09.OCT.22 | PostaPorteña 2313

«El fiscal uruguayo PERCIBALLE juega con fuego INVENTANDO historias»

Por Álvaro Alfonso

 

ÁLVARO ALFONSO, periodista y escritor

 

La Mañana 5/10/22

 

Su vocación lo impulsó a ser uno de los principales periodistas de investigación del país, tarea en la que mezcla el trabajo de archivo, las entrevistas y el ‘boliche’. Tiene quince libros publicados sobre la llamada ‘historia reciente’, en los que apunta a contar la historia completa, a contramano del relato establecido. En conversación con La Mañana, el periodista y escritor Álvaro Alfonso va a fondo con información y reflexiones acerca de varios episodios que tienen repercusión actual.

Nació en Aguas Corrientes, a orillas del río Santa Lucía, en una localidad con una historia muy ligada a la planta potabilizadora que se remonta bastante atrás. ¿Es correcto?

Sí, la vieja usina comenzó a funcionar el 18 de julio de 1871. Soy integrante de una de las diez familias de Aguas Corrientes y ya vamos cinco generaciones. Mi padre, que murió muy joven, era fontanero y era el que enviaba el agua a Montevideo. A los 18 años recién cumplidos entré a trabajar a la usina, pero desde que tenía 7 años yo decía que quería ser periodista y relator de fútbol.

Usted fue alcalde de Aguas Corrientes entre 2010 y 2020. ¿Se lo imaginó alguna vez? ¿Qué le dejó esa experiencia?

Si se quiere fue algo fortuito. Recién se había votado la ley de descentralización y en una cena con amigos dije ‘ahora voy a ser alcalde de Aguas Corrientes’ sin pensarlo mucho. Pero en el mes de marzo, mi amigo Horacio Lampariello, que en aquel momento estaba en el Partido Colorado, le propuso a Lacalle Pou y luego el hoy presidente de la República me ofreció ser candidato. Fue una de las cosas más maravillosas en mi vida. Y creo que el ser periodista te da un plus, porque el político vive el día a día, pero el periodista siempre piensa hacia adelante y eso ayuda mucho para planificar.

Yo fui con una idea concreta: el centro de salud, apoyar el deporte, se invirtió mucho en ese rubro y generar la mayor infraestructura. Nosotros recibíamos US$ 40.000 al año de presupuesto y en los diez años quedaron obras por US$ 1,5 millones. Cuando llegamos había un 18% de alumbrado público y en 2017 ya tenía el 100%. Construimos el centro de salud, que era algo que mi madre -que se hizo enfermera tras la muerte de mi padre- siempre mencionaba que faltaba una policlínica, porque habían existido algunos proyectos que fracasaron previamente. Lo pudimos concretar con la ayuda de mucha gente, principalmente del entonces ministro de Defensa Fernández Huidobro, del Ejército con el Gral. Manini, de Lacalle Herrera, de Juan Justo Amaro y Carlos Camy y una buena relación con Carámbula y Orsi que estuvieron siempre presentes. Lo digo para terminar con esa fábula de que no se pueden hacer cosas si no sos de tal o cual partido.

¿Cuál es su valoración sobre ese proceso de descentralización?

La creación de los municipios es lo mejor que le pudo pasar a la vida política, pero está censurado por mucha gente que cree que es una cuestión de cargos. Los municipios tienen un problema y es que no tienen técnicos. Desde 2011 hice el planteo, pero nadie me dio bolilla, para que se firmara un convenio por el cual los estudiantes avanzados de la universidad -pública o privada- pudieran hacer pasantías en los municipios. Porque los alcaldes no pueden hacer los proyectos, pueden tener ideas maravillosas pero los proyectos lo tienen que hacer arquitectos, ingenieros, contadores, etc. Cuando leo que el Tribunal de Cuentas va a auditar… ¡si la mayoría de los municipios no tienen contadores!

Volviendo a sus inicios en el periodismo. ¿Cómo surgió su vocación?

