19.OCT.21 | PostaPorteña 2239

CABEZA DE TURCO (38 y 39)

Por AMODIO

 

Cabeza de turco 38

 

Eso nos permitió salir del paso: comenzamos a “identificar” a gente que ya estaba detenida y cuyos nombres extraíamos de las listas que Gómez, como asistente de Calcagno manejaba y que no provenían de la OCOA, sino de otros jefes S2 como él. Las detenciones eran tantas que nunca nadie sospechó que los nombres que le dábamos correspondían a presos reales cuyas identidades sacábamos por otro conducto.

Cualquiera que vea el libro Las FF.AA. a la Nación puede ver que las detenciones en todo el país eran de a docenas, cuando menos, por departamento. Los que me acusaron a mí de la “destrucción del MLN” ¿nunca se preguntaron cómo alguien que nunca estuvo en el interior y que nada tuvo que ver con quienes lo organizaron pudo entregar a los cientos de detenidos?

Era la rivalidad interna entre los distintos departamentos lo que nos dio la solución. Sí, estaban enfrentados por temas personales y por la forma en que se hacían los procedimientos. La gente del SID siempre estuvo enfrentada a los de la OCOA. Hasta su muerte Gavazzo siempre reivindicó su pertenencia al SID.

Durante las conversaciones por la tregua tanto Legnani como Calcagno me informaban acerca de todo, para recabar mi opinión. Así pude conocer las distintas posturas que existían entre los mandos, el total y absoluto desconocimiento acerca de las motivaciones políticas que hicieron posible el MLN y el desprecio que desde las FF.AA. se evidenciaba por la clase política en general, presidente de la República incluido. Sí, claro. El MLN contribuyó a mantener ese desprecio… es más, yo te diría que lo aumentó, aunque en algunos casos le faltaran elementos probatorios. Y sí, el caso de Jorge Batlle es el más evidente. La detención de Jorge Batlle se produjo porque el MLN respaldó la acusación sobre él, por la infidencia.

Por parte de mis excompañeros se intentaba aparentar una posición de firmeza que no se sustentaba en la realidad. En las condiciones que el MLN se encontraba, pretender poner condiciones políticas, económicas e incluso militares ante un enemigo que ya entonces detentaba parte del poder, sólo podía responder a la megalomanía de sus dirigentes. La única condición razonable, el abandono de la tortura, tampoco la consiguió, ya que en las únicas unidades en que se dejó de torturar fue en el Florida y en La Paloma, sede de las negociaciones. En el resto, lo mejor que puede decirse es que disminuyó en intensidad.

Sin embargo, analizando en perspectiva ese período puede decirse que en el cortoplacismo en que el MLN se movía, algo de beneficio consiguió: poco más de treinta días para intentar reorganizarse, el contacto directo entre dirigentes presos y los que aún estaban en libertad y lo que durante un período posterior se considerará fundamental, a tal punto que modificará la estrategia del MLN: la relación con la oficialidad joven, desde tenientes a tenientes coroneles, que llevará a Fernández Huidobro a creer en la posibilidad de tupamarizar a un sector del ejército.

A nivel de los mandos superiores estaba elaborada la teoría de que los contactos entre determinados políticos y el MLN los convertía en cómplices de la subversión y que por tanto debían ser considerados traidores a la Patria. En el subconsciente de esos mandos y en general en la totalidad de las FF.AA. se consideraba ya que los políticos eran responsables de la guerra desatada y que ellos estaban llamados a imponer el bien. El MLN no fue ajeno a la elaboración de esa teoría, asentada sobre algunas bases reales.

En ese contexto es que se le ofreció a Méndez una entrevista con Zelmar Michelini, pero el único objetivo era el secuestro del militar, con el fin de tenerlo como moneda de canje ante un eventual fracaso de las negociaciones. Ese ofrecimiento fue realizado por Fernández Huidobro y Wassen, quienes se referían a él como “el satanazo”. Pese a que Tino ya había detallado el Plan Satán (224), el detalle pasó desapercibido a Méndez. Es una trampa, le dije. Te van a matar. Cuando se lo dije a Gabriel (225) en la entrevista, me contestó que Méndez le había negado esa incidencia, pero creo que no fue así y que Gabriel lo que quiso fue hacerme dudar de la actitud de Méndez. Ah, yo que sé, por alguna razón. No, nunca se lo pregunté.

 

Cabeza de turco 39

 

Y sí, debe ser por la misma época que se empieza a hablar de abandonar el Uruguay, a lo que Sendic siempre se opuso, aunque tuvo que aceptar que muchos eligieron marchar al exterior. No, cuando Sendic aceptó entrar al Florida fue tras la visita que el Flaco Efraín les hizo a los presos. Es lo que el Flaco le cuenta a Tagliaferro en Cantando las 40 (231). Le hicieron creer que los estaban torturando, que vivían encadenados. Puro teatro que el Flaco se tragó como un incauto, a tal punto que convenció al Rufo para ir juntos a verlos. Claro, a la semana lo detuvo el FUSNA (232). ¿Vos qué opinás? ¿Casualidad? Puede ser, aunque a veces se me plantean dudas. Al mismo Efraín se le plantearon. Se lo dijo a Haberkorn (233), en Historias Tupamaras.

