07.AGO.22 | PostaPorteña 2301

Circo Criollo argentino : traidores, ambiciosos, falsos y mentirosos

Por Astarita/Lasagno

 

El ascenso de MASSA, Enfoque Nacionalista o Análisis de Clase

 

En ámbitos de la izquierda el acceso de Massa al Ministerio de Economía es leído como un paso más en la sujeción colonial de Argentina a los Estados Unidos.

 

Rolando Astarita 2 agosto 2022

 

Por ejemplo, en Prensa Obrera se ha afirmado que el nuevo ministro es “agente directo de la embajada de EEUU”; es “un hombre del imperialismo y el capital financiero”; “un alfil de la Casa Blanca” y “un agente de EEUU, la OTAN y el sionismo”. En sentido parecido Jorge Altamira, en Política Obrera, afirma que “Cristina Kirchner entrega el gobierno al candidato de Washington”.

Todas definiciones cercanas a las de algunos críticos “nacionales y populares”. Por caso, en Página 12 uno de sus principales columnistas dice que “asumió directamente el hombre de la embajada [de EEUU]”. Asimismo: “Alberto no tuvo coraje para ser inflexible… siguió el camino de entregar el país a los buitres del planeta”.

Dado, además, que Massa tuvo el apoyo de los gobernadores peronistas, de las direcciones de la CGT y la CTA, e incluso de movimientos sociales (Grabois, UTEP), se podría deducir que estos actores, y las cámaras empresarias, los “mercados” y medios de comunicación que consintieron en la movida, conforman un hato de cipayos aplaudidores del “agente directo de EEUU”. El problema es de índole nacional (opresión nacional) y el programa a defender es de liberación nacional.

En entradas anteriores he criticado esta concepción Segunda Independencia 

Crítica que conecta con lo que hemos planteado en la nota anterior:

keynesianismo nacional-populista sobre las raíces de la crisis actual.

En forma resumida sostenemos que, contra lo que dice el relato nacionalista, el programa y la política que defienden los capitalistas criollos no es producto de una imposición colonial (por medio del FMI o la embajada de EEUU), sino es expresión de la hermandad de la clase dominante por la continuidad y profundización de la explotación del trabajo, y el funcionamiento del mercado.

Y esa no es solo una exigencia de las corporaciones estadounidenses, o de los inversores en deuda argentina, sino también del gran capital nativo y de los capitales criollos medios o pequeños, industriales, agrarios o comerciales. Es el capital en general.

 En la actual coyuntura ese programa pasa por frenar la emisión; reducir subsidios al transporte y la energía; reducir jubilaciones y prestaciones sociales; desenganchar la suba de salarios (en el sector privado o el Estado) de la suba de los precios y del tipo de cambio; mantener una tasa de interés positiva; y aumentar las reservas del Banco Central

. A más largo plazo, reducir el aparato administrativo estatal en todas sus instancias (nación, provincias, intendencias); reducir impuestos; bajar los “costos laborales”; flexibilizar contrataciones y despidos, entre otras medidas. Y adecuar las relaciones de explotación y las instituciones burguesas para una inserción en mejores condiciones en el mercado mundial. Las tensiones al interior de la clase dominante se desarrollan en el marco de este acuerdo general.

Por lo tanto subrayamos que el “ajuste” deriva de la necesidad “interna” –esto es, de la sociedad capitalista- de restablecer el funcionamiento del mercado y los supuestos sociales y políticos para una acumulación más o menos “normal”.

Los que hoy exigen medidas contundentes en contra de las masas trabajadoras responden a una lógica de clase. Por eso también, la aceptación del ascenso de Massa por parte de la K-dirigencia nacional populista no se debe a que esté colonizada, sino a que no tiene alternativa viable frente a las exigencias urgentes del capital. Esto con el trasfondo de un descontento social creciente que limita aún más su capacidad de maniobra.

En definitiva, la oposición no es en términos de nación (opresora y oprimida) sino de clase: capital / trabajo asalariado. Todo lo que contribuya a desplazar esta centralidad lleva agua al molino del frentepopulismo nacional-burgués.  

