11.MAR.22 | PostaPorteña 2270

Ni Putin ni Zelenski, la guerra de la OTAN

Por CalvoSotelo/Cuervo

 

 Apariencia y realidad en Ucrania (II)

 

Una vez más volvemos a espeluznarnos ante el horror de la guerra. Sin embargo, lo que nos muestran los medios no está pensado para enseñarnos qué ocurre, sino para provocarnos reacciones emocionales inmediatas, como la compasión, el miedo, la ira y el odio. Por tanto, si queremos entender la situación debemos utilizar la razón y hacer un esfuerzo para sustraernos de esta manipulación emocional

 

Fernando del Pino Calvo-Sotelo - fpcs 8 marzo  2022

 

En la primera parte   AQUÍ de este artículo trataba de analizar el drama ucraniano, de gravísimas y duraderas consecuencias, desde una perspectiva geoestratégica. A pesar de las apariencias, ésta no es una guerra entre Rusia y Ucrania, sino entre Rusia y EEUU y, en el orden global de las cosas, entre Oriente y Occidente. En esta segunda parte expondré las causas de un conflicto en el que hay más contendientes de lo que parece: unos son actores principales (Rusia y EEUU) y otros son actores secundarios o meras comparsas (UE y Ucrania).

 

Los actores principales

 

El primer actor principal es EEUU a través de la obediente OTAN, cuyos miembros siguen los dictados norteamericanos aunque perjudique sus intereses nacionales. Señalemos desde un principio que cuando hablamos de un país no nos referimos a su pueblo sino a su gobierno, que es muy diferente. Los intereses del pueblo norteamericano no tienen por qué coincidir con los intereses de un presidente impopular deseoso de crear una cortina de humo ni tampoco con los del complejo militar-industrial (más las agencias de inteligencia), de cuya amenaza creciente para la libertad nos previno el expresidente de los EEUU Eisenhower en su clarividente discurso de despedida [1].

Este Deep State ( Estado Profundo) tiene un conflicto de interés perverso, pues necesita de un gran enemigo para sobrevivir y no desea una Rusia fuerte aliada de Occidente. Quizá por ello Obama fue rápidamente boicoteado cuando intentó hacer incursiones militares conjuntas con Rusia en Siria y Trump fue linchado con un montaje probablemente delictivo [2] (el Rusiagate).

El segundo actor principal es Rusia, el agresor. Decía el historiador griego Tucídides que hay que distinguir entre los pretextos de los conflictos y sus causas últimas. El pretexto esgrimido por Rusia para intervenir en Ucrania es el “genocidio” en la región rusófila de Ucrania oriental, una burda hipérbole de un conflicto en el que participa ella misma y que ha causado miles de muertos.

Este detonante artificial ha sido el argumento para reconocer por la vía de hecho la independencia del Este de Ucrania y firmar un acuerdo de mutua protección con las dos nuevas “repúblicas” que diera una capa de barniz “legal” a su evidentemente ilegal intervención militar.

Pero los objetivos reales de la intervención rusa son otros: asegurar que su estratégica base naval de Sebastopol en Crimea se mantenga en manos rusas y lograr que Ucrania se comprometa a su neutralidad renunciando a la OTAN. Algunos afirman que Rusia quiere anexionarse Ucrania. Sin embargo, ocupar Ucrania significaría precisamente lo que Rusia quiere evitar, esto es, tener más frontera en común con la OTAN y no un estado medianero neutral. Si el objetivo fuera la recuperación del Imperio, ¿por qué no empezar por Bielorrusia (Belarus), tan cercana culturalmente y gobernada por un régimen vasallo? Por último, los intereses del pueblo ruso no tienen por qué coincidir con el interés de Putin y su gobierno, que, como el de todos los yonquis del poder, es perpetuarse en el mismo.

