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LA FEDERACIÓN ANARQUISTA URUGUAYA (7)

Por Guillermo Reigosa Pérez

 

Guillermo Reigosa Pérez- 16 de noviembre de 2010

 

 

La reconstrucción del PVP (1977-1978)

 

 

Europa y la Conferencia Extraordinaria de París de 1977

 

Con todo en contra, barrido del mapa político por el Cóndor, y con prácticamente todos sus líderes desparecidos, el PVP fue capaz, en pocos meses, de reorganizar sus fuerzas y renacer como proyecto político. Esta reorganización se hará desde Europa, a partir de los militantes allí refugiados, la mayoría de ellos supervivientes del drama argentino.

En Europa existía desde hacía años una importante colonia uruguaya, que comenzara a formarse tras el Golpe de Estado de Junio de 1973. No obstante, los activistas del PVP, replegados hacia Argentina, fueron bastante escasos hasta la oleada de exiliados generada por la instauración de la dictadura argentina en junio de 1976. Entre las excepciones, Hugo Cores, que llegara a Francia tras ser expulsado de Argentina en diciembre de 1975, su compañera Mariela Salaberry, llegada poco después, o Lilian Celiberti y su marido Hugo Casariego, asilados en Milán desde mayo de 1974, tras la salida de ella del Penal de Punta Rieles.

En el exilio europeo, las gentes del PVP centrarán su actividad en la lucha por los derechos humanos, una lucha iniciada muy pronto, antes ya de la “cacería” del Cóndor.

En esta primera etapa, los esfuerzos se volcaran en la denuncia de la situación en el Uruguay, con las torturas y los presos políticos, destacando la estrecha colaboración en este sentido entre Hugo Cores y el líder blanco Wilson Ferreira. Fue buen ejemplo de esta lucha el testimonio prestado por Hugo Cores en las sesiones del Tribunal Russell II en Roma, en enero de 1976; el Tribunal Russell II se constituyera en 1973 a iniciativa del profesor italiano Lelio Basso para investigar las violaciones de los derechos humanos en Latinoamérica; su modelo fue el Tribunal Russell, llamado también Tribunal Russell-Sartre, en homenaje a sus promotores, los filósofos Bertrand Russell y Jean-Paul Sartre, o Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra, un organismo público creado en 1966 para investigar la actuación de USA en el SE asiático e integrado por personalidades de reconocida trayectoria en el plano humanitario o social, muchos de ellos galardonados con el Premio Nobel u otras distinciones de prestigio.

Las primeras noticias claras sobre el terrible plan represivo lanzado contra el PVP en Argentina no comenzaron a llegar al exilio europeo hasta el mes de julio, y lo hicieron sobre todo gracias a las llamadas de Rubén “Pepe” Prieto a Hugo Cores. La llegada de Mauricio Gatti a finales del mismo mes vino a confirmar los peores augurios.

Ante la dramática situación de sus compañeros, Cores comenzó a organizar la denuncia internacional y la presencia en Buenos Aires de las organizaciones de derechos humanos; se sitúa en este esfuerzo la misión de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas, AIJD, vinculada al PCF, Partido Comunista Francés, o la misión del Movimiento Internacional de Juristas Católicos, de Jean Louis Weill, y la FIDH, Federación Internacional de Derechos del Hombre, que llegó a Argentina a mediados de junio para informarse de la situación de los refugiados uruguayos y de Gatti en particular, cuya vida era por aquellas fechas objeto del chantaje de los militares.

El exilio pudo habilitar canales de comunicación e información vedados a los familiares y compañeros radicados en Uruguay, permitiendo que algunos de los hechos o ciertas denuncias adquirieran gran notoriedad internacional. En este sentido destacaron dos:

-Los testimonios de dos de los sobrevivientes de los centros clandestinos de reclusión de Buenos aires y Montevideo: Washington Pérez y Enrique Rodríguez Larreta, ambos refugiados en Europa y ambos secuestrados en Buenos Aires y conocedores de la suerte de algunos de sus compatriotas. En agosto del 76, Washington Pérez informó al mundo a través de la prensa europea y de organismos internacionales, como era y, sobre la coordinación represiva platense, mostrando la foto que habían tomado a G. Gatti en “Automóviles Orletti” los militares que lo habían secuestrado, como prueba de vida para la obtención del rescate exigido. El esfuerzo iniciado con Washington Pérez, continuó a partir de diciembre con el periodista Enrique Rodríguez Larreta, liberado tras ser detenido cuando gestionaba la libertad de su hijo, el militante del PVP Enrique Rodríguez Martínez Larreta, que recorrió numerosos países para confirmar las terribles noticias adelantadas por Rubén Prieto, Mauricio Gatti y Washington Pérez. Con Pérez y Larreta el mundo asistía, por primera vez, al testimonio directo de una víctima del Plan Cóndor.

