Cuando resulta evidente que la mortandad ocasionada (o atribuida) al covid decrece en casi todos los países del mundo y la Universidad de Pensilvania –USA- acaba de publicar un largo trabajo en el que sostiene que el COVID está evolucionando a convertirse en un vulgar, inocuo y muy contagioso resfrío (1) la ofensiva del capital globalista para imponer su dominación “sanitaria” se está acelerando y pasa a centrarse en dos aspectos íntimamente relacionados: la obligatoriedad de las vacunas y el pase sanitario, por un lado, y un salto adelante en la censura y persecución de toda voz crítica al análisis y manejo de la enfermedad.
Mientras aparecen, una y otra vez, nuevas variantes mutantes del virus creado en China, muy contagiosas, pero de baja letalidad, se está produciendo un fenómeno de rechazo creciente a las medidas políticas –bajo cobertura “sanitaria”- con las que pretenden imponer un estado de excepción permanente en la sociedad humana.
No pasa semana sin que se produzcan protestas y, ocasionalmente, serios incidentes en los que se exterioriza que el límite de tolerancia popular está cercano. Más preocupante aún resulta el hecho de que apenas un poco más de la tercera parte de la humanidad ha accedido a vacunarse, capitulo central de la dominación proyectada en base al control social, a la segmentación de la sociedad, el apartheid de los rebeldes y la digitalización de la vida misma.
Si bien en esos porcentajes incide notablemente el hecho de que, en muchos países, más de 100, no hay vacunas disponibles y no por carencias en la fabricación sino, sobre todo, ¡por la imposibilidad de la mayoría de los estados pobres –la mayoría de los estados! - de acceder a los leoninos requisitos de los laboratorios, casi un 40 % de los habitantes de los países occidentales y del primer mundo son reticentes a inocularse. Sumado a los que no pueden acceder a las vacunas da como resultado que casi el 65 % de la población no se inocula.
Y lo que más intranquiliza a los cerebros de la plandemia es que la mayoría de los ciudadanos de menos de 35 años de edad son los más reacios a vacunarse, indicador de que su fábula no ha calado en la parte más dinámica de la sociedad, con lo que su sueño de nuevo orden mundial carece de sustento de futuro. Y entonces aparecen, sospechosamente, nuevas cepas, variantes inéditas del virus… para sostener el terror o producto del error sanitario de las vacunas. (2)
Vemos, día tras día, la censura trabajando a destajo, eliminando sitios y páginas y personajes críticos en las redes, silenciándolos en los medios, omitiendo sus opiniones, difamando sólidas trayectorias científicas, exigiendo condenas y, a la vez, una replicación creciente, geométrica, de esas mismas o nuevas páginas y sitios de consulta seguidos cada día por más gente y sustentados cada vez con más evidencia que desnuda la fragilidad del relato del complot globalista.
Y esa es la mayor preocupación de los estrategas del golpe de estado mundial.
En EE.UU. se da un hecho muy interesante, donde casi todo el sur del país se niega a vacunarse y en aquellos sitios donde el predominio político es republicano o de la derecha demócrata el rechazo es mayor. Se reproduce, en lo sanitario, la fractura política que existe en el imperio decadente, con el agravante que las protestas suelen estar encabezadas por ciudadanos armados que expulsan a los agentes sanitarios de sus pueblos y ciudades. Pero no es un hecho local: en Inglaterra, en Francia, Grecia y Alemania han sido asaltados y destruidos puntos de vacunación y puesto en fuga los agentes sanitarios. Eventos similares, de mayor o menor magnitud, pero en escala creciente, se están sucediendo en muchos países de Europa.
Y lo nuevo, de las últimas semanas, ha sido la confluencia en las protestas europeas de sectores y grupos de la derecha nacionalista, con las más diversas expresiones de radicalización social, incluyendo grupos anarquistas, religiosos, ambientalistas y trotskistas.
El rechazo a las vacunas se fundamenta en una variada lista de razones, pero tal vez la más importante y generalizada resulta del hecho incuestionable de que estas “vacunas” no son tales, no han sido autorizadas por la nefasta OMS como vacunas ni han sido sometidas las imprescindibles pruebas y requisitos de investigación que siempre se les exigieron a las vacunas.
Por supuesto que, también, hay argumentos disparatados, políticos y hasta místicas que sustentan la negativa, pero vamos a detenernos en los cuestionamientos señalados más arriba, que suelen ser los más generalizados.
