05.SEP.22 | PostaPorteña 2307

Ucrania: en algún lugar entre la afganización y la sirización

Por Pepe Escobar

 

Ucrania está acabada como nación, ninguna de las partes descansará en esta guerra. La única pregunta es si será un final al estilo afgano o sirio.

 

PEPE ESCOBAR, The Cradle 30 ago 2022

 

Moscú es consciente de que cualquier negociación con quienes manejan los hilos en Washington, y dictan los términos a Bruselas y Kiev, es totalmente inútil. La lucha en Donbass es un asunto de vida o muerte.

Un año después de la asombrosa humillación estadounidense en Kabul, y al borde de otra merecida derrota en Donbass, Moscú piensa que probablemente Washington este buscando venganza: en forma de ‘afganización’ de Ucrania.

Sin un final a la vista para las armas y las finanzas occidentales, que fluyen permanentemente hacia Kiev, se debe reconocer que la batalla ucraniana puede que se transforme en otra guerra sin fin. Al igual que la yihad afgana en la década de 1980, que empleó guerrillas armadas y financiadas por Estados Unidos para arrastrar a la Unión Soviética a un pantano, los partidarios de Ucrania emplearán los métodos de esa guerra para llevar a cabo una batalla prolongada que puede extenderse a las tierras rusas fronterizas.

Sin embargo, este intento estadounidense de cripto-afganización acelerará, en el mejor de los casos, el de lo que el ministro de Defensa de Rusia, describe como las «tareas» de la Operación Militar Especial en Ucrania. Para Moscú en este momento, ese camino conduce hasta Odessa.

No tenía que ser así. Hasta el reciente asesinato de Darya Dugina a las puertas de Moscú, el campo de batalla en Ucrania estaba, de hecho, bajo un proceso de ‘sirianización’.

Al igual que la guerra de poder en Siria en la última década, las líneas del frente alrededor de importantes ciudades ucranianas se habían estabilizado. Al perder en los grandes campos de batalla Kiev empezó ha utilizar tácticas terroristas

 Ninguno de los bandos dominaba por completo el inmenso teatro de guerra en cuestión. Entonces, el ejército ruso optó por mantener unas fuerzas mínimas en la batalla, al contrario de la estrategia que empleó en la década de 1980 en Afganistán.

Recordemos algunos hechos militares en Siria: Palmira fue liberada en marzo de 2016, luego perdida y recuperada en 2017. Alepo fue liberada solo en diciembre de 2016. Deir Ezzor en septiembre de 2017. Una porción del norte de Hama en diciembre y enero de 2018. Las afueras de Damasco en la primavera de 2018. Idlib, más del 25 por ciento del territorio sirio, aún no han sido liberados. Estos hechos dicen mucho sobre el ritmo en este tipo de “teatro de guerra”.

Moscú es consciente de que cualquier negociación con quienes manejan los hilos en Washington, y dictan los términos a Bruselas y Kiev, es totalmente inútil. La lucha en Donbass es un asunto de vida o muerte.

Así que la batalla continuará, destruyendo lo que queda de Ucrania, tal como destruyó a gran parte de Siria. La diferencia es que económicamente -más que en Siria- lo que quede de Ucrania se hundirá en un negro vacío. Solo se reconstruirá el territorio bajo control ruso, y eso incluye, la mayor parte de la infraestructura industrial Ucraniana

Ucrania, ya ha sido saqueado. Monsanto, Cargill y Dupont se han apoderado de 17 millones de hectáreas de tierra cultivable de primera, esto representa más de la mitad de lo que Ucrania aún posee. Por otra parte los fondos buitres BlackRock, Blackstone y Vanguard son los principales accionistas de la agroindustria ucraniana.

El ejército ruso no ha tomado de momento la decisión de interrumpir el flujo multicanal de armas occidentales a Kiev. Destruir metódicamente esas armas una vez que están en territorio ucraniano, con mucho éxito, es otro asunto. Lo mismo se aplica a la destrucción de las redes de mercenarios.

Sin embargo, en el futuro los rusos se dedicarán a aislar a Kiev de los suministros de armas de la OTAN. Y a medida que eso se desarrolle, los angloamericanos eventualmente trasladarán a su régimen títere a Lviv. Y el terrorismo, dirigido por adoradores de Stephan Bandera, seguirá siendo la “nueva normalidad” que deberán enfrentar los rusos.

El doble juego kazajo

Ahora está muy claro que esta no es una mera guerra de conquista territorial. Sin duda, es parte de una guerra de corredores económicos , ya que EEUU no escatima esfuerzos para sabotear y destruir los canales de conectividad de los proyectos de integración de Eurasia, ya sean liderados por China (Iniciativa de la Franja y la Ruta) o liderados por Rusia (Unión Económica Euroasiática).

Al igual que la guerra de poder en Siria está transformando grandes franjas de Asia occidental (un ejemplo es Erdogan, que está a punto de encontrarse con Assad), la lucha en Ucrania es una guerra por la reconfiguración del orden mundial actual, donde Europa es una mera víctima auto infligida. El panorama general es el surgimiento de la multipolaridad.

