30.OCT.21 | PostaPorteña 2242

DE LO QUE ADOLECE EL PUEBLO COLOMBIANO

Por Juan del Monte

 

PRIMERA PARTE

 

                       “Saber no es suficiente, debemos aplicar lo que sabemos.

                          Estar dispuestos no es suficiente, debemos actuar” 

                                

Aquí en nuestro país Colombia, el Poder del pueblo está ausente en el manejo del estado, es decir, el pueblo no administra para nada lo que atañe a los asuntos públicos, y no ejerce control en las tres ramas del Poder, a saber:

El Poder Judicial cuya misión es impartir justicia y que debería ser independiente, está manipulado por los corruptos más horrendos que puedan existir sobre la tierra, y a la vez, ese poder actúa en alcahuetería con las otras dos ramas del Poder, con el fin de tapar todas las fechorías que acometen los dueños de la economía en el país, empotrados éstos en el manejo del gobierno año tras año y decidiendo a su antojo la supuesta aplicación de la ley, con el propósito de perpetuar la impunidad de sus crímenes. De modo que en esta rama del poder, por ningún lado se ve la participación del pueblo, entre otras cosas, porque el pueblo de corrupto no tiene absolutamente nada.

El Poder Legislativo en quien recae la tarea de elaborar las normas que imperan en el país, es el nido de la putrefacción social en todos los sentidos; por cuanto todas sus decisiones están encaminadas a favorecer a la clase privilegiada, clase que les recompensa tan “loable trabajo” de defender sus intereses, sosteniéndolos al máximo en el Congreso de la Republica, lo que significa que tampoco, en lo más mínimo, este Poder goza de ninguna independencia, y desde luego, el pueblo tampoco tiene participación real en dicho Poder. Entre otras cosas, porque para llegar a esas curules, se necesita la inversión, óigase bien, la inversión de muchos millones de pesos y el pueblo escasamente tiene para medio sobrevivir. 

Y el Poder Ejecutivo, que lo ejerce el presidente como jefe del Estado y que tiene como función gobernar, administrar o dirigir el timonel de todo lo relacionado con lo público, sin menoscabo de la soberanía que debe reinar como país independiente, sencillamente, tampoco es autónomo y menos a nivel internacional, pues todos los presidentes no mueven un dedo sin el visto bueno de su amo imperialista de turno.

Dicha situación de desmedro con nuestra soberanía y de dependencia ejecutiva frente al Poder extranjero, opera así desde la época en que se instauró en nuestra patria el Sistema presidencialista, ya que cada presidente, a su antojo, ha tenido una actitud en detrimento de la condición humana del pueblo colombiano. Pero además, porque cada presidente, ininterrumpidamente, ha puesto las riquezas de nuestro suelo al mejor postor, con el fin de tener mejor holgura de lucro, en la repartición insaciable junto con sus secuaces, de tan lucrativas tajadas que se embolsillan en cada mandato, por tan leoninos, jugosos y amañados contratos con las diferentes multinacionales.

Sobra decir que la elección del presidente (aquí en Colombia) se debe a la decisión que imponen los que siempre han tenido el Poder económico, ideológico, político, organizativo, propagandístico y, por supuesto el Poder militar, con el cual en últimas reprimen, chantajean, atemorizan y masacran al pueblo.

Quiere decir lo anterior, que el presidente elegido no es producto de la voluntad del pueblo, (por más que a éste como borrego lo lleven a las urnas a votar) sino de la conveniencia de quienes tienen intereses privilegiados, o sea de la burguesía; y claro está, repetimos, con el visto bueno de su “agresivo” patrón imperialista de turno, privilegio que imponen y gozan en Colombia desde hace muchos lustros, los mascachicles del Estado anglosajón.

Casos que corroboran lo dicho en el párrafo inmediatamente anterior, están reseñados en la historia que recalca la veracidad de los hechos en todo lo largo y ancho que llevamos como república, y que por fortuna esa historia en absoluto no miente, y está ahí, para que las nuevas generaciones deseosas de un verdadero cambio la conozcan, tomen conciencia de la verdadera realidad de cómo a través de la farsa electoral, la burguesía siempre ha manipulado los sentimientos y el querer del pueblo.