Fernández Huidobro y compañía habían logrado un punto de encuentro con los que hasta tres meses antes eran considerados enemigos irreconciliables, hasta el punto que el mismo Sendic dijera “le vamos a tirar a todo lo verde, hasta a las cotorras” insensatas palabras que demuestran hasta qué punto de irresponsabilidad se había llegado. Bueno, lo contó Marcelo Estefanell y nadie lo ha desmentido. Sí todo fue muy rápido en el Uruguay: tres meses después de pronunciarlas, el mismo Sendic entrará al Florida y saldrá de él custodiado por sus propios enemigos, vestidos de verde, seguramente.

Otra forma del acuerdo fueron las comisiones de los ilícitos. El MLN proporcionó la documentación necesaria para que las FF.AA. llevaran a cabo los procedimientos y las detenciones que vinieran aparejadas.  Sí, es verdad, lo más justo sería decir que un sector de las FF.AA. porque funcionaron en dos cuarteles, nada más, el Florida y la Paloma. Se vivieron momentos de euforia entre la oficialidad del Florida. Los presos salían a la calle acompañados por los que habían sido sus torturadores para luchar contra el enemigo común: los corruptos de toda clase y condición. El Ñato ha contado las torturas a uno de los gerentes (234) detenidos y se sabe que varios tupamaros participaron en las torturas o contribuyeron a crear en los detenidos el estado de terror necesario para hacerlos confesar

 

Héctor Amodio Pérez

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 224 El plan Satán era el canje de secuestrados por presos. En este caso se trataba del secuestro del Tte. Armando Méndez, uno de los artífices de la tregua del mes de junio de 1972, como garantía para el desarrollo de las negociaciones.

225 Me refiero al ya mencionado Gabriel Pereira

231 Cantando las 40 es un programa de entrevistas creado por el periodista Gerardo Tagliaferro. En el programa objeto de esta nota, realizado el 5 de noviembre de 2007 se dice:

27) Cuando habla de las entradas a los cuarteles, se refiere a las negociaciones de 1972 con sectores militares. ¿Usted fue de los que entró y salió de los cuarteles a negociar?

Sí, claro. Fui de los que abrió la negociación. Yo estaba clandestino, buscado, y me contacta la señora del Ñato y me dice que él quería hablarme. Quiere hablar con la Dirección, los espera en tal lado. Entonces en la Dirección definimos que fuera yo. Y nos encontramos con el Ñato en Avenida Italia y Centenario. Él estaba solo, con un oficial, Calcagno, que lo esperaba en la camioneta. Nos encontramos, le dije si se quería escapar, que yo estaba armado. Me dijo que no, que no podíamos pensar en eso porque mataban a todos los compañeros presos. Entramos a la camioneta y fuimos al cuartel. Me reuní con los compañeros en una pequeña celda.

28) ¿Qué discutían en ese momento?

En ese lugar no discutimos nada, simplemente me mostraron cómo estaban. Algunos con cadenas, el Pepe venía de la tortura, estaban Wassen, Rosencof, el Ñato, Marenales. A mí me llevaban para ver cómo podíamos hacer para llegar a un acuerdo para parar las torturas que había en los cuarteles. Había unas propuestas que nos dieron para que las estudiáramos. A nosotros nos parecieron ridículas, imposible de tenerlas en cuenta.

29) El propio Sendic entró y salió de los cuarteles, ¿verdad?

Bueno, después de la caída del alemán Engler, la dirección quedó Sendic, yo y un chiquilín que no me acuerdo cómo se llamaba. Los tres discutimos y dijimos que Raúl no podía ir, que era un riesgo muy grande porque era lo que perseguían los militares. Pero Raúl era muy especial, así que no descarto que haya entrado.

30) Si usted no se hubiera ido del país, seguramente habría sido apresado y convertido en el décimo rehén por la dictadura.

Sí, sí. Calcagno me lo prometía cada vez que íbamos en la camioneta. Flaco, mirá que te vamos a agarrar, ándate. Y si no te vas, pah!!. No me pienso ir, decía yo. Así que vayan cuidándose ustedes también. Así hablábamos. Después me preguntaba: ¿dónde te dejo? En el Centro, dejame en El Gaucho.

232 FUSNA. Cuerpo de Fusileros Navales. Actuó a las órdenes del Comando General de la Armada. Se creó oficialmente por decreto Nº 25.065 del Poder Ejecutivo en marzo de 1972. Está considerado como uno de los centros donde la tortura se aplicó con mayor dureza. El Cnel. Agosto me dijo que a su unidad llegó para ser interrogado Alberto Cía del Campo, proveniente del FUSNA. Su estado era tal que temiendo por su vida le manifestó a su jefe, el entonces Tte. Cnel. Rubio, que se negaba a interrogarlo.

