12.JUL.23 | PostaPorteña 2356

Caso Ubagesner Chaves Sosa, y las declaraciones del militar Enrique Ribero

Por posta

 

SE MUEREN LOS TESTIGOS, SE MUERE LA VERDAD Y TIEMBLA LA TIERRA DE TODO URUGUAY ANTES TANTAS MENTIRAS Y ESTAFAS

 

"Le puse una piedra de cal en cada mano y una en la boca”

 

La denuncia del aviador retirado preso por el homicidio de Chaves Sosa que acusa a otros dos oficiales de desaparecerlo y a la Fuerza Aérea de proteger a los culpables

L. Haberkorn Observador 16 nov. 2019

En un intento por demostrar su inocencia en el caso del asesinato y desaparición del militante comunista Ubagesner Chaves Sosa, un oficial de la Fuerza Aérea que lleva nueve años preso por ese crimen ha denunciado a otros oficiales que, según su relato, son responsables de la desaparición de aquel obrero metalúrgico y dirigente sindical que tenía 37 años y era padre de una niña cuando fue detenido.

Las denuncias fueron presentadas ante la fiscalía especializada en crímenes de lesa humanidad y ante un tribunal de honor de la Fuerza Aérea en curso, dijo el propio oficial que intenta demostrar su inocencia, el coronel aviador retirado Enrique Ribero, quien cumple condena en la cárcel de Domingo Arena.

Ribero entregó documentos a la fiscalía y un escrito aún más detallado y completo al Tribunal de Honor de la Fuerza Aérea. Copias de esos documentos fueron proporcionadas a El Observador. Allí se detalla con nombre y apellido quiénes habrían sido los responsables de desaparecer a Ubagesner Chaves. Ribero acusa a la Fuerza Aérea de proteger a los verdaderos culpables.

Las denuncias de Ribero, a pesar de su gravedad, no han tenido efectos concretos por el momento. 

El fiscal de delitos de lesa humanidad Ricardo Perciballe no quiso hacer declaraciones sobre los documentos aportados por Ribero. El comandante en jefe de la Fuerza Aérea, general del aire Hugo Marenco, dijo que el Tribunal de Honor está trabajando

La denuncia

La fecha de la muerte de Chaves -cuyo cadáver fue hallado e identificado en 2005- es dudosa. En el informe que el entonces comandante en jefe Enrique Bonelli presentó al presidente Tabaré Vázquez en 2005 sobre violaciones a los derechos humanos en la Fuerza Aérea, la fecha señalada es entre el 1 y 2 de junio de 1976. La Comisión para la Paz la había situado entre el 10 y 11 de junio. En el juicio penal por su muerte, el testigo Gerardo Barrios marcó el 3 o 4 de junio de ese año. Según Ribero, fue el 6 de junio y la sepultura clandestina se efectuó horas después, en la madrugada del día siguiente.

De acuerdo con un documento escrito por Ribero y entregado a la fiscalía, el 7 de junio de 1976 él se encontraba en la Escuela de Comando y Estado Mayor Aéreo, en la base de Boiso Lanza, cuando se le apersonó el entonces teniente Enrique Bonelli, luego comandante de la fuerza, y le contó que había muerto un detenido en la unidad.

Al terminar las clases de las que participaba, continúa el relato, Ribero concurrió al comedor de la unidad donde se encontró con el mayor Abelardo Ríos, uno de los oficiales de mayor responsabilidad en la base. “¿Qué pasó, jefe?”, le preguntó Ribero a Ríos, hoy fallecido. “Se escapó uno”, le respondió.

El relato de Ribero continúa así: “Dicho jefe se encontraba en el costado de la calle interna y en ese momento ingresa a la unidad un vehículo de patrulla, bajando el teniente segundo Gustavo Urban, dirigiéndose a hablar con el mayor Ríos, por lo cual el suscrito se aleja prudencialmente, escuchando que (Urban) le dice (a Ríos): ‘compramos dos bolsas de cal y un litro de ácido, ¿la boleta se la entregó al teniente López?’  A lo cual el mayor Ríos le contesta: ‘No, rómpala’”

Ribero cuenta que luego Urban se le acercó y, pensando que ya estaba enterado de la situación, le comentó: “Le puse una piedra de cal en cada mano y otra en la boca. El mayor Ríos nos dio una botella de whisky”.