 

Los actores secundarios

 

La UE es un actor secundario en el papel de perdedor. ¿Cuál era exactamente el conflicto entre Europa – Alemania o Francia- y Rusia? ¿Recuerdan la buena relación entre Merkel y Putin? Sin embargo, con su seguidismo e imprudencia, la UE ha sido arrastrada por EEUU a un conflicto con su principal proveedor energético abandonando la defensa de los intereses de sus propios ciudadanos. El giro radical de Alemania, pasando en 24hs de la ecuanimidad a la beligerancia al vender a Ucrania precisamente las armas que más daño pueden hacer a Rusia como son los misiles tierra-aire Stinger (de infausto recuerdo para los rusos, pues modificaron el curso de la humillante guerra URSS-Afganistán) y misiles anticarro equivalentes a los Javelin norteamericanos, no sólo resulta extraño, sino que será estudiado en el futuro como un paradigma de conducta autolesiva equivalente al abandono de la energía nuclear. Quién sabe en qué manos acabarán esos misiles en un estado semi fallido como Ucrania, donde para algunas milicias quizá sean lo más parecido a un cheque al portador.

El segundo actor secundario es la propia Ucrania, el país agredido, hoy dirigido por un neófito sorprendido de que EEUU primero le animara a la pelea y más tarde le dejara colgado. Su decisión de armar a la población sin ofrecerles formación alguna equivale a mandarles a la muerte contra un ejército profesional y demuestra, en el mejor de los casos, escasa lucidez, y en el peor, estar decidido a sacrificarlos con tal de deteriorar la imagen rusa. Estos pobres ucranianos, ¿serán contados como bajas civiles o como combatientes armados? Y esas armas, ¿serán devueltas al terminar el conflicto? Dada su situación geopolítica, resulta tan evidente que el interés del pueblo ucraniano era la neutralidad y el mantenimiento de relaciones cordiales tanto con Rusia como con Occidente (como es el caso de Finlandia), que resulta inconcebible la insensatez de sus dirigentes. Una vez más, los intereses de gobernantes y gobernados no coinciden.

 

La OTAN alborota el avispero

 

Los antiguos decían que antes de juzgar una situación debe escucharse a las dos partes. Sin embargo, la Europa que tanto habla de libertad y tan poco la práctica ha censurado a los medios rusos (no se sabe en virtud de qué potestad legal) imponiendo de facto un relato único que alimenta la actual persecución xenófoba de todo lo ruso. Dado que la censura es siempre un intento de ocultar la verdad, ¿qué se quiere ocultar?

Rusia viene afirmando que, tras la caída de la Unión Soviética, la OTAN le prometió de modo informal que no se expandiría hacia el Este. EEUU lo negaba, pero el periódico alemán Der Spiegel lo ha documentado hace poco de un modo que da la razón a los rusos [3]

Lo mismo defiende Jack Matlock, exembajador de EEUU en la URSS (1987-1991) y diplomático clave en las negociaciones que terminaron con la Guerra Fría. Hace pocas semanas confirmaba en un artículo que a Rusia le aseguraron “que la OTAN no se movería hacia el Este ni una pulgada [4]”. Sin embargo, en los siguientes años la OTAN se expandió hasta la misma frontera rusa con la incorporación de 14 nuevos estados miembros.

George Kennan, el más respetado estratega norteamericano del s. XX y experto en Rusia, definió esta expansión de la OTAN como “el error más fatídico de la política exterior de EEUU desde el final de la Guerra Fría [5]”, y añadió: “No había ninguna razón para hacer esto. Nadie estaba amenazando a nadie [6]”

 Desde entonces, Rusia ha manifestado su preocupación por sentirse “rodeada” por infraestructuras militares tan cerca de sus fronteras, pero ha sido permanentemente ignorada y la “paridad” que reclamaba (un reconocimiento mutuo de legítimas preocupaciones de seguridad) se ha encontrado con un muro de desprecio. En un  mapa pueden ver la extensión de la OTAN hacia la frontera rusa desde la caída del Muro, esto es, justo cuando el riesgo de agresión rusa había desaparecido. Nótese que las últimas propuestas de incorporación han sido Ucrania y Georgia. aquí

Según el conocido rusólogo norteamericano Stephen Cohen, “desde los 90, EEUU ha tratado a la Rusia postsoviética como una nación derrotada con inferiores derechos legítimos [7]”. El doble rasero era evidente: los americanos podían invocar razones de seguridad nacional para intervenir al otro lado del planeta pero los rusos no tenían derecho a hacerlo a un paso de sus fronteras.

