08.SEP.21 | PostaPorteña 2230

CABEZA DE TURCO (11 y 12)

Por AMODIO

 

Cabeza de turco 11

 

Cuando Victoria abandonó nuestro grupo, por iniciativa de Sendic, le planteé a Bassini (110) la posibilidad de conectar con su compañera, Alicia Rey, para ver acerca de su posible integración. Sendic me había informado acerca de ella en términos más que elogiosos y el contacto se realizó en el café de San Martín y Larrañaga, el León de Carballo. No, hoy está cerrado y solo queda el recuerdo de la cervecería que funcionó hasta que bajó la cortina. Lejos estaba yo de sospechar la importancia que esa mujer tendría luego no solo en el desarrollo del MLN y en mi propia vida.

Cuando nuestro primer encuentro su relación con Bassini ya estaba decayendo, y esto se acentuó a medida que Alicia se integraba más y más. Ella vivía en una pensión cercana a la Universidad, de la que era funcionaria. Secretaria de Cassinoni (111)

 Decidimos que ella y uno de los argentinos ex-tacuara, Rodríguez Primón (112), pasarán a vivir en el apartamento de la calle Justicia. Yo los visitaba a menudo para dar a entender al dueño del edificio que no eran intrusos, que contaban con mi consentimiento.

Nuestras veladas se prolongaban durante horas y tratábamos temas de diversa índole, pero lo organizativo era lo fundamental. En ellas se empezaron a vislumbrar las primeras discrepancias con los argentinos, que con la excepción deAndrés Cataldo (113), no aportaron más que cháchara.Joe Baxter (114) estaba más preocupado de alimentar su leyenda de aventurero político, yendo del peronismo al maoísmo, engañando incautos pero fundamentalmente incautas para desaparecer de nuestra vista en enero de 1967, pidiendo prestados $50.000 de la época, a nombre de Tupamaros, para viajar a Cuba a realizar una importantísima gestión, que consistía en salir del Uruguay lo más pronto posible; Nell Tachi (115), personaje nefasto, que se cargará por desidia en cuanto a normas de funcionamiento todo lo conseguido entre enero y julio de 1967, amparado en la confianza que el Comité Ejecutivo de los Tupamaros, ya devenidos MLN, le dispensaron, y el propio Rodríguez Primón, cuya estancia en Montevideo lo había aburguesado lo bastante como para preferir volver a Argentina, buscando aires más propicios.

La separación de Alicia y Bassini terminó por concretarse. Ella y yo creíamos que nuestro entendimiento en lo político podía extenderse a lo personal y decidimos darnos un tiempo antes de convivir juntos.

Esto sucedió a mediados de octubre de 1966, lo recuerdo porque el 13 es su cumpleaños y viajó a Juan Lacaze a visitar a su familia. Cuando regresó, yo ya había montado el apartamento y la estaba esperando con un pollo al espiedo y una salsa que mi madre me preparaba, a base de huevo duro y ajíes en vinagre. Salvo los períodos en prisión, nuestra relación se mantuvo hasta febrero de 1990.

A mediados de 1966 empezamos a preparar una acción de finanzas muy importante y que tenía fecha señalada: el día 22 de diciembre. Previamente estuvimos discutiendo si la realización de acciones de finanzas de poco volumen compensaba los riesgos que corríamos con los resultados obtenidos. Después  de mucho debatir acordamos que no compensaba, que prácticamente los riesgos eran los mismos en una acción pequeña que en una de envergadura mayor, y nos pusimos a estudiar la que nos pareció más adecuada: la paga de los salarios de FUNSA.

Toda la actividad realizada hasta entonces tenía como finalidad la financiación elemental para poder desarrollarnos y crecer de una forma controlada. Estamos, decíamos, en una etapa de acumulación de fuerzas, y no queríamos dar a conocer nuestros fines políticos antes de cumplir esa etapa. Por lo tanto, todo lo hecho hasta entonces caía dentro del ámbito de la delincuencia común.

