25.NOV.21 | PostaPorteña 2248

VACUNAS, MIEDO Y DINERO

Por Guillermo Sicardi

 

La columna de Guillermo Sicardi

 

Semanario Búsqueda | jueves 25 de noviembre de 2021.

 

No soja anti vacunas (me aplicaron 4 dosis). No creo en confabulaciones internacionales que organizan “experimentos sociales”. No creo en brujas. Pero que las hay, las hay.

Hay una sola cosa que sí es cierta: en casi todo el mundo se ha exagerado -hasta los límites del ridículo- la forma en que se ha comunicado el avance del virus y la aplicación de muchas medidas restrictivas de la libertad individual que se han tomado .

Gabriel Pereyra lo expresó claramente desde Búsqueda al escribir su columna "Confesión de un periodista avergonzado" donde reconoce haber ejercido una suerte de censura a quienes tenían una posición contrataria a la vacunación, o, al menos, dudaban (con fuertes fundamentos científicos), sobre si las vacunas eran tan benditas y sanadoras como nos las presentan.

Si así fuera, ¿por qué luego de recibir cuatro dosis, aún me exigen hacer un test de PCR (que cuesta unos U $ S 100 c / u) para salir y volver al país? ¿No era que las vacunas iban a acelerar la inmunidad de rebaño y así reducir los tiempos de encierro por cuarentenas obligatorias y evitar millas de muertos? Parece que no.

 

Los resultados que se están viendo (en muertos cada 100.000 habitantes) no son tan diferentes entre países que aplicaron diferentes estrategias para combatir el virus, ya sean países como Argentina (que obligó a una cuarenta extensísima que destruyó aún más su ya endeble economía) u otros que vacunaron masivamente (como Uruguay o Israel) vs.los que no vacunaron tanto (sea porque dejaron más libertad de elección o porque no tenían dinero para comprarlas).

Lamentablemente la información suministrada por gobiernos y agencias internacionales, tampoco ha sido muy transparente, incluso en Uruguay hay sentencias que obligan al MSP a dar cierta información pública y otra sentencia que anula ese fallo.

Organismos como la Organización Mundial de la Salud o los centros de control en Estados Unidos y Europa, han ejercido una enorme presión sobre médicos y hospitales para que registren como muerte “por Covid” (no sólo “con Covid”), situaciones inverosímiles, como una persona que muere de un balazo, pero como tenía Covid, su certificado de defunción deja la bala a un costado y pasa a engrosar las estadísticas de muertes por el virus.

Lo mismo sucede cuando los noticieros informan de las muertes diarias: ponen el énfasis en la cantidad de muertos, pero no detallan demasiado si se trata de ancianos de 95 años con co-morbilidades previas, o de personas que estaban inmunodeprimidas por un doble trasplante y con las defensas totalmente bajas.

Todo esto genera miedo. Y el miedo vende . Vende vacunas, vende periódicos, vende publicidad y vende bien a los políticos que "nos cuidan" desde el "Estado paternalista".

Para muestra este botón: el desastroso presidente argentino Alberto Fernández, llegó a tener más del 70% de aprobación cuando tenía a toda la población encerrada y bajo la consigna “yo te cuido”. Gracias Alberto.

¿Quién romperá este nudo gordiano?

Seguramente no lo hacen los laboratorios que venden estas vacunas y están facturando miles de millones de dólares.

No lo harán las compañías aéreas que transportan esas vacunas, ni las empresas de logística que las distribuyen, ni los que venden los congeladores, ni los que hacen los test de PCR, ni los empleados de todas esas empresas que necesitan trabajar y sus familias, ni los periodistas que se guían por la máxima “good news, no news” y menos aún lo harán los políticos que se muestran un diario como héroes sin capas.

Ahora quieren vacunar masivamente a los menores de 12 años, cuando -por ejemplo- en Suecia y Dinamarca suspenden la vacunación en este segmento debido al riesgo de inflamación cardíaca.

Y aquí en Uruguay el diputado Eduardo Lust pide públicamente más información, ya que “siete profesores de la Facultad de Medicina, integrantes del Comité de Farmacología de la Sociedad Uruguaya de Pediatría,` no se considera oportuno ofrecer una vacuna aprobada para uso de emergencia de forma universal en menores de 12 años ”, según publica en su Twitter.

En un pasaje del libro (y la película) El nombre de la rosa, de Umberto Eco, donde fallecían misteriosamente varios sacerdotes por querer acceder al conocimiento, el investigador de tales muertes (interpretado por Sean Connery), tiene este diálogo con un miembro muy conservador del convento que no quería que leyeran comedias divertidas porque “La risa mata el miedo y sin el miedo no puede haber Fe, porque sin miedo al Diablo, ya no hay necesidad de Dios”.

Sin este miedo cuasi irracional al virus, el Dios Estado debería menos poner. Y tampoco lo tendría que el Dios Don Dinero.

Yo no creo en brujas. Pero que las hay, las hay.


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