Por solo citar un par de ejemplos para refrendar el anterior punto de vista, en primer lugar, podemos recordar el robo del triunfo en las elecciones de 1970 a Gustavo Rojas Pinilla, donde la burguesía en cabeza del presidente Carlos Lleras R., dio como ganador a Misael Pastrana Borrero candidato del gusto de la burguesía y de los gringos. Y el otro robo, que pasó desapercibido para muchos, sucedió en 1978, cuando dieron por ganador a Julio César Turbay Ayala, a sabiendas que el que obtuvo mayor votación fue Belisario Antonio Betancur Cuartas, candidato de la coalición Movimiento Nacional, que lo componían la ANAPO, la Democracia Cristiana, sectores del liberalismo y el Partido Conservador.

Y en segundo lugar, traemos como ejemplo los casos de asesinatos de varios de los candidatos a la presidencia, por parte de la burguesía y del intervencionismo mercenario de los gringos. Candidatos estos que por supuesto contaban con el apoyo incondicional de la masa popular y que eran evidentemente los de mayor opción para ganar las elecciones, dado el vivo e ingente respaldo por parte de esas grandes mayorías deseosas de un cambio. Asesinatos de estos dirigentes que, lamentablemente, se acometieron ante la mirada impotente de un pueblo confundido y amenazado, a raíz de la labor sucia de desinformación por parte de los medios al servicio de la burguesía, tergiversando todo cuanto ocurría.

Por otra parte, no hay que olvidar, por supuesto, a los centenares de candidatos al congreso, a la gobernación, a la asamblea, a la alcaldía, al concejo, a ediles, a juntas de acción comunal, etcétera, todos ellos masacrados por la casta mafiosa desesperada, cuando ve el riesgo de perder el timonel del poder a través de las elecciones, y también, porque ese comportamiento es la esencia de su ideología capitalista terrorífica y violenta.

Así las cosas, podemos decir que quienes siempre han manejado el Poder en Colombia, hacen y deshacen con lo público lo que se les viene en gana, pues la gran mayoría de las cosas clave que rezan en la Constitución y que en cierta forma favorecerían al pueblo, nunca son aplicadas realmente; pero además, muchas de esas cosas clave, poco a poco han venido siendo reformadas por los presidentes de turno.

En razón de lo señalado, podemos decir entonces que las tres ramas del poder que hacen parte del Estado colombiano, actúan en manguala corrupta permanente y en contubernio con la putrefacta casta de narco paramilitares y mercenarios extranjeros, que tienen azotadas a las grandes mayorías de nuestro pueblo y a las gigantescas riquezas que aún quedan en el territorio colombiano; y producto de esa manguala que opera con el mayor de los cinismos, aplican lo que dice el dicho: “siempre al pueblo se lo pasan por la faja”

Entonces el pueblo qué gana acudiendo como tonto o corderillo a votar en cada farsa electoral, si la burguesía siempre lo traiciona y es la que decide en últimas? Mejor dicho, como dijo Camilo Torres R.“El que escruta elige”. Así de sencilla es la cosa electoral en Colombia.

Indudablemente enunciar lo expuesto, no es nada nuevo ni desconocido y eso el pueblo entero lo sabe a la perfección desde hace muchos lustros, pero sí es importante recalcarlo una y otra vez, hasta que esas grandes mayorías vilipendiadas de las más diversas formas, poco a poco tomen conciencia de que todos los politicastros que suben a devengar a costillas de su “consentimiento”, jamás serán sus representantes auténticos que defiendan sus intereses más sentidos y los del país.

Pensar que la situación de desigualdad extrema que padecen las grandes mayorías, se va a solucionar a través del voto por el solo hecho de que suba a la presidencia fulanito o zutanito, es naturalmente risible, pues es caer en la ingenuidad pacata. Mansedumbre ésta que tanto le conviene a la clase privilegiada arrogante, avara, injusta e inhumana, por no decir, traqueta y criminal.

