08.MAR.22 | PostaPorteña 2269

Entrevista a Zabalza por Clara Aldrighi, en La Izquierda Armada (2)

Por AMODIO

 

publicación de las declaraciones de Jorge Zabalza a Clara Aldrighi en el libro La izquierda armada, segunda  reedición que hizo Aldrighi en 2016 con comentarios puntuales,  de Amodio Pérez tal como hizo en Mentiras Tupamaras. Esto esta extraido del Facebook del autor

 

segunda entrega

 

 

Aldrighi:  ¿Qué diferencias establecía entre la lucha armada del MLN y la llevada a cabo por otras organizaciones revolucionarias en América Latina, Vietnam, Argelia?

 

Zabalza:  Había una semejanza clara en la estrategia general, que consistía en hacer propaganda y contribuir al desarrollo de la comprensión política a través de acciones armadas. Nosotros le llamábamos “hacer política con armas”. Hay varios documentos que lo dicen: a través del hostigamiento ir debilitando al sistema de poder.

Pero ahí se me termina el papel, porque nosotros nunca definimos de una forma precisa cómo se iba a concretar el asalto al poder. Teníamos claro hasta el debilitamiento del sistema de dominación, pero más allá creo que no llegamos. Fue ésta una de las carencias que nos hizo seguir actuando en los setenta con la misma visión de los sesenta. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 184.

Amodio:  Efectivamente, nunca el MLN llegó a definir cómo se produciría “el asalto al poder”. Por una razón muy sencilla: porque se creía que sería a través de un proceso dialéctico, de acumulación de fuerzas por un lado y de desgaste del gobierno por otro. Haciendo propaganda armada. Lo de hacer política con armas se dirá después, cuando el MLN inicia el viraje ideológico necesario para integrarse a las estructuras legales establecidas.

Ahora bien, si el MLN después de 1985 y tras los fallidos intentos de reorganización del “aparato armado” tan denostado decide integrarse a la vida democrática y participar de sus instituciones, es un hecho que admite interpretaciones pero al que no se le puede negar realismo.

Pero no estamos hablando de ese tema, sino de la forma en que se gestó la debacle y las responsabilidades consecuentes. Dice Zabalza: “Teníamos claro hasta el debilitamiento del sistema de dominación, pero más allá creo que no llegamos. Fue ésta una de las carencias que nos hizo seguir actuando en los setenta con la misma visión de los sesenta.”

Esta es una de las falsedades que se han dicho y mantenido a lo largo de los años. Fue precisamente por intentar cambiar la visión fue que se puso en práctica el Plan del 72, que pretendía elevar el nivel de los enfrentamientos, por considerar acabada la táctica de la propaganda armada. El plan del 72 incluía las acciones del 14 de abril, las acciones del Collar y la puesta en marcha del Segundo Frente, plan Tatú incluido. Todos esos planes no son obra exclusiva de Fernández Huidobro, como Zabalza y quienes le baten palmas nos quieren hacer creer, sino que contó con varios apoyos internos, entre ellos el mismo Zabalza.

Zabalza:…Quedamos jugando mano a mano con las Fuerzas Armadas en un “toma y daca” y no supimos lograr que fuera la gente la que jugara el partido. Hay una imagen muy clara que compara la situación de los años setenta con un partido de fútbol entre las Fuerzas Armadas y nosotros: el público observaba, no participaba, no bajaba a la cancha a jugar. A veces nos aplaudía algún gol a jugada más o menos buena. Pero también nos rechazaba las jugadas malas o los goles en contra. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 184.

Amodio:  Zabalza dice “quedamos jugando mano a mano” cuando debió decir provocamos, con los planes que entre muchos yo ayudé a llevar adelante, que quedáramos enfrentados mano a mano con las FF.AA.”. Muchos, sobre todo quienes tuvimos lo organizativo como premisa fundamental, sabíamos que los compañeros que fueran destinados al Plan Tatú quedarían librados a su propia suerte y que quedarían aislados a las primeras intentonas, como lamentablemente ocurrió. Basta leer las declaraciones del Cholo González, un hombre curtido en el campo y en los montes o las desopilantes experiencias narradas por Aníbal de Lucía como “Domingo” en memorias de insurgencia para comprobar de qué lado estaba la razón.

 

Zabalza:…En el MLN no supimos cambiar de estrategia, advirtiendo que en lugar de seguir con esos grupitos armados, teníamos que empezar a jugarnos a formas de lucha donde el pueblo interviniera por sí mismo. Era posible, a partir de esa base social lograda, del desarrollo político y de la incidencia que teníamos en el país, incentivar formas de lucha que nosotros pudiéramos apoyar desde el aparato armado.