-El caso de la maestra Elena Quinteros, activista del PVP secuestrada el 28 de junio del 76 en los jardines de la Embajada de Venezuela en Montevideo por miembros de las FFAA, operación que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países. Su madre, Mª Almeida de Quinteros, “Tota”, refugiada en Suecia, inició en marzo de 1977 una intensa campaña de denuncia en la que recorrió todos los foros internacionales y que le ocupará el resto de su vida, convirtiéndose en todo un símbolo de esa lucha.

A destacar por otro lado el apoyo de los “comités de solidaridad”, integrados por miles de ciudadanos europeos y refugiados latinoamericanos, o el de los trotskistas franceses (la LCR, Liga Comunista revolucionaria, de Bensud y Pierre Frank, la Lutte Ovriere o la OCI, Organización Comunista Internacionalista, de Pierre Lambert), muy solidarios con los exiliados políticos de Latinoamérica en general y con los del PVP en particular, a quienes ayudaron cuando la falta de recursos se hizo más perentoria, con contribuciones económicas, cesión de locales…

Las organizaciones de derechos humanos tuvieron que comenzar a asimilar y tipificar el delito de las desapariciones masivas de personas de la represión argentina, que hasta entonces no existía. Las denuncias se vieron confirmadas a lo largo de los años por otros testimonios declarados ante magistrados u organismos de derechos humanos por otras víctimas que iban recobrando la libertad o por subalternos del aparto represivo.

Como ya dijimos, a lo largo del segundo semestre de 1976 y de 1977 la colonia uruguaya asentada en Europa experimentó un notable crecimiento con la llegada de muchos refugiados que huían de la dictadura argentina, muchos de ellos militantes del PVP que lograran escapar del exterminio del Cóndor y que confirmaron con su testimonio la magnitud del desastre. Ante esta situación, un pequeño grupo de militantes nucleado en torno a Hugo Cores e integrado, entre otros, por Lilian Celiberti, Gerónimo de Sierra y Rubén “Pepe” Prieto, se volcaron en la reorganización del partido, haciendo un llamamiento a la militancia del PVP con vistas a la celebración de una conferencia extraordinaria, la I Conferencia Nacional del PVP, a celebrar en noviembre de 1977.

Respondiendo a la convocatoria de la conferencia, y desde los más variados rincones del mundo, fueron llegando a París los militantes del PVP: al núcleo de Francia, con Hugo Cores, Mariela Salaberry, Gustavo Schroeder, Eduardo Pin o Mauricio Gatti, por sólo citar algunos, se sumaron activistas procedentes de docenas de países y más de una treintena de ciudades y pueblos; la mayoría llegaron desde Italia, como Lilian Celiberti; desde España, como Juan Ángel Urruzola, procedente del FER-FRT, o Miguel Fernández de Galeano; desde Suecia, como Luís Alberto Presno o Universindo Rodríguez, militante del FEUU refugiado en el país escandinavo desde que huyera de Argentina en el 77; o desde Suiza, como Alberto Pérez Iriarte, otro joven del FER-FRT, pero también lo hicieron, aunque en menor número, desde Bélgica, Austria, Venezuela, México, Nicaragua…

Ante la inexistencia de una dirección formal, barrida por la represión, se creó una Comisión Especial de Emergencia como órgano provisorio de 21 miembros. La I Conferencia Nacional del PVP, llamada también “Conferencia Extraordinaria de París de 1977”, se celebró en un local situado a unos 30 kilómetros de la capital francesa y vino a culminar el proceso de autocritica del PVP, con un “doloroso cuestionamiento de las decisiones adoptadas por los compañeros que acababan de pagar con su vida” la defensa de sus ideas (Hugo Cores).