Acá en Colombia la corrupción no es exclusiva de parte de los politicastros de derecha.

La historia nacional nos recuerda y nos demuestra con evidentes y contundentes argumentos, que los políticos de la mal llamada izquierda colombiana viven aferrados al Sistema capitalista, que tan buenos réditos o utilidades les ha dado. Y lo hacen por una irrefutable razón: su IDEOLOGÍA es exactamente igual a la de los bandidos que han gobernado el país, desde la época de la mal llamada independencia.

En virtud de lo anterior, significa que cuando estos personajes de “izquierda” asumen la palomita de gobernar, escasamente lo único que hacen es administrar y muy bien, los intereses de los burgueses o familias ricas, oligarcas éstos que siempre han pertenecido a la clase que lo tiene todo y lo quiere todo sin medida por encima de lo que sea.

Mientras un político de “izquierda” no transforme su ideología burguesa, por más promesas llenas de verborrea y de sutilezas que le diga al pueblo, éstas no dejan de ser más que parte de la astucia vil de los sinvergüenzas pillos politiqueros tradicionales, esos que siempre han engañado y robado al pueblo ingenuo de la manera más cínica y ruin, los mismos que ahora se escandalizan sarcásticamente porque equis o ye personajes son los autores o están sindicados de los recientes escándalos de corrupción y de los multimillonarios robos a la nación.

Para lo único que sirven los políticos de la mal llamada izquierda en nuestra nación, es para confundir al pueblo, pues con su comportamiento justifican el engranaje de las miles de fechorías con que el actual Estado y la mal llamada democracia colombiana, le asestan al pueblo una y otra vez sin ninguna contemplación.

Es decir, los falsos representantes del pueblo sirven para lo que decía mi abuelo: para favorecer a los cabros con la mejor lana. Confundía igual que yo, los chivos con los corderos, pero tenía toda la razón el viejo de mi abuelo.

Para tener un Estado sólido, es necesaria la participación real del pueblo en el manejo de las instituciones que hacen parte del engranaje estatal.  Ahora bien, que si queremos construir un país verdaderamente democrático, es necesario tener la participación, el respaldo y la legitimidad verdadera del pueblo en dicha edificación. De lo contrario, todo no deja de ser más que un sofisma, en donde una dictadura se disfraza de democracia, como sucede desde hace muchos lustros en nuestro país Colombia. Y ello ocurre, por más que a los cuatro vientos le digan al mundo que gozamos de un Estado democrático, solo porque el pueblo cabizbajo y lelo sale a votar, enterrándose su propio puñal.

Recalcamos nuevamente, acerca de las tres ramas del poder del Estado colombiano, que no son independientes una de la otra, para nada, en absoluto; y que por el contrario, delinquen de mutuo acuerdo, caracterizando así al Estado colombiano como injusto, opresor, criminal y narcoparamilitar.

Por qué lo anterior?, pues porque lo integran depravados sociales en todos los sentidos, ya que su objetivo predilecto es delinquir y delinquir sin descanso, y desde luego, traicionar y traicionar al pueblo como producto de su avaricia insaciable. De veras que estos salteadores delincuentes que integran y defienden el actual Estado colombiano, conforman una verdadera asociación para delinquir y funcionan o proceden de todas las formas. En síntesis, estos malhechores poca cosa, son un monstruoso peligro para la nación y para el mundo, peor que cualquier cáncer, o si se quiere, más horrendos y fatales que el virus Covid 19, que hoy día despiadado recorre la tierra por doquier.