 

Golpe en proceso

 

El gobierno de psiquiátricos hizo realidad “el sueño del pibe” mientras el circo contrata o echa enanitos, según su conveniencia

 

Rubén Lasagno 1 agosto 2022– Agencia OPI Santa Cruz

 

Lo previsto ocurrió. El autogolpe está en su etapa más crítica y aún no terminó el proceso. Sergio Massa no es ni superministro ni siquiera ministro, es una herramienta necesaria a la que recurre Cristina Fernández, aunque le atragante el hecho de tener que usarlo para terminar con el gobierno de Alberto, dándole una importancia que no merece, pero lo necesita para aparentar un cambio (como cuando necesitó a Alberto para parecer “moderada”), ante la urgencia de un desastre institucional que ellos mismos produjeron desde que el FPV asumió en el 2019.

A Massa se le cumple “el sueño del pibe”, aquella frase de nuestros viejos para referir al cumplimiento de los proyectos imposibles, a los cuales rara vez pensamos que podríamos llegar.

Pero ¿Es la forma ideal de Massa para llegar a cumplir su utopía?, bueno, pareciera que no, sin embargo, hay un dato no menor: Argentina ha caído tan bajo que cualquier mínima gestión, puede generar desmedidas esperanzas y expectativas.

Y en esto ayudan muchos medios nacionales que pretenden ver en Massa un “superministro”, cuando en realidad se trata de un remiendo de apuro, el más potable que tiene la dueña del circo y el personaje más desesperado del anillo rojo por concentrar poder, desde épocas en que circulaba por aquella “avenida del medio”, donde prometía barrer con los ñoquis de la Cámpora, criticaba a Máximo por heredar una fortuna sospechosa y simulaba estar contra su jefa sobre quien aseguraba en el programa de Rial “nunca más iba a volver a su lado”.

En esta nueva etapa del autogolpe, la dueña del circo apuró los cambios de los enanitos de manera grotesca, abrupta y sin un plan, sustituyéndolo por payasos propios, dejando al payaso mayor en absoluta orfandad, aislado y sin funciones, en calidad de emérito y como espectador de su magna obra, donde otros (en este caso Sergio Massa y su compañía) se hicieron cargo del circo en nombre de la jefa de la asociación ilícita.

El panorama se presenta absolutamente desolador.

El país es un Titanic escorado y donde la banda de música (todos nosotros) seguimos tocando a pesar del inminente naufragio.

Tenemos un capitán que se fue en el primer bote o bien el mismo que trajo al borracho se lo llevó a tiempo y quien parece quedar al mando, es un grumete con aspiración de marinero quien juega a ser capitán, pero no sabe dónde está parado y sueña con tapar con las manos, el rumbo abierto en el casco por ellos mismos y la ayuda de otros sobrevivientes.

Y los medios nacionales siguen poniéndole fichas.

Algunos exacerban su chupamedismo pero lo más preocupante son los críticos, quienes como ya sucedió con Alberto, hablan del buen diálogo” y “la moderación del tigrense, inclusive señalando que muchas de las medidas que tome, seguramente no serán del agrado de Cristina, porque, claro,ella es de izquierda”.

Sin duda el circo no solo se compone de los artistas, sino también del público que ríe y a veces, hace reír a los propios artistas. Pensar que Cristina Fernández es de izquierda tiene tanta verosimilitud como decir que Nicolás Maduro es un viejo bonachón que vive con lo suyo y se desvela por el bienestar de los venezolanos.

Cristina Fernández tiene un solo norte: salvarse ella y sus hijos. Si para eso debe virar a la derecha o a la izquierda, lo hará sin dudarlo. Su problema más inmediato empieza hoy, con los alegatos donde puede ser condenada.

Massa es un acomodaticio a quien se le abre una posibilidad de reflotarse como opción para el 2023 o morir políticamente en el intento. Ambos son traidores, ambiciosos, falsos y mentirosos.

Finalmente, habrá que ver cuál de los dos aguijonea al otro en medio del río

En esta disputa, hay 47 millones de personas que juegan su destino, muchos de los cuales, en vez de escupirlos, todavía guardan alguna esperanza de que los mismos que chocaron el iceberg, puedan reparar el Titanic en medio del océano agitado y tormentoso en que nos metieron. 

Y lo que es peor, sobre el lomo del sapo, estamos todos los argentinos.


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