Veamos esos puntos.
Toda la historia de las vacunas, desde que el británico Edward Jenner descubrió empíricamente la que terminaría con la terrible viruela, ha estado caracterizada por las polémicas, los debates y, sobre todo, por largos tiempos de pruebas y experimentaciones, idas y vueltas, formulas y reformulaciones. En ningún caso se condenó la hoguera a los que disentían con ellas. Ni se persiguió a los escépticos ni se censuró a los descreídos. En casi todos los casos se podría haber ido más rápido; en casi todos los casos se podría haber utilizado, como hacen ahora los globalistas, la excusa de la “terrible emergencia sanitaria” para saltearse pasos, para evitar pruebas, para ahorrar tiempos y para omitir los riesgos que el apresuramiento puede acarrear, como temibles y desconocidas consecuencias posteriores de alcance muy generalizado. Toda vacuna está destinada a amplias franjas de la población y sus efectos son, casi siempre, duraderos. Y por eso debe ser sometida a los más extremos y rigurosos controles antes de ser aplicada en la población.
La primer y más generalizada objeción a la actual “vacunación” tiene que ver, exactamente, con eso: en apenas siete meses (¡!) varios laboratorios, todos ellos controlados por el gran capital globalista, el mismo que maneja a la OMS (3) e impuso las cuarentenas, declaraban estar en condiciones de experimentar con humanos sus prototipos de vacuna!!
Pero había un problema: se trataba de un virus desconocido, no se lo había aislado ni reproducido en laboratorio ni en cultivos y, sin embargo, ya se comenzaban a fabricar las “vacunas”
Y decimos “vacunas”, entre comillas, porque lo que a poco andar supimos es que no se trataba de vacunas –como vamos a ver más adelante- sino de medicamentos de intervención genética que nunca se habían probado en humanos ni habían pasado los procesos de prueba y experimentación que la propia OMS exigía hasta entonces.
Entonces, y hasta los medios hegemónicos lo reconocen, la principal razón del rechazo a la vacunación surge de la desconfianza a la improvisación, el apuro y la falta de experimentación que afectan a todas estas inoculaciones, objeciones que son reforzadas, además, por la guerra de informaciones que cada laboratorio protagoniza en defensa de su producto y en la inconsistencia de sus datos.
¿Cómo pueden afirmar que la inmunización lograda dura un año o dos o lo que sea, si sólo llevan meses de prueba?
¿Con que saberes pueden afirmar que sus “productos” son eficaces contra otras cepas, cuando éstas recién acaban de aparecer y son escasos y rudimentarios los estudios sobre las mismas? Como pueden negar, sin una investigación seria, que ciertos “accidentes”, sobretodo cardiacos y de coagulación, en personas recién inoculadas no se produjeron como consecuencia, precisamente, de esa inoculación?
¿Cómo pueden sostener la eficacia a ultranza de estas vacunas cuando hay registros públicos de nuevos enfermos después de vacunados con dos dosis y, muchos de ellos, fallecidos?
Nada de esto se resuelve apelando a la “urgencia impuesta por la terrible emergencia sanitaria” y a la feroz censura sino al sometimiento de estas terapias a las pruebas y experimentaciones imprescindibles, a las polémicas y debates públicos y a la publicación de los componentes y técnicas de elaboración de las mismas, con participación de científicos independientes (¡los hay!), profesionales y trabajadores de la salud. Está en juego algo demasiado importante, la salud de millones de personas, como para dejarlo en manos de especuladores, estafadores, matasanos y millonarios dementes con sueños de reordenar el mundo y rediseñar a su antojo libertades, sociedad y población.
Y, si hay una enfermedad que ameritaba urgencias era, a fines del siglo XVIII y principios del XIX, la viruela, peste que en los tres siglos anteriores se había cargado a casi doscientos millones de seres humanos en un mundo que tenía poco más de 1.000 millones de habitantes. Una cifra – el 20 % de la población total- ante la que los cuatro millones de muertos que llevamos por el COVID –en un mundo de 7.500 millones de seres humanos- parece, más allá del dolor, una pequeña partícula de vida. Vale recordar que solo en América se había llevado la vida de cincuenta millones de nativos, que la población aborigen de Australia fue casi exterminada y que la de China y sus adyacencias quedó reducida a la mitad. ¡Esas sí que eran urgencias que ameritaban urgencias!!
