01.SEP.21 | PostaPorteña 2229

CABEZA DE TURCO (9 y 10)

Por AMODIO

 

Cabeza de turco 9

 

Creo que Ronzoni se sintió aliviado por mi respuesta, ya que no cuestionaba su teoría acerca de la inocencia de Batlle y nuestra conversación derivó hacia otros temas y yo le manifesté que me habían molestado algunas palabras suyas, que me dijo no recordar. Luego te las mando, le dije. Busqué y busqué hasta que encontré una intervención suya en que se refirió a mí “como ese personaje con aspecto de galán”. Por supuesto, trató de explicarse aunque sin convencerme, pero la conversación fue distendida y quedamos en que me invitaría a la presentación del libro.

No, no lo hizo, y eso que yo ya estaba de vuelta en Montevideo. Tampoco me menciona como fuente y la única mención que hace del MLN es sobre el secuestro de Pereira Manelli (92).  No, en ese punto yo pienso que ha sido una imposición de la editorial. Tené en cuenta que Fin de Siglo ha publicado mucha chatarra histórica…

Salvo Navia, eran todos argentinos y tenían una experiencia dilatada en prensa diaria. Ellos expusieron sus puntos de vista acerca del funcionamiento, mejoras técnicas, contratación del personal, coordinación, etcétera. Era evidente que en esa materia tenían una visión general de la que nosotros carecíamos. Cuando nos tocó a nosotros exponer nuestro análisis, resultó evidente que ni Campiglia ni Carrano estaban a la altura de las circunstancias, dado que derivan hacia mí las preguntas de carácter técnico que se planteaban. Eso era así porque el sistema de impresión, el Offset, los argentinos lo conocían, pero de la fotomecánica el conocimiento era teórico.

Recabaron mucha información práctica que yo les fui proporcionando. Poco a poco el centro de atención se desplazó hacia mí, lo que de alguna manera me incomodaba, pero no era mi culpa si adquiría un protagonismo que mis teóricos jefes no podían asumir. Cuando acabó la reunión El Oso me llevó aparte y me dijo directamente que mis jefes no sabían un carajo a la vela. ¿Te parece?, le pregunté a mi vez. Seguro, me respondió.

A medida que me afianzaba en el trabajo sentía que estaba en las mejores condiciones para dedicarme a la militancia. Teresa me había hecho mucho daño pero también, de alguna manera me liberaba de una carga, de una responsabilidad. Ya había hecho todo lo que estaba a mi alcance para rehacer nuestro matrimonio. Ni yo mismo podía exigirme más. Fui a ver a Sebastián a su oficina y allí resolvimos mi reincorporación. Resolvimos mantener el alquiler del apartamento en Pérez Gomar para usarlo como enterradero y lugar de reuniones. Se ofreció a pagar parte del alquiler, cosa que rechacé. Ganaba lo bastante como para poderlo pagar yo. Tampoco tuve problemas en volver al Sindicato y al Partido.

Yo volví a la militancia con todo el entusiasmo del mundo. No, nadie me preguntó nada. Ya teníamos alquilado el local en José L. Terra y Larrañaga (93), y teníamos un cartel simulando una academia de aquellas que enseñaban preparación bancaria, para justificar los movimientos. Ahí se reunían las distintas células, con días fijados de antemano. Ismael decía estar separado de su esposa, pero vivían juntos en la casa de los Rivero, en la calle Domingo Torres, por el Prado viejo.

En esos momentos era miembro del Ejecutivo y era querido y respetado por todos. Yo había sido compañero suyo en varias ocasiones y para mí era un ejemplo en todo. ¡Claro que lo admiraba! ¿Cómo no lo habría de admirar? Tenía una personalidad muy fuerte y parecía que todo lo que hacía lo hacía con una gran facilidad. En su casa conocían nuestras actividades y fue muchas veces escenario de reuniones y depósito de armas, en un rudimentario berretín que se había construido. Ahí se modificaban los números de las varias Vespas que robábamos para nuestro uso. El Coco Recalde (94) era uno de los que se encargaba de eso.

Al poco tiempo de conocerse, Elsa e Ismael comenzaron una relación de pareja, que al poco tiempo se fue deteriorando. No, nunca supe las razones. Fue Elsa la que decidió el corte y a Ismael no le cayó nada bien la decisión de Elsa y no perdió oportunidad de hacérselo notar. Comenzó a destratarla y a ejercer sobre ella una especie de persecución psicológica. No puedo asegurarlo, pero es posible que en alguna oportunidad haya ejercido violencia física.

Lo concreto es que esa circunstancia trascendió a los grupos que nos reunimos en ese local, el Club, como lo llamábamos. Algunas de las compañeras más cercanas a Elsa, entonces llamada Cristina, formaron un grupo que comenzó a criticar las actitudes de Ismael. Claro, no lo hicieron de manera orgánica, sino que empezaron en forma de comentarios que, como es lógico, incidieron sobre la marcha general, negativamente. Una de las compañeras que había hecho causa común con Elsa fue la Petisa Graciela Jorge, que ya estaba casada con el Ñato Huidobro. Sí, Fernández Huidobro (95). Lo nombro con el segundo apellido porque si no nadie sabe a quién me refiero.