Por lo tanto, hay que frenar (si se pudiera de modo ipso facto) la elección de estos degenerados a todos los cargos públicos, desde el más encumbrado hasta el más “modesto”, con el fin de darles una verdadera lección de ética y de comportamiento social humanizado, y por supuesto de respeto a la naturaleza, a la cual tanto contaminan con sus decisiones destochadas, fruto de su ideología antihumana y anticientífica; ideología que los impulsa en el afán por acumular riqueza monetaria de manera desaforada, al punto que muchas veces ya no saben qué hacer con tanto dinero, y entonces es cuando lo invierten en su mejor negocio: EL “DESARROLLO” ARMANTISTA Y LA GUERRA EN TODAS SUS FORMAS, como reflejo de su mente depravada; repetimos, producto de su ideología y sus métodos injustos y  criminales, y de sus desórdenes mentales.

Todo lo anterior significa que si el pueblo no dirige la batuta de su destino y no toma las decisiones coyunturales para satisfacer sus necesidades más sentidas, ni para proyectar su futuro a corto, mediano y largo plazos, pues simple y sencillamente NO tiene la administración del Estado, lo que deja en duda evidente acerca de si existe realmente democracia en nuestro país, ya que es a través de esta farsa como tienen al pueblo desordenado, atracado, ilusionado, recriminado y en la inopia.

Indudablemente la respuesta es que, la historia real en todos sus matices reseña que, desde siempre aquí en Colombia nunca ha existido de verdad democracia. Lo que existe de “democracia” es solo un remedo de la misma, es una comedia fingida, una pantomima henchida de bufonadas viles. Y lo es así, porque con esta estafa, los que conforman este sainete de granujas sinvergüenzas, quieren seguir empotrados en el Poder para seguir robando a su antojo cuanto puedan. Esta es la real verdad de la tal supuesta democracia colombiana.

De hecho, para que haya real democracia debería haber respeto integérrimo a los derechos humanos, y está claro que, acá en Colombia estamos lejos de que este principio universal se ponga en práctica; no existe, en lo más mínimo, ese respeto por parte de la rama judicial, legislativa y ejecutiva frente al pueblo.

Por otro lado, la libertad de pensamiento y de asociación, tampoco se aplica en nuestro país; indudablemente, con el actual Estado narco dictatorial y encubridor del paramilitarismo, eso tampoco se da, y esta es otra prueba irrefutable de la inexistencia de una real democracia en Colombia. Estado podrido que la burguesía con mucho esfuerzo y sutileza, repetimos, lo presenta una y otra vez embellecido y como ejemplo de la democracia a seguir, claro está, ante los ojos alcahuetes de los demás países que tienen el mundo patas arriba, en donde vale más un barril de petróleo que la vida humana; en donde es visto con mejores ojos el bellaco politiquero, que un profesional modesto, ético y capaz.

Deducimos escientemente que aquí en nuestro territorio, tampoco está permitido pensar ni existe la libre asociación, a no ser que sea para rezar e idolatrar a la ignorancia. De hecho, para que lo anterior se cumpla a cabalidad y con impunidad incluida, la burguesía tiene a su servicio las hordas de sicariato actuando a diestra y siniestra, sin ninguna discriminación y sin la más mínima contemplación.

Por algo, lamentablemente, Colombia encabeza los primeros lugares en las listas a nivel mundial en desplazamiento forzado; es el primer país “líder” a nivel mundial en asesinar a activistas defensores de derechos humanos y a compañeros protectores de comunidades olvidadas y segregadas; desgraciadamente, somos el primer productor y exportador de coca a nivel mundial; ocupamos los primeros lugares en corrupción y en desigualdad social; también somos señalados de no cumplir la palabra gubernamental de lo acordado y firmado, en las varias negociaciones con organizaciones armadas, las mismas que han depuesto su activar revolucionario y que han cumplido lo acordado, a pesar de que a varios de sus dirigentes el Estado los ha asesinado y a muchos de sus miembros de base, ni se diga. Qué vergüenza. Gracias a los dirigentes descarados y caraduras que tenemos en el gobierno “gozamos” de estos títulos. Y todo ello, a pesar de tener dizque una democracia ejemplo para el mundo. Risible, verdad? ¡Qué tristeza!

