24.DIC.21 | PostaPorteña 2254

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Por posta

 

Rebelión de las Consciencias

 

EL TOTALITARISMO DEL COVID-19 PIERDE TERRENO

 

Gracias a la vacunación forzada por los gobiernos, cómplices de la “pandemia”, millones de personas en el mundo adquieren consciencia de cómo funciona la política capitalista y neoliberal con su tendencia naturalmente fascista. El médico inglés Andrew Wakefied, quien descubrió la relación entre las vacunas y el autismo, afirma, “Hemos ido, de 30 personas, a la mitad del mundo preocupados por las vacunas”

Las protestas se multiplican, sobre todo en países con mayor nivel educativo; o con mayor sentido común, como los pueblos originarios en Australia y Chiapas, que conocen bien el olor de la guerra y el genocidio; y en los pueblos africanos que, en actitud de defensa étnica, son los que menos han aceptado las vacunas, siendo que son el principal objetivo de las armas biológicas.

Otros han sacrificado sus trabajos, viajes y diversiones con tal de no comprometer su salud, la propia vida y, desde luego, la dignidad. Y se interesan en investigar sobre medicina y nutrición. Informan y denuncian. Cada vez más gente rechaza ser vacunado y es difícil precisar los miles de personas que se han inyectado contra su voluntad sólo para mantener su trabajo, para ser admitidos en la escuela o por simple presión social y mediática. Muchos de los ya inoculados rechazan una segunda o tercera dosis al ver las muertes y efectos adversos en todo el mundo, tanto que algunos gobiernos han suspendido las vacunaciones. Y cada vez son más los vacunados arrepentidos de haberlo hecho. Es la pérdida de la inocencia social.

Queda al descubierto la falsa ciencia; la manipulación de los modelar una conducta y un pensamiento sumiso o zombi. Y es la desesperación del “estado profundo” al no poder contener la resistencia y la desobediencia civil mediante su control informático. A esta consciencia también han contribuido, desde luego, la irracional narrativa oficial; las leyes que dan impunidad a las farmacéuticas; los múltiples despidos de trabajadores que se niegan a vacunarse; la pérdida de licencia a todo médico que contradiga la versión oficial; la prohibición de medicamentos sanos y el descrédito a quien promueva alimentos para prevenir enfermedades.

Pero también, por la gran labor de científicos y ciudadanos conscientes que desnudan los hechos, las conspiraciones, los falsos protocolos y la falsa ciencia que los medios promueven. “Son ellos o nosotros”, dice el 1%, pero ya lo dice también el 99% 50%. La plandemia no pasará.

Juan Castro Soto - Kgosni-elvolador -

PRENSA POPULAR DEL TOTONACAPAN Y LA HUASTECA, México dic. 2021

 

VACACIONES EN PYONGYANG

 

«Corea del Norte prohíbe reírse y contar chistes», 17 diciembre 2021

«Pedro Sánchez impondrá la mascarilla obligatoria
en exteriores»,
 22 diciembre 2021


Hace unos días los medios informaban del nuevo decreto aprobado en Corea del Norte: durante once días, sus ciudadanos tendrán prohibido reír, contar chistes, beber alcohol, realizar festejos u otros actos de ocio, en señal de duelo por el décimo aniversario de la muerte de Kim Jong-il, padre del actual líder del país.

Muchas personas se escandalizarán porque parezca que pretendemos comparar el absurdo y la arbitrariedad de la tiranía norcoreana con la gestión de la pandemia de la covid-19. Eso es exactamente lo que vamos a hacer*.

Desde que en marzo de 2020 se decretó la pandemia, un país tras otro impuso severas medidas. Primero el motivo era no saturar ni colapsar el sistema sanitario; después, evitar el mayor número de muertes; más adelante, prevenir ingresos en UCI y hospitalizaciones; por último, impedir los contagios a toda costa.

España se puso a la cabeza de las restricciones más duras, empezando por un confinamiento estricto que, durante mes y medio, privó a la población de salir de sus casas salvo para trabajar o realizar «compras esenciales» (quedando así la infancia encarcelada sin remedio). Después la sucesión de medidas ha sido imparable: mascarillas en interior y exterior, cierres de hostelería, confinamientos perimetrales, requisito de test –y más tarde vacunación- para entrar o salir del país, límites en el número de personas con las que reunirse o conversar tanto al aire libre como en domicilios privados…

Algunos juristas dudaban de la legalidad de buena parte de esas medidas, como así han refrendado distintos tribunales. Otros consideraban que colisionaban gravemente con derechos y libertades fundamentales. Pero, además, su eficacia médico-científica es, según el caso, entre muy dudosa y nula. No son pocas las personas que desde la ciencia y la medicina han cuestionado que los confinamientos o cierres perimetrales funcionen, que la mascarilla (sobre todo en exteriores) prevenga el contagio, o que los test y PCR a discreción sean el modo adecuado de determinar la gravedad de la crisis sanitaria.