El caso es que la Petisa Graciela, testigo directo de algunos desplantes de Ismael, se lo comentó al Ñato. El Ñato, que también era miembro del Ejecutivo, pensó que todo era un invento del grupo de mujeres amigas de Elsa y no le creyó a su mujer. ¿Y sabés lo que hizo? Citó a una reunión con Manera, Marenales, Ismael y yo, que éramos por entonces los más cercanos a la Dirección y nos adelantó el tema de la reunión: no se podía permitir que un miembro del Ejecutivo fuera objeto de una crítica a todas luces infundada.

Sí, es posible que fuera solidaridad entre machos, es posible. Sí, yo ya vivía con Alicia, en el apartamento de la calle Justicia y se me dio por preguntarle si ella estaba en conocimiento de algo al respecto. ¡Y vaya si sabía! Me dio un informe con lujo de detalles acerca de las actitudes de Ismael.

Hacía unos quince o veinte días que Ismael me había contado un incidente que había tenido al salir de la casa de una amiga que tenía por la antigua calle Sierra, hoy Fernández Crespo. Fue por la noche. Él me había confiado que esa amiga era un rebusque. Te digo un rebusque porque no recuerdo qué nombre se le daba a las mujeres en esa situación. En España se dice “ligue”. Tener un “ligue”. No es necesario decir más. Si, una amiga con derecho a cama. Agarraste en seguida.

Una noche, saliendo de ver a su amiga, se encontró a dos policías parados junto a la Vespa que estaba usando. En esa época, despistar a la policía era bastante sencillo. Presentabas la libreta de propiedad y ya estaba. La libreta se la había falsificado su hermano Alfredo (96), que luego formaría conmigo el primer servicio de falsificación del MLN. Pero esa noche los policías le pidieron su cédula y la única que tenía era la legal, la auténtica, porque todavía no estaba clandestino. Te estoy hablando del año 1965.

Como la Vespa no estaba a su nombre, le pidieron el domicilio del propietario y dio uno cualquiera. El caso es que los policías tomaron nota y le entregaron una citación para concurrir a la 13 los dos, Vespa incluida, al día siguiente. Lo dejaron ir pero le retuvieron la libreta de propiedad. Se la devolvemos mañana, le dijeron. No, no fue. ¿Cómo iba a ir? A esas alturas la policía tenía que haber comprobado que la libreta era falsa. Lo de la Vespa era lo de menos, porque le ponías otra chapa, le cambiabas los números al chasis y al motor, libreta nueva y a circular... el caso es que tenían su nombre, cédula y por ahí llegarían a su domicilio. Ladrón de motonetas... así que se mudó a vivir al Club, a la academia.

Cuando me contó todo eso, yo no fui consciente de la gravedad de las cosas y lo tomé como una aventura amorosa de las tantas que antiguamente se toleraban y se comentaban entre risas. Y sí, eran hazañas machistas, no te lo voy a negar. Éramos así. Y actuando así, fue que yo me callé y me hice su cómplice.

 Pero cuando Alicia me puso los antecedentes de la relación Elsa-Ismael, comprobé que Ismael quería conservar para sí a una mujer... sí, una compañera, mientras la estaba engañando con otra. No me gustó nada. Así que cuando nos encontramos y el Ñato dio su informe y terminó diciendo que esas críticas infundadas no se debían tolerar y pidió sancionar a las compañeras... fue demasiado.

¿Qué dijo Ismael? Se presentó él como la víctima, que no había querido plantear nada porque como le atenía a él no quería que se pensara que planteaba temas personales. Yo no me pude aguantar. El resultado iba a ser que se sanciona a unas compañeras mientras Ismael, el ejemplar, la sacaba baratísima. Largué todo lo que Alicia me había confiado. Imaginate la que se armó...!!!  Para peor relaté lo que había pasado con la policía. Te la hago corta. El Ñato propuso una sanción: apartarlo del Ejecutivo y suspenderlo de militancia durante seis meses. Por eso se quedó afuera del asalto a FUNSA, porque estaba sancionado. No, por eso solo no. Me tomó bronca por eso pero más por lo que dice el falso manuscrito que se publicó como si fuera mío.

Ahí le dan con todo,porque el objetivo era desmerecer a Sendic y a quienes lo apoyaban y él, Ismael, fue uno de ellos.

 Claro que se creyó que el autor fui yo. En el archivo Cámpora hay una entrevista que le hace un amanuense del MLN, un tal Gustavo Bordigoni (97), en donde Ismael dice algo así como que lo que digo yo en ese libro es porque le tenía envidia personal. Sí, ¿te das cuenta? El MLN publicó y comentó un libro falsificado... En el verdadero hago una corta mención a Rivero-Ismael y menciono el incidente con Elsa, pero no le dedico más que unas pocas líneas.