Tampoco existe libertad de expresión ni se permite al pueblo tomar un rumbo diferente al que impone la ideología burguesa. Quiere decir lo anterior que acá en Colombia no se permiten las protestas ni se respeta la decisión popular; prueba de ello son los innumerables homicidios acometidos por las variopintas fuerzas del Estado y por sicarios encubiertos, con la complicidad de los altos mandos tanto militares como civiles, todo esto, para acallar al pueblo que protesta descontento de un Sistema que arremete despiadadamente, contra una masa popular inerme y deseoso de justicia en todos los sentidos.

Como colofón de las anteriores y muchas más inexistencias en la tan cacareada democracia colombiana, podemos rematar diciendo que, incuestionablemente, tampoco existe franqueza ni limpidez en lo que al pueblo se le quiere dar a entender, sobre lo que es de verdad DEMOCRACIA auténtica, y lo que significa realmente la aplicación de la misma en una sociedad.

Obviamente sin la menor duda lo podemos decir, desgraciadamente nos han mentido hasta la saciedad, pues no existe por ningún lado separación eficaz de las tres ramas del poder que integran el Estado colombiano; y esto es así, por más que cacareen con los medios de desinformación antiéticos, como áulicos de tan podrido y criminal régimen, diciendo todo lo contrario: que nos regocijamos y nos jactamos de contar con la mejor democracia del mundo. Podemos decir que el comportamiento de los politicastros y de los amos del Poder en Colombia y toda su banda de secuaces, supera el significado de la siguiente máxima: "Verdaderamente el hombre es el rey de las bestias, porque su brutalidad las supera”

Definitivamente, de modo concluyente reafirmamos una vez más, que NO EXISTE DEMOCRACIA de verdad en nuestro martirizado país. Solo existe una desastrosa imitación de democracia, con el cual nos tienen confundidos, engañados, atemorizados, por no decir apendejados. Y lo más triste, desgraciadamente, con la complicidad de los jotos señoritos de la mal llamada izquierda colombiana, que coadyuvan con sus innumerables postraciones, faltas, vicios e incapacidades, a agigantar el estado de zozobra, de incertidumbre y de desasosiego que carcome la mente de las grandes mayorías, que padecen el mayor peso del crimen estatal.

Tal vez sea por esta razón, que caemos en la mayoría de veces en la falta de sentido común, en la falta de pensamiento que encamine a la colectividad con mis más cercanos; casi siempre nos falta la lucidez para orientar los pliegos de peticiones y para exigir nuestras reivindicaciones más sentidas;  y desde luego, nos falta malicia e inteligencia para guiar correctamente las revueltas, esas que infortunadamente caen en el anarquismo, el mismo que tanto daño hace al buen curso para lograr objetivos concretos y satisfactorios;  y carecemos de claridad astuta para entender y enfrentar los entramados de la burguesía y sus cipayos, de lo contrario, evitaríamos  no solo simples tropiezos dolorosos, sino agudos reveces desmoralizadores o frustrantes.

Mejor dicho, si existiera transparencia en el actuar de la burguesía, muy seguramente nuestro entendimiento fuera otro y no actuaríamos en lo más mínimo como apelotardados.

Como desenlace de lo que hemos venido insistiendo acerca de que en nuestro país no existe una verdadera democracia, en razón a, probado está, que en el Estado existe es un nido de ratas, de abyectos, de enfermos mentales, y que lo componen poderes amangualados con el crimen, rematemos diciendo que, tal y como figura teóricamente en la redacción de la Constitución Nacional, ésta aparentemente está hecha para favorecer al pueblo, pero realmente NO ES ASÍ. Pues el pueblo siempre ha comido de aquello: (…), y los que de verdad cuentan con el Poder, siempre han comido caviar.

E insistimos que, por más que la burguesía repique un tanto desesperada gritando, que el pueblo colombiano vive feliz en un país de oportunidades para todos, pues NO ES ASÍ, porque el pueblo nunca ha gozado de libertad ni de oportunidades para alcanzar de verdad el Poder, ni tiene cubiertas y satisfechas sus más elementales necesidades.

