30.OCT.22 | PostaPorteña 2316

*METALURGIA DE ALMA*

Por Marcosis

 

De menor a mayor

 

-La novedad -luego de trillar el desempleo y la persecución de lista negra- fue encontrar un gran ruido a fierros, olor y humo de fierros, colores del metal duro trabajado a cortes golpes chispas soldaduras arrastres pinturas raspados, individuos hormigueando en 100 metros cuadrados del mismo color y olor y aspecto, tiznados, lastimados y vivos entre las líneas de armado y montaje, cagándose de calor y de frío entre gritos bromas y abrazos y saludos y puteadas y el mate escondido bajo la mesa para darle una chupada de vez en cuando para aguantar las tripas. Y el guiso frío desde la casa para el mediodía en la vereda para tomar un poco de aire.

-La granalla por más traje cerrado y escafandra que se pusiera el operario que tuviera que entrar a la cabina de granallado, las mini partículas de hierro soplado a presión con aire comprimido que raspaban hasta el brillo de la chapa también pasaban por todas las fisuras de la ropa y de la escafandra y la cara quedaba ennegrecida y los pulmones nunca estudiados tendrían un color similar. Salir y fumarse un pucho cada tanto y un mate aliviaban el martirio…

-Miguel el ingeniero, no era mal tipo, más bien parecía bueno, no totalmente podrido, pero sumiso hacía los mandados de dirigir ese monstruo pequeño del emprendimiento metalúrgico. Eso sí, muy resentido con lo sindical y obrero porque para él los obreros habían vaciado a la empresa emblema de transporte de pasajeros de donde él venía. La ONDA.

-El macho Tabárez un miserable grandulón matón protegido de puerto que tenía fama de malo por encargo del dueño un sorete adulador y alcahuete que un día entró al taller y nos agarró las mangueras de torchas de soldar a patadas que le atravesábamos para que se rompiera las guampas cuando nos viniera a romper las pelotas “que se creen que esto es la nasa!!!” una pena que no tropezara y se rompiera la crisma.

-Y el jefe “de seguridad” el tortuga policía comisario en actividad contratado por gente de muy arriba que tenía una oficina y la bandera de un consulado en la planta frigorífica se paseaba radio en mano entre las líneas de montaje observando que se trabajara aunque él lo único que sabía era de salvar a ésa gente de muy arriba de multas de tránsito y del ridículo, como cuando el nene bien patrón se juntó con la rubia exuberante que parecía Xuxa y que siempre reía traída de un hotel en Salto donde el marido la prostituía y el nene parecía un zombi al que solo le gustaban las carreras de turismo y preparaba su auto de competición con esmero y la rubia denunció por acoso a un joyero que luego se supo era él el acosado y la rubia alta exuberante que vivía con el nene en un 5to piso frente a la bahía del Buceo quería joyas y el joyero mostró las llamadas telefónicas que recibía de la rubia al juez y el comisario dijo sentir vergüenza ajena. Igual el jefe siempre salía premiado desde ser jefe de los talleres policiales hasta la jefatura departamental de policía en algún lejano lugar.

-El obrero muy joven que se casaba pronto y tenía según su encargado jodón y cantante de cumbias le decía “el sueño de la peluda propia” que quería despertarse y estirar una mano y tocar su peluda ahí, en su cama de obrero de barrio periférico muy cerca del galpón donde laburaba con arte cortando pintando y dando terminación fina a los cierres de contenedores. El mismo que quedó atrapado por la cabeza estando en el techo del contenedor movido sin aviso, atracado entre la columna de hierro del galpón donde corría la grúa pórtico y el contenedor, irreconocible por el tamaño de la cabeza hinchada y su cara a punto de estallar parecía un japonés gordo con ojos redondos y el largo del cuello que parecía no aguantar y que la cabeza iba a caer arrancada, que sobrevivió luego de que despacito con una uña metálica en cada rueda sobre las vías con mano de obra obrera acostumbrada al rigor y al dolor y a la muerte se pudo mover hacia atrás el vagón milímetro a milímetro para que otros trabajadores los de la ambulancia que llegó le colocaran el cuello postizo inflado para sostenerle la cabeza y que no moviera nada y se casó y nunca quiso saber nada con ser parte de una comisión de seguridad para evitar accidentes. No quería ser señalado como rebelde y perder el trabajo. Su encargado lo conversó, el que lo embromaba con la peluda.

