20.MAR.22 | PostaPorteña 2272

Entrevista a Zabalza por Clara Aldrighi, en La Izquierda Armada (4)

Por AMODIO

 

publicación de las declaraciones de Jorge Zabalza a Clara Aldrighi en el libro La izquierda armada, segunda  reedición que hizo Aldrighi en 2016 con comentarios puntuales,  de Amodio Pérez tal como hizo en Mentiras Tupamaras. Esto esta extraido del Facebook del autor y corresponde a las entregas 8,9,10 y 11

 

cuarta entrega 

 

Aldrighi: -¿Qué opinaba de la violencia contra las personas que empleó el MLN?

Zabalza:  Cuando ocurrió lo del peón del Caraguatá hubo una gran discusión. Me encontré en un berretín con un compañero, quien venía de Pan de Azúcar espantado de lo que había pasado. Acerca de cómo se tomó esa decisión hay distintas versiones, lo real es que Píriz Budes fue con la orden de hacerlo. También es cierto que hubo compañeros que insistían en la necesidad de tomar esa decisión.

Creo que se optó por la vía más simple y menos humana, en lugar de elegir la otra posibilidad: sacarlo para el exterior. Se debía haber hecho ese esfuerzo, aun corriendo riesgo nosotros. En esos momentos lo discutimos, no es que cada una de esas cosas pasara desapercibida. Pienso que en esto hubo una transgresión de los derechos humanos. Un delito. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 202.

Amodio:  Zabalza dice que existen varias versiones, pero lejos de darlas a conocer, se decanta por una, precisamente la que más le conviene. Lógicamente, es una versión falsa, tal como ha quedado registrado tras las declaraciones de Rosencof, publicadas como primicia en el libro de María Urruzola sobre Huidobro, pese a que eran conocidas desde años antes. En esas declaraciones Rosencof ha reconocido cómo se tomó la decisión y quién fue el encargado de transmitirla.

Manera, responsable de la “tatucera”, dio a los militares amplia información de las circunstancias que rodearon la muerte de Pascasio Báez, y en ellas no aparece Píriz Budes en ningún momento, mencionado por Zabalza. Sin embargo, pudo decir que Píriz Budes fue responsable de la caída de la mayor parte de la estructura en el interior y no lo dice.

Ahora bien, dice Zabalza que lo que debió hacerse fue “sacarlo al exterior”, como si eso no fuese arrogarse el derecho de decidir sobre la vida de un inocente. Lo que debió hacerse fue dejarlo en libertad… y perder la “tatucera” y la chacra en la que estaba construida. Y eso fue a lo que se le dio prioridad, a la infraestructura material. Por lo dicho por Zabalza retenerlo contra su voluntad, mantenerlo materialmente secuestrado en el exterior no constituía una “transgresión de los derechos humanos. Un delito.” A la señora historiadora no le llamó la atención

Zabalza:  También está el caso de Roque Arteche, muerto injustificadamente. Aquí hay otra violación de los derechos humanos. Era como una forma de ejercicio del poder, igualmente impune. Del poder de vida o muerte que teníamos. En aquel momento el caso se discutió en Punta Carretas. No se tomaron resoluciones, pero recuerdo perfectamente que lo planteó Leonel Martínez Platero, que estaba en el C1 y era muy amigo de Roque. Hubo una postura crítica con relación al problema. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 202.

Amodio:  Zabalza, como buen oportunista, pretende mezclar el caso de Arteche con el de Pascasio Báez, pero no tienen nada que ver un caso con el otro. Pascasio Báez era un trabajador rural que nada tenía que ver con ninguno de los enemigos posibles o reales del MLN. Formaba parte, además, de ese amplio sector de la población por la que el MLN decía actuar en su nombre. Y se lo ejecuta para defender una propiedad del MLN.

Arteche fue reclutado para integrar el MLN y como tal integrante sabía que estaba sujeto al código moral al que él no era ajeno como delincuente. Arteche sabía perfectamente que con las violaciones a las normas y a la seguridad ponía en riesgo valores que él se había comprometido a defender. Que fue un crimen, no cabe duda, pero digamos que estaba dentro de los códigos de conducta establecidos.