233  Leonardo Haberkorn es autor, entre otros, del libro Historia Tupamaras. En las páginas 63 y 64 de la edición de Fin de Siglo, se dice: Cuando la tregua se materializó solo dos dirigentes de primera línea permanecían libres: Sendic y Efraín Martínez Platero. Este último cree que los tupamaros que negociaron fueron engañados y perjudicaron mucho a la organización. Martínez platero se pregunta hoy para qué querrían negociar los militares si el MLN ya se batía en retirada y estaba a punto de ser derrotado. Para él fue todo una puesta en escena tendiente a capturar a Sendic. Acá la cosa es darse cuenta de que nosotros, en la tregua, fuimos engañados. Aparentemente no existe conciencia de ello. Y fuimos engañados hasta la caída de Sendic.

Dice Haberkorn: ¿Y esa negociación facilitó la caída de Sendic de alguna manera? Y claro, si es lo que buscaban. Pero los responsables que llevaron eso adelante no son lo suficientemente críticos y autocríticos como para darse cuenta de hasta dónde se dio por tierra con un montón de cosas. Nota del autor: La primera edición de mentiras Tupamaras es del año 2008. Sus respuestas en Cantando las 40 son del año 2006. Efraín Martínez Platero, en Historia Tupamaras debió reconocer que él fue uno de los principales engañados, tanto por los militares como por sus propios compañeros, ya que si en la reunión en la celda que cita estaban presentes Marenales y Mujica, esta se realizó en el mes de agosto de 1972, en pleno funcionamiento de las comisiones de los ilícitos, y en esos momentos todos los citados por Martínez Platero participaban en ellas y eran tratados con guante blanco y comían juntos en el casino de oficiales.

234 Me refiero a Jaime Wegbrait. Silvia Rozental, su esposa, relató a El Observador que su marido, Jaime Wegbrait, fue uno de los secuestrados bajo la acusación de realizar "ilícitos económicos" y conducido al cuartel conocido como La Paloma. Era dueño de la fábrica APSA, representante en Uruguay de la empresa estadounidense RCA Víctor. Según su esposa, Jaime Wegbrait nunca recuperó su salud mental. Falleció en el año 2005. Según todas las evidencias reunidas, fueron Juan José Valdés Pieri, alias Pepito Valdés y Raúl Jorge Méndez Moreira, alias Pombo, quienes participaron en las torturas.

 

Anexo Cabeza de turco 39

 

 

SOBRE LOS TUPAMAROS TORTURADORES Y OTRAS TRAICIONES

 

 

 Ricardo Véscovi  31.OCT.2015 | Posta Porteña n° 1497

 

En un número anterior de Posta Porteña (1487),/1 el compañero Luis E. Sabini  Fernández, comentando como los presos tupamaros, defendían abiertamente la tortura en 1972 dice: ”Me cuenta entonces que ‘en los cuarteles’ se estaba o se estuvo  –ya no recuerdo– cocinando acuerdos entre tupamaros y peruanistas para “dársela” a la oligarquía. Primero objeté dicha alianza, pero con mucho realismo el ex detenido, rubio, petisón, me dijo: “nos ofrecían salir en semanas si cooperábamos; si no, íbamos para muchos años…” Y es muy difícil resistir.

Me comentó que habían liberado apenas una decena o una veintena entre los más livianos. Pero que había sido como la prueba de que la “alianza” marchaba.

El primer objetivo era Jorge Batlle y su gente y que a ese Jorgito ya le iba a llegar el tacho. Que no había otra que torturarlos. Si mi primer disgusto fue por la idea de una alianza entre represores y torturados, mi bronca fue decisiva cuando el fulano elogia la tortura”

Lo primero que debe decirse sobre eso de los “Tupamaros que torturaban”, es que contrariamente a la imagen que trataron de crear los medios aprovechando la bolada, no fue una actitud general y masiva, sino algo totalmente minoritario, como aclara Montero: “Entre los centenares de prisioneros torturados presuntos integrantes o colaboradores del MLN (T), sólo un reducido grupo - menor a cinco personas - participaron en ese juego maléfico de colaboración para la tortura”

Sin embargo todos los que luchábamos en esos años, podemos confirmar   lo que dice Sabini, en el sentido de la ideología general de colaboración con los milicos, fue mucho más global y que en ese contexto programático, la línea que venía de la dirección legitimaba globalmente la tortura. En efecto, los Tupamaros oficialistas (u “oficialatas”, como le decíamos con desprecio, desde muchos años antes, quienes denunciamos el militarismo, el foquismo, el aparatismo y el reformismo de la dirección) colaboraban en el 72/73 abiertamente con los milicos en base a los acuerdos que, decían, la Dirección había hecho con los milicos. Fue en ese contexto que hubo Tupamaros que, como dice Sabini con exactitud, se jactaban de haber hecho una alianza, para “dársela a la oligarquía” y era en el marco de ese golpe contra Jorge Batlle y su gente que elogiaban la tortura

Esa confluencia entre milicos golpistas y tupas oficialistas, que ya en el Documento 5 había teorizado la Dirección de los Tupamaros, se presentaba ahora como el producto de un acuerdo preciso entre Oficiales y “la Orga”, representada por Huidobro y sus lugartenientes. Dicha alianza llegaba a niveles programáticos y políticos muy globales, que son los mismos que verificamos, décadas después, cuando fuimos comprobando que los Huidobro, Mujica, Bonomi, Topolansky, Semproni, Rosadilla... actuaban como milicos

¡Y que como jerarcas del Estado fueron y son jefes de los milicos! ¡Jefes milicos!

