03.MAR.22 | PostaPorteña 2268

Ante la muerte del Flaco Zabalza

Por AMODIO

 

Cuando se conoció la noticia de la muerte de Jorge Zabalza, el Flaco, como le llamábamos en Punta Carretas, algunos amigos y compañeros me escribieron preguntándome si iba a escribir algo sobre el hecho.

Les dije que no.

Que ya había dicho acerca del Flaco y de sus posiciones dentro del MLN, de su participación directa en la creación de las causas de la debacle del año 1972 y de su colaboración en la creación de la historia oficial estando con vida y que repetir esas críticas al momento de su muerte no me parecía necesario.

Sin embargo, he cambiado de opinión. Y lo hago porque considero que tanto el MLN como quienes lo integramos tenemos una deuda con la historia.

 Y esa deuda solo podemos pagarla si decimos la verdad. A secas, sin adornos y sin artificios. Y lo hago porque desde la ignorancia unos, de la excesiva buena fe de otros y porque quienes fueron sus declarados enemigos hasta hace unos días hoy no hacen otra cosa que ensalzarlo.

 

Se ha dicho que Zabalza fue dirigente histórico del MLN y no es verdad. Zabalza ingresó en el año 1968, cuatro años después de que un par de docenas de militantes de la izquierda uruguaya sentáramos las bases de la organización a la que Zabalza había ignorado hasta entonces y cuando esos mismos llevábamos dos años de clandestinidad.

Además, no integró la dirección hasta el año 1986.

Zabalza cuenta en su historia personal que viajó a Cuba con la finalidad de integrarse a la guerrilla del Ché en Bolivia, como si en Uruguay la decisión del Ché fuese conocida y él hubiera decidido alistarse en sus filas.

Esta es una de las tantas mentiras que Zabalza fue derramando a su alrededor con la finalidad de crearse un historial político. Zabalza se enteró en Cuba de la intentona del Ché y cuando regresó a Montevideo iba a integrarse al MRO y su brazo armado FARO y fue su hermano, integrado al MLN desde el año 1967 quien lo integró al MLN en la columna 1, con el seudónimo de Justo. Columna que estaba bajo la responsabilidad de Fernández Huidobro.

Su paso por la columna 1 fue muy breve. Huidobro consideró que sería más útil en la columna del Interior, lo discutimos en el Ejecutivo y así fue aprobado.

Dijo Zabalza en alguna oportunidad que él había sido designado para participar en la elaboración del plan para la llamada toma de Pando, lo que no es verdad. El designado fue Lucas Mansilla, el Negro Marcelo. Seguramente Zabalza habría participado en el grupo de la columna del interior que asaltó el banco de la República, pero no lo hizo porque había sido detenido unos meses antes, como consecuencia de los fallos en la cobertura y funcionamiento de la columna del interior, que no cumplió nunca las directivas de descentralización de los locales.

 

En Punta Carretas Zabalza participó activamente en la creación del segundo frente y elaboración del plan Tatú, una de las causas de la debacle del año 72, un hecho que se ha guardado muy bien de reconocer.

Participó en la labor de división del MLN iniciada en Punta Carretas y culminada tras el Abuso para que Huidobro y el mismo Sendic completaran la labor de división entre Montevideo y el interior y se pusieran en marcha los planes que ellos mismos habían pergeñado en la cárcel y que el Ejecutivo había descartado porque llevaban al enfrentamiento directo con las FF.AA., lo que motivó mi renuncia al comando general de Montevideo.

A pedido de Zabalza y sus compañeros Mujica y Martínez Platero el Ejecutivo me hizo responsable de la organización de la segunda fuga, que culminó el 12 de abril de 1972.

Como fui detenido antes de esa fecha, trabajé junto a Zabalza, tal como lo había hecho en el Abuso. Años después me enteraré, por el libro de Fontana La piel del otro, que al mismo tiempo Zabalza informaba a Huidobro que Amodio es un peligro…

Era un peligro porque me oponía a los planes que nos llevaron al debacle iniciada el 14 de abril. No solo lo dijo Fontana sino que el mismo Huidobro lo declaró en el auto de su comparecencia en agosto de 2015 en el juzgado de Julia Staricco.

En su libro La experiencia tupamara recuerda Zabalza que fui el único que en Punta Carretas me opuse al apoyo al FA. Años después el mismo Zabalza se convertirá en declarado opositor a las políticas del mismo FA, olvidando que él fue uno de sus apoyos.

 

De la misma forma que olvidó su apoyo al segundo frente, al plan del 72, que pretendía la toma de Montevideo dentro de una concepción militarista, voluntarista y cortoplacista de la revolución.

 

Tras la debacle, Zabalza participó de las críticas hacia la columna 15 y hacia todos quienes nos opusimos a esos planes, y nos acusaron de militaristas a nosotros, cuando la realidad muestra que fue a la inversa. Cosa que los estudiosos han pasado por alto.