Desde muy chico jugaba al fútbol y mientras tanto relataba. Después comencé a imitar a locutores profesionales y a relatar algunos partidos. Como en Uruguay no había cursos de periodismo lo hice en las escuelas latinoamericanas de Argentina donde aprendí bastante. En el liceo me iba muy bien en la materia Historia, donde tuve muy buenos profesores.

A los 16 años empecé a ir a Montevideo y salía a buscar trabajo, sobre todo pensando entrar en la radio, ya sea en fútbol o informativos. Cuando en OSE me trasladaron a la capital me dediqué de lleno a buscar lo que soñaba. Hablé entonces con Víctor Hugo Morales e hice una prueba para radio Oriental y simultáneamente probé en radio Sport con Juan José Bossio, que fue un gran maestro para mí y me decidí por esta segunda opción. También, Emilio Lafferranderie (conocido como el Veco) un lujo de periodista que se dio el Uruguay en aquella época, me enseño la letra chica del periodismo.

En su trayectoria periodística trabajó en radio, en televisión y en prensa escrita. ¿Qué le aportó cada medio?

La radio es la improvisación y las maravillas que se pueden hacer con las palabras. En los diarios hay que tener inteligencia y talento. En la televisión hay que encontrar el momento y saber generar impacto.

¿Cuáles fueron sus primeros pasos en el periodismo de investigación?

Tuvimos un programa que se llamaba «Revelaciones» en radio El Espectador con mi amigo Inocencio Moreira que fue como una serial con cuatro o cinco capítulos. Investigamos el tema de la deuda externa, sobre las ‘samaritanas del amor’ respecto al tema de los prostíbulos, también sobre el juicio a las juntas militares argentinas, un tema que ahora vuelve a estar en el tapete con una película. Nosotros entrevistamos al fiscal Julio César Strassera, a pesar de que no nos quería atender, pero nos ayudó la presión que hizo el presidente de la Corte Suprema de Argentina para que lo hiciera.

¿En qué momento comenzó sus investigaciones sobre la temática de la llamada ‘historia reciente’?

Comencé de lleno en 1995. Ese año hice un curso de corresponsal de guerra en el Ejército. En aquel momento era fácil tener llegada a los miembros del MLN y de todos los partidos, pero no a los militares. Y para contar la historia hay que hablar con todos, si no, no tiene gracia. Para tratar estos temas con los oficiales en aquel momento había que tener bastante ‘boliche’. Mi primer trabajo fue bolichero con nueve años, porque no había Mides ni nada y me crié también repartiendo refuerzos y sirviendo copas. Eso me ayudó bastante en el diálogo. Mi primer libro fue «El revés de la trama» que empecé en el 95 y terminé en el año 2001 y trataba sobre cómo fue la salida y la ley de caducidad. Entrevisté a todos los presidentes desde la década del ’70 en adelante.

En 1998 Pinochet era encarcelado en Londres a pedido de un juez en España. ¿Terminada la guerra fría se insinuaba una postura distinta de esos actores internacionales?

Yo participé en el plebiscito en Chile y después en las elecciones, 1989 y 1990. Cubrí para El Espectador durante veinte días y fue una experiencia muy rica, de ver la diferencia que había en el proceso de Chile respecto a lo de Uruguay. Allá y en Argentina era otro partido. Acá no hubo voluntad de exterminio, más allá de que algunos marquen el tema de los desaparecidos. Pero no hubo voluntad de exterminio en nuestro país, si no Mujica no hubiera sido presidente, ni Bonomi o Fernández Huidobro ministros, como tantos más.

Mucha gente piensa que el comunismo dejó de funcionar el en ’89, pero hoy se manifiesta de otra forma. Cuando cayó el muro de Berlín apoyó todo lo que antes estaba en contra. Y es lo que está pasando hoy. En aquel momento pusieron a las guerrillas a enfrentar a las fuerzas armadas y lo que nadie dice es que en la década del ’70 en Uruguay iba a haber una dictadura, de tendencia a la derecha como fue o iba a ser a la izquierda si ganaba el MLN con las armas y a la cual el Partido Comunista inmediatamente se iba a subir, junto con las organizaciones de izquierda. No se puede eludir la guerra fría y el posterior cambio. Hoy el comunismo se manifiesta de otras maneras diferentes, a través de colectivos.