Leonel nunca estuvo en el C1 y su planteo no fue de queja ni de crítica, sino de extrañeza ante el hecho de que Arteche se hubiese hecho acreedor a la ejecución.

Zabalza: …Pero hubo otro tipo de muertes, como por ejemplo la de Morán Charquero. Participé de un grupo que lo anduvo buscando, caí preso antes de su ejecución. También anduvimos buscando a Otero, a quien ahora se quiere reivindicar: se hace un lavado de fachada, afirma que nunca torturó y no puede decir eso. La muerte de Mitrione, las del 14 de abril de 1972, considero que fueron fruto de decisiones políticas.

Respondían en algunos casos a la necesidad de parar la tortura o los escuadrones de la muerte, como fue el caso de la de Morán Charquero o las del 14 de abril. Ese era el fundamento político, pero también estábamos llegando a un grado de enfrentamiento tal, que ese tipo de operaciones aparecían casi como inevitables. No sé si hoy lo veríamos así, si actualmente no lo buscaríamos de otra forma. Lo digo por el conocimiento que tengo de los que participamos en esas decisiones, puesto que yo participé en decisiones de matar a alguien. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 203.

Amodio: Bueno, ya nos enteramos que las acciones del 14 de abril respondieron a decisiones políticas, pero no dice quiénes las tomaron. Sus palabras llevan implícitas la aceptación de esas acciones, a las que otros momentos en que las calificó de tremendo error, pretendió adjudicarme la responsabilidad, sin tener en cuenta que Bardesio hizo sus declaraciones en momentos en que compartíamos celda en Punta Carretas.

Ni él ni la columna del interior tuvieron nada que ver ni con Morán Charquero ni con Otero. Estuvo sí en el grupo que pidió la ejecución de Rodolfo Leoncino.

Zabalza: …Otro hecho que fue muy discutido fue el de los cuatro soldados, el 18 de mayo de 1972. Esa operación fue fruto de una dinámica que venía de antes, de la dirección anterior, y que se mantuvo a pesar de que ya habían ingresado Raúl y el Ñato en el Ejecutivo. Un destacamento militar que venía estudiando esa operación la realizó, cuando yo pienso que no era el momento, ya sea por la situación postelectoral y la incidencia del Frente Amplio, como por las condiciones internas del MLN.

La causa debe encontrarse en la propia descentralización que existía en los aspectos militares. A veces te llevabas sorpresas, podías estar en la dirección y te enterabas que había ocurrido algo que cambiaba todo, como pasó el 18 de mayo. Fue cuando nosotros nos negamos a hacer una operación en Paysandú, tomando una decisión colectiva. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 203.

Amodio:  Vamos a ver. La acción del 18 de mayo se decidió antes del 9 de mayo y me la comunicó Sendic tras la discusión que Alicia y yo tuvimos con él y Marenales en el local de Pablo y Sofía. Según me dijera Sendic, era para intentar detener las torturas en los cuarteles del interior, siguiendo las recomendaciones de los militares de la 1815. La dirección anterior a la que Zabalza quiere hacer responsable de esa acción había sido defenestrada el 16 de marzo. Nunca, ninguna acción que no fuera de finanzas se realizó autónomamente por comando alguno.

La decisión correspondió a Sendic, Marenales y Engler, quienes en esos momentos integraban el Ejecutivo. Claro que las condiciones internas no lo permitían. Lo dice Carlos Liscano en Memorias de insurgencia: “… (el) atentado (que) intentó hacerse el 14, el 15, el 16 y no recuerdo cuántas veces, y siempre falló.” Los colaboradores nos cerraban sus puertas en las narices. Pero tampoco las externas, en momentos en que la opinión pública nos era totalmente contraria.

 

Aldrighi: -¿Cómo y por qué se produjo el retorno en marzo de 1972 de los dirigentes históricos a la dirección?

