28.NOV.22 | PostaPorteña 2322

Aguafuertes Colombianas (IX)

Por Ricardo J. Benelli

 

LOGRAR “LA PAZ TOTAL”; EL OBJETIVO DEL PRESIDENTE GUSTAVO PETRO PARA COLOMBIA

 

A partir del pasado lunes 21 de noviembre comenzaron, en la capital de Venezuela, las negociaciones entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla del ELN. Representando al ejecutivo, las tratativas cuentan con la presencia de quien fuera designado como Alto Comisionado para la Paz, Iván Danilo Rueda, encargado de establecer los contactos entre la Casa de Nariño y las distintas organizaciones armadas del país, como parte de lo que el presidente colombiano ha denominado “La Paz Total”.

Además, están la senadora María José Pizarro, hija del histórico comandante del M-19 Carlos Pizarro, quien suscribió los acuerdos de desmovilización de aquella organización armada y fuera asesinado, en 1990, cuando hacía campaña como aspirante a la presidencia; Otty Patiño, otro senador y como el propio Petro, ex militante del M-19; el dirigente campesino Alberto CastillaIván Cepeda, uno de los negociadores con las FARC durante el gobierno de Santos y José Feliz Duarte   ,uribista y opositor,  presidente de la Federación de Ganaderos de Colombia.  

En la delegación de quienes participan por el ELN destacan el segundo comandante Israel Ramírez Pineda -alias Pablo Beltrán- y el excomandante Nicolás Rodríguez Bautista. Asimismo, los países garantes de las negociaciones son Noruega, Venezuela y Cuba. Tanto la iglesia católica colombiana como las Naciones Unidas fueron invitadas a asistir.

 Alcanzar un acuerdo con los elenos -así se les denomina en lo coloquial- acaso sea la instancia más relevante en el ambicioso propósito que el primer mandatario desea alcanzar. Esto debido a la estructura y características de ese grupo guerrillero al que los entendidos señalan como el único que actualmente persigue fines políticos.

Petro ha sido elocuente al señalar que, en la mesa de negociaciones para lograr el ambicioso objetivo de pacificar al país, todos tienen un lugar. Hay cabida, entonces, tanto para las “disidencias de las FARC”, como para el Clan del Golfo y las decenas de grupos armados dedicados al narcotráfico, pero es indudable que la negociación más ardua e importante es la que comenzó esta semana en Caracas.

Hoy por hoy, el ELN -Ejército de Liberación Nacional- es considerado el grupo guerrillero más numeroso no sólo de Colombia, sino de América del Sur. Fundado en 1964 y operacional desde 1965, tiene presencia en 23 departamentos del territorio colombiano -además de operar a ambos lados de la denominada “frontera binacional” con Venezuela- y cuenta con unos 5.400 integrantes, de los que 2.600 están asignados a la estructura armada; un número similar son milicianos que hacen parte de la infraestructura de apoyo y los restantes -cerca de 200- son militantes que operan en el frente de guerra urbano. Otro factor, acaso complejo y que preocupa a los encargados de negociar la paz en nombre del gobierno, es el carácter federal de esta guerrilla, lo que supondría que no existe una sola línea de mando.

Si bien la relación entre el ELN y el gobierno que preside Gustavo Petro no es ríspida y prueba de ello es la reciente liberación de dos soldados que la organización guerrillera mantenía prisioneros en Arauca, su máximo comandante -alias Pablo García- ha dejado en claro que tienen diferencias con la denominada “paz total” que pretende alcanzar el primer mandatario. Los líderes de la organización temen que se continúe con el mismo esquema de desmovilización que otros gobiernos implementaron anteriormente y cuyas consecuencias fueron fatales para miles de exguerrilleros que fueron asesinados por las bandas paramilitares o las propias fuerzas armadas.

 A diferencia de otros grupos armados, los elenos no buscan obtener concesiones políticas y/o ventajas materiales, sino verdaderas garantías de que el proceso de paz es serio, fiable y habrá de comprometer a todas las partes -incluyendo a las fuerzas represivas- que han litigado en esa contienda que ha desangrado al país.

Rodríguez Pineda -o mejor, el comandante Pablo Beltrán- dejó constancia que su organización “no pide nada”, descartando de plano que pretendan bancas en el Congreso. “El verdadero objetivo que persigue el ELN -agregó- es lograr un cambio estructural en el país. Esta mesa de negociación debe ser un instrumento de cambio; la tarea que tenemos es de reconciliación para así construir una nación en paz y equidad.”

El presidente Petro es consciente de que la tarea de pacificar a su país no es sencilla y por eso, como buen conocedor de las diversas posturas de los grupos armados operativos en Colombia, ha elegido al ELN como interlocutor principal para comenzar a cimentar ese gran objetivo que la mayoría de la ciudadanía anhela.

Hay quienes se muestran escépticos y no faltan los agoreros que pronostican un gran fracaso; sin embargo y modestamente, entiendo que estos primeros pasos resultan alentadores y una vez más, apuesto por la esperanza.

 

Ricardo J. Benelli

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