En el estudio y preparación participaron muchos compañeros y la coordinación de los diferentes grupos fue de un equipo en el que participé. Una vez reunida la información fundamental y diseñado el plan elemental, se pasó a la selección del grupo para realizarla. Gracias a Tabaré Rivero contábamos con la mejor información del interior de la empresa que se podía conseguir, y con ella elaboramos unos planos y maquetas realmente buenos. La selección de la gente que realizaría la acción propiamente dicha, los que cubrirían la retirada, los que desde el exterior harían de campanas y quienes trasbordarían el dinero y lo pondrían finalmente a buen recaudo, no fue demasiado complicada, pero fue necesario echar mano de la casi totalidad de la militancia.

Los elegidos nos reunimos docenas de veces y del plan elemental se pasó a uno elaborado hasta sus más mínimos detalles. Sobre el terreno, cada participante fue ocupando su lugar y sobre las observaciones efectuadas se realizaron ajustes de detalles. Alrededor del quince de diciembre al mediodía un equipo nos desplazamos a las playas para elegir la pick up que se usaría en la acción. Después de algunas vueltas se eligió la que pareció en mejor estado y se la condujo a un rancho de nuestra propiedad situado en Solymar para proceder a acondicionarla: blindarla en su parte trasera, cambiar las placas de matrícula y cambiar algo la pintura. Luego la guardamos en el garaje del local de José L. Terra y Gustavo Gallinal (116)

 

La noche previa nos reunimos los participantes para asegurarnos de que todo estaba en orden, reunión que se convirtió en una especie de ceremonia ritual en la que cada uno, a su manera, exorcizaba los monstruos de su interior. Estábamos tensos y las bromas que hicimos para aflojarnos sonaban ridículas y hasta fuera de lugar. Por fin, cada uno a su casa.

A la hora convenida, cada cual ocupó su puesto. La pick up tenía que estar ubicada en la esquina de Gral. Flores y Propios, hoy Batlle y Ordóñez, a las 7 de la mañana. Yo tenía que estacionarme a cincuenta metros detrás, para una vez iniciada la marcha, colocarme delante en plan avanzadilla y avisar de cualquier dificultad. Pero todo se descompuso. Con cinco minutos de adelanto llegó la pick up y comenzó a dar vueltas por la zona, para esperar la llegada de Camilo, Carlos Flores. Mientras, un amigo del dueño de la pick up la reconoció y llamó a la policía. Del interior de la pick up surgieron los primeros disparos, varios de metralleta y otros de fusil. Este es de fulano, me decía, éste es de mengano, según sonara cada disparo.

Yo había realizado con la Vespa un intento de aproximación a la pick up atravesando un jardín central, pero la distancia a la que me encontraba era mucha. Al escuchar los disparos, los demás conductores se iban apartando y por Gral. Flores en dirección a Boulevard Artigas quedamos la pick up, el patrullero y yo en mi Vespa. Intenté acercarme para iniciar una maniobra de distracción disparando desde atrás al patrullero y logré acercarme algo. Yo portaba una Colt 7.65 que a esa distancia era totalmente ineficaz y aunque vacié el cargador, los del coche patrulla ni se enteraron.

Desde la pick up se seguía disparando y se intentó detener al patrullero con granadas caseras. Obviamente yo conocía ese detalle y no podía acercarme demasiado, ya que la onda expansiva podía alcanzarme. Pero ninguna de las granadas explotó y la pick up continuó la huida haciendo zig zags hasta estrellarse contra un árbol, en la esquina de Burgues y la entonces llamada Bella Vista, hoy Antonio Machado.

El coche patrulla se mantuvo a distancia y casi todos los ocupantes lograron abandonarla, con la excepción de Carlos Flores, que se retrasó por algo y recibió un disparo en la cabeza. Lo vi caer hacia el interior y salí en la dirección seguida por los compañeros y pude recoger a Nell Tachi y Andrés Cataldo. Cerca había una casa de citas, El Lido, con entrada y salida por dos calles; entramos por una, la que da a Ramón Márquez y salí por la de Burgues, llevándome la metralleta. Los compañeros siguieron a pie.