Además, desde la caída del Muro la OTAN ha abandonado su naturaleza disuasoria y defensiva (tan eficaz cuando jugó su extraordinario papel en la Guerra Fría) para convertirse en un ariete más de la política exterior de EEUU, participando de ofensivas militares sin aval de Naciones Unidas como cuando en 1999 bombardeó durante tres meses Serbia, aliada de Rusia. De hecho, ¿cuál es la razón de ser de la OTAN una vez caído el comunismo soviético? ¿Qué enemigo la amenaza?

Y si la respuesta es Rusia, ¿entonces su supervivencia depende de que Rusia sea siempre el enemigo? En la Conferencia de Seguridad de Múnich del 2007, Putin manifestó sin ambages su preocupación a los dirigentes del mundo occidental: “Debemos reflexionar seriamente sobre la arquitectura de la seguridad mundial y buscar un equilibrio razonable entre los intereses de todos [8]”. Sus palabras fueron ignoradas y un año más tarde, en su Cumbre de Bucarest, la OTAN volvió a alborotar el avispero acordando la futura incorporación de Georgia (situada entre Turquía y Rusia) y Ucrania [9], lo que propició pocos meses después la intervención de Rusia cuando una Georgia envalentonada atacó la provincia separatista de Osetia del Sur.

 

Las causas cercanas de la invasión

 

En 2014 el presidente ucraniano, democráticamente elegido en unas elecciones supervisadas por la OSCE,[10] decidió no firmar un acuerdo comercial con la UE cuya letra pequeña comprometía a adherirse a las políticas “militares y de seguridad” de la UE [11]. Lo hizo bajo presión de Rusia, cuya contraoferta incluía un amplio paquete de ayuda económica. De la noche a la mañana surgió la “Revolución del Maidan”, un golpe de Estado probablemente instigado y apoyado por EEUU, como reconoce hasta el Cato Institute [12]. El presidente ucraniano se vio obligado a huir del país y se convocaron nuevas elecciones, de las que salió un nuevo gobierno, cómo no, proamericano.

Esto provocó la cronificación del conflicto civil en el Este de Ucrania y la incruenta anexión rusa de Crimea (sede de la base naval rusa de Sebastopol), lo que dio lugar a sanciones económicas occidentales que aún perduran a pesar de que, según el Prof. Mearsheimer, de la Universidad de Chicago y un referente mundial en Relaciones Internacionales, “fueron los EEUU los que provocaron esta crisis [13]” No conviene olvidar que Crimea es rusófila, pues perteneció a Rusia desde finales del s. XVIII hasta 1954, cuando el líder soviético Kruschev decidió traspasarla a Ucrania. Y recordemos que, a pesar de ser la nación más extensa del planeta, el único acceso de Rusia a mares cálidos – sus otros dos accesos al mar son un estrecho acceso al Báltico y otro al Mar del Japón y el de Ojotsk- es a través del Mar Negro hacia el Mediterráneo, y que Sebastopol es una importantísima base naval rusa desde hace 250 años, enclave que por su importancia estratégica ya fue objeto de una guerra a mediados del s. XIX (novelada, por cierto, por el gran Tolstoi).

En 2019, el gobierno ucraniano (o sea, EEUU) dio un nuevo paso hacia la provocación cuando su Parlamento modificó la Constitución sin referéndum previo para incluir el objetivo de entrar en la OTAN.

A finales del 2021 la última propuesta de Rusia para evitar un enfrentamiento fracasó de modo previsible al no atenderse ninguna de sus “líneas rojas”; probablemente no fuera más que un trámite cuando ya tenía planeada la acción militar.