¿Fue la ley de caducidad una ley de amnistía?

Sí, claro. Todos los que intervinieron sabían que era una ley de amnistía. Me pregunto si los jueces y fiscales de hoy leyeron a Sayagués Laso sobre la interpretación de las circunstancias de una ley y el espíritu del legislador. Además, decir, como se dice ahora, que el Parlamento que votó la ley de seguridad del Estado en 1972 era ilegítimo es bastante arriesgado. ¿Jorge Batlle, Wilson Ferreira Aldunate, Zelmar Michelini, eran todos ilegítimos?

Unos votando en contra y otros a favor, pero fue un Parlamento democráticamente electo. Además, esa ley fue declarada constitucional por la Suprema Corte el 5 de abril de 1974, pese a que hacía dos años que estaba. Lo mismo pasó con la ley de caducidad que en 1988 se declara constitucional por 3 votos a 2. Y después si vamos al 2005 cuando el gobierno el Frente Amplio empieza a insinuar que va a votar una ley interpretativa, hubo cuatro expresidentes de la SCJ que dijeron que eso sería inconstitucional.

En uno de sus libros usted menciona un congreso del Frente Amplio en 2003 donde quedaron en evidencia dos posturas sobre la ley de caducidad. ¿Cómo fue?

Yo cubrí ese evento que fue en el Palacio Peñarol, fue el último congreso programático antes de la llegada al poder. Se plantearon dos opciones. Fernández Huidobro que defendía la ley de caducidad y decía que era un gran error proponer derogarla. Y otro grupo liderado por Hugo Cores del PVP que argumentó para borrar la ley. El congreso votó 60 a 40 por mantener la ley de caducidad. Y eso no se respetó después.

La Comisión para la Paz del año 2000. ¿Cómo surgió y qué aportes destacaría?

En primera instancia se le presentó un proyecto a Batlle en el que trabajaron Fernández Huidobro, el coronel Silva, monseñor del Castillo de la Iglesia Católica y Bolaña de la Masonería, llamando a la paz, pero no se tomó ese documento. Después localizan a la nieta de Gelman aunque debo marcar que fue localizada durante el gobierno de Sanguinetti pero no se le dijo porque decían ‘no compartir la política de derechos humanos que llevaba adelante’. Eso fue un error.

La Comisión para la Paz trabajó muy bien, consiguió mucha información. Y aunque hoy es fácil decirlo, creo que le faltó una cosa fundamental y es que en el grupo de trabajo estuviera un militar o más de uno. El informe que hace la comisión es muy veraz, muy respetuoso y no se condice con lo que estamos viviendo ahora. Lo que hoy se hace desde la Justicia no tiene absolutamente nada que ver con ese informe.

¿A qué se refiere exactamente?

Ya en el 2003 la Comisión para la Paz decía que habían pasado muchos años para confirmar diversos episodios. Hoy el fiscal Perciballe juega con fuego inventando historias. Porque hay historias inventadas que no condicen con la realidad. Decir que esto se termina cuando se mueran todos no es cierto, esto no tiene término nunca más. Y además, lamentablemente, esto se ha convertido en un negocio.

¿Lo dice por las pensiones reparatorias?

No es por una sola ley, son varias. La ley 18.033 sobre reparaciones pecuniarias no son solo para tupamaros sino también para todas las organizaciones de izquierda, que no jugaban a la rayuela. Al final de este periodo de gobierno de Lacalle Pou el Estado llevará aportado U$S 1000 millones. Por le ley 18.033 el aporte del erario público llegará US$ 500 millones desde que comenzó en 2006.

¿Qué otros ejemplos?

A la ley de reparación a los funcionarios públicos se presentaron 30 mil y el Estado atendió 18 mil. Y sé que fueron separados de los cargos más blancos y colorados que frenteamplistas por el Acto Institucional 7, la clase de ciudadanos A, B, y C. Pero hubo otros que no fueron separados por su pensamiento ideológico y político sino porque eran malos funcionarios. Esa ley hoy el costo es el equivalente a U$S 338 millones.