Quienes, además, tuvimos la “suerte” de vivir aquello en los cuarteles y las cárceles, escuchamos las apologías más siniestras sobre los resultados y proyectos de esas operaciones conjuntas. Pienso que si hoy no se habla más de todo eso, es por el manto de oscurantismo que la historia oficial estableció y sigue manteniendo en torno al pasado. No debe olvidarse que esa historia, que fue la historia que el espectáculo y los medios instauraron, la escribieron precisamente los oficialistas Tupas y los Milicos. Tampoco es moco de pavo que la misma fue y sigue siendo la versión del poder, pues como tal, tiene todo tipo de abogados, de alcahuetes, mentirosos ocasionales y profesionales, cómplices interesados o voluntarios...

He contado algunos aspectos de ese proceso de acercamiento/fusión, en algunas intervenciones anteriores en Posta Porteña (ver por ejemplo la serie de notas “Ángela Álvarez, Militante revolucionaria, nunca oficialista”), /2 así como también lo han hecho otros compañeros en diferentes artículos que denunciaron la capitulación de la dirección de los Tupamaros y la puesta del aparato Tupamaro (o lo que quedaba de él) al servicio de los militares, desde 1972.

Pero parecería que todavía hoy, esos hechos no hubieran existido nunca, o no tuviesen la significación que en realidad tienen. ¿Recién ahora, a finales de 2015, nos desayunamos que son milicos?

Es decir recién cuando nadie puede negar, la actuación abiertamente  represiva de los jefes Tupamaros de los milicos, parecería que hubiera un poquito de interés social en conocer la realidad sobre esa alianza y confluencia histórica. En lo personal nunca encontré que había mucho interés en el tema a pesar que nunca he dejado de hablarlo y denunciado con quien se interesaba.

En la segunda mitad del año 1972, los presos más oficialistas sostenían que había oficiales “compañeros”, que estaban dispuestos a luchar “junto a nosotros”. Se jactaban de que Huidobro y Marenales se abrazan con ellos como iguales y de que formaran comisiones sobre los ilícitos. Con orgullo y pedantería se vanagloriaba de salir a la calle a “operar” con ellos...

Se jactaban de haberlos convencido,ahora les imponemos la línea a los milicos y no faltaban quienes te contaban el “gran secreto”: “es Huidobro quien redacta los discursos que los 'oficiales progresistas' pronuncian en el círculo militar”

Compañeros presos eran llevados para colaborar con la “comisión para los ilícitos” (¡cooptados!) sin siquiera preguntarles si estaban de acuerdo: ello implicaba siempre que quienes los convocaban como Huidobro, Marenales y otros, explicaban a los oficiales “la importancia de esos compañeros”, que “son grandes expertos” en economía y contabilidad para la causa de los ilícitos. Sin lugar a dudas que eso era proporcionar información secreta y compartimentada a los “milicos progresistas” (en muchos casos era “un queme brutal”), pero les aseguraban que la misma no sería utilizada contra ellos. En esos días todo era por la causa de los ilícitos y esa inesperada batida no era considerada tal, para eso servía el ejemplo de la traición de Amodio, para explicar que eso no era traición, porque serviría para “copar a los milicos desde adentro” e imponer el “golpe antifascista”

En los cuarteles llegaban los llamados de Huidobro a formar “comandos conjuntos con los militares progresistas”. Decían operar, no solo a partir de los cuarteles, sino de los locales caídos en los que se podían reunir, averiguar, juntar la documentación probatoria, interrogar a los responsables de los “ilícitos económicos” o dirigir las investigaciones y allanamientos.

Proyectaban reformas (como la agraria, puertos o terminales pesqueros) y acciones espectaculares, como el allanamiento de todas las financieras del país y el vaciamiento de los cofres forts de los bancos. Los Tupamaros oficialistas explicaban que eso era “la revolución”. Y Que esa sería la clave del golpe bueno, del “golpe peruanista”. No se trataba de algo ocasional o de uno u otro cuartel, sino que esa ideología fue dominante entre los presos durante por lo menos un año (1972/73).

Todos los días se hablaba y discutía del tema entre los presos, con los familiares, con los milicos. Hay todavía cientos de testigos vivos que conocieron esa realidad, que tuvieron informaciones más o menos parciales sobre el accionar conjunto: solo los protagonistas de esas acciones, los jefes oficiales y tupas de dirección, conocen la totalidad de lo sucedido

Con mis propios oídos escuché, a decenas de militantes Tupamaros oficialistas y también a oficiales del ejército, decir que meterían presos a los “responsables de la crisis del país” como “el infidente Jorge Batlle”, Peirano Facio, los “financistas judíos” y “otros corruptos”. También era habitual que algunos oficiales del ejército vinieran a los calabozos y celdas, que hicieran un discurso “contra la oligarquía y el imperialismo” y pidieran colaboración para dicha lucha. Llegó a ser cosa común y corriente que oficiales pidieron consejo a los presos, por ejemplo, sobre la deuda externa y el Fondo Monetario Internacional y si había o no que romper con él y que presos y milicos discutieron inorgánicamente al respecto.