“Dicho oficial se encontraba muy nervioso, y con una ansiedad muy notoria”, relata Ribero en el escrito. Concluye que Urban fue el “responsable del entierro de Ubagesner Chaves”.

Consultado sobre esta acusación, Urban dijo no tener nada que declarar ni conocer esas denuncias, y cortó la llamada.

Los restos de Ubagesner Chaves Sosa fueron hallados en noviembre de 2005 en una chacra de Pando de la Fuerza Aérea. Según la información de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente, en el intervalo de una sesión de torturas dejó de respirar. El médico constató su muerte a consecuencia de una falla cardíaca.

En el documento presentado ante el Tribunal de Honor, Ribero agrega que la orden de enterrar en forma clandestina el cuerpo de Ubagesner Chaves en una chacra de Pando que entonces estaba en poder de la Fuerza Aérea fue dada por el coronel Luis Fasana, hoy fallecido, entonces principal de la unidad de servicios de Boiso Lanza.

“Trasladaron el cuerpo en el camión Mercedes Benz chico, el ‘Mercedito’, y lo enterraron junto al camino, a 15 metros de la portera de ingreso, a un metro de profundidad”, relata el documento que presentó Ribero ante el Tribunal de Honor.

Según Ribero, el 8 de junio de 1976 la Fuerza Aérea hizo un falso procedimiento en el barrio Aires Puros destinado a fingir una fuga de Chaves Sosa. Tal operativo habría sido dirigido por el mayor León Cabrera.

Ribero sostiene que en 2005 el entonces comandante Bonelli, tras finalizar su investigación para el informe que elevó al presidente Tabaré Vázquez sobre las violaciones a los derechos humanos de la Fuerza Aérea en la dictadura, lo citó en su despacho y le dijo: “Yo sé que vos no fuiste, yo sé quién fue”.

Bonelli no quiso hacer declaraciones para este informe. Dijo no querer entorpecer cualquier instancia judicial o administrativa sobre el caso.

En su denuncia, Ribero sostiene que en 2010 ante la inminencia de ser procesado concurrió al Museo Aeronáutico en busca de su carpeta de vuelos, para demostrar que había estado inactivo en junio de 1976 debido a un grave accidente que había tenido en una exhibición de paracaidismo en Atlántida, en la que falleció uno de sus compañeros. Pretendía así aclarar que no había tenido relación con la detención de Ubagesner Chaves.

“Sorprendentemente la FAU ‘no encuentra’ la documentación que me permitiría probar mi inocencia. Especialmente los libros de vuelo y los libros de sanciones de oficiales de la Escuela Técnica Aeronáutica”. Enrique Ribero, aviador retirado condenado por el homicidio de Chaves Sosa en su denuncia

Allí se llevó la sorpresa de encontrase con Urban, a quien suponía ya retirado. En el Museo Aeronáutico se archivan los libros de vuelo. Urban, según su relato, le respondió que su libreta de vuelos no estaba allí.

“Sorprendentemente –agrega Ribero– la FAU ‘no encuentra’ la documentación que me permitiría probar mi inocencia. Especialmente los libros de vuelo y los libros de sanciones de oficiales de la Escuela Técnica Aeronáutica. Es de hacer constar que la documentación se depositaba en el Museo de la Fuerza Aérea y que el encargado del mismo era el mayor Urban”.

Ribero sostiene que en 2007, un coronel en actividad se llevó del Museo Aeronáutico los libros de vuelo de los grupos 3, 4 y 6. Y que después solo devolvió los libros de los grupos 3 y 6.

El Observador publicó en agosto el testimonio de un exsoldado de la FAU –no vinculado a Ribero– que relató haber sido testigo de un “tercer vuelo” con prisioneros, no admitido por la FAU. Según esa fuente, dicho traslado clandestino se realizó en mayo de 1976 por un avión del Grupo 4. En esa fecha, decenas de uruguayos, pertenecientes la mayoría a los Grupos de Acción Unificadora (GAU), que estaban prisioneros en Buenos Aires, desaparecieron sin dejar rastro.