 No, en la entrevista con Bordigoni no se refiere a Elsa en ningún momento. Sí, este Rivero es el mismo que se inventó mi relación con elMossad por el caso Cukurs (98). Sí, es el mismo que dijo que yo era judío. Ya ves.

 Cuando llegó la hora de hablar mal de mí y de Alicia, Marenales cuenta este incidente y confunde a Alicia con Elsa. Debió haber oído que entre Elsa y yo hubo algo parecido a una relación amorosa y se confunde… así era Marenalesentre él y el Ñato usaron Mate Amargo (99) para desmentirme lo que dije en mi manuscrito, pero era el falso, el que escribió otro. 

Sí, pudo ser Fasano(100) su autor, pero no lo sabemos con certeza. Hay indicios que me llevan a pensar que es el borrador del libro que Fasano escribió, llamadoAmodio Pérez, héroe o traidor y que nunca fue publicado. En Paren las rotativas el mismo Fasano deja algunas referencias, con su habitual estilo rimbombante. Pura chafalonía…

Pero en cuanto a lo personal, estaba más bien poco en casa de mi madre y cuando lo hacía era para llevar a mi hijo al Parque Rodó o llevarlo a pasear en bote por el lago. Íbamos a comer pizzas al Rodelú (101) o milanesas en El Sibarita. Si pasaba las mañanas con él, en verano lo llevaba a la playa, y aprovechaba para entrevistarme con algún compañero o compañera a quien había citado previamente. Fue a raíz de un comentario de mi hijo que en casa estaban más alertas en relación con mis actividades. Mi papo tiene muchos amigos, y amigas también. A veces vienen muchos, todos distintos y se van enseguida... dijo un mediodía, cuando comía uno de los Ricardito que yo le guardaba en la heladera.

Héctor Amodio Pérez

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92 Daniel Pereira Manelli, juez de lo Penal, fue secuestrado por el MLN el 25 de julio de 1970 y liberado siete días después. El MLN lo acusaba de actuar con gravedad exagerada en las causas de algunos de sus simpatizantes detenidos por distribuir sus volantes de propaganda mientras que a otros delincuentes los trataba con benevolencia.

93 El local estaba en el 3461 de José L. Terra, hoy José María Penco, cercano a Larrañaga, hoy Luis Alberto de Herrera.

94 Eraclio Rodríguez Recalde, también conocido como Coco Provolone.

95 Eleuterio Fernández Huidobro. Nació en Montevideo el 14 de marzo de 1942 y falleció en la misma ciudad el 6 de agosto de 2016. Fue de los primeros integrantes del Coordinador, grupo que nucleó a distintos representantes de la izquierda uruguaya, junto a los hermanos Echenique, Jorge Torres, Rodríguez Belletti y Germán Vidal, provenientes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, Raúl Sendic y Jorge Manera Lluveras, del partido Socialista, Gerardo Gatti, de la Federación Anarquista del Uruguay y a los que como él provenían del Movimiento Revolucionario Oriental, MRO, habían formado el Movimiento de Apoyo Campesino, MAC: Eduardo Pinela, Rivera Yic, Gabino Falero Montes de Oca, Mario Robaina, Hébert Mejías Collazo y Leonel Vidal. Intervino en el robo del Tiro Suizo en 1963 y en 1965 integró el primer Ejecutivo del Grupo Tupamaros, junto a Raúl Sendic y Tabaré Rivero Cedrés. En enero de 1967 formó parte del grupo que dio nacimiento al Movimiento de Liberación Nacional, MLN, junto a Raúl Sendic, Jorge Manera Lluveras, Héctor Amodio Pérez y Julio Marenales Sáenz. Integró la dirección del MLN hasta su detención en octubre de 1969, por su participación en la llamada toma de Pando y se fugó de la cárcel de Punta Carretas en septiembre de 1971. En marzo de 1972 vuelve a la dirección del MLN y junto a Mauricio Rosencof, Jorge Candán Grajales y Henry Engler y pone en marcha el llamado Plan del 72, de su elaboración personal, lo que desata la declaración del Estado de Guerra y el comienzo de la debacle del MLN. Fue nuevamente detenido el 14 de abril de 1972 y entre 1974 y hasta su liberación tras el fin de la dictadura en 1985 formará parte del grupo llamado “los rehenes”. En 1972 participó en las negociaciones del cuartel Florida para la rendición del MLN y en la formación de las “comisiones de los ilícitos”. Tras su liberación definitiva formó parte del grupo de los 17 y en la formación de las “tupabandas”, siendo señalado por integrantes de las mismas como receptor de parte del producto de los asaltos cometidos. Su apodo más conocido fue “el Ñato”.