Me dirigí al lugar de encuentro que teníamos fijado, la casa a la que llamábamos El Club, en José L. Terra y Larrañaga. Fui el primero en llegar y luego lo fueron haciendo el resto. Las radios ya estaban dando la noticia del enfrentamiento y anunciando la muerte de Carlos Flores (117), Camilo para nosotros.

A medida que la policía adelantaba actuaciones, fuimos tomando medidas y decidimos qué casas debían ser vaciadas de cualquier elemento que pudieran vincularlas con nosotros, ponernos en contacto con la esposa de Camilo para conocer sus declaraciones y realizar un relevamiento de compañeros y casas que pudieran verse afectadas por su vinculación con él.

Por último, la pregunta  que todos nos hacíamos: ¿qué había pasado? Unas pocas horas después las radios daban la respuesta: un amigo del dueño de la pick up la identificó cuando se dirigía a ocupar su puesto y avisó a la policía, que tenía un coche patrullero en la zona y se desplazó rápidamente. Hasta ese momento seguíamos siendo un grupo de delincuentes –seguramente argentinos dado el calibre de los casquillos encontrados–.Pero la noche del mismo día 22 ya empezó a conocerse la verdad, y lo que con tanto cuidado quisimos evitar, salió a la luz.

A partir de la muerte de Camilo, un hombre joven, trabajador, sin antecedentes policiales, un militante social en un barrio de trabajadores como La Teja, se abrió un amplio abanico para la policía. En los primeros momentos, las investigaciones las condujo el departamento de Hurtos y Rapiñas, pero en cuanto los indicios fueron dejando claro que no se trataba de un grupo de asaltantes comunes sino de un grupo con implicaciones políticas, las investigaciones pasaron a Inteligencia y Enlace, dirigidas por el comisario Alejandro Otero.

Si a nosotros nos faltaba experiencia, lo mismo le pasaba a la policía, que nos fue dando pistas del rumbo que llevaban las investigaciones y pudimos ir poniendo a buen recaudo a los compañeros antes de que la policía fuera a sus casas a buscarlos. Así, pudimos ir previendo los días en que nuestras fotos serán publicadas y nos fuimos preparando mentalmente para el paso a la clandestinidad. También lo fuimos haciendo con nuestras familias. Yo tenía calculado que mi foto aparecería el día 6 de enero y se atrasó dos días. El cuatro había reunido a mi familia y les expuse la situación y la decisión que tenía adoptada. La conmoción fue enorme aunque de alguna manera ya estaban preparados.

Una imagen que me acompañó siempre y que aún hoy permanece indeleble en mi memoria es mi hijo, –faltaban siete días para que cumpliera los seis años– recostado a una pared, escuchando en silencio lo que decíamos, seguramente sin comprender el alcance de las palabras.

Pasados muchos años, me confesó que lo único que entendió fue que me marchaba de casa para no volver, lo que le causó muchos problemas en su niñez, problemas que yo, en mi quijotismo, entendía como el sacrificio a asumir por cada uno.

¿Acaso el fin que perseguíamos no justifica los sacrificios que a escala individual deberíamos asumir? ¿Acaso no queríamos cambiar el mundo? Y ese cambio no sería gratis. Todos, en mayor o menor medida, teníamos que pagarlo.

A medida que se fueron conociendo las identidades, quedó claro que no éramos un grupo de delincuentes. Médicos, abogados, ingenieros, trabajadores cualificados, estudiantes, no se agrupan para asaltar, ni roban autos o armas por el simple hecho de violar la ley. Algo más importante, algo más trascendental tiene que existir para que esa gente lo abandone todo.Y ese algo era un ideal político: crear en el Uruguay las condiciones para hacer la Revolución, nada más ni nada menos.

¿Cómo lo pensábamos hacer? No teníamos ni idea. Sólo sabíamos que había que ponerse en marcha, y lo hicimos. Por esa época, Serrat cantaba “se hace camino al andar” y esa frase la hicimos nuestra. Pero la cruda realidad era que no estábamos preparados y la cruda realidad se nos vino encima

 

Cabeza de turco 12

 

Los primeros días fue relativamente fácil conseguir alojamiento para los clandestinos, pero a medida que el número aumentaba era cada día más difícil.