 

Zabalza hizo una modesta autocrítica de lo anterior en la llamada Carta a Carlos Caillabet, donde reconoce que la acusación de militarismo hacia la columna 15 fue un error, así como desmiente la acusación que el mismo Caillabet formuló hacia Amodio por la caída del local de la calle Amazonas, que el mismo Caillabet termina desmintiendo en el libro Amazonas 1440, de Esteban Perroni.

 

Zabalza ocultó que fue uno de los principales apoyos que tuvieron Huidobro y Mujica en su lucha interna contra Sendic, al que terminaron por querer hacer declarar loco y continuar con la labor de “mantener abierto el horizonte insurreccional” y reinstalar la lucha armada, con sus viajes a Libia y las movilizaciones tipo Filtro, con el apoyo de la ETA vasca.  Apoyo fallido porque el Quico Suárez se quedó con los 50.000 dólares de la ETA.

 

Olvidó Zabalza que fue uno de los fundadores del MPP y que participó directamente en las tupabandas para financiar al movimiento con el que luego se declarará enemigo. Será cómplice de la muerte de Rony Scarzella, decidida en una reunión del reducido grupo que se ocupaba de las “finanzas alternativas” y que terminará expulsando del Uruguay a Marta Varvatsulis Aulisos de Scarzella y sus hijas a Suecia.

 

Dijo Zabalza que las muertes de Roque Arteche y Pascasio Báez fueron crímenes de lesa humanidad cometidos por el MLN.

Olvidó Zabalza que la muerte de Arteche fue por la violación reiterada del código de conducta del MLN, que Zabalza aprobó como hicimos todos los que entonces lo discutimos internamente.

En cuanto a la muerte de Pascasio Báez Zabalza olvidó que en la misma tuvo gran influencia la actitud de Néstor Sclavo, dueño, junto con el MLN, de la Espartaco y que Sclavo fue hombre de confianza de Sendic y del mismo Zabalza en el desarrollo del segundo frente y del Plan Tatú, una mala copia de las experiencia chipriota y vietnamita.

Durante años el mismo Zabalza hizo responsable de la muerte a Píriz Budes, cuando la verdad es que nada tuvo que ver en tal decisión. Tendió un manto de silencio sobre esa muerte cuando supo que uno de los responsables y cuasi ejecutor material fue su suegro, Henry Engler.

 

Se destaca que Zabalza, hijo de una familia patricia de Lavalleja abandonó la vida cómoda que su familia le brindaba por la lucha política. Se olvida que todos, en mayor o menor medida, lo hicimos quienes integramos no solo el MLN sino otras organizaciones.

 Y antes que Jorge lo hicieron sus hermanos, a los que ya nadie menciona, como nadie menciona que Jorge Zabalza ya se había distanciado de su familia mientras deambulaba como un mal estudiante de notariado de bar en bar y de pensión en pensión, antes de su viaje a Cuba e incluso de su viaje a Israel, del que nunca explicó las causas.

 

Zabalza no se cansó de reivindicar lo que él llamó “EL TEJAZO”, una algarada barrial promovida por el MLN con la intención de desviar la atención policial sobre la zona de Punta Carretas la noche de la gran fuga. Zabalza pretendió hacer creer que fue una movilización popular autónoma para justificar su cambio de la concepción militarista de la lucha armada y reivindicar la lucha de masas. Olvidó que la fuga iba a realizarse una noche antes, que se suspendió por el accidente de Francisco y que también se suspendió la algarada. Así que dé autónoma no tuvo nada.

 

Mientras a unos se nos ha exigido autocríticas, a Zabalza se le ha permitido seguir pregonando la necesidad de convocar a nuevas rebeliones, en ese lenguaje difuso que al mismo tiempo dice una cosa pero puede decir la contraria y se le ha puesto como ejemplo de coherencia. Zabalza y sus adoradores se olvidan que ese lenguaje difuso llevó a que se decidiera la muerte de Mitrione, y que para justificarla se creara la leyenda del instructor en torturas.

 

Pocos recuerdan que en el zonal 4 un grupo creado para trabajar con la infancia de la Cachimba del Piojo le pidió a Zabalza, ya establecido como carnicero, que les vendiera a precio de costo los “recortes”, única carne a la que la niñez podría acceder y Zabalza se negó, porque la venta de los recortes eran parte del beneficio.

 

Con su muerte y su silencio han quedado ocultos, al menos por un tiempo, los secretos que prometió llevarse a su tumba.

Aparentemente ha sido la única de sus consignas que ha cumplido plenamente, aunque violando lo que tantas veces ha pregonado: la búsqueda de la verdad.

 

Héctor Amodio Pérez


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