 96  Alfredo Rivero Cedrés, integró el servicio de documentación desde sus inicios, en 1967. Tenía alquilado a su nombre el sótano de la calle San Fructuoso, hoy llamada Carlos Reyles, en el número 1525 entre Pando y Marsella, que fue la sede primera del servicio y mi lugar de residencia hasta diciembre de 1968. Participó también en el sector militar de la columna 15.

97 Gustavo Bordigoni. En el Archivo Cámpora aparece como un autor de extensa bibliografía, pero no se han podido encontrar más que unas pocas referencias sobre él.

98 Herberts Cukurs. Nació en Letonia, el  17 de mayo de 1900  y murió asesinado en Shangrilá, Uruguay, el 23 de febrero de 1965. Fue un aviador, capitán de la Fuerza Aérea Letona, ingeniero aeronáutico y periodista acusado de nazismo y huido a Brasil tras la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo a las investigaciones, su asesinato habría sido llevado a cabo por agentes del Mossad. Con el fin de hacer creíble mi vinculación al servicio de inteligencia Israelí, el MLN me adjudicó participar en dicho asesinato. Según la periodista Gaby Weber, dicha información le fue proporcionada por Tabaré Rivero Cedrés. Fui visitado por dicha periodista en 2016 y me comunicó que de acuerdo a sus investigaciones no habría sido el Mossad el ejecutor de la muerte de Cukurs, sino agentes soviéticos. Aunque investigaciones serias como las del abogado Marcelo Silva Correa demostraron en 2010 que nada tuve que ver con el caso Cukurs, Fernández Huidobro, citado por la juez Julia Staricco para mi procesamiento, declaró el 14 de agosto de 2015 que …en ese mismo año, en el año 1965 nos enteramos que había participado del asesinato de Cukurs, fue la época que los judíos fueron secuestrados en Argentina, había un comando Israelí, el participó y proveyó a esos comandos… Nos enviaron un telegrama de Bonn que decía que el criminal de guerra Cukurs había sido ultimado. Tuvo parte en el asesinato de Cukurs en el año 1965. Como declaró por escrito, nadie le preguntó cómo fue posible que en Bonn alguien supiera de la existencia en Uruguay de un grupo aún desconocido en su país de origen, ni la dirección y el nombre de los destinatarios ni de los firmantes del telegrama.

99 Mate Amargo es una publicación del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros. Su primer número se publicó el 13 de marzo de 1973 y se interrumpió con la llegada de la dictadura. Mate amargo volverá a ser editada con el retorno de la democracia en 1986. Otros proyectos comunicacionales llevados a cabo por los tupamaros en esa época fueron la creación de la editorial Túpac Amaru Ediciones (TAE), CX 44 Radio Panamericana y la edición de la revista Temas y el semanario Tupamaros.

100 Federico Fasano Mertens. Nació el 6 de febrero de 1941, en Argentina, nacionalizado uruguayo. Llegó a Montevideo, Uruguay a los 16 años de edad. En 1958 ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de la República. Comenzó siendo cronista del diario uruguayo El Bien Público, fue jefe de noticias del diario BP Color, jefe de noticias económicas del semanario Reporter y del programa   Telediario del canal uruguayo Saeta TV Canal 10. También fue jefe de información del diario matutino La Mañana, secretario de redacción de la revista Mercado Común.  Director del semanario De Frente, del diario ExtraDemocraciaYaEl EcoÚltima Hora. Tras el golpe de estado de 1973 siguió su carrera en México escribiendo artículos para el diario ExcélsiorEl UniversalUno Más Uno y la revista Proceso, además de participar como comentarista del canal 11 de la televisión mexicana y de Radio Educación de ese país. Fue columnista en el periódico mexicano La Jornada y del diario español El Día.Tras la dictadura se estableció en Montevideo, donde fundó el diario La República el 3 de mayo de 1988. Dirigió las radios 1410 AM Libre y 89.7 FM Libre y el canal de televisión TV Libre.  En 1972 aliado con el MLN, Wilson Ferreira Aldunate, Enrique Erro, Jorge Batlle, Líber Seregni y otros políticos y sindicalistas vinculados  al FA elaboró la teoría de mi participación en un complot militar para derrocar las instituciones, lo que servía en esos momentos a la clase política para intentar desvincularse de sus relaciones con el MLN, lo que lo convirtió en “el salvador de la democracia”. Probablemente sea el autor de la falsificación de mi manuscrito del año 1972, el que editado por alguien desconocido hasta hoy, se mantiene archivado en el Instituto de Estudios Interdisciplinarios como las Memorias de Amodio Pérez.