Se experimentaba con los más diversos tratamientos y los más antiguos medicamentos. Pero nada resultaba. Sin embargo, a fines del siglo XVIII, un joven médico rural del sur de Inglaterra, Edward Jenner, prestó atención a un procedimiento, originado en China y denominado variolización. Había varias versiones de ella, pero la idea era siempre la misma: darle una dosis atenuada del virus a una persona sana con la esperanza de que se enfermara levemente, generara anticuerpos y quedara inmune. Aunque el procedimiento era sumamente precario y rudimentario, daba, en muchos casos, un buen resultado e indicaba un posible camino.
Algunos médicos o curanderos vestían a los sanos con ropas de enfermos impregnadas con su pus. Otros soplaban por la nariz pedazos de las costras de las pústulas de los enfermos a personas sanas. También estaban los que hacían una incisión en la piel de la persona que quería prevenir la enfermedad y le echaban directamente la materia que emanaba de las llagas de los enfermos. A pesar de la disparidad de los resultados y la desprolijidad de los procedimientos, a Jenner la idea le pareció digna de interés y comenzó a trabajar sobre la hipótesis de curar la enfermedad con la misma enfermedad, idea de antiquísima aceptación en la medicina. Sin embargo, el obstáculo más serio provenía del riesgo de no acertar con la dosis de viruela inoculada y, en consecuencia, matar al paciente. Es necesario tener en cuenta que, si bien se presumía la existencia de algo así como un virus, este recién fue descubierto cien años más tarde, lo que hacía más dificultoso todo el proceso. Así hasta que, en el ejercicio de su profesión de médico rural, se topó con una joven ordeñadora de vacas, la que estaba padeciendo unos granos y llagas en la piel. Cuando la examinó, Jenner se preocupó pensando que estaba ante un cuadro de viruela incipiente, pero la ordeñadora lo tranquilizó diciéndole que sabía que lo que padecía no era viruela porque ella ya había cursado una infección de viruela bovina, es decir una variante de viruela mucho más benigna y no letal, que afectaba a los bovinos y que, en consecuencia, la viruela humana no la afectaría.
El doctor Jenner, que provenía de un ámbito rural, recordó que en su región también se decía que quienes contraían viruela bovina al ordeñar vacas quedaban inmunes a la viruela. La viruela bovina no era grave: ningún ser humano moría de ella. En 1775 Jenner comenzó a estudiar la relación entre ambas cepas de viruela y a experimentar con animales la inoculación de extractos de llagas de viruela bovina. Los resultados no eran coincidentes, pero siguió intentando durante 20 años, hasta que en 1796 inoculó a su primer paciente humano, James Phipps, un niño de 8 años, con materia tomada de la mano de una ordeñadora llamada Sarah Nelmes a quien su vaca la había contagiado de viruela bovina. El resultado fue sorprendente: el niño contrajo viruela bovina, esa variante extremadamente benigna de la enfermedad y no se enfermó de la temible viruela humana. Jenner había descubierto la vacuna –de ahí su nombre! - contra la mayor peste que había azotado a la humanidad durante siglos. Sin embargo -y como corresponde- su descubrimiento fue objeto de largas y duras polémicas, en las que nadie fue enviado a la hoguera ni eliminado de las redes sociales ni silenciado en los medios ni expulsado de las academias por defender o disentir con su planteo. El médico rural siguió experimentando, incluso con su propio hijo, y recién años después publicó el resultado de todas sus investigaciones y pruebas y soporto las peores críticas, pero ya en 1800 eran miles las personas que acudían a su “vacuna” y quedaban inmunizadas. ¡Y Jenner pasaba a la historia!
Al respecto hay una anécdota que vale la pena traer a colación para comprender la magnitud del logro médico de Jenner y del reconocimiento recibido. Durante la guerra entre la Francia Napoleónica y Gran Bretaña, el corso había tomado como prisioneros a una gran cantidad de soldados británicos a los que retenía en su país. Jenner, que era admirado por Napoleón a raíz de su descubrimiento le solicitó –por pedido de la madre de varios de esos soldados- su liberación. Dice la historia que el Emperador le contesto que él, que gobernaba toda Europa, nada podía negarle a un hombre que tanto había hecho por toda la humanidad y, en consecuencia, los libero y envió de regreso a su país. Claro que también dice la anécdota que ese gesto no fue gratis y que Jenner en persona viajo a Francia a inocular con su vacuna a todo el ejército imperial.