La comunicación se mantuvo formando grupos que se instalan en las playas como simples veraneantes, grupos que eran visitados por compañeros que aún no estaban identificados, a los que llamábamos “legales” y cuyo número era muy reducido. Estos legales se encargaban de dar y recibir información, proveer de ropa, comida y dinero. Pero poco a poco fueron llegando las ayudas, unas de tipo económico y otras materiales.

En esos momentos, una de las más urgentes necesidades fue resuelta por militantes anarquistas de la FAU, que nos fueron proveyendo de documentación falsa, y a través de la dirección del Partido Comunista el ofrecimiento de lugares seguros para el alojamiento de la Dirección.

Cuando el MLN puso en marcha su revisión histórica, se dirá que el fallido asalto a FUNSA fue un error desde el punto de vista político y se pretendió hacer creer que pocos lo apoyamos. Se dijeron entonces dos cosas que nada tuvieron que ver con la realidad de los hechos: que el asalto mostraba a un grupo numeroso y con experiencia, lo que era verdad hasta cierto punto, pero todo estaba preparado para hacer que las investigaciones se dirigieran hacia una banda argentina. La otra fue enfocada desde el punto de vista ético, diciendo que le estábamos robando el sueldo a los trabajadores… cuando el dinero era de FUNSA… ya ves cómo se pretendió desvirtuar la historia…

En plena vorágine, en un local de la calle Espartero (118) se reunió el Ejecutivo -Sendic, Fernández Huidobro y Manera- ampliado con la presencia de Marenales y yo, en la que se adoptó el nombre de MLN y se resolvió, ante la duda de que el ofrecimiento fuera una maniobra del Partido Comunista para dejar a la Dirección aislada de los compañeros, aceptar el ofrecimiento pero con la condición de que el alojamiento fuera para los militantes de base, lo que el Partido Comunista aceptó. Sí, el local de Espartero, el Bulín, es el que yo dije que consiguió Rosencof.

Durante un mes los clandestinos, algunos de forma individual y otros por parejas estuvimos viviendo la primera experiencia de clandestinidad total: en casa de gente que no conocíamos, sin abandonar la habitación que nos era destinada salvo para ir al baño, sin comunicarnos con el exterior nada más que por la radio o los diarios que se nos proporcionaban, y sin fumar si en la casa no se fumaba. Hay que tener en cuenta que el Partido Comunista no comunicó a sus militantes nuestra condición de Tupamaros y que las casas donde nos alojábamos estaban abiertas a las visitas de otros familiares y amigos y que nuestra presencia debía pasar totalmente desapercibida. Unos lo hicimos mejor que otros, pero fue una dura prueba para todos.

Durante el tiempo que estuvimos “enterrados”, la Dirección y otros compañeros legales compraron a través de Violeta Setelich (119) y otros colaboradores una serie de solares en zonas de las playas, donde compañeros de UTAA construyeron unos ranchos provistos de las cosas más elementales para irnos recibiendo. A medida que se fueron acabando, los fuimos ocupando.

Comenzó entonces una nueva etapa de la clandestinidad: aprender a valernos por nosotros mismos y vivir en consonancia con los roles sociales que nos tocaría asumir como propios. En la zona que fuimos a vivir sólo lo hacían trabajadores de la construcción o de los mataderos cercanos. Así que por un tiempo pude ser albañil y por otro carnicero. Más adelante sería muchas otras cosas, pero lo más inmediato fue funcionario público, ya que se me destinó a vivir en Lagomar, en un chalet al borde mismo de la playa, el 5 (120)

Se había formado un nuevo grupo al que se puso bajo mi responsabilidad, integrado por Elsa, Andrés Cataldo, a esa altura compañero de Elsa, los hermanos Martínez Platero, Leonel (121) y Efraín, María Elia Topolansky (122), casada con Leonel, Aníbal de Lucía (123) y Alicia Rey, a la que se nombró responsable político.

Cuatro clandestinos y cuatro legales. En la casa de Lagomar vivíamos los clandestinos y Nell Tachi, que hacía de enlace del Ejecutivo, pese a su condición de clandestino.