101 El Rodelú del Parque Rodó.

 

Cabeza de turco 10

 

La que más se preocupaba era mi madre que solía esperarme despierta. ¡Ay hijo!, solía decirme. Las preocupaciones que no me diste de chico me las das ahora... Andá a dormir, Mamá. No hay nada de qué preocuparse, invariablemente le contestaba, tratando inútilmente de tranquilizarla. Mi madre una mañana me sorprendió diciéndome: ¿Te acordás de Blanquita, la hija de doña Catalina? Sí, claro que me acuerdo. ¿Por qué me preguntás? Porque me dijeron que está de yira por Médanos y Constituyente. Pues ella sabrá lo que hace, dije como no dándole importancia al tema.

Pero el comentario fue una patada en los huevos. Blanquita era una amiga de toda la vida. Siendo niños compartimos juegos y despertó entre los varones los sentimientos de la primera adolescencia. Con ella supimos los varones lo excitante que era tocarnos, sentir en nuestras manos las formas femeninas. Era risueña, desenfadada y competía con los machitos por la supremacía del grupo. Nacida en un pueblo del interior, creo que Maldonado, llegó al barrio antes que nosotros y era un par de años mayor que yo. En 1962 quedó embarazada de un primo suyo y se marchó. Desde entonces no había tenido noticias suyas.

Empecé a buscarla durante varias noches por la zona que mi madre señalará, hasta que la vi aparecer. Estuve observándola antes de decidirme a ir a su encuentro. No parecía ella. Estaba envejecida y como cansada. Durante el tiempo que la estuve observando varios hombres se le acercaron sin llegar a un acuerdo. Crucé la calle y decidido me acerqué a ella. Le dije ¡hola Blanquita!, ¿cómo estás? Al principio no me reconoció. Trabajando, ya lo ves, me respondió.

 Su actitud era de rechazo, pero insistí y le dije que quería hablar con ella. Pues yo no, me dijo, y amagó cruzar Constituyente. Y además, no puedo, estoy trabajando, me dijo con un pie en la calle. Yo te pago ¿cuánto es? ¿Cincuenta pesos?, le pregunté mientras me acerqué a su lado. Me miró con furia y me respondió que no quería mi guita. No cogería contigo ni aunque me pagaras el triple, me dijo con desprecio.

Yo no quiero coger, quiero hablar. ¿Así que querés hablar? Entonces con cien me alcanza, me respondió. Me llevó a una pensión cercana. El encargado le dio una llave y le dijo tenés media hora, Rosa. No sabía que te llamabas Rosa, le dije para romper el silencio. Nunca supiste nada de mí, así que no me extraña. ¿Cómo supiste que andaba por aquí? Me lo dijo mi madre, le respondí, tratando de calmarla. Pero fue imposible. ¿Y qué te dijo? ¿Sabés que la puta de Blanquita está haciendo el yiro por Médanos? ¿Eso te dijo?

No, no fue eso. Nosotros te queremos y… ¡Mentiras! a mí nadie me quiso nunca, me gritó en la cara. ¡Mentiras! Ustedes no quieren a nadie. Se quieren a ustedes mismos, nada más. ¿A qué viniste a redimirme? ¿A tranquilizar tú conciencia ayudando a la amiga puta que está en la calle? ¿A eso viniste? No quiero tu ayuda, egoísta de mierda. Te pasaste la vida ayudando a los demás ¿y para qué? Para quedarte en paz contigo, desgraciado, cagón, no sos más que un cagón. ¿Ahora me venís a ayudar, cuando ya no tengo remedio? ¿Por qué no me ayudaste antes, cuando te lo pedí?

Nunca me lo pediste, alcancé a decirle. Era imposible callarla. Si serás imbécil y desgraciado. ¿Qué necesitabas, que me pusiera de rodillas para que me entendieras?

Pero no, vos sólo tenías ojos para Teresa. Sacrificaste todo por ella, lo dejaste todo por esa mosquita muerta. ¿Y cómo te lo pagó? Metiéndote los cuernos, ¡ésa sí que es una puta! Y venís a hablar conmigo... ¿De qué querías hablar? ¿Qué me vas a contar? ¿Qué puedo contar contigo, que en la vida siempre hay esperanzas, que Dios me espera después de la muerte para perdonarme, como me dice el cura?  No exactamente, pero algo parecido sí...

Sos igual a todos... ¿sabés cuántos me vinieron con el mismo cuento? Muchos, y siempre eran mentiras. Lo único que querían era tenerme a mí, pero gratis, y encima que les lavara los calzoncillos. Sacarme de la calle para convertirme en esclava de un gigoló, eso es lo que querían ¿Y mi hija qué? ¿Quién se iba a ocupar de ella? ¡Yo no quiero que ella termine de puta como su madre!, que la deje preñada el primero que aparezca y si te he visto no me acuerdo, como lo hicieron conmigo, y encima me echaron de casa... Te entiendo, alcancé a decirle. Sé cómo te sentís, cuando te fuiste del barrio no supimos más de vos y tu madre dijo que estabas trabajando fuera, que estabas bien, con tu marido y tu hija.