Es verdad que los medios con los que contaba Jenner para su investigación y experimentos eran mínimos y que esa carencia atentaba contra la celeridad del trabajo, pero no es menos cierto que la precaución con la que el médico británico hizo su trabajo se transformó en un paradigma de la investigación médica, en consonancia con viejos e indiscutibles preceptos de la ciencia galena que indican que en primer lugar debe preocuparse por no causar daños al paciente. Claro que en aquellos años el capital aun no lucraba con la salud de la población, la medicina era una ciencia respetable y las ONG globalistas dueñas de la salud no existían.
Pero ahora, como hemos visto se han eliminado, acortado, suprimido o abreviado imprescindibles plazos, pruebas y procesos para poder comercializar de inmediato vacunas –o remedios genéticos- experimentales.
Dice la italiana Dra. Loretta Bolgan, reconocida autoridad europea en materia de vacunas: “…para obtener la autorización de urgencia, se han limitado al mínimo los estudios preclínicos, esenciales para evaluar la viabilidad de la vacuna, y no se llevarán a cabo los estudios clínicos de las fases II y III antes de la comercialización, mientras que los estudios de las fases I/II y la preparación de los procesos de producción a gran escala, que sólo deberían llevarse a cabo una vez finalizada la fase III, se realizarán simultáneamente…”(4)
Por supuesto que los avances científicos han facilitado considerablemente las investigaciones y han acortado los plazos, pero de ahí a pretender que en apenas seis meses se puede disponer de una “vacuna” segura, eficaz y que no tenga efectos colaterales posteriores hay un abismo que sólo puede sostenerse, justificarse y comprenderse en la defensa de intereses que poco y nada tienen que ver con la ciencia (5)
Pero, tanto la FDA (USA) como la EMA (UE) hicieron oídos sordos a las advertencias y, en marzo de 2020, es decir apenas una semana después de que la OMS proclamara la dictadura pandemial dictaminaron que:
"Los fabricantes de vacunas comerciales y otras entidades están desarrollando vacunas candidatas contra el SARS-CoV-2 utilizando una variedad de tecnologías y plataformas que incluyen vacunas de ARN, ADN, proteínas y vectores virales. La rápida propagación del SARS-CoV-2 exige que se aceleren los plazos de desarrollo para que las vacunas candidatas contra el SARS-CoV-2 puedan entrar rápidamente en los ensayos clínicos de fase I...”(6)
¡¡O sea que, a solo siete días de la declaración de la pandemia había una serie (siete en ese momento) de desarrollos de vacunas que ya podían entrar en la experimentación!!
Increíble celeridad como para tomarla en serio o para descreer de la existencia de un guión pre escrito y suscripto por todos los protagonistas!!
De este modo se bendecía la mayor violación a la ética profesional médica de todos los tiempos: una “pandemia” recién declarada, con apenas un centenar de muertos en todo el mundo, habilitaba transformar a toda la población en conejillo de indias…y a la humanidad toda en cliente obligado de los vacunatorios!
Por ello no debe sorprendernos que todos los laboratorios productores de estos medicamentos hayan obligado a los gobiernos compradores de los mismos a firmar convenios de confidencialidad y responsabilidad leoninos e inéditos, que son en realidad leyes de impunidad
En todos los casos las empresas deslindan responsabilidades por los daños o enfermedades posteriores que las supuestas vacunas puedan ocasionar a los inoculados. ¡Y las hacen recaer en los compradores!
¡Es decir que nos venden un producto que contiene componentes secretos, cuyos efectos a medianos y largos plazos son desconocidos y que se introducirá en nuestro organismo de manera obligatoria pero la empresa que lo produce no se hace responsable sobre los efectos nocivos que pueda tener!
¡Eso no se había visto nunca en medicina ni en ningún otro ámbito, salvo en los laboratorios de los nazis en los campos de concentración!!