-El loco Nelson querible y sonriente fraterno que subía a la grúa de playa, siempre sonriente, que trepaba ágil como un mono la torre a 30 mts. de altura y por el brazo horizontal el que gira en círculos alrededor de la torre se arrimaba a la punta donde estaban los contrapesos de hormigón y reparaba los soportes de abajo pero allá arriba y se colgaba de espaldas al suelo como una hormiga para pintar con antióxido la palabra Nelson y el año, en la base visible desde todos lados. Que estaba “jodido de la columna”. Como gran parte de los trabajadores súper explotados y sin derechos al pataleo.

-Ramoncito un titán de baja estatura fornido sonriente de cachetes colorados siempre cinchando las barras y chapones de hierro que venían de Sudáfrica él solo, alentado por el encargado general de que él podía, y podía, tironeaba y movía pesos superiores sin ayuda guapeando ante los compañeros, y manejaba la amoladora grande de 11 con entusiasmo con una mano sola hasta que el disco de corte apoyado sin querer le entró en el muslo y salvó de pedo la pierna…

-El Trapera que cuando me echaron escribió y me alcanzó una nota fraterna poniéndose a la orden de lo que yo necesitara en un papel manchado con tanta solidaridad obrera y faltas de ortografía que aun guardo por ahí como un tesoro y que me hace lagrimear si lo vuelvo a leer. Yo le arreglaba la radio porque debajo de la careta de soldar se colocaba los auriculares para oír música de M24 entre tanto ruido ensordecedor y era uno de los que cada tanto entraba a la cabina de granallar, yo lo trataba con respeto como obrero sufrido que era y aún debe ser si pudo jubilarse con esa tremenda carga de laburar y laburar y agachar el lomo pero nunca la dignidad viviendo en los alrededores de esa barriada obrera de Nuevo París.

-Al costado del galpón y detrás se alargaba el caserío del Cadorna al costado del zanjón de agua podrida que iba rumbo al Pantanoso atravesando otros caseríos hoy llamados asentamientos y antes cantegriles. En el callejón que separaba del galpón hubo un tiroteo con varios tiros cuyo gatillo fue un gurí que había peonado en la metalurgia y que estaba ya preso pero vinieron con policías y lo trajeron con un funcionario judicial que miró la escena y le indicaron reconstruir el hecho y él parado con cara de nada entre tanta gente le sacaron las esposas y el parado en medio del callejón hizo el ademán de apuntar y gatillar un arma invisible. Yo miraba todo en esa tarde de sábado entre las rendijas de las chapas desde adentro del galpón toda la movida con autos y sirenas y el gentío que asomó curioso desde el caserío para ver ésa puesta en escena de “la justicia“ y de la cual ni idea de cómo terminó. Treinta años después parece una parodia ridícula ante los diarios tiroteos en barrios de la periferia violentada en barriadas obreras y marginadas donde cada día y a veces varias veces vuelan las balas hasta adentro de las casas.

-En los turnos nocturnos de la cámara de frío se tenía la especialidad de conocer la vida de otra gente del servicio que en las guardias de puerta enamoraba con chicas de la zona y a base de conversa y compartir tiempos se podía fraternizar y compartir la vida de trabajadores aunque fueran milicos en actividad traídos por el tortuga que cobraría su gestión sin duda. Algunos de ellos se dieron a conocer como trabajadores solidarios cuando se sucedieron los despidos en cascada, y atestiguaron en tribunal como buenos compañeros aun sabiendo que tendrían persecución en sus vidas. El abogado de la empresa un payaso vestido a lo hipoide nos acusó de ser una asociación para delinquir cuando sus contratantes tenían policías comprados, extraviaban expedientes en el juzgado y un consulado instalado en las oficinas de la empresa. Los que atestiguaron como obreros por lejos se elevaron de otros arrastrados que echaron para atrás o atestiguaron para el patrón. Siempre llevaré el recuerdo con cariño de la “loca Pérez”, policía y churrero en el Cerro que tenía una gran familia que mantener y que al ir a comprar los juguetes para sus hijos la noche de Reyes lo matan a tiros al ser asaltado el comercio.

-Tal vez por eso algunas noches ando enredado entre máquinas y ruidos y pasillos infernales de motores y techos y paredes grises y humo y gente que parece saber lo que hace y algo está haciendo entre tanto ruido a máquinas que no sé qué fabrican ni para quién.

Marcosis

2022


Comunicate