Zabalza:  Comenzaron a criticarse los errores, lo que se llamaba el “accionismo”. Eso trajo una discusión. Hubo un proyecto que proponía hacer un compás de espera después de las elecciones. Formarse, recomponer la organización a partir sobre todo de la salida de tantos compañeros de la cárcel. Se planteaba una reestructura porque había mucha gente enterrada y era necesario sacarla. Todo eso, según recuerdo, era la discusión en febrero.

Paralelamente el grupo del Estado Mayor seguía proponiendo más operaciones militares: la salida que veían era por ese lado. Hasta la acción del 18 de mayo estaba planteada. Seguían manifestándose por lo tanto diferencias políticas y también en la forma en que se entendía la disciplina. La corriente interna de la 15 impuso la concepción que se llamó “sancionismo”, creando un ambiente de intolerancia y desconfianza entre compañeros. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 203.

Amodio:  De las cosas que se entera uno leyendo a Zabalza. Fernández Huidobro, Sendic y la mayoría de los integrantes de las columnas del interior y del Collar, consideraban que las acciones de propaganda armada ya habían cumplido su ciclo. Era necesario pasar a un grado superior de lucha, elevar el nivel de los enfrentamientos. Por eso, porque calificaban a las acciones de propaganda armada como de acciones menores, se llamó a ese período de “accionismo”. Es cierto que al mismo tiempo se procesaron acciones de pertrechamiento de materiales varios, pero fue respondiendo a los múltiples planteos de los fugados, pese a la tregua decretada por las elecciones.

Decir que era el Comando General de Montevideo quien proponía las acciones es de una falsedad total. Yo integraba ese Comando General y renuncié a él, precisamente por oponerme a la puesta en marcha del plan del 72 y del segundo Frente. Finalmente tanto el Ejecutivo como el mismo Comando General transarán ante las presiones que desde varios sectores se ejercían y que tuvo su máxima expresión en la declaración de guerra a los ricos realizada por Sendic en enero de 1972.

Zabalza:   Después del Abuso, él Bebe planteó lo que pensaba y se fue a la base, a Paysandú. Lo cierto es que allí estábamos algunos compañeros de su confianza. Almiratti, yo, el Tito Grégori, De Lucía. Pero la estructura estaba en las mismas manos de la dirección anterior al Abuso. En el interior la centralizaban el “Enano” Marrero y el Tino Píriz Budes, que no la conocían.

Cierto día nos mandaron la orden de estudiar el puente sobre el Cuareim, en Quaraí, porque por ahí podían venir los tanques brasileños y había que tomar medidas defensivas. Hoy se sabe que el proyecto de invasión era real: pero no podías ir a pelear contra los tanques con escopeta, revólver o cuchillos. Como en la época de los indios. Recuerdo una reunión en lo del Coco, hermano de uno de los Iracundos, donde les decía: “estamos locos”. Porque te dabas cuenta que ese tipo de sueño militarista era totalmente irreal, impracticable. Allí nos opusimos a realizar el 18 de mayo la operación en La Lata. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 203.

Amodio:  Incluso para mentir es necesaria cierta categoría, al menos para intentar que la mentira pase desapercibida. Zabalza había sido detenido muy cerca del final de 1971, poco después de las elecciones y tras el abandono –por innecesario- del plan de contragolpe en unión del Partido Comunista y de los militares que seguían a Seregni.

La acción del puente del Cuareim, estaba integrada en dicho plan, y tal como le sucedió a Fernández Huidobro en el Collar, comprobó que las acciones eran de imposible cumplimiento. No había hombres, armas ni explosivos suficientes para una acción de esa envergadura. Como estaba preso, no participó en la reunión del 16 de marzo de 1972, en la que Fernández Huidobro, Sendic y sus secuaces culminan su actividad de acoso y derribo del Ejecutivo, de lo que estaba absolutamente al tanto, tal como lo ha confirmado en varios escritos y especialmente en las confidencias a Hugo Fontana para La piel del otro.