Una de las principales críticas, impulsada por Hugo Cores, fue la referida al carácter excesivamente corporativo y clandestino del partido nacido en Buenos Aires, interpretado como una de las causas fundamentales del desmoronamiento de la organización ante la ofensiva del Plan Cóndor y vinculado a una también reprobada sobreestimación de las fuerzas propia.

Eran errores estratégico-conceptuales que, a juicio de los reunidos, habrían empujado a la organización, absorbida por lo interno, a una renuncia inconsciente de una política de alianzas plena, tanto respecto a los otros grupos uruguayos del exilio, con los que no se habrían hecho todos los esfuerzos de confluencia necesarios, como en lo referente a los sectores populares argentinos. Todo ello habría conducido a una situación de aislamiento ante la sociedad de acogida y ante el exilo, una situación de desamparo, de absoluta indefensión, sin redes de apoyo a las que acudir ante el Golpe de Estado y la acometida de la represión.

Esta crítica a la línea estratégica adoptada en Buenos Aires se ligaba en cierto modo al otro gran punto tratado en la Conferencia, el del abandono definitivo del legado anarquista, puesto que se asumía que el partido, lastrado por sus raíces, se había volcado en la campaña de aparición pública, gestada desde la inclinación libertaria hacia la acción directa, en vez de aprovechar las relaciones que existían con Zelmar Michellini, Erro o los GAU  para apostar con convicción por una alianza opositora fuerte.

La nueva línea que se pretendía dar al partido, orientada a una mayor colaboración con las otras fuerzas del exilio, ya se ensayara, unos meses antes de su reorganización en París, en julio de 1977, cuando Hugo Cores, en ausencia de organicidad y acompañado de Gerónimo de Sierra, participó como representante del PVP en la redacción y firma del “Acuerdo de México”. Los impulsores del acuerdo, el periodista Federico Fasano Mertens, hoy propietario y director del diario La República, y Hugo Cores, aprovecharon la coincidencia en Ciudad de México de varios legisladores uruguayos del exilio (el senador Enrique Erro, llegado de París, el diputado José Díaz, procedente de España, el senador Enrique Rodríguez…), llegados para asistir a la III Conferencia Interparlamentaria de Europa y Latinoamérica, parar promover las negociaciones, desarrolladas en la casa de Fasano, en Colonia Polanco.

Aunque algunos de los reunidos, como Erro o el mismo Fasano, apostaban por la creación de una nueva organización de izquierdas que sustituyese al FA, la mayoría, encabezada por Cores y Enrique Rodríguez, se opuso, alcanzándose el compromiso de armonizar la continuidad del FA con un llamado a unir fuerzas, sin exclusiones, en la lucha contra la dictadura, el Frente Grande o Frente Antidictatorial que debía unir a frentistas, colorados y blancos.

Además de por Cores, el pacto fue suscrito por Enrique Rodríguez, del PCU, por José Díaz, del PSU, por Enrique Erro, de Patria Grande, y por tres independientes exiliados en México, el propio Fasano, el filósofo y profesor universitario Mario H. Otero y el ingeniero Santos Arbiza Aguirre, decano de la Facultad de Agronomía hasta 1976, cuando huyó del país. Para el PVP, el “Acuerdo de México” marcó una visión de las alianzas distinta a la de 1975, con el FNR, que se planteara como una alianza pero sometida a la dirección del partido, una visión distinta que será refrendada en la Conferencia de París.

El otro gran punto a destacar de la Conferencia de París fue la asunción, ya sin pudor de ningún tipo, abiertamente, del marxismo, aprobándose una interpretación de la evolución ideológica de la FAU-PVP que admitía que “la búsqueda de la síntesis teórica entre anarquismo y marxismo se desplazó en el tiempo… a un segundo momento donde se reconocía más o menos explícitamente que en lo fundamental era del marxismo de donde surgían los aportes teóricos concretos para elaborar una teoría revolucionaria del Uruguay”.

El ideario anarquista ya sólo era reconocido en sus lejanos orígenes, siendo definitivamente descartado como fuente de inspiración doctrinal. Eso sí, el marxismo del PVP era un marxismo revolucionario, un marxismo que “debía estar en crisis y desarrollo permanente”, como “tarea creativa” ligada a la práctica revolucionaria, no como la aplicación mecánica de una supuesta ortodoxia, rechazando el proceso de burocratización de la URSS y advirtiéndose explícitamente de los peligros del dogmatismo de algunos esquemas marxistas-leninistas.