Para Ucrania, la probabilidad real de acceder a la UE (por su pobreza y corrupción) y a la OTAN (por sus problemas territoriales y porque exigiría la decisión unánime de sus miembros) parece ser baja. Por ello, algunos tildan de paranoico el miedo ruso a que una Ucrania envalentonada, rearmada y en la OTAN intente retomar Crimea (y Sebastopol) arriesgándose a un conflicto entre potencias nucleares. Otros tildan las razones rusas de mera coartada para alcanzar otros objetivos. Sin embargo, habría sido fácil aceptar una moratoria de una década en nuevas adhesiones a la OTAN para comprobar la buena fe rusa. No se hizo.

Finalmente, cabe preguntarse si la incorporación de una inestable Ucrania mejoraría o empeoraría la seguridad de los actuales miembros de la OTAN. ¿Aumentaría o disminuiría el riesgo de entrar en conflicto? ¿En qué mejora la incorporación de Ucrania la seguridad de España – país, por cierto, al que la OTAN no cubre la defensa de sus ciudades fronterizas de Ceuta y Melilla, precisamente donde está más expuesta a una agresión externa? Las relaciones internacionales nunca se basan en la amistad ni en la defensa de altos ideales, sino en un quid pro quo, esto es, en el interés recíproco, salvo, claro está, cuando la relación es de sumisión. Es evidente que éste es el caso de España respecto de Europa y de Europa respecto de EEUU.

 

Un conflicto perfectamente evitable

 

Cuando el rey de Asiria conquistó Israel, reprochó al pueblo judío haber confiado ilusamente en el apoyo de Egipto, “esa caña quebrada que penetra y traspasa la mano que se apoya en ella” (Is 36, 6). De igual modo, el gobierno ucraniano se ha apoyado en la caña quebrada que es EEUU cuando el interés evidente de su país era la neutralidad a cambio de garantías recíprocas de seguridad. Mientras, el triste y crepuscular papel de la UE como lacayo de EEUU queda resumido en una frase de la ex Subsecretaria de Estado norteamericana durante una conversación del 2014 con su embajador en Ucrania, seguramente grabada y filtrada por los servicios secretos rusos: “Que se joda la UE” (sic) [14].

Los americanos viven al otro lado del Atlántico y apenas tienen relaciones comerciales con Rusia, pero Europa se ha enfrentado a su vecino y principal proveedor energético (con quien no tenía disputas) para defender los intereses de EEUU, y lo ha hecho con un frívolo ardor guerrero contrario a los intereses de sus ciudadanos, que pagarán un alto precio. Más aún, al armar a Ucrania dándole esperanzas en un conflicto donde adolece de una clara inferioridad de medios, Europa no ha hecho otra cosa que alargar la agonía del pobre pueblo ucraniano, víctima inocente de las maquinaciones norteamericanas y de la brutalidad rusa, pues Putin ha cruzado el Rubicón y no puede dar marcha atrás y China no va a permitir que Occidente gane este pulso.

Las peticiones rusas en cuanto a la neutralidad de Ucrania eran, en palabras de un insigne exembajador de los EEUU en Rusia, “sumamente razonables”, y esta crisis ha sido, según él, “evitable, predecible e intencionadamente provocada [15]”. Sin duda. EEUU ha provocado a Rusia durante años para atraerla a lo que esperan sea una costosa guerra de desgaste y Putin ha mordido el anzuelo con sus inmisericordes mandíbulas de acero. Así, cualquier juicio sobre esta guerra deberá distinguir entre la incalificable provocación norteamericana, que buscaba este conflicto, y la desproporcionada y brutal reacción rusa.

“Si soplas sobre brasas, las enciendes, y si escupes sobre ellas, las apagas, y ambas cosas salen de tu boca” (Eclo 28, 12), escribió el sabio hace 2.200 años. ¿Tan difícil era?