¡Pero esto es mucho más grave, dado que en este caso el producto inoculado se supone que lo es para preservar la salud pública y se propone de aplicación obligatoria!! Es insostenible la desconfianza que los mismos laboratorios introducen en la población. ¡¡Se le pide a la gente que confíe en la inocuidad de un medicamento en la que ni siquiera sus fabricantes confían!! (7)
En segundo lugar, también se cuidan el rabo la OMS, la EMA y la FDA, cómplices y agentes de estos gánsteres sanitarios, dado que si bien autorizaron el uso de estos productos se cuidaron de no hacerlo como vacunas ni siquiera con una habilitación expresa de utilización irrestricta. Aunque la prensa al servicio de los golpistas lo oculte, no hubo manera de que los pocos científicos serios que aun rondan en la OMS, EMA o la FDA avalaran eso.
La autorización otorgada finalmente por la OMS –de la que se agarraron los demás- fue para la aplicación de estas “vacunas” –consultable en la página oficial de la OMS- en carácter de uso experimental de las mismas y en función de la extrema emergencia sanitaria ocasionada por el COVID, que ellos mismos declararon y cuyas consecuencias exageraron a límites incompatibles con la evidencia empírica para aterrorizar a la población.
Esta decisión, inexplicable desde el punto de vista de la rigurosidad médica e insostenible desde todos los antecedentes en el tema vacunas, supuso una cierta crisis en el seno de la propia OMS, que fue convenientemente silenciada. (8)
Dicho de otra manera, la OMS ha avalado que se experimente en el grueso de la población mundial una medicina que no terminó su fase de experimentación (¡sino que se está haciendo ahora y con nosotros!) y lo hace amparada en el terror sanitario que la propia OMS impuso en el mundo magnificando a grados siderales una enfermedad que jamás debió ser sobre valorada de ese modo. Es decir, creamos el pánico y justificándonos en él habilitamos el negocio vacunador.
En tercer lugar, todos los laboratorios vacunadores –y sus lobbies- han coincidido en no hacer públicas sus fórmulas, técnicas de elaboración, pruebas en animales (ni donde, cuando y bajo qué supervisión se hicieron) y componentes de sus productos. Amparándose en la defensa de costosas patentes (¿cómo, no es que las crearon en tiempo récord?) y de sus supremos intereses, se nos oculta que es lo que se nos trata de inocular. Violan, de manera flagrante, el principio de aplicación informada y consensuada de todo medicamento, derecho humano reconocido por todas las convenciones. Mengele estaría encantado de poder participar de esta gesta sanitaria liberadora y con garantía de impunidad!!
En cuarto lugar, se omite informar a la población que estos medicamentos no son las tradicionales vacunas que hemos experimentado por siglos (es decir inoculación de virus atenuados) sino intervenciones genéticas sobre nuestro genoma. Se trata de una técnica innovadora, tanto que jamás se aplicó en humanos pero que ahora se nos exige aceptar, sin que hayan pasado por las imprescindibles pruebas, sin que laboratorio alguno se haga responsable por lo que suceda y sin que la OMS las avale…Se trata de una tecnología llamada “ARNm”, o sea ácido ribonucleico mensajero, en la que se utiliza una molécula de ARN intervenida con un “mensaje” genético para introducirla en el organismo e incitarlo a que produzca determinados anticuerpos.
Vale señalar que el ARN, molécula muy versátil de nuestras células, es la que gobierna todas las etapas de la síntesis de proteínas que el organismo necesita y dado que el ADN no puede actuar solo se vale del ARN para transferir esta información vital durante la producción de las proteínas que necesita la célula para sus actividades y su desarrollo. No estamos hablando de un ramplón glóbulo rojo, sino de una parte muy importante de nuestro genoma que esta tecnología pretende manipular.
¿Cuáles son las posibles consecuencias colaterales a largo plazo? ¿No las hay?
¿Cómo lo sabemos si se trata de un experimento?
¿Cuáles son los riesgos a los que se expone a la población?
Si bien los resultados y estadísticas son esquivos al analizar la relación contagios/muertes y vacunas hay un dato estremecedor, divulgado por una agencia de noticias de la Ciudad de La Plata y que no ha sido desmentido ni refutado por ninguna autoridad: en el mes de julio, en esa ciudad se registraron alrededor de 140 fallecidos. El 71 por ciento de ellos ya había recibido una dosis de la vacuna contra el COVID!! (9)
Pero el Doctor Ian Jones, Profesor de Virologia de la Universidad de Readin (G.B.) alerta sobre otro peligro implícito en estos desarrollos genéticos:
"el mayor riesgo, sin embargo, es que la inmunidad generada por estas vacunas experimentales no sea suficiente para brindar protección, lo que llevaría a la propagación continua del virus incluso entre individuos inmunizados"
Y aunque es solo una posibilidad, una protección menos que completa podría proporcionar una presión de selección que lleve al virus a evadir el anticuerpo que hay, creando nuevas cepas que luego evaden todas las respuestas de la vacuna.