La guerra de poder en Siria duró una década y aún no ha terminado. Lo mismo puede suceder con la guerra de poder en Ucrania. Tal como está, Rusia ha tomado un área que es aproximadamente equivalente a Hungría y Eslovaquia juntas. Esto significa que todavía está lejos de cumplir con la “tarea”. Y, seguramente continuará hasta que Rusia haya tomado hasta el Dniéper y Odessa, conectando este territorio con la República separatista de Transnistria.

Es esclarecedor ver como importantes actores euroasiáticos están reaccionando a tal turbulencia geopolítica. Y eso nos lleva a los casos de Kazajstán y Turquía.

El canal Rybar de Telegram (con más de 640.000 seguidores) y el grupo de hackers Beregini revelaron en una investigación que Kazajstán vendía armas a Ucrania, lo que se traduce como una traición contra sus aliados rusos en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO). También Kazajstán es parte de la Organización de Cooperación de Shanghái y la EAEU, los dos centros del orden multipolar liderado por Eurasia.

Como consecuencia del escándalo, Kazajistán se vio obligado a anunciar oficialmente la suspensión de todas las exportaciones de armas hasta finales de 2023.

Esta historia se conoció cuando piratas informáticos revelaron que Technoexport, una empresa kazaja, estaba vendiendo vehículos para personal armado, sistemas antitanques y municiones a Kiev a través de intermediarios jordanos, bajo las órdenes del Reino Unido. El acuerdo había sido orquestado por el agregado militar británico en Nur-Sultan, la capital kazaja.

Como era de esperar, Kazajistán trató de desestimar las acusaciones, argumentando que Technoexport no había solicitado licencias de exportación. Eso era esencialmente falso: el equipo de Rybar descubrió que Technoexport utilizó Blue Water Supplies, una empresa jordana, para esos fines. Y la historia es aún más jugosa. Todos los documentos del contrato terminaron encontrándose en las computadoras de la inteligencia ucraniana.

Además, los piratas informáticos se enteraron de otro acuerdo que involucraba a Kazspetsexpor (a través de un comprador búlgaro) para la venta de Su-27 kazajos, turbinas de avión y helicópteros Mi-24. Estos habrían sido entregados a los EEUU. pero su destino final era Ucrania.

La guinda de este pastel de Asia Central es que Kazajstán también vende cantidades significativas de petróleo ruso, no kazajo, a Kiev.

Entonces parece que Nur-Sultan, de alguna manera contribuye a la ‘afganización’ en la guerra en Ucrania. Ninguna filtración diplomática lo confirma, pero se puede apostar que Putin dijo algunas cosas al respecto al presidente Kassym-Jomart Tokayev en su reciente y cordial reunión.

El acto de equilibrio del Sultán

Turquía es un caso mucho más complejo. Ankara no es miembro de la OCS, la CSTO o la EAEU. Todavía está tapando su apuesta estratégica, en realidad está calculando en qué términos se unirá al tren de alta velocidad de la integración euroasiática. Y, sin embargo, a través de varios esquemas, Ankara permite a Moscú evadir la avalancha de sanciones y embargos occidentales.

Las empresas turcas, literalmente con estrechas conexiones con el presidente Erdogan y su Partido (AKP), están disfrutando de su nuevo papel como almacén de cruce de caminos entre Rusia y Occidente. En un alarde Estambul compra lo que Rusia no puede comprar a Alemania o Francia y varias empresas de la UE están involucradas en este negocio.

El acto de equilibrio de Ankara es tan dulce como un buen baklava, pastel elaborado con una pasta de pistachos o nueces trituradas,

 Ha obtenido el apoyo económico de un socio muy importante justo en medio de un gravísima debacle económica . Los turcos están de acuerdo en casi todo con Rusia: el gas, los sistemas de misiles S-400, la construcción de una planta de energía nuclear y el turismo (Estambul está repleta de rusos)

Ankara-Moscú emplean una geopolítica de libro de texto. Lo juegan abiertamente, con total transparencia. Eso no significa que sean aliados. Es sólo un negocio pragmático entre estados. Una respuesta económica puede aliviar un problema geopolítico.

Obviamente, el occidente colectivo ha olvidado por completo cómo funciona ese comportamiento normal de estado a estado. La actitud del eje anglosajón es patética. Turquía es «denunciada» por Occidente como traidora, tanto como China.

Por supuesto, Erdogan también necesita alimentar a la galería, por eso de vez en cuando dice que Crimea debería ser retomada por Kiev. Después de todo, sus empresas también hacen negocios con Ucrania: vende drones Bayraktar y otros.

Y luego está el proselitismo: Crimea, teóricamente, debería estar bajo la influencia turca. De esta manera Ankara explota las nociones de panislamismo y, sobre todo, panturquismo, capitalizando las relaciones históricas entre la península y el Imperio Otomano.

¿Moscú está preocupado? Realmente no. En cuanto a los Bayraktar TB2 (vehículo aéreo de combate no tripulado )vendidos a Kiev, seguirán siendo reducidos implacablemente. Nada personal. Solo negocios


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