¿Y qué otra cosa iba a decir, la hija de puta? ¿Qué me había echado de casa nada más que con lo puesto? ¿Que mi marido, por llamarlo de algún modo, me dejó plantada porque no quise abortar?

 Perdoname Blanquita, nunca me lo imaginé, le dije avergonzado. Quiero seguir siendo tu amigo, aunque no me lo creas, yo te quiero. ¡No me quieras! me gritó a un palmo de mi cara. No me quieras, me dijo entre lágrimas, no me quieras nunca más. Adiós, le dije. Lo siento mucho. Dejé los cien pesos en la mesita y me marché. Al tiempo volví a la calle Médanos y estuve merodeando intentando verla. Pregunté por ella a varias mujeres y nadie supo o quiso darme noticias suyas.Nunca más volví a tener noticias de ella.

Pero volvamos atrás. En nuestra célula había tres mujeres: Alba Bordoli, Edith Moraes y Victoria, de la que nunca supe su nombre verdadero. No supe de ella hasta 1968, cuando ingresé al Ejecutivo del MLN, a consecuencia de un informe que recibí de Sendic. En 1972 la encontré en el Santiso (102). No quedaba en ella nada de aquella vitalidad que derrochaba cada día. ¿Estamos muy mal, verdad?, me preguntó. Le dije sí con la cabeza y fue la última vez que nos vimos.

Jóvenes las dos primeras y veteranita la tercera. En la célula planificábamos colectivamente, y se elegían los grupos de trabajo en función de las características del mismo. Así, habiendo comprobado que una pareja que se está haciendo mimos pasaba desapercibida o simplemente no llamaba la atención, si teníamos que montar una vigilancia sobre un individuo o una sucursal bancaria, las parejas eran intercambiables. El primer estudio corría siempre por mi parte –por el lado masculino– y trataba de que los compañeros fueran asimilando los puntos fundamentales para realizar una determinada acción. Creo que por los resultados conseguidos puedo considerarme un buen instructor.

Alba, con la que realicé diversos trabajos era compañera de universidad de Elsa, además de amigas íntimas. Según me contó, la separación de sus padres fue para ella un trago demasiado difícil, y durante muchos años su relación con el padre fue más que problemática. Sin embargo, profesaba por él no sólo cariño, sino verdadera admiración. La razón estaba en que su padre era un militante sindical de uno de los sindicatos más fuertes y combativos: el de la carne. Según sus propias palabras, esa relación amor-odio con su padre era la causa de las dificultades que tenía para relacionarse con los hombres.

Cuando yo la conocí, en el Centro Caramella, estaba perdidamente enamorada de un músico,Alberto Jiménez, al que había conocido en uno de los campamentos de UTAA cuando la primera marcha. Este Jiménez irá preso junto a Manera y Marenales tras el fallido asalto al banco en Larrañaga y San Martín, en octubre de 1964, el día de la visita de De Gaulle a Uruguay. Después de la cárcel fue compañero artístico y sentimental de Violeta Parra, llegando a tener sobre ella una enorme influencia: le inspiró dos de sus más hermosas canciones: Volver a los diecisiete y Gracias a la vida, para finalmente arrastrarla al suicidio. No sé desde qué momento se hizo llamar   Alberto Zapicán.

Alberto era un aventurero. Nos contaba que había recorrido América y nos parecía que el continente era para él como para nosotros nuestro barrio. Pero lo que destacaba de él era su imagen, que descuidaba lo bastante para hacerla más atractiva. Yo conviví con él algo así como tres meses en un conventillo de la calle Gaboto, a raíz de una discusión con mi madre por aparecer en una foto de prensa en que se me ve desmontando de su caballo a un miembro de la Guardia Republicana, y sabía que muchas de las cosas que fundamentaban la admiración que despertaba no eran reales.

No medía más de 1,75, pelo rubio oscurecido por el sol, barba al tono, ojos celestes casi transparentes. Pero lo realmente extraordinario era la sonrisa, que parecía la expresión de un espíritu atormentado pero resignado a su tormento. Yo le llamaba El Cristo, porque era su viva imagen y como Cristo realizaba milagros basados en su fuerza descomunal. No era extraño que Alba estuviera enamorada. Al mismo tiempo lo estaban otras veinte a las que él atendía a diario. Para desdicha de Alba, nunca tuvo tiempo para ella.

Recuerdo una noche que estábamos en Río Grande, en una estancia de los Castro, unos simpatizantes y colaboradores de Sendic. Habíamos ido Ismael, Elsa, Alba y yo, en tren, a comprar unos Taurus. Ismael y Elsa fueron a entrevistarse con el contacto y Alba y yo quedamos en la casa. La luz de la casa estaba apagada y la de la luna que entraba por la puerta le daba a todo lo que nos rodeaba unos brillos extraños. Fuera por lo mágico de la noche o por las cañas brancas consumidas, Alba comenzó a llorar de forma incontrolada, presa de una desesperación absoluta.