En mayo de 2021, publicamos Covid-19. La respuesta autoritaria y la estrategia del miedo, escrito por la jurista Paz Francés, el médico José R. Loayssa y el historiador Ariel Petruccelli. Remitimos a sus más de 400 páginas para un análisis detallado del primer año de pandemia.

Desde la primavera de este año hemos venido presenciando cómo se iniciaba una campaña de vacunación masiva, al tiempo que desaparecían o se relajaban muchas restricciones. Sin embargo, y ante la reticencia a vacunarse de algunos individuos, muchos países los han ido acorralando con la aprobación de los llamados «certificados covid». Según el lugar, este documento es requerido para entrar en bares, desplazarse en trenes y autobuses, asistir a teatros, gimnasios, cines, conciertos, o incluso para trabajar o acceder a hospitales, como ya sucede en Italia.

Se trata de una medida extremadamente autoritaria, que hasta la gran mayoría de sus expertos considera completamente ineficaz, y que aun así también se está adoptando por casi toda la geografía española, con el solo fin de obligar a la gente a vacunarse cueste lo que cueste.

Pero, si como aseguran, las vacunas funcionan y evitan contagios, muertes y hospitalizaciones; si, en definitiva, protegen a las personas vulnerables y a todos aquellos que quieren sentirse más tranquilos, ¿qué riesgo corren ante quien decide no vacunarse? Como alguien ha sintetizado, ¿los no vacunados deben vacunarse para proteger a los vacunados, porque los vacunados no están protegidos con la vacuna que tienen que ponerse los no vacunados para proteger a los vacunados?

Se nos replicará que la vacunación y los certificados covid sirven asimismo para evitar la saturación de los hospitales. Consideramos muy grave e irresponsable escudarse en esto cuando son los propios gobiernos los que mantienen en la más absoluta precariedad el sistema sanitario, tanto en lo material como lo referente al personal. Y, por otro lado, ¿acaso no es función de los hospitales el acoger, cuidar y curar a los enfermos? ¿No colapsaba la gripe buena parte de las urgencias y las UCI en inviernos no muy lejanos?

Como decía con mucho tino el filósofo italiano Giorgio Agamben, se ha pasado del derecho a la salud a la obligación de estar sanos.

Ahora vemos cómo la pandemia del pánico suma un nuevo capítulo con la obligatoriedad, una vez más, de la mascarilla al aire libre, y el probable regreso de otras medidas represivas como toques de queda, límites del derecho de reunión, imposición del certificado covid para el acceso a todo tipo de espacios (¡hasta en las terrazas de los bares!), etc.

Como afirmaba alguien con humor, la pandemia acabará cuando nos pongamos la 165º dosis y cerquemos y fusilemos a los no vacunados. Por desgracia, este futuro distópico no va muy desencaminado: Israel ha aprobado ya la cuarta dosis de la vacuna, países como Austria o Alemania anuncian que impondrán la vacunación obligatoria so pena de multas y cárcel, Corea del Sur (sí, «del Sur») usará más de diez mil cámaras con reconocimiento facial para rastrear infectados…

¿Queda ya claro que todo esto no trata de un virus? Desde Ediciones El Salmón hacemos un llamamiento a la desobediencia, así como a la organización, para plantar cara y luchar contra esta dictadura erigida sobre excusas sanitarias.

Ediciones El Salmón & Política y Letras 22 de diciembre de 2021

* «El mismo año de la liberación de París frente a la ocupación nazi, Jean-Paul Sartre escribía un artículo para Lettres Françaises, titulado “La república del silencio”, que comenzaba así: “Jamás fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana. Habíamos perdido todos nuestros derechos y, ante todo, el de hablar; diariamente nos insultaban a la cara y debíamos callar […] como una policía todopoderosa procuraba constreñirnos al silencio, cada palabra se volvía preciosa como una declaración de principios; como nos perseguían, cada uno de nuestros gestos tenía el peso de un compromiso […]”. Habrá quien se escandalice porque piense que estoy tratando de comparar la gestión política de la actual pandemia con la ocupación nazi. Y eso es precisamente lo que voy a hacer». Tomamos del magnífico artículo de Juanma Agulles «Jamás fuimos tan libres como durante la pandemia», publicado en Hincapié, ese recurso retórico.

 

El Vaticano suspenderá sueldo a empleados sin pasaporte de vacunación

 

El pasaporte de vacunación será requerido para todos los trabajadores y personas que visiten el Vaticano. Quien no lo tenga "no podrá acceder al puesto de trabajo y será considerado ausente y se suspenderá la retribución mientras dure la ausencia"

Ciudad del Vaticano, 23 dic (EFE).- El Vaticano obliga a tener el pasaporte de vacunación o haber superado la enfermedad del COVID-19 a todos sus empleados y la dosis de refuerzo a quienes tengan labores de atención al público y suspenderá el sueldo a quien no esté en regla, según se publicó hoy en un decreto general de la Secretaría de Estado.

