26.MAR.22 | PostaPorteña 2274

¿Quién da de comer a quién?

Por ASTARITA

 

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, ayer declaró: “Hoy hay que pensar para qué llegamos al gobierno en 2019… Es para darle de comer a la gente…”, Página 12aquí.

 

Rolando Astarita 25 marzo 2022

 

Claramente, es una mentira. Ningún gobierno le da de comer a la población. Por el contrario, es la clase obrera, con su trabajo, la que da de comer a los capitalistas y a los gobiernos, incluidos los gobernadores, intendentes, ministros, y todo tipo de funcionarios del Estado.

Más aún, cuando un desocupado recibe una subvención del Estado, recibe valor generado por obreros explotados por el capital. El valor generado por los obreros productivos se divide en una parte que equivale al valor de los medios de subsistencia que consumen esos mismos obreros; y en plusvalor, que se reparte entre los capitalistas (como ganancias, rentas e intereses); y el Estado, bajo la forma de impuestos.

 No hay manera de que el Estado dé de comer a la población; es la población trabajadora la que da de comer al Estado.

Tal vez algunos pensarán que se trata de un desliz sin mayor importancia “del compañero Axel”. Pero no es así. Estamos ante un discurso cuyo fin es engañar y confundir a la opinión pública.

Ya lo he señalado con respecto a una anterior afirmación de este infatuado, referida a la vacunación anti Covid. Recordé entonces que el mensaje del marxismo es que “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma”; la clase obrera es la fuerza productiva que tiene el poder de transformar de raíz la sociedad actual; y es reaccionario todo discurso que desplace o disimule esa centralidad del obrero productivo (aquí).

Sin embargo, según la noción “el gobierno da de comer a la gente”, el Estado, no el trabajo, es la base sustancial de la sociedad. ¿En qué queda entonces la posibilidad de liberación del oprimido, del explotado?

Es que la condición de su emancipación es el conocimiento y comprensión de sus intereses y de las condiciones objetivas de vida en la sociedad actual. Por eso la convocatoria del socialismo es a despertar la conciencia de clase y a emanciparse no solo de la tiranía de la propiedad privada, sino también del Estado y su malla de burócratas y chupasangres.

A contracorriente de esta necesidad, el gobernador “progre” pinta al Estado con los colores de lo todopoderoso, en tanto las masas dependerían de su infinita bondad.

“Yo, el supremo, desde el Olimpo de mi poder, te daré de comer”. ¿Y las relaciones sociales de producción y distribución? ¿Y el trabajo concreto y material, base de toda la riqueza? ¿Y la función real del Estado? ¿Se puede concebir un mensaje más cínicamente mistificador?  


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