Tenemos una ley increíble (18.596) que induce que la dictadura empezó en 1968, debido a que se aplicó las medidas prontas de seguridad que están insertas en la Constitución de la República. El 13 de junio de ese año el presidente Pacheco Areco, tomó la decisión ante una sublevación contra el gobierno, los tupamaros estaban en pleno apogeo y ahora la ONU dice que era un gobierno ilegítimo. La Comisión Interamericana de DD.HH que, en mi criterio, son una manga de curreros, cada vez que se expresan desvirtúa la historia del Uruguay. El abogado colombiano Andreu-Guzmán hizo un informe para la INDDHH, por decisión del Parlamento de tener un informe sobre el tema de los desaparecidos, lo cual me parece bien, pero allí no cuenta todo, solo un pedacito direccionado para un lado.

Pasa algo insólito. El ministerio de Economía no tiene los nombres a los que paga algunas indemnizaciones por la ley 18.596, sino que crea los créditos y los entrega al Ministerio de Educación y Cultura que paga. Y así otras tantas situaciones, como los integrantes del PVP que cobran reparaciones en Argentina por la reclusión que tuvieron en Uruguay lo cual está penado y ya existen denuncias.

Pero al mismo tiempo, hubo miembros del MLN que desistieron de cobrar o ampararse en alguna de estas cosas, conozco sus nombres y en algún momento habrá que nombrarlos. Por la ley 18.310 reparación a los trabajadores de los frigoríficos eventualmente cesados por razones políticas e ideológicas entre el 9 de febrero de 1973 y el 28 de febrero de 1985 costo al Estado US$ 5 millones en el 2021 en plena pandemia. Acá es fantástico la Dictadura empezó el 9 de febrero. Esto por lo menos es más creíble que el 13 de junio de 1968.

En sus investigaciones trabaja mucho con documentos. Usted ha manifestado algunas dificultades para acceder a ciertos archivos que contienen información valiosa. ¿A qué se ha tenido que enfrentar?

Mi modus operandi cuando iba a hablar con cualquiera siempre fue pedir papeles. Hay muchos documentos, de todos los ministerios en la dictadura, informes de inteligencia, otros de civiles. Esto me fue nutriendo para desarrollar el trabajo. Con el tema de los archivos, hace un tiempo pidieron que se abriera la comisión investigadora de Michelini y Gutiérrez Ruiz. Yo la leí varias veces, en verano, en el mejor momento para ir al Parlamento a leer. También la comisión sobre los desaparecidos que fue el primer lugar donde se mencionó el caso Gelman y nadie le dio bolilla en el año 1985. Allí se hablaba ya de la tortura, hubo también intervenciones antes del golpe de Estado del senador colorado Amilcar Vasconcellos, o sea que no era una cosa nueva, como pareció presentarse tiempo después. Y tortura que existió de uno y otro lado.

Ya en el 2007 la ministra del Interior Daisy Tourné me negó información sobre el Partido Comunista. Por otro lado, donde pude acceder a todo fue en la Cancillería, donde además hay un cuidado de los documentos, que son muchos y muy buenos, que reflejan lo que era aquel Uruguay. Respecto al archivo Castiglioni la Justicia me negó que pudiera acceder al archivo, ni siquiera podemos conocer los dos informes por los cuales determinan que tiene que ser secreto. Fui consiguiendo a través de rastros y llegué al índice. El doctor Bustamante Barrios ha sido clave en todo el proceso de seguimiento, siendo muy meticuloso.

Aunque hace pocas horas la Justicia nuevamente declaró Reservado el archivo. Reservado para quién, para mí. Ya sospecho que debe contener una caja con carpetas con el asesinato del presidente de EEUU, John F. Kennedy…

¿Qué importancia tiene el archivo Castilgioni?