Se pensaba entonces en que la clandestinidad sería una forma de vida que nos apartaría de la realidad social, por lo que la presencia de compañeros legales en los grupos tenía como función vital, impedirlo. Debían ser los ojos y oídos de los clandestinos, se decía.

Es a partir de 1967, en los primeros días de la clandestinidad, que aparecen dificultades no previstas: las que provoca la convivencia en una misma casa de gente que si bien está unida por una idea política está dividida por menesteres más prosaicos, como la cocina, la limpieza y el orden. A esto hay que agregar que muchos de los clandestinos no lo eran por una decisión personal meditada y asumida.

Desde la dirección se creó la idea de que cada clandestino era un militante que evitaba caer en manos de la policía, y eso se valoraba como un triunfo, tanto político como logístico.

De esa manera, varios clandestinos de la primera época tuvieron dificultades de adaptación. Entre ellos, Elsa, que intentó disimular esa dificultad tras un velo de discrepancias políticas. A ello contribuyó mucho la presencia de Nell Tachi, con el que pronto empezamos a tener serios problemas, tanto Alicia como yo. Ya dije que Nell actuaba de enlace del Ejecutivo y eso le hizo creer que estaba por lo menos un escalón por encima nuestro y que no debía aceptar las normas de funcionamiento establecidas.

Otra era la comida. El dinero era escaso y desde el principio se trató de imponer un régimen de vida austero, de acuerdo con nuestro sentir político. Nell disponía de financiación que provenía de la Dirección y no pertenecía al grupo, por lo que se negaba a aceptar la comida, mayormente guisos y matambrillo asado. Así, comenzó a llevar a la casa distintos quesos y fiambres que consumía a escondidas, con Elsa y Andrés Cataldo. De la misma forma, ninguno de los tres participaba de las demás tareas, lo que recaía en Alicia y en mí.

Los compañeros legales acudían a la casa los viernes por la tarde y se marchaban el domingo, al anochecer. Además de los consabidos cursillos sobre armas y explosivos, se discutían aspectos que tenían que ver más con la ética que con la política. Así pudimos ver que los compañeros legales mantenían casi exactamente las mismas opiniones que Nell, Elsa y Cataldo. ¿Cómo era eso posible? 

No tardaríamos en saberlo: los compañeros legales tenían un local, un sótano, en Gonzalo Ramírez (124), cerca del Parque Rodó, donde Nell acudía a pasar el rato, entre contacto y contacto, ratos que aprovechaba para recabar de los compañeros su opinión acerca de los temas que como clandestinos debíamos tratar en nuestro local.

Así nos enteramos también que ante nuestra negativa para que su novia lo visitara en la casa de Lagomar, había obtenido el permiso de María Elia Topolansky y Leonel Martínez Platero para que lo hiciera en su domicilio. Alicia y yo, durante tres o cuatro meses mantuvimos informado al Ejecutivo de lo que estaba aconteciendo, pero el Ejecutivo consideró que nuestras críticas se basaban en diferencias personales y no tomó ninguna medida.

Mejor dicho, tomó una, que fue acceder al pedido de Nell Tachi de pasar a vivir en casa de Leonel y María Elia. Antes de que pasara un mes, en julio de 1967, Nell caería preso, víctima de los muchos errores cometidos, arrastrando a la clandestinidad al resto de los legales, la detención de Aníbal de Lucía y provocando la pérdida de toda la infraestructura conseguida en esos meses y radicada en los balnearios al este de Montevideo. En los momentos de su detención, Nell tenía acumulados los boletos de los ómnibus que usaba en sus viajes a los balnearios y los horarios de las empresas de transporte, lo que dejaba a las claras la zona en que sus movimientos se desarrollaban.

La casi totalidad de los clandestinos fuimos a parar a Marquetalia (125), en esos momentos uno de los escasísimos locales que quedaron a salvo. Marquetalia era un rancho, con suelo de tierra en lo que se usaba de cocina, comedor y lugar de conversación, sin luz, sin agua ni cuarto de baño. En la única parte con suelo de hormigón se había instalado el taller.