Para chequear el testimonio, y a través de un pedido de acceso a la información pública, se solicitó a la FAU acceder a los libros de vuelo de esos años, pero la respuesta oficial fue que no saben dónde están.

“Que lo busquen”

Ribero no es el primer integrante de la Fuerza Aérea que acusa al oficial retirado Urban: también lo hizo el exsoldado Elicer Perdomo.

En una nota realizada para TNU en agosto de 2007 por la periodista Georgina Mayo, Perdomo acusó a Urban y al oficial Roberto Cáceres de estar implicados en la desaparición de un prisionero de Boiso Lanza, el tupamaro Arpino Vega.

“Dos oficiales de la época en que yo estuve en la Fuerza Aérea, Cáceres y Urban, que eran capitanes en aquel entonces, tienen que saber, algo tienen que saber. Porque yo escuché una vez una conversación de ellos, que habían hecho algún movimiento. Porque el comentario de ellos fue: ‘ahora sí que lo busquen’, y estaban embarrados de la cintura para abajo”, dijo el exsoldado a la periodista.

Perdomo, en diálogo con El Observador, ratificó sus anteriores declaraciones a TNU. “Lo que declaré en 2007 es lo que yo sé. He tratado de averiguar más con mis camaradas, pero nadie habla”.

En su escrito, Ribero sostiene que el capitán Ramón Rodríguez López lo visitó en su domicilio en 2015 y le relató que en 1984, cuando la Fuerza Aérea devolvió la chacra de Pando a sus legítimos dueños, el cuerpo de Ubagesner Chaves fue sacado de allí y sus restos fueron destruidos en Boiso Lanza. 

Rodríguez López tenía un cargo de importancia en la FAU en aquel entonces

El cuerpo hallado en 2005 en la chacra de Pando, según la versión de Ribero, no sería de Ubagesner Chaves sino de Arpino Vega. Sostiene que el dato para el hallazgo lo proporcionó el coronel Uruguay Araújo, que sabía dónde estaba enterrado Vega y no tenía conocimiento alguno sobre lo ocurrido con Chaves Sosa.

"Arpino Vega murió en el año 1974 y fue enterrado en la chacra por Belkis Álvarez, quien me lo contó mucho tiempo después”, dice el documento presentado ante el Tribunal de Honor.

En cambio, según dice conocer por testimonios que recogió, el cuerpo de Chaves Sosa fue exhumado en 1984 por Urban y Cáceres, “quienes dispusieron finalmente de los restos”. Agrega que en ese momento, esos dos oficiales integraban la Unidad Operativa a cargo del coronel Nelson Garrido y el teniente coronel Walter Vives.

Sin embargo, análisis de ADN determinaron que el cuerpo encontrado era de Chaves Sosa, dijo José López Mazz, responsable entonces de la búsqueda de los restos de desaparecidos. El antropólogo agregó que además la esposa de Chaves reconoció el cráneo de su marido porque tenía un diente negro producto de un accidente.

En todo caso, uno de los dos cuerpos enterrados en la chacra de Pando sigue sin aparecer.

“No tenía conocimiento”

Ribero y el coronel Uruguay Araújo fueron procesados con prisión en 2010 por el asesinato de Chaves. Ambos niegan ser culpables.

Para que Ribero fuera condenado jugó un papel central el testimonio de Gerardo Barrios, uno de los prisioneros de Boiso Lanza.

“En determinado momento –dijo Barrios en el juzgado– se cansan de torturarnos y me acuerdo que Ribero le decía a uno de los oficiales ‘vamos al casino a tomarnos una’. Dejan un soldado de custodia, se hace silencio y en determinado momento quedo parado contra la pared, Chaves tirado en la parrilla porque no podía estar de pie y empiezo a notar que la respiración de Chaves es mala. Yo me doy cuenta y grito a la guardia que está mal, llaman al oficial y vienen un par de ellos, comprueban que está mal porque llaman un médico (...) A todo esto yo sigo parado ahí. Veo que entra el médico y puedo ver que el médico ausculta a Chaves y le dice a Ribero que está ahí: ‘sí, es el bobo’”.