[1] Our Documents – Transcript of President Dwight D. Eisenhower’s Farewell Address (1961)

[2]  Trump Really Was Spied On – WSJ

[3] NATO’s Eastward Expansion: Is Vladimir Putin Right? – DER SPIEGEL y La expansión de la OTAN hacia el este: el archivo de 1991 encuentra apoyo a la versión de Rusia – DER SPIEGEL

[4] I was there: NATO and the origins of the Ukraine crisis – Responsible Statecraft

[5] The U.S. Decision to Enlarge NATO: How, When, Why, and What Next? (brookings.edu)

[6] Citado en The Great Delusion, by J. Mearsheimer, Yale University Press, 2018.

[7] War with Russia? By Stephen Cohen, Hot Books, 2019

[8]  DP_Fillinger_Speeches.pdf (muni.cz)

[9]   NATO – Official text: Bucharest Summit Declaration – Issued by the Heads of State and Government participating in the meeting of the North Atlantic Council in Bucharest on 3 April 2008, 03-Apr.-2008

[10] Early Parliamentary Elections, 26 October 2014 | OSCE

[11] Op. cit. War with Russia?…

[12] America’s Ukraine Hypocrisy | Cato Institute

[13] Op. cit. The Great Delusion…

[14] Ukraine crisis: Transcript of leaked Nuland-Pyatt call – BBC News

[15] I was there: NATO and the origins of the Ukraine crisis – Responsible Statecraft

 

Ni Putin ni Zelenski

*Apología de la paz*

 

Faber Cuervo

Economista –Universidad de Antioquia-.

 

Provocaron tanto hasta que lo lograron. Poderosos gobiernos de Occidente acosaron, acusaron y acorralaron al Oso Siberiano. Lo enfurecieron, ahora esgrime sus zarpas. Lo empujaron hacia la guerra. Ahí la tienen de nuevo, como si ella fuera una necesidad de la humanidad. Como si hiciera falta otra diversión en los canales televisivos: más morbo, pánico, discursos de odio. La verdad es que sí necesitan la guerra para mover la economía, para ajustar el orden mundial, para vender armas y sumar alianzas.

Volodímir Zelenski y Vladimir Putin, presidentes de Ucrania y Rusia, son los protagonistas de esta novela con un reparto extenso. Un ex comediante muy coqueto con la Unión Europea y la OTAN. Y un practicante de artes marciales, conservador y muy crítico con los errores políticos de sus antecesores.

Ambos son descendientes de los pueblos eslavos orientales, de una tradición cultural rica en historia, arte, literatura, arquitectura, música: la fenecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URSS-. Por lo tanto, herederos del primer país donde se ensayó otro sistema económico político que pretendió sustituir al capitalismo.

Zelenski, dirige a Ucrania, un país hermoso, con ciudades de magnifica arquitectura, cuya capital Kiev es más antigua que Moscú, la capital de la Federación Rusa. El territorio de Ucrania tiene mucha historia, cultura y arte. País generoso con los inmigrantes; muchos profesionales extranjeros trabajan allí; alberga estudiantes de distintos continentes. Es potencia agrícola. Dispone de energía nuclear.  

No aplaudimos ni al agresor, ni al agredido en este conflicto, tampoco las acciones que atizan más la guerra Rusia - Ucrania. No les importa la vida de sus pueblos.

Condenamos los ataques de Rusia porque mueren civiles y militares de ambos países. Deben detenerse los ataques, sentarse todos los involucrados, entre ellos los actores secundarios (gobiernos de EEUU y Europa), para aclarar qué quiere cada uno, e impedir un escalamiento hacia una Guerra Mundial. Putin justifica su agresión con razones de defensa y seguridad. Los EEUU y sus aliados de la OTAN dicen que es un ataque no provocado. La verdad que empieza a conocer el mundo es que esa invasión sí fue provocada. 

Bases militares de EEUU y La OTAN vienen cercando a Rusia en sus fronteras. Bases de EEUU son desplegadas en Asia Meridional, en el sudeste asiático, en el litoral Pacífico, en Latinoamérica. 750 bases a miles de kilómetros de EEUU… ¿fines defensivos?

