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LOS «ARCHIVOS DE LA CUARENTENA»: EL ESCÁNDALO DE LA CUARENTENA

Por Karina Mariani

 

‘Lockdown Files’, la orgía de poder de los mediocres

 

KARINA MARIANI- La Gaceta de la Iberosfera - MARZO 19, 2023

 

La metáfora del cisne negro describe aquellos eventos impensados que terminan teniendo un gran impacto político o económico. Hace pocos días sucedió un evento impensado que, por el tipo de barbaridades que dejaba al descubierto, debió haber sido un cisne negro de gran dimensión. Se trata de los Lockdown Files o «archivos de la cuarentena», un escándalo cuya escasa trascendencia habla más del tipo de sociedad en la que nos hemos convertido que del paripé en sí mismo.

La historia es así: había una vez un gris político inglés del montón, como cualquiera de los polítiquillos del montón que abundan en cualquiera de nuestros países. Su nombre: Matt Hancock. Su cargo: secretario de Salud en el momento en el que se desata la crisis covídica. Como cualquiera de los burócratas a cargo de la gestión de la salud pública en cualquiera de nuestros países, el gris Matt impuso una cuarentena totalitaria e impracticable que, como cualquiera de nuestros burócratas, él mismo no cumplió. Ocurrió un escándalo como tantos escándalos que se sucedieron en cualquiera de nuestros países: encontraron al gris Matt ardientemente enlazado a su asesora Gina Coladangelo, rompiendo con creces las inhumanas normas de distanciamiento social que se imponían al resto de los mortales. 

Como consecuencia de este percance Matt salió del Gobierno y se dedicó a un montón de cosas vergonzosas, porque para más no le daba, como no le daba al resto de los funcionarios a cargo de la salud pública en cualquiera de nuestros países. En un momento de vanidad, como suele tener muy a menudo esta subespecie, el gris Matt se aviene a escribir un libro contando lo que para él era una heroica gestión pandémica: «Pandemic Diaries. The Inside Story of Britain’s Battle Against Covid» (Diarios de la Pandemia. La historia interna de la batalla británica contra el COVID)

Para ello contrata a una periodista que hiciera el trabajo real y le entrega miles y miles de mensajes de WhatsApp de su paso por la gestión. La periodista descubre, en estos mensajes, una trama de mentiras, corrupción y abuso de poder que decide filtrar a la prensa y en consecuencia el diario The Telegraph publica los archivos que exponen como en Reino Unido, al igual que en cualquiera de nuestros países, se atropelló la dignidad y la vida de la población sin excusas ni justificativos, en una orgía de poder e imbecilidad.

Los Lockdown Files sacan a la luz lo que pasó en Reino Unido, que es igual a lo que pasó en cualquiera de nuestros países: la gestión relativa al covid fue ineficaz, irrisoria, contradictoria, improvisada y manejada por personajes soberbios y borrachos de poder.

Los mensajes en el WhatsApp de Hancock muestran que el secretario de Salud sacrificó, para su beneficio político, a la población vulnerable y manipuló la información ponderando algunos datos en detrimento de otros para alcanzar números pandémicos dramáticamente atractivos para los medios.

Los archivos muestran que el Gobierno británico no tenía un aval científico para imponer los confinamientos, sino más bien que para imponerlos buscó avales de «expertos» que los legitimaran, como ocurrió en cualquiera de nuestros países. Uno de los pasajes más esclarecedores es aquel en el que Matt Hancock, dijo que debían crear informaciones que hicieran que las personas «frighten the pants off everyone with the new (covid) strain», o sea, deseaba que todo el mundo se asustara tanto como para ensuciar sus pantalones con una nueva cepa.

El plan deliberado de generar pánico se plasma en los mensajes enviados por su asesor de comunicación Damon Poole y por el Secretario de Gabinete Simon Case, sosteniendo que el factor miedo era «vital» para la imposición del tercer confinamiento. Es de destacar que Case era el funcionario de más alto rango y encargado de investigar las fiestas prohibidas en Downing Street hasta que se descubrió que, al igual que Boris Johnson, él también había participado. Del mismo modo que participaron de reuniones y fiestas secretas la inmensa mayoría de los mandatarios del mundo que habían impuesto las cuarentenas.

Hacia mediados de 2020, Hancock fue avisado de los peligros de la cuarentena y se le sugirió adelantar el fin de la medida a lo que el gris Matt contestó que era: «Una medida demasiado adelantada para la opinión pública». En otro pasaje, Hancock y otros burócratas se burlan de la situación de los turistas, que eran obligados a pagarse los confinamientos en hoteles, mofándose de que estaban atrapados en cajas de zapatos «it’s hilarious», decían. Notables son los mensajes en los que los funcionarios debatían las formas de usar las regulaciones pandémicas para espiar y arrestar a sus opositores políticos. Otra conducta repetida, una y otra vez, en la mayoría de nuestros países.