En ese archivo están contenidos una buena parte de los secretos del Uruguay de los últimos 60 años. Cosas que no son menores y que hoy se utilizan políticamente. Sus documentos lo han visto determinadas personas, no todos. Nos dimos cuenta que no era secreto porque al año los familiares de los desaparecidos habían presentado una nota y les dieron 173 cajas, también a Sutel  (Sindicato Único de Telecomunicaciones) y las cintas magnetofónicas pasaron por la Facultad de Ingeniería. Muchos de los procesamientos que hoy se están dando tienen algo que ver. Entonces no era secreto. Hoy se usa solo para procesar militares, tratar de que sea suavecito para las organizaciones de izquierda y dejar a los partidos políticos como reserva moral de la democracia, cosa que me parece bien, pero a veces el sistema político debería asumir responsabilidades por hechos puntuales de la historia.

Creo que el Partido Nacional y el Partido Colorado durmieron la siesta mientras se manejaban los archivos a piacere. Más allá que Carlos Julio Pereyra, el senador Penadés y el diputado Casaretto hablaron hace unos 15 años con la ministra Azucena Berrutti pidiéndole que el tema de los archivos fuera un tema de Estado y el Frente Amplio lo negó.

En su libro «Operación Verdad» menciona que hizo una pregunta a varios actores de la sociedad sobre si la sociedad estaba preparada para que le cambien el relato de hechos de nuestra historia que se han dado por ciertos y subraya que la contestación unánime fue «no». ¿A qué lo atribuye?

El relato meticuloso de obviar la mitad de la historia hoy tiene una ventaja de 95 a 5. Acá hubo errores y dos partieron de las Fuerzas Armadas. Yo sé que en aquel momento tal vez la decisión que tenían que tomar era esa, de no estar en la misma ley de amnistía que todas las organizaciones de izquierda. Y después creo que el error más grande fue el silencio austero, que desde la primera administración de Sanguinetti se asumió de no contestar todo lo que se podía decir.

No hay que ser ingenuos con otra cosa y es que Estados Unidos está metido en todo esto porque busca por lo menos disminuir a las Fuerzas Armadas de la región para ser el jefe.

 Y existe también una ignorancia importante de la historia reciente. Me pasa que puedo hablar con gente que está en el tema, pero desconoce muchos hechos y eso me llama la atención.

¿Qué opina sobre el abordaje del sistema educativo de la historia reciente?

Creo que es lo peor de todo. El principal problema hoy está en la educación. He visto libros y te arrancas los pelos, de cualquier año. Parece como que estaba todo bien y eran todos buenos hasta que vinieron los malos en el 73. En mi criterio, lo que haría es que a través del Parlamento los partidos políticos designen una o dos personas con clara directivas para que integren una comisión y redacten un manual de 200 o 300 páginas de lo que pasó realmente. Porque esto empieza de la Segunda Guerra Mundial para adelante, hasta nuestros días. Y que luego, en eso se marque qué libros se puede consultar.

Me sorprende un pedido de formalización del fiscal Perciballe hace pocas semanas donde prácticamente idolatra que el MLN, gente del Partido Comunista, el OPR 33 y todos los grupos que terminan confluyendo después en el PVP se hayan ido a Argentina, hayan secuestrado, y recaudado dinero. Se unieron a la junta coordinadora revolucionaria con el ERP y Montoneros. Los grupos argentinos se dedicaron a poner bombas en democracia, entre 1973 y 1976. Más allá de la violencia política que existía en Argentina, que fue casi igual que en la dictadura, era un gobierno democrático, aunque no les gustara Cámpora o Perón o Isabel Martínez.

Algunos pretenden instalar que los únicos que pelearon contra la dictadura fueron las organizaciones de izquierda. Ahora en la mencionada formalización Perciballe menciona a Wilson Ferreira y otros dirigentes blancos. Si uno agarra las escuchas telefónicas durante la dictadura había dos que estaban en casi todas que eran Jorge Batlle y Carlos Julio Pereyra y ninguno de los dos era de izquierda. Esto es algo que hay que poner en su lugar.

En el Uruguay hoy estamos en la etapa que aquel que contradice el relato mentiroso de la historia reciente y presente está a favor del ´terrorismo de Estado´. Una barbaridad.