Según la sentencia del caso, “existe prueba suficiente que acredita sus participaciones en calidad de autor a Ribero y de coautor a Araújo, del homicidio de Chaves Sosa. El primero por haber contribuido eficientemente en la aplicación de torturas que determinaron el fallecimiento del detenido y el segundo en tanto dirigió y facilitó la realización de tales apremios físicos”. 

“La Fuerza Aérea ayuda (a Ribero) para que vaya hasta su casa y vuelva (...) Entendemos que alguien lo tiene que proveer de transporte”.  Hugo Marenco, comandante en jefe de la Fuerza Aérea

Ribero, en cambio, sostiene que no conoció a Chaves y que el testimonio de Barrios está influido por una enemistad que surgió en el penal de Libertad, cuando él era el encargado de oír, mediante micrófonos ocultos, las conversaciones de los presos de la dictadura.

Otro exprisionero, Guillermo Gómez Canessa, declaró en el juzgado que en una oportunidad vio a Ribero y Araújo arrastrando a Chaves “como una bolsa de papas”.

La sentencia del caso establece que “no son los encausados los únicos responsables. Los testigos refirieron a numerosos oficiales que participaban en hechos similares a los que llevaron a la muerte a Chaves e incluso Barrios hace referencia a la presencia de varios oficiales cuando eran torturados alternativamente él y Chaves, pero no existen elementos probatorios suficientes para lograr individualizar otros responsables”. 

Álvaro Jaume, exprisionero en Boiso Lanza entre 1975 y 1976, declaró en el juzgado: “Oficiales que actuaban en la tortura eran Cáceres, López, Fresia y Urban”.

Urban fue citado a declarar en el caso, pero no fue procesado. 

Su declaración se basó en negar todo. “Nunca detuve a nadie”, dijo. Consultado por si había visto prisioneros en la perrera de la base, como admitieron otros oficiales, lo negó. “Siempre vi perros, nunca vi a un detenido”. Cuando le preguntaron si entró al celdario contiguo respondió: “Nunca”. Si había otros oficiales involucrados en el tratamiento a los prisioneros: “No me acuerdo”. ¿Tortura? “No tengo conocimiento”. ¿Cómo explica que varios expresos lo señalen como torturador? “Realmente no tengo ni idea”. ¿Cómo y cuándo tomó conocimiento de lo sucedido con Chaves Sosa? “No tenía conocimiento, nunca lo vi, nunca supe que estuvo detenido en Boiso Lanza”.

También Cáceres negó haber tratado con detenidos y haber conocido a Ubagesner. “¿Por qué tres prisioneros lo acusan a usted de torturar?”, le preguntaron. “No lo puedo explicar porque yo nunca interrogué ni detuve a nadie”, respondió.

“Yo heredé eso”

El fallo contra Ribero fue ratificado en segunda y tercera instancia por la Suprema Corte. Hoy Ribero está preso en la cárcel de Domingo Arena y tiene ocho salidas transitorias al mes.

Esos días, un auto de la Fuerza Aérea lo traslada por la mañana hasta su domicilio, y al caer la tarde lo regresa a la cárcel. La Fuerza Aérea también lo ayuda con alimentos. En la familia Ribero esas atenciones son interpretadas como una compensación por estar preso injustamente.

Por ese motivo, la esposa de Ribero, Teresa Vargas, tuvo tres discusiones a viva voz con el excomandante Bonelli en el supermercado donde ambos hacen las compras.

El comandante Marenco, en una entrevista hasta hoy inédita realizada en junio por El Observador, confirmó ese apoyo que se le brinda a Ribero, pero negó que tenga otro significado que el de colaborar con el oficial preso.

“La Fuerza Aérea ayuda para que vaya hasta su casa y vuelva. Nada más”, dijo. “Entendemos que alguien lo tiene que proveer de transporte. No es de ahora, lo hacemos desde que está en Domingo Arena. Yo lo heredé eso y lo vamos a seguir haciendo”. En cuanto al envío de alimentos dijo que solo se da “a veces, cuando tiene algún requerimiento puntual”.