Y el periodismo occidental grita: “Putin es una amenaza para el mundo”. Pero nada dice de aquellas bases que intimidan países y continentes. Es que también existen invasiones de primera, segunda y tercera categoría. Las de tercera son invisibles para Occidente (Vietnam, Yugoeslavia, Afganistán, Irak, libia, siria); mientras que las de primera (Ucrania) hacen elevar el grito a los cielos. Y se devela que la atención a los refugiados depende de su color de piel, y del Ingreso Per Cápita de sus países de origen. Los ucranianos son recibidos con todas las garantías por Polonia, Hungría y Rumania, países que tienen guardas fronterizos que impiden la entrada de inmigrantes africanos y asiáticos, acosados por la miseria y el hambre. 

El presidente de Ucrania prestó su país para jugar a los intereses expansionistas de Occidente, sabiendo el riesgo que corría dado el compromiso de la OTAN de no involucrarse en los países limítrofes con Rusia. Ucrania estaba en el camino de adherirse a la Unión Europea y la OTAN, lo cual pondría los misiles de la alianza occidental a cinco minutos de Moscú, amenazando la integridad de la Federación Rusa. Zelenski también permitió la violación de los derechos humanos, la persecución y matanza de la comunidad ruso parlante, habitantes de la región del Donbass en el suroeste del país. Su cercanía a Europa y hostilidad hacia Rusia, permitió que fuera utilizado para crear esta guerra entre hermanos. Ucrania era una de las repúblicas soviéticas disgregadas en 1991. Ahora, hundido su país en una carnicería y destrucción, posa de héroe, y los dirigentes de Europa lo ponen como ejemplo a seguir. 

Zelenski arma a la población civil; pide aviones, tanques y armas para “defender” a su país; y solicita el ingreso inmediato a la Unión Europea; también pide dejar de importar crudo de Rusia y endurecer las sanciones económicas contra este país. Es decir, echa más leña a ese fogón que humea en el bello país ucraniano. Sigue el libreto de la guerra en la que venía empeñado con sus socios occidentales. No le importa sacrificar a su pueblo, no le importa que ese conflicto escale a una guerra orbital. El comportamiento de este presidente no puede ser ejemplo, máxime que la contención de Rusia a tantas provocaciones durante más de 20 años, era la crónica de una guerra anunciada. Europa no ha valorado a Rusia, país que se ha comportado más como un socio económico europeo proveedor de hidrocarburos, y no como una amenaza para su seguridad. 

Hoy no habría guerra en Ucrania si este país hubiera cumplido el Protocolo de Minsk -2014-, en el que se comprometía a no perseguir a la comunidad parlante rusa de la región del Donbass. Si no hubiera masacrado ciudadanos de Luhansk y Donetsk. Si el gobierno de Ucrania junto con el de EEUU hubieran votado contra la resolución antinazi promovida por la ONU en 2021.

No habría guerra si EEUU y su instrumento la OTAN, hubiesen cumplido con los acuerdos post caída de la antigua URSS, en que se comprometían a no avanzar sus bases militares hacia el este de Europa. No la habría si hubieran escuchado los reclamos de Rusia durante décadas. No la habría si EEUU no hubiera minado a Europa con armas nucleares que amenazan la paz mundial. No la habría si la OTAN fuera una organización defensiva y no expansiva para intimidar supuestos enemigos, invadir países, matar sus presidentes, saquear sus recursos naturales. No la habría si la humanidad estuviera mejor informada, si los medios de comunicación no callaran ante las atrocidades y crímenes de una OTAN imperialista. 

Italia y Alemania envían armas a Ucrania. No han aprendido de su propia historia.  Vivieron en su territorio dos conflagraciones pavorosas. ¿Por qué se dejan arrastrar a nuevas aventuras bélicas? ¿Cómo permiten ser instrumentos de una superpotencia que los usa para desestabilizar, invadir y robar países?