Esto siguió cuando la gran mayoría ya estábamos en la cárcel de Libertad y, cómo compartí celda con compañeros que participaron (por cooptación) en las conversaciones del Florida, éramos visitados a menudo por oficiales importantes que dirigían el proceso, incluso durante el golpe de febrero 1973, para continuar discutiendo sobre tales temas

Pero en el 72, cuanto mayor era el caos, mientras seguían cayendo compañeros, y sobre todo mientras seguían torturando compañeros, los oficialistas y colaboradores más se jactaban de lo que vendría. Ya se imaginaban en el poder, y no faltaban tampoco quienes actuaban como si ya fueran miembros del Estado.

Aseguraban en nombre de la Dirección Tupamara que vendrían tiempos mejores, que en realidad “no hemos perdido sino que estamos ganando”, que ahora “muchos milicos responden a la Orga”, que la “Dirección tiene el control de la situación”, “que si perdimos en lo estrictamente militar estamos triunfando en lo político” y que “vendrán tiempos mejores” cuando “liquidemos a los viejos” (así denominaban a los 2 o 3 generales que había que sacar del medio para imponerse), cuando “derrotemos a los fachos”... Recuerdo hasta quienes sostenían que esa confluencia con el ejército, era el verdadero “Partido de la Revolución” (entre otros el contador Carlos Koncke, y que como en el Perú se preparaba el golpe bueno, el golpe contra “los fachos”: en el “Perú el verdadero partido marxista leninista es el ejército” decían.

La parte que más encandilaba a los presos era que cuando “se barriera a los fachos y se arrestaran a los responsables de la crisis” (pongo entre comillas las expresiones textuales que recuerdo) se había arreglado que “todos los presos seríamos liberados en menos de dos años”, “que los livianos saldrían de inmediato”. Esta ilusión no solo ganó a una buena parte de los militantes Tupamaros, sino también de otros grupos y organizaciones, como el FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS ORIENTALES (F.A.R.O.) /MRO: que también creían que íbamos a “ganar junto a los milicos peruanistas” y defendían con vehemencia dicha posición.

En cambio hubo un rechazo permanente y consecuente de esas posiciones en los militantes de F.A.R.O., del FRENTE REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES (F.R.T), del MOVIMIENTO “22 DE DICIEMBRE”, y otras organizaciones chicas, así como militantes no organizados y/o en negativa, que si bien desde el principio consideraron indispensable negociar con los represores, siempre se contraponen a las propuestas políticas de unidad de acción con los milicos. Dicha tesis minoritaria se oponía al monopolio Tupamaro de la negociación (¡que se definía a sí misma como colaboración, como pacto, como confluencia!) y proponía la negociación exclusivamente como presos, unificándose en tanto que proletarios presos (y no por “las Orgas”) en base a las reivindicaciones elementales que nos   contraponían objetivamente a los milicos (cese de la tortura, liberación de padres de perseguidos que los militares tenían como rehenes, condiciones de higiene, de alimentación...). En vez de ser una colaboración entre quienes coincidían políticamente y estaban aliados, se veía como una negociación entre quienes se reconocían como contrapuestos y seguían en lucha. Se discutía abiertamente, con vehemencia y en forma muy explícita: entre la posición de colaboración y la de confrontación

Esta última posición unificaba más gente porque incluía explícitamente a presos que no habían reconocido su pertenencia a ninguna organización, que por ejemplo habían sido batidos por cosas viejas y no habían reconocido ninguna pertenencia “actual” (lo que era mi caso). Claro que en muchos cuarteles y hasta en el Penal de Libertad, la lucha por esas reivindicaciones unificó mucho, pero dicha tendencia siempre fue saboteada por el aparatismo Tupa y luego bolche. Globalmente siempre resultó minoritaria: en la práctica los milicos golpistas, gracias a Huidobro y compañía, fueron apoyados por parte importante de los presos.

Por supuesto que mientras los jefes Tupamaros operaban con los jefes militares, la realidad de los compañeros presos era otra. La gran mayoría de los Tupamaros resistía y mantenía una actitud compañera y muchos de ellos desconfiaban y no aplicaban a la letra la línea oficial. Algunos de ellos no respondían más a “la Orga” otros iban rompiendo de a poco. Pero igual lo que venía de la “Dirección de la Orga” tenía mucho peso y se imponía como autoridad, junto al propio poder de los milicos.

Era típicamente una situación de poder de unos pocos y contraposición de clases, de antagonismo entre por un lado oficiales y oficialistas y por el otro la mayoría de presos y sus familias o amigos que “veían” el trato diferenciado o se enteraban de las salidas y privilegios.

Como dice Perico Montero en una declaración que la prensa ha citado mucho: “el grupo reducido de "colaboradores-traidores impresentables" entraba y salía del recinto a su antojo comiendo, como se suele decir en España "de puta madre" lo que recibían de afuera o le ofrecían los militares”. ( adjuntamos nota/3)

En ese contexto todo delegado de Huidobro, Rosencof o Marenales y de los oficiales de verde que negociaban, se veían (a sí mismos) como poder ascendente y trataban a la masa de militante de presos con desprecio y desde arriba: ellos eran los que salvarían al país de los ilícitos económicos, de los políticos y de los milicos fachos. Ellos entraban y salían, iban y venían, investigaban y allanaban... y trataban al resto como masa de maniobra, como gente a usar.