En ese sentido, una vacuna inefectiva es peor que ninguna…” Análisis profético que se confirma con la crisis de re infecciones en los países más vacunados (Israel, Chile, etc.) y en la aparición, precisamente en esos países, de mutaciones –“nuevas cepas”? “delta”?- del virus original
La irresponsabilidad explicitada por los laboratorios al exigir la firma de los mencionados acuerdos de impunidad se hace extensiva a los profesionales del discurso médico, ramplones divulgadores de los boletines de propaganda de las corpo vacunadores. Charlatanes ad hoc, investigadores de la nada, miembros de las más diversas academias, publicaciones afines, prensa controlada y todo lo que pueda edificarse con una ristra de mentiras se turnan para avalar estas tecnologías e instar a la población a someterse a la etapa experimental de las mismas.
Algún día, ellos y sus patrones, deberán rendir cuentas de su accionar criminal ante un Núremberg del Covid.
Por último, es necesario analizar la performance que han logrado, hasta fines de agosto, las “vacunas” en aquellos países que más han vacunado a su población y comparar los resultados obtenidos con lo que sucede en países que por falta de recursos o por estar fuera del cuadro de interés de los golpistas casi no han vacunado a nadie.
A fines de agosto el país que más población ha vacunado en todo el mundo es Israel, que ha inoculado a 5,5 millones de sus habitantes –de los más de diez millones- con dos dosis de Pfizer BioNTech. Otros cuatro millones han recibido ya una dosis de la mencionada vacuna. Pero lo sorprendente es que el 12 de agosto el premier israelita, N. Bennet ha reconocido que, pese a la vacunación masiva, los contagios de COVID han pegado una brutal escalada, llegando ese día a 6.000 casos diarios, cifra que no se registraba desde enero pasado.
Por supuesto que le atribuyó ese salto no a la ineficiencia de la vacuna Pfizer BioNTech (la que se promocionaba como la mejor) sino a la aparición de una nueva cepa de covid, la llamada cepa Delta –sobre cuyo origen callan! - y a la irresponsabilidad de los ciudadanos que no se vacunaron totalmente, particularmente los sojuzgados palestinos. La solución que propuso Bennet es, de inmediato, iniciar una nueva campaña de vacunación con una tercera dosis que se aplicara, incluso, a niños de tres años en adelante, contraviniendo hasta las recomendaciones de cautela de la OMS. Israel acumula más de 920.000 contagiados -algo más del 10 % de su población- y 6.600 muertes, o sea el 0,06 % de la misma y, los decesos son mayoritariamente (80%) de ancianos de más de 70 años. Este fracaso de los resultados de la vacunación en el país que hasta hace dos meses se nos vendía como ejemplo de inmunización colectiva está siendo ocultado por todos los medios, pero no logra pasar inadvertido para su propia población.
A principios de agosto, mientras Bennet insistía en una tercera dosis, más del 10 % de los ciudadanos israelitas (1,2 millones) habían dejado constancia de su oposición a la inoculación por considerarla no solo riesgosa sino absolutamente inútil.
Lo peor es que la abrumadora mayoría de los rebeldes tiene menos de 35 años de edad. A pesar del escenario de fracaso y riesgo por sobre-inyección que presenta Israel, Chile (otro país con un altísimo índice de inoculación, 64.8 % las dos dosis, pero escalando contagios), Uruguay, Francia, Alemania y algunos estados de EE.UU. están evaluando seguir por el mismo camino. Sugestivamente, otros países que están muy rezagados en la vacunación por falta de recursos o que, sencillamente, no la impulsan como política sanitaria central han sido menos afectados por el rebrote de contagios. ¿Cómo se entiende esto?
La vacuna contra el COVID crea y propaga otras variantes, como supuso probable el Dr. Ian Jones?
Y, dado que no hubo ninguna experimentación previa, todas las hipótesis, aún las más terribles, ¡son plausible de consideración!!