Pero volviendo a la pregunta que me hiciste, creo que nos diferenciábamos de los vietnamitas y del resto de los movimientos guerrilleros en la táctica de la guerrilla urbana. Constituía simplemente la respuesta correcta a la realidad uruguaya. O más bien la respuesta posible. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 185.

Amodio:   Los “grupitos armados” que Zabalza menciona, con ese tono de superioridad, indigno de alguien que fue liberado dos veces de la cárcel por esos mismos grupitos, son los que consiguieron procesar las acciones que convirtieron al MLN en un referente político e incluso militar, si no se hubiese considerado que había que elevar el nivel de los enfrentamientos, lo que trajo como consecuencia que quedáramos inermes ante las FF.AA., porque las desafiamos sin armas y sin combatientes. Argumentar otra cosa es querer desviar la atención. O lo que es peor, seguir sin reconocer la importancia que esos planes tuvieron en la derrota o cuando menos en su aceleración. Las diferencias con los vietnamitas eran muchas más que la forma de la guerrilla, y que tenían que ver con las condiciones políticas y sociales. Los vietnamitas tenían al grueso de sus compatriotas como aliados y el MLN los tuvo en su contra. Creer que desde las tatuceras se iba a realizar trabajo político y convertir en aliados a los trabajadores rurales era como como pretender llegar a la luna en bicicleta. Lo real fue que la mayoría de las tatuceras fueron descubiertas por el olor a tortas fritas, único medio de subsistencia con que se contaba.

En cuanto a la característica de la lucha, si tan convencido estaban Zabalza y quienes lo secundaron, tanto por arriba como por abajo, de que debía ser urbana, ¿cómo es que ponen en marcha el plan Tatú, cuya finalidad era abandonar las ciudades del interior y trasladar la lucha al campo? Por ahora es otra pregunta que no ha obtenido respuesta.

 

Aldrighi: …El reclutamiento de militantes, con todo, ¿no se realizó preferentemente dentro de las capas medias?

Zabalza:    Eso parece estar desmentido por algunas de las estadísticas que existieron tanto en Punta Carretas como en el Penal. Ahora no recuerdo las cifras, pero había mucho militante sindical y trabajadores rurales. No es exacto lo que maneja el libro de las Fuerzas Conjuntas sobre la subversión, donde se habla de una mayoría de estudiantes. También una de las formas de lucha política e ideológica del Partido Comunista en aquellos tiempos era la de calificarnos de pequeño-burgueses radicalizados. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 188.

 

Amodio:    En este punto tiene razón la señora historiadora. El reclutamiento se dio mayormente dentro de las capas medias de la sociedad uruguaya. Zabalza lo niega, pero debió decirle, sí, fue así ¿y eso qué tiene de malo? Y recordarle los ejemplos históricos de miembros de la burguesía, grande o pequeña, que habían puesto en funcionamiento movimientos revolucionarios. No entiendo la razón de por qué hay que negar una realidad que existió, a menos que se tenga cola de paja. Al respecto creo necesario recordar una discusión generada a propósito de estos temas en Punta Carretas en julio de 1971, entre Wassen y los miembros de las columnas del interior y que culminó con la realización de un censo entre los presos y a través del cual se demostró que los presos del interior también había mayoría de clase media y que “el campesinado” del que ellos presumían eran la media docena que provenían de UTAA.

 

Zabalza:   En la segunda dirección había pequeño-burgueses: en la primera no. Te recuerdo sus integrantes. Estaba Raúl, procurador, que se crió en el campo. Un obrero de la construcción, marmolista: Marenales. Después estudió Bellas Artes, pero antes trabajaba en un taller. Un tipógrafo como Amodio Pérez. Candán Grajales, quien primero trabajó en la Coca Cola y luego como fotógrafo independiente. El Ñato, bancario, asalariado. Rivero Cedrés y Rodríguez Recalde, obreros de Ghiringhelli y FUNSA. Pinella, Carlos Flores, los “peludos” de Bella Unión, todos trabajadores. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 188.

 

Amodio:    Zabalza confunde el modo de ganarse la vida con la pertenencia o no a determinada clase social. Éramos asalariados, pero pertenecíamos a la pequeña burguesía y no hay por qué negarlo. Esta misma concepción será los que los llevará a confundir proletariado con desaliño y suciedad personal y criticarán a quienes practicamos las normas de higiene elementales a las que podíamos acceder en la prisión. El mismo Zabalza me criticará personalmente por eso, en palabras recogidas por Fontana en La piel del otro, como si yo hubiera sido un caso excepcional: se bañaba demasiado, dijo entonces, ocultando que eso es lo que hacíamos, como correspondía, la amplia mayoría.