A partir del 16 de marzo, se ponen en marcha los planes del 72 y del Segundo Frente. Zabalza pasa a integrarse al grupo al que hace referencia, el 13 de abril de 1972, el mismo día de la segunda fuga. En esos momentos el Ejecutivo lo forman Candán, Rosencof, Fernández Huidobro y Marenales. Sendic ya está en el interior, poniendo en marcha el segundo frente, tras la declaración de guerra.

Las condiciones en que el segundo frente se pone en marcha son iguales a las que Zabalza califica como “de la época de los indios” y se pretende llevar la guerra al interior del país y “tirarle a todo lo verde” con escopetas y revólveres. ¡Cómo sería de disparatada la acción de La Lata cuando el mismo Zabalza la calificó de impracticable! Tener en cuenta que ya estábamos en el mes de mayo, cuando las caídas se producían a diario por docenas. Lo que Zabalza no nos explica es si intentó convencer a Sendic de que todo el segundo frente era impracticable.

Como ejemplo de la desmesura con que se intentó magnificar el segundo frente, transcribo palabras de Aníbal de Lucía y publicadas por Haberkorn: “El aeropuerto de Paysandú lo tomé yo. Había un milico, su mujer y su nenita, solos en el medio del campo. El otro milico de la guardia se había ido al estadio porque esa noche jugaban Salto y Paysandú. El pueblo estaba vacío. Esa fue la gran toma del aeropuerto de Paysandú. ¡Ahí declaramos la guerra!”.

 

Aldrighi: -El encuadre de los fugados ¿por quién fue decidido?

Zabalza:  Fue una decisión nuestra. Salimos de la cárcel con ella. Manera y Marenales irían a la columna logística: el Ñato, el Beto Falero y Leonel Martínez Platero para el Collar; él Bebe, J. J. Domínguez y yo para el interior.

Respecto de la dirección post-Almería, te diré que soy muy amigo de Nepo Wassen. Lo quiero muchísimo. Vendíamos libros juntos, y también del alemán Engler, de Manuel Menéndez. Pero pienso que si a mí me hubiera tocado, con la poca experiencia política que tenía, hacerme cargo de la lucha armada en el Uruguay me hubiera resultado difícil. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 204.

Amodio:  Zabalza reconoce de forma expresa que la integración fuera de los organismos de dirección de Sendic y de Fernández Huidobro fue una decisión de ellos y no una decisión del Ejecutivo del MLN como se ha afirmado en varias publicaciones.

Lo que me causa extrañeza es que esta entrevista fue publicada en 2001, y Wassen falleció en 1984, diecisiete años antes. Sin embargo, Zabalza se refiere a él en tiempo presente: “te diré que soy muy amigo de Nepo Wassen. Lo quiero muchísimo”. ¿Un lapsus mental? ¿Un olvido deliberado, para reivindicar la memoria de quien fuera en vida poco menos que el prototipo del ferretero militarista? ¿Olvidó la gente del interior, Zabalza especialmente, la campaña interna contra la columna 15, en su momento personificada en el mismo Wassen? No tengo la respuesta.

Aldrighi: -¿No dependió quizás de que internamente existía una sobrevaloración de las posibilidades de incidencia del MLN en el panorama político?

Zabalza: …La carta famosa de los presos decía eso. Pero para llegar a la huelga general de junio de 1973. Tendríamos que haber cambiado toda la forma de hacer política. No podíamos seguir haciéndola desde un aparatito armado. Mientras además nos estaban cazando como a los indios. No éramos conscientes de la debilidad que teníamos. No es lo mismo atacar una patrulla de soldados que asaltar un banco. Éramos buenos asaltantes de bancos, como decía Marenales. La izquierda armada, Ediciones Trilce, pág. 205.

Amodio:   Cuanto más se profundice en el análisis del proceso de deterioro del MLN gestado a partir de setiembre de 1971, más claramente se podrá comprobar la estupidez de los planes que pretendían elevar el nivel de los enfrentamientos. Cuando en 2013 le dije a Gabriel Pereyra que el pretendido potencial del MLN no era tal, se me dijo que era una afirmación disparatada. Hoy se sabe que mis palabras reflejaban la realidad, y por tanto hacen aflorar las razones de tantas acusaciones falsas hacia mí.

