Emir Kusturica merece el Buzón de Oro. Una prueba más de que en este siglo XXI ya no importan los hechos, sino las "narrativas" y cómo se venden, cómo se marketinean.
Ya no cuenta el signo ideológico, sino el verso que se use para vender un producto, una idea, un personaje.
No estoy seguro de que Kusturica haya "comprado" el personaje del Pepe, o si vende ese buzón cínicamente.
El personaje del Pepe, esa mezcla de Cantinflas con Paulo Coelho, un nuevo gurú que vino a ocupar el lugar de Galeano y lo superó, no tiene nada que ver con el verdadero Mujica.
Un tipo deplorable. Un Narciso de la fealdad. Un sujeto con ambición de mesías criollo y un hambre de fama incalculables.
Un tipo que se ha dejado hasta besar la mano por los ingenuos del mundo, que necesitan creer que un "presidente pobre", un santo laico y zurdo existe.
Los uruguayos conocemos otro Pepe.
Algunos deciden verlo, otros prefieren adorar al gurú inexistente.
Pero el mentiroso, hipócrita, maniobrero, miliquero y chanta sembrador de ignorancia y conformismo es IMPOSIBLE de ignorar para cualquiera que no tenga el cerebro auto-lavado, lobotomizado.
Un machista absoluto, un tipo que fue un horrendo presidente, el peor de los últimos 100 años junto con Pacheco Areco. Un ignorante que debido a su propia incapacidad, dejó que el Estado se partiera en diversos feudos.
Un hipócrita sostenedor de la impunidad. El socio ideal del siniestro Eleuterio, (Fernández Huidobro) el que moldeó a Manini.
El Pepe fue el inventor de Raúl Sendic hijo, esa sombra política que persigue al FA.
El Pepe un tipo que, sin tener la menor autoridad para hacerlo, le mandó la policía a una galería de arte por exhibir una pintura (una horrenda pintura) que tenía como tema a la "parejita" Mujica-Topolansky en el rol de Adán y Eva.
El torpedeo indecente que el Pepe le hizo a Daniel Martínez en la misma semana del balotaje es una de las bajezas más grandes de este personaje. Remató, pocos días después, con sus truculentas declaraciones en contra del feminismo y diciendo que "cada uno haga con su culo lo que quiera, mientras no joda a otro", todo rematado por un ataque soez contra Constanza Moreira, inaceptable, más allá de la opinión que uno tenga de Constanza.
El Pepe y el MPP son la consagración de un peronismo a la uruguaya, tomando mate a la sombra de los perejiles.
Una forma institucionalizada del principio pepista de que "como te digo una cosa te digo la otra", prendo el señalero para la izquierda y doblo para la derecha.
Kusturica decide adherir al mito y elaborar en torno al santo laico y a la supuesta sabiduría de boliche de este sujeto que dice las mayores obviedades como si fueran verdades reveladas, y avaladas por el hecho de que anda en Volkswagen, vive en una chacra, curte un look desprolijo y convierte en espectáculo su propia (fingida) pobreza.
Como "narrativa", la película de Kusturica es vomitiva.
Kusturica obedece y prolonga la historia tupamara apócrifa creada por el Ruso Rosencof. Como sensación, la película deja un regusto amargo a tristeza, a conformismo, a lo peor de la mediocridad uruguayonga, ese lado oscuro de la uruguayidad.
Y la convicción de que el Pepe no tiene, ni ha tenido nunca nada, pero nada qué ofrecer, más allá de esa mediocridad y esa manera de mirar el mundo desde su propio ombligo.
Y andá a explicarle esas verdades a los inocentes del mundo, que todo lo que saben de Mujica es lo que les ha vendido ese culto tramposo al mito de "El Pepe",..." un típico producto de este siglo que odia los hechos, la historia, y prefiere comprar mitos contra-factuales y verdades e historias alternativas.”
Elbio Rodríguez Barilari