25.JUL.22 | PostaPorteña 2299

SOBRE LAS PERSPECTIVAS DE LA LUCHA CONTRA EL GRAN REINICIO

Por Enrico Levoni

 

Estamos ante la entrada en una nueva era, una nueva fase en el desarrollo de la humanidad.Impulsadas por el terrible y al mismo tiempo patético intento de mantener este sistema podrido a toda costa, las clases dominantes están perfeccionando un mecanismo de control que han estado poniendo en marcha durante años.

 

Enrico Levoni*
27 DE JUNIO DE 2022,  SOLLEVAZIONE Italia

 

El objetivo no es, como algunos piensan, destruir a la humanidad, sino más "simplemente" asegurar el funcionamiento de la máquina productora de ganancias en beneficio de una élite cada vez más estrecha de individuos, organismos y sociedades.

El enemigo de los pueblos, de la gente común, de los trabajadores no es un monstruo horrible sino un todo social que tiene interés en que algo siga funcionando. No tiene como objetivo la destrucción total, sino sólo la eliminación de lo que obstaculiza sus intereses específicos.

Este enemigo nuestro, por tanto, tiene límites importantes: también nos necesita a nosotros,  o a buena parte de nosotros; por supuesto: condescendiente, subyugado, predecible, manso, servil, ignorante, brutalizado pero aún vivo, capaz y lo más dispuesto posible a proporcionar lo que se necesita para hacer funcionar la máquina. Tenemos esto en cuenta porque es fundamental entender qué hacer.

La "guerra pandémica" es una de las formas concretas de control y opresión puestas en marcha por los grupos globalistas liderados por los Estados Unidos: ese conjunto de individuos, cuerpos y aparatos estatales y privados contra los que estamos luchando.

En los últimos dos años, opositores a la narrativa de la pandemia y sus efectos, nos hemos embarcado en una aventura con contornos y resultados inciertos aún por descubrir. A menudo hemos tenido que reinventar nuevas herramientas y métodos de lucha, oposición y resistencia que son nuevos incluso para los más experimentados.

La guerra por la extensión del control de la OTAN hacia el este (que no ha comenzado ahora pero si al menos desde finales de los años 80) no es más que un paso adelante, un salto cualitativo en la misma estrategia que persigue nuestro enemigo.

 ¡Debemos entender el tamaño de la batalla que estamos librando! Si nos limitáramos a creer que estamos en un pasaje histórico, una transición de importancia relativa, cuyas implicaciones se reducirán a un ajuste del tiro o de la mira, a una reducción relativa de nuestras libertades y a un empeoramiento relativo de nuestras condiciones de vida, estaríamos gravemente equivocados.

Unas cuantas personas buenas de nuestro bando elegidas para el parlamento no serán ciertamente suficientes, como tampoco lo serán unas cuantas iniciativas pequeñas, aunque útiles y genuinas, para construir vías alternativas y un "plan B": sin una visión estratégica y sin poner en marcha un plan para llevar a cabo una guerra a largo plazo llegaremos a un mal final

Pero no hay duda de que cada guerra debe librarse con todos los medios y con cada mujer y hombre disponible, con ideas y herramientas adecuadas para ganar. Y ganar una guerra duradera también significa saber destrozar, desgastar al enemigo poco a poco; conquistar pedazos de "territorio" (en el sentido físico e ideológico, cultural, de influencia) y aprender a defenderlos a lo largo del tiempo.

Ampliar nuestras fortalezas con inteligencia y perseverancia.

Muchos de nosotros nos hemos embarcado en la batalla contra la narrativa de la pandemia, incluso sin necesidad de concebirla como una pieza de un ataque profundo y mucho más amplio contra los derechos y las condiciones de vida.

 Esto es una indicación del hecho de que la inteligencia del pueblo a menudo llega incluso donde la "intelectualidad" no llega.

Pero esto no significa que sin una visión general no iremos a ninguna parte y tarde o temprano incluso el más terco o más obstinado de nosotros cederá.

De hecho, muchos de los que se rebelaron contra las obligaciones e imposiciones y que antes de hace dos años nunca habíamos participado en manifestaciones, protestas, reuniones, debates, etc. ahora se encuentran con una visión más amplia, más orgánica, más general de la situación de toda la humanidad. Después de todo, sigue siendo cierto que cuando el enemigo te golpea también debe mostrarte sus armas y luego el resultado es que queda expuesto

Dicho esto, quiero entrar en el fondo de dos cuestiones que son el contenido del debate actual dentro del movimiento noGP- contaminación- y noOTAN (simplificando así los dos grandes temas impulsores de la lucha en curso). La primera cuestión es la de la unidad de los diversos componentes del propio movimiento.