El Tribunal de Honor de la Fuerza Aérea a Ribero comenzó a sesionar en junio y ha recibido los documentos escritos por el oficial, con la acusación a Urban, pero aún no ha tomado ninguna resolución.

Consultado al respecto, Marenco respondió por mail el 11 de noviembre que sus actuaciones han sido más lentas de lo esperado porque para citar a Ribero requieren permisos judiciales. Agregó que se sigue actuando sin que haya novedades.

Recurso de revisión

El abogado de Ribero, Carlos Bustamante, dijo que se apresta a interponer el recurso de revisión de la condena e su defendido ante la Suprema Corte de Justicia.

La revisión es un recurso que se presenta cuando ya existe una condena firme. Para que tenga andamiento, el condenado tiene que aportar nuevas pruebas que de un modo categórico demuestren su inocencia.

Ribero lleva años insistiendo en que no es culpable. En 2018 presentó un escrito al entonces comandante en jefe de la FAU, general Alberto Zanelli, quien a su vez lo presentó ante la Justicia. La denuncia de Zanelli está en poder de la Fiscalía de Lesa Humanidad.

Además del caso Ubagesner, Ribero había sido procesado en 2011 en la causa que investigaba la muerte del tupamaro Horacio Ramos en el penal de Libertad. Se lo procesó por obstaculizar a la justicia. Sin embargo, en 2012 un tribunal de apelaciones revocó ese procesamiento.

Al mismo tiempo Ribero, Urban y Cáceres están acusados en otra causa. El fiscal Perciballe pidió meses atrás el procesamiento de ellos y otros cuatro oficiales retirados de la Fuerza Aérea por las torturas a numerosos detenidos en Boiso Lanza entre 1972 y 1976.

Perciballe pidió el envío a prisión de Ribero, Urban, Cáceres, Walter Pintos, Roberto Amorín, Ramón Rodríguez López y Juan Antonio Rodríguez Goñi.

El pedido de procesamiento de Pintos es por abuso de autoridad con los detenidos, privación de libertad y atentado violento al pudor. A Amorín se lo acusa de abuso de autoridad y privación de libertad. Y a Urban, Cáceres, Rodríguez López, Rodríguez Goñi y Ribero, por abuso de autoridad.

Abuso de autoridad con los detenidos es el delito que deriva de aplicar torturas.

Perciballe también pidió la captura de dos oficiales retirados que hoy no estarían en Uruguay: Alfredo Fresia y José Eduardo Delgado.

Los testimonios de torturas reunidos por el fiscal son contundentes. Uno solo ejemplo entre más de una decena es el de Loreley Sosa, integrante del MLN detenida en 1972, quien relató que en Boiso Lanza fue sometida a golpizas, submarino, aplicaciones de picana en oídos, boca y vagina, desnudez forzosa, manoseos y simulacros de violación.

Existen testimonios que involucran en la tortura a todos los oficiales sobre los cuales el fiscal pidió prisión.

 

Exmilitar condenado por la muerte de Chaves Sosa insiste en su inocencia y acusa a comandantes de la Fuerza Aérea

 

Presentará un pedido de revisión de su caso, por el que cumple 19 años de prisión, ante la Suprema Corte

Sergio Israel 26 nov., 2020 Búsqueda 

Durante el período que trabajó en la división Informaciones del penal de Libertad, el oficial de la Fuerza Aérea Enrique Ribero grababa conversaciones de los presos no solo en las visitas, sino también en sus celdas y otros ámbitos.

-Enrique Ribero, un exaviador y paracaidista, ahora septuagenario, bajo, calvo, delgado, vestido con ropa deportiva y bien afeitado, sentado en el living de su apartamento en el Parque Batlle durante una salida transitoria de la cárcel de Domingo Arena, recibe a Búsqueda para explicar que es inocente. Que todos los juzgados y tribunales por los que pasó y que lo encontraron culpable cayeron en la trampa tendida por sus excamaradas de la Fuerza Aérea que lo traicionaron para cargarle con un crimen político que, insiste, él no cometió.