Otro de los ejemplos lacerantes del criterio con el que se manejó la gestión de la enfermedad es el debate de agosto de 2020 sobre los mandatos de las mascarillas en las escuelas inglesas. Hancock no tenía un consejo médico a favor de su uso pero como el Gobierno de Escocia estaba a punto de imponerlas, no quiso ser menos y exponerse a sufrir la presión de «unos padres furiosos» y obligó a los niños a usar algo innecesario y dañino para «no meterse en peleas molestas»

Los Lockdown Files han revelado cómo Hancock instruyó a otros ministros para que presionaran y «se pusieran duros» con la policía. Y al igual que ocurrió en cualquiera de nuestros países, las protestas contra los confinamientos fueron reprimidas con brutalidad, una brutalidad que no se ve en la represión contra el delito, por ejemplo. Como en cualquiera de nuestros países, los burócratas como Hancock imponían restricciones a la movilidad y normas para salir a ver la luz que eran caprichosas, insensatas y dictatoriales, una locura autoritaria que dañó la imagen de la policía severamente.

Los mensajes se suceden, en los archivos, uno más escandaloso que el otro: « ¿Cuándo implementamos la nueva variante?», «Usar máscaras es efectivamente gratis y tiene un impacto muy visible». También se ve cómo manipular la información sobre la cantidad de camas disponibles fue, como en cualquiera de nuestros países, una parte clave para enfatizar que el sistema estaba a punto de «colapsar»

 Así, al mismo tiempo que se ofrecía capacidad hospitalaria sobrante a Francia e Italia, Boris Johnson sostenía que «está claro que las proyecciones actuales significan que nos quedaremos sin capacidad hospitalaria en cuestión de semanas, los médicos y las enfermeras se verán obligados a elegir qué pacientes tratar, quién recibiría oxígeno y quién no». El plan del pánico funcionó como un reloj, como en cualquiera de nuestros países.

Hancock estaba tan obsesionado en posicionarse políticamente gracias a sus cuarentenas que trató de chantajear a los miembros del Parlamento para que las apoyaran. Le dijo a un diputado que bloquearía la financiación de un centro para niños discapacitados a menos que votara a favor su proyecto de ley. En otro de sus WhatsApp, dijo que terminar con el confinamiento era inconveniente porque «implicaría que nos habíamos equivocado», y por eso mantuvo vigente la medida que le costó a la quiebra económica a miles de personas.

Lo que estos archivos exponen clara e indudablemente en el caso del Reino Unido, es lo que hemos sabido de cualquiera de nuestros países: que los burócratas y políticos se creían con el derecho de asustar, quebrar y culpabilizar a la gente para que hiciera lo que ellos querían. 

Los Lockdown Files son un tesoro inesperado para la sociedad porque exponen a una clase gobernante en éxtasis, famélica por explotar el miedo para expandir su poder y ambiciones más allá del color político. Esta lujuria decadente e insaciable de poder no se dio exclusivamente en regímenes socialistas, muchas de las medidas más prolongadas y cruentas surgieron de las democracias liberales. Y los ciudadanos vieron, en todos y cada uno de los países, cómo quienes los asustaban se saltaban las medidas, los vieron no tener el pánico que querían inocular al resto de la población. Era necesario un alarde de ceguera y sumisión para no ver lo que pasaba. En gran parte los políticos tomaron medidas basándose en los sondeos de opinión que, incluso antes de los confinamientos, mostraban un miedo ovejuno que los gobiernos aprovecharon en su favor.

Tal vez la poca trascendencia de los Lockdown Files tenga que ver con que a nadie le gusta saberse manipulado. Como pasa en cualquiera de nuestros países, el poder paternalista del Estado tiene una enorme influencia en el imaginario y es duro admitir haber sido estafado por los viles burócratas, por los parásitos más torpes y mediocres. La respuesta de cualquiera de nuestros países al Covid-19 fue desastrosa. 

Todos tuvimos un Matt Hancock, despiadado y arrogante prolongando la cuarentena una y otra vez con indolencia, sin criterio y sin tener que rendir cuentas a nadie en un sistema que creíamos republicano

En cualquiera de nuestros países se infligió un daño masivo, se pisoteó el Estado de Derecho y todas las libertades individuales, se sentenció a los viejos a morir solos y se los expuso a tratamientos innecesarios mientras se los privaba de los cuidados más básicos y hasta del Sol, se prohibió la medicina preventiva, se suspendieron operaciones, trabajos y viajes, se quebró a los adolescentes disparando las cifras de suicidios, trastornos mentales y adicciones.

Ahora tenemos ante nuestros ojos una prueba palpable de cómo y con qué facilidad se hizo. El desprecio que estos hombres, en cualquiera de nuestros países, han mostrado por los ciudadanos es el verdadero escándalo. Ninguna mentira, amenaza o encubrimiento les pareció inmoral, nadie se disculpó, nadie se retiró avergonzado. Si Matt Hancock cayó, no fue por su inutilidad o maldad sino por su lujuria. Pero no la lujuria atrapada in fraganti junto a su amante Gina, sino la lujuria frente al poder y la impunidad, tanta que lo llevaron a entregar las pruebas de sus delitos creyendo que eran los elementos para su relanzamiento político.

Increíblemente, seguimos expuestos, en cualquiera de nuestros países, a estas narrativas del temible destino venidero. Y se multiplican los Matt Hancock para divulgar cualquier alarma o emergencia de moda, poniendo siempre como solución más poder y tamaño del gobierno. Pero no se puede separar la manipulación de la opinión pública de los esfuerzos de la sociedad por creer en burócratas charlatanes y estafadores.

Ante los crecientes y palpables riesgos que los Matt Hancocks representan para nuestras vidas, lo menos que podemos hacer es desconfiar por default y ver en las alarmas perpetuas lo que realmente son: una herramienta de control social.


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