07.ABR.22 | PostaPorteña 2276

Malvinas: ninguna «causa nacional»

Por RyR

 

 10 preguntas y respuestas a 40 años de la guerra

 

 

Una “causa nacional” es, por definición, un reclamo que hace a la vida misma de la nación. Puede estar vinculado con elementos que limitan el desarrollo capitalista (como herencias de sociedades anteriores), situaciones políticas que pusieran en juego el dominio local de una burguesía sobre un espacio de acumulación (como las ex colonias europeas en Asia y África) o con un hecho que comprometa la integridad física de una población (como una invasión)

 

Razón y Revolución 02/04/2022  

 

En Argentina, la “cuestión nacional” se resolvió en el siglo XIX, Eso implicaba unificar un espacio de acumulación para la burguesía, desarticulando relictos precapitalistas, armando un mercado nacional, proletarizando la fuerza de trabajo y consolidando la propiedad privada. Todas tareas que acá se realizaron sin las islas. En efecto, la cuestión Malvinas no puso en entredicho ninguna de esas tareas. No representa una herencia feudal, no tiene nada que ver con Argelia, India o Irak, ni comprometió nunca el desarrollo capitalista argentino.

Por eso, a continuación, a 40 años de la Guerra de Malvinas, presentamos diez preguntas y respuestas, con las que vamos a rebatir los principales argumentos ideológicos con los que nos dicen y enseñan que Malvinas es una “causa nacional”.

Para no volver a caer en la trampa…

 

1) ¿Son las Malvinas “argentinas” por “herencia” española?

No. Primero hay que decir que las Malvinas estuvieron bajo control español solo por descarte: la primer ocupación fue francesa (en Puerto San Luis, 1764) y coexistió con otra británica (en Puerto Egmont, 1765). Solo luego de un traspaso de Francia y unas tensas relaciones con Inglaterra, quedaron en manos de una pequeña guarnición española. Estos últimos, sin embargo, las despoblaron cuando vino la Revolución. Así, hasta 1823, a nadie le importó demasiado las Malvinas. Ahora bien, que España tuviera esas islas un breve lapso de tiempo no las hace “argentinas”. Primero, porque Argentina no es España. Segundo, porque su “herencia” -el Virreinato- se dividió en varias naciones. ¿Por qué tendrían que haber sido argentinas y no chilenas o uruguayas? Incluso más, ¿por qué, si de “herencia” se trata, Argentina no renuncia a la Patagonia, parte de la Provincia de Buenos Aires, Chaco, Formosa o la mitad de Jujuy y Salta, todos territorios que no eran virreinales? ¿O por qué no reclama la anexión de Bolivia o Paraguay? El argumento de la “herencia” es inconducente.

 

2) ¿Pero acaso no había una comunidad nacional establecida y expulsada de las islas en el momento de la invasión inglesa?

No. En 1833 no había ninguna comunidad “nacional” en Malvinas. Ni siquiera había una nación: lo que hoy es Argentina era solo un par de provincias en guerra. El gobierno de Buenos Aires envió una comitiva, pero hay que decir que estaba compuesta de un hamburgués, quince ingleses, veintitrés alemanes, un par de franceses y unos pocos peones criollos. Eso era el “asentamiento nacional”. Incluso la gobernación era un caos y no podía garantizar siquiera la defensa del territorio. Mucho menos, podía recaudar en nombre de Buenos Aires. Por eso, nadie entre la mayoría de los pobladores se opuso a la ocupación británica. El desalojo de los pocos criollos allí asentados fue un trámite. Todos los demás que había enviado Buenos Aires, se quedaron en las islas como autoridades y pobladores. Recién ahí podemos hablar de una formación estatal real.

 

3) Bueno, ¿pero Buenos Aires no se opuso y planteó sus reclamos por la ocupación?

Sí, pero eso no quiere decir mucho. De hecho, los reclamos fueron tibios. Ni siquiera cuando se fue la Corbeta Clío, Buenos Aires hizo demasiado. Incluso Rosas quiso vender las islas como parte de pago de la deuda con Baring Brothers. No eran tontos: ocupar las Malvinas era difícil. Era preferible concentrar los recursos en la zona fronteriza a Buenos Aires para extender las tierras. La burguesía agraria administraba directamente esas campañas fronterizas. Lo mismo había hecho en las invasiones de 1806 cuando lo que estaba en juego era la misma ciudad de Buenos Aires. En cambio, con Malvinas, había “tercerizado” la ocupación en un grupo de extranjeros. ¿Para qué se iba a hacer un esfuerzo mayor si no había mucho por hacer allí?

 

4) ¿Son las Malvinas “argentinas” por derecho geográfico?

El problema con ese razonamiento es que se confía demasiado en la legislación internacional. El derecho aquí no crea realidades. Al contrario: tiende a justificar situaciones de hecho. El problema es que los límites no son “naturales”. Por ejemplo, si fuera por el asunto de las “plataformas continentales”, ¿por qué Cuba no pertenece a Estados Unidos? Al contrario, los límites son históricos y, nos guste o no, se configuraron por la fuerza que cada burguesía tuvo históricamente para demarcar su espacio. En la construcción de cada nación, las burguesías ganan y pierden territorio. Y es esa relación de fuerza la que “crea” derecho.

 

5) ¿No hay en Malvinas una población “implantada” que reemplazó a la población “nacional” previa?


Como vimos, no hubo población “nacional” previa, sino una pequeña población compuesta predominantemente de extranjeros. Y si hubo una “voluntad soberana” por parte de esta primera población estable fue la de pertenecer a un Estado real, antes que a un proyecto de nación en guerra. Por eso, desde el derecho burgués, las islas son de los kelpers, que viven ahí. Ni siquiera hablar de “integración” de los kelpers a la Argentina tiene sentido. Seriamente, ¿vamos a pedirle a esa gente que pase a la órbita argentina? Eso es pedirles que se empobrezcan y degraden sus niveles de vida.