El impulso hacia la unidad no nació como un fruto madurado como resultado de un primer acercamiento tímido en las plazas de manifestantes valientes pero aislados.

A las plazas bajamos casi de inmediato muchos por todas partes. Así que la unidad era una condición natural del movimiento. Solo cuando comenzaron a surgir problemas del nivel de participación y coordinación de las plazas y las calles que se estaban reduciendo, comenzamos a medir el debilitamiento y tratar de enfrentarlo.

Nadie al principio llamó a la unidad. En algunos aspectos, con el crecimiento de la movilización, el proceso de generación espontánea de muchos grupos y organismos, cada uno con su propia especificidad, fue ciertamente saludable, pero pudieron -con un mínimo de coordinación y dirección- llenar las plazas cada semana durante muchos meses. Luego, en el curso de la lucha, otros elementos tomaron el control.

Por un lado, el régimen ha relajado algunas medidas represivas, a partir de marzo de 2022. Esto ha permitido que algunos regresen al trabajo después de meses de dificultades, otros se ocupen de actividades hasta ahora suspendidas, otros se relajen.

 Hasta cierto punto, las manifestaciones callejeras tuvieron su peso en las elecciones del régimen italiano, pero hay que admitir que el momento de la flexibilización no coincidió con los de la movilización máxima, sino que se hizo cargo más tarde. Las plazas comenzaron a vaciarse ya en enero: ¡un enemigo serio (como es el nuestro) no da pasos atrás mientras su oponente también las hace!

Esto quiere decir que el proceso de unidad que tantos han promovido (genuinamente o no es un asunto a tratar) es un intento justo de hacer frente a un problema, no una operación para dar un salto cualitativo a un movimiento creciente que se sintió aprovechado. Comprender – y admitir – esto nos permitirá reconocer la naturaleza del proceso de unificación y tener en cuenta las trampas que se encuentran dentro de él.

Una guerra está hecha de batallas. Cada batalla se puede ganar o perder. El resultado general de la guerra también depende de cuántas batallas ganes, pero depende sobre todo de cuánto puedas aprender de cada batalla librada, ganada o perdida. Hoy somos un ejército en fase defensiva, más en retirada que en ataque.

Para no dispersar al ejército convirtiendo la retirada en una huida, es necesario reunir las fuerzas que han perdido momentáneamente el elemento que nos unía. ¿Cuál fue el pegamento que nos unió e  hizo llenar las plazas?

En primer lugar, hay que reconocer que haber salido a la calle, haber celebrado reuniones, asambleas, debates, picnics, fiestas, etc. etc. nos ha permitido a cada uno de nosotros no sentirnos solos.

Muchas veces nos hemos dicho a nosotros mismos que este ataque llevado a cabo por el régimen con la narrativa de la pandemia es una fuerza transversal que parte en dos a las familias, parejas, amistades, grupos, etc.

En este contexto, cada uno de nosotros tomado individualmente, sin una cohesión ejercida, sin una declaración manifiesta de muchos que no querían ceder al chantaje de las vacunas, deberíamos haber resistido de forma aislada.

¡Tal vez sin las plazas, y las movilizaciones muchos de nosotros incluso habríamos sido vacunados!

 

Así que todos hicimos una gran cosa: nos apoyamos en la lucha sin mirar quiénes éramos cada uno, de dónde veníamos, qué ideas flotaban en nuestras cabezas: teníamos un enemigo común y había que combatirlo. ¡Nadie nos quitará nunca este resultado!

En definitiva, todo proceso de unificación y cada componente (cada "partidito" y cada grupo) para tener éxito, para ser reconocido como un instrumento válido de lucha, debe tener en cuenta este análisis y debe incluir en su ADN el segundo aspecto que voy a ilustrar a continuación.

Ahora nos enfrentamos a tareas nuevas, diferentes, aún más grandes.

El enemigo, el que inició el Gran Reinicio, ha extendido sus operaciones de ataque a mayor escala. Ya no existe solo la llamada "pandemia" como una herramienta opresiva y controladora, como un medio para cambiar el equilibrio de poder en nuestra desventaja. Hoy hay una guerra en curso, la de Ucrania.

Al escuchar la narrativa de la corriente principal, de los medios parecería que es la única que se lleva a cabo, pero sabemos muy bien que no es así.