Una entreplanta construida por algún compañero hacía de dormitorio general. Allí, sobre el suelo de tablas se hizo un colchón de ramas que lo cubría todo; sobre las ramas unas bolsas de arpillera. Dormíamos vestidos todo el año y en invierno nos cubrimos con unas escasas mantas. Cómo almohada usábamos alguna prenda de vestir y debajo de ella, la pistola o el revólver. Junto a la puerta de entrada, colgada convenientemente, una metralleta Uzi.

La única fuente de calor era el fogón a ras de suelo en la cocina. Allí todo olía a humo, y nosotros también. Acostumbrarse a dormir sobre las ramas fue lo de menos: lo realmente difícil fue soportar las pulgas, a las que tratábamos de combatir a base de DDT que incluso llegamos a espolvorear entre la ropa, sobre la piel directamente. Pese a ello, los ronchones y picores eran permanentes.

Por supuesto, no había ducha ni nada que se le pareciera. Una cortina tendida junto al fogón, un latón grande y algún balde servían para la higiene. El agua, tanto para el consumo como para la higiene, la traíamos de un pozo situado a unos doscientos metros de la casa. El pozo negro estaba más cerca, a unos cuarenta, y a él acudíamos tanto hombres como mujeres, de día o de noche, hiciera frío o calor, lloviera o granizara.

En esas condiciones vivimos durante meses entre quince y veinte compañeros. Marquetalia estaba bajo la responsabilidad directa de Manera, quien junto a Marenales distribuía las tareas diarias. Los hombres, al taller, ya que siempre había algo que hacer, o a reparar y mejorar la casa. Las mujeres, a ocuparse del orden, cocinar y elaborar la lista para hacer las compras necesarias.

En algunas ocasiones se montaron sesiones de lectura, de textos que se entendían formativos, sobre marxismo, algo de Lenin y más de Mao. Reportaje al pie de la horca, de Julius Fucik (126) fue lectura obligatoria. ¿Te das cuenta si seríamos ingenuos? Creíamos que leyendo a los mártires aprenderíamos a soportar la tortura.

Evidentemente, la tortura era algo que no conocíamos aún, todo era a nivel intelectual y alejado de la realidad. La radio permanecía encendida las 24 horas y era nuestra fuente de información y de distracción.

Héctor Amodio Pérez

__________________________

 

110 Ismael Bassini Campiglia. Integrante del MLN desde 1965, era un avanzado estudiante de medicina. Como tal atendió a Pereira Reverbel cuando fue secuestrado por primera vez. Integró el sector Servicios trabajando en la fabricación del explosivo amonal. En diciembre de 1971 aplicó la inyección de pentotal que causó la muerte del peón rural Pascasio Báez Mena.

111 Mario Cassinoni, nació en Mercedes, el 22 de octubre de 1907 y falleció en Montevideo, el  5 de junio de 1965. Fue un médico y profesor uruguayo que ocupó el cargo de Rector de la Universidad de la República de Uruguay entre 1956 y 1964. En 1958 se aprobó la Carta Orgánica de la Universidad de la República que rige aún a la institución. Fue también diputado por el Partido Socialista del Uruguay, al que se afilió en 1931 y fue miembro de su dirección entre 1942 y 1949.

112 Rubén Daniel Rodríguez Primón fue integrante del grupo argentino Tacuara y como tal participó del asalto al Policlínico Bancario el 29 de agosto de 1963 ubicado en la calle Gaona 2100, en Buenos Aires.

113 Andrés Cataldo, fue integrante del grupo argentino Tacuara y como tal participó del asalto al Policlínico Bancario el 29 de agosto de 1963, . Fue el único del grupo que se integró al MLN, participando activamente en su sector militar. Desde noviembre de 1966 formó pareja sentimental con Elsa Garreiro y juntos pidieron la baja del MLN en septiembre de 1967 para pasar a la Argentina e integrarse a las Fuerzas Armadas Peronistas, FAP.

