar que “carece de los ingresos propios necesarios para cubrir sus necesidades básicas” (“Intercambio posterior a la conferencia de Mayra Espina”, Espacio Laical, febrero 2014, http://www.espaciolaical.org/contens/38/105110.pdf).

Por último, señalemos que en septiembre de 2014 se presentó en La Habana Algunas claves para pensar la pobreza en Cuba desde la mirada de jóvenes investigadores, una compilación que estuvo a cargo de María del Carmen Zabala, y fue editada conjuntamente por el Centro Félix Varela y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Solo tuve acceso al prólogo del trabajo, en el cual Juan Valdez Paz estima que actualmente el 25% de los cubanos vive en la pobreza”.

Agregado 2021: Todo indicaría que desde que fueron escritos estos pasajes la pobreza empeoró; en especial, desde el estallido de la pandemia de Covid. El Observatorio Cubano de Derechos Humanos informaba, en octubre de 2020, que ocho de cada diez cubanos sobrevivían con lo justo, el 67% de las familias encuestadas calificaban la alimentación diaria como deficiente y a seis de cada diez familias la libreta de abastecimiento les cubre solo de cinco a diez días al mes.   

Prostitución

“Si bien en la prensa oficial el tema no se trata, en julio de 1992, ante la Asamblea Nacional, Fidel explicó: “En Cuba no hay ninguna mujer que se vea obligada a venderse a un hombre, a un extranjero, a un turista. Las que así lo hacen actúan por su propia cuenta y riesgo, voluntariamente. Podemos decir que son prostitutas sumamente educadas y completamente sanas, porque somos el país con el número más bajo de casos de SIDA”. Además de sonar a invitación al turismo sexual (“aquí se vende sexo seguro”), Castro explicaba entonces la prostitución desde un enfoque individualista burgués (“son prostitutas porque se les da la gana”). (…)  

La investigadora Patricia Catoira escribe: “… Al igual que el gobierno cubano ha escogido el turismo como fórmula rápida de solventar la crisis, muchas mujeres y hombres han decidido ejercer la prostitución como medida extrema para paliar la escasez de recursos que padecen” (“Adiós compañera, hola señorita: Jineterismo, trauma y literatura”, P. Catoira, Montana State University,  http://www.modlang.txstate.edu/letrashispanas/previousvolumes/vol6-1/contentParagraph/0/content_files/file8/catoira.pdf).

(…) la prostitución es una manifestación del grado en que se han metido en Cuba relaciones sociales que son caldo de cultivo para el resurgir de prácticas mercantiles y capitalistas. Señala Catoira: “Cuba ha entrado a formar parte de las corrientes globalizadoras que rigen el mercado internacional en las cuales lo local cubano está supeditado a la oferta y demanda de los intereses exteriores” (…)  

Elementos crecientes de capitalismo de Estado

En Cuba han cobrado creciente importancia inversiones extranjeras –en turismo, en primer lugar- y diversas formas de negocios, muchos de ellos en negro, o semi-legales, o tolerados. El gobierno los presenta como avances en un sentido socialista. Lo mismo los acuerdos internacionales con Rusia, o China. En referencia a estos últimos, escribíamos:

“…las invocaciones a la “construcción socialista” son solo máscara y simulación, diría que casi cínica.  (…) Con poder burocrático, en una economía estancada, con un sector privado en crecimiento, la entrada de capitales extranjeros, sean chinos, rusos, brasileños o estadounidenses, no fortalecen ningún programa socialista. En cualquiera de los casos, habrá extracción de plusvalía, esto es, explotación de trabajo asalariado, en beneficio del capital privado (chino o de empresas asociadas con los chinos) y también en beneficio del capitalismo de Estado (o del Estado burocrático estilo soviético, como es el cubano). Por lo tanto, invocar aquí los ideales de Marx y su meta de acabar con la explotación del hombre por el hombre, es puro cinismo, es pura máscara”

Entre otros elementos, deberíamos agregar los beneficios que obtiene la burocracia a partir del envío de médicos cubanos al exterior, y de la intervención en el cobro de divisas enviadas por el exilio cubano.

Acumulación y ascenso de las Fuerzas Armadas

En un entorno de escasez de bienes y recursos, el control del Estado y de la economía estatizada brinda oportunidades para el enriquecimiento rápido. Se produce entonces una “acumulación primitiva”, un concepto con el que quiero destacar el rol de los mecanismos de violencia político- estatal (corrupción, robo, fraude) para la concentración de riqueza en algunas manos. Esta riqueza, llegado el momento, se volcará a la acumulación libre de capital. Cito de nuevo al militante del PC cubano Esteban Morales Domínguez: “Cuando observamos detenidamente la situación interna de Cuba hoy, no podemos tener duda de que la contrarrevolución, poco a poco, va tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y del Gobierno. Sin duda, se va haciendo evidente de que hay gentes en posiciones de gobierno y estatal, que se están apalancando financieramente, para cuando la Revolución se caiga, y otros, que pueden tener casi todo preparado para producir el traspaso de los bienes estatales a manos privadas, como tuvo lugar en la antigua URSS” (véase http://estebanmoralesdominguez.blogspot.com.ar/2010/07/corrupcion-la-verdadera.html, énfasis añadidos).