Cuando se calmó, después de una hora o más y tras otras buenas cañas brancas, le pregunté si no creía que a lo mejor Alberto no era merecedor de tanto amor por su parte y quizás ella, entre ese amor desmedido y las dificultades que decía tener para relacionarse con los hombres estuviera cerrándose otras posibilidades o negándose a admitir que quizás ese amor no fuese a ser correspondido nunca.

Por lo que leí en 2002 en el libro de Hugo Fontana, interpretó mal mis palabras y creyó que me estaba postulando para ocupar el sitio de su ser amado. En ese momento como en otros, yo sólo quise ayudarla, verdaderamente conmovido como estaba, dudando entre decirle lo que yo sabía de la ajetreada vida amorosa de Alberto o permitir que ella lo mantuviera en su altar el tiempo que quisiera. Como tampoco me valió que ante su necesidad de disponer de dinero, y negándose a aceptar el que yo le ofrecía, le conseguí un trabajo como pasante en el despacho de José Díaz, pagando yo el sueldo. Sí, el mismo José Díaz que luego fue Ministro del Interior. Pero en 1965 solo era Secretario General del Partido Socialista.

Sin embargo, tras nuestra vuelta a Montevideo, empezamos a compartir muchas horas aparte de las que nuestra militancia nos obligaba, a tal punto que muchos compañeros creyeron que terminaríamos como pareja. Horas de cine y de bares en las que nuestras soledades se fueron acercando, culminaron una noche en el Hispano (103), cuando me confió que deseaba hacer el amor conmigo. Los dos estábamos algo bebidos y yo consideré que sus palabras eran por el alcohol ingerido y traté de no darle importancia. Pero ella insistió y yo cometí un error que nunca me perdonó. Le dije mejor te llevo a tu casa y mañana hablamos.

Vos reíte, pero yo pensé que al otro día ella se arrepentiría o qué pensaría que yo me quise aprovechar de su embriaguez. ¿Que qué pasó? Se enojó conmigo de tal forma que no me aceptó ninguna invitación más. Se comportó formalmente en las tareas de la célula pero en lo personal me dejó de lado. Empezó a frecuentar a compañeros de las Juventudes Socialistas, con los que manteníamos discrepancias políticas, inició una relación con uno de ellos y quedó embarazada.

 Acudió a pedirle ayuda a un compañero, Pedro Lerena (104), para abortar. Este compañero, ahora trágicamente fallecido, creyó que el responsable del embarazo era yo y a punto estuvo de iniciarme un juicio en la interna. Como antes me puso sobre aviso, le expliqué la situación y a los pocos días me pidió disculpas. Recién había sucedido lo de Ismael y Elsa y las suspicacias estaban a flor de piel. Poco después, Alba anunció su marcha.

Cuando yo ya estaba clandestino nos encontramos por General Flores. Ella venía del juzgado que estaba en la esquina con Colorado, el mismo juzgado en que me casé yo en marzo de 1959. Se había ido a anotar para casarse, me dijo. Nunca más nos vimos. Ya preso en el Florida, cuando el tema de los papeles de la OCOA (105), encontré su nombre en una de las listas para ser detenida. Le dije a Méndez que ella nunca había integrado el MLN y aunque me hizo ver que su detención era por formar parte del FER (106), finalmente accedió a quitarla de la lista.

Edith era más o menos de su misma edad, pero completamente diferente. Para empezar, era la menor de dos hermanas, ambas estudiantes de odontología. Muy buenas las dos en su profesión al acabar las carreras. Aunque ingenua, tenía un carácter fuerte y una voluntad inquebrantable. Le costaba decidirse, pero una vez puesta en marcha, no retrocedía. De apariencia frágil, era muy útil cuando se necesitaba ganarse la confianza de personas mayores o muy desconfiadas.

Ingresó en el MLN por las discrepancias que mantenía con el Partido Socialista y a punto estuvo de integrarse en el MUSP, una fracción escindida. Mantenía una relación estable con Eraclio Rodríguez, un compañero del grupo y nunca causó problemas por causa del amor. Cuando cayó el local de la calle Almería (107) ella fue a la que reconoció a uno de los vecinos, que llamó a la policía, sin que lo tomaran en cuenta. Este vecino, cansado, llamó directamente al Ministerio y desde el Ministerio dieron orden de atender la denuncia. Lo hicieron y además de a Edith, reconocieron a Candán y montaron todo el operativo. Sí, el operativo que salvó a Pacheco (108). El padre de Zabalza (109) nos había informado que Pacheco estaba contra las cuerdas y en esos momentos nuestras relaciones con Wilson eran muy buenas y eran las informaciones en que más confiábamos.La caída de Almería acabó con nuestras pretensiones de canjear a los secuestrados por presos.