Mientras el comandante del Ejército, Gerardo Fregossi, impulsa una revisión histórica para mejorar la formación de los futuros oficiales, el coronel en situación de reforma Ribero, que sirvió en la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) durante los años duros y admite que espiaba con medios electrónicos las conversaciones de sus camaradas y luego la de los presos en el penal de Libertad, libra una batalla legal bien distinta: el proceso de revisión de su causa por la Suprema Corte de Justicia.

La revisión de una condena está prevista en los artículos 370 al 377 del Código del Proceso Penal, pero se trata de algo excepcional que pocas veces ocurre. El abogado Carlos Bustamante, convencido de que su cliente tiene chances de que la Corte acceda a la revisión en la que resulte absuelto, afirmó que en diciembre presentará el caso ante la corporación.

Ribero es más pesimista que su abogado. Según su relato, el general Washington Martínez, cuando era coordinador de Inteligencia de Tabaré Vázquez, fue de visita a Domingo Arena y delante de testigos le dijo: “Mire, usted no va a salir, porque está preso por razones políticas y la Suprema Corte no va a reconocer sus errores”.

Traicionado

Salvo a Alberto Zanelli, que trasladó su denuncia a la Justicia, Ribero desprecia a todos los excomandantes de la FAU desde 2005, en especial a Enrique Bonelli, que cuando fue a declarar “mintió”.

Ribero y Uruguay Araujo Umpiérrez, un exsubdirector del Servicio de Información de Defensa (SID), fueron condenados por la justicia a 19 y 17 años de prisión, respectivamente, por la muerte de Ubagesner Chaves Sosa, un militante comunista metalúrgico de 37 años, detenido a fines de mayo de 1976 en el barrio Aires Puros con media docena de ejemplares de la publicación clandestina Carta Semanal en su abrigo.

Los dos condenados, junto con otros oficiales y personal subalterno, habían aportado información a Bonelli en 2005 para encontrar los restos de José Arpino, muerto en Boiso Lanza en 1974 y aún desaparecido, y del propio Chaves, enterrados de forma clandestina en una chacra cerca de Pando que la FAU había capturado al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.

Como el entonces comandante Dante Paladini habría ordenado desaparecer el cuerpo para “cuidar” la imagen de la fuerza, no es posible saber con certeza la fecha y la causa de la muerte de Chaves, aunque la investigación histórica de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente y la Justicia penal llegaron a la conclusión de que sufrió un paro cardíaco durante la primera quincena de junio. La muerte por infarto masivo se habría producido durante una pausa en las torturas que Ribero y otro oficial hicieron para ir a tomarse una grapa en el casino.

La versión de Ribero sobre su vinculación con la muerte de Chaves es muy diferente a la conclusión a la que llegaron, en 2011, la fiscal Ana María Telechea, la jueza Mariana Mota, los ministros del Tribunal de Apelaciones que estudiaron el caso más tarde y luego la Suprema Corte, que intervino en casación.

Según Ribero, la muerte de Chaves se produjo el domingo 6 de junio y él se enteró el lunes 7 por un comentario del entonces teniente Bonelli, durante uno de los recreos del curso para ascender a capitán que estaba haciendo en la Escuela de Comando, a unos 500 metros de donde murió el detenido, pero dentro del predio de Boiso Lanza. Araujo Umpiérrez estaba aún más lejos: había dejado Boiso Lanza para asumir como subdirector del SID, pero según la Justicia eso tampoco le quitó responsabilidad

La conveniente versión de Ribero choca con el testimonio de varios expresos, entre ellos dos exsoldados luego condenados por la Justicia militar, que entonces dormían a pocos metros de la sala de torturas, escuchaban los gritos desgarradores y veían entrar y salir a los oficiales.

Uno de los detenidos, Gerardo Barrios, declaró que estaba presente en el momento en que Chaves era torturado por Ribero y se produjo su muerte.