Sobre el tema del llamado «espionaje en democracia» que se ha denunciado en Uruguay. ¿Cuál es su opinión?

Ahora el expediente está archivado, por un lado, porque existió y por otro porque prescribió…

¿Hasta dónde hay espionaje y donde hay inteligencia sobre cuestiones de Estado?

Yo supongo que en el gobierno del Frente Amplio existieron servicios de inteligencia. Supongo que cada mañana al presidente Vázquez le llevarían informes de inteligencia sobre los temas que estaban pasando, cuando estaban los puentes cortados para que pudiera tomar decisiones correctas. Decir que esto existió hasta el 2005 y luego no más no me parece, no podemos ser tan hipócritas. No existe país en el mundo que no tenga un servicio de inteligencia que cuide al Estado e informe al presidente de la República.

En el libro de mi autoría “Los Dos Demonios” está todo el relevamiento que se hizo contra el MLN y sus chacras, entre 1985 y 1989, están las fotos, no precisaban ningún archivo para investigar. Pero, en este tema como en otros, juega Ghiggia con el segundo gol de Maracana, cuando un compañero le dijo porque no me la pasaste, la respuesta del gran puntero fue: ‘Dejala quietita que ahí está bien’.

En el archivo Castilgioni hay una parte que dice «operaciones de la inteligencia cubana» del año 1985, ya en democracia, con escuchas telefónicas. Digo yo, ¿eso no es importante? Estaba actuando la inteligencia cubana y la KGB. Y también se metió la CIA en ese momento. ¿No es importante eso para investigar? Mucho más que si seguían a tal o cual político hasta la esquina.

¿Hay investigaciones que no se hicieron o no se hacen a fondo?

Hay algo que me llama la atención y es que desde el 2020 hasta ahora el Ministerio de Defensa Nacional recibió por pedidos de información pública la misma cantidad que desde 2008 hasta 2020. No entiendo por qué antes no los hacían.

Hemos solicitado información pública de determinados tribunales de honor que están hace tiempo y pasaron desapercibidos porque no los leyeron. Sin embargo, en el caso del coronel aviador Enrique Rivero que sostiene que los restos localizados en la chacra de Pando no son de Ubagésner Cháves Sosa sino de Arpino Vega, cuando se homologa el tribunal tanto el entonces presidente Vázquez como el ministro Bayardi dejaron una mención en un apartado que el expediente debía ir a la Fiscalía de Lesa Humanidad porque había declaraciones y testimonios a revisar. Y bueno, todavía estamos esperando a ver si el Fiscal investigó. No es una cosa menor. El coronel tal vez es un mentiroso, pero el relato que hace en doce páginas es demasiado creíble como para no investigar. Es más, en el informe de Andreu-Guzmán hay una placa con todos los desaparecidos y respecto de Cháves Sosa pone que fue localizado con información aportada por la Fuerza Aérea pero que sin embargo sus restos no fueron encontrados en el lugar exacto indicado.

Corresponsal en Mundiales en la era de Maradona

«Estuve en México ’86 y en Italia ’90 como periodista de radio El Espectador y en el otro por el diario La República. Los mundiales son maravillosos y creo que quien va a cubrir un mundial va más allá de la pelota. La pelota es el 5%. El resto es una fiesta increíble donde conviven ciudadanos de todas las nacionalidades del mundo y donde las eventuales rencillas entre países quedan por el camino. Además, exalta a las diferentes naciones, su cultura y eso creo que es lo que más se debe informar», recordó Alfonso.
«En el mundial del ’90 Argentina había eliminado a Yugoslavia y a la conferencia de prensa Maradona llegó saltando con la rodilla inflamadísima y luego Bilardo dijo que en el próximo partido en Nápoles contra Italia iban a sentirse como locales. Pensé que estaba loco por decir eso. Fui dos días antes a esa ciudad y la minoría más hincha de Italia quería ganar 3 a 2, pero que Maradona haga dos goles; pero la mayoría de los napolitanos quería que ganara Argentina, porque estaba muy latente esa rivalidad con el norte de Italia. Ese partido fue uno de los que más me marcó», recordó.


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