El Vaticano permitía la posibilidad de presentar una prueba negativa valida 48 horas en sustitución de la vacuna. Sin embargo, como se lee en el decreto que entrará hoy en vigor, la actual situación de emergencia sanitaria ha obligado a adecuar las normativas de seguridad.

El pasaporte de vacunación será requerido para todos los trabajadores y personas que visiten el Vaticano.

Dosis de refuerzo para trabajadores en contacto con el público

Quien no tenga el pasaporte de vacunación o el certificado de haber superado el virus, «no podrá acceder al puesto de trabajo y será considerado ausente y se suspenderá la retribución mientras dure la ausencia».

Además, desde el 31 de enero, los trabajadores del Vaticano que tengan contacto con el público tendrán que poseer también la dosis de refuerzo.

Quedan exentos de esta obligación, ya que no están citados en el decreto, los fieles que acudan a ceremonias litúrgicas y las misas que se celebran tanto en San Pedro como en la parroquia de Santa Anna y también las audiencias en el aula Pablo VI.

 

La lucha de clases saldará cuentas con la izquierda que apoya el pase sanitario

 

Por Damián Quevedo –Convergencia Socialista 24 dic 2021

Desde el comienzo de la propagación de contagios de Covid, la clase dominante impulsó una campaña de terror e histeria social, que surgió efecto durante varios meses. Hoy estamos ante una nueva ola de publicidad y presión pública con el propósito, cada vez más claro, de garantizar el consumo de la mercancía inyectable, para que se enriquezcan las grandes farmacéuticas.  

Sin embargo, el pase sanitario no es solo un gran negocio de unos pocos monopolios internacionales, es también una herramienta de control social la represión. En ese sentido, es más que llamativo que la gran mayoría de la izquierda y del progresismo local, que habitualmente rechaza la injerencia e imposiciones de los organismos financieros internacionales, no hace lo mismo para con los dictados de una de estas instituciones, que es la OMS. 

Pareciera que existe una especie de interés común, sintetizado en la "salud", que hace que mágicamente, este gran lobby de los laboratorios tenga como fin la búsqueda del bien común, el cuidado de la salud de toda la población mundial. De golpe y porrazo, la izquierda y los progres más “antiimperialistas” han ocultado que a este organismo lo financian grandes capitalistas, particularmente Bill Gates, que además gana fortunas con otro rubro que en estos últimos tiempos “picó en punta”, la virtualidad.

Lo mismo sucede con la posición de muchos y muchas socialistas frente al Estado, ya que han avalado los encierros forzados que este “grupo de hombres armados”, como fue caracterizado por Marx y Engels, impuso a los trabajadores y las trabajadoras, tratando de impedir que se movilicen y, principalmente, que se junten para organizar sus luchas, a través de asambleas o reuniones de activistas.

Siguiendo la lógica de esta izquierda, por alguna “contradicción” o vaya a saber qué cosa, los funcionarios del Estado estarían preocupándose por el bien común, tomando medidas en materia de salud, que per se no son cuestionadas, aunque se trate de políticas abiertamente represivas y contrarias a las libertades públicas propias de la sociedad actual, como los encierros y el pase sanitario.

El Estado, dice Engels, resumiendo su análisis histórico, no es, en modo alguno, un Poder impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco 'la realidad de la idea moral', 'la imagen y la realidad de la razón', como afirma Hegel. El Estado es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado con sigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso hízose necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del 'orden'. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado"[1] 

Estas palabras, olvidadas por muchos y muchas socialistas, describen el Estado capitalista en sus orígenes. Hoy, cuando el Sistema Capitalista avance hacia una mayor putrefacción y decadencia, esas características se profundizaron enormemente, por lo tanto, la represión y el control social, con el desarrollo de la tecnología es mucho más grande. ¡La llamada pandemia sirvió como pretexto para esa profundización! 

El régimen democrático burgués, como herramienta de ejercicio del poder por parte de los capitalistas, está sufriendo cambios cualitativos, en camino hacia formas más represivas, acordes a la situación de crisis (económica y política) y para frenar la organización y la movilización de los trabajadores. En ese marco, la lucha contra todo tipo de medidas represivas es un deber de principio para todos los y las socialistas.

Dejar de hacerlo, aludiendo al "interés social o común" o a la situación de excepción de una pandemia -supuesta o real- es el equivalente a la defensa de la Patria (como si esta existiera para todos y todas) con la que, en 1914, muchos y muchas, que se reivindicaban del campo obrero y socialista, capitularon ante la rapiña de los capitalistas en la Primera Guerra Mundial.

No hay nada en común entre las multinacionales, la OMS, el Estado y la mayoría de los trabajadores. Por eso las medias tintas solo sirven para disfrazar la capitulación. ¡La izquierda revolucionaria debe rechazar abiertamente toda medida que venga desde el Estado y la OMS, comenzando por el pase sanitario, promoviendo la defensa de las libertades democráticas! Quien no actúe de esa manera será empujado al basurero de la historia, porque las masas, mucho más rápido de lo que muchos creen, no le perdonará semejante crimen. 


[1] Lenin; El Estado y la revolución


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