La FAU, aún en democracia, siguió negando todo hasta 2005, cuando Bonelli hizo el informe sobre estos casos y también confirmó la existencia del llamado segundo vuelo. Transcurridos 43 años desde la muerte de Chaves y 10 desde la condena, el 23 de diciembre pasado, un Tribunal de Honor presidido por el actual comandante en jefe de la FAU, Luis de León, pasó a Ribero a reforma, basado en la condena penal.

Ahora Ribero acusa a la fuerza, entre otras cosas, de la desaparición de cuadernos de vuelos y otros registros que podrían contribuir a demostrar su inocencia.

Después que acusó de la muerte de Chaves a los oficiales Urban y Cáceres , la FAU retiró al preso el beneficio de un auto con chofer para sus salidas transitorias y otras ayudas económicas. Cuando ya ha transcurrido la mitad de su condena, Ribero se mantiene en que es inocente y que por eso recibió tantos beneficios.

—Nunca interrogué a Gerardo Barrios Valverde —afirma.

— ¿Y tampoco a Ubagesner Chaves?

—Tampoco.

— ¿Pero sí interrogó a otros?

—No, no era mi función.

— ¿Cuál era su trabajo en relación con Chaves Sosa y la represión al Partido Comunista?

—Ninguno. Yo estaba en la Escuela Técnica de Aeronáutica (ETA) donde había cursos de electrónica. Había una biblioteca muy grande y me entusiasmé. Consultaba a los profesores de la brigada de comunicaciones y además tenía libre entrada al taller. Un día comenté que se podía conseguir más información con escuchas que con la tortura. Avisaron al coronel Luis Fasana (jefe de la Unidad de Servicio Aeródromo Capitán Boiso Lanza, USACBL) y me pusieron una sanción. Después tomé unos micrófonos y me fui a verlo. El coronel se interesó. ¿Qué es eso que tiene? ¿Cómo funciona? Tenía un chupón para grabar del teléfono y un transmisor de FM. Hice una prueba y quedó fascinado. Yo tenía otro equipo que cuando levantabas el tubo comenzaba a trabajar un grabador. Podía poner un micrófono en el casino y me iba a mi cuarto a escuchar. Controlaban la interna, en busca de gente de la 1815, comunistas que estaban infiltrados, que después se asilaron en la embajada de México. La última vez que utilicé el sistema de escucha en la Fuerza Aérea fue en marzo de 1976. Unos civiles decían que yo era responsable de la muerte de Arispe (un oficial que murió en un salto en paracaídas). Intervengo el teléfono y le grabo tres llamadas. Una de ellas decía: “Hablé con el coronel Bonelli (padre del que luego fue comandante en jefe) y me dijo: ‘no se preocupe que al teniente Ribero le queda poco en la FAU’”.

En el lugar del crimen.

El argumento de Ribero para explicar qué estaba haciendo en el lugar de torturas conocido como La perrera es que fue a buscar un micrófono suyo que podría estar allí. “Sentí ruido a dientes y vi a un preso esposado en cuclillas, que ahora sospecho fuera Chaves. Estaba helado. Era una noche muy fría, yo estaba bien abrigado, pero aun así mis manos estaban congeladas. El soldado de guardia tenía la carabina M-2 bajo el poncho, por el frío. Mandé a buscar a unos soldados y vinieron con cuatro frazadas. Ordené que lo pusieran en un calabozo, le dieran atención y me fui.

—¿Cómo explica que haya tantas declaraciones que lo ubican a usted en ese lugar interrogando bajo torturas a los detenidos? Incluso militares afirman que a usted “le tocó hacer cosas jodidas”

—Eso es mentira, es contra información. Yo era jefe de una compañía del agrupamiento 2, cuya tarea era hacer guardia en Boiso Lanza, en el Ministerio de Defensa, en el Estado Mayor Conjunto y en la Caja Militar. Además, era instructor de paracaidismo, pero no hacía nada operativo.

—Es decir que usted sostiene que nunca le tocaba hacer una patrulla, detener a un preso o interrogarlo.

—No.

—La fiscalía que estudió sus denuncias las descartó por “teoría conspirativa”.