Tras las definiciones asumidas por el PVP, algunos militantes, los menos, se alejaron. En la misma línea, otros lo harían años después, argumentando ya no la asunción del marxismo, pero sí una supuesta e “injustificada aversión hacia el anarquismo de sus orígenes”.

La Conferencia eligió a Hugo Cores como su Secretario General. De París surgió una dirección equilibrada, con tres históricos veteranos de la FAU, Cores, Mauricio Gatti y Rubén “Pepe” Prieto”, y tres representantes del 68 uruguayo, tres dirigentes surgidos del movimiento estudiantil, Lilian Celiberti, formada en la ROE, Gerónimo de Sierra y Miguel Fernández Galeano, procedente del  FER-FRT.

Aunque integrado en la dirección, el papel de Mauricio Gatti en el PVP surgido de París fue mucho menor del que cabría esperar dado su bagaje anterior. Gatti nunca se recuperó de lo vivido en Argentina. La alegría por la reaparición de su mujer, Sara Méndez, mostrada públicamente en la farsa del “Chalet Susi”, el 26 de octubre del año anterior, no fue suficiente para superar las pérdidas de su propio hijo recién nacido, Simón, desaparecido durante tantos años, y de los compañeros de militancia, no pocos de ellos grandes amigos y familiares directos, como su hermano Gerardo o su sobrina María Emilia Islas Gatti, con su esposo Jorge Zaffaroni y su hija Mariana. Mauricio estuvo presente en el acto que marcó el relanzamiento del PVP en el París de 1977, pero su participación fue muy tangencial y ya no asumió nunca el papel protagónico que durante tantos años tuviera dentro de la organización.

Una vez reorganizado, el partido mantuvo una actividad organizativa centrada en la denuncia de los terribles hechos ocurridos en Argentina, reclamando la amnistía, impulsando la denuncia internacional de los desaparecidos y de los crímenes de la dictadura y organizando actividades de sensibilización de la opinión pública, con actos, conferencias, huelgas de hambre… Con el sindicalismo totalmente controlado y la lucha armada derrotada, el PVP y otras organizaciones del exilio, como el MLN, encontraron su centro en la denuncia de la violación de los derechos humanos. La ardua labor del partido en este tema culminó con su papel protagónico en la constitución de la SIJAU, Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía en el Uruguay, y la AFUD Agrupación de Familiares de Uruguayos Desaparecidos.

La SIJAU se creó en 1976 con el impulso del PVP y la participación de abogados de notorio prestigio y nacionalidades diversas, con juristas sobre todo de Uruguay, como Edgardo Carvalho, Mª Elena Martínez, Alejandro Turcio o los hermanos Dell`Acqua, y de Francia, como Jean Louis-Weill, Guy Aurenche, Robert Goldman, Philippe Texeier o Louis Joinet, pero también de Argentina, como Hipólito Solari Yrigoyen o Leandro Despouy, o de Chile, como Juan Saavedra.

Los jóvenes abogados Jean Louis Weill y Leandro Despouy, dos de los principales artífices del SIJAU, ya eran dos viejos conocidos del PVP: el primero jugara un papel crucial en la regularización de la situación de Hugo Cores tras su secuestro de abril de 1975 y en la concesión de su asilo político en Francia; el segundo comenzara a defender a los perseguidos del PVP muy pronto, en mayo del 74, cuando se convirtiera en abogado de los detenidos en la reunión de la “Comisión 19 de Abril”, trabajando dos años después también en el caso Cores. El SIJAU fue una organización pionera en enmarcar la lucha contra el régimen uruguayo en el lenguaje y los métodos del derecho. Durante los siguientes años, el SIJAU organizó conferencias internacionales y misiones internacionales de gran transcendencia, publicó atinados boletines informativos y exhorto a parlamentarios y políticos de todo el mundo a aunar esfuerzos para presionar y aislar a la dictadura uruguaya. También interpuso denuncias y trabajó en estrecha colaboración con miembros de los Colegios de Abogados de no pocos países y con la CMI, Comisión Internacional de Juristas, una ONG ecuménica con sede en Ginebra que le proporcionó considerables recursos financieros. La SIJAU comenzó su andadura con un pequeño local en París llevado por Mª Mercedes Salaberry “Pila”, hermana de Mariela Salaberry y como ella militante del PVP.

