14.JUL.22 | PostaPorteña 2297

Razonamientos De Los Vacuno Secretistas (¡RECAREY PIDE EL VAR ANTE UNA JUGADA DUDOSA!)

Por Marcelo Marchese

 

El único argumento que impulsa a los vacunos secretistas, es la fuerza: tienen el respaldo del capital financiero, y con eso alcanza

 

Marcelo Marchese – UyPress 12 julio 2022

 

El capital financiero es dueño y señor del mundo: de las farmacéuticas, dominadas por el capital financiero, de los organismos internacionales, regidos por el capital financiero, de los grandes medios de prensa, propiedad del capital financiero, y de las Academias, damas de compañía lujosas del capital financiero, y cuando uno tiene la fuerza de su lado, no se esmera en buscar argumentos para imponerse, y cuando uno ha censurado el pensamiento disidente, no tiene con quién contrastar sus ideas ni tiene cómo perfeccionar sus razonamientos.

Antes, si bien los argumentos del poder no eran maravillosos, cada tanto se destacaba un escritor que no daba lástima, pero debemos decirle adiós a esos buenos tiempos y asumir que ahora los loros del poder sólo hacen cosas de loros.

 

Cotorrido número 1"La vacuna no es obligatoria y el juez no puede prohibir algo que se hace por voluntad propia"

Según la ley, el Estado debe investigar todo fluido que se encaja al torrente sanguíneo, cosa que el Estado no ha hecho y sólo ha repetido, a modo loro, la publicidad que hace de su medicamento la Pfizer. Según la lógica, si una publicidad perversa inserta en una campaña terrorista, hace que la gente, desesperada, acuda a un fluido desconocido con la esperanza de no morir, y ese fluido desconocido, en algunos casos provoca pérdida de pelo, parálisis de manos, paros cardíacos, abortos y muertes, el Estado debe velar por la salud de todos, sin discriminar voluntades libres o miedos cervales.

Cotorrido número 2: "Un juez no puede estar por encima de La Ciencia"

Por ahora, nuestra forma de organización política establece que la democracia está por encima de La Ciencia. La democracia establece una serie de instituciones llamadas "República" y esas instituciones, atendiendo el saber de los maestros, de los granjeros, de los carpinteros, de los comerciantes, de los deshollinadores, de los lustrabotas, de las prostitutas y de los científicos, y atendiendo las reglas establecidas por esas instituciones, como La Constitución, toman decisiones. Esto quiere decir que si los científicos, los granjeros y las prostitutas, quieren imponer su manera de pensar, tienen que largarse a nadar al mar de la democracia dando sus opiniones y discutiendo con todos los demás. Ya que hablamos de prostitutas, es muy curioso su parecido con La Ciencia, ya que la prostituta hace lo que pide que haga el que le paga.

 

Cotorrido número 3: "El juez ataca el derecho humano a la salud"

Es precisamente al revés: el juez defiende el derecho constitucional a la salud, y es responsabilidad de todo el Estado el derecho constitucional a la salud, así que, los que están en falta, son los que administraron un fluido peligroso que la propia Pfizer, ante sus accionistas, reconoció que era peligroso y que le había mentido a todo el mundo. El derecho que defienden estos loros es el derecho de Pfizer a inocular cosas misteriosas en el cuerpo de las personas.

 

Cotorrido número 4: "¿Por qué el juez no le pide la fórmula a la Coca Cola?"

Equiparar la Coca Cola con una vacuna, es como equiparar a un tigre o un águila, con un perro guardián o un loro del poder. Un juez en Estados Unidos obligó a Pfizer a difundir el seguimiento que ha hecho sobre la vacuna, seguimiento que pensaba difundir recién en el 2076 y por el cuál, entre otras lindezas, reconoce que ha provocado innumerables abortos. Si se han denunciado en EEUU efectos adversos que han superado todos los efectos adversos sumados de todas las vacunas desde que se inventaron, si Pfizer reconoció a sus accionistas que ha mentido a rolete y que con certeza se comerá unos cuantos juicios, si Pfizer admitió que ha generado abortos a mansalva, es razonable que el Estado le exija a Pfizer que informe del contenido de su peligroso fluido. La Coca Cola y las fábricas de dulce de leche pueden quedarse con sus fórmulas tranquilamente, así como no le vamos a pedir a las prostitutas que revelen su experticia en la generación de placer, pero como estamos hablando de la salud de la gente, ocurre que el Estado, garante de su salud, debe estar seguro de que no aplica un tratamiento lesivo. Por otra parte, para viajar y trabajar, no te piden certificado de haber tomado Coca Cola.

 

Cotorrido número 5: "El juez antivacunas, negacionista, terraplanista e hijo del Diablo, niega la libertad de vacunarse"

Los loros son unos pájaros muy vistosos, ya que la Naturaleza, que no les dio un bello canto, los compensó dándoles bellos colores, que mutatis mutandis, debe traducirse por "buenos sueldos", y como puede verse, los dotó de una frágil memoria, pues como el País entero sabe, mucha libertad para no vacunarse no había, pues aunque la vacuna no era obligatoria, resulta que si no te vacunabas te echaban del trabajo, o no podías viajar, o acudir a un recital de No te va a gustar o Jaime Ross, que Dios los tenga en su gloria.

Puestos a olvidar, los loros olvidaron que aquellos que querían manifestar su libertad a vacunarse, debían, previamente, firmar un consentimiento por le cuál limitarían su acceso a la justicia. Pero la amnesia cotorral avanza al infinito y más allá: ¿olvidaron los loros que ellos mismos atacaron durante la llamada pandemia la libertad de trabajar, de viajar, de moverse, de no vacunarse, de besar, de dar la mano y de respirar sin un adminiculo terraja tapándonos la boca?

 

Cotorrido número 6: El ladrido del perro afónico, es decir, un ladrido sin ruido.

Nos referimos, con toda evidencia, al contrato secreto, sobre el cual los loros no dicen ni pío. Los contratos secretos sólo pueden ser habilitados mediante una ley, y debe haber fundadas razones para una ley de este tenor, cosa que acá no ha ocurrido.

Los ladrones, y todos los demás criminales, como sabemos, operan en la oscuridad.

Aquel que nada teme nada tiene que esconder. Los contratos secretos que imponen las trasnacionales poniendo de rodillas a los Estados, no esconden nada bueno, si no, no serían secretos.

Conclusión: ni los más elevados razonamientos del Universo lograrán que un necio deje de ser necio, pues el necio no opta por ser necio: la culpa lo lleva a ser necio, y persiste en su necedad porque la revelación de la verdad sería un espejo donde no le conviene verse.

El loro, al escuchar su propio canto, pone la cabeza de costado y considera que se encuentra ante el sonido más hermoso de la Naturaleza.


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