Pero este relato tiene un papel particular: sirve para formar un lado más decisivo, más cohesionado más alinead en el apoyo del gran proceso de desarrollo del Gran reinicio y para debilitar a todos aquellos países y grupos que tienen un peso a nivel internacional pero que no se someten voluntariamente al nuevo orden mundial que los imperialistas (EE.UU. a la cabeza) quisieran imponer. Un salto cualitativo en los lazos, ataduras y restricciones del bando enemigo.

Todo ello conlleva, como estamos viendo, graves consecuencias desde muchos puntos de vista. En nuestro país se trata no solo de restricciones y obligaciones, sino también de subir los precios de las necesidades básicas y aumentar los impuestos.

Todo ello aderezado con una propaganda asfixiante en apoyo a un régimen nazi de Zelensky que pretende (y aún más se hace pasar) como la nueva y gloriosa Resistencia. Un régimen que en realidad no es más que uno de los muchos que se han prestado para hacer que su pueblo aguante una guerra de poder (que comenzó allí antes de 2014) contra Rusia: uno de los países atacados, junto con China, en el plan del Gran Reinicio.

Claramente, el papel del movimiento contra la obligación de vacunación y contra el pase verde, el pasaporte sanitario tiene dos caminos por delante: limitarse a una batalla de posiciones en el terreno de estas obligaciones o reconocer que estas imposiciones no son más que una pieza de un rompecabezas más grande y más serio, y que el campo de batalla no es solo el de la salud, sino que concierne a todos los aspectos de nuestras vidas y la de miles de millones de personas en el mundo.

La segunda opción implica un salto cuántico que no todos están dispuestos a hacer. Implica mayores dificultades, mayores riesgos y mayor compromiso.

 Y de hecho la inclusión del componente noOTAN (para volver a las dos categorías iniciales) está dando a todo el movimiento un nuevo impulso, pero con raíces históricas. Un nuevo empujón pero también una serie de complicaciones adicionales; en primer lugar la de la dificultad para encontrar un hilo conductor válido para todo el movimiento, capaz de contrarrestar la división y la retirada.

No es casualidad que una parte del movimiento noGP (noGP, se refiere a los que se manifiestan contra la contaminación global, los verdes:global pollution) vea con desconfianza a quienes intentan poner la "cuestión de la guerra" y el "salto político" en la agenda.

 Por un lado hay una sana desconfianza hacia los sujetos "politizados" que en el campo de la lucha contra la OTAN y el imperialismo en general tienen un pasado de experiencia y conocimiento que reclamar, pero también un lastre compuesto por viejos desacuerdos y cuentas pendientes de las que luchan por deshacerse.

 Por otro lado, hay una cierta ingenuidad que empuja al movimiento noGP a enviar  de paseo, y correrlos a todos los peleadores de las plazas (los llamados "partitini" de partiditos pequeños) a un país determinado, bien lejos,  que no existe y a buscar soluciones alternativas, mundos paralelos en los que sería posible vivir sin tener que lidiar mucho con el sistema que nos oprime y con sus sujetos subyugados y adoctrinados.

¿Qué hacer entonces? ¿Cómo evitar una diáspora, dado que el enemigo es fuerte y hay una necesidad de todos los recursos?

Una cosa está cada vez más clara: la actual falta de eficacia de lo que hemos hecho hasta ahora.

 Las manifestaciones no producen efectos significativos ni siquiera desde el punto de vista mediático. Incluso cuando participaron, los principales medios de comunicación los ignoraron. Ahora que están mal cubiertos por los medios sólo nuestros canales sociales  pueden informar sobre ellos. Es cierto que podemos hacer que estas movilizaciones sean más atractivas y especiales trabajando con imaginación, pero el resultado sigue siendo más o menos el mismo.

En cuanto a nuestra presencia en los canales sociales, hay que destacar que esta ha tenido un gran desarrollo respecto a hace dos años, pero el límite es que en la mayoría de los casos nos contamos las cosas entre nosotros.

No cabe duda de que a través de Facebook, por ejemplo, también podemos llegar a sujetos ajenos al movimiento; por lo tanto, es correcto continuar con el uso de estos canales. Pero con el propósito de cambiar el equilibrio de poder, todo esto no cuenta para casi nada.

Como se mencionó al principio, una parte del movimiento está desarrollando actividades "alternativas" que en muchos casos no deben considerarse una solución, sino solo un escape (con efecto temporal) del campo de batalla. Pero en el análisis de este fenómeno debemos ser concretos.