Creada en octubre de 1978 en París, la AFUDE agrupó fundamentalmente a familiares de desaparecidos uruguayos que estaban exiliados en Francia, Suecia, Austria y Holanda y fue en gran parte un logro del PVP, aunque también incluyó a gentes ligadas a los GAU, el MLN o el PCU. Fue la primera organización de familiares de desaparecidos, añadiéndosele al año siguiente el grupo Madres de Uruguayos Desaparecidos en Argentina, integrada en su mayor parte por mujeres radicadas en Uruguay, madres de jóvenes secuestrados en Buenos Aires, y ya en 1983 la Asociación Familiares de Desaparecidos en Uruguay, militantes en su mayoría del PCU.

Los miembros de la AFUDE se organizaron en sus países de asilo para denunciar la situación de sus familiares desaparecidos ante los gobiernos, ante los organismos internacionales de derechos humanos, tanto de la ONU como de la OEA, y ante la opinión pública internacional. En la presentación de estas denuncias cumplió un rol fundamental el SIJAU. Tota adquirió un papel protagónico dentro de la asociación, recorriendo en su nombre múltiples organismos internacionales, donde denunció la situación de los desparecidos uruguayos, y convirtiéndose en portaestandarte de la causa en el exterior, pues representaba en lo personal un caso que se volvía emblemático por sus repercusiones internacionales, el de su propia hija.

 

Brasil y el retorno a la región

 

La Conferencia de París resolviera también organizar el retorno del partido a la región para poder relanzar la lucha directa contra la dictadura. Para este retorno, el PVP eligió Brasil, y lo hizo en base a dos argumentos fundamentales: su cercanía al Uruguay, con el que hace frontera a través del Estado de Rio Grande do Sul, y su favorable coyuntura, con la plena vigencia de la “política de apertura y distensión”, que incluía el fin de la censura de la prensa escrita, algo muy importante para el PVP, que tenía la reedición del periódico “Compañero” como uno de los ejes centrales del relanzamiento de la resistencia en el Uruguay; el cambio en el discurso llegado desde Washington tras la investidura del presidente Jimmy Carter, que exigía una mayor mesura en la actuación represiva, y sobre todo, el creciente descontento social del país, cansado de la violencia represiva de los “Años de Plomo”, y golpeado por un fin del “Milagro Económico” acelerado por la “Crisis del Petróleo” y el estancamiento económico, llevaron al General Ernesto Geisel, el 4º Presidente del régimen militar, a la búsqueda de una fachada más democrática para la dictadura; es en este contexto de relegitimación del régimen donde se debe situar el plan de “distensión política”, un plan que pretendía reducir la tensión sociopolítica con unos mayores, aunque siempre controlados, niveles  de participación política; era un programa que partía de la teoría del General Golbery del Couto, un oficial de la inteligencia militar que se opusiera siempre a la línea dura y que en 1966 publicara “Geopolítica del Brasil”, una obra que defendía que la represión ilimitada, en la búsqueda de una seguridad absoluta, llevaría en última instancia al debilitamiento de la seguridad nacional pretendida”.

En consecuencia con las críticas al aislamiento del PVP en la Argentina, se decidió que el establecimiento del núcleo brasileño se haría desde posiciones lo menos clandestinas posibles y desde una política de alianzas y contactos, tanto con grupos progresistas del mismo Brasil como con las otras fuerzas uruguayas del exilio.

Por ello, aunque la entrada en el país debió hacerse desde la clandestinidad, el grupo hizo un considerable esfuerzo por no repetir el “error” de Argentina y en este sentido, por actuar dentro de la legalidad: los militantes entraban al país con documentación falsa, pero una vez allí asumían por lo general su verdadera identidad.  Por lo que respecta al contacto con sectores progresistas del país de acogida, el partido buscó desde el principio su acercamiento hacia la oposición democrática brasileña, comenzando a vincularse con gentes del periodismo, como Luis Claudio Cunha, jefe de la revista “Veja” en Rio Grande do Sul; con cuadros sindicales, como Olivio Dutra, Presidente del Sindicato dos Bancarios y cofundador, en 1980, y primer Presidente del PT, Partido dos Trabalhadores; o con colectivos democráticos de la iglesia, como CLAMOR, Comité Latino Americano pela Amnistía, asociación ligada a la Archidiócesis de Sao Paulo.

