01.JUN.22 | PostaPorteña 2287

Aguafuertes Colombianas (III)

Por R.J.B.

 

Gustavo Petro: un candidato sólido para una sociedad líquida

 

Según postulase el sociólogo, ensayista y filósofo polaco Zygmunt Bauman, atrás quedaron los tiempos de la modernidad sólida y nos toca vivir en esta modernidad líquida de sociedades volátiles y sujetas a cambios constantes, en las que el individuo es abrumado por la incertidumbre.

En aquel mundo sólido era posible -para la mayoría- tener certezas, proyectarse hacia el futuro y atreverse a planificar.

Los vínculos laborales solían ser estables y duraderos, y no era extraño que una persona permaneciera en el mismo empleo durante toda su vida.

Asimismo, el consumo obedecía a necesidades concretas y no resultaba predominante.

Hoy el consumismo nos lleva por delante y en cuanto a los vínculos laborales, la probabilidad de que un individuo dure un tiempo prudencial en el mismo trabajo es escasa.

Todo es cambio, nos hacen cambiar continuamente y nuestras existencias están plagadas de inseguridades.

A Gustavo Petro -candidato presidencial de izquierda y favorito para ganar las elecciones de Colombia- como a Bauman y a quien escribe, le tocó crecer en aquel tipo de sociedad mucho más sólida en la que los vínculos afectivos, las relaciones sociales o laborales e incluso las ideologías, resultaban perdurables y definidas.

Un hombre con su experiencia y sólida formación sabe perfectamente que nadie es cangrejo como para ir para atrás y que sería utópico -sino suicida- ceñirse a postulados de otra época para ganar la elección.

 Las izquierdas de la actualidad han tenido que aprender a prescindir de las posturas radicales de otrora y apelan a discursos camaleónicos, conscientes de que el electorado también es líquido y, por ende, cambiante.

Sabe Petro que la sociedad colombiana es tan líquida como el resto de las sociedades del mundo y, por lo tanto, tiene conciencia de que deberá aplicar todos sus conocimientos para navegar con destreza en unas aguas que otros han enturbiado.

Remar, pilotear, sortear tormentas y avanzar en aras de lograr metas sólidas que los más postergados en un país en el que campea la desigualdad, necesitan con urgencia.

Es claro, pragmático y realista cuando afirma que en cuatro años no será posible producir el cambio que la sociedad colombiana y también el Estado requieren, pero puntualiza que “será el inicio de una transición hacia la democracia y hacia la paz.”

No es tiempo de cangrejos y en este inmenso mar en el que, como sea, debemos flotar, Petro es consciente de que, en caso de alzarse con el triunfo, su principal tarea será conquistar pequeños islotes sólidos en los que la gente -su gente- pueda, por fin, empezar a creer.

 

R. J. Benelli 

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