Héctor Amodio Pérez

 

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102 El Santiso fue un bar restaurante situado en la zona del mercado Agrícola. Siempre lo consideré situado en la calle Cuñapirú, hoy Juan José de Amézaga, aunque otras versiones lo citan en la calle Martín García. Tenía un berretín enorme, conectado a la red cloacal. Desde él se hicieron varios viajes por la red hasta Pocitos, para hallar a los que habíamos fugado días antes de la casa de Manuel Haedo 3082.

103 El Bar Hispano está situado en la Esquina de San José y Río Negro.

104  Pedro Ricardo Lerena Martínez, conocido como Moro o El Caudillo, nació en el departamento de Treinta y Tres, el 4 de noviembre de 1941 y murió el 29 de septiembre de 1975, estando preso en el 9º de Caballería, en Montevideo. El informe forense dijo que la muerte se produjo por ahorcamiento, lo que contradice la versión de los familiares, quienes habrían abierto el ataúd con los restos y advirtieron signos de tortura.

105 Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas. Los papeles de la OCOA son los que el teniente Armando Méndez me propuso ordenar para obtener mi salvoconducto.

106 Frente Estudiantil Revolucionario fue una escisión del MLN.

107 Almería 4630. El 7 de agosto de 1970, en ese lugar fueron detenidosAsdrúbal Pereira Cabrera, Raúl Sendic, Alicia Rey Morales, Graciela Jorge Pancera, Efraín Martínez Platero, Raúl Bidegain Greising, Diego Picardo Estévez y la ya nombrada Edith Moraes Álvez.

108 Jorge Alejandro Pacheco Areco nació en Montevideo, el de 9 de abril de 1920 y falleció en la misma ciudad el 29 de julio de 1998. Fue político y periodista, presidente de la República entre el 6 de diciembre de 1967 y el 1 de marzo de 1972. Cursó estudios de Derecho que no finalizó. Fue profesor de Literatura e Idioma Español y periodista del diario El Día. A la muerte de su tío Rafael Batlle Pacheco, asumió la dirección del matutino, que ejerció entre 1961-1965. Como miembro del Partido Colorado fue elegido Vicepresidente para el mandato del general Óscar Diego Gestido, contando con el apoyo de la Unión Colorada y Batllista. Asumió la Presidencia Constitucional del Uruguay tras la muerte de Óscar Gestido, ocurrida en 1967, hasta la conclusión del mandato en marzo de 1972. Presidió un Gobierno que utilizó las medidas prontas de seguridad para reprimir las agitaciones sociales y los atentados ejecutados por el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y otras organizaciones sediciosas. Bajo su mandato se censuraron medios de prensa escrita  y se prohibieron partidos políticos de izquierda.? Siendo Pacheco presidente el MLN realizó múltiples acciones, que incluyeron la toma de Pando, el secuestro de funcionarios extranjeros para ser canjeados por presos -el llamado Plan Satán- y se realizaron dos fugas de presos, uno de la cárcel de Cabildo, la cárcel de mujeres en la llamada Operación Palomas y la del penal de Punta Carretas, mediante un túnel por el que fugaron 106 miembros de varias organizaciones, principalmente Tupamaros y seis delincuentes comunes, en la llamada Operación Abuso. Tras esta última, en septiembre de 1971 encomendó a las Fuerzas Armadas la lucha antisubversiva.

109 Pedro Zabalza Arrospide. Nació en Minas, Lavalleja, Uruguay, en 1913 y falleció en la misma ciudad en 1996. Se graduó como abogado y escribano en la Universidad de la República. Fue dirigente del Partido Nacional, dos veces intendente de Lavalleja, integró el Concejo Departamental y fue varias veces Senador de la República. En 1958 se adhirió al Movimiento Ruralista de Benito Nardone y en noviembre de ese año fue elegido al Consejo Nacional de Gobierno. Asumió el cargo el 1 de marzo de 1959, pero renunció poco después de aprobada la Ley de Reforma Cambiaría impulsada por el ministro Juan Eduardo Azzini. En 1971 fue uno de los principales dirigentes que acompañó a Wilson Ferreira Aldunate en la fundación del Movimiento Por la Patria. En noviembre fue elegido senador junto a Ferreira Aldunate y Carlos Julio Pereyra, quienes ocuparon el cargo hasta el golpe de estado del 27 de junio de 1973. Sus hijos Jorge y Ricardo, formaron parte del Movimiento de Liberación Nacional. En octubre de 1969 debió reconocer y enterrar el cadáver de su hijo Ricardo, abatido en Pando el 8 de octubre de 1969. A raíz de este episodio presentó renuncia a su cargo como senador, pero no le fue aceptada y continuó en sus funciones hasta el 27 de junio de 1973. Dada su condición de senador y allegado a Wilson Ferreira Aldunate, estuvo al tanto de los pormenores de las negociaciones por el Plan Satán durante el mes de julio de 1970, hasta su fin producido el día 7 de agosto, luego de la caída del local de la calle Almería.


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