A Brasil se desplazaron entre otros Hugo Cores, Mariela Salaberry, Lilian Celiberti, Universindo Rodríguez, Ofelia Montserrat, Eduardo Pin, Luís Romero, que representaría a la CNT en el país carioca, o Herman Stefenn. Los primeros en llegar fueron Stefenn y Salaberry, que llegaron a Rio de Janeiro a finales de febrero de 1978; Hugo Cores, el Secretario General, se les sumó en marzo. Los otros militantes fueron llegando en los meses siguientes. En mayo, el grupo de Rio, encabezado por Hugo Cores, se trasladó a Sao Paulo, la principal ciudad del país, donde se consolidaría el primer núcleo del PVP en Brasil.

En Brasil, el PVP estableció dos núcleos: el de Sao Paulo, y otro en Porto alegre, la capital del Estado de Rio Grande do Sul, elegido por hacer frontera con el norte de Uruguay. Este grupo se formó en julio-agosto de 1978 entorno a Lilian Celiberti y Universindo Rodríguez, que se instalaron en un apartamento del Barrio Menino Deus, en la calle Botafogo.

Esta estructura del PVP en Brasil se reforzó con compañeros procedentes de Argentina que quedaran aislados tras el exterminio del 76, en la clandestinidad, como Milton Romani, Mónica Parada, Mª Selva Echagüe, Luis Puig o Alberto Correa, y poco a poco, con otros militantes procedentes de Uruguay, fundamentalmente activistas de la ROE que fueran detenidos tras el golpe del 73 y que ahora comenzaban a salir de prisión, como Pablo Anzalone, Raúl Oliveira, Carlos Coitiño o Yamandú González

Desde Brasil el PVP trató de reimplantar su presencia entre los trabajadores y los sectores más activos del pueblo uruguayo. Una vez restablecido el contacto con los compañeros de Montevideo, comenzaron a organizarse pequeños grupos de trabajo en el interior. Por cuestiones de seguridad, las reuniones del núcleo brasileño con los militantes del interior se realizaban siempre en territorio carioca, fuera en localidades cercanas a la frontera, como Bagé o Santana do Livramento, fuera en el área de Porto Alegre, en la misma capital o en ciudades próximas, como  Nuevo Hamburgo o Santa Mª.

El objetivo inmediato del PVP era reanudar la edición del periódico “Compañero”, entendida como la mejor forma de volver a vincularse con el Uruguay y con sus bases. Así, nada más arribar a Brasil, se pusieron a trabajar para ello. Ya durante su breve estadía en Rio de Janeiro, Herman Steffen, encargado de la dirección técnica del proyecto, logró armar un laboratorio de impresión en el baño del apartamento de Cores y Salaberry. Finalmente, en mayo de 1978, pocas semanas después de establecerse en Brasil, el PVP pudo reanudar la edición de “Compañero”, iniciando una 2ª etapa que se extendería hasta 1984 e incluyó 32 números. Comenzó como una publicación modesta, de 4 o 5 páginas, y de periodicidad irregular, pretendidamente bimensual. Sus responsables en esta etapa fueron Rubén Prieto y Gerónimo de Sierra.

Desde el núcleo de Porto Alegre, “Compañero” empezó a introducirse clandestinamente en Uruguay donde gracias a un pequeño grupo de activistas comenzó a distribuirse en fábricas y sindicatos. Los puestos fronterizos más usados por los activistas para introducir el periódico, eran los de Chuí/Chuy, Santana do Livramento/Rivera y Quarai/Artigas.

Entre finales de octubre y comienzos de noviembre del 78, el proceso de reorganización del PVP y sus planes de reactivación en el Uruguay sufrieron un duro golpe con la caída del grupo de Montevideo encargado de la distribución de “Compañero”. La irrupción del periódico alertara a las Fuerzas Conjuntas sobre la reaparición del PVP y sus indagaciones acabaron con la detención de este equipo, integrado por Herman Steffen, Carlos Amado Castro Acosta, Luis Alonso, Rosario Pequito Machado, Marlene Chuquelt, Rony Steffan, Carmen Aguirre y Ana Salvo.