Quienes se oponían abiertamente a esas “negociaciones” diciendo que en realidad se trataba de una cooptación estatal de los militantes, que ponía a los Tupamaros al servicio del Estado, eran aislados y denigrados, como sucedía particularmente con presos sueltos, disconformes, o con los militantes de las organizaciones chicas o con líderes obreros como León Duarte, que no tuvo pelos en la lengua para decirles que, con esa unidad con los milicos, los Tupamaros se ponían contra los presos.

Para muchos otros, esa actitud de la dirección oficial, verticalista, milica, anti discusión, foquista, reformista...era “más de lo mismo”, a muchos compañeros los habían presionado, perseguido, amenazado por combatir esa línea... Era la aplicación del programa militarista y posibilista que había consagrado la teoría foquista, tal como la concebía Huidobro (Ver: “Documento 5” y “Foco y partido falso dilema” 1971) y que consagró la persecución de las “micros”

Sin embargo, es verdad que este tipo de discusión en los cuarteles en 1972, tan clara entre dos posiciones, una milica y otra proletaria, fue vivida por poca gente, porque tal vez solo se haya dado en forma tan politizada y explícita sólo en los cuarteles donde se cuestionaba el oficialismo Tupa. En última instancia, nos pasaron por arriba, quienes ganaron entonces fueron los milicos de verde y los promilicos Tupamaros, todos ellos siguieron afirmando el peruanismo y favoreciendo el golpismo

En realidad, pocas veces se discutía abiertamente entre los presos y las organizaciones, no había una actitud para hacerlo, la línea que venía de arriba en los Tupas, bajaba cocinada y se imaginaba a sí misma como tan suficiente, que ni concebía la discusión compañera. La ideología Tupa dominante era así. Ellos no discutían con los pichis, sino que “actuaban”. La mejor forma de descalificar a quienes discrepaban, era ignorarlos, era “el estilo tupa” que explícitamente descalificaba toda teoría como sinónimo de teoricismo o paja filosófica. Pero, por ejemplo, en el Quinto de Artillería, el oficialismo no tenía tanto poder, los discrepantes eran muchos, los miembros de “otras” organizaciones también, los “locos sueltos” hasta tal vez hayamos sido mayoría, y por eso hubo discusión y bastante. Ahí se discutió mucho la validez de la línea de Huidobro, expuesta, por ejemplo, por su delegado oficial “Jota Jota”. Hasta el Comandante de dicha unidad militar, Teniente coronel Varela, aliado de Huidobro aceptó traer a varios Tupas oficialistas y de dirección para explicar a los otros presos la “línea”

La polarización era entre los presos que defendían la línea de Huidobro de los “comandos conjuntos” con los militares y quienes se oponían.

Recuerdo con tristeza que el optimismo triunfalista de las presentaciones oficialistas defendiendo los comandos conjuntos tenía mucha facilidad para encandilar al preso común y de todas formas quedaba más o menos descalificada la posición de quienes veíamos eso como síntoma de la derrota y el entreguismo. En aquella época uno quedaba bastante solo y desesperado por “escéptico. Hoy me parece lógico que en medio de aquella catástrofe de un verdadero proyecto de revolución social, se llenara de esperanza a la gente, con las “operaciones conjuntas”, las perspectivas de “amnistía” y la “lucha contra quienes habían arruinado al país”

Todavía en setiembre/diciembre de 1972 había oficialistas que decían que no había ninguna derrota, que la verdadera guerra empezaría “ahora” (o “dentro de un mes” o “dos meses”) que gracias a “la genialidad de la Dirección” y “el trabajo político con los oficiales progresistas”, se habían decantado los campos, que pasarían a la ofensiva y derrotarían a los políticos corruptos y a los milicos fachos.

¡Los comunicados 4 y 7 y el golpe de febrero, se recibieron con ese optimismo y fue aplaudido por el oficialismo Tupa, tanto en los cuarteles como en el Penal de Libertad!

Visto con retrospectiva se puede decir que se trató de una verdadera campaña común de proselitismo de los milicos y la dirección de los Tupas. En efecto los Tupamaros de dirección recorrían los cuarteles impulsando la lucha por los ilícitos e imponiendo su línea de concordia con los milicos y palos por los ilícitos, en una lucha que también era contra todos los presos que nos oponíamos a ese tipo de colaboración.

HOY pienso que, eso de los torturadores buenos y los milicos progresistas formaba parte de la táctica general de las Fuerzas Armadas y el Imperio para cooptar a enemigos y vencer la resistencia del proletariado. ¡Y salvo excepciones, lo lograron!

Claro que quienes torturaron dentro de esa campaña “contra los ilícitos” son personalmente responsables, como lo es todo torturador. ¡La obediencia debida es el refugio de toda impunidad!