—Sabe lo que pasa —interviene la esposa, presente en la entrevista— hay grupos de poder. No quieren ir presos, pero saben que están metidos hasta acá. Es mucho más fácil acusarlo a él. Antes no podía declarar porque la investigación de Bonelli fue hecha bajo secreto militar. Él empezó a ver cómo había ocurrido recién cuando llegó el caso a la Justicia.

Contradicciones, cal y ácido.

En contra de Bonelli, que declaró en la justicia que la información para hallar los restos en la chacra le llegó de forma anónima, Ribero hizo un relato de dos reuniones que mantuvo con el entonces comandante en jefe, en las que estuvieron presentes los que, según él, son los verdaderos responsables del crimen.

“La información recogida por el general Bonelli en el año 2005 no fue anónima —sostiene Ribero en un escrito— le fue proporcionada personalmente en una reunión convocada a tal efecto, en la que compareció todo el personal que trabajó en el área de Inteligencia en la época en que ocurrieron los hechos. Los participantes de esa reunión fueron el compareciente y los señores: coronel José Uruguay Araujo Umpiérrez, mayor Gustavo Urban, teniente coronel Walter Vives, cabo González, teniente 2° de reserva Acosta, mayor Roberto Cáceres, suboficial mayor Belkis Álvarez, soldado Eliecer Perdomo, teniente coronel León Cabrera, coronel Roberto Amorín, soldado Tortorello”.

En el mismo documento, Ribero afirma que quienes estaban de guardia el día que murió Chaves eran el teniente coronel Abelardo Ríos (fallecido), el capitán León Cabrera y los tenientes Urban y Cáceres.

“La información que le dieron a Bonelli fue que cuando murió estaba el entonces teniente Cáceres. No sé por qué fue Urban al entierro, pero para mí fueron los dos, pero yo solo vi a uno. Urban y Cáceres siempre estaban juntos, uno de patrulla y otro de coordinador”.

En la versión de Ribero, el lunes 7 de junio de 1976, a la hora de almorzar, mientras estaba hablando con el mayor Ríos en el patio ingresó una camioneta de la que bajó el teniente Urban y se dirigió al mayor.

“Yo me retiré unos pasos para que hablaran, pero pude escuchar que el teniente Urban le dijo: ‘Compré dos bolsas de cal y un litro de ácido, ¿qué hago con la boleta? ¿se la entrego al teniente López?’. Y Ríos respondió: ‘rómpela’”.

Luego Urban le habría contado muy conmocionado a Ribero: “Le puse una piedra de cal en la mano derecha, otra en la izquierda y otra en la boca. El mayor Ríos nos dio una botella de whisky”.

Ya retirados, hubo un encuentro casual con Cáceres frente al supermercado Disco cerca de su casa: “Él estaba con el hijo y me dice: ‘Ché Ribero, ¿Por qué salís vos en los diarios si vos no estabas, el que estaba esa noche era yo?’”.

Ribero acusa a los comandantes de ser cómplices de “un enchastre total”, porque “si Bonelli sabía quiénes eran los responsables ¿por qué dejó que fueran presos dos inocentes? En el juzgado no dijo lo que tenía que decir. Podía haber ido a declarar, él fue el que hizo la investigación.

Reunión con abogados

—Hubo dos reuniones conjuntas con los abogados. La primera fue en el despacho de Bonelli. Nos dijo: “Les quiero comunicar que van a pasar todos a la Justicia”. Él tenía la lista. Una segunda reunión fue en el salón de Inteligencia con el comandante y los abogados Chaves Hontou y Bordes.

El abogado Carlos Bustamante afirmó en una solicitada que “se rumorea” que la defensa anterior fue pagada por fondos de Presidencia a un costo de US$ 120.000.

Esta reunión —habría dicho Bonelli, según la versión de Ribero— es para presentarles a los abogados que los van a defender a ustedes. Los legajos están todos iguales, no se limpió ninguno. El único que no tiene nada que lo comprometa es el del coronel Ribero. Entonces Chavez Hontou pregunta: “¿Quién es el coronel Ribero?”. Sí, yo no era operativo y no estaba en Inteligencia.


Comunicate