Cuando tu médico de familia, subordinado al régimen y sus protocolos ministeriales, abdica de su tarea y no te visita, contar con el contacto de un médico "alternativo" (es decir, no tan vendido no tan  demonio, no tan falso médico) es un recurso muy importante. Este recurso es a menudo el resultado del trabajo de aquellos grupos que han trabajado duro para encontrar a estos médicos.

Cuando no puede enviar a su hijo a la escuela porque no está vacunado (y con razón no quiere someterlo a la obligación), tener una escuela para padres disponible en su ciudad es un recurso muy importante. Este recurso es también el resultado de la movilización de los grupos de No a la vacunación.

Estos son solo dos ejemplos, cualquiera puede encontrar otros del mismo tipo. De hecho, estas son soluciones prácticas del aquí y ahora a los problemas que causaron las imposiciones del régimen. No se trata de soluciones estratégicas contra el régimen, sino de formas de lucha que responden a múltiples necesidades.

En primer lugar, resuelven problemas contingentes que de otro modo no serían solucionables. En segundo lugar, nos permiten ampliar el círculo de relaciones en nuestro ámbito social. En tercer lugar, son una forma elemental, una pequeña experiencia de cómo debemos construir y operar el mundo que queremos

Algunos objetan, en parte con razón, que en lugar de construir nuevas formas de organización debemos recuperar la posesión, reapropiarnos  de las que nos han arrebatado a través de la privatización, el desmantelamiento de la asistencia social, la externalización y la especulación de todos los aspectos de lo social.

Es cierto, pero una cosa no excluye la otra. Si la lucha avanza y se hace más audaz, sería estupendo tomar la gestión de las estructuras que nos corresponden por derecho y de forma gratuita (escuelas, hospitales, transportes, etc.). Pero para ello se necesitan personas con los conocimientos necesarios para manejar estas estructuras, y esta experiencia ya existe en manos de algunos de nosotros o se puede ir acumulando por el camino.

 

Si queremos comparar este aspecto con un precedente histórico sugiero analizar la construcción de las "bases rojas" las guardias rojas  durante  el comienzo de la revolución china. En ese contexto (obviamente completamente diferente al actual, pero lo necesitamos para entender la lógica) el pueblo chino se encontró luchando contra un enemigo interno, el Kuomintang (que pretendía luchar contra los japoneses), y uno externo, el ejército invasor japonés. La tarea principal del Ejército Popular Chino era, por supuesto, contrarrestar a estos dos adversarios a nivel militar, pero la lucha a largo plazo en curso implicó una gran y profunda transformación de la vida social y para hacer frente a esta transformación, el pueblo comenzó a tratar directamente con todos los aspectos de su existencia, comenzando desde las áreas liberadas del control del Kuomintang y / o los japoneses.

 La producción, la sanidad, la educación, los transportes, las relaciones sociales: todo se gestionaba de nuevas formas y con conceptos diametralmente opuestos a los dominantes bajo el control del gobierno del Kuomintang.

 ¿Habría sido esto suficiente para sacar al pueblo chino de la miseria y la indigencia a la que estaba sometido hasta ese momento? ¡Claro que no!

Sin una victoria militar definitiva, incluso las bases rojas, los guardias  habrían desaparecido bajo la ola contrarrevolucionaria. Pero esa experiencia sirvió como base concreta de formación y experimentación para la sociedad futura y contribuyó de manera fundamental a dar apoyo concreto (logística, recursos, etc.) a la lucha en todo el país.

 

En un futuro próximo lo más probable es que tengamos que hacer frente a obligaciones, restricciones y coacciones aún peores que las que hemos sufrido hasta ahora. Tendremos que inventar nuevas y más efectivas formas de lucha. Tendremos que organizarnos mejor. Tener recursos "internamente" menos atados a las reglas del régimen nos ayudará. Esas experiencias que ya se están construyendo, las reales, no las declaraciones de intenciones que aún no han llevado a nada concreto, deben ser un recurso funcional y conectado con el resto del movimiento.

El desarrollo de la lucha debe articularse por tanto en varios frentes: medios de comunicación, movilización en las plazas y calles , organización de recursos independientes del régimen y coordinación de todos estos elementos para convertirla en una fuerza que conquiste progresivamente el terreno ahora ocupado por el enemigo.

Este, en mi opinión, es el camino a seguir.

* Miembro del Comité Ejecutivo del Frente de Disidencia- Italia


Comunicate