 

6) ¿Hay riquezas en Malvinas que pueden relanzar el capitalismo argentino?

No. En Malvinas, al día de hoy, prima la pesca, un negocio marginal. Las exploraciones petroleras no han dado grandes resultados. Solo se hallaron algunas reservas en la plataforma Ocean Guardian de RKE, y algunos puntos de crudo encontrados en 2015, acerca de los cuales, todo es materia de especulación. Después, algunos pozos secos y pocos “puntos negros”. Y aunque hubiera reservas, el asunto es su falta de rentabilidad, considerando ciertas variables (costos de refinamiento y extracción, profundidad, precio del barril…). Efectivamente, convertir el petróleo en una explotación rentable es muy complejo. Pensemos sino en Vaca Muerta, que llevó a la Argentina a ser la 2° reserva mundial de gas y la 4° de petróleo, pero aun así no despega. Y eso que bajaron los costos de mano de obra -atacando el convenio petrolero- y se transfirieron millones de subsidios. Con todo, hoy Vaca Muerta todavía requiere una inversión que supere 20 veces los 7 mil millones de dólares invertidos en 2019. Y aun así, habría que ver cómo se mueve el precio del barril en un contexto de mercado saturado. Si eso ocurre con un proyecto más “viable”, imaginemos con uno como Malvinas…

 

7) ¿Pero no nos jugamos los obreros nuestros intereses como argentinos en Malvinas?

No. Primero, porque acá no hay una “invasión” que comprometa nuestra integridad física ni nada por el estilo. Malvinas no tienen nada que ver con Irak, Afganistán, Argelia, India, Polonia, Irlanda en el siglo XIX…

Y segundo, porque incluso si Argentina “recuperara” las Malvinas, los obreros no vamos a ver un peso. Ni aunque fuera un éxito económico -que, ya vimos, no lo es-. Eso porque la Nación no es de todos. ¿Cambiaría en algo nuestra vida por las islas? ¿Nos vamos a ver beneficiados nosotros, los obreros que viajamos en transportes desbordados para trabajar entre 8 y 12 horas diarias, si no más? ¿O el capitalista de turno, asociado al poder del Estado, que recibe concesiones para hacer negocios a cambio de jugosas ganancias?

Pensemos que aún con tierras altamente productivas y soja récord durante la década K, la Argentina mantuvo 35% de trabajo en negro, 4,5 millones de obreros que no tienen aportes, cargas sociales, obra social o cobertura médica. La pobreza no baja del 30%. La desocupación bien medida oscila entre el 25 y el 28% desde 2011. Con semejante riqueza, no bajamos de 13 millones de pobres. El problema no es qué país capitalista se queda con esos recursos. El problema es que la Argentina no es nuestra. La tarea no es “recuperar Malvinas”, sino recuperar la Argentina para la clase obrera.

 

8) ¿No fue acaso la guerra una “gesta” nacional del “pueblo argentino”?

No. Primero, porque no había ninguna causa nacional en juego. Segundo, porque la guerra tuvo un fin reaccionario. La dictadura contrarrevolucionaria estaba en crisis. Había una inflación del 131%, quiebras, déficit presupuestario, huelgas -sobre todo, en el sector automotriz-. Se veía incluso presionada a la apertura política y al recambio de régimen, sobre todo, por parte de la diplomacia norteamericana. Incluso en 1981, la Junta tuvo cinco presidentes. Todo un síntoma. El plan de Malvinas -que venía siendo pensado hacía un tiempo- era realizar una ocupación para forzar una negociación y así desviar la crisis. Como sabemos, el cálculo salió mal y miles de obreros fueron carne de cañón de una guerra no esperada por nadie.

 

9) ¿Acaso no se podía llamar a pelear sin “apoyar a la dictadura”?

No. La izquierda trotskista (PST y PO) fue la que hizo ese planteo: “armar” a las masas contra el imperialismo, “sin apoyar a la dictadura”. Un contrasentido: si vas a la guerra, algún apoyo al que la dirige, le vas a dar. Ese planteo era objetivamente apoyar a la dictadura en su empresa reaccionaria, de forma vergonzante. De hecho, el PST colaboró en el alistamiento de obreros para ir a las islas…

Así, la izquierda alimentó la unidad “nacional”, pregonada por los partidos burgueses y la burocracia peronista, que junto a representantes de la burguesía, acompañaron a Videla a Puerto Stanley. La izquierda debería haber llamado a boicotear a la dictadura y su aventura. Había que seguir el camino de los pocos que se animaron a oponerse. Hubiera sido antipático un tiempo, pero a la larga, hubieran ganado una enorme autoridad política. En su lugar, el recambio político quedó en manos del personal político burgués que menos se “quemó”, Alfonsín.

 

10) ¿Y si apoyamos los reclamos diplomáticos?

Los Gobiernos viven haciendo reclamos por unas islas perdidas del Atlántico Sur, porque la “cuestión Malvinas” es una operación ideológica que funciona en toda regla. Como ya dijimos, Malvinas no es una causa nacional. En cambio, es el llamado a la clase obrera a subordinarse a una unidad nacional cuando las papas queman. Por eso, en cada contexto de crisis, los gobiernos argentinos vuelven a agitar la banderita de Malvinas. Una bandera que es completamente ajena a nuestros intereses de clase. Es importante no caer de vuelta en la trampa, con o sin guerra. Mejor apuntemos contra los responsables de nuestra degradación de cada día: la burguesía.


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