Por más que en ciertas ocasiones, les hayan dado el manejo del gobierno regional a algunos de los dirigentes postrados y lameculos, personajes éstos que en determinado momento llegaron a ser catalogados como representantes del pueblo, no es cierto que aquí en Colombia exista verdaderamente una democracia. Eso lo hacen para legitimar su dictadura disfrazada y con ello todos los crímenes que acometen contra las masas populares.

Reiteramos sí, que tenemos claro escientemente, que una cosa es timonear el gobierno nacional, regional o local, y otra, muy diferente es tener el Poder, o sea el manejo de las tres ramas del poder como eslabones del Estado.

Y que tal como nos lo pregonan a diario los politicastros, cuando nos dicen, -y con qué forma de recalcar a diario y con miles de triquiñuelas- que desde la época de la independencia de España y hasta hoy, es el pueblo quien tiene el Poder y que gozamos de una súper democracia inigualable como ejemplo para muchos países, eso ante los ojos de la justicia no tiene ningún asidero serio, ni tiene un sustento real, y más bien es, una canallada de lo más bajo.

Los ideólogos de todos los Estados dictatoriales disfrazados de demócratas que imperan hoy en día en el mundo, liderados fundamentalmente, por la potencia más criminal que ha parido la historia de la humanidad: los EEUU de Norte América, divulgan a través de sus abundantes  y variados medios de desinformación, que los gobiernos que se atreven a contradecir el orden establecido y a no poner en práctica las orientaciones de las élites de dicha potencia, por este hecho, ya son calificados de ser los autores del deterioro del Estado Social de Derecho, del desastre de la libertad y de la paz nacional y mundial, y del acabose de la autonomía de información en sus países, y claro, de la ruina de las instituciones que los canallas enmascarados llaman democráticas.

La mea máxima culpa los traiciona, solo que son tan extremadamente cínicos, que jamás reconocen sus ingentes, intolerables y dañinos errores en contra de sus semejantes y de la naturaleza.

Hay que decir, que si el pueblo toma conciencia de que las elecciones han sido parte de las tramoyas de la burguesía para mantenerlo sometido y confuso, ya que con su voto ha sostenido en el Poder a los políticos más perversos, incapaces y ladrones que la tierra haya dado en época alguna, entonces para qué acudir de cabestro a votar?.

Pues con el voto lo único que se ha logrado es más miseria, más mentira, más insatisfacción, más incredulidad, más desmoralización y frustración, y por supuesto más violencia, más guerra. O sea, más muertes por parte del pueblo.

Cerremos diciendo que aquí en Colombia no se necesitan más leyes, ni se necesitan más cárceles, y mucho menos se necesita más aumento de los organismos armados del Estado, pues estos solo aumentan el grado delincuencial en el país.

Lo que sí se necesita y con urgencia es que haya de verdad justicia y aplicación de las normas para los amos, señoritingos o lechuguinos de la burguesía también, y en esta medida, que se generen concretas oportunidades sin discriminación alguna, para que el pueblo tenga acceso a una educación de calidad, a servicios de salud eficaces y diligentes, a trabajo digno y bien remunerado, a hacer uso de la tecnología de punta sana que provee el mundo moderno, a vivienda con todos los servicios necesarios, etcétera.

Quizá en otra oportunidad dediquemos un par de párrafos, para sustentar con argumentos contundentes, con hechos vivos y comprobables, serios y científicos, para dilucidar sobre lo que es de verdad democracia  y lo que es realmente un Estado democrático, en donde debe imperar por encima de todo, lo que se llama el centralismo democrático, que no es otra cosa que: el reflejo del quehacer del hombre activista, que hace de su conducta  la reciprocidad de su saber con su entorno social y natural, y como refrendación de la asimilación para sí, de la científica ideología materialista dialéctica del mundo.

 

“El que ama la práctica sin la teoría es como el marinero que sube a bordo sin timón ni brújula y nunca sabe dónde acabará.” Leonardo Da Vinci

 

JUAN DEL MONTE         

                                                                Octubre - Noviembre de 2021


Comunicate