Si Europa es la cuna de valores como la fraternidad, la igualdad y la libertad. Dicen ayudar al pueblo de Ucrania; sin embargo, lo arrojan a la hoguera. No han dejado su mentalidad colonialista. Apoyaron invasiones a pueblos indefensos a los que la “Comunidad Internacional” ignoró. Pueblos de tercera que tenían materias primas

. Ahora, despotrican de los bombardeos de Rusia sobre Ucrania; nunca condenaron los bombardeos sobre Irak, Libia, Siria, y los palestinos. ¿En qué ha evolucionado la humanidad? ¿Para qué sirven las Naciones Unidas? Si seguimos aplaudiendo la aniquilación de la vida que es sagrada. Si matamos la esperanza, la inocencia. ¿En qué se diferencia el presente instrumentalizador de hoy con respecto al pasado colonialista?

Los gobiernos del mundo apoyan a Ucrania o a Rusia. Lo hacen por cálculo político y económico, no por defender la vida de los pueblos. La paz no es tan rentable como la guerra.

Occidente capitalista, desbordado en codicia, le ha apostado a la rentabilidad de la guerra, al acaparamiento de recursos naturales, al cambio climático, a la imposición de mercados y venta de armas en países destruidos. Esa lógica opera en los bloques que se disputan la supremacía económica. El capitalismo imperante va de guerra en guerra destruyendo los tejidos sociales de los pueblos. El régimen mundial de competencia y rapacidad construyen sigilosamente tentaciones para la confrontación.

La guerra siempre estará a punto de saltar en el borde de cualquier noche. Las luchas imperiales están más vivas que hace 2.000 años. La debacle duerme en las entrañas del sistema capitalista. La unión no existe en ningún continente. Europa no es la Unión Europea sino la Desintegración Europea. Sólo la une el intercambio comercial, el turismo cultural, la alianza militar (OTAN). Con el conflicto en Ucrania varios de sus políticos empiezan a reaccionar y a culparse los unos a los otros por dejarse dominar de EEUU. 

Si Rusia logra sus objetivos en Ucrania, nace un nuevo orden mundial en forma de reequilibrio geopolítico. Ya los EEUU y la OTAN no podrán seguir su voracidad hacia el Oriente. EEUU tendrá una contención en su manía de fabricar guerras en territorios lejanos, evitando que ocurran en su propio suelo. Les quedara más difícil crear guerras para vender armas, y una vez logrado que se maten entre otros, entrar para “salvar” esos países.

Pocos creerán la acusación eterna de que Rusia es el agresor. Rusia es otro país capitalista, gran competidor de los países capitalistas de Occidente.

Cuando era comunista hizo un gran sacrificio que salvó a la humanidad de una pesadilla. Fueron los rusos los que doblegaron a Hitler. Esa hazaña costó la vida de 20 millones de soviéticos. Putin dice que no quiere repetir el error de dejarle coger ventaja a un nuevo Hitler. Indudablemente, la motivación principal del actual asalto ruso sería adelantarse a una amenaza que implica la instalación de bases de la OTAN en Ucrania; pero, no se descartan otros planes como la salida del presidente Zelenski, la anexión de territorio, el control de centrales nucleares.

La democracia, la libertad y la paz son los pilares de la estabilidad de las naciones. Sin ellas el mundo no camina con alegría. Cualquier atropello a ellas vulnera la tranquilidad regional y mundial. Quienes más han actuado contra la guerra son las personas, las víctimas y las organizaciones civiles que han denunciado oportunamente todos los acontecimientos que empujan a la guerra. Desde que existen armas nucleares, el mundo ha estado a un clic en un botón para convertirse en polvo radioactivo. Y estos botones están a la mano de una única ideología que controla todo el orbe: la codicia capitalista.

La representa EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia, China, India, Paquistán, Irán, Corea del Norte. Los más poderosos de estos países son imperialistas. Biden representa el capitalismo corporativo multinacional, Putin el capitalismo oligarca ruso. En el mundo no existe ni comunismo ni socialismo. Sólo hay capitalismo.