 

Zabalza:    Se trata de un mito que nos creímos hasta nosotros. Ciertamente en los años setenta la gran explosión se dio en el movimiento estudiantil. Al caer la dirección de Almería la nueva dirección sí estará formada predominantemente por estudiantes e intelectuales: Wassen, Engler, Rosencof. En Almería caen la primera dirección y también los “fantasmas”. Se forma entonces una tercera con delegados por columna y esa es la que permanece. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 188.

Amodio:    Zabalza olvida la vieja consigna “obreros y estudiantes unidos y adelante” ¿Es que los que menciona anteriormente como proletarios no habíamos pasado por los institutos de enseñanza? Además, volviendo al censo entre los presos de Punta Carretas, los militantes del interior reivindicaban su condición de campesinos, ante las otras columnas, fundamentalmente de la 15. Sendic, Zabalza y compañía pretendieron hacer creer que vivir en el interior era ser campesino, y pretendieron censar como campesinos a músicos, maestros, peluqueros y empleados bancarios. Resultó que el 95% éramos urbanitas y nos dividíamos a partes iguales entre clase media y clase media-baja. El 5% restante eran los cañeros. Además habla de la primera y segunda dirección, lo que evidencia un desconocimiento a todo lo anterior a su ingreso en 1968.

 

Aldrighi: ¿Cuáles fueron las causas del fuerte reclutamiento estudiantil en los setenta, que modificó el perfil de la organización?

 

Zabalza:    En primer lugar, esa nueva dirección. Y después la aceptación desde Almería en adelante de una especie de “división del trabajo”: el Partido Comunista en la clase obrera y nosotros entre los estudiantes. Anteriormente el crecimiento estudiantil existía, pero afuera de la organización: el FER, etcétera. Se mantenía como movimiento de masas. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 188.

 

Amodio:    La señora historiadora le da por buena la respuesta anterior y Zabalza pretende reafirmarla, pero resulta que no fueron las cosas como las cuenta. El FER que menciona Zabalza, casi en su conjunto, revistaba en el MLN casi al mismo tiempo que él, es decir, desde 1968. Zabalza mismo cuenta un encuentro que mantuvo con Héctor Méndez, que durante un tiempo formará en el comando de la columna 5, con el apodo de Franco, junto a Susana Faget y Rodolfo Scaltritti, encabezando un sector del FER. El resto se integró en la entonces llamada columna 25 y casi todos terminaron expulsados en 1970, pese a los desmentidos en contra. Los acompañaron algunas ex tupamaras, como Elida Baldomir y María Elia Topolansky, junto a Saúl Feldman.

La gente de la columna 5 son los que se negaron a entregar a Pellegrini Giampietro, a quien el Ñato había dejado a su custodia. Ya en 1969, después de Pando y la detención del Ñato, ambas columnas pasaron a estar bajo mi responsabilidad. Los integró el Ñato, a todos juntos y así se mantuvieron hasta que los distribuimos entre las columnas 1, la 10 y la 15, solución encontrada ante mi pedido de expulsarlos. Lejos de eliminar su fraccionalismo, lo extendimos, como era de esperar.

 

Zabalza:     El predominio de la columna 15, que era ya una columna fuerte, se produce también después de Almería. Las dos columnas fuertes del MLN eran la 7 -la del interior- y la 15. En esta última también había obreros: Candán Grajales y Amodio Pérez, toda la gente de Alpargatas y de La Teja. Los estudiantes predominaban en la columna 5 (que era el MR-8). Después de Almería, por lo tanto, empieza el reclutamiento universitario en la 15. Al menos yo lo veo así.

Se manifiesta en el mismo período lo que llamamos el accionismo, una concepción que predomina entre Almería y el Abuso, una especie de competencia para ver quién hace más acciones. Se forma en esos momentos también la columna 10, de integración mezclada, estudiantes, trabajadores. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 188.