Según toda la evidencia disponible, los mandos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) son los que más han avanzado por este camino, gracias a su ascendiente influencia en el Estado y los comandos de la economía. (…) El ejemplo más notable del control económico por parte de los militares es el holding GAESA (Grupo de Administración Empresarial  S. A.), que está en la órbita del Ministerio de las Fuerzas Armadas, y es presidido por el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno de Raúl Castro. 

Manejos secretos y privilegios

El manejo de los complejos GAESA y CIMEX está oculto a los ojos de la población común, sus resultados financieros no están disponibles para la consulta del público ni, por supuesto, de sus trabajadores. También son secretas las cifras del presupuesto del Minfar y Minint; y la ley no obliga a que los funcionarios revelen sus activos. En síntesis, los trabajadores no tienen participación alguna en la administración efectiva de estas empresas y conglomerados.

Paralelamente, y como reflejo del creciente poder de las FAR, aumentan los privilegios y los ingresos diferenciados de los militares. Un caso significativo son las “ciudades militares”, que son complejos habitacionales destinados al personal militar de medio rango, o a civiles que trabajan para las FAR, o para el Minint. En los próximos años se proyecta construir unos 30, de los cuales varios ya están terminados. Típicamente los departamentos de estos complejos constan de dos o tres ambientes, disponen de jardines, paneles solares, red telefónica, y estacionamientos para automóviles.  (…) Por otra parte, los militares tienen derecho a productos subsidiados tales como automóviles, electrodomésticos, muebles y computadoras. Además, lo producido por la UAM no solo va a unidades militares, sino también a empresas, hospitales, hoteles y casas de descanso para militares. Muchos jóvenes que cumplen el servicio militar obligatorio trabajan en la UAM (véase la nota de Patricia Cáceres, “Verde que te quiero verde”, Juventud Rebelde 17/02/14).

Dada la penuria habitacional existente en Cuba, la construcción de las ciudades militares ha dado lugar a protestas y resentimiento entre la población. “¿Por qué los militares tienen este privilegio?” es una queja que circula en blogs cubanos.

Política internacional: apoyo a dictaduras y regímenes sangrientos

La represión que se ha desatado en Cuba está acorde, por otra parte, con las posturas que ha tomado el régimen en el plano internacional. Recordemos, entre otros elementos, que los Castro y el PC cubano ampararon a la dictadura de Videla; y antes Cuba guardó silencio ante los crímenes de la Triple A, organización derechista paramilitar protegida por el gobierno de Isabel Perón. Cuba otorgó la Orden José Martí, entre otros dirigentes stalinistas, a Nicolae Ceausescu de Rumania, a Erich Honecker de Alemania Oriental y a Leonid Brezhnev. Fidel Castro calificó de “gran líder” a Kim Il Sung, y declaró que “la Corea del socialismo” era un país de “trabajadores liberados, del pueblo soberano y digno, de los científicos creadores, de los niños felices…” El PC cubano y Castro apoyaron la invasión a Checoslovaquia de la URSS, en 1968. Ese mismo año Cuba mantuvo silencio frente a la masacre de estudiantes, ejecutada por el gobierno de México, en la plaza Tlatelolco.  

Asimismo Fidel Castro apoyó y calificó de “revolucionario y legítimo” al genocida Idi Amin, de Uganda; respaldó al presidente de Zimbabue Robert Mugabe, (recibió la Orden José Martí); apoyó a Denis Sassou-Nguesso (también condecorado con la Orden José Martí), de la República Popular del Congo; y a Nguema Macías y al sangriento dictador Teodoro Obiang (recibido en 2008 con honores en Cuba), de Guinea Ecuatorial. ¿Qué tuvieron siquiera de “progresistas” estos regímenes? ¿Qué tuvo de progresivo, por ejemplo, el gobierno militar de Idi Amin, que desató sangrientas represiones políticas y étnicas, devastando a Uganda y provocando cientos de miles de muertos? (500.000, según Amnistía Internacional).

 Y así podríamos seguir con los otros personajes y regímenes mencionados. Y también con regímenes como el de Gadafi, de Libia, Al Assad, de Siria o el régimen posrevolucionario argelino. En todos los casos, fueron presentados como anti-imperialistas, o en “proceso de construcción del socialismo”, y sus dirigentes fueron caracterizados de “revolucionarios” e incluso “marxistas leninistas”.

La actual respuesta represiva del régimen frente a las protestas sociales está acorde con la política en el plano internacional.

Ausencia de libertades

Un rasgo característico del régimen stalinista es la sofocación de las libertades democráticas. Al respecto, escribíamos: “Está muy establecida la idea de que, de la misma manera que en los países capitalistas la libertad de prensa es formal, pero no real (los dueños del capital y los que manejan el Estado gozan de los medios reales para expresar sus opiniones), los países “socialistas” (o con régimen de tipo burocrático estatista) tienen que defenderse restringiendo la libertad de prensa. Esto es, en estos regímenes la dirección del gobierno o del partido tendría el derecho a decidir qué pueden o no pueden leer los ciudadanos. Así, parece establecido que los “jefes” pueden leer lo que se les ocurra, pero pueden impedir esas lecturas a los ciudadanos comunes. Diríamos que “velan por su salud ideológica”.