El problema central de la humanidad va más allá de trilladas discusiones entre izquierda y derecha, entre capitalismo y comunismo (que no existe). El desafío consiste en cómo evitar que cualquier gobernante con poder nuclear le dé por hundir el botón. Aquí es donde aparecen los movimientos antiguerra. Se adelantan a cualquier suceso que pueda motivar al escalamiento del conflicto. Los pacifistas saben que cualquiera de ellos puede hundir el botón. Pero también saben que quienes más empujan en esa dirección son los EEUU, quien ha logrado integrar a 30 países en la OTAN, los controla y los arrastra a cometer provocaciones, invasiones, crímenes, saqueos de riquezas. 

El mundo está lleno de hipocresía, ingenuidad, cobardía, complacencia, falsos pacifistas, injusticias, engaño, desinformación. El mundo indolente y desconocedor de la historia también es culpable de que estemos a puertas de una conflagración mundial.

Pero la verdad empieza a emerger en las entrañas de los poderosos. El parlamentario alemán Petr Bystron acaba de decir a sus colegas en el Deutscher Bundestag (parlamento) que “Es la OTAN la que se acercó a las fronteras de Rusia, y ¿cuál es el precio de ello? Ahora, hombres y jóvenes mueren, ucranianos y rusos. Y en el plano geopolítico empujaron a Rusia a los brazos de ChinaRusia siempre fue un gobierno europeo. Los rusos lo advirtieron hace 15 años en este lugar, en el Bundestag alemán. En el 2007, Putin ofreció una arquitectura común de la seguridad en Europa, pero ustedes dijeron no. Ustedes ignoraron todas las advertencias, y el resultado de esto es una guerra en Europa y ustedes también son culpables”.

 

En términos similares, se manifestó el candidato a la presidencia de Francia, Jean Luc Melenchon. Dijo que “desde el 2014 vengo repitiendo una y otra vez que Rusia no se dejará humillar durante mucho tiempo si seguimos empujando a la OTAN en sus fronteras, que es un peligro que nunca aceptarán. La postura política que me propongo encarnar si soy presidente de la República Francesa es el no alineamiento porque creo que es la condición para la paz. La OTAN es el campo de los derrotados, de los que no cumplen su palabra, que abandonan a la gente en el camino, ¡no se puede confiar en ellos!”. Se comprende la preocupación del político alemán, de que Rusia se vaya con China, porque eso significa que se separa la integración fluida de las economías europeas con Rusia. ¿Cómo no calcularon esto los gobiernos de la UE? ¿Cómo se dejan arrastrar a algo que era previsible y se podía neutralizar? El conflicto no sólo afecta económicamente a Rusia, a Europa también, y vaya de qué forma.

La gran mayoría de habitantes de Occidente sólo condenan al “demoníaco” Putin. Saludan las sanciones económicas, morales, deportivas, y las resoluciones de las Naciones Unidas. Llaman a apoyar militarmente a Ucrania. O sea, se hace apología de la guerra.

El periodismo usa adjetivos calificativos, no contextualiza, alaba el heroísmo de Zelenski, el envío de armas, la formación de defensas civiles, las sanciones financieras a Rusia. Se demuestra una vez más, el fracaso de la razón, la subvaloración del periodismo preventivo. Se azuza la guerra, unos a favor de Occidente, otros a favor de Rusia. La propaganda de los Miedos de Comunicación convirtió el periodismo en mercenarismo mediático, que alienta a los consumidores a alinearse con Zelenski y aislar a Putin. No hay que alinearse con ninguno. La alineación debe ser con la vida, la paz y la prosperidad de Ucrania y Rusia. El apoyo debe ser tanto a los ucranianos como a los rusos que se oponen a la guerra y se declaran en desobediencia civil.

Los pueblos del mundo deberían apostar hacia un mundo sin OTAN, sin bases militares intimidantes, sin amenazas expansionistas de ningún país, sin chantajes de los ricos hacia los pobres, sin hambre, sin racismos ni xenofobias, en democracia y libertad. Ni ocupantes invasores, ni ejércitos agrediendo a su propio pueblo. Nada para la guerra, todo para la vida digna. “No hay naciones. Sólo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad”, dijo alguna vez Isaac Asimov, ese gran escritor de ciencia ficción. 

Envigado –Colombia-.

Marzo 6 de 2022


Comunicate