 

(nota de Amodio ) : A partir de esta parte de la entrega les hago llegar las declaraciones de Zabalza que aparecen en la publicación de la Izquierda armada en el año 2016. No aparecen en la anteriores ediciones. Las entrevistas para todas las ediciones fueron realizadas en Montevideo, en 1998.

Aldrighi: ¿Cuántos años tenía cuando comenzó a apoyar políticamente al MLN y cuando comenzó a militar activamente en él?

Zabalza:   A los veintidós años, en 1966, comencé a militar a nivel estudiantil en el Comité de Movilizaciones de la FEUU. Formaba parte, en el Centro de Estudiantes de Derecho y de Notariado, de una agrupación estudiantil que apoyaba ideológicamente —porque no tenía vinculación orgánica— la lucha armada en América Latina. En 1966 el MLN todavía no había adquirido un protagonismo como el que tuvo después. En 1967 fui a entrenarme a Cuba, con la intención de ir a Bolivia con el Che. Volví en 1968 y me integré al MLN.

Amodio:   En 1966 el MLN no existía. Genéricamente, éramos “tupamaros”. Zabalza y otros han mencionado con frecuencia la intención de participar en la guerrilla en Bolivia, intento realizado en 1967 y frustrado rápidamente. De ser cierta esa afirmación, revelaría la improvisación y aventurerismo con que dicho intento se gestó, tanto por parte de los interesados en incorporarse como por parte de los organizadores. En este mismo libro, una de las que realizó el viaje a Cuba por esos mismos años, Jessie Macchi, califica ese período como de “turismo revolucionario”. Es el mismo criterio voluntarista que se instala en el MLN, impulsado por Sendic y sus seguidores con que se emprenderá el plan Tatú.

Zabalza:   La posibilidad de ir a Cuba surgió en una forma un poco casual. Cuando se realizó en 1967 la conferencia de “gorilas”, participamos mucho en la lucha estudiantil. Hubo una serie de movilizaciones con ocupación de la Universidad. En esa oportunidad hasta hicimos una tentativa de salir por un túnel, por debajo de lo que era en aquel entonces la Biblioteca de Ciencias Económicas, para desembocar en el IAVA. Antes de haberlo logrado se desocupó la Universidad.

En el túnel trabajamos algunos “chinos” del MIR, los “trotskos” del POR y los “anarcos”, los de Bellas Artes y los que estábamos en la FAU. El movimiento estudiantil mostraba un alto grado de partidización, no existían independientes en aquella época. Los “radicales” de aquel entonces no queríamos transar sino buscar una salida por nuestro lado, ya fuera mediante el túnel o arremetiendo en estampida por los portones de 18 de Julio.

La desocupación del edificio de la Universidad se realizó mediante acuerdo con las autoridades universitarias, la FEUU y el Ministerio del Interior. El túnel llegó hasta la vereda de Guayabo y quedó como testimonio de la diferencia de concepciones en el movimiento estudiantil.

Pocos días después, uno de los anarcos, muy compinche conmigo, fue a ver películas cubanas en la sede del MRO de la calle Minas. Terminadas las películas se quedó charlando con el secretario de la Juventud del MRO en la cantina, quien luego de varias grapas le secretea al oído que el Che está en Bolivia y lo invita a anotarse para ir a pelear con él. Mi compinche le dijo que sí de inmediato y que conocía otro loco igual que él que seguramente estaba dispuesto a ir a Bolivia. El loco era yo. A las tres de la mañana llegó a mi casa y salí para Bolivia; a los quince días estaba en Europa y a los veinte en Cuba, donde permanecí hasta setiembre de 1968.

 

Amodio:   Las palabras de Zabalza no hacen más que confirmar la condición de aventurerismo con que dicho intento fue gestado. Seguramente una excursión de fin de semana para pasar unos días en alguna playa cercana a Montevideo se habría encarado con mayor esmero.

Héctor Amodio Pérez

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