29.ENE.22 | PostaPorteña 2261

HIPNOSIS

Por Marcelo Marchese

 

Cuando millones de personas suspenden su capacidad de pensar por sí mismas y confían en los dogmas de empresas de dudosa catadura, podemos afirmar que esas millones de personas se encuentran en estado de hipnosis.

Cualquiera que mire con objetividad los acontecimientos concluirá que la pandemia es un absurdo. Para empezar, los muertos atribuidos al virus son infinitamente menores que los muertos reales provocados por otros virus, y esas muertes de otros virus no produjeron jamás un encierro forzoso y una ruina de las economías y las democracias.

Hace pocos días Lacalle y Salinas reconocieron que hay internados covid que están internados por muy otras causas, pero por protocolo se les hace un hisopado que puede dar positivo, y por ese motivo pasan automáticamente a la categoría de internados covid, con lo que se está admitiendo que en estos dos años funestos se mintió a cara de perro a la población inflando las cifras de infectados y muertos.

Se apostó a un encierro masivo que fue un absurdo, pues todo lo que somos es resultado de una vasta construcción colectiva y necesariamente tenemos que contactarnos con los demás, y por el contrario, los encierros generan aumento de la violencia doméstica, incluyendo horribles fracturas, aumento de los divorcios, aumento del consumo de alcohol y drogas, aumento de los suicidios, en especial, de los jóvenes y disminución de la tasa de natalidad.

Millones han perdido sus trabajos o se han fundido; los Estados se endeudaron más que nunca para sostener las economías arruinadas por los encierros; y los movimientos sociales se disolvieron porque no era posible reunirse para hablar, para discutir, para resolver absolutamente nada.

La educación se derrumbó y fue sustituida por una patraña llamada "clases por zoom", que es uno de los engaños más grandes que se ha creado en toda la Historia; los centros de salud no atendían o demoraban la atención de toda enfermedad que no fuera el coronavirus aunque fuera cien mil veces más mortal que el coronavirus, y millones perdieron la vida o terminaron con una pierna menos por causa de esta conducta criminal de la industria de la medicina.

Las empresas estatales durmieron la siesta, demostrándole al mundo que, al parecer, son prescindibles; los poderes ejecutivos aceptaron órdenes venidas de fuera; los poderes legislativos aceptaron que se violaran las constituciones en manada y en forma reiterada; los juzgados cerraron y cuando reabrieron demostraron que les importa cualquier cosa menos la administración de justicia; y los medios de comunicación engañaron a todos repitiendo datos fraudulentos y envenenando a pura culpa.

Se viaja en ómnibus respirando los sudores ajenos, pero al entrar a un banco o una comisaría hay que mantener una ridícula distancia, mientras la Sacrosanta Ciencia que toda su vida vociferó contra las religiones, se ha convertido en el mayor dogma de la tierra: se niega a debatir, se niega a revisar, se niega a controlar, se niega a observar, se niega a experimentar, se niega a pensar y se niega a hacer autopsias, pero no se niega es a cobrar puntualmente fortunas.

Se ha inyectado un fluido desconocido a millones de personas argumentando que el fluido desconocido es una vacuna, en el entendido que una vacuna hace que uno no sea afectado por cierta enfermedad, pero luego se supo que la vacuna no evitaba que te afectara la enfermedad, y sin embargo, se la siguió llamando alegremente vacuna, pues era una vacuna que evitaba que te enfermaras de gravedad, pero luego se supo que no era así, pues cuádruplemente vacunado igual te enfermabas de gravedad, mas siguió llamándose irresponsablemente vacuna, pues aseguraban que vacunado no morirías a causa de esa enfermedad, lo que lamentablemente no es cierto, ya que el mismísimo gobierno ha lanzado unos horrorosos datos según los cuales los vacunados mueren de la enfermedad, pero se nos quiere hacer creer que mueren menos que los no vacunados presentando cifras que no abarcan todo el proceso de vacunación, que incluyen a los que recibieron una dosis en el grupo de los no vacunados, por lo que se hace trampa a la vista de todos.

A la hora de inyectarse uno debe firmar que limitará su acceso a la justicia en el caso que el fluido desconocido le haga un daño irreversible, y sin embargo, a pesar de que se está reconociendo de esta manera que el fluido puede generar daños irreversibles, se extorsiona a la población para que se vacune, en caso contrario, perderán sus trabajos, serán considerados leprosos por sus amigos y familiares, no tendrán acceso a los estadios, los bailes y los recitales, y tendrán severos problemas para viajar o ir al teatro, y aunque la vacuna no sea obligatoria, no sólo los privados, sino el propio Estado impide el acceso a reparticiones del Estado a una persona por no estar vacunada, cuando el propio Estado resolvió que nadie estará obligado a estar vacunado, amén de que el Estado no castiga y la policía y los jueces no persiguen a los que discriminan a los no vacunados, los nuevos negros del Sistema.

¿Y quién promociona la vacuna salvadora?

Un sujeto llamado Bill Gates que oficia de mandamás sin que nadie lo haya elegido para oficiar de mandamás, alguien que hace fortunas haciendo vacunas y que, casualmente, no hace mucho dijo que la población mundial debería reducirse.

¿Es necesario agregar algo más?

Sí, es necesario agregar algo más, aunque ninguna verdad evidente romperá la hipnosis, pero le pregunto al lector ¿conoce muchos casos en que los censurados, los perseguidos, los crucificados, estuvieran errados en su creencias?

¿Y quiénes son los que censuran? ¿No serán empresas trasnacionales que se creen las dueñas de la democracia como youtube, google, twitter y facebook?

¿No serán los mismos diarios que disfrazan de guerras por la libertad a viles asaltos a países por causa del petróleo y sus riquezas? ¿No serán unos diarios rastreros como El País, que fueron promotores de la dictadura militar que castró gente y violó niños delante de sus padres? ¿Estos censuradores no son lo peor de la especie humana, seres dominados por la codicia y la maldad?

Quién está seguro de su verdad no tiene necesidad de censurar. No se censura porque se tema la opinión de los censurados. Se censura para que todos, los censurados y los que pueden hablar con supuesta libertad, se autocensuren todo el tiempo y a toda hora y no sólo no hablen, sino que ni siquiera imaginen. Se impone la censura para que cada uno de nosotros instale un policía en su cabeza, pero nada de eso llama la atención del hipnotizado, y mucho menos llama la atención del hipnotizados que la industria farmacéutica, la industria de la medicina, la industria verde, la economía digital y más que nada y por encima de todos, LA BANCA haya centuplicado su fortuna y su poder a causa de la pandemia.

¿Es pura casualidad que los poderosos incrementen su poder y que nosotros, los plebeyos, perdamos nuestros derechos y libertades?

¿No será que los vencedores de la pandemia son los mismos que la planificaron?

¿Será que los que tienen la economía mundial en su puño tienen la economía mundial en su puño porque planifican y conspiran?

¿Hasta cuándo deberemos soportar las pandémicas aberraciones al sentido común?

Lo único seguro es que siempre que se dijo una verdad, esa verdad fue combatida con el hierro y con el fuego, pero siempre se labró su propio camino. Es ley ineluctable, y también es ley ineluctable que los promotores y los cómplices de los crímenes contra la humanidad, son juzgados por sus contemporáneos o por los hijos de su contemporáneos, pero de una manera u otra, terminan siendo juzgados.

 

Marcelo Marchese - UyPress – 27 ene 2022


Comunicate