La aceptación de una orden de ese tipo es el máximo de la sumisión y podredumbre de un ser humano. Soy de los que pienso que eso no debe perdonarse, sino denunciarse, escrachar. Lo más importante es que se ejerza en todo el sentido de la palabra la condena social, ningún torturador puede andar por ahí sin que se conozca lo que hizo.

Pero no nos podemos quedar con ese elemento, hay quienes fueron todavía más responsables de la tortura, del apoyo al golpe a la peruana y de alcahuetear a los torturadores. Por eso considero despreciable culpar al último orejón del tarro, al que le dijeron que tenía que torturar y obedeció, y no a quienes llevaron adelante ese tipo de política general como el propio Huidobro y otros jefes que fueron quienes dirigieron la represión y le dieron un cuadro “legítimo” a la tortura. 

Los verdaderos responsables son los que dirigieron la entrega y pusieron toda la militancia posible al servicio del “golpe bueno”.

Está probado que en ese tipo de aparato verticalista, basado en el modelo militar y/o leninista, la obediencia es la norma (¡y el estudio, la teoría y la discusión la excepción!). Por eso los mayores responsables son quienes promovieron esa política como “la política de la Orga”, como “la política Tupamara”, como “la política revolucionaria de la Dirección".

Y por supuesto que ahí encontramos los mismos nombres que en toda la colaboración con los milicos, empezando por Huidobro, Rosencof, Wassen, Marenales, Wolf...y más generalmente todos quienes de una forma u otra defendían la unidad con los milicos torturadores y el proyecto de un golpe a la peruana. Toda separación entre el apoyo a los “peruanistas” y la tortura, a quienes eran considerados responsables de los ilícitos, es una construcción ideológica posterior, que elaboraron los escribas y justificadores. En esos años no existía ninguna separación, era lo mismo, el golpe peruanista se asumía como intrínsecamente represivo. Más todavía ¡ERAN LOS MISMOS!

A esta altura no cabe dudas de que desde viejas filas tupamaras se ha hecho lo imposible para ocultar que la Orga fue cooptada para colaborar con los milicos ¡hasta en la tortura!, que lo que hoy constatamos con Huidobro, Bonomi, Mujica, Semproni, Topolansky, Rosencof...se inició en 1972 (¡por lo menos!) con aquella política del golpe bueno y la tortura de quienes cometían los ilícitos económicos.

Fueron esos mismos personajes quienes dirigieron el aparato Tupamaro, o mejor dicho quienes pusieron a todo el APARATISMO tupamaro al servicio de los milicos denominados peruanistas y de los torturadores presuntamente “buenos”. Ellos y la ideología aparatista hicieron posible la colaboración tupamara con el “golpe peruanista” y la tortura “justificada”

Se nos dirá, que durante años, de aquello no quedó nada, que quienes ganaron no fueron los amigos de Huidobro, sino los otros, es decir “los fachos” y por eso el terrorismo de Estado fue peor que nunca y hasta ellos mismos pagaron con las peores condiciones de represión, aislamiento, tortura. Sin dudas los oficialistas Tupas se equivocaron en su optimismo y la represión fue terrible, también para algunos de ellos: a las mujeres y hombres de la dirección Tupamara los consideraron como rehenes y a muchos de ellos le hicieron todo tipo de atrocidades para destruirlos como seres humanos.

Pero también sobre los “rehenes” hay que distinguir entre lo que sucedió realmente y la historia oficial Huidobrezca, la que hicieron los oficiales de Artigas y otras sectas. Hasta el día de hoy la historia oficial no puede explicar porqué en la lista que la Orga promovía, se incluía sólo a hombres y se olvidaba sistemáticamente las rehenes mujeres que por muchas razones fundamentadas en los testimonios no la pasaron igual, sino todavía peor.

Tampoco parece creíble que se hayan igualado tanto la condición de “los rehenes” como difundió el aparato, en el interior y exterior del país, sobre todo entre quienes no aceptaron la colaboración como Sendic y quienes promovían y continuaron luchando por los “oficiales progresistas”.

Por si eso fuera poco, viejos militantes como Ricardo Perdomo también criticaron esa etiqueta de “rehenes”, desarrollada por el aparato oficial, como si fuera sinónimo de que fue a ese grupo oficial que trataron peor. Sin dudas hubo compañeras y compañeros a los que se les sometió a peores torturas que a los “rehenes” que oficializó el APARATISMO.

Es decir que hoy no se sabe hasta qué punto el tratamiento de “rehenes” tocó a TODAS las vacas sagradas de las negociaciones, como han señalado varios compañeros públicamente.

¿Es que los grandes milicos, compañeros de Huidobro los abandonaron totalmente o siguió conspirando con ellos durante todos estos años?

¿Siguieron aportando información y calificando la peligrosidad de los compañeros durante todos esos años y fueron tratados mejor?

¿Por qué siguen tan enterrados los documentos históricos sobre todos esos asuntos?

Por supuesto que no tengo elementos para pronunciarme sobre ello. Solo rechazó que se utilice el trato supuestamente recibido por ellos, para justificar lo injustificable

Considero por el contrario fundamental preguntarse si: ¿había realmente dos líneas contrapuestas en el ejército? ¿O todo el peruanismo fue verso?