El desmantelamiento de este grupo tuvo para el partido implicaciones aún más graves, puesto que arrastró al núcleo de Porto Alegre: las torturas dieron sus frutos y quebraron la voluntad de algunos de los detenidos, permitiendo ubicar el domicilio de Lilian Celiberti y Universindo Rodríguez y dando paso a la “Operación Zapato Roto”, un nuevo operativo del Plan Cóndor, ahora en territorio brasileño.

A pesar de la “política de apertura y distensión”, en Brasil la “guerra sucia”, aunque cada vez más selectiva y clandestina, no había desparecido totalmente. La acción contó así con la autorización del Estado Mayor del II Cuerpo de Ejército de Brasil y fue ejecutada por un comando conjunto integrado por efectivos de la DOPS, Direçao de Ordem Política e Social, brasileña, y de la Compañía de Contrainformación Uruguaya.

El escuadrón del Cóndor se puso en marcha el 12 de noviembre de 1978 bajo el mando del Capitán brasileño Eduardo Ferroy el Mayor uruguayo Glauco Yanone, secuestrando a Lilian Celiberti en la mañana de aquel domingo, en la terminal del ómnibus de Porto Alegre, ante decenas de testigos; pocas horas después, los militares capturaban a sus dos hijos, Camilo, de 7 años, y Francesca, de 3, y a Universindo Rodríguez cuando salían del piso de Botafogo donde vivían. Al día siguiente, los retenidos fueron traslados clandestinamente al Uruguay a través de la frontera de Chuy. La operación, que tenía como objetivo último el desmantelamiento del PVP en Brasil y la captura de su Secretario General, Hugo Cores, se frustró gracias a los mecanismos de seguridad y compartimentación de la organización, que esta vez sí funcionaron, y gracias a los contactos establecidos en el país carioca, que permitieron hacer públicos los hechos.

Las conversaciones telefónicas mantenidas entre Celiberti y sus compañeros tras la detención de la primera, obligada a concertar una cita con otros “subversivos” del PVP, permitieron a la activista transmitir un mensaje cifrado que advertía a éstos de su verdadera situación; así, la “ratonera” preparada por los militares en la vivienda de Botafogo fue aprovechada por el PVP para denunciar ante el mundo el secuestro de sus compañeros y la coordinación represiva en el Cono Sur; quien llegó al piso de Celiberti aquel 17 de noviembre no fueron, como esperaban los militares, unos activistas del PVP víctimas del engaño urdido por los represores, sino que fueron dos periodistas de la prensa brasileña convocados por una llamada de Hugo Cores: Luiz Claudio Cunha, de la revista “Veja”, y Joao Batista Scalco, de la revista “Placard”.

El levantamiento de la censura informativa permitió una amplia cobertura de los hechos. El abogado Omar Ferri, de la progresista OAB, Ordem dos Advogados do Brasil, fue contactado por la periodista Jan Rocha, vinculada a CLAMOR, y comenzó a organizar la denuncia de lo ocurrido. Brasil no era la Argentina del 76, donde diariamente se veían operativos por la calle, y el secuestro acabó convertido en un escándalo nacional que traspasó las fronteras del país y evitó el más que probable asesinato y desaparición de los activistas, que tuvieron que ser regularizados, o la también previsible sustracción de los niños, entregados el día 25 a sus abuelos maternos.

Tras el secuestro, el partido decide “enfriar” la situación de su líder, Cores, trasladando su domicilio en Sao Paulo y enviándolo a una gira de denuncia por el continente prolongada por varios meses. Durante esta gira, el Secretario General del PVP visitó, entre otros países, Bolivia, donde se reunió con la dirección de la COB, Confederación Obrera Boliviana, y donde realizó diversas declaraciones ante la prensa escrita, Venezuela, país en el que fue entrevistado por el Canal 2 de TV y diversos periódicos, Perú, donde fue recibido por Armando Villanueva, el líder del APRA, Alianza Popular Revolucionaria de América, México o Francia.

Por otro lado, de acuerdo a la línea política trazada en la Conferencia de París y consciente de la imposibilidad de realizar una política de masas al margen del FA, en 1980 el PVP culminaba su acercamiento a la coalición izquierdista, ingresando formalmente en la misma. Su ingreso en el Plenario Nacional, el máximo órgano permanente del FA, se retrasaría en cambio hasta abril de 1984.

Durante el exilio brasileño, el PVP organizó dos conferencias nacionales, una en 1979 y la otra en 1981

 

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