Pero, por supuesto, en el fondo, las censuras no fortalecen conciencia ni programa socialista alguno. Como decía Marx, el censor (y agrego, el burócrata encaramado a gran dirigente) cree que puede tutelar no solo la conducta de los ciudadanos, sino también sus espíritus. Pero lo único que logra es un mundo monocorde, que a nadie conmueve ni convence. Es lo que uno experimenta cuando recorre ciertas prensas de gobiernos o partidos de “pensamiento único”. A veces, ni los mismos periodistas que escriben en esos medios están convencidos de que lo que escriben sirva para algo. Por eso, no hay construcción socialista sin que “florezcan cien flores del pensamiento”, para usar la expresión de Mao (que por cierto, no llevó a la práctica).

Pero incluso si se sostiene que se censura para combatir a la prensa imperialista, el argumento se cae. Después de todo, ¿por qué no dejar que los trabajadores, la gente común, lean y respondan como mejor les parezca, denunciando las mentiras de los contrarrevolucionarios, en base a datos y razonamientos, o con fundamento en su propia experiencia? ¿Acaso el socialismo no es construcción colectiva?

Por eso, volviendo a Marx –se refería a la censura prusiana de su época, pero el pasaje es aplicable más en general: “No exigís que la rosa tenga el mismo perfume que la violeta, pero queréis que lo más rico de todo, que es el espíritu, exista de un modo. (…) Gris sobre gris: he ahí el único color lícito de la libertad” (Marx, “Acerca de la censura”). Y luego: “La forma esencial del espíritu es la alegría, la luz”. Pero no hay luz cuando se pretende que “la verdad es lo que ordena el gobierno”.

Para sintetizar: a fin de que haya luz, tiene que haber posibilidad de confrontar opiniones, teorías, explicaciones, disidentes o incluso opuestas. De lo contrario, la unanimidad es formal, y con pies de barro. Pero el gris parece ser el único color lícito en estos regímenes burocrático estatistas (¿hay algo más gris que Granma?). Y en un mundo chato y uniforme, no hay despliegue de potencialidad alguna de las masas (de las verdaderas fuerzas productivas). Ni existe la posibilidad de desarrollar las potencialidades del individuo.

Por supuesto, los filo stalinistas de toda la vida dirán que mi posición es funcional a la CIA, la contrarrevolución y el capitalismo. Su horizonte mental termina ahí. En este punto, las  diferencias parecen imposibles de superar: afectan a lo ideológico, esto es, a una concepción global de una vida humana, sin explotadores ni burócratas ubicados por encima de la sociedad.

Fracaso del estatismo burocrático

“Cuba confirma, una vez más, que es imposible construir un “socialismo nacional”,y menos todavía con los métodos de la administración burocrática. Incluso para muchos de los que apostaron al proyecto socialista y realizaron por ello enormes sacrificios -participando en la alfabetización masiva, en la campaña por los 10 millones de toneladas de azúcar, en la guerra de Angola y otras misiones-, hoy el Estado se ha transformado en una abstracción, en un ente enajenado. Un régimen que acepta como algo casi “natural” la prostitución o el negociado del burócrata…

“… el avance al socialismo, como decía Raya Dunayevskaya, necesita de la “negatividad absoluta”, esto es, la negación del capitalismo privado y también la del capitalismo de Estado. Agregaríamos, la negación de toda forma de Estado que se transforma en un instrumento de la burocracia para la explotación del trabajo. Esa “negatividad absoluta” es el programa de una segunda revolución, que debería transformar de raíz la forma de hacer y decidir las políticas públicas.

Se trata, en última instancia, del objetivo que alguna vez esbozó Lenin: “Todos los ciudadanos sin excepción deben actuar como jueces y participar en el gobierno del país. Y lo más importante para nosotros es enrolar a todos los trabajadores, sin excepción, en el gobierno del Estado. Esta tarea es tremendamente dificultosa. Pero el socialismo no puede ser introducido por una minoría, por un partido” (citado por Dunayevskaya, Filosofía y revolución. De Hegel a Sarte y de Marx a Mao, Siglo XXI, p. 123, 1989)

 Se puede discutir, por supuesto, hasta qué punto Lenin se mantuvo fiel a este objetivo (la respuesta de los bolcheviques al Kronstadt sentó un precedente nefasto en el camino de la burocratización de la URSS), pero ese es el norte programático de las corrientes que defienden un programa de democracia real de los productores.

Para esto, el primer paso es la crítica de las prácticas burocráticas y de la concepción de que el “partido de vanguardia” puede sustituir esa democracia de las bases. O que la vanguardia iluminada puede “forzar la marcha de los acontecimientos” imponiendo a millones de personas su propia versión de lo que entiende por socialismo.


Comunicate