114 José Luis Baxter nació en Buenos Aires, el 24 de mayo de 1940 y falleció en Francia, el 11 de julio de 1973 en un accidente de aviación. Integrante de Tacuara no participó directamente en el asalto al Policlínico. Nunca participó de las acciones del MLN, aunque sí en algunas de las charlas que sobre la guerra de guerrillas impartió Abraham Guillén, del que fue introductor en 1965. Fue el primero del grupo en abandonar Uruguay tras los sucesos del 22 de diciembre de 1966, tras una serie de actos confusos que arrojaron varias dudas acerca de su comportamiento. 

115 José Luis Nell Tacci, nació en Buenos Aires en 1940 y se suicidó en la misma ciudad en 1974. Había quedado lisiado tras un tiroteo en la llamada Masacre de Ezeiza. Integró el grupo que asaltó el Policlínico Bancario, detenido logró fugarse del juzgado. Como miembro del MLN participó en el fallido atraco a FUNSA el 22 de diciembre de 1966, aunque su conducta personal estuvo siempre muy cuestionada. Uno de esos actos provocó su detención en julio de 1967 y como consecuencia la pérdida de la infraestructura en la zona de los balnearios de Canelones. Fue muy cuestionada su integración en la fuga de Punta Carretas y producida ésta el MLN le facilitó su ida a la Argentina tras una acusación de intento de violación a una compañera que albergaba en su domicilio de la calle Nueva York, en Montevideo, al nombrado Nell Tacci y a Alberto Caissioli, más conocido como Tío Quique, también fugado de Punta Carretas.

116 José L. Terra 2995. El local funcionaba como taller de reparación de artículos eléctricos, motos y motonetas. En la casa contigua, por Gustavo Gallinal, vivían afiliados al partido Socialista, un matrimonio que no era conocido como tales por los que concurrimos al local. Este matrimonio reconoció a Manera y Marenales y lo comentó con otros miembros del partido. Una tarde, ya a punto de cerrar, estábamos solos Tabaré Rivero y yo, recibimos la visita de Reynaldo Gargano. Nunca supimos si su presencia fue con la intención de averiguar sobre las actividades del taller o como aviso de que nuestra presencia y actividades levantaban sospechas. Rivero y yo nos comportamos de la forma más despreocupada que pudimos aparentar y Gargano se despidió afablemente. Resolvimos informar sobre la visita y resolvimos que lo mejor era continuar como si nada hubiera pasado, pero extremando las medidas de seguridad. El local será descubierto como base tupamara tras el 22 de diciembre.

117 Carlos Flores, “Camilo”, fue un militante tupamaro de extracción cristiana. Su apodo así lo indica, elegido en honor de Camilo Flores, sacerdote colombiano y guerrillero. Murió cuando contaba 23 años, el 22 de diciembre de 1966, como consecuencia del disparo recibido en el tiroteo con la policía en la esquina de Burgues y la entonces calle Bella Vista, hoy Antonio Machado, en Montevideo, tras el fallido asalto a FUNSA. Su muerte puso al descubierto la existencia del grupo Tupamaros y sacó a la luz pública la existencia de un grupo político que contaba entre sus fines promover una revolución social y política en Uruguay

118 La reunión se llevó a cabo el día 8 de enero de 1967. El local, conocido como El Bulín, Apto. 1 y La casa del Silencio, no ha sido posible identificarlo para esta publicación.

119 Violeta Setelich. Fue maestra de educación especial. Afiliada al Partido Comunista lo abandonó junto a otros disidentes para formar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). En 1964 su apartamento de Rivera y Arrascaeta, puesto a disposición del MIR sirvió para dar cobijo a Raúl Sendic, con quien formará pareja y tendrá dos hijos, Jorge y Alberto Setelich. Aunque nunca integró orgánicamente el MLN, su condición de pareja de Sendic le exigió el máximo compromiso en todo momento. Asilada en Chile y luego en Cuba, su militancia política en Uruguay no ha sido reconocida salvo por un reducido grupo del feminismo, del que Violeta nunca perteneció.

120 Los locales, llamados cantones,se señalaban con un número. El 5 estaba situado en la esquina de Río de Janeiro y la entonces Costanera, hoy Avenida Giannattasio.