¿No habrá sido una táctica de inteligencia militar? ¿Había una lucha contra la oligarquía y el imperialismo en el ejército o fue solo una maniobra de la represión victoriosa, aunque utilizase, evidentemente contradicciones humanas?

No se trataba de lo mismo que siempre: ¿del interrogador malo y el interrogador bueno que existe hasta en el más pelotudo de los interrogatorios de comisaría?

¿No será que la política del capital y el imperio son, en última instancia, una sola y que desde el 72/73 en adelante se necesitaba el terrorismo de Estado aunque incluyera, el torturador bueno y malo, y la diversión “peruanista”?

Y si nos preguntamos en serio ¿qué fue el peruanismo mismo en el mismo Perú, y que quedó del mismo?

De ahí que resulte tan cínico y ridículo que cuando se habla de porqué hubo presos que torturaron junto a los milicos, que desde el poder se vuelva a intentar utilizar, OTRA VEZ, a Amodio Pérez como chivo expiatorio. Antes, aprovechando la bolada y que no estaba, le agregaron todas las cantadas habidas y por haber, cubriendo hasta alguna “¡cosita!” que en realidad habían entregado ellos, como la “cárcel del pueblo”.

Ahora que se habla de tortura patrocinada por ellos para perseguir “los ilícitos” se inventa que Amodio habría torturado o contribuido a la misma. ¡Hasta para eso se cagaron en la separación de poderes e impusieron su vergonzoso procesamiento! ¿Hasta cuando el expediente Amodio puede esconder la verdad?

Algunos solo insisten en que en realidad Amodio es más traidor porque habría acordado su salida por la cantidad de compañeros entregados, pero no pueden ocultar que muchos de ellos...también entregaron compañeros y que los otros evitaron las torturas gracias a “las negociaciones” (en realidad capitulaciones) y porque en el fondo las dirigieron hacia otras víctimas como las de los “ilícitos económicos”.

La afirmación de que Amodio sería peor como traidor que todos los que obedecieron a la dirección oficial de la Orga, a Huidobro, Marenales, Rosencof, Mujica...es antes que nada una afirmación aparatista e inmediatista, en la que se complacen los aparatistas mismos.

Puede que sea verdad que eso fue más destructivo, pero solo para el aparato en sí, que lo que hizo Huidobro, en el sentido que lo que hizo éste mantuvo una cierta unidad ante el caos en vez de provocarla. Pero mientras el primero sólo obraba en la destrucción del aparato y concierne principalmente a quienes estaban en ese aparato, lo de Huidobro y sus socios tuvo un peso contrarrevolucionario mucho más global, para todo el proletariado y en general, para eliminar la lucha de la gente contra el Estado, para eliminar la resistencia más elemental de la población a los milicos y al golpe, para darle al golpe una pinturita “tupa” (¡como Mujica le da y le dio al Estado uruguayo!).

Fue mucho más jodido para la gente normal y corriente que luchaba contra el Estado. En ese sentido fue socialmente similar a lo que hizo el PC y la dirección de la CNT de preparar y colaborar el golpe de los milicos, con el agravante que Huidobro y los suyos pusieron a la organización misma al servicio de los milicos, del Estado, del capital, del imperio.

¡Y que dentro de ese proyecto de sumar el aparato Tupamaro al “golpe bueno” empujaron a los militantes hasta el extremo de torturar!

Esto concierne a todos los que luchan contra el capitalismo y no solo a los del aparato. La traición de los Huidobro fue una traición mucho más fundamental y criminal CONTRA LA REVOLUCIÓN MISMA.

La traición fundamental no es la traición al aparato en plena debacle, sino la traición DEL aparato A LA REVOLUCIÓN, es la traición que consistió en poner toda la energía organizada surgida de muchos años de lucha por la revolución social al servicio del enemigo, al servicio del supuesto golpe progresista, de un programa contrarrevolucionario que incluía la tortura como método de acción

¡Cómo no ver una continuidad con el Segundo Gobierno de Tabaré Vázquez y la represión Estatal de hoy, al servicio del capital mundial! ¡Cómo no ver que, a pesar de un largo paréntesis, es la misma línea y la misma acción la de los milicos hoy que siguen dirigiendo los Huidobro, los Bonomi, los Mujica...!

No son los Amodios, que dirigen a los milicos hoy, sino los Tupamaros oficialistas. ¡Los mismos que siguieron a Huidobro desde el Florida en 1972, al gobierno represivo del Frente Amplio de hoy!

¿Qué otra cosa podría surgir de un programa milico como el de la persecución de los ilícitos económicos, el reformismo y un gobierno peruanista?

 

1/ ver   "A Posta Portenia "  http://postaportenia.blogspot.com.ar/2015/10/1487-cuando-no-sientas-las-caricias-de.html

 

2/ ver Posta http://postaportenia.blogspot.com.ar/2015/10/angela-alvarez-militante-revolucionaria.html

3/ agregado de redacción de posta carta de Pedro Montero de la Bandera.

http://www.postaportenia.com.ar/notas/492/tupas-y-torturadores-un-grito-de-dignidad/


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