Para profundizar la intriga, resulta que la pobrecita África, con 1.350 millones de habitantes, la mayoría en condiciones de extrema pobreza, registra, según constata la OMS a través de sus delegaciones oficiales en casi todos los países del continente, al 31 de julio, menos de 7 millones de contagios (0,6 % de toda su población) y 170.000 muertes (0,06 % del total) y apenas ha sido vacunado con una sola dosis el 10% de sus habitantes.
Dicho de otra manera, todo el continente africano, según los datos de la propia OMS, ha tenido menos víctimas fatales –en números absolutos y en porcentajes- que EE.UU.: 620.000 sobre una población de 328 millones y con el 63 % de sus adultos que ya han recibido una dosis!
Y no vale perder el tiempo fatigando datos para encontrar contradicciones parecidas con todos los países “adelantados” en la vacunación. Pareciera que cuanto más lejos está un habitante de este planeta de la OMS, Bill Gates y sus ONG, laboratorios, mascarillas, recetas e inoculaciones, más probabilidades tiene de no contagiarse y de sobrevivir al COVID. O será que al no existir en esos sitios la traba de las “vacunas” se desarrolló con celeridad la inmunidad natural del rebaño que termino protegiendo a casi toda la población…
Para tapar la posible verificación de esas hipótesis, la OMS está exigiendo que se entreguen millones de “vacunas” a África y que se proceda a una inoculación masiva con urgencia. Esto acallaría las preguntas y, sobretodo, eliminaría de las estadísticas a una población que bien puede ser considerada como el peligroso grupo de control de las terapias impuestas y que desenmascararía toda la farsa armada. Claro que entonces presenciaremos un no casual y muy feroz brote de contagios y muertes por COVID en todo el continente negro, cuando los “medicamentos” genéticos destruyan la inmunidad natural del rebaño que han construido los africanos y los contagien con las nuevas cepas que, muy probablemente, estén creando las vacunas.
Pero se debería asegurar que las papayas, las codornices y las cabras no den positivo en los test de la OMS. Es que, en junio del año pasado, Tanzania recibió miles de test para detectar covid enviados por la OMS. El que en ese momento era presidente del país, John Magufuli, recientemente fallecido, muy crítico al relato OMS-Covid-cuarentenas-“vacunas”, envió, en secreto, al laboratorio oficial (monitoreado por la OMS) PCRs extraídos de una cabra, una codorniz y una papaya para ser analizadas con el famoso test de detección de Covid. Lo notable es que esa oficina de la OMS declaró que la codorniz, la cabra y hasta la papaya tenían Covid!!
Semejante escándalo fue convenientemente silenciado, pero puso sobre la mesa la fiabilidad de otro de los componentes de la mentira: la efectividad de los test. La noticia circula, todavía, libremente en las redes.
Un años después, a fines de julio/2021 la misma oficina de la OMS en Tanzania informa que, descontadas cabras, papayas y codornices, solo hay infectados 1400 ciudadanos y apenas 54 han fallecido por Covid en un país de casi 60 millones de habitantes.
Expuestas estas cinco razones, sustentadas por los datos que se filtran de entre la maraña censora, queda muy claro el porqué de la desconfianza creciente y rotunda en la población sobre la vacuna, su seguridad, su eficiencia, sus fórmulas y todo lo que las rodea. Y no es inusual que sean los jóvenes los que más resisten la obligatoriedad de la inoculación.
El derecho a ser informado sobre las características, componentes y posibles efectos de un medicamento y a consentir o no su aplicación, son derechos humanos básicos, universales y consagrados por todas las legislaciones. Es un derecho que, ante todas estas objeciones, debe ser ejercido por la ciudadanía. Se trata de la defensa de la soberanía sobre nuestro propio cuerpo y salud, ultimo espacio de independencia y libertad. “El control de nuestra integridad corporal puede ser la última frontera de la lucha por la protección de las libertades civiles”, asegura un documento publicado el 16 de agosto por un centenar de los más destacados científicos canadienses, encabezados por Angela Durante, Denis Rancourt; Claus Rinner; Laurent Leduc; Donald Welsh; John Zwaagstra; Jan Vrbik y Valentina Capurri, todos ellos doctores en distintas disciplinas (10)
Si esto es lo que está en juego no debe sorprendernos, entonces, la feroz ofensiva desatada sobre cualquier crítica, objeción, impugnación o razonamiento que cuestione el dogma globalista de encierro y vacuna.
Se trata de consumar el mayor golpe sobre la libertad individual y la soberanía nacional y personal que se haya llevado a cabo jamás.