121 Leonel Raúl Martínez Platero. Nació en Salto, Uruguay, el 8 de agosto de 1942 y murió en Parque del Plata, Canelones, el 13 de junio de 1972, tras un procedimiento policial en las inmediaciones del domicilio de un colaborador del MLN, Ernesto Murro, que resultó ileso. Ingresó al grupo tupamaros en 1965, integrando un grupo conocido como la célula E, formado por su hermano Efraín, los hermanos Aníbal y Líber de Lucía y la que luego será su esposa, María Elia Topolansky Saavedra, especializados en el estudio de la red cloacal. Pasó a la clandestinidad en julio de 1967, tras la detención de José Luis Nell Tacci, que estaba residiendo en su domicilio de la calle Paraguay 1069. En octubre de 1968, tras la división del MLN en dos columnas, fue elegido para integrar el comando de la columna 1, junto a María Elia Topolansky y Aníbal de Lucía, lo que finalmente no se concretó tras su detención y la de Julio Marenales el día 8 de octubre de 1968.

122 María Elia Topolansky Saavedra. Nació en Montevideo el 25 de septiembre de 1944. Sus circunstancias personales son similares a su esposo Leonel Martínez Platero. En octubre de1968, tras la división del MLN en dos columnas, fue elegida para integrar el comando de la columna 1, lo que finalmente no se concretó tras la detención de Julio Marenales y Leonel Martínez Platero el día 8. Pasó a formar parte de la columna 10, de la que integraría su comando de dirección junto a Mauricio Rosencof y José Mujica Cordano. Detenida en 1969 integró el grupo que fugó de la cárcel de Cabildo en marzo de 1970, en la llamada Operación Palomas. Tras la acción de Pando se afilió a la corriente llamada Microfracción hasta su expulsión del MLN en diciembre de 1970. A finales de 1971 solicita su reingreso, el que fue aceptado.

123 Aníbal de Lucía. Nació en Montevideo, el 17 de noviembre de 1944 y falleció en la misma ciudad el 10 de agosto de 2017. Sus circunstancias personales son las mismas de sus compañeros de la célula E. Fue detenido tras la caída de Nell Tacci en julio de 1967, siendo puesto en libertad por falta de pruebas. Desde ese momento pasó a la clandestinidad. En octubre de 1968, tras la división del MLN en dos columnas, fue elegido para integrar el comando de la columna 1, lo que finalmente no se concretó tras la detención de Marenales y Leonel Martínez Platero el día 8 de octubre de 1968. Pasó a formar parte de la columna 15 e integró su sector militar. Formó parte del grupo que fugó de Punta Carretas en septiembre de 1971. Tras la reorganización del MLN a finales de 1971 y con el fin de reforzar las columnas del interior, pasó a integrar el comando de la entonces llamada columna Norte, protagonizando diversas acciones en Paysandú. En sus declaraciones a Clara Aldrighi en Memorias de insurgencia, publicadas bajo el seudónimo “Domingo”, expone claramente aunque con ironía sus críticas hacia el Segundo Frente y el Plan Tatú, así como desvaloriza una de las acciones dirigida por él, la toma del aeropuerto de Paysandú. Critica abiertamente a Raúl Sendic y a José Mujica Cordano, a quienes califica como los impulsores del“masomenismo”, por su falta de rigor organizativo.

124 Gonzalo Ramírez 2066.

125 Situado en Camino a Pajas Blancas 8690.

 

126 Julius Fucik nació el 23 de enero de 1903 en Smichov, Praga, capital de la actual República Checa.  Tras estudiar filosofía, en 1921 ingresó en el Partido Comunista e inició su labor de crítico literario y teatral. En los años de ocupación de Checoslovaquia por Hitler, publicó bajo seudónimo ensayos sobre las figuras más representativas de la cultura democrática checoslovaca, siendo detenido en abril de 1942 por la Gestapo. En el verano de 1943 es trasladado a Berlín y ejecutado, el 8 de septiembre de ese año. Su Reportaje al pie de la horca, publicado en 1945, adquirió gran resonancia mundial y fue traducido a ochenta idiomas. En 1950, a título póstumo, Fucik recibió el Premio Internacional de la Paz.


Comunicate