03.MAR.22 | PostaPorteña 2268

Entrevista a Zabalza por Clara Aldrighi, en La Izquierda Armada (1)

Por AMODIO

 

C        Comienzo a la publicación de las declaraciones de Jorge Zabalza a Clara Aldrighi en el libro La izquierda armada, la segunda en la reedición que hizo Aldrighi en 2016 Irán con mis comentarios puntuales, tal como hice en Mentiras Tupamaras.

Tales declaraciones forman parte de libros que nunca pude publicar y que contienen respuestas a otros libros, acerca de Mujica, Marenales y Sendic Así podrán comprobar quién miente y quiénes mintieron en el pasado reciente.

 

 Primera entrega

 

Aldrighi: -¿Había muchos uruguayos dispuestos como usted a combatir con el Che en Bolivia?

Zabalza:  Hubo varios. Después del 22 de diciembre de 1966 el Partido Comunista ofreció al MLN trasladarlos a todos a Bolivia. La propuesta fue rechazada, incluso en asamblea: eso está en las historias del Ñato. Salvo un compañero que fue, los demás prefirieron quedarse, y en condiciones bastante difíciles.

Hay integrantes del Partido Comunista que han reconocido haberse entrenado para ir a Bolivia. Por otra parte después del 22 de diciembre de 1966 el apoyo del Partido fue fundamental para que los tupas sobrevivieran. Creo que primero se dio más por la solidaridad de la militancia comunista y luego se transformó en una relación orgánica. Había conocimientos personales que permitieron solicitar apoyo en la base. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 181.

 

Amodio:  Cuando Zabalza dice que estuvo dispuesto a participar en la guerrilla del Ché en Bolivia no había ingresado al MLN. No sabemos por qué razones no lo hizo, pese a haber recibido, según sus relatos, la instrucción militar correspondiente. En realidad, salvo alguna foto de aquellos dulces años en que la gauche divine uruguaya hacía turismo revolucionario en Cuba, nunca pudimos conocer los conocimientos adquiridos.

Pasados los años parece que decir que se estuvo dispuesto a “irse a Bolivia” arroja algún tipo de prestigio personal. El mismo Marenales se lo dijo a Márquez Zachino, pese a que en la reunión en la que el tema se discutió, en 1967, afirmó lo contrario. El único que manifestó con claridad su deseo de integrarse y marchar a Bolivia fue Mejías Collazo, quien finalmente tampoco lo materializó.

Que hubiera militantes comunistas que creyeran que la preparación que recibían del partido era para ir a Bolivia, es lógico. El partido comunista estaba dispuesto a hacer la revolución en muchos sitios, cuanto más lejos del Uruguay, mejor, pero parece que nunca se le dieron las condiciones apropiadas. En Bolivia por unas razones y en Uruguay por otras, sin ir más lejos. Jaime Pérez lo explica muy bien, en su libro El ocaso y la esperanza.

El partido Comunista brindó apoyo orgánico desde el primer momento, y muchos clandestinos pasamos los primeros días de clandestinidad en casas de afiliados comunistas, que creían estar dando cobijo a sus camaradas de partido.

 

Aldrighi: ¿Ingresaron al MLN muchos jóvenes provenientes de familias de tradición blanca como la suya?

Zabalza:   Sí, muchos. Wilson Ferreira Aldunate nos decía que los blancos se volvían tupas y los colorados bolches. Y eso tiene que ver con la formación política: por la relación con la autoridad del partido, la rebelión, el inconformismo, sobre todo por la relación individuo-partido. Justamente esa es una característica de los blancos: el individuo se para ante el partido. Mientras que en el Partido Colorado existe una concepción de subordinación, de acatamiento a las decisiones partidarias. En los blancos es más difícil esa postura, y antes lo era más aún: están vinculados a las montoneras, a formas mucho más espontáneas de lucha.

Fíjate, Sendic es de origen blanco. Si bien era socialista y el hermano trotskista, todo el resto de la familia eran blancos de Flores, departamento blanco por excelencia a pesar de llamarse así. Mujica, Bidegain, los Ríos de Tacuarembó, nosotros. La gente del interior que ingresa al MLN es de origen blanco. No es una regla absoluta, no es una ley de la naturaleza, pero promedialmente hubo muchos blancos con aquellas tradiciones. La izquierda armada, Ediciones Trilce, págs. 182-183.

 

Amodio:   Ya tenemos unas explicaciones más acerca de los incumplimientos de las normas organizativas del MLN, perpetradas mayoritariamente por Sendic y sus seguidores de las columnas del interior: “tiene que ver con la formación política; por la relación con la autoridad del partido, la rebelión, el inconformismo, sobre todo por la relación individuo-partido. Justamente esa es una característica de los blancos: el individuo se para ante el partido”. Que era una actitud disolvente, que atenta contra la cohesión necesaria en una organización clandestina, no importaba. Cualquier cosa antes que subordinarse a las decisiones. Faltaría más, que para eso estuvimos en las montoneras…

 

Zabalza:   Con todo, en las lecturas de Punta Carretas estaban también los libros sobre José Batlle y Ordóñez, Particularmente soy un admirador suyo, no tanto de su persona, sino de la profundidad de las transformaciones que impulsó. El Uruguay es batllista, y ese Uruguay sobrevivió a la dictadura.

Si salimos a decir que estaba roto el Uruguay batllista, quiere decir que Batlle fue quien hizo la forma de hacer política en Uruguay, no Aparicio Saravia. El sistema de amortiguadores, negociaciones, mediaciones, compromisos, todo eso que es la vida política de Uruguay, nace con el batllismo. No pudo imponerse la forma, la estructura del poder a lo Aparicio Saravia. El que transformó a Uruguay fue el batllismo: en ese sentido soy admirador, o reconozco más bien el talento político de Batlle y Ordóñez.

Pero es lógico que una rebelión como la tupamara tuviera como paradigma a los blancos en las cuchillas y no el batllismo en el Parlamento. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 183.

 

Amodio:   Más de lo mismo, pero se introduce un matiz: al reconocer que los logros de José Batlle y Ordóñez tuvieron una incidencia favorable en el desarrollo de la vida política en Uruguay, a contrario sensu está manifestándose en contra de la opción de Saravia. Es un pequeño detalle, porque en el libro La experiencia tupamara, en el capítulo I y de las páginas 31 a 37, el mismo Zabalza despotrica con toda la labor desarrollada por el mismo José Batlle y Ordóñez

Héctor Amodio Pérez

(continuará) 


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