 

Amodio:    Pues lo ve desviado. En 1968, cuando tras el Simposio de octubre se forman las columnas, la 15, como tal columna, no existía. La columna 15 se formó sobre la base de los por aquel entonces llamados colaboradores, bajo la responsabilidad de Alicia Rey. Algunos de ellos, como los hermanos Bentancourt, Julia Arman D’Ugón y otros de Juan Lacaze al poco tiempo fueron transferidos al interior. Otros, Pablo Blanco, Jorge Becca, gente de la Facultad de Derecho, como Wassen, un grupo de odontología del Cerro y de la facultad de Medicina y otros a los que conocí su existencia a través de los informes en el primer comando que formamos en el primer local que alquilamos y dimos cobertura los propios clandestinos, todos provenían del sector universitario.

Y aunque hubo excepciones, eso siguió siendo así, porque el reclutamiento se daba, naturalmente, en el medio en que el “reclutador” se movía.

Con esos mimbres, la columna 15 procesó todas las acciones que le fueron encomendadas. Voy a omitir la lista de ellas para que no me acusen de narcisista, pero tengo que decir que salvo dos o tres compañeros, el resto eran estudiantes, maestros, profesores o profesionales ya recibidos. Ese proceso abarca desde 1968 y Almería es en 1970, con lo que la afirmación de Zabalza queda desmentida.

El accionismo que dice que existió fue producto de los planes Cacao y Remonte. Los compañeros de afuera nos pidieron que los dejáramos trabajar en la reconstrucción de la organización. Hay un accionismo posterior al Abuso, impulsado por grupos de los fugados, que pretendían desconocer la tregua concedida al FA y a Wilson por las elecciones. Ahí falló el Ejecutivo, que permitió acciones de “pertrechamiento” de materiales de fácil adquisición en el mercado.

 

Zabalza:   Tenías el aparato, la gente armada, los Grupos de acción, los Grupos de acción en formación o GAF, los Comandos de apoyo tupamaro o CAT. Todos reclamaban acciones, ¿para qué estaban organizados si no? Y para completar, en 1971, a partir de la formación del 26 de Marzo, hubo una especie de gran llamador: el movimiento nucleaba gente que después pasaba al aparato.

Comenzó a producirse la captación hacia el aparato armado también de lo poco que teníamos en el movimiento sindical, y lo mismo se hizo en el movimiento estudiantil, desarticulándolo. Recuerdo haber hecho un asalto en Paysandú junto con Gallo, (un dirigente de UTAA ahora desaparecido en Argentina) y al otro día por la noche, Gallo habló en un acto del 26 de Marzo en el Platense. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 189.

 

Amodio:    ¿Y qué hacía Zabalza en esos momentos? ¿Planteó hacer lo que preconiza ahora o fue de los impulsores de lo que se hizo antaño? Yo renuncié al Comando General cuando comprobé que los planes que ahora Zabalza dice que eran erróneos se ponían en marcha, mientras él los impulsaba, y él y Mujica mandaban cartas desde el Penal porque los planes -los de ellos-no se concretaban con la suficiente rapidez.

 

Zabalza:     No preservábamos a los militantes de masas: podíamos dejar en su lugar de militancia, por ejemplo, a los peludos que tenían una cierta incidencia política, a Ruben Sassano, pero al militante de base lo traíamos para el aparato armado. A toda velocidad, pasando por el 26 de Marzo.

A pesar de esto, igual tuvo un desarrollo grande la Tendencia sindical, la ROE. Fue muy importante su incidencia en el movimiento obrero. Estábamos presentes en la Tendencia: por ejemplo el Flaco Belletti era uno de sus principales dirigentes. Somos cofundadores, con Cores y Coitiño, de la lista bancaria 1955. Más tarde Listre, Roccatagliata, el “Gorila” Ramos, todos se vinieron para el aparato armado. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 189.

Amodio:I    nsiste Zabalza en criticar lo que se hizo, como si fuera una responsabilidad de otros y él hubiese estado ausente. Pero no, estaba en la primera línea, impulsando los planes en los que él había participado en Punta Carretas y maniobrando internamente contra los que nos oponíamos a ellos. ¿Cómo no iban a querer participar en el sector militar los compañeros con labores sindicales, si era la línea oficial del MLN, reivindicada nada menos que por Sendic?.

Zabalza no puede ignorar que en 1968 Sendic presentó renuncia al Ejecutivo para poder participar en los operativos, participación que Manera, Fernández Huidobro y Marenales le tenían vetada, por su condición de líder político. Y menos aún puede ignorar que fue Sendic, cuando todavía existía el Coordinador, quien hizo participar a tres dirigentes de UTAA en el asalto al banco de Rivera y Arrascaeta, para “señalar el camino” a los dirigentes gremiales.

 

  Héctor Amodio Pérez

(continuará) 


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