Por eso mismo, antes de someternos a la disyuntiva de ser un nuevo conejillo de indias –pero, eso sí, digitalmente controlado y vigilado- es imprescindible que sacudamos el opio de los medios controlados por los mismos viejos capitales usurarios que desde hace siglos nos explotan y pongamos bajo una lupa independiente toda la información disponible.
Y que nos preguntemos porque tanta unanimidad mediática, tanta persecución ideológica y sanitaria, tanta urgencia en vacunar a todo el mundo y en imponer certificados de sanidad.
Y que cortemos, con la misma decisión de Alejandro, este nudo gordiano y desatemos los cabos de esta estafa universal al servicio de los mismos de siempre. Y que la verdad aflore.
Y que sobre los genocidas pandémicos caiga todo el peso de las leyes de los pueblos.
NOTAS
1) Diario La Nación 12/8/21
2) "El mayor riesgo, sin embargo, es que la inmunidad generada por estas vacunas apresuradas no sea suficiente para brindar protección, lo que llevará a la propagación continua del virus incluso entre individuos inmunizados”. Doctor Ian Jones, profesor de Virología de la Universidad de Reading (Inglaterra), reportaje BBC Mundo News agosto 2021
3) El presupuesto anual de la OMS supera los seis mil millones de dólares. La suma total de los aportes de los casi 200 países miembros no llega a los 1.000 millones, mientras las contribuciones privadas superan los 5.000 millones de dólares. De entre esas organizaciones filantrópicas “preocupadas” por la salud humana destaca la ONG Bill y Melinda Gates que en 2020 –en colaboración con un engendro asociado, la GAVI- puso 850 millones de dólares o sea casi lo mismo que 198 países y otros 4.200 millones provienen de ONG, fondos, asociaciones o empresas coordinadas desde el Foro de Davos por Mister Klaus Schwab, el jefe de Gates.
4) Dra. Loretta Bolgan “Coronavirus, la vacuna” Roma 2021
5) El Dr. Fernando Rodríguez, catedrático de Salud Publica en la Universidad de Madrid, en consonancia con sinnúmero de especialistas en infectologia y vacunas, afirmó que “sólo con la finalización de la fase 3 podemos decir que una vacuna funciona. Porque solo en ese momento podemos determinar que es capaz de prevenir la infección y que no causa daños colaterales”
6) Teleconferencia conjunta del 18 de marzo de 2020, convocada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) bajo los auspicios de la Coalición Internacional de Reguladores de Medicamentos (ICMRA), se aprobaron las consideraciones reglamentarias relacionadas con el desarrollo de las vacunas candidatas contra el SARS -COV-2 y los requisitos de datos pre clínicos para apoyar el proceso de ensayo clínico de la primera vacuna en humanos.
7) Esa impunidad fue consagrada en todos los países como un prerrequisito exigido por los laboratorios para acceder a la provisión de vacunas. En nuestro país la iniciativa fue llevada al Congreso por el diputado tucumano Yedlin, socio del gobernador Manzur, ambos lacayos de Hugo Sigman (AstraZeneca) y fue aprobada casi por unanimidad en las dos Cámaras. Sin embargo, para Pfizer esas salvaguardias eran insuficientes y forzó un DNU de A.F. que las amplifico.
8) En ese momento, abril de 2020, en un reportaje al NYT, la científica en jefa de la OMS, Soumya Swaminathan, se unió a las advertencias de la comunidad de expertos y aseguró que autorizar una vacuna demasiado pronto y con pocos datos podría tener una variedad de consecuencias negativas. Swaminathan agregó que la aprobación del uso de emergencia de una vacuna debe realizarse "con mucha seriedad", particularmente porque se trata de una decisión que "podría provocar efectos secundarios adversos" en algunas partes de la población y sostuvo su objeción a la decisión adoptada por la OMS. Otro potencial riesgo de no agotar las pruebas previas, según explicaba la científica, es que el virus podría transformarse y evitar la respuesta inmune generada por la vacuna aprobada con apuro y mutar en una forma ligeramente diferente, que ninguna de las vacunas podría combatir (¿las famosas “nuevas cepas”?)
9) Agencia de Noticias Real-Politik, 7 de agosto 2021, según información de la municipalidad La Plata
10) Asociación por las Libertades Civiles Ontario, Canadá, 14 de agosto 2021
Bs.As., 20 de agosto 2021